PRIMER
PERIODO INTERMEDIO: LA DESINTEGRACIÓN DEL ESTADO
RESTOS ARQUITECTÓNICOS, CULTURA MATERIAL,
EPIGRAFÍA Y LITERATURA.
PRIMER PERIODO INTERMEDIO (c. 2175–2040 a.
C.)
El Primer
Periodo Intermedio de la historia del Antiguo Egipto transcurre de 2170 a.C.
- 2052 a.C. Es una época donde el poder está descentralizado y transcurre entre
el Imperio Antiguo y el Imperio Medio. Comprende desde la Dinastía VII hasta
medidos de la Dinastía XI, cuando Mentuhotep II reunificó el país bajo su mando
(c. 2040 a. C.).
Algunos egiptólogos,
consideran que las dinastías VII y VIII pertenecen al anterior periodo, el
denominado Imperio Antiguo de Egipto.
Este
período se caracteriza por quitar protagonismo al faraón o rey egipcio de la
escena política para beneficio de los nomarcas[1],
jefes de las provincias originalmente designados por el faraón y cuyo título
pasó a ser hereditario con el tiempo, y caciques locales que habían debilitado
a la monarquía y sus instituciones.
Este
aumento de poder de las elites locales se dio especialmente en el largo reinado
del rey Pépi II, que habría durado 94 años, que impedido por su avanzada edad
no pudo controlar correctamente su reino. Luego vino el reinado de su hijo
Merenra II, que duró solo un año, y pronto es sucedido por su esposa la reina
Nitocris. El reinado de esta mujer, sin duda, encesto un golpe mortal a la
credibilidad del rey de origen divino permitiendo que gobernantes locales
firmemente arraigados en sus prefecturas o provincias se sublevaran de la
autoridad real emancipándose en reinos autónomos.
Los grandes
recursos destinados al clero, y en los enterramientos, produciría una situación
de ruina. Las riquezas se acumulaban en improductivos ajuares de tumbas y
gastos de cultos funerarios; gran parte de los recursos del país se consumían
en los templos.
Además,
Egipto y amplias zonas de su entorno sufrían un periodo de sequía, con una
menor afluencia de aguas del río Nilo, provocando una situación de carestía y
hambruna en el pueblo egipcio, y en las tribus nómadas del desierto, que las
obligaba a buscar medios de subsistencia en las tierras fértiles del Delta.
Esto precipitó el derrumbe de la monarquía menfita; la anarquía, el hambre y la
incertidumbre se adueñan del país y el Delta es ocupado por oleadas de
asiáticos.
En la tumba
de Anjtifi, un gobernante del nomo de Hieracómpolis, se describe la crítica
situación que padecía el pueblo:
"He dado pan al hambriento y vestido al
desnudo... no permití que nadie muriera de hambre en este nomo... he prestado
cereal... algo que ciertamente no encontré que hubiera sido hecho por los
gobernantes que me precedieron..."
Fragmento pictórico hallado en los muros
de la tumba de Anjtifi.
Esta época se caracteriza por la presencia de
beduinos asiáticos en el Delta del Nilo y la disgregación feudal. Cada nomarca
se independiza en la práctica aunque se agrupan en torno a los nomos de
Heracleópolis y Tebas quienes acaudillan sendas confederaciones nomarcales. Voy
a dividir este trabajo en la revolución menfita de 2195 a.C., la lucha entre la
Confederación de Heracleópolis y la Tebana y la reunificación de Egipto con
Mentuhotep I bajo cuyo reinado empieza el Reino Medio.
A) La
revolución de Menfis en 2195 a.C.
A.1) Las
fuentes.
Son tres:
algunos fragmentos de las Lamentaciones de Ipu-ur también conocidas por Censuras de un viejo sabio,
el extracto de la Aegyptiaca de Manetón de Sebbenitos hecho por Eusebio
de Cesarea en la primera mitad del siglo IV d.C. y el testimonio de Herodoto de
Halicarnaso acerca de la reina egipcia Nitocris que se conserva en el segundo
de sus Nueve libros de Historia.
A.1.A)
Fragmentos de las Lamentaciones de Ipu-ur:
“Ya no se navega
hacia Biblos.
Faltan todas las
materias necesarias a los oficios.
Los asiáticos
trabajan en los talleres del Delta.
Ningún obrero
egipcio tiene trabajo, los enemigos del país han despojado los talleres.
La mayoría no
tienen casa ni muebles, ni siquiera un lecho para dormir; sus mujeres,
demasiado pobres para adquirir un espejo, sólo pueden contemplarse en el agua;
ni siquiera poseen una caja para guardar sus chucherías. Con frecuencia les
falta el pan y están demasiado desprovistos para tejerse vestidos o comprarse
zapatos.
Al no poder
comprar el aceite necesario para cuidarse el pelo, se vuelven calvos.
La miseria de
muchos es tal que no pueden casarse y duermen sin mujer y ni siquiera tienen
una lira para distraerse.
Cuando mueren son
enterrados en la arena, puesto que son demasiado pobres para pagarse un
sarcófago.
Los notables están
de luto, los plebeyos rebosantes de satisfacción. Toda la ciudad dice: Vamos, echemos a los poderosos de entre
nosotros. El país rueda como torno de alfarero. Los ladrones se
convierten en propietarios y los antiguos ricos son robados. Los que visten de
lino fino son azotados. Las que nunca habían visto la luz salen a la calle. Se
estrella contra las paredes a los niños de los nobles. Se huye de las ciudades.
Son incendiadas las puertas, los muros, las columnas. Los hijos de los ricos
son arrojados a la calle. Los ricos padecen hambre y pasan tribulaciones. Los
antiguos servidores se hacen servir ahora. Las damas nobles huyen...se
posternan por miedo a la muerte.
El país está lleno
de facciosos; el hombre que va a trabajar lleva un escudo. Ya puede crecer el
Nilo, ya no se cultiva, todos dicen: No
sabemos lo que sucederá al país.
El hombre mata al
hermano nacido de la misma madre. Los caminos están acechados. La maleza se
llena de gente que aguarda a que venga aquél que regresa al atardecer para
quitarle su carga; molido a garrotazos, es muerto vergonzosamente. Los rebaños
vagan al azar, nadie los reúne.
Los que poseen
vestidos andan en andrajos. Los grandes se emplean en los almacenes. Las damas
que reposaban en las camas de su esposo duermen sobre pieles; sufren como si
fueran criadas.
Las amas de casa
dicen: ¡Ah, si tuviéramos algo para
comer!. Las mujeres sufren por sus ropas viejas y sus corazones se
avergüenzan cuando se las saluda. Las mujeres nobles sufren hambre. Ellas
ofrecen a sus hijos sobre las camas.
Cada uno se lleva
los animales que marca con su nombre. Todo lo que ayer se veía ha desaparecido.
El país está abandonado como un campo segado. Por todas partes se destruyen las
cosechas. Faltan vestidos, especias, aceite. La suciedad cubre la tierra; ya no
existen vestidos blancos. Todo el mundo dice: Ya no hay nada.
Los almacenes han
sido destruidos y sus guardianes muertos. Se come hierba y se bebe agua. Se
quita el alimento de la boca de los cerdos, tanta es el hambre que hay. Los
hombres disminuyen. Por todas partes se ve al hombre derribar a su hermano. Los
muertos son lanzados al río; el Nilo es un sepulcro. Las mujeres son estériles,
ya no tienen hijos. Grandes y chicos exclaman: ¡Quisiera morir!; los niños dicen: Mi padre no debiera haberme dado vida.
Vamos, dicen los
ujieres, entreguémonos al saqueo.
Los archivos de la sala de justicia son robados; los secretos divulgados...las
oficinas públicas violadas, las declaraciones robadas; por ello los siervos se
transforman en dueños de siervos. Los funcionarios son muertos; sus escritos,
robados; los escritos desaparecen. Los víveres de Egipto son del primero que
llega y dice: Aquí estoy, esto es mío.
La casa del rey ya no tiene rentas. Las leyes de la sala de justicia son
lanzadas al vestíbulo. Se las pisotea en la plaza pública; los pobres las
maltrataban en las calles...La gran sala de justicia es de quien entra en ella.
Los pobres van y vienen por la sala de audiencias. Suceden cosas nunca vistas;
el Rey es raptado por los pobres. La pirámide está vacía de su anterior
contenido. Algunos hombres sin fe y sin ley han despojado al país de la realeza
y el palacio real se destruyó en una hora. La justicia está contigo, pero lo
que tú propagas por el país es la confusión, ordena pues que se te rindan
cuentas.
Ningún funcionario
está en su puesto; es como un rebaño atemorizado y sin pastor. Los jefes del
país huyen porque ya no tienen ocupación. Cuando el director de la ciudad se
desplaza, ya no tiene escolta.
El pobre alcanza
el estado de la divina Enéada. Los que eran enterrados como halcones divinos
yacen ahora en sus ataúdes. El hijo de un hombre no se distingue del que no
tiene padre; el hijo de la señora pasa a ser hijo de la criada. Caen los
cabellos de las cabezas de todos los hombres”.
A.2.A)
Un intento de interpretación.
El faraón Pepi II infringe duras derrotas a los
beduinos. Sin embargo éstos nunca pierden sus esperanzas de entrar en Egipto.
Encuentran su oportunidad en 2196 a.C. con motivo de la muerte de Pepi II tras
un largo reinado de 94 años incluida su minoría de edad. Entonces sube al trono
su sobrino carnal Merenre II. Éste
es hijo de Merenre I quien había
antecedido a Pepy II en el trono.
El reinado
de Merenre II dura muy poco tiempo:
un año con arreglo a la Lista de Abidos y trece meses según el Papiro real de Turín. Los beduinos conquistan el Delta. Allí interrumpen el eje
mercantil Biblos - Delta del Nilo - Menfis - Koptos - Punt que había creado el
faraón Sahure (2464 - 2452 a.C.), el segundo monarca de la V Dinastía. Sahure extiende al Punt a través de
Menfis el comercio del Delta con la región sirio-palestina en general y Biblos
en particular que se efectuaba ya en el período predinástico a través de los
puertos egipcios de Metelis y Mendes.
El fin de
aquellas actividades económicas origina en Menfis un motín que termina con el
asalto del Palacio Real y la prisión de Merenre
II. Su mujer Nitocris puede huir
a Heracleópolis, nomo vecino a Menfis y por entonces fiel a la Dinastía
Menfita.
Mientras
tanto en la capital se inicia una etapa anárquica con continuos cambios de
dirigentes (unos más moderados y más radicales otros) a los que alude Manetón
al referirse a los cinco reyes de Menfis que reinaron 75 días. En
una de las revueltas de aquellos tiempos conflictivos el ala más extremista de
los revolucionarios condena a muerte y ejecuta a Menenre II tras un simulacro de juicio. Ese desorden favorece la
reconquista del poder por Nitocris desde Heracleópolis favorecida por la
pasividad del sector moderado de los revolucionarios que no deseaban la
ejecución de Menenre II. A su vuelta a Menfis Nitocris se limita a condenar a
la pena capital a los regicidas.
Esa medida
de gracia se explica o por un deseo de Nitocris de mostrarse clemente o por un
acuerdo que hubiera suscrito con los moderados de Menfis. Su actitud levanta
las protestas los reaccionarios más extremos. Entre ellos figura Ipu-ur pues
escribe en otro pasaje de sus Lamentaciones
“La Justicia está contigo, pero lo
que tú propagas por el país es la confusión. Ordena, pues, que se te rindan
cuentas”. Se cumple aquí la ley de todas las revoluciones según la
cual los excesos de las revoluciones terminan por acercar a los moderados del
Antiguo Régimen y el sistema revolucionario.
Durante la
revolución menfita de 2195 se redacta el escrito que se titula Diálogo entre un pesimista y su alma. El autor sería un alto funcionario de
Menfis a quien tanto impresiona el aciago destino de Menenre II que pierde su
fe en todos los valores tradicionales de la cultura egipcia aprendidos en su
infancia. Ello le induce a defender la legitimidad del suicidio. El darse la
muerte a uno mismo constituye uno de los mayores sacrilegios contra la
religiosidad de Egipto al impedir el enterramiento ceremonial.
Nitocris
consigue por tanto la pervivencia de la Dinastía Menfita pero a cambio de
hacerla depender de los nomarcas de Heracleópolis, verdaderos dueños de la
corte que nombran y deponen faraones a su antojo durante 35 años y a cuya
familia las inscripciones coetáneas denominan la Casa de Akthoes, tal
vez en recuerdo de su ancestro.
Es verdad
que la debilitada corte de Menfis intenta balancear el excesivo poder de los
nomarcas heracleopolitanos con el nomarca Shemay
de Koptos. Shemay era descendiente de Idi.
Éste había desempeñado una importante carrera administrativa en tiempos de Pepy
II. Uno de los oscuros faraones menfitas de la VIII Dinastía, Neferkauhor Khuiuihapy, nombra a Shemay de Koptos hijo adoptivo del rey, padre
del dios, gobernador del sur con autoridad sobre los 22 nomos del Alto Egipto y
vizir. Le hace además casarse con su hija Nebet. Pero la muerte de Shemay c.a.
2165 a.C. deja el campo libre a los nomarcas heracleopolitanos.
Neferkauhor Khuiuihapy
confirma el paso a Idy, hijo de Shemay, de muchas prebendas paternas.
No obstante Idy se conforma con el puesto de Gobernador del Sur con poder
limitado a sólo siete nomos meridionales. Según mi opinión Koptos experimenta
una fuerte crisis económica estos años con la ruptura del eje comercial Biblos
- Delta del Nilo - Menfis - Koptos - Punt al ser Koptos uno de los puntos
claves del comercio con el Mar Rojo a través del Wadi-Hammamat. Este mercado
queda interrumpido con la contracción general de la economía egipcia.
Las pocas
construcciones que aún se hacen se abastecen desde Assuán. Tebas controla ese
territorio. El granito rosa de Assuán es suficiente a la hora cubrir la exigua
demanda que llega del resto de Egipto. Se cierran por tanto las canteras del
Wadi-Hammamat donde se instalan grupos de beduinos demasiados escasos en número
para molestar a las ciudades del Valle. La ruta Koptos - Mar Rojo y las
canteras del Wadi-Hammamat sólo vuelven a abrirse con Mentuhotep II (2009 -
1997).
En Egipto ese
panorama termina hacia 2160 a.C. cuando el nomarca de Heracleópolis Khety I depone a Neferirkare, último rey menfita, y se proclama faraón de Egipto.
Hasta entonces los nomarcas de Heracleópolis controlan los nombramientos y
deposiciones de los soberanos menfitas pero respetan su poder nominal y sus
viejas prerrogativas. Una de ellas es su entierro dentro de pirámides en la
necrópolis de Saqqara bien que esos monumentos sean de proporciones modestas
durante el primer período intermedio. En la antedicha necrópolis se han hallado
restos de la pirámide de Ibi (faraón menfita de la VIII Dinastía) que llegó a
tener 31,5 metros de altura.
Manetón
confunde a Khety I con Akthoes, el fundador de la familia. Se
inicia así la IX Dinastía calificada de heracleopolitana. Algunos egiptólogos
se preguntan si sus faraones se trasladan a Menfis o continúan gobernando desde
Heracleópolis. Me inclino por la segunda solución pues Mentuhotep I, el futuro reunificador tebano de Egipto, sólo
considera cumplida su labor con la conquista de Heracleópolis.
Dinastía VII (c. 2190–2170 a. C.)
Según Manetón hubo «70 reyes en 70
días» (frase simbólica que podría significar innumerables reyes en tiempo
indeterminado). Soberanos según la Lista Real de Abidos:
Nombre
|
Comentarios
|
Reinado
|
Necherkara
|
El primer faraón de la Dinastía VII
|
c. 2175 a. C.
|
Menkara
|
-
|
c. 2175 a. C.
|
Neferkara
II el Niño
|
-
|
c. 2175 a. C.
|
Neferkara
Neby
|
Posible hijo del faraón de la Dinastía VI Pepy
II.
|
c. 2175 a. C.
|
Dyedkara
Shemai
|
-
|
c. 2175 a. C.
|
Neferkara
Jendu
|
-
|
c. 2175 a. C.
|
Merenhor
|
-
|
c. 2170 a. C.
|
Neferkamin
|
-
|
c. 2170 a. C.
|
Nikara
|
-
|
c. 2170 a. C.
|
Neferkara
Tereru
|
-
|
c. 2170 a. C.
|
Neferkahor
|
-
|
c. 2170 a. C.
|
Lista real de Abidos
Necherkara
Necherkara Siptah es el primer faraón de la Dinastía VII (c. 2181 a. C.). Con él se inicia el primer periodo intermedio de Egipto.
Durante la
última época de la Dinastía VI el "Viejo Orden" se derrumba y los nomarcas
del Alto Egipto establecen la hegemonía sobre sus territorios. Este gobernante
podría pertenecer también a un consejo temporal de mandatarios, constituido en
un periodo de dificultades políticas o económicas.
La
situación en Menfis debía ser caótica pues Manetón comentó, según Julio
Africano, que la dinastía se compuso de "70 reyes de Menfis, reinando 70
días".
Su nombre
se encuentra en la Lista Real de Abidos.
Cuando se propuso
una nueva restauración del Canon Real de Turín se vio que el nombre de este
rey, Neitikerty Siptah, y el de la célebre reina Nitocris, citada por Manetón y
Heródoto, en realidad eran los nombres del mismo personaje. Lo que supuso que
de este faraón no sólo se encontrara su título, sino también su sexo, masculino
y no femenino, como durante mucho tiempo se creyó.
Neferkara II
Neferkara II
("Hermoso es el Ka (alma) de Re") es de la lista de Abydos
únicamente. El nombre común podría ser una
entrada para otro gobernante más conocido. No se han hallado
restos de él.
Lista Real de Abidos. Cartucho nº 42.
Neferkara Nebi
Neferkara Nebi
("El protector") era un hijo del rey Pepi II. Él está presente en la lista
de Abydos y en dos ocasiones se ha mencionado en la tumba de su madre - la
reina Ankhesenpepi II. No se han hallado restos de él.
Lista Real de Abidos. Cartucho nº 43
Djedkare
Shemu
Dd-kA-ra
SmaI Djedkare Shem ai (el alma de Ra es inmortal)
De la lista de Abydos sólo viene rey Djedkare Shemu
("Permanente es Ka (alma) de Re) y su nombre de nacimiento Shemu (o Shemai)
posiblemente "nómada ", que se muestra por el jeroglífico de un
hombre con un palo por encima del hombro.
El nombre
de Neferkara Khendu se atestigua en la Lista Real de Abydos (número 45), una
lista de reyes que data de la época de Ramesside , y está ausente en el Canon
de Turín como una gran laguna en este documento afecta a la mayoría de los
reyes de la séptima / octava dinastía.
No hay
constancia firmemente atribuible a Neferkara Khendu más allá de la lista de
reyes de Abidos, aunque un sello cilíndrico inscrito en la cartela Ḫndy,
"Khendy", fue atribuido provisionalmente a él por el egiptólogo Henri
Frankfort en 1926[2].
Los eruditos modernos han demostrado sin embargo que el cartucho en el sello es
más que probable que se lea por "Khamudi", nombre del último rey de los hicsos , y además que este cartucho se inserta
en el sello como relleno el espacio en lugar de como una referencia explícita a
este rey. El sello se encuentra actualmente en el Museo Petrie, número de
catálogo 11616 UC.
Sello cilíndrico
con la cartela "Khamudi", atribuido tentativamente a Neferkara Khendu
por Henri Frankfort
Merenhor
MERENHOR tiene el número cartela cuarenta y seis en la pared de
Abydos y no tiene dios solar Ra en su nombre de trono. Su nombre (en la parte inferior de
la cartela izquierda) es las ondas de agua, una boca, una azada y el viejo
halcón dios Hor (Horus).
Sneferka
SNEFERKA viene solamente de la lista de Abydos cartela número 47.
Su nombre no contiene un dios y, posiblemente, se puede leer: El alma es hermosa Ka. (No se han encontrado restos de estos reyes.
Nekare
Neka (nombre
alternativos Nika y Nakre). Es mencionado en
el cartucho cuarenta y ocho de la lista de Abidos detrás de Sneferka , y no se
conoce por ninguna otra fuente. Su nombre quería decir "Lo que pertenece al alma de Ra ".
Neferka Tereru
Neferka TERERU está en la
posición número cuarenta y nueve de la lista de Abydos. Su nombre TERERU personal (o posiblemente Tererl), son los cuatro jeroglíficos
que comienzan en la parte inferior y el significado es posiblemente:
"Respetado por". Al
igual que su predecesor, que no ha dejado ninguna permanece en absoluto.
Neferkahor
Este rey gobernó al final de séptima dinastía y él, obviamente, elogió
al antiguo dios halcón Hor. (Horus)
La cartela dice que "el Ka (alma) de
Horus es hermoso" en lugar del dios solar Ra. Desde la dinastía IV
había permanecido que los faraones en los cartuchos se proclamaran con el
título de “Hijo de Ra” con un disco solar. Neferkahor y algunos otros gobernantes de este período rompieron
temporalmente esta tradición.
Dinastía VIII (c. 2170–2150 a. C.)
Esta dinastía suele agruparse con la precedente
en muchos textos actuales.
Soberanos según la Lista Real de Abidos
Nombre
|
Comentarios
|
Reinado
|
Neferkara Pepyseneb
|
c. 2170 a. C.
|
|
Neferkamin
Aanu
|
c. 2170 a. C.
|
|
Kakaura Ibi
|
c. 2165 a. C.
|
|
Neferkaura
|
c. 2165 a. C.
|
|
Neferkauhor
|
c. 2165 a. C.
|
|
Neferirkara
II
|
c. 2160 a. C.
|
La Octava
Dinastía del antiguo Egipto (Dinastía VIII) es una línea de
faraones poco conocida y de corta duración que reina en rápida sucesión a
principios del siglo 22 a.C, probablemente con su sede del poder
en Memphis. La Octava Dinastía dominó en un momento conocido como el
final del Antiguo Reino o el comienzo del Primer Período
Intermedio. El poder de los faraones disminuyó mientras que el de los
gobernadores provinciales, conocidos como nomarcas. Fue muy importante, ya
que para entonces el estado egipcio se había convertido efectivamente en un
sistema feudal. A pesar de las estrechas relaciones entre los reyes
menfitas y los poderosos nomarcas, especialmente en Coptos, la octava dinastía
fue finalmente derrocada por los nomarcas de Heracleópolis Magna, quienes
fundaron la Novena Dinastía. La Octava Dinastía se combina a veces
con la Séptima Dinastía anterior, debido a la falta de evidencia arqueológica
de esta última que puede ser ficticia.
Los
egiptólogos estiman que la Octava Dinastía gobernó Egipto durante
aproximadamente 20-45 años y se han propuesto varias fechas: 2190-2165 a.
C., 2181-2160 a. C., 2191-2145 a. C., 2150- 2118 a.C.
Dos fuentes
históricas que datan del Nuevo Reino enumeran a los reyes
pertenecientes a la Octava Dinastía. El más antiguo de los dos y principal
fuente histórica sobre la Octava dinastía es la lista de reyes de Abidos,
escrita durante el reinado de Seti I. Los reyes enumerados en las
entradas 40 a 56 de la lista del rey Abydos se ubican entre el final de
la Sexta Dinastía del período del Antiguo Reino y el comienzo de
la Undécima Dinastía del Reino Medio. Además, los nombres
de estos reyes son diferentes de los conocidos de la Novena y
la Décima Dinastías, ninguna de las cuales está en la lista de
Abydos. Como consecuencia, las entradas 40 a 56 de la lista se asignan a
las Dinastías Séptima y Octava.
La otra
fuente del Nuevo Reino en la Octava Dinastía es el canon de Turín, escrito
durante el reinado de Ramsés II. El papiro de Turín fue copiado de
una fuente anterior que, como ha demostrado el egiptólogo Kim
Ryholt, estaba en sí misma plagada de lagunas y debió estar en mal
estado. Además, el papiro de Turín está muy dañado y no se puede leer sin
mucha dificultad. En total, hay tres nombres presentes en fragmentos de
papiro que podrían asignarse a los reyes de la Octava Dinastía. Estos son Netjerkare
Siptah, otro nombre difícil de leer y, finalmente, el de Qakare Ibi, el
quincuagésimo tercer rey en la lista del rey Abydos. Parece que hay
espacio para dos o tres más reyes antes del final de la dinastía tal
como están registrados en la lista. Esto indicaría que las partes
faltantes del canon de Turín probablemente contenían a los reyes en los
registros cincuenta y uno a cincuenta y cinco de la Lista del Rey
Abydos. Debido a que el papiro de Turín omite los primeros nueve reyes en
la lista de Abydos, WC Hayes cree que es razonable que los egipcios hayan
dividido las Dinastías VII y VIII en este punto.
Reyes de la VIII Dinastía en la lista del
rey Abydos, desde Netjerkare Siptah hasta Neferkamin.
Reyes de la VIII Dinastía en la lista del
rey Abydos, desde Nikare hasta Neferirkare
Fuente Ptolemaica
El
sacerdote egipcio Manetón escribió una historia de Egipto durante el siglo III
a.C. conocida como la Aegyptiaca. El trabajo de Manetho no ha
sobrevivido hasta nuestros días y solo lo conocemos a través de tres escritores
posteriores que lo citaron. Desafortunadamente, estas tres fuentes son
extremadamente difíciles de manejar. Por ejemplo, a menudo se contradicen,
como es el caso de los dos historiadores antiguos, Sexto Julio Africano y Eusebio
de Cesarea, que citan la sección de la Aegyptiaca con respecto a las
Dinastías Séptima y Octava. Africanus afirma que la Dinastía VII consistió
en 70 reyes que gobernaron durante un período de setenta días en Memphis,
y la dinastía VIII consistió en 27 reyes que reinaron por 146 años. Sin
embargo, Eusebio registra que durante la Dinastía VII cinco reyes gobernaron
durante setenta y cinco días, y la Dinastía VIII incluye a cinco reyes que
gobernaron durante 100 años. Setenta reyes en setenta días generalmente se
considera la versión correcta de Manetón en relación con la Séptima Dinastía,
pero probablemente no sea un relato fáctico de la historia. Más bien, esto
se interpreta en el sentido de que los faraones de este período fueron
extremadamente efímeros, y el uso de setenta puede ser un juego de palabras con
el hecho de que esta fue la Séptima Dinastía de Manetón. Debido a que
Manetón no proporciona datos históricos reales sobre este período y no ha
surgido evidencia arqueológica de la Séptima Dinastía, muchos egiptólogos han
argumentado que esta dinastía es ficticia. Con respecto a la Octava
Dinastía, ahora está ampliamente aceptado que la estimación de Manetho para su
duración es una sobreestimación muy sustancial de la realidad.
Evidencias contemporáneas
La principal
evidencia arqueológica de los reyes de la Octava Dinastía son los decretos
reales descubiertos en Coptos, que nombran a algunos de los últimos faraones de
la dinastía. Otras evidencias tentativas para los primeros reyes de la
dinastía provienen de tumbas en Saqqara, en particular la pirámide de Qakare
Ibi en Saqqara. Más allá, hay inscripciones reales encontradas en
el Wadi Hammamaty en el Alto Egipto, así como las no reales del Alto
Egipto.
La Octava
Dinastía ha sido clasificada tradicionalmente como la primera dinastía del
Primer Período Intermedio debido a la naturaleza efímera de los reinados de sus
reyes, así como a la escasez de evidencias contemporáneas, lo que sugiere un
declive del estado en el caos. La reciente reevaluación de las evidencias
arqueológicas ha mostrado una fuerte continuidad entre las Dinastías Sexta y
Octava, por lo que el egiptólogo Hratch Papazian propuso que la Octava Dinastía
debería ser vista como la última del período del Antiguo Reino.
Dado que
cinco reyes de la Octava Dinastía tenían el nombre del trono de Pepi
II, Neferkare, como parte de sus propios nombres, pueden haber sido
descendientes de la Dinastía VI, que intentaban conservar algún tipo de
poder. Algunos de los actos de los últimos cuatro reyes de la Dinastía
VIII están registrados en sus decretos a Shemay,
un visir durante este período, aunque solo Qakare Ibi puede
conectarse a cualquier construcción monumental. Su pirámide se
ha encontrado en Saqqara cerca de la de Pepi II y, como sus antecesores, tenía
los Textos de las pirámides escritos en las paredes.
Sin
embargo, muchos reyes allí eran, está claro que durante este período de tiempo
se produjo un colapso de la autoridad central de Egipto. Los gobernantes
de estas dinastías se asentaron en Memphis y parecen haber dependido
del poder de los nomarcas de Coptos, a quienes otorgaron títulos y
honores. Esto debe haber sido en vano ya que la Octava Dinastía fue
finalmente derrocada por un grupo rival con sede en Herakleopolis Magna.
Los Decretos de Coptos, promulgados por los gobernantes
Neferkauhor y Neferirkara, concediendo honores y abundantes privilegios a
Shemay y a su hijo Idi, nos informan de la situación de la época; estos
personajes tuvieron los cargos de nomarcas de Coptos, visires y gobernadores del
sur, manejando a su conveniencia a los débiles monarcas de esta dinastía.
El texto de los Lamentos de Ipuur describe una situación
caótica: reyes desacreditados, invasión asiática del Delta, desórdenes
revolucionarios, destrucción de archivos y tumbas reales, ateísmo y divulgación
de secretos religiosos. El hundimiento del Viejo Orden.
Neferkara
Pepyseneb
Tras el hundimiento del Viejo Orden, al final de la Dinastía
VI, los nomarcas del Alto Egipto establecen la hegemonía sobre sus territorios.
La situación en Egipto debía ser caótica y aunque Manetón escribió
que la dinastía VIII consistía en "cinco reyes de Menfis que reinaron
100 años", según Eusebio de Cesarea, los académicos piensan que sólo
duró unos quince años.
El texto denominado Lamentos de Ipuwer
describe una situación caótica: reyes desacreditados, invasión asiática del
Delta, desórdenes revolucionarios, destrucción de archivos y tumbas reales,
ateísmo y divulgación de secretos religiosos.
Este gobernante podría pertenecer a un consejo temporal de
mandatarios, constituido en un periodo de dificultades políticas o económicas.
Su nombre se encuentra en la Lista Real de Abidos y fragmentos del Canon Real de Turín.
Según los
egiptólogos Kim Ryholt, Jürgen von Beckerath y Darrell Baker, él
fue el duodécimo rey de la octava dinastía combinada.
El nombre
Neferkare Pepiseneb aparece en la Lista del Rey Abydos (número 51),
pero no en ningún otro lugar. Sin embargo, Jürgen von Beckerath ha
propuesto que Neferkare Pepiseneb se identifique con un "Neferkare Khered
Seneb" que aparece en el canon de Turín. Como tal, Neferkare
Pepiseneb sería el primer rey de la Octava Dinastía, siguiendo a Ntyiqrt (que
podría ser Neitiqerty Siptah) cuyo nombre aparece en el canon de Turín,
una gran laguna en el documento que afecta a los reyes intermedios de la
dinastía. Ambas fuentes se remontan a mucho después de la octava
dinastía, a la dinastía 19 y más tarde y no hay testimonios contemporáneos de
este período.
El epíteto
que Khered le dio a Neferkare Pepiseneb en el canon de Turín
significa "niño" o "joven". En consecuencia,
"Neferkare Khered Seneb" se traduce de diversas maneras
como Neferkare The Child is Healthy, Neferkare the Younger es
Healthy o Neferkare Junior es Healthy.
Los
egiptólogos han presentado varias hipótesis con respecto a este
epíteto. Hratch Papazian propone que el hecho de que el rey se
llamara Khered en el canon de Turín insinúa su edad juvenil al
ascender al trono. Alternativamente, Darell Baker y Kim
Ryholt proponen que el epíteto "Khered" es el resultado de un
error cometido por el copista que escribió el canon de Turín, confundiendo
"Pepiseneb" con "Khered Seneb", como
las formas hieráticas de "pepi" y "khered" pueden
parecerse si están dañados. Por lo tanto, este error podría deberse a
algún daño que afecte al documento anterior del cual se copió el canon en
el período Ramessida.
Otra
hipótesis que explica "Khered" que Ryholt considera más probable es
que este epíteto es en este contexto sinónimo de "Pepi". De
hecho, el "Pepi" de "Pepiseneb" podría ser Pepi II
Neferkare, el último gran faraón del Reino Antiguo de Egipto y que
puede haber tenido el reinado más largo de cualquier monarca en la
historia con 94 años en el trono (2278 - 2184 a.C). Además, este
faraón, que debe haber sido bien recordado tan cerca de su reinado, accedió al
trono de niño cuando solo tenía alrededor de 6. Ryholt propone que el
"niño" ("Khered") mencionado en el nombre de Neferkare
Pepiseneb En el canon de Turín está Pepi II. Como adicionalmente, el nomen
de Pepi II fue Neferkare, Neferkare Seneb, Pepiseneb todos podrían
referirse a Pepi II y significar "Pepi II es saludable". Esta
hipótesis es posiblemente reivindicada por el determinante divino (signo
de Gardiner G7) adjunto al epíteto "Khered" en el canon de
Turín. Normalmente, esto está reservado para los nombres de reyes y dioses
y podría indicar que el epíteto "Khered" se entendió como que se
refiere a un faraón específico.
Según la
última lectura de Ryholt del canon de Turín, Neferkare Pepiseneb reinó al menos
un año.
Neferkamin Anu
Su nombre
se encuentra en la Lista Real de Abidos y fragmentos del Canon Real de Turín.
Se le atribuye un reinado de 2 años, 1 mes y 1 día.
Según
la Lista del Rey Abydos y la última reconstrucción del canon de
Turín por Kim Ryholt, él fue el decimotercer rey de la Octava
Dinastía. Esta opinión es compartida por los egiptólogos Jürgen von
Beckerath, Thomas Schneider y Darrell Baker. Como un faraón de la Octava
Dinastía, Neferkamin Anu habría reinado en la región de Memphite.
Neferkamin
Anu se menciona en la entrada 52 de la lista de Abydos King, que se compiló en
el período Ramesside temprano. La lista menciona a su predecesor
como Neferkare Pepiseneb y a su sucesor como Qakare
Ibi. El canon de Turín identifica a Nerferkamin Anu con
un Nefer mencionado en la columna 4, línea 10 del documento, que está
de acuerdo con la lista del rey Abydos. Cualquier detalle sobre el
reinado de Neferkamin Anu se pierde en una laguna del canon de Turín.
El nombre
de Neferkamin Anu se transcribe como Neferkamin Anu a pesar de que se
reporta como Sneferka Anu en la lista del Rey Abydos. El motivo
de esta transliteración es que el signo de jeroglífico O34, que lee s,
podría reemplazar al signo R22 para el dios Min y al leer Mn.
Qakare Ibi
Como capital del
poder Qakare Ibi tenía a Memphis y probablemente no poseía el poder sobre todo
Egipto. Qakare Ibi
es uno de los mejores atestiguados faraones de la séptima y octava dinastía
gracias al el descubrimiento de su
pequeña pirámide en el sur de Saqqara.
Kakaura Ibi
se atestigua en la entrada 56 de la Lista Real de Abidos, una lista de
reyes que fue redactado unos 900 años después del primer período intermedio
durante el reinado de Seti I. Según la última
reconstrucción de Kim Ryholt del canon de Turín, otra lista de
reyes compilada en la era de Ramessida, Qakare Ibi también está registrada
en la columna 5, línea 10 (Gardiner 4.11, von
Beckerath 4.10). El canon de Turín indica además que reinó por
"2 años, 1 mes y 1 día". La única otra declaración de Qakare Ibi
es su pirámide en Saqqara del Sur.
Qakare Ibi fue
enterrado en una pequeña pirámide en Saqqara-Sur. Fue descubierta por Karl Richard Lepsius en el
siglo 19, que aparece como el número XL en su pionera lista de pirámides. La
pirámide fue excavada desde 1929 hasta 1931 por Gustave Jéquier.
La pirámide de Ibi es la última que se haya construido en Saqqara, situada
al noreste de la tumba de Shepseskaf y cerca de la calzada de la pirámide de Pepi
II. Es muy similar en el plano, las dimensiones y las decoraciones a las
pirámides de las reinas de Pepi II, el último gran faraón del Imperio Antiguo. En consecuencia, se propuso que la
pirámide era originalmente de Ankhnespepi IV (NH-n = s PPJ, "Pepi
vive para ella") una esposa de Pepi II, y sólo más tarde fue expropiada
por Ibi. Al lado de la pirámide es una pequeña capilla donde el culto funerario
tuvo lugar. No hay rastro de un paso elevado, ni de un templo del valle,
y es probable que nunca hubo ninguno.
La pirámide de Ibi
no está orientada sobre un eje noroeste-sureste. El edificio
habría sido alrededor de 31,5 m de gran tamaño y 21 m de alto con una pendiente
de 53 ° 7 'en el momento de su construcción. La base de la pirámide fue
construida con bloques de piedra caliza de origen local, la mayoría de los
cuales ya se han ido, probablemente reutilizados en construcciones posteriores. Como resultado,
el monumento aparece hoy como un montón de piedras y barro de unos 3 m de alto
en las arenas de Saqqara. En algunos de los bloques, se encontraron inscripciones en
tinta roja mencionan un jefe de los libios, cuyo significado. Curiosamente, parece que a pesar de que
se llevaron las bases de la carcasa exterior de la pirámide, la propia carcasa
nunca fue montada.
En el lado norte del edificio, Jéquier encontró un rastrillo de 1 m) de
largo que conduce con una inclinación de 25 a un corredor de 8 m. Detrás de
este rastrillo estaba la cámara funeraria del rey. Tanto el pasillo y las paredes de la
cámara funeraria se inscribieron con los Textos de las Pirámides. Los textos
parecen haber sido inscritos directamente para Ibi. Jéquier juzga la calidad de las inscripciones
como "muy normales". Por otra
parte, la colocación de las declaraciones parece relativamente indiscriminada.
El techo de la cámara funeraria era plano y decorado con estrellas.Hoy en día un
gran bloque de hormigón protege la cámara.
En el lado oeste
de la cámara funeraria es una puerta falsa y un enorme bloque de granito sobre
la que se colocaba una vez el sarcófago del rey. En el lado
este hay un serdab para la estatua del Ka del difunto.
Junto a la zona
este de la pirámide es una pequeña capilla de adobe que servía de templo para
el culto del rey muerto. La entrada a la capilla se encuentra en su lado norte. Dentro del
templo, inmediatamente contra la pared pirámidal es una sala de ofrendas donde
Jequier encontró un lavabo de piedra, así como una Estela o una puerta falsa de
la que sólo quedan los cimientos. La parte sur de la capilla está ocupada por
habitaciones.
Neferkaure II
De acuerdo
con la Lista del Rey Abydos y la última reconstrucción del canon
de Turín por Kim Ryholt, fue el décimo quinto rey de la Octava
Dinastía. Esta opinión es compartida por los egiptólogos Jürgen von
Beckerath, Thomas Schneider y Darell Baker. Como faraón de la Octava
Dinastía, la sede del poder de Neferkaure fue Memphis y puede que no
haya tenido el poder sobre todo Egipto.
Neferkaura
lleva el nombre de la entrada 54a de la Lista Real de Abidos, una lista de
reyes redactado unos 900 años después del primer período intermedio durante el
reinado de Seti I. El nombre de Neferkaure se pierde en una laguna
del canon de Turín que afecta a la columna 5, línea 11 del documento. Sin
embargo, la duración del reinado de Neferkaure se conserva con "4 años, 2
meses y 0 días".
Neferkaure
también se conoce a partir de una inscripción contemporánea, un decreto
fragmentario inscrito en una losa de piedra caliza conocida como el Decreto
H de Coptos y sobre las ofrendas para el templo de Min en Coptos.
Uno de los dos fragmentos existentes de este decreto fue entregado por Edward
Harkness al Metropolitan Museum of Art, donde ahora se exhibe en la
Galería 103. El decreto está fechado en el cuarto año regnal de
Neferkaure, que Es la fecha certificada más alta de cualquier rey de la Octava
Dinastía. La primera señal del nombre de Horus del rey.Está
claramente presente mientras se debate el segundo signo. Von Beckerath se
compromete solo con el primer signo y lee a Kha, [...] mientras que
Baker y William C. Hayes leen a Khabau. El decreto está
dirigido al entonces gobernador del Alto Egipto, Shemay, y requiere
que se entreguen cantidades regulares de ofrendas a intervalos regulares al
dios Min y luego posiblemente a una estatua del rey.
Neferkauhor Khuiuihepu
Neferkauhor es
mencionado en la Lista de los Reyes de Abydos
con el número 55, Se cree que Neferkauhor pudo haber sido incluido en el
Canon de Turín, a pesar de que su nombre se pierde en una laguna que afecta a
la columna 5, línea 12 del documento. La duración de su reinado se conserva sin
embargo y dado como "2 años, 1 mes y 1 días".
Un total de ocho
decretos diferentes que se encuentran en el templo de Min en Coptos se
atribuyen a Neferkauhor y han sobrevivido hasta nuestros días en estado
fragmentario. Cuatro de estos decretos, inscritos en las losas de piedra
caliza, fueron dados en 1914 por el filántropo Edward Harkness al Museo
Metropolitano de Arte, donde se encuentran ahora en exhibición en la Galería
103.
Siete de los ocho
decretos fueron emitidos en un solo día
del primer año del reinado de Neferkauhor, tal vez en el día de su
ascensión al trono. Curiosamente, el año en cuestión se le da el nombre de
" Año de Uniendo las Dos Tierras". En el primer decreto Neferkauhor otorga títulos a su hija
mayor Nebyet, esposa de un visir llamado Shemay. Él le atribuye un guardaespaldas, el comandante
de los soldados Khrod-ny (también se puede leer Kha'redni), y ordena la
construcción de una barca sagrada para el dios llamado "Two-Powers",
tal vez el dios dntronizado Horus – Min.
El segundo y el mejor conservado de los decretos
se refiere a la designación del hijo de Shemay, Idy, para el cargo de
gobernador del Alto Egipto, gobernando sobre los siete nomes australes de Elefantina
a Diospolis Parva:
“El
Netjerbau Horus. Sellado en
presencia del rey en el mes 2 [de Peret, Día 20]. Real Decreto para el recuento, el más [vidente de
sacerdotes, Idy]: se lo nombra conde, gobernador del Alto Egipto, supervisor de
los sacerdotes en este mismo Alto Egipto, que [está bajo] su supervisión hacia
el sur hasta Nubia, hacia el norte hasta el sistro nome, funcionando como
conteo, supervisor de los sacerdotes, el jefe de los gobernantes de los pueblos
que están bajo su supervisión, en lugar de su padre, el padre del dios, amado
del dios, el príncipe heredero, el alcalde de la [ci pirámide] ty, justive
jefe, visir, guardián de los archivos del rey, [recuento, gobernador del Alto
Egipto, supervisor de los sacerdotes, Shemay. No] uno [tendrá derecho a reclamar rightfull contra ella]”
El tercero y cuarto
decretos se conservan parcialmente en un solo fragmento. Registran Neferkauhor otorgando al hermano de Idy un puesto en el templo de Min y
posiblemente también informa a Idy al
respecto. Esta última registros decreto por las que se encuentran los decretos
en el templo de Min:
“[Mi
majestad ordena que usted fije] [las palabras de este decreto en la puerta]
camino del templo de Min [de Coptos siempre] de los siglos. "Sellado en
presencia del [rey] a sí mismo en el Año de Uniendo las Dos Tierras, Mes 2 de
Peret, Día 20"
Los decretos restantes se refieren a la
designación de los sacerdotes funerarios a las capillas de Nebyet y Shemay así
ordena los inventarios en el templo de Min.
Más allá de sus decretos Neferkauhor también está
atestiguada por una sola inscripción en una pared de la tumba de Shemay fechada
en su primer año de reinado, mes 4 de Shemu, Día 2.
Neferirkara
II
Neferirkara II. Según
los egiptólogos Kim Ryholt, Jürgen von Beckerath y Darrell
Baker, él fue el 17º y último rey de la Octava Dinastía. Muchos eruditos
consideran que Neferirkare fue el último faraón del Reino Antiguo, que
terminó con la VIII Dinastía.
El nombre
de Neferirkara II está claramente atestiguada en la entrada 56 de la Lista
Real de Abidos, una lista de reyes que fue redactado unos 900 años después del
primer período intermedio durante el reinado de Seti I. La última
reconstrucción del canon de Turín, otra lista del rey compilada en
la era de Ramesside, indica que Neferirkare II también está atestiguado
allí en la columna 5, línea 13.
Farouk
Gomaà, William C. Hayes y Baker identifican a Neferirkare II
con el nombre Horus Demedjibtawy (Dmḏ-ib-t3wy, "El que unifica el
corazón de las dos tierras") que aparece en un solo decreto,
el Coptos Decreto R, ahora en el Museo Egipcio, JE 41894. El decreto
se refiere al templo de Min en Coptos, eximiéndolo de cuotas y
deberes. Esta identificación es rechazada por Jürgen von Beckerath.
Otra
identificación propuesta se refiere al prenomen Wadjkare (W3ḏ-k3-Rˁ,
"Florecer es el Ka de Ra"), que también aparece en el Decreto R de
Coptos. Kurt Heinrich Sethe, Gomaà, Hayes y Baker ven a Wadjkare como
algo distinto de Demedjibtawy, pero von Beckerath cree que Wadjkare puede haber
sido el prenomen de Neferkare II y la misma persona que
Demedjibtawy. En el lado opuesto, Gomaà y Hayes equiparan a Wadjkare con
un gobernante oscuro llamado Hor-Khabaw. Alternativamente, Hans
Goedicke propuso que Wadjkare es el antecesor de Demedjibtawy y coloca a
ambos gobernantes cronológicamente en la Novena Dinastía. Thomas
Schneider deja el problema abierto y relaciona a Wadjkare por igual con
Neferkare II o Neferirkare II sin más referencias a Demedjibtawy.
Finalmente,
tanto Demedjibtawy como Wadjkare no se conocen por ninguna otra declaración
contemporánea que no sea el decreto y, a menos que deban identificarse con
Neferirkare II o Neferkare II, también están ausentes de la lista de reyes de
Abydos y del canon de Turín.
En 2014,
Maha Farid Mostafa publicó una inscripción, encontrada en la tumba
de Shemay. La inscripción pertenece más probablemente a Idy, un
hijo de Shemay, aunque el nombre de Idy no se conserva. El texto está
fechado bajo un rey con el nombre Pepy y con un trono llamado Nefer-ka
[destruido] -Ra. Maha Farid Mostafa reconstruyó el nombre del trono a
Neferirkare. Las fechas de inscripción aseguran a la octava
dinastía. Si esta reconstrucción es correcta, Neferirkare es probablemente
idéntico a Demedjibtawy. Idy se menciona en uno de los decretos de
Coptos junto con Demedjibtawy.
El canon de
Turín acredita a Neferirkare II con un año y medio de reinado. Tanto el
canon de Turín como el rey de Abydos registran el registro de Neferirkare II
como el último gobernante de la séptima / octava combinada. Neferirkara
posiblemente fue derribado por el primer rey de la subsiguiente Herakleopolitan novena
dinastía, Meryibre Khety.
Alternativamente,
el estado egipcio puede haberse derrumbado por completo con el inicio de
las inundaciones bajas del Nilo, la hambruna masiva y el caos
que envolvieron a Egipto al comienzo del Primer Período Intermedio.
DINASTIAS IX, X y XI
Tradicionalmente,
los Egiptólogos han diferenciado los grandes períodos de la historia faraónica
en base a la situación política del estado. Los “Imperios”, definidos como
tiempos de unidad política bajo un gobierno centralizado fuerte, se alternaban
con otros “períodos intermedios” que, en contraste, se caracterizaban por la
rivalidad entre gobernantes locales en sus demandas de poder.
En el que
aquí nos atañe, el Primer Período Intermedio, la larga línea de faraones que
habían gobernado el país desde Menfis se interrumpió con los últimos faraones
de la Dinastía VIII. A partir de este momento, el poder lo ostentaron un
rosario de gobernantes de Heracleópolis Magna, originarios de esta localidad
situada hacia el norte del Egipto Medio, cerca de la entrada al Faiyum.
Estos reyes
aparecen en la historia de Manetón como pertenecientes a las Dinastías IX y X,
habiendo sido equivocadamente subdivididas en el curso de su transmisión de la
lista-real original.
El traslado
de la residencia real de Menfis a Heracleópolis, para los egipcios
evidentemente significaba alguna forma de ruptura. Esto lo sugiere el hecho de
que los recopiladores de la Dinastía XIX del Canon de Turín insertasen un gran
total para los comienzos de la historia egipcia tras la lista de gobernantes de
la Dinastía VIII. Además, la lista-de-reyes del templo de Seti I de Abydos no
da nombres reales para el período que va de la Dinastía VIII al inicio del
Imperio Medio.
De hecho,
Heracleópolis nunca llegó a ejercer control sobre el sur del Alto Egipto. Aquí,
en el curso de prolongadas luchas entre magnates locales, una familia de
“nomarcas” tebanos acabó estableciéndose como fuerza visible, asumió para sí
títulos de realeza, y así apareció en los anales de la realeza egipcia como
Dinastía XI.
A partir de
este momento, dos estados competidores inician una confrontación dentro del territorio
egipcio hasta que, finalmente, después de un largo período de guerras
intermitentes, el faraón tebano Nebhepetra Mentuhotep II acabó derrotando a su
homólogo de Heracleópolis, y volvió a unificar el país bajo un único control
tebano, dando así entrada al Imperio Medio.
PROBLEMAS CRONOLÓGICOS
De la
segunda parte del Primer Período Intermedio la fase de competición directa
entre Tebas y Heracleópolis, que duró entre unos 90 y 110 años se está relativamente bien informado.
Pero, de la
primera la fase anterior al advenimiento
de la Dinastía XI durante la que Heracleópolis gobernó hay más sombras que
luces. Existe una escasez de información de inmediato valor cronológico,
resultado de la pérdida de la mayoría de los nombres vinculados a Heracleópolis,
y de cualquier información relativa a la duración de los reinados de sus
dignatarios en el Canon de Turín, así como por el insatisfactorio estado en que
se encuentra la investigación arqueológica en el Egipto Medio y en el Delta,
centro neurálgico del reino de Heracleópolis.
Precisamente
por esa falta de datos relacionados con personajes significativos de
Heracleópolis, hubo un momento en el que incluso se llegó a pensar que no había
existido período alguno durante el que gobernantes de Heracleópolis hubiesen
sido los únicos dirigentes al menos
nominalmente y que habrían sido
coetáneos con la Dinastía XI.
De
cualquier forma, esto es imposible ya que se conoce la existencia de destacados
individuos así como de acontecimientos políticos importantes que sólo pueden
situarse entre las Dinastía VIII y la XI.
La
existencia de estudios detallados sobre la sucesión de los titulares de cargos
administrativos y sacerdotales en varias ciudades del Alto Egipto, así como de
estudios sobre la evolución del material arqueológico, parecen sugerir de forma
contundente que ese intervalo entre la Dinastía VIII y la XI cubrió un período
de tiempo considerable, que probablemente abarcaría de tres a cuatro
generaciones.
Por otra
parte, la cifra que Manetón aporta como duración de su Dinastía X puede
considerarse como respaldo a la estimación hecha de casi dos siglos de duración
total del Primer Período Intermedio; valoración que estaría en perfecta
sintonía con la evidencia prosopográfica y arqueológica de que se dispone.
NATURALEZA DEL PRIMER PERÍODO INTERMEDIO
No
obstante, el Primer Período Intermedio no fue sólo una época de desorden en lo
que a la sucesión a la Corona de Egipto se refiere; también supuso un período
de crisis, y a la vez de desarrollo, que afectó profundamente a la sociedad y a
la cultura egipcia.
Y esto se
va a poder apreciar inmediatamente que entremos en contacto con las evidencias
que se desprenden de los monumentos, ya que los complejos funerarios de
faraones y altos dignatarios del Imperio Antiguo, en los cementerios de la
capital, Menfis, juegaron un papel destacado que nos va a permitir visualizar y
dar forma a lo que era el estado egipcio. Esta serie de espectaculares
edificios se interrumpe después del reinado de Pepy II, y no reaparece hasta la
construcción del templo funerario de Mentuhotep II, en Deir el-Bahri, en la
Tebas occidental.
Para poder
conjugar estos hechos, el límite cronológico superior del Primer Período
Intermedio a veces se sube, para que pueda acoger a las tres décadas durante las
que los últimos faraones de la línea menfita, después del reinado del faraón
Pepy II, todavía mantenían el poder.
El que se
haya usado, pues, cierta licencia en la elaboración del esquema cronológico a
efectos de poder dividir la Historia Egipcia en dinastías, no está totalmente
injustificado. De hecho, el monumento funerario a gran escala puede entenderse
como una clara evidencia, no sólo de la naturaleza de las instituciones
estatales básicas, sino también de que aún funcionaban.
El
impresionante vacío detectado en el registro monumental del Primer Período
Intermedio sugiere que el sistema social se había fragmentado; tanto en su
organización política como en sus patrones culturales.
También
parece evidente que los datos epigráficos y arqueológicos del Primer Período
Intermedio apuntan a la existencia de una floreciente cultura en las capas
sociales más bajas, a la vez que un vigoroso desarrollo social en las capitales
de provincia del Alto Egipto.
Se diría
que, más bien que un colapso total de la sociedad y de la cultura egipcia, el
Primer Período Intermedio se caracterizó por un desplazamiento importante, si
bien temporal, de sus centros de actividad y de dinamismo.
Para poder
entender tanto la crisis del estado faraónico como los procesos que eventualmente
culminarían en el restablecimiento de una organización política unificada sobre
una base nueva, es crucial investigar las formas en las que las instituciones
políticas estaban arraigadas en la sociedad.
Una gran
parte de la historia egipcia tiende a concentrarse en la residencia real, en
los faraones y en la “cultura cortesana”, pero para escribir la historia del
Primer Período Intermedio es necesario concentrarse en las ciudades de
provincia y en el propio pueblo, pues son ellos quienes constituyen los
elementos más básicos de cualquier sociedad.
LA CAPITAL Y LAS PROVINCIAS
El estado
egipcio originalmente emerge como un sistema centralizado. Desde sus primeros
tiempos, sus dos instituciones claves el Faraón y su Corte estaban sólidamente
instaladas en la capital. La élite social se concentraba también allí, junto a
la pericia administrativa y el control de las tradiciones de la alta cultura.
Además, las instalaciones de la religión estatal y el culto al faraón y a sus
divinos antepasados se encontraban ubicadas en las inmediaciones de la capital.
La
administración del país estaba en manos de los emisarios reales quienes habrían
sido puestos a cargo de amplias zonas del Valle del Nilo. Aunque estos
administradores trataban directamente con las provincias, aún mantenían sus
lazos de adhesión con la residencia real y seguían considerándose parte de esa
sociedad de élite de la capital.
Hasta bien
entrada la Dinastía V, nada de lo que da fe de la grandeza del Imperio Antiguo
podía verse fuera de la región menfita. Tal era el abismo de desigualdad social
y cultural que separaba al país de sus gobernantes.
Pero, un
profundo cambio empezó a aparecer en la Dinastía V que para finales de la VI ya
se vio totalmente instalado. A partir de este período, se nombraron administradores
provinciales para cada “nome” con residencia permanente en sus respectivos distritos. Como
ocurrió en otras ramas de la administración, los miembros de una única familia
se sucedían en el cargo.
Aunque esta
maniobra política probablemente pretendía reforzar la eficiencia de la
administración provincial, sus consecuencias iban a ser imprevisibles y de
mucho mayor alcance.
Para
empezar, significó un cambio en los patrones socioeconómicos que yacían en el
propio corazón del sistema. En un principio, los recursos económicos se
concentraban en la residencia real, y los redistribuía a sus beneficiarios la
propia administración central.
Ahora, en
cambio, los nobles que residían en provincia, tenían acceso directo a los
productos del país. La discrepancia entre el centro y las provincias empezó a
actuar como factor diferenciador dentro del propio y antes homogéneo grupo de
funcionarios de élite.
La
aristocracia de provincias estaba ansiosa por asegurarse que su estilo de vida
se mantendría a la par con el de la corte real. Esto es evidente en la
decoración de las tumbas monumentales que comenzaron a aparecer en los
cementerios de los centros regionales por todo el país.
Patrones
iconográficos, modelos textuales y el conocimiento religioso y ritual fluían de
la fuente de la cultura cortesana a la periferia. Y además, el propio faraón
proporcionaba artesanos especializados, ritualistas adiestrados en la propia
residencia real así como productos costosos para conservar y reforzar los lazos
de fidelidad entre los aristócratas de provincia y la Corte.
Estas
tumbas, sin embargo, sólo representan la punta del iceberg; de hecho, eran
muchos los grupos de élite de provincias que actuaban como centros
independientes dentro de la organización política, manteniendo a profesionales
especializados y reservando parte de la creciente producción local para sus
provincias en vez de explotarla para la corte real, lo que supuso un cambio en
los patrones socioeconómicos de las provincias. El Egipto rural llegó a ser
económicamente más rico y culturalmente más complejo.
EL ENTORNO PROVINCIAL
La
transformación de la cultura y la economía de las provincias acabaron afectando
a toda la sociedad egipcia. Este proceso se puede seguir por los profundos
cambios que aparecen en el registro arqueológico, ya arraigados en la Dinastía
VI, que alcanzaron su punto álgido en la primera mitad del Primer Período
Intermedio.
Así que de
nuevo tenemos que recurrir a los cementerios en busca de documentación válida;
en parte, por la ausencia de asentamientos excavados de esta época, pero
principalmente por los inherentes datos que aportan los restos de la cultura
funeraria.
Si
comparamos la situación de principios del Imperio Antiguo con la de finales, y
con la del Primer Período Intermedio, lo inmediatamente obvio es la
proliferación de cementerios. Del último período se conocen muchos más, y
cuando se explora una región determinada, sistemáticamente nos encontramos con
un claro incremento del número de enterramientos.
Para
explicar este fenómeno hay que considerar varios factores: Primero, el aumento
de tumbas claramente evidencia un crecimiento demográfico durante el Imperio
Antiguo y, es muy probable, que los factores más influyentes del cambio
estuviesen ya arraigados en los propios entornos locales, donde el aumento de
población vino acompañado, propiciado y estimulado por un mejor y más eficaz
aprovechamiento de los recursos agrarios.
Segundo,
durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio, las tumbas
corrientes aumentaron de tamaño y los enterramientos ofrecían mejores ajuares
funerarios. Estas tumbas no sólo han sido más fáciles de identificar y de datar
por su mayor tamaño y contenido más variado, sino porque atraían a más
excavadores. De hecho, los cementerios provinciales de la primera mitad del
Imperio Antiguo han sido bien conocidos entre los primeros arqueólogos porque
no llegaban a cubrir ni los gastos de la mano de obra de la excavación.
Al igual
que la aparición de tumbas monumentales decoradas en el Alto Egipto, el aumento
del número de sepulturas en los cementerios provinciales refleja, por lo tanto,
en cierta medida, un cambio en el patrón social de consumo. Este fenómeno
resulta particularmente obvio en los registros funerarios, pero no estuvo
restringido sólo a esta esfera. De hecho, los objetos más valiosos que más
abundaban en los enterramientos de principios del Primer Período Intermedio
vasijas de piedra para cosméticos, ornamentos y amuletos de gemas, e incluso de
oro eran objetos normales de la vida
cotidiana, más que hechos especialmente para su uso funerario.
Parece
claro, pues, que las provincias disfrutaron de condiciones económicas
favorables durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio.
La
distribución de los cementerios también puede proporcionar alguna indicación
sobre patrones de asentamiento. El paisaje aparecía punteado de aldeas,
mientras que los emplazamientos de las capitales de los “nomes” sólo aparecen
marcados no ya por grupos de tumbas rupestres, o tumbas-mastabas
monumentales propiedad de la aristocracia provincial, sino también por
cementerios muy amplios de ciudadanos normales.
Las tumbas
de la población urbana no difieren, en principio, de las de los pueblos. Aún
así, con frecuencia son mayores en tamaño y están mejores equipadas. Así que,
una estructura urbana dominaba el patrón de asentamiento provincial, no sólo
política y socialmente sino también demográfica y económicamente.
CAMBIOS EN LOS ESTILOS Y FORMAS COMO SIGNOS DE DESARROLLO CULTURAL Y SOCIAL
El período
que siguió al fin del Imperio Antiguo vino acompañado de cambios fundamentales
en la cultura del material. De hecho, durante el Primer Período Intermedio,
casi todos los objetos adquirieron una apariencia diferente. Vamos a dar un
breve repaso a los aspectos más significativos de este proceso.
Desde un
punto de vista puramente arqueológico, la cerámica se destaca como el tipo de
material más importante. Desde el Período Dinástico Temprano, y durante todo el
Imperio Antiguo, el repertorio de recipientes estuvo dominado morfológicamente
por las formas ovales; el punto de máxima apertura siempre estaba ligeramente
por encima de la mitad de la vasija.
Durante el
Primer Período Intermedio, este estilo rápidamente se abandonó. Ahora, se
hacían con forma de bolsa e incluso de gota descolgada. No es difícil
identificar la fuerza impulsora detrás de este proceso. Parece claro que la
idea era adaptar la forma de la vasija para aprovechar mejor las prestaciones
que ofrecía el torno. En el caso de recipientes ovoides, una parte considerable
de la superficie exterior había que decaparse después del torneado. En el caso
de las vasijas en forma de bolsa, la cantidad de trabajo que se necesitaba
podía reducirse considerablemente.
Es curioso,
sin embargo, que este proceso tardase unos 200 años después de la primera
introducción del torno en los talleres egipcios durante la Dinastía V.
Aparentemente, no sería hasta el inicio del Primer Período Intermedio que la
gente estaría preparada para prescindir de los modelos tradicionales y dar paso
a modos más eficaces de producción.
Más aún,
toda una gama de tipos de objetos nuevos se hicieron populares en los
enterramientos provinciales durante el Primer Período Intermedio. Durante el
Imperio Antiguo, los ajuares de los enterramientos más pobres se escogían de
entre los objetos usados en la vida cotidiana, pero en el Primer Período
Intermedio, empezaron ya a fabricarse exclusivamente para uso funerario.
Figurillas
de madera de portadores de ofrendas, burdamente talladas, barcos, incluso escenas
completas de talleres, son buen ejemplo de esta tendencia. Otro ejemplo es la
aparición y uso de máscaras coloreadas hechas de yeso y lino (cartonnage)
que cubrían las cabezas de las momias. Incluso era cada vez más frecuente la
utilización de estelas de losas de piedra como medio de marcar el lugar
dedicado a las ofrendas dentro de la superestructura de las pequeñas tumbas-mastabas,
o en las capillas de las tumbas cavadas en roca.
La
aparición de estos objetos indica que tanto la demanda como los medios
disponibles en las ciudades de provincia, eran suficientes para sustentar una
zona de artesanía especializada en productos “no funcionales”. Pero, por otra
parte, aún más importante es el hecho de que los prototipos de esta clase de
objetos tenían su origen en la cultura de élite del Imperio Antiguo.
El modelo
de figuras funerarias del personal empeñado en las tareas fundamentales, puede
remontarse de forma directa al repertorio de escenas de la vida cotidiana
representadas en la decoración de la tumba-mastaba del Imperio Antiguo. Parece que para el
Primer Período Intermedio, aquellos factores que antes inhibían la comunicación
cultural entre diferentes capas sociales, cesaron de operar.
El paso de
las tradiciones de la cultura de élite a un círculo más amplio de usuarios se
hizo mano a mano con una marcada pérdida de calidad. No era infrecuente, que
incluso patrones iconográficos fuesen erróneamente interpretados, y formularios
claramente tergiversados. Mientras el arte provincial del Primer Período Intermedio
exhibe un asombroso grado de originalidad y creatividad - como veremos más
adelante en este capítulo - no se puede negar la fealdad de algunas piezas y la
forma tan incompetente de fabricación.
Este punto
en particular ha llamado la atención de historiadores que lo han tomado como
una señal de declive cultural durante este Primer Período Intermedio. No
obstante, por muy obvia que esta última interpretación parezca, suponer que
este fue un período de decadencia cultural implicaría desestimar dos procesos
importantes: Primero, la evidente asimilación en este período de los modelos
culturales del Imperio Antiguo a nivel nacional; y segundo, la también evidente
aparición del consumo masivo.
IDEAS RELIGIOSAS
Algunos de
los cambios en la cultura del material son indicativos de una evolución de las
creencias religiosas y de las prácticas rituales, como es el caso de la
adopción y uso de máscaras en las momias. Pero, el cuerpo de evidencia más
importante para los tipos de creencias en la sociedad de provincias durante el
Primer Período Intermedio lo constituye el amplio corpus de los Textos de los
Sarcófagos, conjunto de ensalmos mágicos y litúrgicos, generalmente en forma de
inscripciones, que aparecen en los laterales de los sarcófagos de madera.
Si bien es
obvio que el grueso de evidencia de estos textos data del Imperio Medio, en
ocasiones dejan ver que ya habían aparecido durante el Primer Período
Intermedio. El origen preciso de los Textos de los Sarcófagos es aún motivo de
continuo debate; tanto en cuanto a su fecha como a su origen geográfico. Es
evidente que el propio corpus de los Textos de las Pirámides del Imperio
Antiguo, que a veces han aparecido inscritos en los sarcófagos junto a los
Textos de los Sarcófagos, proporcionó modelos importantes, pero estos últimos,
de por sí, incluían material crucial y nuevo, junto a conceptos frescos.
Sólo unos
cuantos ejemplos pertenecientes a este Primer Período Intermedio han
sobrevivido, y la propiedad de los sarcófagos con textos inscritos siempre ha
estado restringida al nivel más alto de la sociedad de provincias. A veces, no
obstante, parece posible conectar ideas que aparecen explícitamente en los
Textos de los Sarcófagos con ciertos aspectos del registro arqueológico. Sólo
es entonces, cuando la enorme antigüedad y popularidad de algunos de estos
conceptos se hacen evidentes.
Esta
observación brinda apoyo a la noción de que fue el propio entorno provincial
del Primer Período Intermedio que jugó un rol significativo en los orígenes de
los Textos de los Sarcófagos y contribuyó de forma específica a su contenido
conceptual.
Una serie
de ensalmos de los Textos de los Sarcófagos estaba diseñado para “reunir a la familia
del finado en el Reino de los Muertos”. El abanico de personas
afectadas es extenso, ya que los textos mencionan no sólo a familiares sino
también a sirvientes, seguidores y amigos.
El mismo
deseo se deja notar en la evolución de los tipos de tumbas, ya a principios de
la Dinastía VI. Las tumbas egipcias se construían originalmente para acoger a
una sepultura, pero para finales del Imperio Antiguo se construían ya amplias
tumbas-mastabas
de cámaras múltiples que proporcionaban espacio para toda una familia, e
incluso para familias “ampliadas”, en el sentido que acabamos de ver.
La propia
arquitectura de las tumbas proporciona evidencia de un ranking dentro de estos
grupos, al ser algunos pozos más profundos y cámaras más amplias, en unos que
en otros, ofreciendo así la posibilidad de enterramientos más suntuosos. De
hecho, siempre que los enterramientos estén en buen estado, ambos aspectos de
esta nueva situación el tamaño de los grupos familiares involucrados y la
desigualdad entre personas dentro de estos grupos llaman particularmente la
atención, pues las cámaras solían utilizarse para múltiples y sucesivos
enterramientos de forma regular.
Las
costumbres funerarias del Primer Período Intermedio ponen de relieve la
importancia crucial de las relaciones interpersonales que existían a un nivel
primario de la organización social. Este aspecto del pensamiento religioso
refleja el papel desempeñado por las "familias ampliadas" como
unidades básicas de la organización social.
Los
ensalmos funerarios en cuestión enfatizan la autoridad ejercida por el cabeza
de familia sobre sus miembros, pero también recalcan el hecho de que él estaba
capacitado para protegerlos de las demandas externas.
Es así,
pues, que la familia, como unidad de solidaridad y responsabilidad colectivas,
actuaba como una interface entre los niveles más altos de la organización
social y política. Gracias a este rol, la “familia ampliada” aparece como una
institución reorganizada en los textos jurídicos de las Dinastía VI a la
Dinastía VIII.
El Primer
periodo intermedio entre el 2160 al 2055 a.C. abarca las dinastías de la IX a
la XI. Según los hallazgos realizados en cementerios del Alto Egipto en esa
época, se puede deducir que la incapacidad por parte de la corte para controlar
los recursos del país, dio lugar a un aumento en el poder de los gobernantes
provinciales, mientras que la monarquía quedaba como un símbolo desprovisto de
poder real.
Menos datos
tenemos de lo que ocurrió en el norte del país, en el que aparte de testimonios
de invasiones de origen asiático en el delta, solo poseemos la descripción
literaria de la época en las “Instrucciones
de Merikare”. Además parece que en los inicios de este periodo,
coexistieron alteraciones climáticas, que influyeron en los desbordamientos del
Nilo, con situaciones de hambre en la población.
A partir de
las listas reales de Abidos y de Turín, sabemos que existieron 18 faraones en
20 años, lo que indican una gran inestabilidad, fruto de ello es la ausencia de
grandes pirámides. Tras los efímeros reinados de Merenra-Antyemsaf II, y
de Neitikerty probablemente su
esposa, el estado menfita se hunde irremisiblemente durante el transcurso de
las Dinastías VII y VIII, que son sumamente controvertidas en lo que se refiere
a su cronología e incluso a su existencia real en el caso de la Dinastía VII.
Maneton nombra a Actoes como
fundador la Dinastía IX (2222−2130). Que probablemente se corresponde con el Meryibre-Jety histórico, fue el nomarca
de Heracleópolis alrededor del cual se unieron inicialmente los nomos del
Egipto medio-bajo. Depuso a la monarquía menfita, aunque no parece que este
hecho se produjera de un modo violento.
Descrito como un cruel tirano, intentó liberar el delta de los invasores
asiáticos sin conseguirlo. Heracleópolis
fue la nueva capital. Existen sobre todo lagunas más que hechos históricos de
este periodo. Probablemente Actoes a pesar de proclamarse rey del Alto y Bajo
Egipto solo domino parte de este último con alianzas realizadas con los
nomarcas que reconocían su autoridad. Por ejemplo, en Moalla, Ankhtifi, el nomarca de Hierakómpolis,
hijo de Hetep y con título de
“nomarca” y “gran sacerdote”, dejó en su tumba una autobiografía en la que nos
hace saber su fidelidad al rey de Heracleópolis y su intervención en la lucha
contra la ciudad de Armant, en el nomo de Tebas, y contra sus aliados del nomo
de Coptos, aunque no nos cuenta el desenlace.
El Moalla
El
cementerio de la provincia de el-Moalla se encuentra en el acantilado desierto
del Banco del río Nilo para Oriente Medio, a unos 32 kilometros al sur de
Luxor. El sitio parece desolado y azotado por el viento, pero hay dos tumbas
importantes entre las que pertenencian a muchos gobernadores provinciales y
funcionarios del Imperio Antiguo de Primer Período Intermedio.
Una pequeña
tumba, en primer lugar ubicado por los arqueólogos franceses en la década de
1920, es conocida por ser la tumba del gobernador provincial y jefe militar
Ankhtifi, que ocupó el poder en la región durante la dinastía IX. As 'Gran
Overlord de los nomos de Edfu y Hieracómpolis "," Supervisor de
Sacerdotes, Ankhtifi era el gobernador, o' nomarca "de varios distritos
entre Edfu y Armant. Su tumba decorada muestra muchas escenas pintadas
interesantes e importantes que nos dan vislumbres de los hechos complicados
políticos en el oscuro primer período intermedio.
Una sola
capilla excavada en la roca tumba es todo lo que queda hoy del monumento de
Ankhtifi. La entrada conduce a una sala rectangular que una vez contuvo muchas
columnas, aunque la mayoría de ellas están desaparecidas.
Las paredes
enlucidas irregulares no están bien conservadas, pero el resto de la decoración
pintada es muy bonita y mucho más flexible que el estilo más formal del Reino
Antiguo. En el interior de la puerta, una escena de pesca y caza de aves en la
pared de la derecha es especialmente interesante por sus variedades de peces,
que el fallecido está alanceando y enrollando, mientras que su esposa agarra un
pájaro por el pico. Ankhtifi también supervisa los carniceros mientras que su
flota de buques le espera más allá. Los colores también son interesantes e
inusuales, con mucho uso de una pintura de color verde claro y patrones de
colores que se alternan. La ausencia de la espesura del papiro es otra
desviación de las convenciones del arte del Imperio Antiguo.
La pared opuesta (hacia el este) muestra las filas de cabezas de ganado y otros animales en las escenas agrícolas. Tengamos en cuenta el pelo trenzado en algunas de las vacas y los burros que transportan el grano.
La pared
opuesta a la entrada una vez probablemente contenía una puerta falsa, y
Ankhtifi y su esposa se ven sentado en una mesa con restos mal conservados de
escenas de banquetes más allá. Al final de esta pared se representan hombres
van a cazar con arcos y flechas y sus perros de caza. El eje del entierro está
en el centro de la tumba delante de la puerta falsa.
Las
columnas que quedan también están decoradas, ilustran, incluyendo la
carpintería, las actividades agrícolas, preparación de alimentos y elaboración
de la cerveza. Dos pilares cuadrados se puede ver justo en la entrada y
Ankhtifi se muestra en la columna de la derecha frente a la tumba, con tres de
sus perros a su lado. Dos columnas en la mitad sur de las imágenes muestran la
tumba de la siembra y la labranza y un coro de mujeres tomados de la mano.
El texto
biográfico es considerado como el más importante en la inscripción de la tumba,
y describe una hambruna durante el tiempo de Ankhtifi en que el difunto
proclama su propia gloria al salvar a su pueblo de '. . . muriendo en el banco
de arena de Apothis'. El texto menciona las ciudades de Hefat y Hor-mer, cuya
ubicación no es ahora conocido. Ankhtifi habla de alimentar y vestir a la
población de los distritos adyacentes, y de los estados. . . Yo era como un refugio
de montaña. . . todo el país se ha convertido como langostas que van en busca
de comida, pero nunca permito que nadie en la necesidad de pasar de este nome a
otro. Yo soy el héroe sin igual". Modest cap! El hambre parece haber
perseguido a los egipcios periódicamente y hay muchos relieves en los
monumentos por todo el país, que muestran escenas de hambre y penurias. Los
arqueólogos sugieren que la confusión y la incertidumbre que rodea el final del
Imperio Antiguo fue en gran parte debido a una prolongada sequía cuando las
inundaciones del Nilo eran bajas y los campos no producen suficiente comida.
Los
arqueólogos británicos Mark Collier y Manley Bill han regresado hace poco de un
viaje exploratorio a el-Moalla, para estudiar las inscripciones en la tumba de
Ankhtifi. La capilla tumba se encuentra en un patio ceremonial y tiene una
calzada, que se podía ver desde arriba de la la montaña, con una enorme
necrópolis que se extiende por unos 5 km. El entierro ahora parece ser un
independiente en forma de pirámide montaña, rodeada por cientos de otras
tumbas.
También sabemos que el nomo de Asiut era aliado de Heracleópolis, hasta el
punto de que sus nomarcas llevaban los mismos nombres que los faraones
heracleopolitanos y alguno de sus príncipes fue educado en la corte; su
fidelidad le permitió mantener la
independencia del poder de Heracleópolis. Mientras tanto en el Sur del
país existían nomos independientes que establecieron alianzas entre sí para
frenar el creciente poder del gobierno de Heracleópolis.
Algunos adquirieron una gran importancia como el de Coptos. Otros nomos
permanecieron neutrales cuando se produjo el enfrentamiento entre Tebas y
Heracleópolis, en algún caso ininterrumpidamente hasta bien entrada la XII
dinastía.
COMPETENCIA Y CONFLICTOS ARMADOS
Durante el
Imperio Antiguo, los administradores locales se veían obligados a organizar el
servicio militar del pueblo bajo su jurisdicción, y a liderar las tropas en las
misiones tanto agresivas como pacíficas
en las regiones contiguas al Valle del Nilo.
Ya en la
Dinastía VI, se reclutaban en el ejército egipcio mercenarios extranjeros, en
su mayoría nubios. Durante el Primer Período Intermedio, el uso de tropas
locales y la experiencia de los gobernadores locales aparecen como fuerzas
decisivas en su lucha por el poder. Es así que Ankhtifi declara:
“Yo, que
encontré una solución, cuando no existía, gracias a mis sólidos planes; que
habló con palabras de mando y mente clara cuando los nomes se aliaron para
hacer la guerra. Yo, soy el héroe sin par; el que habló libremente mientras el
pueblo guardaba silencio el día en que el miedo se extendió y el Alto Egipto no
se atrevió a pronunciar palabra…. Mientras este ejército de Hefat esté en
calma, todo el territorio lo estará; pero si alguien pisa su cola de cocodrilo,
entonces el norte y el sur de todo el territorio temblará de pánico….Yo, navego
rio abajo con mis fieles tropas y echo amarras en la orilla oeste del nome
tebano…. y mis fieles tropas buscan batalla por todo el nome tebano, pero nadie
se atreve a salir por miedo a ellas. Entonces, Yo, navego de nuevo rio abajo, y
echo amarras en la orilla este del nome tebano….y sus murallas (probablemente
las del enemigo de Ankhtifi) acaban siendo asediadas al encontrar sus puertas
cerradas por miedo a mis poderosas y fieles tropas que, sin descanso, buscan
batalla por todo el oeste y el este del nome tebano, sin que nadie se atreva,
por miedo, a hacerles frente”.
En realidad, no era nada nuevo que algún funcionario reclamase para sí autoridad para más de un nome. Hacia finales de la Dinastía V, por ejemplo, ya los faraones habían creado el puesto de “Supervisor del Alto Egipto” con la misión de supervisar a los administradores de los nomes individuales del Alto Egipto. Durante el Primer Período Intermedio, hay también pruebas documentadas de funcionarios que eran responsables de un territorio mayor, como es el caso de Abihu, que gobernó los nomes de Abydos, Diospolis Parva, y Dendera durante principios del período de Heracleópolis. Por lo que no hay nada de inusual en el doble “nomarcado” de Ankhtifi, o incluso en sus pretensiones de supremacía militar tan lejos al sur como Elefantina.
La
narración de las guerras de Ankhtifi, por otra parte, deja claro que, por
entonces, al faraón no se le nombraba, ni siquiera nominalmente, como autoridad
capaz de controlar la distribución de poder entre los gobernantes locales. Es
importante entender que dicha situación implica un cambio radical de
mentalidad. En el cercano sistema político del Antiguo Imperio, el faraón había
sido la única fuente legal de autoridad. Todas las acciones de los funcionarios
dependían de su mando, y era él quien juzgaba y premiaba sus méritos.
Cuando el
poder de la realeza se desvaneció, salió a la luz una situación más abierta.
Ahora, los dirigentes locales podían ya actuar según sus propios criterios;
tenían que depender de sus propias bases de poder; tenían que defender sus
posiciones en competencia con otros; pero también tomaron nueva conciencia de
sus propios logros, característica prominente de las inscripciones de Ankhtifi.
DIOSES, POLÍTICAS, Y RETÓRICA DEL PODER
En las
inscripciones de las paredes de la tumba de Ankhtifi, al faraón se le nombra
sólo una vez en una pequeña etiqueta adosada a uno de los murales: “Permita
Horus conceder a su Hijo Neferkara un buen caudal del Nilo”. Es muy
significativo que en este caso se apela al faraón en su sagrado rol de mediador
entre la sociedad humana y las fuerzas de la Naturaleza. Su rol político, sin
embargo, ha sido asumido por otras autoridades:
“El dios
Horus me eligió a mí para el nome de Edfu, para restablecer la prosperidad y la
salud. Yo encontré el dominio de su administrador, Khuu, en un estado como el
de un territorio pantanoso abandonado por su guardián, en unas condiciones de
contienda civil, bajo el control de un desgraciado. Yo hice incluso que un
hombre abrazase a los que habían matado a su padre o hermano con el fin de
reestablecer el orden en Edfu”.
En los
textos de Ankhtifi, no es el faraón sino Horus, el dios de Edfu quien aparece
como la autoridad suprema guiando la acción política. Este concepto no es único
en las inscripciones del Primer Período Intermedio. Incluso la reunificación de
Egipto bajo el faraón Mentuhotep II (2.055-2.004 a.C.) se describió en términos
similares como resultado de la intervención de Montu, el gran dios del nome
tebano: “Y fue un buen comienzo cuando Montu dio ambas tierras al Faraón
Nebhepetra (Mentuhotep II)". Según consta en una estela de Abydos, de
un Supervisor del Tesoro, Meru, en tiempos de Mentuhotep II.
La
ideología descansaba en cimientos sólidos, dado que los dirigentes locales
actuaban como “supervisores de sacerdotes”, lo que les aseguraba un rol
privilegiado en el culto a los dioses. Al propio Ankhtifi se le representa, en
una escena en su tumba, supervisando uno de los grandes festivales de su dios
local, Hemen, y la mención más antigua del templo de Amun en Karnak proviene de
una estela de un supervisor de sacerdotes tebano que reivindica haber sido
responsable de su cuidado durante los años de hambruna.
Desde
tiempos remotos, los templos provinciales eran centros administrativos y a la
vez focos de lealtad popular local y parece probable que los sacerdocios
ligados a estos templos formasen el grupo central de una élite provincial
anterior. En cierto modo, los cultos provinciales pueden ser considerados como
representaciones simbólicas de una identidad colectiva.
Por lo
tanto, durante el Primer Período Intermedio, el dios y la ciudad con frecuencia
aparecen de forma paralela en frases relativas al enclavamiento social. La gente
dice: “Yo fui de los amados por su ciudad y enaltecidos por su dios”, y
las maldiciones dirigidas a sus agresores, amenazan con que: “su dios local
le despreciará y sus conciudadanos (a veces “su grupo familiar”) le
despreciarán”. Así es que con la integración de su autoridad personal con
la que ya ejercían en los cultos locales, los magnates provinciales conseguían
vincular su poder con uno de los cimientos morales de la sociedad local.
El
fascinante tema de la inscripción de Ankhtifi no debería, por otra parte,
eclipsar sus méritos literarios. Se trata de una composición de una brillantez
inusual, con abundancia de originales e impresionantes expresiones. Cualidades
similares se pueden encontrar en las pinturas que decoran su tumba y,
ciertamente, en general en el arte del Alto Egipto durante todo el Primer
Período Intermedio.
Por
entonces, los pintores del Alto Egipto ya no se ajustaban a los modelos
impuestos por la Corte del Antiguo Imperio. Su estilo es angular, incluso a
veces extraño, y descaradamente expresivo. Habiéndose liberado ellos mismos de
modelos desfasados, crearon una serie completa de escenas nuevas: Filas de
soldados y cazadores, mercenarios enfrascados en la batalla, y festivales
religiosos.
Además,
introdujeron nuevas imágenes de labores cotidianas, tales como hilar y tejer, y
actualizaron escenas muy antiguas para que conjugasen con los más recientes
desarrollos culturales y tecnológicos. Lejos de representar un período de
decadencia cultural, estos turbulentos años fueron testigos de un brote de
creatividad excepcional, adaptando y desarrollando los medios de expresión
literarios y pictóricos para su correspondencia con la nueva serie de
experiencias sociales.
El proceso
de cambio también indica que la élite del Primer Período Intermedio sintió la
necesidad de hacer saber los nuevos desarrollos sociales; cuando el gobierno no
pudo por más tiempo confiar en la simple imposición del poder, sus fundamentos
tendrían que hacerse explícitos. Así que, el texto de Ankhtifi puede leerse como
un discurso relativo a la necesidad de gobierno y los beneficios de una
autoridad fuerte. También es notable lo cercanamente que estas ideas – a las
que de forma tan persuasiva Ankhtifi apela – coinciden con los sistemas de
organización social local y las tradiciones provinciales.
Las Confederaciones de Heracleópolis y Tebas.
La
importancia que ahora toman las ciudades de Heracleópolis y Tebas se explica
porque basan su riqueza en el comercio con zonas meridionales del Nilo. Así no
les afecta el establecimiento de los beduinos en el Delta y el cierre temporal
de las navegaciones a la región sirio-palestina. Esto hace que los dos centros
más importantes sean Tebas y Heracleópolis. En su rivalidad con Heracleópolis
Tebas ofrece los inconvenientes de su instalación en una zona menos rica desde
el punto de vista agrícola y su ausencia de tradición que contrasta con la
ubicación de Heracleópolis en un cruce de caminos, dentro de país muy fértil y
en las proximidades de El Fayum y Ábidos. Tebas, empero, posee las ventajas de
su alejamiento del Delta con lo que resulta menos expuesta a invasiones desde
el Sinaí, su buena comunicación (aunque no de forma directa) con el Mar Rojo y
el monopolio del comercio del granito rosa de Assuán una vez que se han cerrado
las canteras del Wadi-Hammamat.
Reyes del Sur (Tebas - Dinastías IX
y X):
·
Inyotef I (Sehertawy): 2081 a
2065 aC
·
Inyotef II (Wahankh): 2065 a
2016
·
Inyotef III
(Nakhtnebtepnufer): 2016 a 2008
·
Mentuhotep
II I (Nebhepetre): 2008 a 1957
·
Mentuhotep
II II (Sankhkare): 1957 a 1945
·
Mentuhotep
II III (Nebtawyre): 1945 a 1938
Reyes del Norte (Heracleópolis -
entre 2160 a 1980 aC - XI Dinastía):
·
Khety I (Meribra)
·
Khety II (Nebkare)
·
Khety III (Wahkare)
·
Merikare
·
Merikare sucesor desconocido,
probablemente Ity
Intef fue un gobernante Tebano que sin independizarse
totalmente del Bajo Egipto obtuvo una cierta autonomía del poder de
Heracleópolis. Le sucede Mentuhotep I.
EL REINO DE HERACLEÓPOLIS
Se sabe muy
poco de los dieciocho o diecinueve faraones que componen la Dinastía de
Heracleópolis de Manetón y que ocuparon el Trono de Egipto durante un período
de unos 185 años. Incluso sus nombres en su mayoría se desconocen y, con sólo
una o dos excepciones, es imposible asignar los pocos faraones que se mencionan
a los lugares correctos dentro de la secuencia dinástica. Además, ni siquiera
se conoce la duración de sus reinados.
Según
Manetón, la Dinastía de Heracleópolis la fundó un faraón llamado Khety, dato
que lo confirman aquellas evidencias epigráficas contemporáneas que hacen
referencia al reino del norte como “la casa de Khety”. Pero se ignoran,
totalmente, los orígenes del faraón Khety, o las circunstancias que lo llevaron
al Trono.
Fuentes
contemporáneas corroboran de forma inequívoca la afirmación de Manetón de la
existencia de una conexión entre esta dinastía y la ciudad de Heracleópolis
Magna. Lo más probable es que el faraón residiese en Heracleópolis, aunque el
hecho de que Merykara (c.2.025 A.C.), el último o penúltimo faraón de
Heracleópolis, fuese enterrado en un complejo piramidal en la antigua
necrópolis real de Saqqara, parece claramente indicar que los faraones
heracleopolitanos se consideraban parte integrante de la tradición de la
realeza menfita.
El hecho de
que el “nombre del Trono” de Neferkara Pepy II último gran faraón del Imperio
Antiguo lo asumiese, por lo menos, uno de los faraones de Heracleópolis como lo hicieran varios faraones de la
Dinastía VIII es obvio que apunta en una
misma dirección.
Ninguno de
los faraones de Heracleópolis dejó monumento alguno o, al menos, no se ha
podido encontrar todavía, aunque esto puede deberse, en parte, al hecho de que
la exploración arqueológica del yacimiento de Heracleópolis Magna la moderna
Ihnasya el-Medina se inicase sólo en 1966.
El hecho de
que ninguna de las pirámides haya sido hasta ahora identificada con certeza en
la necrópolis de Saqqara, podría considerarse como prueba de que se trataba más
bien de edificios que llamaban poco la atención; quizás algo así como las
pequeñas pirámides del faraón Qakara, de la Dinastía VIII. Parece claro, pues,
que los dirigentes heracleopolitanos no lograron establecer un sistema
centralizado fuerte en línea con el del estado durante el Imperio Antiguo;
incluso en el corazón de sus propios dominios.
La mayoría
de las referencias contemporáneas a la dinastía heracleopolitana se desprende
de monumentos privados, en gran medida consistentes en inscripciones
biográficas procedentes del sur del Egipto Medio y el Alto Egipto, y tienden a
centrarse en la guerra Heracleópolis-Tebas, tópico al que volveremos más
adelante.
La era
heracleopolitana fue también el entorno histórico de dos de sus más importantes
textos literarios y filosóficos del antiguo Egipto que han sobrevivido: “Enseñanzas para el Faraón Merykara” y el “Cuento
del Campesino Elocuente”.
Al día de
hoy, parece haber un extendido consenso de que estos “textos de sabiduría”
fueron en realidad compuestos durante el Imperio Medio, si bien las
circunstancias exactas de sus orígenes y las vicisitudes de su posterior transmisión
textual siguen siendo objeto de controversia. Es así que se aconseje una
precaución extrema en cualquier intento de usarlas como fuentes históricas.
"Enseñanzas
para el Faraón Merykara”, por ejemplo, incorpora
una narrativa de fondo en la que el padre real (el faraón) del destinatario se
encarga de prevenir y rechazar la infiltración asiática en el este del Delta.
Ante esta
visión global de la situación, la realidad de tal escenario no parece
improbable, si bien no existe ninguna evidencia independiente de que la
inmigración asiática llegase a ser un problema durante el Primer Período
Intermedio, aunque sí está ciertamente probado que lo fue para el posterior
Imperio Medio.
LA ERA DE HERACLEÓPOLIS EN LA HISTORIA SOCIAL Y
CULTURAL DE EGIPTO
Ante la
ausencia de datos relativos a la historia dinástica de los gobernantes de
Heracleópolis, parece que lo más lógico sería investigar primero si el reino de
Heracleópolis se puede considerar como una entidad social y cultural
característica. Y, volviendo a las evidencias arqueológicas, deberíamos prestar
atención al corazón del reino heracleopolitano: Las regiones de Menfis y
el-Faiyum. Desde el punto de vista puramente arqueológico, el sur del Medio
Egipto era, en esencia, una región del Alto Egipto.
Al norte, sin embargo, nos enfrentamos a un problema doble. Las fuentes de evidencia de que se dispone, no constituyen un marco histórico rico y coherente como son los datos del Alto Egipto. Por lo que es extremadamente difícil establecer una secuencia arqueológica sólida. Además, no disponemos de ningún grupo de material específico que nos permita una datación fiable en términos dinásticos. Así que, con frecuencia, no se sabe a qué monumentos se les puede asignar el período heracleopolitano apropiado, y qué otros son posteriores, de hecho, a la unificación del país, e incluso de principios del Imperio Medio.
En muchos
aspectos, el desarrollo del material arqueológico en el norte sigue el mismo
curso que en el Alto Egipto. Por ejemplo, las maquetas de madera de sirvientes
y de talleres, máscaras de cartonnage, y tumbas de “familias ampliadas”, todas
aparecen en ambas zonas, y las costumbres funerarias son, en su mayoría, las
mismas. Para algunas clases de artefactos, tales como vasijas de piedra y
amuletos de botón para sellados, es evidente que tanto el norte como el sur
recurrían a los mismos modelos. Y, a juzgar por el material arqueológico,
parece que las comunidades heracleopolitanas habrían estado sujetas a patrones
similares de desarrollo social y cultural que el resto del país.
Hay
diferencias importantes, sin embargo, que no se pueden pasar por alto. La
evolución de la forma de la vasija de cerámica, por ejemplo, siguió un sendero
totalmente diferente en el norte. Aquí, el antiguo patrón ovoideo no se abandonó,
como ocurrió en el sur. Más bien se diría que surgió una serie de tipos muy
especiales de jarras ovoideas, muy estilizadas, con frecuencia de bases
puntiagudas, cuellos con forma cilíndrica o de embudo, bastante peculiares. Los
patrones morfológicos que se desarrollaron en el norte durante el Primer
Período Intermedio, evidentemente se aproximan mucho más a la tradición del
Imperio Antiguo.
Sin
embargo, incluso en el reino de Heracleópolis, la cultura de élite al estilo de
la aristocracia del Antiguo Egipto, no sobrevivió. El perfil social de los
ocupantes de los cementerios de la antigua Corte de la región menfita, por lo
tanto, cambió de forma radical. Sin embargo, para los primitivos egiptólogos,
que solían basar sus elementos de juicio totalmente en la comparación con la
cultura de la Corte del Antiguo Imperio, esto les parecería indicativo de
sucesos dramáticos.
No
obstante, una vez situados en un fondo más amplio, está claro que estamos
presenciando el paso de un período de condiciones excepcionales, a otro de
comparativa normalidad, en el que la necrópolis menfita llegó a ser similar a
los cementerios de las ciudades de provincia.
Cierto, que
la pérdida del estatus de dominio de Menfis a finales del Imperio Antiguo
habría dado lugar, sin duda alguna, a cambios drásticos en las condiciones de
vida de sus habitantes. Pero los datos arqueológicos procedentes de los
cementerios menfitas no pueden interpretarse como testimonio de una revolución
social, o una guerra civil, una vez desaparecido el Imperio Antiguo.
Varios
yacimientos importantes, tales como Saqqara, Heliópolis y Heracleópolis Magna,
dan testimonio de la existencia de pequeñas tumbas-mastaba que incorporan capillas de ofrendas decoradas y falsas-puertas
que permiten valorar el estilo del arte de Heracleópolis. La tradición del
Imperio Antiguo domina. Las escenas de rituales y de la vida cotidiana, la
disposición de la decoración y el estilo de la talla, se ajustan a los patrones
del Imperio Antiguo; pero todo en miniatura. Aquí, en la región menfita y en
sus alrededores, donde los monumentos del glorioso pasado de Egipto estaban
disponibles para una inmediata inspección, y donde sus tradicionales talleres
habrían estado atrincherados durante siglos, el legado del Imperio Antiguo no
se iba a olvidar.
El abanico
total de situaciones en las que se ponían en práctica estas tradiciones durante
el Primer Período Intermedio, es muy probable que se nos escape debido al
estado en que se encontraba la investigación arqueológica a finales del siglo
veinte.
No
obstante, inmediatamente después de la reunificación del país, el faraón de la
Dinastía XI Nebhepetra Mentuhotep II, supo aprovecharse de la yacente
experiencia, y de los artistas y albañiles menfitas, a la hora de construir y
embellecer su templo funerario de Deir el-Bahri. Y es en su reinado que
presenciamos la repentina reaparición de un nivel de pericia y habilidad que no
se conocían desde los tiempos de las pirámides del Antiguo Imperio.
LA ORGANIZACIÓN INTERNA DEL REINO DE HERACLEÓPOLIS
Durante el
inicio del período heracleopolitano, el sur del Alto Egipto consiguió
escabullirse del control real, pero… ¿qué ocurrió con aquellas zonas del país
que permanecieron bajo el dominio de Heracleópolis hasta el final? Entre las
fuentes principales disponibles se encuentran los registros prosopográficos e
inscripciones biográficas del sur del Egipto Medio. Entre éstos, el puesto de
honor recae sobre las tumbas de los supervisores de sacerdotes de Asyut.
Durante la
última fase del período heracleopolitano, Asyut emerge como el baluarte militar
más importante del Alto Egipto que permanecería leal a los faraones
heracleopolitanos durante su lucha contra los rebeldes tebanos. Las
inscripciones biográficas de tres sucesivos titulares de cargo público,
proporcionan información crucial, no sólo del curso de los acontecimientos
políticos, sino también de las opiniones del momento sobre la ideología del
gobierno.
También se
puede obtener información adicional de un grupo de grafiti inscrito en las
paredes de la cantera de travertino (o Sinter), en Hatnub, por emisarios del nomarca Neheri,
del nome el-Ashmunein,
cuya tumba rupestre se le conoce por “el-Bersha”. La datación de estos textos
como inmediatamente posterior a la terminación del período heracleopolitano,
parece la correcta (aunque algunos estarían dispuestos a cuestionarla) y, no
obstante, es un hecho que sus puntos de vista están firmemente arraigados a la
tradición de Heracleópolis.
Los tópicos
tratados en estos textos de Asyut y Hatnub son similares, en muchos aspectos, a
los de los textos hallados más al sur. De nuevo, las reinvicaciones de los
dirigentes locales por haber cuidado de sus ciudades en situaciones críticas,
constan de forma destacada. La inscripción biográfica del más antiguo
supervisor de sacerdotes de Asyut, incluso proporciona una descripción
detallada de las medidas tomadas por él para la mejora de un sistema de regadío
que asegurarse suficientes cosechas en los años malos.
Además, se
recalcan las proezas militares de los nomarcas. Se hace hincapié tanto en sus
éxitos en su lucha contra el enemigo extranjero (el dirigente tebano), como en
la constitución de un sistema de seguridad pública. Y, finalmente, el cuidado
por parte de los magnates de los templos locales de sus propias ciudades, no se
olvida: Las obras de construcción en los templos y las previsiones para cubrir
las necesidades asociadas con el culto, no dejan de mencionarse.
En total
contraste con el texto de Ankhtifi, sin embargo, el mantenimiento de estrechas
conexiones con el faraón, juega un importante papel en los textos de los
magnates de Asyut. Son ellos mismos quienes reivindican su descendencia de un
venerable tronco aristocrático, y sus cercanos lazos personales que, al
parecer, les unía con la casa heracleopolitana de gobernantes. Por ejemplo, uno
de ellos menciona que, en su niñez, recibía lecciones de natación con los hijos
del faraón. Además, se menciona la intervención del ejército heracleopolitano
en el Alto Egipto. Así que, el dominio de Heracleópolis fue algo muy real para
los gobernantes locales del sur del Egipto Medio.
En cuanto a
nuestras fuentes para la estructura interna del Reino de Heracleópolis, éstas
siguen siendo muy vagas. Con todo, el material disponible parece sugerir que
los monarcas heracleopolitanos podrían haberse apoyado en una clase de
aristócratas provinciales que permanecían fieles a la Corona; especialmente, en
aquellos casos donde existiesen fuertes vínculos personales; ya fuese mediante
parentesco, matrimonio o amistad. No obstante, estos aristócratas habrían, a la
vez, considerado sus propias ciudades de crucial importancia para ellos; quizás
incluso considerándolas sus principales objetos de lealtad. En este sentido, el
Reino de Heracleópolis parece haber heredado una de las características del Antiguo
Imperio: Y puede, también, que haya compartido una de sus debilidades
estructurales.
KOM DARA
En este
contexto, un importante monumento, aunque algo enigmático, puede ser
significativo. En el cementerio de Dara, a unos 27 km río abajo de Asyut, en el
Egipto Medio, una gigantesca tumba-mastaba de adobe, conocida como “Kom Dara”, ocupa una posición de mando.
El edificio no ha sido aún debidamente investigado. En sus condiciones
actuales, un área de 138 x 144 m, es decir 19.872 m², está delimitada por unos
masivos muros exteriores que originalmente debieron alcanzar una altura de unos
20 m.
Los restos
de la capilla mortuoria, que en algún momento necesariamente tuvieron que
formar parte del complejo, aún no se han encontrado. Al interior, sin embargo,
se pudo tener acceso a través de un inclinado corredor que penetraba en el
edificio en el centro de su lado norte, y que bajaba hasta una cámara funeraria
subterránea sencilla, construida con grandes planchas de piedra caliza.
El enorme
tamaño de esta tumba, junto a su planta cuadrada y la situación de su cámara
funeraria, son reminiscencias de una pirámide. Un análisis más cuidadoso de su
construcción revela, sin embargo, sin lugar a dudas, que el edificio nunca
estuvo pensado como una pirámide. De hecho, el acceso a la cámara mortuoria por
el norte, constituye una característica muy común en la arquitectura de tumbas
privadas de finales del Imperio Antiguo, mientras que la planta cuadrada de la
superestructura, corre pareja con tumbas menores del propio cementerio de Dara.
Así que,
Kom Dara se puede entender como una tumba monumental derivada de un prototipo
local, muy en línea con las tumbas-saff de Tebas, que evolucionaron de sencillos tipos de tumbas-saff, construidas para los cultos funerarios de la gente corriente.
Basándose
en la cerámica, Kom Dara puede datarse hacia la primera mitad del Primer
Período Intermedio. Su dueño sigue siendo desconocido, y aún carecemos de
prueba alguna que apoye su identificación, tan frecuentemente repetida, con un
tal Faraón Khuy, cuyo nombre aparece en un fragmento de relieve reusado,
encontrado en otro edificio del yacimiento. La propia tumba da testimonio
inequívoco de las aspiraciones de su dueño a un rol político que excede, con
mucho, al de un mero nomarca; aún en el caso de que osase asumir los títulos de
realeza.
No existen
documentos históricos que nos puedan dilucidar lo que en realidad pasó en este
yacimiento, pero el contexto global deja bien claro que el dueño de la tumba de
Kom Dara, en realidad nunca llegó a conseguir el establecimiento de un centro
de poder independiente como hicieron los tebanos poco más tarde.
Pero
resulta tentador seguir especulando un poco más. En las fértiles y amplias
llanuras del Egipto Medio, cualquier dinastía local ambiciosa era propensa a
verse rodeada de una veintena de poderosos competidores. Por consiguiente, la
propia situación geográfica pudo haber ayudado a estabilizar el equilibrio de
poder entre un número de gobernantes locales del Egipto Medio, quienes, a su
vez, habrían jugado un papel fundamental en el mantenimiento de la jefatura
suprema real.
Además, no
parece ir demasiado lejos el dar por hecho que, en este lugar, una de las zonas
agrícolas más productivas del país, la Corona viese importantes intereses en
juego y, en consecuencia, se sintiese menos inclinada a tolerar ninguna
aventura política de los gobernantes provinciales que no fuese en partes
remotas de la “Cabeza del Sur”; es decir, de
la región de Tebas.
LA GUERRA FINAL
Las cosas alcanzaron su clímax cuando Wahankh Intef
II atacó el nome de Thinis, ciudad cercana a Abydos, y se adentró en el
norte, donde fue frenado por los nomarcas de Asyut. Al menos un
contraataque de las fuerzas heracleopolitanas ha sobrevivido en forma de
inscripción, muy deteriorada, en la tumba de Ity-yeb – el segundo de una serie
de Inspectores de Sacerdotes de Asyut – que aporta información sobre
operaciones militares con éxito contra los “nomes del sur”.
Además, en la narración de “Enseñanzas para
Merykara”, se reivindica que el padre del Faraón Merykara habría reconquistado
Abydos. Si estos hechos tienen o no alguna conexión con la “rebelión de
Thinis”, rememorada en la estela conmemorativa del decimocuarto año de reinado
del faraón Mentuhotep II, el hecho es que el tema sigue siendo objeto de
controversia.
No obstante, es evidente que este éxito militar de
Heracleópolis no tuvo ningún efecto duradero en el desenlace final, ya que la
tumba del hijo de Ity-yeb, Khety II, de la época del Faraón Merykara, contiene
un informe relativo a un conflicto posterior con los agresores tebanos. No
existen datos sobre la secuencia de sucesos de esta fase final de la guerra,
pero pocas dudas puede haber de que Asyut fue tomada por la fuerza y de que la
familia gobernante de Asyut no sobrevivió a la victoria tebana.
Tampoco hay pista alguna de los avances del faraón
Mentuhotep II más al norte, pero parece poco probable que hubiese tenido que
luchar personalmente por cada palmo de terreno; más bien, es probable que la
red bajo dominio heracleopolitano colapsase después de la caída de Asyut, y que
los dirigentes locales estuviesen ansiosos por ponerse del lado de la parte
victoriosa antes de que fuese demasiado tarde, con la esperanza así de salvarse
ellos y evitar a sus ciudades el “terror que desplegó la casa real tebana”.
No se conoce la suerte del último faraón de Heracleópolis, ni se tiene detalle alguno de la caida de la ciudad, pero las recientes excavaciones del yacimiento de Ihnasya el-Medina muestran que sus monumentos funerarios fueron literalmente reducidos a escombros en algún momento de principios del Imperio Medio. Esta observación arqueológica se nos presenta tentadora como posible evidencia del eventual saqueo y pillaje de la capital del norte de Egipto.
EL PRIMER
PERÍODO INTERMEDIO EN RETROSPECCIÓN
Los egiptólogos modernos, en su mayoría aún siguen
presentando una imagen negativa del Primer Período Intermedio al que consideran
un período de caos, decadencia, pobreza y tinieblas social y política: Una “era
oscura" que separa dos épocas de gloria y de poder. Esta imagen, no
obstante, sólo está parcialmente basada en una evaluación de fuentes
contemporáneas. En la mayoría de los casos reproduce, a veces con sorprendente
ingenuidad, el tema literario desarrollado en un grupo de textos del Imperio Medio.
Los textos “Consejos de un Sabio Egipcio” y
“Profecía de Nefertiti” forman el corazón de este género, pero algunos otros
textos “pesimistas”, como “Quejas de Khakheperraseneb” y “Diálogo entre un
Hombre Cansado de la Vida y su ba” podrían añadirse a esta línea. En
este tipo de texto, se lamenta el estado de desorden y se compara con el estado
en el que las cosas deberían de estar.
"El orden social está cabeza abajo; el rico es
pobre, y el pobre rico; el malestar político y la inseguridad prevalecen en todo
el país; los documentos administrativos se hacen pedazos; hay numerosos y
diferentes gobernantes en el poder al mismo tiempo; el país se ve invadido de
extranjeros; la base moral de la vida cotidiana se destruye; la gente se
desprecia y se odia; y las sagradas escrituras se ven profanadas".
Este estado de disturbios generalizados no está
confinado al mundo social, sino que realmente alcanza dimensiones cósmicas en
las que, a veces, incluso se llega a decir que el río ya no fluye como debería
hacerlo, y que hasta el sol parece haber perdido su antiguo resplandor.
Conviene mencionar que estos textos en realidad no
pretenden ser del Primer Período Intermedio; ni mencionan detalles históricos.
En la “Profecía de Nefertiti”, se vaticina que el advenimiento de Amenemhat I
(1.985-1.956 a.C.) traería consigo sociego en un caótico estado que,
cronológicamente, se sitúa a finales de la Dinastía XI y no en el Primer
Período Intermedio.
Así es que, se requiere un escrutinio muy cuidadoso
si lo que se pretende es determinar si estos textos tienen alguna relación con
la historia del Primer Período Intermedio, e incluso, si la tubiesen, se habría
de investigar de forma cuidadosa cómo se relacionan con los sucesos históricos
reales.
Los textos que proceden del mismo Primer Período
Intermedio, carecen por completo de esa nota de desesperación y sello de
autenticidad de la literatura “pesimista” del Imperio Medio. Ellos hablan de
crisis, sí, pero de crisis brillantemente superada; la fuerza, la confianza en
sí mismo, el orgullo, y la autoestima, caracterizan el estado de ánimo del
momento.
Por supuesto que hay un número impresionante de
similitudes en las biografías del Primer Período Intermedio, y los “pesimistas”
textos del Imperio Medio (tales como la irregularidad de El Nilo, la hambruna,
el malestar social, la guerra, y una crisis que hacía temblar los propios
cimientos del estado), pero estas similitudes son pruebas, para empezar, de las
conexiones literarias entre ambas.
Hay otro aspecto de la evidencia que se sustrae de los textos que podría ser incluso más importante. En el Primer Período Intermedio, las historias de crisis servían para legitimar el poder de los gobernantes locales. De igual forma, la imagen altamente elaborada de un determinado período de caos aportada por una literatura “pesimista”, proporcionaría un oscuro fondo sobre el que la dura política represiva de ley y orden impuesta por los faraones del Imperio Medio, podría llegar a justificarse, e incluso hacerse ver como beneficiosa. De cualquier forma, los cimientos de la ideología de gobierno llevada a la práctica por la monarquía del Imperio Medio descansan, sólidamente afianzados, sobre lo que conocemos del pensamiento del Primer Período Intermedio.
Estas comparaciones entre la literatura que hemos dado
en llamar “pesimista” del Imperio Medio, y los textos contemporáneos del Primer
Período Intermedio, revelan hasta qué punto la experiencia del Primer Período
Intermedio llegó a afectar a la conciencia colectiva de los egipcios del
Imperio Medio y a su visión de las relaciones sociales y políticas.
Por otra parte, resultaría extremadamente engañoso
pretender utilizar los textos literarios del Imperio Medio como auténticas
fuentes a la hora de considerar la Historia del Primer Período Intermedio.
El panorama del Primer Período Intermedio, está
basado, en su totalidad, en fuentes contemporáneas fidedignas. Esta
determinación de evaluar la documentación que ha sobrevivido en todos sus
aspectos, hace mucho más difícil estar de acuerdo con la visión negativa tradicional
del período. Como contraste, hay que decir que uno se siente impresionado por
el dinamismo y la creatividad del período.
Cuando Sunusrest I donó una estatua del “conde”
Intef, el antepasado de la dinastía XI, al templo de Karnak, lo hizo reconociendo
los orígenes de la realeza del Imperio Medio en las batallas que libraron los
gobernantes locales por el poder, y la ascendencia durante el Primer Período
Intermedio. Independientemente de su importancia política, el impacto que el
Primer Período Intermedio tuvo en la historia cultural egipcia, no se puede
negar. Un abanico completo de nuevos tipos morfológicos se desarrolló en
prácticamente cada esfera de la cultura del material, que incluye nuevos
inventos tan singulares como el sello con forma de escarabajo.
Y por encima de todo, a la cultura popular se le
dio la oportunidad de florecer en un momento en el que la agobiante influencia
de la cultura cortesana se había disipado, y cuando se vivían tiempos de un
gran debilitamiento del gobierno central que ya antes, durante el Imperio
Antiguo, habría impuesto duras sanciones y exigencias a las comunidades
provinciales.
En el Primer Período Intermedio, las poblaciones
locales de todo el país disfrutaron de una visible, si bien modesta, riqueza.
También adquirieron nuevas formas de expresión cultural y de comunicación, y
supieron adecuar sus vidas, dentro de un reducido horizonte, a sus cometidos
inmediatos.
Dinastía IX (c. 2150–2100 a. C.)
Según Manetón, en la versión de Julio Africano,
hubo diecinueve reyes de Heracleópolis, que reinaron 409 años. En versión de
Eusebio: cuatro reyes de Heracleópolis, que reinaron 100 años. Son reyes poco
conocidos cuyos nombres figuran en el Canon Real de Turín:
Nombre común
|
Nombre
|
Comentarios
|
Reinado
|
Jety
I
|
Jety
|
c. 2150 a. C.
|
|
Merykara
I
|
Merykara (?)
|
c. 2150 a. C.
|
|
Neferkara
III
|
Neferkara
|
c. 2140 a. C.
|
|
Jety
II
|
Jety
|
c. 2140 a. C.
|
|
Senen...
|
Senen...
|
c. 2130 a. C.
|
|
Jety
III
|
Neferkara Jety
|
c. 2130 a. C.
|
|
Jety
IV
|
Meri...ra Jety
|
c. 2120 a. C.
|
|
Shed...y
|
Shed...y
|
c. 2120 a. C.
|
|
H...
|
H...
|
c. 2110 a. C.
|
Khety I
Algunos
eruditos creen que Meryibre Khety fue el fundador de la Novena Dinastía,
un nomarca de Herakleopolitan que reunió la autoridad suficiente
para reclamar a sí mismo el sucesor legítimo de los faraones de
la Sexta Dinastía. Parece que Meryibre gobernaba sobre sus nomarchs
vecinos con mano de hierro, y es probable que por esta razón que en los últimos
tiempos este gobernante se convirtió en Manetho 's
infame Achthoes, un rey malvado que se volvió loco y luego fue
muerto por un cocodrilo.
Alternativamente,
otros egiptólogos como Jürgen von Beckerath creen que
Meryibre reinó hacia el final de la décima dinastía posterior, poco antes del
rey Merikare.
Debido a
las opiniones contrastantes de los académicos, el reinado de Meryibre es
difícil de contar y fechar con fiabilidad; si realmente fue el fundador de
la 9na Dinastía, su reinado debería haber comenzado convencionalmente en
c. 2160 a.C, mientras que en el segundo caso su reinado debería
haber comenzado aproximadamente un siglo después.
Como su
nombre no se menciona en la Lista del Rey de Turín (probablemente
porque el papiro está muy disperso en este punto), este gobernante es conocido
solo por unos pocos objetos: una especie de brasero o
canasta de cobre de una tumba cerca de Abydos (que se
encuentra junto con una la paleta del escriba que lleva el
nombre de rey Merikare) y ahora exhibida en el Museo del Louvre,
una varita de ébano de Meir ahora en el Museo de
El Cairo (JE 42835), un fragmento de ataúd
de marfil de Lisht y algunos otros hallazgos menores.
Sin embargo, gracias a esos pocos monumentos, Meryibre's La titularidad
real es la más completa entre los faraones conocidos de este período.
Recipiente de cobre con titularidad real
de Meryibre Khety. París, Louvre.
Dibujo de una varita de ébano con el
título de Meryibre Khety.
Merykara I
Merykara
I es un posible gobernante de la dinastía IX de
Egipto, c. 2150 a. C.
Este
supuesto mandatario es identificado por algunos eruditos con el segundo rey de
esta dinastía.
Merykara no
figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo
mencionan Julio Africano y Eusebio de Cesarea.
El
fragmento del Canon Real de Turín que tenía inscrito su nombre se perdió;
correspondía al registro 4.19.
Neferkara III
Neferkara
III es el tercer gobernante de la dinastía IX de
Egipto, c. 2140 a. C.
Este
mandatario de Heracleópolis Magna es identificado por algunos eruditos con el
rey llamado Neferkara, mencionado en el texto biográfico de Anjtify
(Ankhtify), el nomarca de Hieracónpolis y príncipe de Moala, situada unos
treinta kilómetros al sur de Tebas. Anjtify condujo una coalición de su
nomo y el de Edfu contra Tebas.
La historia
se describe así: Neferkara, en alianza con los nomarcas Hotep y Anjtify,
pretende destruir el poder de los príncipes tebanos en el Alto Egipto. Encarga
a Anjtify deponer y sustituir al príncipe de Edfu, Jui, aliado del Intef
I, en Tebas. Anjtify, con la ayuda del príncipe de Elefantina, ataca al
gobernador de Tebas y a su aliado el príncipe de Coptos. Pero las operaciones
van a suspenderse finalmente, dado que el país estaba paralizado por un periodo
de sequía y hambruna.
Neferkara
no figura en la Lista Real de Abidos ni la Lista Real de Saqqara.
En el Canon
Real de Turín está inscrito su nombre, Neferkara, en el registro 4.20.
Khety II
Jety II (Khety), es un gobernante de la dinastía IX de Egipto c.
2140 a. C.
Sólo es
conocido por estar inscrito su nombre, Jety, en el Canon Real de Turín, en el
registro 4.21.
No figura
en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo menciona Julio
Africano ni Eusebio de Cesarea.
K
Hety III (III Akhtoy)
(Khty)
Quinto (o sexto) rey de la IX dinastía egipcia, sucesor de un monarca cuyo
nombre no ha llegado completo en el Papiro real de Turín. A Khety III, llamado
como neswt bity Uahkare que
no debe ser confundido con el Khety Nebkaure.
El faraón
más importante de la IX Dinastía es Khety
III (c.a. 2120 - 2085). Éste expulsa del Delta a los beduinos de
ascendencia asiática, construye canales de riego y fortifica la frontera
oriental para impedir nuevas incursiones desde Asia como la que había acarreado
tantos sinsabores a Egipto a raíz de la muerte de Pepi II. Mientras tanto el
nomarca de Tebas Antef II (2123 -
2074) inicia una expansión hacia el sur dominando cinco nomos hasta la primera
catarata del Nilo. Khety III, embravecido por sus triunfos sobre los asiáticos,
intenta someter a Antef II pero sufre una severa derrota en This que acaba con
sus sueños meridionales.
Khety III
acepta el fracaso en sus Instrucciones a Merikare. Éste es su hijo quien le
sucede a la cabeza de la Confederación de Heracleópolis entre 2085 y 2070. Esa
obra ha llegado a nuestros días a través de tres papiros incompletos de la
Dinastía XVIII conocidos por Papiros San Petersburgo 116 A, Moscú 4658 y
Carlsberg. Por un lado Khety III expone sus viejas victorias: He pacificado
todo el este hasta la proximidad del lago (se refiere al Fayum entonces un lago
que será desecado durante el Reino Medio y convertido en tierra cultivable con
la instalación de 50.000 familias). En el oeste también todo iba mal: estaba
dividido en distritos y ciudades, y la autoridad que debía de ser de una solo,
era de docenas. Tú recibes tributos del Delta. Tú sólo tienes que preocuparte
de que el asiático no pueda atacar ninguna instalación aislada ni ciudad
poderosa alguna. Pero de otra reconoce su fracaso ante Tebas: Sé bueno con el
sur, no destruyas los monumentos hechos por otros. Si sigues lo que yo he hecho
no tendras enemigos dentro de tus fronteras. Por consiguiente en el primer
cuarto del siglo XXI a.C. se logra un statu quo entre las Confederaciones
Heracleopolitana y Tebana pues ninguna puede aniquilar a la otra.
La Instrucción Real de Khety a Merikare
El texto de
la Instrucción para Merikare fue preservado en tres papiros fragmentarios. El
más antiguo, que data de la segunda mitad de la dinastía XVIII (ca. 1539 a 1292
aC), el llamado "Papiro de St.-Petersburg 1116A", es el más completo,
pero también el más corrupto, con numerosas y muchas lagunas errores de los
escribas. Papiro de Moscú 4658 data de finales de la Dinastía XVIII, mientras
papiro Carlsberg 6, incluso puede ser más tarde.
Una traducción al Inglés fue hecha por Gardiner (1914) y Erman (1927). Un nuevo estudio comparativo de las fuentes disponibles hecho por Volten (1945). Lichtheim (1976), Helck (1977), Brunner (1991) y Parkinson (1997) hizo traducciones recientes.
Una traducción al Inglés fue hecha por Gardiner (1914) y Erman (1927). Un nuevo estudio comparativo de las fuentes disponibles hecho por Volten (1945). Lichtheim (1976), Helck (1977), Brunner (1991) y Parkinson (1997) hizo traducciones recientes.
Las capas temporales siguientes pueden ser discernidas:
·
conservan papiros: en la
Dinastía XVIII, desconocidos (estudiante?) escribas hacían copias de fuentes
anteriores - Papyrus San Petersburgo data del reinado del faraón Amenhotep II
(ca. 1426 a 1400 a.C), y fue copiado en Memphis por "el Khaemwaset escriba
para sí mismo, lo verdaderamente tranquilo, buen carácter, paciencia, querido
por la gente ... por su hermano querido a quien ama ... el Mahu escribano
".;
·
la composición real
literaria: egiptólogos contemporáneos asumir el trabajo que se compone de la
dinastía XII (c. 1938 a 1759 a.C). Pero Lichtheim argumenta que el trabajo sea
pseudepigraphic y en realidad compuesta durante el reinado del rey Merikare, el
texto muestra las debilidades de composición que sugiere la experimentación.
Esto está en conflicto con el canon literario establecido de dinastías
posteriores (como el XII);
·
la persona de Merikare: king
Merikare ("mrii-ka-ra" - fechas desconocidas), fue uno de los
gobernantes de la dinastía IX Herakleopolitan (ca.2160). Él parece haber sido
de mediana edad cuando Khety III le legó el trono del Norte. Murió antes de que
los ejércitos de Mentuhotep II II avanzó hacia su capital. Ity fue su sucesor,
pero éste perdió el trono.
Rasgos literarios
En el Primer
Período Intermedio (ca. 2198 -1938 a.C), la estela se convirtió en el portador
de una autobiografía corta, y equipado con una escena de ofrenda y su oración
adyacente. Este fue un memorial, el repositorio de la vida de una persona, un
breve resumen de los logros. La instrucción real era el segundo legado
literario de este período de transición: el testamento de un rey de partir a su
hijo y sucesor. La Instrucción para Merikare menciona la instrucción de un
Khety rey anterior. Por lo tanto, sólo los primeros trabajos conservado de este
tipo.
El trabajo no tiene "plena coherencia compositiva sostenido como se encuentra en obras similares de la Dinastía XII" (Lichtheim, p.98). De hecho, vuelve a aparecer el mismo tema en diferentes lugares y la acumulación de una se desvía. Sin embargo, un plan general está presente, a pesar de que está suelto. En comparación con el de Ptahhotep, instrucción Khety tiene una estructura composicional que es menos "construidos". Por un lado, las penas no hacer "bind" de la misma manera y aunque el estilo orational se utiliza, el autor introduce asociaciones espontáneas que son secundarias y se mueven fuera de la corriente principal de la forma de pensar. Por otra parte, la dirección es más personal y al parecer en sintonía con la psicología de su hijo, mientras que las máximas de buen discurso es un tratado general, más estandarizado en la sabiduría, que expresa las enseñanzas de cualquier padre (noble) a su (logrado) hijo. ¿Sugiere esto que el trabajo es en realidad una composición hecha por el propio rey?
El trabajo no tiene "plena coherencia compositiva sostenido como se encuentra en obras similares de la Dinastía XII" (Lichtheim, p.98). De hecho, vuelve a aparecer el mismo tema en diferentes lugares y la acumulación de una se desvía. Sin embargo, un plan general está presente, a pesar de que está suelto. En comparación con el de Ptahhotep, instrucción Khety tiene una estructura composicional que es menos "construidos". Por un lado, las penas no hacer "bind" de la misma manera y aunque el estilo orational se utiliza, el autor introduce asociaciones espontáneas que son secundarias y se mueven fuera de la corriente principal de la forma de pensar. Por otra parte, la dirección es más personal y al parecer en sintonía con la psicología de su hijo, mientras que las máximas de buen discurso es un tratado general, más estandarizado en la sabiduría, que expresa las enseñanzas de cualquier padre (noble) a su (logrado) hijo. ¿Sugiere esto que el trabajo es en realidad una composición hecha por el propio rey?
Las características literarias más destacadas son:
·
la forma literaria: el estilo
orational se utiliza un estilo rítmico caracterizado por frases simétricas,
pero el texto se convierte en prosa cuando se producen eventos específicos se
dijo (al igual que en la escena del asesinato en la Instrucción
de Amenemhat);
·
el objetivo literario: el rey otorga
sus puntos de vista sobre la realeza en un género literario: el regnum
espéculo - al parecer no era la primera instrucción de este tipo, aunque
los primeros trabajos de la mano de un miembro de la "casa de Khety"
se pierde. Esta regnum espéculo es en realidad una especie de discurso
de investidura del hijo Merikare Khety, las intenciones políticas de ropa con
un manto literario ;
·
la sección histórica: el Rey
describe sus logros y le da su consejo sobre la forma de continuar. En cuanto a
la autoría se refiere, el trabajo es pseudopigráfico, pero real como un texto
que describa hechos históricos, es contemporáneo de los acontecimientos a los
que se refieren;
·
la definición y el funcionamiento de la magia: el dios Sol Re mágico creado como un arma para protegerse de los
golpes de los acontecimientos malos, un poder velar por los buenos líderes de
la época de los hombres y de noche. Las limitaciones de este poder también se
les da: la magia no puede contener el alma del difunto justificado, volviendo
al lugar que conoce y cuida;
·
la sección de la justicia: la
justicia de Dios es el que todo lo abarca, porque ve todo y nadie puede
resistir. Él quiere que hagamos justicia, la defensa del orden correcto (Maat).
Los hombres deben trabajar para el dios, y luego el segundo va a trabajar para
ellos. La instrucción es un testimonio de la creciente importancia del Juicio
de los Muertos, la garantía para la próxima vida;
·
el Himno al Sol-dios: el dios-Sol ha
creado al hombre como a su ganado, y que tiende también. Él hizo al hombre a su
imagen, e hizo la luz del día por su bien. Él conoce cada nombre y ha dado
muerte a los traidores, a saber, aquellos que hicieron rebelión.
La tumba de Khety
(H.1) es sin duda, una de las más grandes e importantes de cuantas hasta la
fecha, ha descubierto la Misión Arqueológica Española que trabaja en el campo
de ruinas que un día fue Herakleópolis Magna.
Fragmento excepcional que muestra una
bella representación del letrado Khety (H.1). En su origen, esta pieza formó
parte de la puerta de entrada al interior de la tumba, que aquel ilustre
personaje se había hecho construir en Herakleópolis Magna. Tallado en piedra
calcárea, el bloque, correspondía a la parte inferior de la jamba izquierda de
la puerta. En la actualidad y desde hace ya más de 30 años, esta hermosa pieza
permanece olvidada e inédita en los fondos del Museo Arqueológico Nacional de
Madrid. (Dibujo y reconstrucción: Juan R. Lázaro).
En un
principio Jesús López, que en 1966 había comenzado las excavaciones oficiales
en este enorme enclave arqueológico, creyó que la antigua necrópolis allí
descubierta por él en 1968, había sido un cementerio de la IX-X dinastía; una
necrópolis que correspondía exactamente a la época en la que aquella ciudad
había sido la capital oficial de todo Egipto. Sin embargo, y basándonos en las
nuevas tumbas y el gran material arqueológico que ha ido surgido en el
transcurso de las siguientes campañas españolas, podemos concluir, que en
términos generales, aquella necrópolis había pertenecido a un periodo
ligeramente posterior al ofrecido por López. Concretamente a la última fase de la
XI dinastía.
La tumba de
Khety (H.1), destruida en un momento de la antigüedad que aún no se ha podido
precisar, nos es conocida a través del importante número de fragmentos que de
ella se han conservado. En realidad, se trata de un magnifico puzzle cuyas
piezas están actualmente repartidas entre el Museo Egipcio de El Cairo; el
Museo Arqueológico Nacional de Madrid; la Real Academia de Córdoba; y el Museo
Egipcio Rosicrucian de San José (California). También es muy probable, que
otros fragmentos no controlados, se hallen en el Museo de Beni Suez; en el
almacén de la Misión Arqueológica española; y en ciertas colecciones privadas.
Algunos
bajorrelieves fragmentados, que en su día embellecieron las paredes internas de
la tumba de Khety (H.1), comenzaron a surgir del suelo en la década de los años
60, durante el transcurso de ciertas excavaciones clandestinas efectuadas en
los montículos de Herakleópolis. Un claro ejemplo de aquello, lo constituye la
pieza que en 1964 fue subastada por la Galería Parke Bernet de Nueva York. Al
igual que esta, es posible que otros bloques de la misma tumba circulasen
durante cierto tiempo en el mercado internacional de arte, antes de pasar a
engrosar ciertas colecciones privadas e instituciones museísticas.
Con estas
referencias, Jesús López, que debía estar perfectamente informado del lugar
exacto de donde provenían aquellos bloques, abrió en 1968, una primera
trinchera de excavación situada a unos 300 m. al sur del templo de Herishef. En
el transcurso de aquellos trabajos, así como en las siguientes campañas
oficiales, la Misión Arqueológica Española fue desenterrando nuevos elementos
de la tumba de Khety (H.1). Tal como era de esperar, la decoración que
mostraban aquellos nuevos bloques coincidía exactamente con la del fragmento
vendido en Nueva York.
En uno de
los laterales de la trinchera inicial de López, comenzaron a surgir grandes
bloques de piedra calcárea tallada, que correspondían al pavimento y a la
propia superestructura de la tumba de Khety (H.1). Un estudio detallado de
todos esos elementos arquitectónicos nos permitiría sin duda, tener una buena
idea de cómo fue aquella sepultura y cúales fueron los temas que se
desarrollaron en su decoración.
Los
trabajos de López, dejaron un claro testimonio de la existencia de la tumba de
Khety (H.1) en aquel lugar de la extensa necrópolis descubierta. Sin embargo,
las excavaciones posteriores, sobre todo las que dirigió F.J. Presedo Velo, que
limpió en la zona norte la trinchera de López - exactamente el área por donde
se extendía la tumba de Khety (H.1) - no nos han dejado constancia alguna del
emplazamiento de esa tumba, y los planos de la necrópolis publicados hasta la
fecha, la ignoran totalmente.
Títulos
y epítetos de Khety (H.1)
Los bloques
de la tumba de Khety (H.1) actualmente conocidos, nos muestran un importante
número de títulos y epítetos que este interesante personaje obtuvo durante el
transcurso de su existencia. Por ellos, intuimos que este individuo debió ser
un hombre sumamente ilustrado. Su estrecha relación con el sello real y ciertas
instituciones judiciales encargadas de aplicar la ley en todo el país, así lo
demuestran:
1.
“Superintendente de la Gran Corte de Justicia”
Ya desde el
Imperio Antiguo, aparece atestiguada en Egipto la existencia de Seis Grandes
Cortes de Justicia o Tribunales. Ciertos funcionarios de la corte menfita de la
VI dinastía, tales como Ihy y Nipepy, habían logrado alcanzar en aquellas
instituciones los cargos más relevantes.
También, el
cargo de “Superintendente (o gobernador) de las Seis Grandes Cortes de
Justicia” lo vemos, a finales del reinado de Mentuhotep II y comienzos del
de Mentuhotep III, en la figura de Meketre, un importante funcionario de la
corte tebana ampliamente conocido por las hermosas maquetas halladas en su
tumba.
2.
“[Juez y] guardián de Nekhen, que juzga con la verdad en privado”
Este
interesantísimo título, estrechamente conectado con la Corte de Justicia, hace
probablemente una alusión directa al cargo de juez, que el propio Khety (H.1)
parece haber desempeñado en el famoso Tribunal de Nekhen.
Durante el
Imperio Antiguo, los funcionarios que ejercieron ese cargo en aquella ciudad, a
la que probablemente fueron destinados, no muestran signos de haber sido
enterrados allí. Por el contrario, sus tumbas aparecieron en la necrópolis de
Saqqara, el tradicional cementerio de la monarquía menfita. Siguiendo esa
costumbre y salvando las diferencias de época, el simple hecho de que la tumba
del juez Khety (H.1) haya aparecido en Herakleópolis es cuanto menos
significativo. ¿Cómo explicarnos que ese noble descendiente de la antigua
monarquía herakleopolitana, ocupara tras la conquista del país por los tebanos,
aquel importante cargo judicial en el Alto Egipto?
Sabemos que
a finales de la VIII dinastía, Herakleópolis Magna como la nueva capital del
país, asumiría el relevo de Menfis y en consecuencia también lo haría de todos
los estamentos gubernamentales, incluyendo a los propios funcionarios del
Estado. Años más tarde, con el inicio del Imperio Medio, se intuye que el rey
tebano Mentuhotep II, tras la unificación del país, carece de los oficiales
cualificados para desempeñar los principales cargos en el nuevo estado
unificado. Es por esta razón, por la que el nuevo soberano parece recurrir a
los experimentados funcionarios de la antigua monarquía herakleopolitana. Con
muchos de aquellos compone su propio gabinete de gobierno. Esta hipótesis,
cobra credibilidad cuando comprobamos que varios oficiales, del entorno directo
del rey Mentuhotep II, presentan un origen puramente herakleopolitano.
Así pues,
podríamos aventurar incluso, que tal vez fuese el propio Mentuhotep II o alguno
de sus sucesores inmediatos, quien designase a Khety (H.1) de Herakleópolis en
aquel importante cargo jurídico de la ciudad de Nekhen.
3.
“Superintendente de los (casos) del juzgado oídos en privado”
Este título
marca una diferencia puntual entre los casos juzgados en público y los que se
escuchaban y juzgaban en privado. Por la biografía de Uni, hombre de confianza
del rey Pepy I, sabemos que en estos últimos juicios, las únicas personas que
asistían como representantes de la justicia eran, el jefe del juzgado, el visir
y el propio juez. A su vez estos últimos, parecen estar asistidos por los secretarios
y escribas del juzgado.
4.
“[Superintendente] de los documentos reales escritos del Tribunal)”
Los propios
jueces son considerados como los responsables directos de estos “documentos
secretos del juzgado de la gran Corte de Justicia”. Se trataba de un
importante conjunto de documentos o decretos firmados por el propio rey. Se
guardaban cuidadosamente en los archivos de los Juzgados y por ellos parece que
se aplicaba la ley estatal en los juicios. El título “Escriba de las
tablillas reales (hechas) en arcilla” nos informa que en ocasiones, estas
valiosas leyes – o tal vez simplemente sus copias – eran redactadas en planchas
de arcilla.
5.
“Tesorero del rey del Bajo Egipto”
Este título
(literalmente: “el portador del sello del rey del Bajo Egipto”), revela
en su ideograma xtmty (Un collar doblado, del que cuelga un cilindro
ensartado en su extremo), la propia función desempeñada por el personaje que lo
llevaba. Lo vemos en altos funcionarios del Estado destacados por todo el país.
El sello real grabado sobre el cilindro, daba a estos funcionarios el poder
necesario para firmar ciertos documentos en nombre del Estado y del propio rey.
Por lo general todos estos tesoreros se encuentran relacionados con la recaudación
del Estado y del Tesoro, pero también una parte de ellos trabajaron en
beneficio de ciertas instituciones clericales.
6.
“Confidente real de los decretos sellados”
El
confidente real (literalmente: “el que llena el corazón del rey”),
parece entrar en conexión directa con la propia voluntad del soberano reinante.
Si eso es así, Khety (H.1), pudo conocer muy bien la personalidad del rey al
que había servido, tal vez el tebano Mentuhotep II o uno de sus inmediatos
sucesores.
Sabemos que
estos confidentes reales desempeñarían en el interior de ciertos edificios
oficiales, tales como palacios y estamentos judiciales, importantes cargos
dentro de la administración provincial.
Epítetos
7.
“Amigo único”
8-a.
nb.f mry
“Amado
de su señor”
8-b.
“Justo
amado de su señor, en el lugar de su corazón”
Como Khety
(H.1) de Herakleópolis otros grandes oficiales de la época, tales como Meru,
Meketre´ y los nomarcas de Beni Hassan, Baket III y Khety, se encuentran
designados en las inscripciones de sus tumbas como: “Amado de su señor”,
“Justo amado de su señor”, “Elogiado de su señor”, etc.
La
importancia de estos títulos desempeñados por Khety (H.1) de Herakleópolis,
unidos a las considerables dimensiones que originalmente debió tener su tumba,
hacen de este personaje uno de los más sobresalientes de la antigua Nen-nesut,
a finales de la XI dinastía. Un noble cuyo rango social, no parece estar muy
alejado de aquel otro del que gozaban los nomarcas en sus provincias.
Si bien
nuestro personaje carece de los títulos de “hry-tp ´3” (Gran jefe del nomo)
y “h3ty-´” (Conde); títulos por los que generalmente se identifican a los
nomarcas, Khety (H.1) ejerció en Herakleópolis, funciones muy similares a las
desarrolladas por su propio homónimo, el nomarca Khety, en la provincia de Orix
(16 del A.E). Este último personaje, pudo ser muy bien uno de los propios
contemporáneos de Khety (H.1) de Herakleópolis, ya que su liderazgo se
establece también a finales de la XI dinastía.
La tumba
de Khety (H. 1) en el museo arqueológico nacional de Madrid
En la
actualidad, el Museo Arqueológico Nacional de Madrid guarda dentro de sus
instalaciones un importante número de bloques procedentes de la tumba de Khety
(H.1). Posiblemente sea la institución que hoy conserva el mayor número de
piezas procedentes de aquella destruida construcción. La mayor parte de los
bloques se encuentran almacenados en los fondos desde hace ya bastantes años.
Algunos proceden claramente de la fachada de la tumba, mientras que otros
corresponden a las estancias interiores.
Se trata de
un bloque que pertenece exactamente a la parte inferior de la jamba izquierda
de la puerta de entrada. En su parte alta, aún puede verse el final de dos
anchas columnas de texto vertical que descendían por los laterales de la
puerta. Los textos que allí fueron grabados, informaban al visitante de los
numerosos títulos llevados en vida por este personaje. En la parte final de
ambas columnas, aparece escrito el nombre del propietario de la tumba y justo
por debajo de él, una bella representación del propio Khety (H.1)
La imagen,
se encuentra esculpida en un relieve hundido del más fino estilo de finales de
la XI dinastía. Originalmente, un duplicado contrapuesto de la misma se hallaba
sobre el lado derecho de la puerta. Este gran funcionario sentado en una silla
con patas de león, empuña en sus manos una larga vara y un paño de tela doblado
como símbolo de su alto status social.
En realidad
la figura de Khety (H.1), sentado a ambos lados de la puerta de entrada, es una
especie de tarjeta de presentación. Su estilo se inspira en el tradicional
canon artístico que a finales de la XI y comienzos de la XII dinastía, utilizan
los nomarcas del país y los grandes funcionarios, para embellecer el acceso a
sus tumbas.
Podríamos
concluir que Khety (H.1) al igual que Sehu, fue en Herakleópolis Magna una de
las principales autoridades de la ciudad tras la conquista tebana. Su status
social en la capital derrocada, bien pudo ser un paralelo de aquel otro que en
el resto del país, mantenían aún los antiguos nomarcas.
Seis
fragmentos de la tumba de Khety (H.1) expuestos en la sala egipcia del M.A.N.
de Madrid
Fig. 2. Seis fragmentos de la decoración
de la tumba Khety (H.1), que recogen parte de los tres registros inferiores de
una pared interna. (Dibujo y reconstrucción: Juan R. Lázaro).
Si bien, es
mínimo lo que subsiste hoy del primero de los tres registros recogidos por
estos fragmentos, no hay duda de que en la parte alta (tal como vemos en otro
grupo de fragmentos de la misma tumba) se encontraban representadas dos escenas
relativas al pisado y al prensado de la vid. Esta, al igual que a las restantes
escenas que cubrían la parte alta de la pared, mostraba una escena de la vida
cotidiana. Sin embargo, los dos registros inferiores que podemos ver claramente
en la Fig.2, están estrechamente relacionados con el mundo funerario y las
donaciones alimenticias destinadas al sustento del “ka” del difunto
Khety (H.1).
Fig. 3. Este pastor que empuña una larga
vara, muestra en el tallado de su mano derecha las mismas características que
antes pudimos ver en la mano del propio Khety (H.1). Tal vez, este simple
detalle sea una prueba de que ambos relieves fueron realizados por un mismo
artista anónimo. Sala egipcia del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Foto:
Juan R.Lázaro).
El registro
central, comienza con la representación de un primer personaje que empuña en su
mano derecha una larga vara. No parece estar identificado por ningún texto, sin
embargo, bien podría tratarse de un wS3 w “cebador”; un pastor encargado
de alimentar y engordar al buey que camina inmediatamente por detrás de él[4].
El buey de cuernos recortados, está calificado por el texto que aparece sobre
su lomo como un buey:
wnn n
k3.k “wnn para tu ka”
Es decir,
que se trataba de un hermoso animal previamente elegido, para que en un momento
determinado su carne, ya despedazada por los carniceros, pudiera servir de
alimento al alma del difunto. El infortunado animal es conducido a su destino
por aquel hombre que le ha atado una cuerda a la boca. Así mismo, otro
individuo situado justo por detrás del buey, ha posado una de las manos sobre
la parte posterior del animal. Es un gesto, que de acuerdo a otra escena
similar procedente de la misma tumba, hemos de interpretar como que el buey es
un “wnn manso”, es decir un animal tranquilo y dócil. También este
último personaje, empuña en su mano izquierda un lienzo de tela doblada que
presenta una dudosa interpretación.
Fig. 4. En la cabeza de este buey wnn (de
cuernos cortos) se pueden apreciar algunos minuciosos detalles, tales como las
líneas que componen la zona interna de la oreja del animal y el ¿anillo? que
por debajo de la boca del buey, presiona la cuerda atada a su mandíbula inferior.
Sala egipcia del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Foto: Juan R.Lázaro).
Fig. 5. Los minuciosos detalles y las
formas proporcionadas que presentan estos relieves, tales como las estrías de
las cornamentas de los orix y las líneas internas de las orejas de los bueyes,
se alejan ya bastante del burdo y esquemático estilo que caracteriza el arte
del Primer Periodo Intermedio. En esta foto puede apreciarse delante de la cría
de orix, una línea vertical de pegamento moderno, que evidencia la falta de cuidado
que los conservadores pusieron en estos fragmentos a la hora de unirlos. Sala
egipcia del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Foto: Juan R.Lázaro).
En el
registro inferior, estaban representados originalmente tres portadores de
animales; tres personajes que mostraban ofrendas funerarias para el “ka”
del difunto Khety (H.1). El primero de ellos conduce un orix desde la parte de
atrás sujetándolo por uno de sus largos cuernos. Al mismo tiempo, controla los
movimientos del animal mediante una cuerda que le ha atado a una de sus patas
posteriores. El texto vertical que se sitúa delante del animal le describe
como:
m3-Hd n
k3.k “orix para tu ka”
Un segundo
portador, en clara relación con el primero, llevaba sobre sus hombros un
pequeño orix que sin duda había nacido del animal que le precede. Se intuye que
al igual que su madre, la cría estaba destinada a ser sacrificada por el alma
del propietario de la tumba. Eso es al menos lo que parece confirmar el breve
texto que aparece delante de ella:
3w n k3.k
“(presente) jovial para tu ka”[5]
Finalmente,
la representación del tercero de los portadores que se hallaba en el extremo de
la derecha, se ha perdido totalmente.
Khety IV
Khety IV Akhtoy IV Mery...ra Jety, o Jety IV. Su
lugar en el orden de sucesión no está establecido. Algunos
eruditos piensan que fue él y no Khety III lo que escribió "la instrucción
a Merikare "y que por lo tanto esta era su hijo. El nombre de Neukare asociado a uno de los reyes de nombre
Khety, no se sabe si correspondió a Khety IV o Khety V .
Parte de su
nombre, Mery..(Ra) Jety, está inscrito en el Canon Real de Turín, en el
registro 4.24.
No figura
en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo mencionan
Julio Africano ni Eusebio de Cesarea.
Dinastía X (c. 2100–2040 a. C.)
Según Manetón: fueron diecinueve reyes de
Heracleópolis que reinaron durante 185 años. Gran parte del conocimiento de
estos gobernantes proviene de los Decretos de Coptos. Sus nombres
figuran en el Canon Real de Turín, aunque está muy dañado.
Nombre común
|
Nombre
|
Comentarios
|
Reinado
|
Jety
V
|
Uahkara Jety
|
c. 2100 a. C.
|
|
Mery...
|
Mery...
|
c. 2090 a. C.
|
|
Se...ra
Jety
|
Se...ra Jety
|
c. 2080 a. C.
|
|
Jety
VI
|
Nebkaura Jety
|
c. 2070 a. C.
|
|
Jety
VII
|
Meribra
|
c. 2060 a. C.
|
|
Merykara
|
Merykara
|
c. 2050 a. C.
|
Khety V
Uahkara
Khety, o Jety V es considerado el primer faraón
del la dinastía X del Antiguo Egipto, c. 2100 a. C., durante la época
denominada por los historiadores primer periodo intermedio de Egipto.
Este
monarca gobierna desde Heracleópolis
Magna, pero sólo controlaba parte del país y debió enfrentarse a los
mandatarios de la rival dinastía XI con sede en Tebas, en el Alto Egipto.
Su nombre
no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo
mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea. Un pequeño fragmento con el
inicio de su titulatura, Nesut-Bity, inscrito en el Canon Real de Turín,
registro 5.1, es lo único que perduró de él.
Khety VI
Khety Nebkaura
Jety, o Jety VI, fue un faraón del la dinastía X del Antiguo Egipto
Su nombre
no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo
mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea. Un pequeño fragmento con el
inicio de su titulatura, Nesut Bity, inscrito en el Canon Real de Turín,
registro 5.x, es lo único que perduró de él.
Según J.
von Beckerath él fue padre de Merykara y el autor de los famosos Preceptos
para el rey Merykara.
Sin embargo
otros estudiosos sugieren que, posiblemente, fue el abuelo de Merykara, siendo J
Khety VII
el autor de los Preceptos, su sucesor.
Khety VII
Posible
hijo de Khety VI, y padre de Merykara, el destinatario de los famosos Preceptos
inscritos en papiro, con grafía hierática: las Enseñanzas de Jety para su
hijo Merykara. En estos Preceptos instruye a su hijo cómo debe
tratar con la nobleza. Después de una descripción de la crisis social, acaecida
en el primer periodo intermedio, el gobernante explica las maneras de restaurar
el orden y recobrar la gloria perdida de la monarquía. Los Preceptos son
el primer logro del periodo de la llamada literatura moralista,
alternando aspectos éticos y sublimes con un sutil análisis de las reglas de la
política interna y externa.
Su nombre
no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo
mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea. En el Canon Real de Turín,
registro 5.x, sólo quedó un pequeño fragmento inscrito con el inicio de su
titulatura, Nesut Bity.
Merykara
Merikara es último faraón del la dinastía X, c. 2050 a. C.,
durante la época histórica denominada primer periodo intermedio de Egipto.
Es el
último rey que gobierna desde Heracleópolis Magna. Sólo controla parte del país
y debe enfrentarse con Mentuhotep II, el faraón de la rival dinastía XI con
sede en Tebas.
Es hijo de Khety
VII, y pudiera ser el destinatario de los famosos preceptos inscritos en
papiro, con grafía hierática: las Enseñanzas de Khetypara su hijo Merikara.
Fue
enterrado en una pirámide llamada "Uadsut Merykara",
construida en Saqqara, y aunque se desconoce el lugar exacto donde se erigió,
podría ser la pirámide en ruinas situada al este de la de Teti.
La novena
dinastía fue fundada en Herakleopolis Magna, y la décima dinastía continuó
allí. En este momento, Egipto no estaba unificado, y existe cierta
superposición entre estas y otras dinastías locales. El Canon de
Turín enumera a dieciocho reyes para esta línea real, pero sus nombres
están dañados, no se pueden identificar o se pierden.
La
siguiente es una posible lista de gobernantes de la Décima Dinastía
basada en el Canon de Turín, ya que los egiptólogos tienen diferentes opiniones
sobre el orden de sucesión dentro de las dos dinastías. Entre ellos, solo
Wahkare Khety y Merykare están, sin duda, atestiguados por hallazgos
arqueológicos:
Décima dinastía
(según Hayes) (c. 2130 - 2040 a.C)
Nombre
|
Comentarios
|
Meryhathor (?)
|
Existencia
dudosa, conocida de un graffito dañado en Hatnub
|
Neferkare
VIII
|
Podría ser
el Kaneferre menciona en la tumba
del nomarca Ankhtifi
|
Wahkare
Khety III
|
Posiblemente
el supuesto autor de la Enseñanza para el Rey Merykare
|
Merykare
|
Principal
oponente del faraón tebano Mentuhotep II
|
[nombre
perdido]
|
Un sucesor
efímero ("x meses") de Merykare
|
Meryhathor o Meryt-Hathor, fue un faraón de la décima dinastía de
Egipto, durante el Primer Período Intermedio.
Considerado
como el fundador de la dinastía, Meryhathor debería haber comenzado su reinado
en c. 2130 a.C. Su nombre no se menciona en la Lista del Rey de
Turín, pero Djehutynakht II, un nomarca del nombre de
Hare que reside en Hermopolis, ordenó un graffito de tinta
que menciona a Meryhathor en las canteras
de alabastro en Hatnub: hasta ahora, esta es la única certificación
de este rey.
Existe una
disputa con respecto a su nombre: dado que el signo "Hathor"
(C9 en la lista de signos de Gardiner) está dañado parcialmente, algunos
autores como Edward Brovarski creen que el nombre real de este faraón
podría ser Meryibre ("Amado de los corazón de Ra") que
es algo más cercano a la tradición menfita. Además,
algunos egiptólogos que apoyan la lectura alternativa también
combinan a este rey con su sucesor Neferkare VIII; por lo tanto, no
es raro encontrar a un faraón Neferkare-Meryibre como el fundador de
la 10ª Dinastía.
El nomarca Djehutynakht II (izquierda) y
el cartucho de Meryhathor (derecha), de Hatnub
Neferkare VIII fue
el segundo faraón de la décima dinastía del antiguo
Egipto (entre 2130 y 2040 aC, durante el primer período
intermedio).
El praenomen "Neferkare"
sugiere que él se consideraba un legítimo sucesor de Pepi II
Neferkare de la 6ta dinastía, muy parecido a los
muchos reyes menfitas homónimos de la Octava dinastía. Probablemente
fue el octavo rey en llevar este nombre (de ahí el "VIII"), aunque a
muchos de sus predecesores a veces se los llama por una combinación de
sus praenomen y nomen (por ejemplo, Neferkare Tereru o Neferkare
Khendu).
Definitivamente
está atestiguado solo en la Lista del Rey de Turín, ya que no se le conoce
por ningún descubrimiento arqueológico. Es muy poco probable que Neferkare
VIII y el enigmático rey Ka-nefer-re mencionados en la tumba
del nomarca Ankhtifi sean la misma persona, y es algo más
probable que Kaneferre deba ser identificado con Neferkare VII de
la 9ª Dinastía anterior.
Wahkare Khety fue
un antiguo faraón egipcio de
la Dinastía 9 o 10 durante el Primer Período
Intermedio.
La
identidad de Wahkare Khety es controvertida. Mientras que algunos eruditos
creen que fue el fundador de la Novena Dinastía, muchos otros lo ubican
en la décima Dinastía posterior.
Hipótesis dinastía noveno
Si Wahkare
Khety fue el fundador de la Novena Dinastía, puede identificarse con
el rey helenizado Achthoês, el fundador de esta dinastía según Manetho. Manetho
reporta:
"El primero de estos [reyes], Achthoês, que se
comportó de manera más cruel que sus antecesores, causó problemas a la gente de
todo Egipto, pero luego fue golpeado por la locura y asesinado por
un cocodrilo".
Si esta
hipótesis es correcta, Wahkare Khety pudo haber sido
un príncipe heraclopolitano que se aprovechó de la debilidad de
los gobernantes menfitas de la Octava Dinastía para tomar
el trono del Medio y Bajo Egipto alrededor del 2150 a. Esta
hipótesis está respaldada por inscripciones contemporáneas que se refieren al
reino del norte de Herakleopolitan como la Casa de Khety, aunque eso
solo prueba que el fundador de la 9na Dinastía fue un Khety, pero no
necesariamente Wahkare Khety.
10a dinastía hipótesis
Muchos
eruditos creen, en cambio, que Wahkare Khety fue un rey de la décima dinastía,
lo identificó con el Khety que fue el supuesto autor de la
famosa Enseñanza para el rey Merikare, lo que lo coloca
entre Neferkare VIII y Merikare. En esta reconstrucción,
Wahkare es el último rey de Herakleopolitan que lleva el nombre de Khety,
y el cruel fundador de la IX Dinastía Achthoês se identifica
con Meryibre Khety, y la Casa de Khety debe referirse a él en su
lugar.
De
las Instrucciones, se sabe que Wahkare Khety, en alianza con
los nomarcas del Bajo Egipto, logró repeler a los "asiáticos"
nómadas que durante generaciones vagaron en el Delta del Nilo. Esos
nomarcas, aunque reconocían la autoridad de Wahkare, gobernaban de facto
de manera más o menos independiente. La expulsión de los asiáticos
permitió el establecimiento de nuevos asentamientos y estructuras de defensa en
las fronteras del noreste, así como la repetición de los intercambios con
la costa levantina. Wahkare, sin embargo, advirtió a
Merikare que no descuidara la protección de estas fronteras, ya que los
"asiáticos" todavía eran considerados un peligro.
En el sur,
Wahkare y el fiel nomarca de Asyut Tefibi retomaron la ciudad
de Thinis, previamente capturada por los tebanos liderados
por Intef II; sin embargo, las tropas de Herakleopolis saquearon
la necrópolis sagrada de Thinis, un delito grave que fue
tristemente denunciado por el propio Wahkare. Este crimen causó la
reacción inmediata de los tebanos, quienes más tarde finalmente capturaron a
los nomos Thinite. Después de esos acontecimientos, Wahkare
Khety decidió abandonar esta política belicosa y comenzar una fase de
coexistencia pacífica con el reino del sur, que duró hasta parte del reinado de
su sucesor Merikare, quien sucedió el largo reinado (cinco décadas) de
Wahkare.
No hay
evidencia contemporánea que lleve su nombre. Sus cartuchos aparecen en
un ataúd de madera de la XII Dinastía, grabado con textos
de ataúd y originalmente creado para un administrador llamado Nefri, fue
encontrado en Deir el-Bersha y ahora se encuentra en el Museo de
El Cairo (CG 28088). En él, el nombre de Wahkare Khety fue
encontrado una vez en lugar de Nefri, pero se desconoce si los textos fueron
inscritos originalmente para el rey, o si simplemente se copiaron más tarde de
una fuente anterior. Su nombre es quizás también atestiguado en
el canon real de Turín.
Merikare (también Merykare y Merykara)
fue un antiguo faraón egipcio de la décima
dinastía que vivió hacia el final del primer período
intermedio. Su nombre no puede ser reconocido en la Lista del Rey de
Turín. Las fechas de su reinado son inciertas y debatidas entre los
estudiosos.
Según
muchos estudiosos, gobernó al final de la décima dinastía en su mediana
edad, luego de un largo reinado de su padre. La identidad de su
predecesor (el llamado "Khety III", quien fue el supuesto autor de
la Enseñanza para el rey Merikare) sigue siendo una cuestión de debate
entre los egiptólogos. Algunos eruditos tienden a identificar al
predecesor de Merikare con Wahkare Khety. Estos sebayt
("Enseñanzas", en el antiguo egipcio), posiblemente compuestas
durante el reinado de Merikare y atribuidas de manera ficticia a su padre, son
una colección de preceptos para el buen gobierno. El texto también
menciona las fronteras orientales, recientemente aseguradas, pero que todavía
necesitan la atención del rey. En el texto, el padre anónimo
de Merikare menciona haber despedido a Thinis, pero él aconseja
a Merikare tratar más indulgente con los problemáticos reinos
del Alto Egipto.
Una vez
coronado, alrededor del año 2075 a. C., Merikare se resignó sabiamente a
la existencia de dos reinos separados (el Herakleopolite y
el Theban) y trató de mantener la política de coexistencia pacífica
lograda por su padre. Parece que el período de paz trajo cierta
prosperidad al reino de Merikare. Algún tiempo después, el faraón se vio
obligado a navegar por el Nilo con su corte en una gran flota. Una vez que
llegó a Asyut, el rey instaló al leal nomarca Jety II, quien
sucedió a su difunto padre Tefibi; también hizo restauraciones en el
templo local de Wepwawet. Después de eso, Merikare avanzó río arriba hacia
la ciudad de Shashotep, probablemente para sofocar una revuelta, y al
mismo tiempo como una demostración de fuerza en las turbulentas áreas de la
frontera sur.
Merikare
murió en c. 2040 a.C, unos meses antes de la caída de
Herakleopolis. Por lo tanto, la derrota final de los Thebans, liderada
por Mentuhotep II de la 11a Dinastía, fue probablemente
infligida a un sucesor sin nombre, efímero y sin nombre.
Muchas
fuentes sugieren que Merikare fue enterrado en una pirámide aún por descubrir
en Saqqara, llamada Flourishing son las Moradas de Merikare, que
tenían que estar cerca de la pirámide de Teti de la 6ta
Dinastía. Los títulos de los funcionarios involucrados en su construcción
están documentados, ya que su culto funerario se mantuvo en la XII
Dinastía; de hecho, el cartucho de Merikare aparece en las estelas de al
menos cuatro sacerdotes responsables del culto funerario de Teti y
Merikare durante el Reino Medio. Incluyen a Gemniemhat que
también ocupó otros cargos importantes.
Merikare es
el más atestiguado entre los gobernantes de Herakleopolite. Su nombre
aparece en:
·
la Enseñanza para el Rey
Merikare;
·
una paleta
de madera de escriba perteneciente al canciller Orkaukhety,
que se encuentra en una tumba cerca de Asyut (junto con un brasero dedicado
a Meryibre Khety) y ahora en el Louvre;
·
las inscripciones de la tumba
del nomarca Jety II, en Asyut;
·
Nueve estelas que atestiguan
la existencia de su pirámide y su culto funerario en Saqqara.
Hipótesis de un reinado
En 2003, el
egiptólogo Arkadi F. Demidchik sugirió que la ubicación de Merikare dentro de
la dinastía debería reconsiderarse. Según él, si Merikare reinó durante la
campaña liderada por Mentuhotep II, entonces la pirámide del primero y su culto
no podrían haber sobrevivido a la conquista tebana; nuevamente, es
probable que Merikare no pueda obtener granito del Sur como se
menciona en las Enseñanzas. Demidchik también argumentó que las
batallas para Thinis mencionadas por Tefibi y Merikare eran las mismas, que se
libraban en el frente opuesto por el gobernante tebano Wahankh Intef II,
lo que sugiere que el reinado de Merikare debería ubicarse algunas décadas
antes de lo que generalmente se piensa, cuando la Décima Dinastía El poder
estaba en su apogeo.
La Pirámide de Merikare es una antigua pirámide egipcia que
permanece sin identificar, pero está atestiguada por inscripciones en estelas
funerarias y posiblemente se encuentra en Saqqara La pirámide se
presume que es el lugar de enterramiento de
la Herakleopolitan faraón Merikara, que gobernó hacia el final
de la dinastía décimo c. 2040 aC durante el Primer Periodo
Intermedio. A veces, la pirámide sin cabeza en el norte de
Saqqara se identifica como la pirámide de Merikare, aunque esta última es más
probable que pertenezca al faraón Menkauhor.
Aunque no
se ha descubierto, la pirámide de Merikare es la única pirámide certificada de
un rey que pertenece a las dinastías Herakleopolitan (la novena y la
décima). La pirámide es conocida por nueve inscripciones, ocho de las
cuales son del norte de Saqqara; Mientras que el noveno es de origen
desconocido. De esas inscripciones se sabe que el antiguo nombre de la
pirámide era "Wadj Sut Merikare", traducido de diversas
maneras como "Florecientes son las moradas de
Merikare" o "Los lugares frescos de
Merikare". Todas estas inscripciones se encontraron en las tumbas de
los sacerdotes y al menos cuatro de estos sacerdotes fueron responsables del
culto funerario de los dos reyes Merikare y la sexta
dinastía anterior.rey Teti. Los sacerdotes vivían a principios
del XII dinastía (1991 a.C - 1802 a.C), lo que demuestra que
los cultos funerarios de estos reyes permanecieron activos durante
el Imperio Medio y, lo más importante, que la pirámide de Merikara
debe haber estado en las inmediaciones de la pirámide de Teti, en Saqqara.
Utilizando
las estelas funerarias de los sacerdotes de la duodécima dinastía, Cecil
Mallaby Firth creyó haber encontrado la pirámide de Merikare en 1926 en la
esquina sureste de la de Teti. Desafortunadamente, la estructura
identificada por Firth más tarde resultó que era la
pequeña pirámide de culto del
complejo piramidal de Teti.
Otra
hipótesis surgió en la segunda mitad del siglo XX, identificando la pirámide de
Merikare con la pirámide de Lepsius núm. XXIX, ubicado en
Saqqara-norte y comúnmente conocido como la "Pirámide sin
cabeza". Más tarde, esta hipótesis fue rechazada por algunos
académicos como Jocelyne Berlandini, quien propuso en 1979 que la Pirámide sin
cabeza es más probable que pertenezca al faraón Menkauhor
de la Quinta Dinastía, el único gobernante de la Quinta
Dinastía cuya pirámide no había sido identificada formalmente. Berlandini
basó su conclusión en las técnicas de construcción presentadas en la pirámide y
en el hecho de que, en gran medida, los sacerdotes del culto funerario de
Menkauhor fueron enterrados en el norte de Saqqara.
En 1994,
sin embargo, Jaromir Malek publicó un estudio argumentando nuevamente
que Merikare es el propietario de la pirámide sin cabeza. Por ejemplo,
Malek señala que no se encuentran entierros que datan de la Quinta Dinastía en
las inmediaciones de la pirámide sin cabeza.
En 2008,
las continuas excavaciones en el sitio de la Pirámide sin cabeza bajo la
dirección de Zahi Hawass corroboraron la asignación de Berlandini a
la Quinta Dinastía. Se llegó a esta conclusión basándose en las
evaluaciones de la estructura del monumento y en los materiales de construcción
empleados, siendo ambos típicos de esa época. Aunque no se descubrieron
inscripciones para nombrar a un faraón, Hawass atribuyó la pirámide a
Menkauhor, ya que es el único faraón de la Quinta Dinastía cuya pirámide no
había sido identificada. Si Berlandini y Hawass tienen razón, entonces la
pirámide de Merikare permanece sin descubrir, en algún lugar de las arenas de
Saqqara.
Mapa de Saqqara: en rojo, la pirámide sin
cabeza (Lepsius XXIX), inicialmente identificada con Merikare, pero a veces
identificada como la de Menkauhor Kaiu
Dinastía XI
La Undécima
Dinastía del antiguo Egipto (conocida como Dinastía XI) es
un grupo de gobernantes bien atestiguado. Sus miembros anteriores antes
del Faraón Mentuhotep II se agrupan con las
cuatro dinastías anteriores para formar el Primer Período
Intermedio, mientras que los miembros posteriores se consideran parte
del Reino Medio. Todos ellos gobernaron desde Tebas en el
Alto Egipto.
La
cronología relativa de la 11a Dinastía está bien establecida por atestaciones
contemporáneas y, a excepción del Conde Intef y Mentuhotep IV, por
el canon de Turín.
Faraones de la Dinastía XI
Nombre común
|
Nombre de Nesut-Bity
|
Nombre de Sa-Ra
|
Comentarios
|
Reinado
|
Intef, hijo de Iku
|
Intef
|
c. 2160 a. C.
|
||
Mentuhotep I
|
Mentuhotep
|
c. 2150 a. C.
|
||
Intef I
|
Sehertauy
|
Intef
|
c. 2130 a. C.
|
|
Intef II
|
Uahanj
|
Intef
|
2118 - 2069 a. C.
|
|
Intef III
|
Najtnebtepnefer
|
Intef
|
2069 - 2061 a. C.
|
|
Mentuhotep II
|
Nebhepetra
|
Mentuhotep
|
Comienzo del Imperio Medio c.
2040
|
2061 - 2010 a. C.
|
Mentuhotep III
|
Seanjkara
|
Mentuhotep
|
2010 - 1998 a. C.
|
|
Mentuhotep IV
|
Nebtauyra
|
Mentuhotep
|
1998 - 1991 a. C
|
La
declaración de Manetón de que la dinastía XI consistió en 16 reyes,
quienes reinaron durante 43 años se contradice con las inscripciones
contemporáneas y la evidencia de la Lista del Rey de Turín, cuyo
testimonio combinado establece que este reino consistió de siete reyes que
gobernaron por un total de 143 años. Sin embargo, su testimonio de que
esta dinastía se basó en Tebas se verifica por la evidencia
contemporánea. Fue durante esta dinastía que todo el antiguo
Egipto se unió bajo el Reino Medio.
Esta
dinastía tiene sus orígenes en un nomarca de Tebas, "Intef el
Grande, hijo de Iku", que se menciona en varias inscripciones
contemporáneas. Sin embargo, su inmediato sucesor, Mentuhotep
I, es considerado el primer rey de esta dinastía.
Lista de Reyes de Abydos cartuchos 57 a 61
Una
inscripción tallada durante el reinado de Wahankh Intef II muestra
que él fue el primero de esta dinastía en afirmar que gobernaba todo Egipto,
una afirmación que puso a los Thebans en conflicto con los gobernantes
de Herakleopolis Magna, X Dinastía. Intef emprendió varias
campañas hacia el norte y capturó el importante nombre de Abydos.
La guerra
continuó de manera intermitente entre las dinastías Thebean y Heracleapolitan
hasta el 14º año regnal de Nebhepetre Mentuhotep II, cuando los
Herakleopolitans fueron derrotados, y esta dinastía podría comenzar a
consolidar su gobierno. Los gobernantes de la Dinastía XI reafirmaron la
influencia de Egipto sobre sus vecinos en África y el Cercano
Oriente. Mentuhotep II envió renovadas expediciones
a Fenicia para obtener cedro. Sankhkara Mentuhotep
III envió una expedición desde Coptos al sur a la tierra
de Punt.
El reinado
de su último rey, y así el final de esta dinastía, es algo así como un
misterio. Los registros contemporáneos se refieren a "siete años
vacíos" después de la muerte de Mentuhotep III, que corresponden al
reinado de Nebtawyra Mentuhotep IV. Los estudiosos modernos
identifican a su visir Amenemhat con Amenemhat I, el primer rey
de la Dinastía XII, como parte de la teoría de que Amenemhat se convirtió
en rey como parte de un golpe de estado en un palacio. Los únicos detalles
ciertos del reinado de Mentuhotep fueron que dos presagios notables fueron
presenciados en la cantera de Wadi Hammamat por el visir Amenemhat.
EL “DOMINIO TEBANO” Y LA
NECRÓPOLIS DE EL-TARIF
Durante el Imperio Antiguo, Tebas, la capital del 4º nome del Alto
Egipto, había sido una ciudad de provincia de tercera categoría. Sin embargo, a
principios del período de Heracleópolis, se sabe, por una estela funeraria
recuperada del extenso cementerio de el-Tarif, en la orilla izquierda, justo
frente al templo de Karnak, de un grupo de supervisores de sacerdotes a cargo
de los asuntos locales.
A este grupo de funcionarios le sucedió un nomarca, Intef, que
combinaba - como había ocurrido con Ankhtifi – el cargo de “Jefe Supremo del nome de Tebas” con el de “Supervisor de Sacerdotes”. Además, reclamaba
para sí los títulos de “Confidente del Faraón de la estrecha puerta del Sur”
(Elefantina), y “Jefe Supremo del Alto Egipto”.
Puesto que esta inscripción referente a Intef se encontró en el
cementerio de Dendera, la capital del 6º nome del Alto Egipto, parece justo dar por hecho que su autoridad fue
reconocida mucho más allá de los confines de su propia provincia.
Este nomarca, Intef, es con toda probabilidad el mismo que el tal
“Intef el Grande, nacido de Iku”, que aparece en las inscripciones
contemporáneas, y al que el propio faraón Senusret I (1.956-1.911 a.C.), de
principios del Imperio Medio, dedicó una estatua en el templo de Karnak. Y aún
más, a este personaje se le describe como “conde Intef”, antepasado de la
Dinastía XI tebana en la lista-real que aparece inscrita en las paredes de la
“capilla de antepasados reales” de Tutmosis III, en Karnak.
No obstante, sólo su inmediato sucesor, Mentuhotep I, fue
considerado faraón en la tradición posterior, aunque el nombre de Horus que se
le asignó, a saber Tepy-a literalmente
“el antepasado” lo delata como ficción póstuma.
Las fuentes epigráficas posteriores carecen de información sobre Mentuhotep I y
su hijo Sehertawy Intef (2.125-2.112 a.C.), si bien la tumba de éste último
sigue siendo la referencia más prominente de la necrópolis de el-Tarif, y sigue
sirviendo como único monumento que sobrevive del poder y grandiosidad de los
primitivos faraones tebanos.
Durante el Primer Período Intermedio, en la necrópolis de
el-Tarif, se desarrolló un nuevo tipo de tumba rupestre; aparentemente para su
adaptación a la topografía local. En las tumbas pequeñas del personal privado,
se empezaba excavando un amplio patio en el estrato de grava y marga de la baja
terraza del desierto. En la cara trasera de este patio, un pórtico con una fila
de pesados pilares cuadrados formaban la fachada de la tumba; y es esta fila de
pilares la que dio nombre a la designación moderna del tipo de arquitectura
conocido como tumba-saff (del árabe saff o “fila”). Un corto y estrecho corredor situado en el centro de
la fachada, conducía a la capilla de la tumba, en la que también se encontraba
el pozo funerario que daba acceso a la tumba.
El Faraón Intef I decidió construir para él una tumba-saff de dimensiones gigantes. El “Patio de Saff Dawaba”, como así se
le conoce hoy, se excavó en la tierra como un gigantesco rectángulo de 300 m de
largo y 54 m de ancho; de él se sacaron 400.000 metros cúbicos de grava y roca
blanda, que apilados, formaban dos cúmulos bajos a ambos lados del patio.
Su parte frontal, donde antaño se habría alzado algún tipo de
capilla de entrada, desgraciadamente se ha perdido, pero la trasera, con su
amplia fachada formada por una doble fila de pilares cortados en roca, y tres
capillas – una para el faraón y dos, probablemente, para sus esposas – aún
permanece relativamente bien conservada. Como la superficie de las paredes está
totalmente desconchada, no se puede apreciar si originalmente estuvieron
pintadas. No obstante, la Saff Dawaba parece haber sido una impresionante pieza
de arquitectura que revela algunos de los fundamentos de la recién constituida
realeza.
Sobre todo, no hay el mínimo intento de emular a la arquitectura
funeraria del Imperio Antiguo. Más bien se diría que los faraones tebanos
crearon un tipo explícito de tumba real tebana tomada del repertorio de la
tradición local. Aún más, contrariamente a lo que hicieron muchos de los
faraones del Imperio Antiguo, no lucharon por imponer la exclusividad de su
localización; las tumbas reales continuaron situadas en el cementerio principal
de Tebas, justo en frente de la ciudad y sus templos, al otro lado del río.
Aquí, el lugar de enterramiento del faraón estaba rodeado, no sólo
de tumbas de un reducido círculo de cortesanos, sino por el cementerio de la
población local. Además, las capillas de las pequeñas tumbas colocadas a los
lados del patio de la tumba real, proporcionaban espacio para eventuales
enterramientos de algunos de sus seguidores. El mensaje, pues, que transmitía
esta arquitectura, estaba enfocado no sólo a engrandecer la posición del
faraón, sino también resaltar el hecho de que estos gobernantes estaban
arraigados en el entorno tebano y en la sociedad local.
Los sucesores inmediatos de Intef I – Wahankh Intef II y
Nakht-Nebtepnefer Intef III – continuaron construyéndose tumbas-saff muy similares en la necrópolis de el-Tarif, en paralelo a la Saff
Dawaba. Cuando Mentuhotep II se trasladó al nuevo yacimiento de Deir el-Bahri
es probable que sólo fuese porque el terreno apropiado para la arquitectura
monumental se habría ya agotado en el-Tarif.
Intef el Viejo
Considerado el auténtico fundador de la dinastía XI de Egipto, que
gobernó desde Tebas de c. 2119 a 2103 a. C., probablemente en corregencia
con su padre Mentuhotep I "el
viejo", un líder local (Dodson, Malek).
En esta época Egipto estaba dividido e intentó reunirlo bajo su
control. Consiguió agrupar en torno a su persona a todos los nomarcas del sur,
a través de la diplomacia o de la fuerza. Inmediatamente después se proclamó faraón
y gobernó sobre todo el Alto Egipto, estableciendo su capital en Tebas, incluso
llegó a escribir su nombre en un cartucho y así tener un nombre de Horus como
los antiguos faraones.
Le fue posible oponerse a los más poderosos gobernantes de Heracleópolis
porque había tan profunda enemistad entre los diferentes contendientes que solo
el proclamarse enemigo levantaba seguidores. Pero los reyes de Heracleópolis,
en el Bajo Egipto, retuvieron el poder durante su reinado, lo que originó un
siglo de guerras civiles.
Intef el Viejo sentado, en lo que es
quizás su estela funeraria CG 20009
Intef I se enfrentará con el monarca
heracleopolitano Neferkara, abriéndose una profunda brecha por la separación de
Egipto en dos grandes bloques dirigidos por ambos soberanos. Las relaciones
entre ambos territorios entrarán en un periodo de calma, rota por puntuales
conflictos fronterizos que provocarán una verdadera guerra de la que tenemos
constancia por las inscripciones encontradas en la tumba de Anjtifi, aliado de
Neferkara. Anjitifi luchó contra Intef, saliendo victorioso en un primer
momento. Las luchas parecen interrumpirse por una gran hambruna que afectó al
Alto Egipto. Al continuarlas Intef parece el vencedor, falleciendo poco
después.
Intef I conquistó algunas ciudades al norte de Tebas, como Coptos
y Dendera, dominó también las poblaciones de Hieracómpolis y El-Kab.
La mayoría de los contemporáneos que mencionan a Intef I lo
citan como "Príncipe". Es nombrado en la sala de antepasados
de Thutmose III, en la dinastía XVIII, como "Noble y príncipe
hereditario", en una estela lo denominan "El príncipe
hereditario, Noble gran señor del nomo de Tebas", y en otra de Dendera
lo llaman "El gran príncipe del Sur". Es posible que Intef I
tuviera parentesco con la antigua familia real e intentara recobrar el trono
apoyándose en las antiguas tradiciones.
Se cree que Intef I murió joven, probablemente de mediana edad, y
fue enterrado en una estrecha tumba perforada en la roca, en la ribera
occidental de Tebas, en El-Tarif. El diseño consistía en un gran patio, cortado
en la ladera de la montaña, con varias tumbas perforadas en un lateral. La
tumba del propio rey no era mucho más grande que cualquiera de las otras
secundarias, probablemente construidas para los miembros de la familia, esposas
y altos cortesanos.
Mentuhotep
I (2066 - 2010 a.C.)
Los acontecimientos.
Un primer problema que plantea Mentuhotep I radica en su onomástica. A la muerte de su padre Antef III de Tebas toma el nombre de Horus Seankhistaui (Horus el que hace
latir el corazón del doble país). Ello revela su afán de reunificar Egipto.
Mentuhotep I inicia la conquista de los territorios dominados por la
Confederación Heracleopolitana. En 2056 acaece una tentativa por los
heracleopolitanos de apoderarse del nomo de Tinis por ser su capital, Abidos,
el centro del culto a Osiris.
Dos motivos impulsan al nomarca de Heracleópolis Khety IV, sucesor de Merikare a la
cabeza de la Confederación Heracleopolitana en 2070. Uno es el prestigio que
puede dar a Heracleópolis en Egipto entero la tenencia de Abidos por el
incremento del culto a Osiris durante el primer período intermedio. El segundo
su erróneo juicio de la merma de los recursos de la Confederación Tebana por la
carestía que padece Tebas en el transcurso de los años postreros de Antef II y todo el reinado de Antef III según la estela de Ideen de
Ábidos. Sin embargo Khety IV no cuenta con el talento castrense de Mentuhotep I
y es derrotado.
Las primeras victorias de Mentuhotep
I sobre la Confederación Heracleopolitana le llevan a cambiar su nombre por
Horus Meteryhedjet (Horus el de la
divina corona blanca). Para comprender esto se ha de tener en cuenta que los
atributos reales del Alto Egipto son el papiro, el cayado de pastor y la tiara
blanca que se contraponen a los del Bajo Egipto (loto, flagelo y corona roja).
Al hacerse llamar Horus Meteryhedjet recalca que domina por completo el Valle
del Nilo. Su conquista de Heracleópolis hacia 2046 impulsa a Mentuhotep I a
asumir el nuevo antropónimo de Horus
Sematauy (Horus el que unió el doble país). De este manera concluye el
proceso reunificador.
Para dominar los nomos Mentuhotep
I emplea unas veces la fuerza pero con mayor frecuencia recurre a la
diplomacia. Por tanto Mentuhotep I funda la Dinastía XI. Sus antecesores (Antef
I, Antef II y Antef III) son nomarcas de Tebas. Encabezan la precitada Confederación
Tebana aunque la historiografía posterior forme con ellos la X Dinastía tebana
por contraposición a sus enemigos los nomarcas de Heracleópolis quienes
constituyen la IX Dinastía heracleopolitana.
Tras su conquista de Heracleópolis Mentuhotep I consigue que todos los nomarcas reconozcan la
hegemonía de Tebas donde instala la capital del Egipto reunificado.
Una prueba del mayor uso de sistemas pacíficos se halla en el
escaso número de destituciones de nomarcas que hace. Sin embargo insiste en la
unidad de Egipto reforzando el poder central con tebanos. Así designa tres
visires, cuatro virreyes, el Gobernador del Bajo Egipto y el inspector del nomo
XIII (Heracleópolis) entre familias de Tebas vinculadas a los Antef. Este
último cargo se crea para sustituir a los vencidos nomarcas de Heracleópolis a
la cabeza de la administración de aquel nomo.
Forzosamente ha de recaer en una persona de la máxima confianza
del Primero de los Mentuhotep pues en Heracleópolis se corren graves riesgos de
sublevaciones de sus habitantes quienes no se resignan a su derrota frente a
Tebas y a la lógica pérdida de su primacía al menos sobre el Delta. Por tanto
con Mentuhotep I aparecen los tres rasgos capitales de la XI Dinastía: el
absolutismo y la divinización del faraón; un acentuado individualismo frente a
la anarquía anterior que se percibe más en el Alto que en el Bajo Egipto y el
predominio de Tebas.
En la política exterior Mentuhotep I envía una expedición a la
parte meridional de Nubia en el año 24 de su reinado. Pretende castigar a los
nubios meridionales, muchos de los cuales habían servido de mercenarios a la
Confederación Heracleopolitana. Controla el Wadi Hammamat que enlaza el Valle
del Nilo desde Koptos con la costa del Mar Rojo y ofrece importantes canteras.
Reinicia la explotación de las minas del Sinaí y el comercio exterior tan
constreñido durante el primer período intermedio. Así han aparecido objetos con
su nombre en Palestina y Creta. Asimismo se considerará a Mentuhotep, una vez
muerto, genio protector del Sinaí. Lo prueba una estatua de tiempos posteriores.
Por Occidente Mentuhotep I lucha contra los escurridizos tejenu y
midjau. No obstante los tejenu practican una guerra de pequeñas emboscadas y
fugas en el Desierto, muy incómoda para los soldados del faraón de modo que las
noticias literarias dicen que ni se les vencía, ni se les podía vencer. Este
faraón construye templos en El Qab, Tod, Denderah y la Isla Elefantina. Su obra
principal es el templo funerario que se erige en el lado oeste del acantilado
de Deir-el-Bahari en las cercanías de Tebas. Se conserva muy poco pues sus
materiales son aprovechados en el transcurso del Imperio Nuevo. El templo
funerario de Mentuhotep I supone una inteligente mezcla de sepultura rupestre y
pirámide.
Con su sucesor Uahanj-Intef II, el sur, según nos narra la biografía de Hetepi
procedente de EL-Kab y la tabla de Karnak (DXVIII), se unió bajo su liderazgo y
proclamándole rey del Alto y Bajo Egipto, fundando la Dinastía XI.
La
monarquía Heracleópolitana de la Dinastía X gobernada por Uahkara-Jety contraatacó destruyendo
Abidos y Tinis que se había sublevado. Uahanj-Intef
II resultó vencedor independizándose del Bajo Egipto, y controlando el Alto
Egipto excepto Assiut.
Las referencias a este conflicto, provienen tanto
de las tumbas de Tebas, como las de Deir Rifeh, cerca de Asiut. Durante esta
época, Egipto se sumergió en un largo y duro enfrentamiento para alcanzar el
poder, entre el gobierno del Norte con MerIkare-Jety,
(cuya época coincide probablemente con la narración literaria “Instrucciones a Merikare”). Este rey, tras establecer una política de alianzas y represiones
con los pueblos extranjeros inmigrantes, sobre todo tribus beduinas que se
instalaban en el Delta y en el Bajo Egipto, acabó por expulsarlos. Allí instala
colonos para evitar nuevas penetraciones de nómadas. Dividió el reino en
distritos que dependían de Menfis y construyó canales de regadío.
Luchó contra Uahanj-Intef
II y Najtnebtepnefer-Intef III de Tebas. Este último consiguió
arrebatarle Assiut. Su sucesor Nebhepetre-Mentuhotep
II acabó con Nebkaure-Jety y con
la dinastía X Heracleópolitana, aunque no se conocen detalles como ocurrió,
sabemos, según textos hallados, que dos de sus funcionarios sirvieron en la
propia Heracleópolis. Es decir que hacia el año 2000 a.C., Mentuhotep
II reunificó el Alto y Bajo Egipto en el año 14 de su reinado, adoptando el
nombre de Horus Sematauy ("El que une los Dos Países"). También están
descritas durante este periodo expediciones a Nubia y Sinaí y posiblemente
escaramuzas en la zona de Siria y Palestina. Con esto finaliza el Primer
Periodo intermedio.
Losa de caliza
de la tumba de Nihebsedpepy. Primer Periodo Intermedio. Probablemente del Alto
Egipto.
Mentuhotep I (también Mentuhotep-aa,
es decir, "el Grande") puede haber sido
un nomarca tebano y un gobernante independiente del Alto
Egipto durante el primer Período Intermedio
temprano. Alternativamente, Mentuhotep I puede ser una figura ficticia
creada durante la última dinastía Undécima, que se destacó bajo Intef
II y Mentuhotep II, desempeñando el papel de un padre fundador.
Mentuhotep
fue posiblemente un nomarca egipcio local en Tebas durante el primer período
intermedio temprano, ca. 2135 a.C La lista del rey de Karnak que
se encuentra en el Salón de Festivales de Thutmose III conserva,
en la posición No. 12, el nombre parcial "Men-" en un cartucho real,
distinto de los de Mentuhotep II (No. 29) o Mentuhotep III (No. 30).
). Los fragmentos disponibles de la lista de Karnak no parecen representar
faraones pasados en ningún orden cronológico, y por lo tanto uno no puede
determinar si o cuándo vivió este faraón "Hombres-". Muchos
eruditos han argumentado de la lista que un Mentuhotep I, que podría haber sido
simplemente un nomarca tebano, recibió póstumamente un título real por sus
sucesores; por lo tanto, este personaje conjeturado se denomina
convencionalmente como "Mentuhotep I".
El hecho de
que ningún monumento contemporáneo pueda atribuirse con seguridad a un rey
"Mentuhotep I" ha llevado a algunos egiptólogos a proponer que es un
antepasado ficticio y fundador de la undécima dinastía, inventado para ese fin
durante la última parte de la dinastía.
En la base
de una estatua del santuario de Heqaib en Elefantina, se hace
referencia a un Mentuhotep como "Padre de los dioses".
Este título probablemente se refiere a los sucesores inmediatos de
Mentuhotep, Intef I e Intef II que reinaron como reyes
sobre el Alto Egipto. De este título, muchos egiptólogos argumentaron que este
Mentuhotep probablemente fue el padre de Intef I y II, y también que
nunca fue un faraón, ya que este título generalmente se reservaba para los
antepasados no reales de los faraones.
El nombre
del trono de Mentuhotep es desconocido; dado que podría no haber sido un
rey, o que ningún rey de la Dinastía XI subsecuente hubiera tenido el nombre de
un trono hasta Mentuhotep II, es probable que nunca haya tenido
uno. Su nombre de Horus, Tepi-a, "El antepasado"
ciertamente se le dio póstumamente.
La esposa
de Mentuhotep podría haber sido Neferu I y la estatua de Heqaib puede
interpretarse para demostrar que él fue el padre de Intef I y II. La lista
del rey Karnak tiene aparentemente un personaje no real (sin cartela), llamado
Intef, en la posición no. 13. Esto podría posiblemente referirse
a Intef el mayor, hijo de Iku, un nomarca tebano leal a los reyes
de Herakleopolitan en el primer período intermedio temprano. Sin
embargo, los reyes en los fragmentos restantes no se enumeran en orden
cronológico, por lo que esto no es del todo cierto.
Como
nomarca tebano, el dominio de Mentuhotep quizás se extendió hacia el sur hasta
la primera catarata. Mentuhotep podría hipotéticamente haber formado
una alianza con el nomarca de Coptos, que luego llevó a su sucesor Intef I
a la guerra con los reyes hertecolopolitas de la décima dinastía
que gobiernan el Bajo Egipto y sus poderosos
aliados nomarcas en el Medio Egipto, en
particular Ankhtifi.
Sehertauy Intef, o Intef I
RPAT
Hati-a aA Hri-tp n Smaw ini-it.f (El heredero Noble, El Señor y Gran Cacique del
Sur, Intef)
|
|
Sehertawy Intef
Fui un nomarca local en Tebas durante el primer
Período Intermedio temprano y el primer miembro de la 11a Dinastía en
reclamar un nombre de Horus. Intef reinó de 4 a 16 años c. 2120
a.C o c. 2070 a.C, durante
el cual probablemente emprendió la guerra con su vecino del norte, el nomarca
coptita Tjauti. Intef fue enterrado en una tumba saff en El-Tarif,
hoy conocida como Saff el-Dawaba.
Intef es
conocido con certeza por un solo monumento casi contemporáneo: dos bloques
inscritos del templo de Montu en Tod, que fueron erigidos
durante el reinado de Mentuhotep II. Los bloques representan a
Mentuhotep II frente a los nombres de tres de sus antepasados que se
identifican por su nombre propio (nombre) y el nombre de Horus. Estos son
Intef (I) Sehertawy, Intef (II) Wahankh e Intef (III)
Nakht-neb-tep-nefer (aunque en este caso solo se conservan los nombres de
Horus Sehertawy y Wahankh). Este alivio establece la sucesión de reyes de
la XI Dinastía.
Serekh de Intef I leyendo
"Horus Sehertawy", inscrito póstumamente para él por Mentuhotep
II en el Templo de Montu en Tod, ahora en el Museo Egipcio.
No hay
monumentos contemporáneos que puedan atribuirse positivamente a Intef I. Una
posible excepción es una breve inscripción descubierta en el desierto
occidental: "las tropas de asalto del hijo de Re,
Intef". En la publicación original de la inscripción, este rey Intef
se identifica con Intef I, aunque Intef II también se ha propuesto como una
posibilidad. La inscripción se encuentra cerca de una inscripción
encargada por el nomarca Coptite contemporáneo llamado Tjauti (ver más abajo).
Intef I
está probablemente atestiguado en listas posteriores de reyes, pero esto sigue
siendo incierto ya que su nombre está perdido o dañado. En la lista
del rey de Karnak, un rey Intef aparece junto a "Hombres...",
probablemente Mentuhotep I, como parte del nombre de Horus de este último,
"el antepasado", todavía es visible. Los pocos restos del nombre
Horus de Intef I se ajustan a Sehertawy. El nombre y la duración del
reinado de Intef I no se conservan en el Canon de Turín, aunque a partir
de un análisis del espacio disponible, es posible que se mencionara a Intef I
en lo que ahora es una laguna que afecta a la entrada 5.13. Las duraciones
de los reinados de los otros reyes de la XI Dinastía se conservan en el Canon
de Turín y suman 127 años. Además, el resumen de reinados de esta dinastía
también se conserva en el Canon de Turín y se da como 143 años. Con la
fuerza de estos fragmentos mucho más posteriores, los dos reinos perdidos de
Mentuhotep I e Intef I se han calculado para sumar hasta 16 años, lo que
implica que el reinado de Intef duró menos de 16 años. Por lo tanto, a
menudo se informa que la duración del reinado de Intef es de entre 4 y 16
años. Intef I fue sucedido por su hermano Intef II, quien continuó la
guerra con los vecinos del norte del reino tebano.
Sehertawy
Intef Fui el primer miembro de su dinastía en asumir un título faraónico con
el nombre de Horus de Sehertawy interpretado de
diversas maneras como "Creador de paz en las dos
tierras" , "El que ha calmado las dos
Tierras" y "Pacificador de la dos tierras". Los
padres de Intef pueden posiblemente han sido Mentuhotep I y Neferu
I.
Al tomar un
nombre de Horus con ambas coronas, Intef se declaró gobernante de todo
Egipto. Sin embargo, su autoridad fue impugnada por los otros nomarcas
de Egipto, entre los que se cuentan los gobernantes de la décima
dinastía en Herakleopolis Magna que también reclamaron el título
de faraón y su poderoso aliado Ankhtifi, nomarca de Hierakonpolis y
un fiel seguidor de la dinastía Herakleopolitan. En su acceso al
trono de Tebas, Intef probablemente gobernó solo el nome Theban (cuarto), pero
se conjetura que después de derrotar a Ankhtifi o uno de sus sucesores, Intef
adquirió los tres nomos al sur de Tebas, hasta Elefantina., y al norte
todos los territorios al sur de la frontera con el nome
Coptite. Alternativamente, esto puede haber sido logrado por el antecesor
de Intef, Mentuhotep I. Ambas hipótesis siguen siendo conjeturas dada la
escasez de registros históricos en este período.
Intef me
enredé rápidamente en una guerra con sus vecinos del norte. Un graffito
descubierto por el Estudio del Camino del Desierto de Tebas en Gebel
Tjauti, al noroeste de Tebas, informa sobre la presencia de "las tropas de
asalto del hijo de Ra, Intef". Se ha postulado que esta
inscripción se refiere a Intef I cuyos soldados luchaban la Coptite nomarca
Tjauti. En apoyo de esta hipótesis, hay una estela gastada cercana erigida
por Tjauti que informa sobre la construcción de un camino para
permitir que su gente cruce el desierto, que el gobernante de otro nome
había sellado [cuando vino para] luchar con mi nome... Aunque no
se menciona explícitamente, Darell Baker y otros egiptólogos sostienen que este
gobernante debe ser Intef I o su sucesor Intef II. En cualquier caso, la
derrota posterior de Tjauti finalmente puso a Koptos, Dendera y los tres nomos
de Hierakonpolis bajo el control de Tebas, expandiendo el reino de Tebas 250 km
hacia el norte con una frontera cerca de Abydos.
El complejo
funerario de Intef fue excavado en la ladera de una colina en El-Tarif, en la
orilla opuesta del Nilo, en Tebas, y hoy se conoce como Saff el-Dawaba. El
sitio de El-Tarif comprende tres tumbas reales monumentales, conocidas como
tumbas saff. Las inscripciones encontradas en una tumba indican que
perteneció a Wahankh Intef II, el sucesor de Intef I. Por el contrario, el
Saff el-Dawaba está desprovisto de inscripciones, pero produjo el primer tipo
de cerámica que se encuentra en El-Tarif y, por este motivo, se asigna con
mayor frecuencia a Intef I. El Saff el-Dawaba comprende un gran patio
hundido de 300 por 75 metros (984 pies x 246 pies) respaldado por una columnata
que conduce a una capilla funeraria excavada en la colina y flanqueada por dos
cámaras. La cámara funeraria de Intef I fue excavada debajo de la capilla
del depósito de cadáveres.
Intef
II
El que refuerza la vida) |
|
Wahankh
Intef II (también Inyotef II y Antef II) fue el tercer gobernante
de la Undécima Dinastía de Egipto durante el Primer Período
Intermedio. Reinó durante casi cincuenta años desde 2112 a.C hasta 2063 a.C.
Su capital estaba ubicada en Tebas. En su época, Egipto se dividió
entre varias dinastías locales. Fue enterrado en una tumba saff en El-Tarif.
Los padres de Intef eran Mentuhotep
I y Neferu I, su predecesor Intef pudo haber sido su hermano. Intef
fue sucedido por su hijo Intef III.
EL FARAÓN WAHANKH INTEF
II (2.112-2.063 A.C.)
Mientras que Mentuhotep I e Intef I, los dos primeros faraones de
la Dinastía XI, reinaron durante sólo quince años, el reinado de cincuenta años
del hermano y sucesor de Intef I, Wahankh
Intef II, destaca como la fase más decisiva en el desarrollo de la nueva
monarquía. La más que apreciable cantidad de evidencia arqueológica, epigráfica
y artística que ha sobrevivido a su reinado, ha permitido disponer de
perspectivas introspectivas que son cruciales para el conocimiento de la
realeza tebana.
Intef II reclamó la tradicional realeza dual la nesu-bit así como el título de “Hijo de Ra”, que hace referencia al dogma
de ascendencia divina. No adoptó, sin embargo, el protocolo real completo, con
sus cinco “Grandes Nombres” la llamada
"Titularidad real quíntuple"
de la que ya se habló más ampliamente en el Capítulo I de este Proyecto.
De hecho, sólo añadió el “Nombre de Horus” Wahankh (“el que sobrelleva la
vida”) a su “Nombre de Nacimiento”, Intef, pero no el “Nombre del Trono” que
tradicionalmente incorporaría el nombre del Dios-Sol, Ra.
Por desgracia, son pocas las representaciones reales que se
conservan, lo que hace imposible decidir si usaba la colección completa de
coronas reales, y otras insignias, aunque el nivel de evidencia de que se
dispone sugiere que no es probable. Los primitivos faraones tebanos, pues, eran
plenamente conscientes del carácter limitado de su mando.
Fiel a sus orígenes sociales entre los magnates de provincia,
Intef II hizo confeccionar una estela biográfica que se alzaba en la capilla de
entrada a su tumba-saff en el-Tarif.
Este monumento, que nos muestra una representación del faraón acompañado de sus
perros favoritos, resume en retrospectiva los logros de su reinado; y las
declaraciones que aparecen en el texto, las confirman ampliamente las
inscripciones de sus seguidores.
Como ya se ha dicho antes, hay buenas razones para creer que el último nomarca
tebano no perteneciente a la realeza, aún gozaba de poder en una gran parte del
sur del Alto Egipto. Sin embargo, fue Intef II quien dio el empujón decisivo
hacia el norte. Capturó el nome de Abydos que, desde tiempos del Imperio
Antiguo había sido el centro administrativo más importante del Alto Egipto, y
lanzó su ataque aún más lejos, hasta el territorio del 10º nome del Alto
Egipto. Esto constituyó un acto de abierta hostilidad contra los faraones de
Heracleópolis, así que, durante varias décadas, la guerra iba a proseguir de
forma intermitente en la franja de tierra entre Abydos y Asyut.
LOS HOMBRES DEL FARAÓN
Se conocen alguno de los hombres que sirvieron bajo Intef II. El
oficial militar tebano, Djary, por ejemplo, que luchó contra el ejército de
Heracleópolis en el nome de Abydene y
que se adentró hacia el norte hasta el 10º nome; Hetepy, de Elkab, que se responsabilizó para el faraón de la
administración de los tres nomes más meridionales; y el tesorero de Intef, Tjetiy, cuya magnífica
estela forma parte ahora de la colección del Museo Británico.
Aunque las inscripciones biográficas de estos hombres tenían por
objeto principal elogiar los logros de sus titulares, no existe la menor duda
del hombre sobre el que recaía la autoridad final:
“Hatepy
dice esto: Yo fui amado por mi señor y elogiado por el señor de estas tierras;
y su Majestad hizo feliz a este servidor (Hetepy). Tanto es así, que su
Majestad dijo: “No hay nadie que (….) de mi mando como Hetepy!”, y este
servidor lo hizo extremadamente bien, y su Majestad elogió a su servidor por
ello. Y sus nobles dijeron: “¡Que esta cara te enaltezca!”
Sin duda es extremadamente significativo que ya no hubiese “nomarcas” en los territorios controlados por los dirigentes tebanos, y que
a ninguno de los funcionarios que realizaban misiones importantes para estos
faraones se les diese la oportunidad de establecerse como gobernante local y
mediador entre los intereses de sus dominios y las exigencias del faraón.
El recién instalado estado se organizó, no como una red
imprecisamente tejida de magnates semiindependientes, que era en lo que se
había convertido durante el Imperio Antiguo, sino en un poderoso sistema cuya
fiabilidad se basaba en vínculos de lealtad personal y control riguroso.
MONUMENTOS Y ARTE
Además de sus proezas militares, Intef II hace resaltar en su
inscripción biográfica que ha construido innumerables templos a los dioses y,
de hecho, el fragmento más antiguo de construcción real que aún sobrevive en
Karnak es una columna de Wahankh Inter II.
En Elefantina, las excavaciones realizadas en el templo de la
diosa Satet, han puesto al descubierto una serie ininterrumpida de etapas de
construcción que se remontan al Período Protodinástico. Mientras que los
gobernantes del Imperio Antiguo dedicaban sólo unas pocas ofrendas votivas a
Satet en Elefantina, Intef II fue el primer faraón en construir capillas tanto
para Satet como para Khnum, y en conmemorar su actividad con inscripciones en
el marco de las puertas. Su ejemplo fue seguido por todos sus sucesores en la
Dinastía XI.
La secuencia de los acontecimientos que tan claramente han revelado las
excavaciones de Elefantina, también resultó cierta para muchos otros
emplazamientos de templos. De hecho, quitando algunas pocas excepciones muy
específicas, la actividad real en construcción en los templos de provincia del
Alto Egipto sólo está testimoniada a partir de la Dinastía XI en adelante.
Así pues, se puede decir que, Intef II, habría inaugurado una
nueva política de actividad y de presencia real en los santuarios, por todo el
país; política que iba a continuar, incluso a mayor escala, Senusret I, y
muchos otros faraones.
Los monumentos privados y reales de la época de Intef II también
incluyen espléndidos ejemplos del arte tebano de la Dinastía XI. Algunos de los
monumentos menores, como la estela de Djary, todavía muestran el severo estilo
artístico del Primer Período Intermedio, en el Alto Egipto, mientras que los
talleres reales empezaban ya a producir trabajos bellamente equilibrados que se
caracterizaban por su modelado redondeado que, con frecuencia, producían un
efecto estético especial, debido al contraste entre zonas grandes y lisas, y
zonas llenas de detalles, finamente tallados, tales como faldas de elaborado
plisado, o intrincados diseños de peinado. En estos trabajos, se aprecia,
claramente, un visible deseo de crear un medio adecuado a las aspiraciones de
la nueva Dinastía.
Y si nos concentramos en los desarrollos acaecidos al sur del Alto Egipto, es posible encontrar rastros del surgir de una nueva estructura política que llevaría, en secuencia ininterrumpida, a la eventual formación del estado del Imperio Medio. Este proceso, que iba a tener enormes efectos en el futuro de Egipto, debería, quizás, considerarse como el fenómeno más importante en la historia del Primer Período Intermedio.
No deberíamos olvidar, sin embargo, que el reino de Tebas ocupaba
sólo una pequeña, remota y relativamente poco importante parte del total de
Egipto. Los períodos de guerra y conflicto que se vislumbran de tan alarmante
lectura de una narrativa biográfica, no hay duda de que se trataban de
episodios de corta duración y muy localizados. En la mayoría de los casos, durante
la mayoría del tiempo, y para la mayoría del pueblo, el Primer Período
Intermedio habría sido, más bien, una experiencia menos estremecedora.
Durante el Primer Período Intermedio, la mayoría del país estuvo
en manos de los sucesores de la antigua dinastía menfita en Heracleópolis. Así
pues, para alcanzar un juicio equilibrado y objetivo del período, es crucial
concentrarse en la situación del dominio real de Heracleópolis tanto como en el
del sur.
Funcionarios
Conocemos el nombre y las actividades de algunos de los
funcionarios que sirvieron con Intef II:
Tjetjy era el tesorero jefe y
chambelán del rey Intef II y Intef III. Una estela de su tumba estela, ahora en el Museo Británico ,
muestra que Intef II reclamó el
trono dual de Egipto, pero también reconoce la extensión limitada de su
gobierno "El Wahankh horus, rey del Alto y Bajo Egipto, hijo de Ra,
Intef, nacido de Nefru, el que vive eternamente como Re, [...] esta tierra
estaba bajo su gobierno hacia el sur hasta Yebu y llegar al mayor hasta el norte
de Abydos". Tjetjy luego describe su carrera en la típica
forma de auto-laudatoria de la elite egipcia. Más importante aún, el texto
demuestra el poder incontestable del rey en el reino de la dinastía tebana 11 "Yo
era una de las favoritas de confianza de mi señor, un funcionario de gran
corazón y la tranquilidad de los estribos en el palacio de su señor [...] . Soy
de los que amaba y odiaba el mal bueno, uno que era muy querido en el palacio
de su señor, el que realiza todos los deberes de la obediencia a la voluntad de
su señor. Efectivamente, como para cualquier tarea que me había mandado a
realizar [. ..], lo realizan justamente y justamente Nunca me desobedecer las
órdenes que me dieron;.. Nunca hice sustituir una cosa por otra [...] Por otra
parte, en cuanto a la responsabilidad de todos en el palacio real que la
majestad de mi Señor confió a mí, y por la que me llevó a realizar alguna
tarea, lo hice por él de acuerdo con todo lo que su Ka deseado ".
Estela de caliza de Tjetji, Tesorero de
Inyotef II y III. Tebas (c.2.070 A.C.) Durante el Primer Período Intermedio, en
muchos yacimientos de todo Egipto, se fabricó un gran número de estelas,
particularmente en Tebas. Sus textos son de gran importancia para
historiadores, ya que ayudan a documentar el progreso de los gobernantes
tebanos en sus campañas para dominar el Alto y el Bajo Egipto. La estela de
Tjetji es una de las mayores y mejor talladas de dichos textos. Aunque en una sóla
pieza, se muestran aquí detalles separados de sus partes superior e inferior
para facilitar su estudio. El texto vertical es una oración para ofrendas. El
texto superior, en registros horizontales, es una inscripción autobiográfica.
Este género literario consiste en un relato idealizado del carácter y carrera
del funcionario, no necesariamente fiable como evidencia histórica.
Djary era un oficial del ejército
que combatió a las fuerzas Herakleopolitan en el nome Abidos durante ejércitos Intef II hacia el norte empujar. Su
estela relata la lucha por el control sobre el Egipto Medio "luchó
Intef la casa de Khety al norte de Tinis".
Hetepy un funcionario de Elkab que
administró los tres nomos meridionales del reino Intef II. Esto significa que no hubo nomarcas en territorios tebanos controlados. Al igual que en el caso de
Tjetjy, la referencia constante al rey en la estela de Hetepy demuestra la
organización centralizada del gobierno del reino de Tebas y el poder del rey, a
quien todo se debía: "Yo era amado
de mi Señor y elogiado por el señor de esta tierra y de su majestad
verdaderamente hizo que este siervo feliz su majestad dijo: "No hay nadie
que [...] de (mi) buen dominio, pero Hetepy! ', y este funcionario lo hizo muy
bien , y su majestad elogió este siervo a causa de ella ". Por último,
estela Hetepy menciona una hambruna que se produjo durante el reinado de Intef
II.
En su estela funeraria Intef destaca sus actividades de creación
de monumentos. Es significativo que el primer fragmento superviviente de la
construcción real de Karnak es una columna octogonal con el nombre Intef II.
Intef II es también la primera regla para construir capillas para Satet y Khnum
en la isla de Elefantina. De hecho,
Intef II comenzó una tradición fomantando actividades reales en los templos
provinciales del Alto Egipto que iba a durar todo el Reino Medio.
Estela de la metmuseum. Su
sitio ofrece la siguiente descripción:
"Horus Wah-ankh Intef II fue el tercer rey de la dinastía 11, una época en que Egipto no estaba unificado bajo un solo gobernante. Hijo de un nomarca (gobernador) de Tebas, Intef II participado en numerosas batallas con los jefes rivales de Heracleópolis y eventualmente asegurado el control sobre el sur de Egipto, desde Abidos hasta Asuán. Esto sentó las bases para la reunificación del país bajo el reinado de Mentuhotep II.
Esta estela fue probablemente
uno de una serie de pequeños estela creada en el patio de su tumba en Tebas. El rey se presenta un
cuenco de cerveza y una jarra de leche al dios Ra y Hathor diosa y se muestra
en la postura de un portador de ofrenda. Él está usando una falda
plisada minuciosamente, pesado cuello amplio y elaborada peluca rizada. La
figura está bien tallada en relieve muy alto y casi da la impresión de una
estatua. El texto de la estela incluye una solicitud a Re para
protección durante la noche y un himno de alabanza a Hathor, así como una
oración por las ofrendas mortuorias".
Intef III Nakhtnebtepnefer
Intef III fue el
tercer faraón de la Undécima Dinastía de Egipto durante
el primer Período Intermedio tardío en el siglo XXI a.C, en un
momento en que Egipto estaba dividido en dos reinos. El hijo de su
predecesor Intef II y el padre de su sucesor Mentuhotep
II, Intef III reinó durante 8 años en el Alto Egipto y extendió
su dominio Norte contra el estado de la Décima Dinastía, tal vez
tan al norte como el 17 nome. Él emprendió alguna actividad de
construcción en Elefantina. Intef III está enterrado en una gran
tumba saff en El-Tarif conocido como Saff el-Barqa.
Intef III
era el hijo de su predecesor Intef II. Esto lo indica la estela de Tjeti,
tesorero en jefe durante los reinados de Intef II e Intef III. La estela
de Tjeti menciona la muerte de Intef II y continúa describiendo cómo Tjeti
sirvió al hijo de Intef II que accedió al trono tras la muerte de su padre:
Luego,
cuando su hijo asumió su lugar, Horus, Nakht-neb-Tepnefer, Rey del
Alto y Bajo Egipto, Hijo de Re, Intef, creador de belleza, viviendo como Re,
para siempre, lo seguí a todos sus buenos asientos de placer. .
Intef III
posiblemente se casó con su hermana Iah, descrita como la madre
de un rey (Mwt-nswt), la hija del rey (S3t-nswt) y
la sacerdotisa de Hathor (Hmt-nTr-hwt-Hr). Esto indica que el
sucesor de Intef III, Mentuhotep II, fue su hijo. Esto se confirma aún más
por la estela de Henenu (Cairo 36346), un funcionario que sirvió bajo Intef II,
Intef III y su "hijo", que la estela identifica como Horus
Sankhibtawy (S-ankh- [ib-t3wy]), Primer nombre de Horus
de Mentuhotep II . Otra pieza de evidencia para esta paternidad
es un alivio en el Gebel el-Silsileh en el Wadi Shatt er-Rigal, conocido
como el petroglifo de Silsileh, que representa a Mentuhotep II rodeado de Iah e
Intef III.
Además, la
esposa real de Mentuhotep II, Neferu II, llevaba el título
de hija del rey, y una inscripción en su tumba nombra a su madre
como Iah. Esto establece que ella era la hija de Intef III y la
hermana de Mentuhotep II.
Reinado
El padre y
predecesor de Intef III reinó durante 49 años e Intef III podría haber accedido
al trono de un hombre de mediana edad o incluso de edad
avanzada. Aunque el nombre de Intef III se pierde en una laguna del canon
de Turín, una lista de reyes compilada en el período Ramessida temprano,
su longitud de reinado todavía se puede leer en la columna 5, fila 15, y
se da como 8 años.
La posición
cronológica relativa de Intef III como el sucesor de Intef II y predecesora de
Mentuhotep II está asegurada por su familia establecida para estos dos reyes,
así como el canon de Turín y dos cuadras del templo de Montu en Tod.
Estos bloques muestran la sucesión de reyes de Intef I a Mentuhotep II y aunque
el nombre de Horus de Intef III está dañado, su posición es segura. La
datación absoluta del reinado de Intef III es menos cierta y se han propuesto
varias fechas: 2069–2061 a.C, 2063–2055 a.C y 2016–2009 a.C.
Intef III sobre el petroglifo
de Silsileh.
Intef III
heredó un dominio grande y relativamente pacífico en el Alto
Egipto. Durante sus 8 años de reinado, Intef estuvo militarmente
activo. Defendió con éxito el territorio que su padre Intef II había
ganado, como lo atestigua la tumba de un funcionario de la época, Nakhty,
ubicado en Abydos y en el que se descubrió una jamba de la puerta con
los nombres de Intef III. También conquistó territorios al norte de
Abydos, en particular Asyut y extendió su dominio tal vez hasta el
decimoséptimo nombre del Alto Egipto, por lo que "impuso el control de su
familia sobre la mayor parte del Alto Egipto". Alternativamente, esto
podría haber sido logrado por su hijo Mentuhotep II, al principio de su
reinado.
Una jamba
de la puerta con el nombre de Intef III fue descubierta en Elefantina en
el santuario de Hekayeb, un nomarca deificado de la 6ta dinastía, lo
que demuestra que debe haber ordenado trabajar allí. Otra jamba de la
puerta fue descubierta en el templo de Satet, también en Elefantina, que
atestigua la actividad de construcción en el sitio.
Tumba
La
necrópolis de los reyes de la XI Dinastía está ubicada en El-Tarif, en la
orilla opuesta del Nilo desde Tebas. Allí se encuentran varias tumbas
de dimensiones imponentes pero, hasta las excavaciones del Instituto
Arqueológico Alemán bajo la dirección de Dieter Arnold desde 1970 hasta
1974, no estaba claro a quién pertenecían algunas de estas tumbas.
Aunque no
se pudieron encontrar inscripciones en las tumbas (excepto la de Intef II)
para confirmar su titularidad, sus posiciones, junto con la sucesión
cronológica de los gobernantes de la XI Dinastía 11, mucho más tarde
acreditada, llevaron a la atribución de la tumba conocida hoy como Saff
el-Baqar a Intef III. La tumba se asemeja a la de su predecesor Intef
II y consiste en un patio de 75 m (246 pies) de ancho y 85–90 m (279–295
pies) en un eje noroeste-sureste que mira hacia un canal. El patio está
rodeado, por todos lados, pero al este, por muchas cámaras excavadas en la
roca. El patio conduce a una gran fachada de doble pilar con un total de
48 columnas detrás de la cual se ubican muchas más cámaras.
A pesar del
estado ruinoso de la tumba, las excavaciones de la década de 1970 demostraron
que sus paredes debían haber sido forradas con arenisca y adornadas con
decoraciones. Hoy en día, la tumba se encuentra debajo de las
construcciones de un pueblo.
Esposas:
Iah Ella era una hermana-esposa de Inyotef III y madre de Mentuhotep II y II Neferu. Ella era representada con su hijo real en una estela. Títulos: Madre del Rey (MWT-niswt), hija del Rey (s3t-niswt), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Henite? Posiblemente una mujer
de Intef III. Nombre que se da en algunos sitios web, pero no he sido capaz de
encontrar una fuente textual.
Hijo:
Mentuhotep II
Mentuhotep II
La hija:
Neferu II. Después se casaría con su
hermano Mentuhotep II
Un documento importante de este período es la
estela de Theti, el tesorero jefe de Intef II y III. Tjeti registra la muerte de Intef Wahankh y
específicamente menciona que su hijo reinó después de él, y que le sirvió Tjeti
también.
"Entonces, cuando su hijo asumió su lugar, (incluso) Horus,
Nakht-neb-Tepnefer, Rey del Alto y el Bajo Egipto, Hijo de Ra, Intef, modelador
de belleza, viviendo como Re, eternamente, lo seguí a toda su buenos asientos
de placer ".
Los funcionarios de este
período de tiempo
Magegi, llamado Amenemhet Un funcionario nombrado en
una estela de Tjeti y en un fragmento de un marco de la puerta de un Nakhty.
Henwen: Diario Oficial de la época de Wahankh. Menciona que sirve Wahankh por un largo
tiempo.
Kawer
Intef: Diario Oficial de la
época de Wahankh. Menciona
están realizando una "elegida" por el Señor Wahankh horus.
Tjeti: Tesorero General. Tjeti servido muchos años bajo Wahankh
y sobrevivió hasta el reinado de Títulos Intef
III Nakhtnebtepnefer Tjeti de:. "Su
sirviente real y favorito, que tiene un asiento de avanzada en la casa de su
señor, gran oficial y favorito, conociendo los asuntos privados de su señor;
después de él en todos sus pasos, [gran] corazón [...] en verdad, la cabeza de
los grandes del palacio, a cargo de la junta en la oficina al tanto, aquel a
quien su señor más fiable que los grandes, que se deleitaba el corazón de Horus
(el rey), con lo que deseaba, el favorito de su señor, su tesorero amado jefe,
a cargo de la letrina oficina que su ser querido señor, jefe, tesorero,
primero bajo el rey, el venerado".
Mentuhotep
II Nebhepetre
Antes de la guerra contra el
Heracleópolis
|
|
Después de la guerra
victoriosa
|
|
a, Mentuhotep
|
|
Después de la unificación
|
|
Nebhepetra Mentuhotep, o Mentuhotep
II, fue el quinto faraón de la dinastía XI de Egipto; gobernó unos
cincuenta años, aproximadamente entre el 2046 y el 1995 a. C. (según Von
Beckerath) y es considerado por los historiadores el fundador del Imperio Medio
de Egipto.
Sucedió a su padre, Intef III. Su nombre de nacimiento era Mentuhotep que significa ‘Montu está satisfecho’. Fue coronado como Nebhepetra (‘señor timonel de Ra’), aunque durante su mandato cambió en tres ocasiones de titulatura.
Mentuhotep II tuvo muchas mujeres que fueron enterrados con él en
o cerca de su templo mortuorio:
Esposas:
Neferu II, hija de Intef III y Iah, hermana y esposa de Mentuhotep II. Ella era la esposa real de Mentuhotep II. Tenía su propia tumba excavada en la roca la TT319 en Deir-el-Bahari. Títulos: Princesa Hereditaria (iryt-p `t), La que ve a Horus y Seth (m33t-hrw-stsh), La dama de la casa (NBT-pr ), esposa del Rey (HMT-nisw), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f) Señora de todas las mujeres (hnwt-HMWT-nbwt), hija del Rey (s3t-niswt), KD, su amada (s3t- niswt-meryt.f), Eldest KD de su cuerpo (s3t-niswt-SMST-nt-kht.f), Hijo Adoptivo de Wadjet (sdjtit-w3djt).
Neferu II, hija de Intef III y Iah, hermana y esposa de Mentuhotep II. Ella era la esposa real de Mentuhotep II. Tenía su propia tumba excavada en la roca la TT319 en Deir-el-Bahari. Títulos: Princesa Hereditaria (iryt-p `t), La que ve a Horus y Seth (m33t-hrw-stsh), La dama de la casa (NBT-pr ), esposa del Rey (HMT-nisw), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f) Señora de todas las mujeres (hnwt-HMWT-nbwt), hija del Rey (s3t-niswt), KD, su amada (s3t- niswt-meryt.f), Eldest KD de su cuerpo (s3t-niswt-SMST-nt-kht.f), Hijo Adoptivo de Wadjet (sdjtit-w3djt).
Tem, Madre de Mentuhotep III.
Enterrada en la tumba de DBXI.15 en el templo mortuorio de su esposo. Su tumba
es una de los mayores tumbas femeninas. El sarcófago en la cámara funeraria
estaba hecho de alabastro y piedra arenisca. Títulos: Esposa del Rey, su amada
(HMT-nisw meryt.f), Madre de la Doble King (MWT-niswt-biti), Madre del Rey
(MWT-niswt), Grande de la hetes-cetro (wrt-HETE).
Henhenet. Enterrada en la tumba de DBXI.15 en el templo mortuorio de su esposo. Murió en el parto. Títulos: Ornamento Real (khkrt-niswt), Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Henhenet. Enterrada en la tumba de DBXI.15 en el templo mortuorio de su esposo. Murió en el parto. Títulos: Ornamento Real (khkrt-niswt), Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Ashayet enterrada en la tumba de DBXI.17 en el templo mortuorio de su esposo.
Su sarcófago y la momia están en el museo de El Cairo. Títulos: Sole
Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw
meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr), sacerdotisa de Hathor, grande
en sus almas , sobre todo en sus lugares (HMT-ntr-HWT-hr-wrt-m-[k3w].
s-khntit-m-swt.s), sacerdotisa de Hathor, señora de Dendera, grande en sus
almas, sobre todo en sus lugares
(HMT-ntr-HWT-hr-NBT-iwnt-WRT-m-k3w.s-khntit-m-swt.s)
Sarcófago de la princesa Ashayt;
Las princesas de la corte de Mentuhoptep II fueron enterradas en sarcófagos de
piedra caliza elegantes cerca del templo del faraón en Deir el-Bahari. Las escenas están enmarcadas por los textos jeroglíficos
que detallan los productos que se ofrecen a las damas y les desean bienestar
eterno. Inscripciones cortas de cada estado
la figura de las palabras dichas por los sirvientes de las nobles damas de la
corte. Con sede en el Museo Metropolitano.
Kawit enterrada en la tumba de DBXI.9 en el templo mortuorio de su esposo. Ella era una compañera real de Mentuhotep II II.
Títulos: Ornamento Real (khkrt-niswt), Sole Ornamento Real
(khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa
de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Panel tallado de la tumba de la
reina Kawit, consorte de rey Mentuhotep II Dinastía II. En la imagen, un sirviente le ofrece una taza de algo
para empezar su día mientras se somete al acicalado de toilette. Ubicado
en el Museo Egipcio, Room 48
Kemsit. Enterrada en TT308. Título dado como "único adorno del rey"
(Porter y Moss) Ella era una compañera real de Mentuhotep II. Fue enterrada en
el complejo funerario de los reyes. Royal Ornament (khkrt-niswt), Sole
Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw
meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr).
Otras representaciones de Kemsit (y
algunas de los favoritas Reales) la muestran con piel de color negro. Se ha
argumentado que la representación ocasional de la piel negra en estas mujeres es puramente
simbólico, teniendo importancia funeraria porque el negro era el color de la
fertilidad y el renacimiento. Eso es posible, pero también es muy posible que
Kemsit y algunas de las otras mujeres enterradas en estas capillas fueran
Nubias por nacimiento o ascendencia.
Tebas está bastante lejos hacia el sur, relativamente cerca de la
antigua Nubia, y sabemos que había una gran cantidad de idas y venidas, y una
cierta cantidad de matrimonios mixtos entre los pueblos del sur de Egipto y
Nubia".
Sadhe. Ella era una mujer menor de Mentuhotep II. Títulos: Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Amunet Enterrada en el recinto del templo del templo de Deir el-Bahari.
Sadhe. Ella era una mujer menor de Mentuhotep II. Títulos: Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Amunet Enterrada en el recinto del templo del templo de Deir el-Bahari.
Ment: Señora reina mencionada en las vendas de Amunet
Ten-net: Señora real mencionada en vendas de Amunet
Como: Una concubina mencionada en las inscripciones del templo de Deir
el-Bahari
Ashayet, Henhenet, Sadhe, Kawit y Kemsit eran profetisas de Hathor.
Ashayet, Henhenet, Sadhe, Kawit y Kemsit eran profetisas de Hathor.
La
reunificación de Egipto
En el año 14 de su reinado, se produjo una sublevación en el
norte. Este levantamiento es más probablemente relacionado con el conflicto en
curso entre Mentuhotep II con sede
en Tebas y el rival de la décima dinastía de Heracleópolis que amenazó con
invadir el Alto Egipto. El año 14 del reinado de Mentuhotep se llama igual Año
del delito de Tinis. Esto sin duda se refiere a la conquista de la región
por los reyes Tinitas Herakleopolitan que al parecer saquearon la sagrada
antigua necrópolis real de Abidos en el proceso.
Mentuhotep II posteriormente envió a sus ejércitos hacia el norte.
La famosa tumba de los guerreros en Deir el-Bahari descubierta en la década de
1920, contenía los envueltos en lino, organismos de 60 soldados muertos en
batalla, en su mortaja el cartucho de Mentuhotep II. Debido a su proximidad a las
tumbas tebanas reales, la tumba de los guerreros se cree que es la de los
héroes que murieron durante el conflicto entre Mentuhotep II y sus enemigos del
norte.
Merykara, el gobernador del Bajo Egipto puede haber muerto durante
el conflicto, que debilitó aún más su reino y le dio la oportunidad a
Mentuhotep de reunificar Egipto. La fecha exacta en que se logró la
reunificación no se conoce, pero se supone que ocurrió poco antes del año 39 de
su reinado. De hecho, la evidencia muestra que el proceso
llevó tiempo, tal vez debido a la inseguridad general del país en ese tiempo:
los plebeyos donde fueron enterrados con armas, las estelas funerarias de los
funcionarios mostrarles la celebración de las armas en lugar de la regalía
habitual y cuando el sucesor de Mentuhotep II, envió una expedición a Punt unos
20 años después de la reunificación, todavía tenía que limpiar el Wadi Hammamat
de los rebeldes.
Después de la reunificación, Mentuhotep II fue considerado por sus
súbditos como divino. Este sigue siendo el caso a finales de la dinastía 12
alrededor de 200 años después: Sesostris III y Amenemhat III erigieron estelas para
conmemorar las ceremonias de apertura de la boca practicadas en las estatuas
Mentuhotep II.
Mentuhotep II lanzado campañas militares bajo el mando de su visir
Khety en el sur en Nubia en sus años
29 y 31 del reinado, que había ganado su independencia durante el Primer
Período Intermedio .
En particular, Mentuhotep tenía una guarnición de tropas en la
fortaleza de la isla de Elefantina que podían rápidamente desplegarse hacia el
sur. También hay evidencia de acciones militares contra Canaán. El rey
reorganizó el país y coloca un visir al frente de la administración. Los visires
de su reinado fueron Bebi y Dagi. Su tesorero era Khety que estuvo involucrado en la
organización del festival Sed del rey. Otros funcionarios importantes fueron el
tesorero Meketre y el capataz de
selladores Meru. Su general
era Intef.
A lo largo del primer período intermedio y hasta el reinado de
Mentuhotep II, los nomarcas tenían importantes competencias sobre Egipto. Su cargo
se había convertido en hereditario durante la Sexta Dinastía de Egipto y la
caída del poder central les aseguró la libertad absoluta de sus tierras.
Después de la unificación de Egipto, sin embargo, Mentuhotep II inició una
fuerte política de centralización, lo que refuerza su autoridad real mediante
la creación de los cargos de Gobernador
del Alto Egipto y el gobernador del Bajo Egipto que tenían poder
sobre las nomarcas locales.
Mentuhotep se basó también en una fuerza móvil de reales oficiales
de la corte que aún controlaban las obras de los nomarcas. Por último, los
nomarcas que apoyaron la décima dinastía, como el gobernador de Asyut, sin duda
perdieron su poder en beneficio del rey. Por el momento, Mentuhotep II comenzó
un amplio programa de auto-deificación haciendo hincapié en la naturaleza
divina del gobernante.
Titulatura tercera de Mentuhotep en su templo de
Montu en Tod.
Mentuhotep II cambió su titulatura dos veces durante su reinado:
la primera vez en su 14 año de reinado, marcando los éxitos iniciales de su
campaña en contra de Heracleópolis Magna, al norte. La segunda vez antes de su 39
año de reinado, que marca el éxito final de la campaña, y su reunificación de
todo Egipto. Más precisamente, este segundo cambio puede haber tenido lugar con
motivo de la fiesta sed celebrada durante su año 39 en el trono
Monumentos
Mentuhotep II ordenó la construcción de muchos templos aunque
pocos sobreviven hasta nuestros días. La mayoría de ellos están situados en el
Alto Egipto, más precisamente en Abydos, Aswan, Tod, Armant, Gebelein, Elkab,
Karnak y Dendera.
De este modo, Mentuhotep siguió una tradición iniciada por su
abuelo Intef II: La construcción de
los templos provinciales del Alto Egipto comenzó bajo Intef II y se extendió
por todo el Imperio Medio.
En Deir el-Bahari: Nebhepetre
Montuhotep erigió un templo aquí, que más tarde serviría de inspiración
para el famoso templo de Hatshepsut.
Había unas 22 tumbas en el templo. Una tumba pertenecía a Si-Iah, hijo de Renoker. Otro pozo pertenecía al tesorero de Mentuhotep, llamado Bewau. Un príncipe llamado Intef fue enterrado en las afueras del tribunal del norte.
Había unas 22 tumbas en el templo. Una tumba pertenecía a Si-Iah, hijo de Renoker. Otro pozo pertenecía al tesorero de Mentuhotep, llamado Bewau. Un príncipe llamado Intef fue enterrado en las afueras del tribunal del norte.
Varias mujeres fueron enterradas en el templo también. Incluyen Amunet favorita del rey, cuyo cuerpo estaba tatuado. En sus vendajes no sólo se menciona el rey Mentuhotep, sino también a su hija y sus damas Ideh, Ment, Ten-net y Tem.
Amunet y otra concubina llamada Como se muestran en los relieves de los templos.
Otro miembro de la familia real fue enterrado en los acantilados del norte: la princesa, la hija mayor del rey, de su cuerpo, Neferu la esposa del rey, nacido de Iah.
Otro miembro de la familia real fue enterrado en los acantilados del norte: la princesa, la hija mayor del rey, de su cuerpo, Neferu la esposa del rey, nacido de Iah.
Escena del templo de Mentuhotep (del
metmuseum). Su descripción de esta escena:
"Durante su reinado, se construyó un complejo funerario innovador que incluye un templo en terrazas con pórticos establecidas contra los acantilados del desierto de Tebas occidental. El templo fue decorado con escenas realizadas en relieve magníficamente tallada pintada en colores brillantes. En este detalle de un bien- fragmento conservado, el rey aparece con la corona blanca del Alto Egipto, un ancho collar de cuentas azules y verdes, y una barba postiza que concede la correa visible a lo largo de su mandíbula. Esta no es la barba recta del rey vivo pero en curva barba divina que indica que se ha unido a las filas de los dioses. Mentuhotep El nombre ("Montu [un dios local de Tebas] está satisfecho") se incluye en el cartucho de forma ovalada, frente a su rostro, y su nombre de Horus, Sematawy ("Unificador de las Dos Tierras [Alto y el Bajo Egipto]"), se ve en la parte superior del dispositivo rectangular conocida como serekh, junto a la cartela. "
El complejo mortuorio de
Nebhepetre Mentuhotep (II) en Deir el-Bahari
La construcción del templo mortuorio de Mentuhotep II recoge las
transformaciones ideológicas y religiosas asociadas al papel del monarca como
dirigente político y super individuo en su rol de carácter sagrado. La elección
de Deir el-Bahari como lugar de construcción del complejo mortuorio de este rey
terminó con la tradición dinástica de enterrarse en tumbas de tipo saff en la
zona de El-Tarif mantenida por los reyes anteriores, Sejertauy Intef (I),
Wajanj Intef (II), y Najetnebtepnefer Intef (III)[6].
Esta decisión, además, suponía una variación de la topografía simbólica religiosa
de Tebas, con el nuevo templo mortuorio construido a los pies de la montaña
tebana en Deir el-Bahari -zona denominada dyeseret en el Reino Nuevo y asociado al complejo de Amón-Re de Karnak,
que se encontraba justo enfrente en la ribera este.
La posición del complejo mortuorio de Mentuhotep II con respecto a
estos dos elementos fundamentales en la zona, la montaña occidental de Tebas y
el templo de Amón-Re de Karnak, refleja una nueva concepción del rey y de las
creencias funerarias y mortuorias[7].
De este modo, la figura de Mentuhotep II se identifica primordialmente con la
de Amón-Re, el principal dios de Tebas y del país unificado, al que se le
dedica la capilla interior del complejo mortuorio del rey. La más que probable
presencia del dios en forma de estatua, y las imágenes del mismo con Mentuhotep
II en la capilla interior o sancta santorum permiten suponer que la veneración
oficial al rey difunto era identificada con la de Amón-Re[8].
A su vez, este dios recibía culto en tanto que dios patrón de la dinastía y de
la realeza, reflejo del poder tebano en Egipto puesto en manos de Mentuhotep II
para alcanzar la unificación e reinstalar el orden universal (Maat) en el país.
Precisamente uno de los fragmentos de relieve de la capilla evidencian esta
relación del rey y el dios tebano: “él (=el rey) ha construido [esto] para su
padre Amón-Re” (ir.n=f n it(i)=f Imn-Ra).
La historia del descubrimiento del complejo se inicia con los
trabajos de la Egypt Exploration Fund dirigidos por Eduard Naville entre
1893 y 1903 en el área del templo de Hatshepsut (véase figura superior
izquierda). El hallazgo en la zona de un bloque con el nombre de Mentuhotep y
su porterior estudio por parte de A. Mariette incitó a Naville a iniciar en
1903 los primeros trabajos de prospección y excavación en los túmulos de arena
al sur del complejo de Hatshepsut, localizando el complejo mortuorio de este
rey de la dinastía XI. Posteriormente, la expedición del New York
Metropolitan Museum of Art, dirigida por H.E. Winlock, continuaría desde
1911 con la excavación no sólo del complejo sino de tumbas privadas fechadas en
el mismo período que fueron descubiertas en los siguientes dos años (e.g. las
tumbas de Meketre y Uaj). Es destacable que en las publicaciones de las
excavaciones y resultados de las campañas en Deir el-Bahari, Naville y Winlock
se refirieran al culto tan particular que Mentuhotep II recibió en su complejo.
El primero incluyó en su publicación de las excavaciones un capítulo dedicado
expresamente a la veneración de este rey como dios[9].
El segundo se concentró en la significación del papel fundador del monarca para
la historia del Reino Medio, y en la veneración a su figura. Después de estos
dos egiptólogos, sería D. Arnold quien estudiaría en los años 70 el complejo[10].
Reconstrucción del Templo de Mentouhotep
II propuesta por Édouard Naville. Hoy se sabe que no pudo terminar en pirámide
pues habría colapsado. En realidad sería una pirámide truncada.
El complejo (véase el plano de la figura abajo) es un monumento
que representa en cierta medida la influencia de corte menfita y tradicional
que procede del norte sobre el estilo provincial tebano. La calzada (de unos
950 m. de longitud) conecta un templo de acogida -del que no se tienen muchos
datos por no haber sido excavado- con el templo mortuorio, que se presenta al
visitante mediante un patio abierto (patio este) delimitado por un pórtico
doble con una rampa ascendente. En este patio, donde se plantaron varias
hileras de árboles, Carter halló la denominada “tumba de Bab el-Hosan”,
posiblemente un cenotafio donde se depositaron una estatua real y un sarcófago,
además de algunos recipientes para ofrendas y tres maquetas de barcas.
Desde el patio se asciende a través de la rampa a la terraza
superior, que cubría una superficie con un muro deambulatorio en cuyo lado este
se prepararon los sepulcros y capillas mortuorias de seis mujeres –algunas de
ellas muy jóvenes- cuya asociación con el culto a la diosa Hathor (diosa
protectora asociada al monarca) y titulaturas podrían explicar su presencia
aquí[11].
Un pequeño patio descubierto con peristilo (patio oeste) conectaba esta terraza
–de la que se ha debatido con intensidad (véase figura superior derecha) si
estaba cubierta por una estructura piramidal, rectangular, o por una colina
como elemento primigenio[12]-
con la parte reservada del templo, que consistía en una sala hipóstila con una
pequeña capilla central de culto (sancta santorum) construida en la
parte trasera de la sala, contra el muro occidental de la misma, y en la que se
encontraría una estatua de Amón-Re o de Mentuhotep II situada en un rellano o
nicho excavado en la roca de la montaña. La verdadera tumba del rey estaba
situada en el patio descubierto, con una galería subterránea -denominada
“dromos 14”- que pasaba bajo la sala hipóstila y se adentraba bajo la montaña
tebana. Este cambio en la localización de la morada última de un monarca, ahora
bajo la ladera montañosa, tendrá una influencia evidente en los hábitos
mortuorios de los reyes del Reino Medio, que volverán a enterrarse bajo
estructuras que representan la colina primordial primera (e.g. Amenemhet I en
El-Lisht) o buscarán el recogimiento último en estructuras construidas bajo
relieves o escarpes geográficos en forma piramidal (e.g. Senuseret III en
Abidos).
En este sentido, el monumento mortuorio de Mentuhotep II debe ser
considerado un precedente importante en la historia del desarrollo de este tipo
de complejos en el Reino Nuevo. Algunas menciones a este templo se refieren al
mismo como “la hacienda del Ka de Nebhepetre” (Hw.t kA Nb-Htp.t-Ra),
otorgándole funciones típicas de un Hw.t kA, donde el culto al soberano estaba
íntimamente unido al del dios tebano Amón-Re.Además, la disposición innovadora
del templo, con patio exterior, terraza con deambulatorio, y sala hipóstila con
capilla o santuario, es precursora de los templos mortuorios tebanos del Reino
Nuevo (“Mansiones de los Millones de Años”), aunque en éstos la tumba real no
se localiza en el templo sino en la famosa necrópolis del Valle de los Reyes.
La capilla de culto a
Amón y Nebhepetre Mentuhotep (II)
Es muy probable que en una primera fase de construcción la sala
hipóstila solamente contuviese en su muro occidental un simple nicho, excavado
en la roca, en el que se hallaría la estatua de Amón-Re o del rey Mentuhotep II
en la guisa del dios. Sin embargo, sabemos que posteriormente (fase D de
Arnold) se decidió añadir una capilla de culto (véase próxima figura)
construida en piedra calcárea que envolvería y aislaría la morada más íntima de
la estatua y su culto[13].
Es así como se origina y construye esta estructura, diseñada como un apéndice o
añadido de planta rectangular y de dimensiones modestas sobre el muro oeste de
la sala hipóstila, en la parte más profunda del complejo y bajo la protección
simbólica de la colina primordial tebana. La excelente decoración mural de esta
capilla, en términos de significación artística y temática, no tiene
precedentes inmediatos, y, en perspectiva, tan sólo los monumentos del Reino
Antiguo pueden ser comparados en belleza y definición artística. Los relieves
de esta capilla y del resto del monumento se convertirían en fuente de
inspiración para modelos posteriores del Reino Medio -como la capilla blanca de
Senuseret I de Karnak- o del Reino Nuevo, ya que 600 años después se construirá
en la misma zona el templo mortuorio dedicado a Hatshepsut, que contará con
paralelos estructurales y decorativos evidentes.
En cuanto a las características de la estructura, los muros
interiores de la capilla están adosados a ocho columnas que fueron construidas
con anterioridad durante la edificación de la sala hipóstila. Dos columnas más
quedaron conectadas por el mismo motivo a la fachada. Estas dos columnas no
parecen, sin embargo, haber estado adosadas a la fachada de la capilla, pues
como Arnold ha sugerido, los muros de la misma fueron construidos con una leve
inclinación que permitió separarlos de las columnas.
La reconstrucción de la capilla por Arnold presenta, junto a la
disposición interna de las columnas, un conjunto de componentes secundarios que
ayudan a identificar el espacio de la misma. Basándose en los restos
estructurales y materiales, Arnold cree que en el interior de la capilla se
incluyeron los siguientes elementos:
a) una rampa con escalones en su eje central que ascendía hasta
b) un altar de base cuadrada con podium circular sobre el que se
depositaría una barca sagrada.
c) dos estelas votivas, la primera situada entre las columnas 1a y
2a del muro sur y la segunda entre las 3a y 4a del muro norte, d) una mesa de
ofrendas dispuesta enfrente de la estatua, en el exterior del nicho, y e) una
capilla votiva o perteneciente a una deidad secundaria en el culto mortuorio
del rey (quizás Min, Montu o Hathor, si tenemos en cuenta los relieves).
En cuanto a estos elementos, algunos egiptólogos han rechazado la
existencia de una rampa central hacia el altar, basándose en la inexistencia de
huella alguna de este tipo de estructura en la capilla o de detalle alguno en
las fotografías más antiguas tomadas por la expedición del Metropolitan
Museum. Además, y dadas las dimensiones de la capilla, en opinión de los
detractores de esta reconstrucción un elemento de esa envergadura en el centro
de la misma hubiera dificultado ostensiblemente el paso de los oficiantes en el
desarrollo de los rituales diarios. Otro argumento en contra vendría originado
por la inutilidad de una mesa de ofrendas tras el altar, ya que bloquearía el
acceso al nicho interior, donde posiblemente sí que se hallaría una mesa de
ofrendas a los pies de la estatua, como el propio Arnold reproduce en su alzado
de la capilla.
En lo referente a la decoración de la capilla, los relieves están
muy fragmentados, y las escenas que se han podido reconstruir con seguridad son
escasas pero muy interesantes. Arnold utilizó alrededor de 210 fragmentos en
sus reconstrucciones, aunque quedan aún unos 100 fragmentos más sin añadir y
otros fragmentos sin publicar, bajo la custodia de la Egypt Exploration
Society.
La sala hipóstila se halla excavada en la roca. Termina en una
capilla pequeña donde se encontró una estatua sedente de Mentuhotep de 1 metro
y 83 centímetros de altura (Museo del Cairo). El faraón aparece con vestido
talar y la corona del Bajo Egipto (Museo del Cairo). Es la escultura más
importante de la XI Dinastía junto a la estela de caliza de 1,19 metros de
altitud que representa sentados a Henenu (vizir de Mentuhotep II) y su esposa
Senté (Museo Pushkin de Moscú). Ambas estatuas muestran la tendencia de los
escultores del Reino Medio a inspirar la anatomía, el porte y la indumentaria
en la estatuaria del reinado de Kefrén (c.a. 2516 - 2493), considerada modelo
de clasicismo. Ahora se añaden rasgos más individualizados y un mayor realismo
causantes de una humanización de la estatuaria.
Estas nuevas notas nacen con la X Dinastía tebana. Dos ejemplos
son el retrato del cuerpo entero de Nakhti (vizir de los nomarcas de Tebas)
descubierto en su tumba de Assiut y la estatuilla de una portadora de ofrendas
cuya proveniencia también se centra en Assiut sin plena certeza. Las dos son
estatuillas de madera. Sus respectivas dimensiones son 1,75 y 1,04 metros. Las
custodia el Museo del Louvre y muestran una pérdida de academicismo a favor de
una mayor espontaneidad a costa de algunas torpezas. La estatuaria del Reino
Medio pretende evitar esas torpezas y volver al rigor clásico de la época de
Kefrén aunque incorporando la espontaneidad de los escultores heracleopolitanos
de la X Dinastía. Alcanza sus logros más perfectos en los retratos de los
faraones de la XII Dinastía, las cabezas en piedra caliza de Sesostris I (Museo
del Cairo), en granito rosa de Sesostris III (Museo del Cairo) y la de un
faraón no identificado en granito procedente de Bubastis (Museo Británico).
El estilo y talla de los relieves en la capilla muestran una
tendencia formalista común en la decoración de todo el complejo: el uso de
cetros y figuras para repartir los textos y dividir espacios siguiendo un canon
similar al del Reino Antiguo. La longitud de las extremidades, del torso, las
dimensiones de la cabeza y de la figura en su totalidad muestran proporciones
usadas conforme a los patrones menfitas en boga desde la dinastía III. Las
escenas se componen con un alto-relieve de superficies planas, no redondeadas,
y los artesanos trabajan cada uno de los detalles con extremo realismo.
En el exterior, los dos paneles de la fachada (véase próxima
figura derecha) incluyen tres columnas con textos enmarcadas con cetros was
que sostienen el cielo pet en el registro superior. La inscripción
presenta la titulatura real, dando preferencia al nombre de Horus del rey,
Sematauy. A la izquierda del acceso a la capilla aparece el nombre de Hijo de
Re, Mentuhotep, mientras que a la derecha se inscribe su nomen,
Nebhepetre. El interior de la fachada se decora siguiendo el mismo patrón del
exterior.
Los fragmentos procedentes del muro norte han permitido
reconstruir con cierta garantía cinco escenas del exterior:
1) Mentuhotep en pie, acompañado por una diosa sin identificar,
2) el rey, sentado en su trono y con la Corona Blanca, recibiendo
“Millones de Años” de manos de Horus y Seth, escoltados por dos diosas,
probablemente Isis y Nephtys, que observan este acto de unión de las Dos
Tierras (véase próxima figura),
3) Mentuhotep entregando ofrendas a una estatua de Amón-Min en su
capilla.
4) el rey es acompañado por Horus y Seth, manifestación de la
dualidad del país, y 5) los dioses Montu y Hathor abrazan al soberano, que
aparece con la Corona Roja.
En la cara interna del mismo muro las principales escenas
reconstruidas muestran al rey con la Corona Roja efectuando un ritual ante la
estatua del dios Min-Amón y una doble escena del rey (véase próxima figura
derecha), en el registro superior abrazado a otro individuo que podría ser una
divinidad o quizás su propio ka, y en el registro inferior con Hathor y
otra diosa sin identificar. La escena superior muestra al soberano enfrente de
un individuo exacto a él, salvo por la corona la primera siendo la Corona Roja,
la segunda mostrando parcialmente el uraeus de la banda y por la
“barba”. Esta tipo de escenas podría ser precursor de las denominadas “de
nacimiento divino” empleadas en el Reino Nuevo por Amenhotep III en Luxor o
Hatshepsut en Deir el-Bahari, de nuevo mostrando la importancia de la relación
con la divinidad en los relieves de esta capilla y de la ideología detrás de su
construcción antes de iniciarse el Reino Medio.
En el exterior del muro sur, Mentuhotep aparece en dos escenas muy
interesantes. En la primera de ellas (véase próxima figura izquierda), el rey,
en pie y ataviado con la Corona Blanca, aparece delante de una estatua de
Min-Amón. Esta escena coincide en posición con la escena del trono en el muro
norte, en la que el rey aparecía con la Corona Roja. La segunda de las escenas
muestra al rey recibiendo el denominado “Beso de Vida”, y a un lado navegando
en una barca sagrada que está rematada en la quilla por un carnero, símbolo del
dios Amón-Re.
La cara interna del muro sur muestra de nuevo una escena del
soberano abrazado a un individuo idéntico a él (mismo faldellín, posición,
gestos del rostro, cola-apéndice), así como un par de escenas del rey
acompañado por un dios y realizando una ofrenda.
La pregunta que surge de la observación de estos relieves es qué
actividades se llevaban a cabo en este santuario y qué papel jugaban el rey y los
dioses representados en el mismo. El imaginario que envuelve los muros de la
capilla otorga una posición suprema al rey, Mentuhotep II, y al dios de Tebas
Amón-Re. A ellos irían dirigidos los rituales que se llevarían a cabo cada día
y las ofrendas del templo. Esta afirmación nos lleva a pensar en la existencia
de estatuas de culto al dios y al rey, quizás ambos unidos bajo una figura y
esencia única, o quizás cada uno representado con su propia estatua, ocupando
uno el nicho más íntimo y el otro la capilla secundaria de la cámara. Junto a
ellos, Hathor, Montu y Min-Amón ocuparían también este locus de culto en
el monumento.
Asimismo, el altar con un presumible podium circular reflejaría la
probable presencia de una barca sagrada –tan común en el culto a Amón-Re- que,
sin duda alguna, debió ser objeto de culto diario y también un elemento
fundamental en procesiones, apariciones públicas y festivales en la zona. No
debemos olvidar que la relación del templo mortuorio de Mentuhotep II con la
Mansión de Amón-Re en Karnak debió enriquecerse con la celebración de visitas
de la estatua del dios de Tebas a Deir el-Bahari, de las que tenemos constancia
puesto que el templo se erige en estación frecuente de reposo y visita de la
barca del dios en la procesión del “Festival del Valle”.
En su muro frontero se instalan seis grandes nichos de caliza
destinados a las capillas sepulcrales de Temet
(esposa principal del faraón), Neferu
(hermana y nueva esposa de Mentuhotep I cuyo rostro se conserva en un relieve
policromado del neoyorquino Museo de Brooklyn), un hijo suyo y varias
concubinas. El templo funerario de Mentuhotep I en Deir-el-Bahari consta de
patio peristilo y sala hipóstila.
Conclusión
La representación de dioses junto al rey en el interior de
complejos mortuorios constituye un tema recurrente desde el Reino Antiguo. Sin
embargo, la estrecha relación de Mentuhotep II con Amón-Re refleja un fenómeno
de especial veneración al soberano difunto y de culto a la deidad tebana en
tanto que representante de la figura real, de la dinastía y del orden
establecido. Las implicaciones osirianas, por otro lado, de la asociación del
templo mortuorio con la tumba, construida en el mismo recinto, y asociada a la
montaña primordial de Tebas, reflejan nuevas creencias religiosas y del
inframundo que influirán a posteriori en la elección de nuevos
emplazamientos y estructuras mortuorias reales en el Reino Medio. El templo de
Mentuhotep II, asimismo, servirá de modelo para la construcción del complejo
vecino de Hatshepsut en Deir el-Bahari, y esta circunstancia debe hacernos
pensar en las motivaciones que llevaron a esta reina a elegir el complejo del
soberano fundador del Reino Medio como canon de inspiración. No sería de
extrañar que Hatshepsut, en sus intentos por justificar su posición como
soberano, no sólo se vinculara a Amón-Re en la escena de su nacimiento divino
como hija del dios, sino que construyese su templo adosado al del rey más
identificado con el dios de Tebas, Nebhepetre Mentuhotep (II).
Fragmento del relieve del templo
funerario de Mentuhotep II, en Tebas. XI dinastía del antiguo Egipto, ca. 2050
a.C. La figura debe representar una de las esposas secundarias del faraón,
sacerdotisa del templo del dios Hathor.
El modelo,
procedente de la tumba de Nebhepetre Mentuhotep II (2.055-2.004 a.C.), es una
maqueta que muestra el proceso de horneado que aseguraría pan durante toda la
eternidad. El modelo hace ver las diferentes etapas del horneado del pan. Es
puramente esquemático, más que representativo, de una panadería real. El pan
constituía el elemento básico del Antiguo Egipto, y de tal importancia en la
vida cotidiana, que varios signos jeroglíficos se refieren a diferentes tipos
de pan, y el símbolo de "ofrenda" viene representado por una hogaza
de pan sobre una esterilla. Formaba parte de las ofrendas para el sustento del
fallecido en la Otra Vida, ya se tratase de un humilde granjero o del propio
faraón. Deir el-Bahari, Dinastía XI, hacia 2.000 a.C.
Relieve de
caliza mostrando a Mentuhotep II abrazado por Montu. Templo de Mentuhotep II,
Deir el-Bahari, Dinastia XI, hacia 2.050 a.C. El dios
Montu probablemente era la deidad suprema local de la región tebana, con su
centro de culto en Armant. Su culto llegó a ser más prominente con la subida al
poder de la familia de la Dinastía XI (hacia 2.125-1.985 a.C.) en el Alto
Egipto. El nombre de Mentuhotep significa "Montu está satisfecho". El
relieve fue restaurado en algún momento durante la Dinastía XIX, hacia 1.250 a.C.
Deir el-Ballas: Una capilla fue erigida a algún dios.
Tebas: En Tebas fueron los templos de Montu y Osiris. Una mesa de
ofrendas fue dedicada al Señor de Abydos y otro altar mostraba a los dioses del
Nilo Occidental.
Una pequeña capilla dedicada al culto del rey Nebhepetre Mentuhotep fue probablemente auxiliar, suministrado para el templo principal del Imperio Medio (de Hathor).
Una pequeña capilla dedicada al culto del rey Nebhepetre Mentuhotep fue probablemente auxiliar, suministrado para el templo principal del Imperio Medio (de Hathor).
Tod: Una capilla de la quinta dinastía dedicada a la Bula de Montu
existía en este lugar y fue reconstruída por el Montu dios con cabeza de halcón
y su esposa la diosa Zetes. La capilla era de unos 17 x 23 metros y está hecho
de piedra arenisca y piedra caliza. Contenía una estatua de granito rojo. El
muro de la capilla había escenas que muestran al rey antes de Montu, Satet,
Nekhbet y Neith de Sais o antes de Montu y su esposa Zetes.
Los funcionarios de este período de tiempo:
Bebi, confidente del rey y Guardián del Tesoro, probablemente más
adelante Visir.
Dagi: El príncipe, conde, Royal canciller, tesorero, Super-intendente
de la ciudad de las pirámides y visir después. Enterrado en el Deir el-Bahari
Valley.
Djar, guardia del rey del palacio interior. (TT366). Igual que el
super-intendente del harén?, Djar?
Harhotep: Tesorero. Enterrado cerca Khety, Ipi y Meru.
Henenu, Gran mayordomo. (TT313).
Intef, hijo de Mayet. Príncipe y el conde, Canciller del Rey del Bajo
Egipto.
Ipi, el gobernador de la ciudad y el Visir, Juez. (TT315).
Ipyet: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Kereri: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Khety, nacido de Sitre, canciller (del rey del Bajo Egipto). Se muestra
antes Antef Ioh III y la reina, así
como antes de Mentuhotep Nebhepetre y su madre, la reina Ioh.
Igual: Khety, tesorero del rey del Bajo Egipto TT311
Khnum-ERDU: Steaward de Neferu-kayet, favorito del rey, heredera del Sur, la
hija de un rey y la amada esposa de un rey. Queen Neferu-kayet puede ser
idéntica a la reina Neferu. Nefreu-kayet heredado de su madre gran fortuna que
hizo que su "jefe del pueblo desde Elefantina hasta Aphroditopolis"
Meru, Supervisor de selladores (tesoreros) (TT240) Hijo de Iku y
Nebti. La tumba contenía una estela de 46 años de Mentuhotep-Nebhepetre.
Mery-teti, el recuento, el controlador en el este de Nomo Heliopolitan, el
confidente real en Abydos.
Mesi: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Nakhte: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Neheri, nomarca de Hermópolis, visir y comandante de una de las dos
divisiones Herakleopolitan. Su hijo,
Kay también jugó un papel en el gobierno. (De Virtual Museo Egipcio). Yertisen,
escultor, nacido de Idet Yertisen y su esposa Hepu se muestran con sus hijos
Senwosret, Mentuhotep y Simontu, y su hija Kem (y su hijo de Tem-nen).
Mentuhotep
III Sankhare
Mentuhotep III sucedió a su padre Mentuhotep II al trono. Se cree
que, tras largos de su padre de 51 años de reinado, Mentuhotep III era
relativamente viejo cuando él accede al trono y reinó durante 12 años. A pesar
de su corta duración, el reinado de Mentuhotep es conocido por su expedición a
Punt e innovaciones arquitectónicas.
Los títulos de Mentuhotep III son muy
similares a la tercera y última parte del reinado de su padre. Mentuhotep III
es conocido por haber tenido por lo menos dos prenombres: el Sankhare bien
conocido y también
Mentuhotep III envió una expedición a la tierra de Punt durante el
año octavo de su reinado, algo que no había hecho desde el Imperio Antiguo. Una
inscripción en la Hamamat Wadi describe la expedición de 8000 hombres bajo el
mando del mayordomo Henenu. Al salir Koptos en dirección al Mar Rojo, cavaron
12 pozos para futuras expediciones y se aclaró la región de los rebeldes.
Volvieron de Punt con incienso, goma y perfumes y la cantera de piedras Hamamat
Wadi.
Sankhkare Mentuhotep fue responsable de varios proyectos de
construcción en los 12 años de su reinado. Su propio templo funerario se inició
en Deir el-Bahari, pero nunca se terminó. El templo se encuentra a poca
distancia del templo funerario de su padre. Una calzada habría llevado hasta
una plataforma de templo. Las inscripciones muestran que el rey fue enterrado
en una cámara de corte en la cara de la roca.
Sankhkare Mentuhotep también tenía un templo de adobe construido a
Thoth Hill en Tebas occidental. El templo fue construido en el sitio de un
templo más antiguo arcaico. Fue dedicado al dios Montu-Ra. Este templo ha sido
destruido por un terremoto hacia el final de la dinastía.
Mentuhotep III era el hijo y sucesor de Mentuhotep II. Una de las
esposas de Mentuhotep II, Tem, se le
dio el título de Madre del Rey Dual y en base a ese título es casi
seguro que era la madre de Mentuhotep III.
Estatua osiriaca del faraón de la
dinastía 11 Mentuhotep III, en exhibición en el Museo de Bellas Artes de
Boston.
La familia del faraón Mentuhotep III es todo un misterio. En la
actualidad se cree que fue padre de su sucesor Mentuhotep IV con una de sus esposas del harén, Imi.
En el año 1997, un equipo húngaro liderado por el Profesor Györö
Vörös no sólo descubrió un hasta entonces desconocido santuario copto debajo de
la cúspide de Thoth Hill, en la ribera oeste, en Tebas, sino que también
encontró una tumba de principios del Imperio Medio que seguramente perteneció
al faraón Mentuhotep III. Su arquitectura puede haber servido de inspiración
para las tumbas-bab
de principios de la Dinastía XVIII.
El reinado de Mentuhotep III se caracterizó por una cierta
innovación arquitectónica que incluye un triple santuario en el yacimiento de
Medinet Habu, que presagiaba ya las triadas “de familia” de los templos de la
Dinastía XVIII. Además, los restos del templo de ladrillo que construyó en el
“Hill of Thoth”, el pico más alto que domina el Valle de los Reyes, no sólo
contenía otra triple cripta sino que incorporaba los ejemplos más antiguos de
pilonos de templo que habían sobrevivido. No lejos del templo, quedan los
vestigios del palacio del festival sed
de Mentuhotep III.
El arte que nos ha llegado de este efímero reinado no es menos
innovador; podría decirse que la escultura en relieve alcanzó su auge en esta
etapa del Imperio Medio. La talla en piedra es extremadamente bella, con un
relieve que trasmite una enorme profundidad espacial, y una incrustación que no
vas más allá de unos cuantos milímetros dentro de la piedra. La sutileza del
retrato y los detalles del ropaje de los relieves de Tod son muy superiores a
las esculturas de Mentuhotep II.
Mentuhotep III fue también el primer gobernante en enviar una
expedición a la tierra del Punt, en el África oriental, para obtener incienso,
aunque tales expediciones al Mar Rojo y al Punt serían más frecuentes durante
la Dinastía XII. La expedición de 1992 A.C., liderada por un oficial llamado
Henenu, partió vía el Wadi Hammamat, lo que aparentemente obligó a construir
barcos a orillas del Mar Rojo utilizando madera que habría sido transportada de
un lado a otro. También se esforzó en proteger la frontera nordeste mediante la
construcción de fortificaciones al este del Delta.
Cuando Mentuhotep III falleció, hacia 1992 A.C., al parece ser
hubo “siete años vacíos” que corresponderían al reinado del faraón Nebtawyra Mentuhotep IV, quien podría
haber usurpado el trono al no figurar su nombre en la “Lista de Reyes”. Su
madre fue una plebeya carente de títulos reales, que no fuera el de “madre del
faraón”, por lo que es posible que ni siquiera fuese de sangre real.
Esto sin embargo todavía se debate si la madre Mentuhotep IV es conocida por haber
sido reina Imi. Si él era el hijo de
Mentuhotep III, Imi debe haber sido la esposa de Mentuhotep III.
Poco se sabe del reinado del faraón Mentuhotep IV, excepto por sus
expediciones a las canteras. Las inscripciones de la cantera de travertino de
Hatnub sugieren que algunos nomarcas del Egipto Medio podrían haber creado
problemás durante esta época.
El acontecimiento más importante del que hay testimonio durante su
reinado fue el envío de una expedición canterana al Wadi Hammamat. Amenemhat,
el visir que ordenó la expedición, dio órdenes de que se hicieran inscripciones
en la cantera a forma de registro de dos sorprendentes presagios de los que el
grupo habría sido testigo. El primero se refiere a una gacela que dio luz a una
cría sobre la piedra que se había escogido para confeccionar la tapa del
sarcófago del faraón; y el segundo, una feroz tormenta de lluvia que cuando
amainó, puso al descubierto un pozo, de diez codos cuadrados, lleno de agua
hasta el borde. Cierto es que en un terreno tan árido habría supuesto un
descubrimiento espectacular, e incluso milagroso.
Parece casi seguro que el hombre que se convirtió en el primer
faraón de la Dinastía XII fue el propio Amenemhat quien, como la mayoría de los
altos cargos de la Dinastía XI, habría ya gozado de puestos de poder. La
decisión de un rey débil, o la inexistencia de un heredero viable, explicarían,
pues, el paso del Trono al visir.
Nebtawyre Mentuhotep IV fue el último rey de la XI Dinastía. Parece que encaja
en un período de 7 años en el Canon de Turín para el que no hay un
rey registrado.
Se le
conoce por algunas inscripciones en Wadi Hammamat que registran
expediciones a la costa del Mar Rojo y canteras de piedra para
los monumentos reales. Parece que fue un hijo de su antecesor.
Además,
está atestiguado por las inscripciones en Wadi el-Hudi. Otra
inscripción relevante se encuentra en Ain Sukhna. Estas ubicaciones
eran los puertos de almacenamiento habituales para las expediciones al Sinaí.
A pesar de
la oscuridad de Mentuhotep (está ausente de las listas oficiales de reyes
en Abydos), las inscripciones muestran la organización y la composición de
una gran expedición durante su reinado. El líder de una expedición a Wadi
Hammamat, durante el segundo año del reinado de Mentuhotep IV, fue
su visir, Amenemhat, quien se supone que será el futuro rey Amenemhat
I, el primer rey de la XII Dinastía y el inmediato sucesor de
Mentuhotep.
Un
fragmento de un cuenco de pizarra encontrado
en Lisht North fue considerado durante mucho tiempo como para ser
inscrito en el exterior con el título oficial de Mentuhotep IV, y en el
interior con el del Rey Amenemhat I, su sucesor. Debido a que las dos
inscripciones están grabadas en un estilo de escritura diferente, según
Dorothea Arnold, esto indica que Amenemhat tuvo su nombre agregado a una
embarcación más antigua que ya llevaba el nombre de Mentuhotep IV. Sin
embargo, Peter Janosi demostró que Mentuhotep IV no se menciona en el tazón, el
título conservado allí se ajusta mejor a Mentuhotep II.
Algunos
egiptólogos suponen que Amenemhat usurpó el trono o asumió el poder después de
que Mentuhotep IV muriera sin hijos. Actualmente no hay evidencia
arqueológica o textual que pruebe que Mentuhotep fue depuesto por su visir o
que eligió a Amenemhat como su sucesor designado. Ni su momia ni
su lugar de enterramiento han sido encontrados.
CAMBIOS
SOCIALES Y CULTURALES
Culturalmente durante este periodo, se produce un
cambio importante tanto en la mentalidad, como en la literatura, en la religión
y en la sociedad en general. Las fuentes históricas son casi nulas, pero parece
existir un cierto caos político-social, que algunas veces se ha exagerado, ya
que no parece demostrada una auténtica ruptura con el poder real previo.
En general todos los autores están de acuerdo en
atribuir al este periodo intermedio el contenido de un texto conservado en un
papiro de la XIX dinastía, pero que pudo haber sido compuesto durante la XI. Se
trata de "Las lamentaciones del sabio Ipwer", una composición que transmite
la pesimista imagen de un miembro de la élite que ve cómo el caos se instala en
el país, a la vez que desaparece el antiguo orden:
"Se están produciendo acontecimientos que no habían tenido
lugar desde la noche de los tiempos: el rey ha sido derrocado por el populacho.
Aquel que había sido enterrado como Halcón ha sido extraído de su sarcófago. La
cámara de la pirámide ha sido saqueada. Se ha llegado a un punto en el que un
puñado de individuos que no sabían nada del gobierno han despojado al país de
su realeza.....", "La sala del
juicio, sus archivos, han sido saqueados, los despachos públicos allanados y
las listas del censo destruidos, los funcionarios son asesinados y sus
documentos robados...". "....El Nilo golpea y no se labra..., las
mujeres son estériles, ya no se concibe..., los pobres se han apoderado de la
riqueza y quien no tenía ni sandalias es ahora dueño de inmensas fortunas...,
las puertas, columnatas y muros arden..., el desierto se abate sobre el país,
los nomos son destruidos y los asiáticos han llegado a Egipto desde el
exterior....".
Esta decadencia se vio reflejada también en el
arte, con escasas de representaciones y de estilo tosco y ausencia de grandes
monumentos.
La literatura en cambió destaca por su gran
florecimiento, con libros doctrinales o didácticos, que reflejan un cambio
social. Como ejemplos tenemos el señalado para Merikare que es un
tratado de gobierno en forma de consejos. Otro es El Campesino Elocuente que
es un relato literario.
La crisis social y económica propiciaron cambios a
nivel de la sociedad, que desarrolló una mayor autosuficiencia con menor
dependencia del estado, así como un encumbramiento de la burguesía y un aumento
de la clase media que dio lugar a diferencias socioeconómicas como lo reflejan
las tumbas y las construcciones urbanas.
La religión, los rituales y las creencias
funerarias se socializaron, reflejo de lo que ocurría en la vida civil. Los
Textos de las Pirámides, reservados a los faraones, se transformaron en Textos
de los Sarcófagos, asequibles a cualquier persona con poder adquisitivo alto, y
generalizándose durante el periodo posterior.
Osiris que antaño era considerado
un dios funerario real, se convirtió durante este período en el más popular de
los dioses siendo accesible a todos. Algunos reyes se hicieron construir
cenotafios en Abidos. La élite se enterraba en mastabas e hipogeos decorados.
Destacaron también los dioses tebanos Montu y Amon. Tras la caída de la
Dinastía X, Amón alcanzó la supremacía
religiosa.
El gran poder de los nobles durante la VI
dinastía, llevó al establecimiento de poderes locales y el debilitamiento del
poder del rey.
Las hambrunas que se producen en Oriente Medio
hacía el 2100 a.C., provocaron migraciones, y como consecuencia, la llegada de
gentes extranjeras a Egipto.
En Hieracleópolis, al sur de El-Fayum, surgen
dinastías reales de forma simultánea a la dinastía reinante. En las listas
reales se pone de manifiesto que son momentos de confusión, y esto se demuestra
en los estudios arqueológicos de este Primer Periodo Intermedio. Se observan
importantes cambios en el arte egipcio, se puede ver una gran influencia de los
artesanos de Memphis, pero también encontramos novedades, es un periodo de
esplendor del arte egipcio, se ha denominado “Época clásica” del arte egipcio.
Próximo Capítulo: Dinastía XII - Imperio Medio
Próximo Capítulo: Dinastía XII - Imperio Medio
Bibliografía:
Anderson 1992. W. Anderson. Badarian Burials:
Evidence of Social Inequality in Middle Egypt During the Early Predynastic Era.
JARCE, 29 (1992). 51-6
Bard 1994.
Kathryn A. Bard. From Farmers to Pharaos. Mortuary Evidence for the Rise of
Complex Society in Egypt. Sheffield
Barocas
1985. C. Barocas. Fouilles de l' Istituto Universitario Orientale (Naples) à
Zawaydah (Naqada; "South Town" de Petrie): campagne 1984' in S.
Schoske ed. 'Fourth International congress of Egyptology. Abstracts of papers
7-8, Munich.
Barocas
1986. Claudio Barocas. Les raisons d' une fouille et
d' une survey: Le site de Naqada CRIPEL 8 (1986) 17-28
Barich
1998. Barbara E. Barich. People, Water and Grain: The Beginnings of
Domestication in the Sahara and the Nile Valley. Rome
Bavay/de Putter/Adams/Novez/André
2000. Laurent Bavay. Thierry de Putter. Barbara Adams. Jacques Novez. Luc
André. The Origin of Obsidian in Predynastic and Early Dynastic Upper Egypt.
MDAIK 56 (2000). 5-20
Brunton/Caton-Thompson 1928. Guy Brunton.
Gertrude Caton-Thompson. The Badarian Civilisation and Predynastic Remains near
Badari. BSAE 46. London
Case/Payne 1962. H. Case,J.C.
Payne."Tomb 100: The Decorated Tomb at Hierakonpolis". Journal of
Egyptian Archaeology 48 (1962). 5-18.
Cialowicz
1995. Cialowicz, K.M. Once More the Hierakonpolis Wall Painting. Proceedings of
the 7th International Congress of Egyptologists Cambridge, 3-9 September 1995.
Orientalia Lovaniensia Analecta 82. edit. by C. Eyre. 273-279
Close/Wendorf
1992. Angela E. Close. Fred Wendorf. The Beginning of Food Production in the
Eastern Sahara, in: Anne Birgitte Gebauer. T. Douglas Price (editors).
Transitions to Agriculture in Prehistory. Monographs in World Archaeology No.
4, Madison, 63-72
Clutton-Brock
1993. Juliet Clutton-Brock. The spread of domestic animals in Africa. in: The
Archaeology of Africa. Food, metals and towns. (edited by Thurstan Shaw, Paul
Sinclair, Bassey Andah, and Alex Okpoko). London. 61-70 Coqueugniot/Crubézy/Hérouin/Midant-Reynes
1998. Hélène
Coqueugniot/Eric Crubézy/Stéphane Hérouin/Béatrix Midant-Reynes. La nécropole nagadienne d'Adamïma. Distribution par âge sujets du
secteur est. BIFAO 98
(1998). 127-137
Crowfoot
Payne 1987. Joan Crowfoot Payne. Appendix to Naqada Excavations Supplement.
Journal of Egyptian Archaeology 73 (1987). 181-189
Debono/Mortensen 1990. Fernand Debono/Bodil Mortensen. El Omari: a
Neolithic settlement and other sites in the vicinity of Wadi Hof, Helwan with
appendixes on geology by H.A. Hamroush. Mainz
Hartmann. Ulrich Hartung. Thomas
Hikade. Vera Müller. Joris Petres. Umm el-Qaab.
Nachuntersuchungen im frühzeitlichen
Königsfriedhof. 11/12. Vorbericht. MDAIK 56
(2000).43-129
Eiwanger
1987. Josef Eiwanger. Die Archäologie der späten
Vorgeschichte: Bestand und Perspektiven. in Problems and Priorities in Egyptian
Archaeology, Edited by Jan Assmann, Gunter Burkard and Vivian Davies.
London/New York. 81-103
Friedman 1996. Renée Friedman. "The
Ceremonial Centre at Hierakonpolis, Locality HK29A", Aspects of Early
Egypt, ed. by A.J. Spencer. British Museum Press: London: 16-35.
Gautier 1993. P. Gautier. L'analyse
de l'espace figuratif par dipôles. La tombe décorée
n. 100 de Hiérakonpolis. Archéo-Nil 3 (1993). 35-47
Gebauer/Price 1992. Anne Brigitte Gebauer. T. Douglas
Price. Foragers to Farmers: An Introduction, in: Anne Birgitte Gebauer. T.
Douglas Price (editors). Transitions to Agriculture in Prehistory. Monographs
in World Archaeology No. 4, Madison, 1-10
Ginter/Kozlowski
1984. Bolesko Ginter. Janusz K, Kozlowski. The Tarifian and the origin of the
Naqadian. in: Origin and Early Development of Food-Production cultures in
Northern-Eastern Africa. edit. by Lech Krzyzaniak and Michal Kobusiewicz.
Poznan 1984, 247-260
Hartung 1998.
Ulrich Hartung. Prädynastische Siegelabrollungen aus dem Friedhof U in Abydos. (Umm el-Qaab). MDAIK 54 (1998). 187-217
Hassan
1988. Fekri A. Hassan. The Predynastic of Egypt. Journal of World Prehistory.
vol. 2.no. 2.1988
Hassan
1999. Fekri A. Hassan, 'Nagada (Naqada)'.in: Encyclopedia of the Archaeology of
Ancient Egypt. Compiled and edited by Kathryn A. Bard. London/New York, 555-557
Hendrickx
1995. Stan Hendrickx, Analytical Bibliography of the Prehistory and the Early
Dynastic Period of Egypt and Northern Sudan, Leuven
Hendrickx
1996. Stan Hendrickx. The Relative Chronology of the Naqada Culture. Problems
and Possibilities. in: Aspects of Early Egypt, edited by Jeffrey Spencer,
London, 36-69
Hoffman
1991. Michael A., Hoffman. Egypt before the pharaohs: the prehistoric
foundations of Egyptian civilization Rev. and updated.. Austin
Holmes
1988. D.L. Holmes. The Predynastic Lithic Industries of Badari, Middle Egypt:
New Perspictives and interreginal Relations. World Archaeology 20. no.1 (1988).
70-86
Junker 1912. Hermann Junker. Bericht über die Grabungen der Kaiserl.
Akademie der Wissenschaften in Wien auf dem Friedhof in Turah.
Kaiser
1957. Werner Kaiser. Zur inneren Chronologie der Naqadakultur. Archaeologia
Geographica. 6 (1957). 69-77
Kaiser
1958. Werner Kaiser. Zur vorgeschichtlichen Bedeutung von Hierakonpolis. MDAIK
16 (1958). 183-192
Kroeper
1996. Karla Kroeper. Minshat Abu Omar - Burials with Palettes, in: Aspects of
Early Egypt, edited by Jeffrey Spencer, London, 70-92
LARA PEINADO 1991 LARA PEINADO, F.: El Egipto Faraónico. Ediciones Istmo. Madrid.
LARA PEINADO 1998 LARA PEINADO, F.: Diccionario Biográfico del Mundo Antiguo. Egipto y Próximo Oriente. Alderabán Ediciones. Madrid.
Limme 1982. Luc Limme. 'Naqada' in
Lexikon der Ägyptologie. IV. 344-347. Wiesbaden
Lythgoe 1965. A. M. Lythgoe.edited by Dows Dunham. The predynastic cemetery, N 7000: Naga-ed-Dêr. Berkeley: University of California
Lythgoe 1965. A. M. Lythgoe.edited by Dows Dunham. The predynastic cemetery, N 7000: Naga-ed-Dêr. Berkeley: University of California
Midant-Reynes
2000. Béatrix Midant-Reynes. The Naqada Period in: The Oxford History of
Ancient Egypt. edited by Ian Shaw. Oxford. 44-60
Möller/Scharff
1926. Die archaeologischen Ergebnisse des vorgeschichtlichen Gräberfeldes von
Abusir el-Meleq / nach den Aufzeichnungen Georg Möllers / bearbeitet von
Alexander Scharff. Leipzig
Mond/Myers
1937. Sir Robert Mond/Oliver H. Myers. Cemeteries of Armant, I. London
Monnet-Saleh 1983. J. Monnet-Saleh. Remarques sur les Representations de la Peinture d'Hierakonpolis (Tombe No. 100). Journal of Egyptian Archaeology 73 (1983). 51-58.
Monnet-Saleh 1983. J. Monnet-Saleh. Remarques sur les Representations de la Peinture d'Hierakonpolis (Tombe No. 100). Journal of Egyptian Archaeology 73 (1983). 51-58.
Mortensen
1999. Bodil Mortensen. el-Omari.in: Encyclopedia of the Archaeology of Ancient
Egypt. Compiled and edited by Kathryn A. Bard. London/New York. 592-594
Payne 1973.
J.C. Payne. Tomb 100: The Decorated Tomb at Hierakonpolis Confirmed. Journal of
Egyptian Archaeology 59 (1973) 31-35
Peregrine/Melvin
2001. Peter N. Peregrine/Melvin Ember (editors). Encyclopedia of Prehistory. I.
Africa. New York/Boston/Dordrecht/London/Moscow
Petrie/Quibell
1896. W.M. Flinders Petrie, J.E. Quibell. Naqada and Ballas. BSAE I. London
Petrie/Wainwright/Mackay 1912. The Labyrinth, Gerzeh and Mazghuneh. BSAE XXI. London
Pirelli 1998. R. Pirelli 'Naqada' in 'Kemet: alle sorgenti del Tempo. L' antico Egitto dalla preistoria alle piramidi' p. 101-106
Petrie/Wainwright/Mackay 1912. The Labyrinth, Gerzeh and Mazghuneh. BSAE XXI. London
Pirelli 1998. R. Pirelli 'Naqada' in 'Kemet: alle sorgenti del Tempo. L' antico Egitto dalla preistoria alle piramidi' p. 101-106
PIRENNE 1971 PIRENNE, J.: Historia
de la Civilización del Antiguo Egipto. Volumen I. Versión española de J.
MALUQUER DE MOTES. 3ª edición. Editorial Éxito. Barcelona
Posener-Kriéger, P. & J. de
Cenival. Hieratic papyri in the British Museum, fifth series: The Abu Sir
Papyri British Museum Press. London, 1968.
Posener-Kriéger, P. Les archives du temple funéraire de
Néferirkarê-Kakaï. BdÉ 65. Cairo, 1976.
Rizkana/Seeher
1988 Ibrahim Rizkana/Jürgen Seeher. The Lithic Industries of the Predynastic
Settlement. Mainz
Rizkana/Seeher
1989 Ibrahim Rizkana/Jürgen Seeher. The Non-lithic Small Finds and the
Structural Remains of the Predynastic Settlement. with appendixes by Joachim
Boessneck. Mainz
Rizkana/Seeher
1990. Ibrahim Rizkana/Jürgen Seeher. The Predynastic Cemeteries of Maadi and
Wadi Digla. with an appendix on the Physical Anthropology by Karl-Georg Beck
and Stefan Klug. Mainz
Roth 1992.
Ann Macy Roth. The Pss-kf and the 'Opening of the Mouth' Ceremony: A Ritual of
Birth and Rebirth, Journal of Egyptian Archaeology 78 (1992), 113-147
Seeher
1990. Jürgen Seeher. Maadi - eine prädynastische Kulturgruppe zwischen
Oberägypten und Palästina. Praehistorische
Zeitschrift 65 (1990). 123-156
Seeher
1999. Jürgen Seeher. Ma'adi and Wadi Digla. in: Encyclopedia of the Archaeology
of Ancient Egypt. Compiled and edited by Kathryn A. Bard. London/New York 1999,
455-458
Spencer
1993. A.J. Spencer. Early Egypt. The Rise of Civilisation in the Nile Valley.
London
Trigger 1983. B.G. Trigger. The Rise of Egyptian civilization.in: Ancient Egypt. A social History
Trigger 1983. B.G. Trigger. The Rise of Egyptian civilization.in: Ancient Egypt. A social History
Ucko 1968.
Peter Ucko. Anthropomorphic figurines of predynastic Egypt and neolithic Crete
with comparative material from the prehistoric Near East and mainland Greece.
London
Wendorf/Schild 1976. Fred Wendorf. Romuald Schild. Prehistory of the Nile Valley. New York
Wendorf/Schild 1976. Fred Wendorf. Romuald Schild. Prehistory of the Nile Valley. New York
Wendorf/Schild
1980. Fred Wendorf. Romuald Schild. Prehistory of the Eastern Sahara. New York/London
Wetterstrom
1993. Wilma Wetterstrom. Foraging and farming in Egypt: the transition from hunting
and gathering to horticulture in the Nile vally.in: The Archaeology of Africa.
Food, metals and towns. (edited by Thurstan Shaw, Paul Sinclair, Bassey Andah,
and Alex Okpoko). London. 165-226
Wilkinson
1996. Toby A.H. Wilkinson. State Formation in Egypt. Cambridge Monographs in
Africa Archaeology 40. BAR International Series 651. Oxford
Wilkinson
2000. Toby A.H. Wilkinson. Political Unification: Towards a Reconstruction.
MDAIK 56 (2000). 377-395
Williams
1986. Bruce Beyer Williams. The A-Group Royal Cemetery at Qustul: Cemetery L.
The University of Chicago Oriental Institute Nubian Expedition. vol. III. Chicago.
[6] Las tumbas de los reyes de inicio de la
dinastía XI fueron excavadas parcialmente por el Instituto Alemán (DAIK) a
principios de los años 70. Véase D. Arnold, Die
Gräber des Alten und Mittleren Reiches in El-Tarif (Mainz, 1976).
En cuanto a la ruptura con los enterramientos en El-Tarif, agradezco el apunte
de A. Diego Espinel sobre el estilo de terrazas porticadas y pilares en Deir
el-Bahari, que son un ejemplo más elaborado y refinado de las estructuras
usadas en las tumbas de tipo saff.
[7] El término “mortuorio” trata, en un
sentido general, de la muerte del individuo, la disolución de su naturaleza
como ser vivo, y su paso y existencia en el Más Allá. El término “funerario”,
por otro lado, consiste en una sub-categoría del primero, y se refiere al
proceso ritual y de transformación que tiene lugar desde la muerte del difunto
hasta el enterramiento del cuerpo momificado en su tumba. Esta distinción, poco
común en las publicaciones en lengua castellana, es empleada aquí y ha sido
propuesta por J. Baines, “Modelling Sources, Processes, and Locations of Early
Mortuary Texts”, en S. Bickel y B. Mathieu (eds.), D’un monde à l’autre. Textes des Pyramides & Textes des
Sarcophages (Caire, 2004), BdÉ
139, pp. 15-41: p. 15, n. 2.
[8] Esta es la propuesta que se ha venido recogiendo en la bibliografía al
respecto y que se incluye en D. Arnold, “Royal Cult Complexes of the Old and
Middle Kingdoms”, en B.E. Shafer (ed.), Temples
of Ancient Egypt (London-New York, 1997), pp. 31-85: esp. pp. 74-6.
Otra posible manifestación de la relación del rey con el dios Amón en Tebas
podría observarse en la fundación en el reinado de Mentuhotep II de un templo
dedicado a la figura de Amón-Kamutef en Medinet Habu, sobre el que se construye
posteriormente el templo de Hatshepsut y Tutmosis III. Véase U. Hölscher, “The
Temples of the Eighteenth Dynasty”, en The
Excavation of Medinet Habu (Chicago, 1939), Vol. II, pp. 4-7.
[9] E. Naville, The Eleventh Dynasty temple at
Deir el-Bahari (London, 1907-1913), 3 vols. El capítulo sobre el programa decorativo de la capilla
interior mostrando a Mentuhotep II como un dios se encuentra en el vol. 2, pp.
57-62.
[10] Las últimas
publicaciones centradas en el estudio del complejo de Mentuhotep II han sido
escritas por D. Arnold: Der
Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari I: Architektur und Deutung (Mainz,
1974); id., Der Tempel des
König Mentuhotep von Deir El-Bahari II: Die Wandreliefs des Sanctuaries (Mainz,
1974); id., Der Tempel des
König Mentuhotep von Deir El-Bahari III: Die königlichen Beigaben (Mainz,
1981); id., The Temple of Mentuhotep at Deir
el-Bahari (New York, 1979); e id.,
“Neue Funde aus dem Mentuhotep-Tempel von Deir el-Bahari”, Antike Welt 3:3 (1972), pp.
26-30.
[21] Véase un plano del mismo y
fotografías de su estado durante los trabajos de excavación entre 1904 y 1906
en Naville, The Eleventh
Dynasty temple, Vol. I, láms. 1-7.
[11] Las estructuras asociadas a los
enterramientos de estas mujeres fueron realizadas en la segunda fase de
construcción (fase B), que está fechada en la primera mitad del reinado de
Mentuhotep, una vez que la unificación había sido conseguida. Véase D. Arnold, Der Tempel des Königs Mentuhotep I, pp.
64-5. Para un análisis mas exhaustivo sobre el papel de estas mujeres y sus
títulos, véanse L.K. Sabbahy, “The
Titulary of the harem of Nebhepetre Mentuhotep, once again”, JARCE 34 (1997), pp. 163-6;
R.A. Gillam, “Priestesses of Hathor: Their Function, Decline and
Dissappearance”, JARCE 32
(1995), pp. 211-37; y L. Kuchman, “Titles of Queenship. Part II. The Eleventh
Dynasty and the Beginning of the Middle Kingdom: The Wives of Nebhepetre
Mentuhotep”, JSSEA 9
(1978), pp. 21-5. Véase
también el estudio realizado por B. Gúgel Gironés, Objetos para la Eternidad de una Reina del Antiguo Egipto.
El Sarcófago de Ashyt. Iconografía y Textos (Madrid, 2003), Memoria
de Licenciatura –Tesina, Universidad Autónoma de Madrid, Departamento de
Prehistoria y Arqueología. Detalles de las estructuras construidas para estas
mujeres y de los sarcófagos y ataúdes de dos de ellas pueden encontrarse en
Winlock, Excavations at Deir
el Bahri 1911-1931, láms. 6-10.
[12] Aún no se ha determinado con suficiente
certeza si la estructura estaba rematada por una pirámide u otro tipo de
construcción. La escritura del nombre del complejo, Aj-sut-Nebhepetre (“Gloriosos son los lugares
de Nebhepetre”) incluye en algunos casos el determinativo de una pirámide (mr) completando la
designación del monumento, aunque no se han encontrado suficientes evidencias
para defender esta hipótesis.
[13] A través del estudio de las escenas en
alto relieve que decoran la capilla, Freed llega a la conclusión de que esta
parte del complejo se decora en la fase última de la construcción, y remarca
que el estilo coincide con la decoración aplicada también a los muros de la
terraza con deambulatorio, con la excepción de las capillas de las seis
mujeres, completadas en la fase inicial. Véase Freed, The Development of Middle Kingdom
Egyptian Relief, p. 45, n. 221, fig. 21.
[4] Sobre una escena de individuos encargados
en alimentar a distintos animales, ver la tumba del nomarca Khnumhotep de Beni
Hassan (P.E. Newberry, op.cit.,.1893, pl. XXX).
[5] Es muy posible, que debamos ver en esta
escena el antecedente del sacrificio de animales sobre una mesa de ofrendas o un
altar. Un clásico de la iconografía ritual que iba a trascender en otras
culturas del Mediterráneo, llegando incluso a formar parte de la liturgia
judéo-cristiana.
[1] Nomo se denomina a cada una de las subdivisiones
territoriales del antiguo Egipto. Este nombre es de origen griego; la palabra
egipcia era hesp o sepat, que designaba la superficie cultivable de los
territorios. La administración provincial estaba basada en la figura del
nomarca "el que abre los canales", que era responsable de la
irrigación, del rendimiento agrícola, recaudar impuestos y fijar los límites de
las propiedades después de la inundación anual. Al mando de cada nomo se erigía
un nomarca, un cargo designado por el faraón, que en algunas épocas fue
hereditario.
[2] Henri Frankfort: Egipto y Siria en el primer
período intermedio en JEA, vol 12 (1926), véase pág. 92 y fig. 6.
No hay comentarios:
Publicar un comentario