jueves, 23 de enero de 2020

Capítulo 21 - Dinastía XXI - Tercer Periodo Intermedio


Antes de entrar en el Tercer Periodo Intermedio veamos algunas de las cuestiones de Egipto y el Resto del Mundo.
Oriente Próximo durante el Imperio Nuevo

PREÁMBULO
Desde los tiempos más remotos, numerosas expediciones relacionadas con el comercio, la cantería y la guerra llevaron a los egipcios a establecer frecuentes contactos con el mundo exterior. Las regiones en las que Egipto fomentaría de forma gradual lazos comerciales y políticos pueden agruparse en tres zonas básicas: África (principalmente Nubia, Libia y el país de Punt), Asia (Siria-Palestina, Mesopotamia, Arabia y Anatolia), y norte y este del Mediterráneo (Chipre, Creta, los Pueblos del Mar, y los griegos).
Hacia el sur, los vecinos africanos de los antiguos egipcios llegarían a abarcar, con el tiempo, a una serie de grupos étnicos diferentes en Nubia (primordialmente, el Grupo A, el Grupo C, la civilización Kerma, la cultura Pan-Grave, el reino de Kush, la cultura Ballana, y los Blemmyes), y en Etiopía (las culturas pre-axumitas y la civilización de Axum), mientras que hacia el nordeste, más allá de la Península del Sinaí, nos encontramos con muchas ciudades y aldeas esparcidas por colinas y planicie costera del Levante Oriental. Y, más hacia el norte y hacia el este, con un mosaico de reinos e imperios en Anatolia y Mesopotamia, en constante ebullición.
Hacia el este, en el Sahara, conectaron con algunos pueblos diferentes que ahora se agrupan bajo el apelativo general de “Libios”, de los que poca evidencia arqueológica ha sobrevivido, si bien se suele aceptar, en base a pruebas documentales, que se trataban de pueblos nómadas; o, al menos, dependientes para su subsistencia de ciertas formas de pastoreo, y que sólo cuando vinieron a formar parte de la sociedad egipcia a finales del Imperio Nuevo y el Tercer Período Intermedio, algunos aspectos de su cultura se dejarían entrever, como se verá más adelante.

IDENTIDAD RACIAL Y ÉTNICA DE LOS EGIPCIOS
Hay un número de formas diferentes con las que se puede definir a los propios antiguos egipcios como grupo racial y étnico inequívoco, pero el tema de sus raíces y de su propio sentido de identidad han dado lugar a intensos debates. Lingüísticamente, pertenecen a la familia afro-asiática (hamito-semítica), aunque esto es, simplemente, otra forma de decir que, como su situación geográfica implica, su lengua tiene algunas similitudes con lenguas contemporáneas, tanto en algunos lugares de África como en el Oriente Próximo. 
Estudios antropológicos sugieren que la población predinástica incluía una mezcla de tipos raciales (negroides, mediterráneos, y europeos). Pero está el tema de las evidencias procedentes de restos de esqueletos de principios del período faraónico que ha acabado siendo cada vez más controvertido a lo largo de los años. Mientras que la evidencia antropológica de la época fue en su día interpretada, por Bryan Emery y otros, como la conquista rápida de Egipto por pueblos del este cuyos restos eran radicalmente distintos de los egipcios autóctonos, algunos eruditos argumentan ahora que el período del cambio demográfico pudo haber sido mucho más lento; y con toda probabilidad, acarrearía la infiltración gradual de un tipo físicamente diferente procedente de Siria-Palestina a través del Delta Oriental. 
La iconografía de las representaciones egipcias de extranjeros sugiere que durante la mayor parte de su historia, los egipcios se veían a sí mismos a mitad de camino entre los africanos negros y los asiáticos de piel más pálida. No obstante, también está claro que ni los orígenes nubios ni los sirio-palestinos se consideraban como factores negativos en términos de estatus o perspectivas profesionales del individuo; y, no podía ser de otro modo, en un clima cosmopolita como el del Imperio Nuevo en el que los cultos religiosos de los Asiáticos, y los avances tecnológicos, se aceptaban de forma generalizada. Es así que las incontestables facciones negroides del alto cargo Maiherpri no habrían sido obstáculo para alcanzar el especial privilegio de un enterramiento en el Valle de los reyes en tiempos de Tutmosis III (1.479-1.425 a.C.). De igual forma, un individuo llamado Aper-el, cuyo nombre deja ver sus obvias raíces de Oriente Próximo, alcanzó el rango de visir (el cargo civil más alto por debajo del propio faraón) hacia finales de la Dinastía XVIII. 

ICONOGRAFÍA DE LA GUERRA Y DE LA CONQUISTA: EVIDENCIA DOCUMENTAL Y VISUAL
El término “Nueve Arcos de Flecha” se utilizó con frecuencia para referirse a los enemigos de Egipto, cuya identidad específica variaba de un tiempo a otro, si bien solía incluir a los asiáticos y a los nubios. En general, se simbolizaban mediante representaciones de filas de arcos de flecha, o de cautivos maniatados, cuyo número podía variar, y el motivo solía ir decorado con objetos personales reales, tales como sandalias, escabeles, y estrados de forma que el faraón podía, simbólicamente, humillar a sus enemigos. La imagen de nueve prisioneros atados vencidos por un chacal, en el sello de la necrópolis del Valle de los Reyes, es evidente que tenía por objeto proteger la tumba de los estragos de extranjeros, u otras fuentes del Mal. 
Las representaciones de prisioneros extranjeros atados son frecuentes en el arte egipcio. Algunos objetos famosos de los períodos Predinástico Tardío (o Protodinástico) y Temprano Dinástico, tales como la Paleta Narmer, muestran escenas en las que el faraón desprecia o humilla a extranjeros inmovilizados. La escena de un faraón golpeando a un enemigo, no sólo es uno de los aspectos más constantes del arte faraónico que aparece en los pilonos de templos, incluso hasta el Período Romano, sino también uno de los iconos reconocibles de la realeza más antiguos, siendo el caso más conocido el de un dibujo-boceto pintado en los muros de la Tumba 100 del Protodinástico en la Hieracómpolis de finales del cuarto milenio, a.C. 
Las excavaciones de los complejos piramidales de Raneferef, Nyeuserra, Djedkara, Unas, Teti, Pepy I, y Pepy II, de las dinastías 5ª y 6ª, en Saqqara y Abusir, han sacado a la luz un gran número de estatuas de cautivos extranjeros que puede que hubiesen sido alineadas a lo largo de la calzada elevada que unía el templo del valle con el templo de la pirámide. En fecha ligeramente posterior, las representaciones de prisioneros maniatados se utilizarían en rituales malditos, como es el caso de cinco figuras de alabastro de principios de la Dinastía XII – actualmente en el Museo de El Cairo – con inscripciones de textos de maldición y condena en hierático, en los que aparecen listas de nombres de príncipes nubios acompañados de insultos e improperios. 
Durante todo el período faraónico y el greco-romano, la representación del cautivo atado se convirtió en motivo asiduo y popular en la decoración de templos y palacios. La adición de prisioneros maniatados en los elementos decoración, y en los muebles de los palacios reales, servía para reforzar la eliminación total por parte del faraón de extranjeros que, probablemente, también se consideraban símbolos de elementos de “falta de dominio” que los dioses requerían que el faraón tuviese bajo control. Hay, pues, un número de representaciones en templos greco-romanos que muestran filas de dioses apresando pájaros, animales salvajes, y extranjeros con clap-nets, jaulas de redes que pueden cerrarse de forma instantánea tirando de una cuerda. 
El pájaro rekhyt (un tipo de avefría o chorlito con inconfundible cabeza crestada), se solía utilizar como símbolo de cautivos extranjeros, o pueblos súbditos, probablemente porque con las alas recogidas hacia atrás se asemejaba, vagamente, al jeroglífico de un prisionero maniatado. La primera representación de este pájaro que se conoce aparece en el registro superior del relieve decorativo de la cabeza de maza, del Protodinástico, del faraón “Escorpión” (c. 3.100 a.C.), consistente en una fila de avefrías colgando de sus cuellos, con cuerdas atadas a estandartes representativos de antiguas provincias del Bajo Egipto. En este contexto, el rekhyt parece estar representando a los pueblos conquistados del norte de Egipto durante el período crucial en el que el país se transformaría en un único estado unificado.
En la Dinastía III (2.686-2.613 a.C.), no obstante, otra fila de avefrías se representaba, en versión maniatada tradicional, junto a los “Nueve Arcos de Flecha”, aplastada bajo los pies de una estatua de piedra de Djoser de su Pirámide Escalonada, en Saqqara. A partir de ese momento, siempre hubo una continua ambigüedad sobre el significado simbólico de los pájaros – al menos para los ojos modernos – ya que podían, en contextos diferentes, tomarse como que se referían, bien a los enemigos de Egipto, o a los súbditos leales del faraón. 

¿DÓNDE COMENZABA EL MUNDO EXTERIOR?
Las fronteras físicas tradicionales de Egipto – los Desiertos Occidental y Oriental, el Sinaí, la costa mediterránea y las cataratas de El Nilo al sur de Asuán – fueron suficientes durante miles de años para proteger la independencia de Egipto. Pero, quizás, el hecho más curioso de la geografía del Antiguo Egipto, especialmente en cuanto a actitudes con respecto a África y Asia, sea el lento e inconsistente concepto que tenían los egipcios de dónde comenzaba el mundo exterior. ¿Hasta qué punto, por ejemplo, aquellas zonas fuera del Valle del Nilo, pero dentro de las fronteras del Egipto moderno, y en particular el Desierto Oriental y la península del Sinaí, eran consideradas como territorio “no egipcio”? 
Los egipcios utilizaban dos palabras para referirse a la frontera: djer (límite eterno y universal), y tash (una frontera geográfica real, fijada por el pueblo, o por deidades). La segunda era, pues, esencialmente movible, ya que a todos los faraones se les había confiado la responsabilidad de “extender las fronteras” de Egipto dado que sus nombres reales y su titulatura implicaban una zona de dominación política potencialmente infinita. La extensión más lejana de las verdaderas fronteras se establecerían, ciertamente, durante el reinado del faraón Tutmosis III, de la Dinastía XVIII, cuando erigió una estela triunfal en el Río Éufrates, en Asia, y otra en Kurgus, en Nubia, entre las cataratas 4ª y 5ª.
En el Temprano Período Dinástico, y en el Imperio Antiguo, la frontera con la Baja Nubia tradicionalmente se situaba en Asuán, cuyo nombre moderno se deriva de la antigua palabra egipcia swenet (comercio), indicando así, claramente, las oportunidades comerciales que su situación ofrecía. La primera catarata, a poca distancia, más al sur, representaba un serio obstáculo para la navegación en El Nilo, así que la mercancía tenía que ser transportada por la orilla; esta ruta terrestre al este de El Nilo estaba protegida por un enorme muro de adobe de casi 7’5 km de largo, construcción que probablemente se remontaba, en su mayoría, a la Dinastía XII.
Para entonces, no obstante, la frontera con Nubia se situaba ya mucho más al sur, en la propia garganta de Semna, la parte más estrecha del Valle del Nilo. Y fue aquí, en esta estratégica situación, que los faraones de la Dinastía XII construirían un grupo de cuatro fortalezas de adobe: Semna, Kumma, Semna Sur, y Uronarti. Algunas de las “estelas fronterizas” levantadas por Senusret III en las fortalezas de Semna y Uronarti dan cuenta de forma muy clara del total control egipcio sobre la región, e incluye de una normativa sobre la habilidad de los nubios para el comercio a lo largo del Valle del Nilo. 
Desde, al menos, principios de la Dinastía XII, la frontera con Palestina en el Delta oriental estaba defendida por una fila de fortalezas conocidas como “El Muro del Soberano” (inebu heka) y, casi al mismo tiempo, parece que se habría levantado otra en Wadi Natrum con el fin de proteger el Delta occidental de los “Libios”. Esta política se mantendría durante todo el Imperio Medio, y se construirían nuevas fortalezas en el Imperio Nuevo, incluyendo los emplazamientos orientales de Tell Abu Safa, Tell el-Farama, Tell el-Heir, y Tell el-Maskhuta, y los occidentales de Tell el-Alamein y Zawiyet Umm el-Rakham. 

EVIDENCIA FÍSICA DE LOS PRIMEROS CONTACTOS CON ASIA Y NUBIA
La evidencia de lazos comerciales y diplomáticos entre el emergente estado de Egipto y sus varias culturas y estados vecinos sobrevive en forma de materia prima exótica y productos, así como de los recipientes en los que se transportaban. Aunque Egipto fue siempre claramente autosuficiente en una amplia diversidad de rocas, plantas y animales, había, por otra parte, muchos materiales altamente apreciados que no se podían obtener dentro del propio Valle del Nilo.
La turquesa sólo se podía obtener en el Sinaí; la plata, probablemente de Anatolia o del Mediterráneo Norte vía el Levante; el cobre de Nubia, el Sinaí y el Desierto Oriental; y el oro también del Desierto Oriental y de Nubia, mientras que la madera fina como el cedro, el enebro y el ébano, así como productos como el incienso y la mirra, tenían que importarse del Asia oriental y el África tropical. 
Uno de los materiales más buscados y de mayor demanda era el lapislázuli, una piedra azul intenso, veteada de pirita reluciente y calcita, conocida entre los egipcios con el nombre de khesbed. Se utilizaba en joyería, amuletos y figurillas desde, al menos, el Período Naqada II (c.3.500-3.200 a.C.), pero su antigua fuente parece haber estado localizada en Badakhshan, al nordeste de Afganistán – a unos 4.000 km de Egipto – donde hasta el día de hoy se han identificado Sar-i-Sang, Chilmak, Shaga-Darra-j-Robat-i-Paskaran, y Stromby. Badakhshan se encuentra en el centro de una amplia red comercial a través de la que se exportaba el lapislázuli, cubriendo enormes distancias, a las primitivas civilizaciones del Asia occidental y nordeste de África, habiendo pasado en route, sin duda alguna, por las manos de innumerables intermediarios. 
Algunos de los datos arqueológicos más importantes sobre los primeros lazos egipcios con el mundo exterior proceden de recipientes de cerámica en los que se transportaban muchos productos - tales como alimento, bebidas o cosméticos – a y desde el Valle del Nilo. La colección de unos 400 recipientes de estilo palestino que llenaba una cámara de la Tumba U-j, en el cementerio U de Naqada III, en Abidos, como se vio ya anteriormente, muestra que el propietario de esta tumba de élite en c.3.200 a.C., - quizás un antiguo gobernante – podía ejercer una influencia considerable a fin de obtener tales objetos de su ajuar, con toda probabilidad, jarras de vino. 
Muchos de estos recipientes han sido identificados con cerámica procedente de yacimientos contemporáneos en Palestina; así que, parece que habrían sido tipos especialmente manufacturados para la exportación. La misma tumba también contenía recipientes egipcios de estilo palestino de azas onduladas. Otra tumba, la U-127, ofrecía fragmentos de azas de marfil talladas con imágenes que aparentemente representaban filas de cautivos Asiáticos y mujeres acarreando recipientes de cerámica. 
La cerámica encontrada en emplazamientos urbanos tempranos en el sur de Palestina, sugiere que una red comercial egipcia habría estado floreciendo en esta región ya en la primera fase de la Temprana Edad de Bronce. Se ha sugerido que la expansión de la cultura Naqada en la región del Delta en el Protodinástico pudo bien haber sido el resultado de los deseos de los gobernantes del Alto Egipto de conseguir un contacto comercial directo con Palestina, más que la obtención de mercancías a través de mediadores de Maadi y otros lugares del Bajo Egipto. 
Para, al menos, el comienzo de la Dinastía I, el recientemente unificado estado egipcio se habría extendido ya más allá del Delta hasta el sur de Palestina, con una próspera ruta que atravesaba varios centenares de centros de acampada y estaciones de peaje por todo el extremo norte de la península del Sinaí (ver Capítulo 4º).Algunas de las tumbas reales de principios del Período Dinástico de Abidos, contenían fragmentos de recipientes palestinos que indicaban que los gobernantes de Egipto incluían productos Asiáticos importados en su equipo funerario. 
Y más o menos a la vez que los egipcios establecían por vez primera lazos comerciales con los habitantes de la Palestina de la Temprana Edad de Bronce, a la vez establecían contacto con la población de la Baja Nubia; en principio, con el fin de conseguir acceso a los productos exóticos del África tropical, así como a los recursos minerales de la misma Nubia. Vestigios arqueológicos de estos pueblos, a los que George Reiner llamó el “Grupo A”, han sobrevivido al tiempo por toda la Baja Nubia, datados hacia 3.500 a 2.800 a.C. El ajuar funerario con frecuencia incluye recipientes de piedra, amuletos, y artefactos de cobre importados de Egipto que no sólo ayudan a datar estas tumbas, sino también demuestran que el Grupo A estaba envuelto en un comercio regular con los egipcios de los períodos Predinástico y Temprano Dinástico. Bruce Williams ha planteado la controvertida sugerencia de que los mandatarios del primitivo Grupo A serían responsables del nacimiento del estado egipcio, pero ha sido refutada por la mayoría de eruditos. 
La riqueza y cantidad de elementos importados parece aumentar en posteriores sepulturas del Grupo A, lo que sugiere un crecimiento continuo de los contactos entra las dos culturas. Yacimientos tales como Khor Daoud – sin vestigios de asentamientos pero con centenares de silos que contienen recipientes de cerámica de la cultura Naqada que originalmente habrían contenido cerveza, vino, aceite, y quizás queso – eran evidentemente lugares de comercio donde se realizaban intercambios de mercancías entre los egipcios del Protodinástico, el Grupo A, y nómadas del Desierto Oriental. 
A juzgar por algunas de las ricas tumbas de los cementerios de Sayala y Qustul que contienen objetos de prestigio importadas de Egipto, la élite dentro del Grupo A podía beneficiarse de forma sustanciosa de su rol como intermediarios en la ruta comercial africana. Sin embargo, un tallado en roca procedente del yacimiento de la Baja Nubia de Gebel Sheikh Suleiman – actualmente en exposición en el Museo de Khartoum – parece registrar una campaña de la Dinastía I tan lejos como la 2ª Catarata, lo que sugeriría que los contactos con el Grupo A se habrían convertido en estas fechas en algo más que militaristas. 
Un proceso de empobrecimiento severo parece que tuvo lugar en la Baja Nubia durante la Dinastía I, probablemente como resultado directo de los estragos de una primitiva explotación económica de la región. Se ha sugerido que pudo haber habido una reversión forzada al pastoreo – quizás debido a cambios ambientales - , o que la población local nubia pudo incluso haber abandonado temporalmente la región, quizás marchando hacia el sur y eventualmente regresando como Grupo C; en un momento considerado como totalmente separado del Grupo A, pero que ahora se le ve con un cierto número características culturales afines. 
La población del Grupo C era sincrónica con el período de la historia egipcia que va desde mediados de la Dinastía VI a principios de la Dinastía XVIII (2.300 a 1.500 a.C.). Sus principales características arqueológicas incluían los recipientes de cerámica rematada en negro hechos a mano con incisiones decorativas rellenadas con pigmento blanco, así como artefactos importados de Egipto. 
Su forma de vida parece haber estado dominada por el pastoreo de ganado mientras que su sistema social habría sido esencialmente tribal hasta que empezaron a integrarse en la sociedad egipcia. Al inicio de la Dinastía XII su territorio en la Baja Nubia sería ocupado por los egipcios, quizás, en parte para prevenir que se desarrollasen contactos con la más sofisticada cultura Kerma que había surgido en la Alta Nubia. 
Vamos a hacer aquí un nuevo inciso tras la ilustrada exposición del Profesor Ian Shaw en la que se han tratado temas relacionados con los orígenes y primitivos contactos de Egipto con el mundo exterior, evidencia visual y documental, iconografía bélica, y acotaciones fronterizas, en lo que podría considerarse como una Primera Parte del tópico que nos ocupa y que encabeza esta Hoja Suelta. 

A ella seguirá otra, sine die, como Segunda Parte, en la que se tratarán temas específicos afines al tópico, como El Reino de Punt, Imperialismo en los Imperios Medio y Nuevo, Byblos y, Los Pueblos del Mar, que nos dejará a las puertas del Tercer Período Intermedio - probablemente ensombrecido por la fastuosidad y los devaneos imperialistas del Imperio Nuevo - y con él, lo que algunos han dado en llamar la “fragmentación de las Dos Tierras”.

Egipto y el Resto del Mundo.   

LOS BLEMMYES
Del latín Blemmyae, los Blemmyes eran una tribu descrita en las crónicas romanas de las postrimerías del Imperio. Desde finales del siglo tercero en adelante, junto con otra tribu, los Nobadae, se enfrentaron en repetidas ocasiones a los romanos. Se decía que vivían en África, en Nubia, Kush o Etiopía, en generalmente al sur de Egipto. Serían objeto de ficción como raza legendaria de monstruos acéfalos que tenían los ojos y la boca en el pecho. El historiador y geógrafo griego Estrabón describe a los Blemmyes como un pueblo pacífico que vivía en el desierto oriental cerca de Meroe. Su poderío cultural y militar empezó a crecer a tal nivel que en el año 197, Pescennius Niger pidió a un Blemmye rey de Tebas que le ayudase en la batalla contra el emperador romano Séptimo Severo. En el año 250, al emperador romano Decio le costó un gran esfuerzo vencer a un ejército de invasión de Blemmyes. Años más tarde, en 253, atacaron Tebas de nuevo pero fueron derrotados rápidamente. En el 265 serían de nuevo derrotados por el prefecto romano Firmus quien, en el 273 se rebelaría contra el imperio y la reina de Palmyra, Zenobia, con la ayuda de los propios Blemmyes. El general Romano Probus tardó algún tiempo en derrotar al usurpador y sus aliados pero no pudo evitar la ocupación de Tebas por los Blemmyes. Aquello significó otra guerra y casi la total destrucción del ejército d los Blemmyes. En el reinado de Diocleciano, la provincia de Tebas sería de nuevo ocupada por los Blemmyes y después de derrotarles de nuevo, los romanos se replegaron hasta la fronteriza Philae. Los Blemmyes ocupaban una importante región en el actual Sudan. Tenían algunas ciudades importantes como Faras, Kalabsha, Balana y Aniba, que estaban fortificadas con muros y atalayas, mezcla de elementos helénicos, romanos y nubios. Su cultura tenía también la influencia de la cultura meroítica, así que la religión de los Blemmyes estaba centrada en los templos de Kalabsha y Philae. El de aquella, consistía en una enorme obra maestra de la arquitectura nubia donde se adoraba a un león solar, como divinidad, llamado Mandulis. Philae era por entonces, un centro de peregrinación masiva, con templos a Isis, Mandulis y Anhur, y donde los emperadores romanos Augusto y Trajano contribuyeron muy activamente con nuevos templos, plazas y otras obras monumentales. En la Literatura, los Blemmyes aparecen en la novela de Kelly Godel del 2000 titulada “The Amazing Voyage of Azzam”, como tribus caníbales que custodiaban un tesoro perdido de Salomón, y utilizaban mazos, lanzas y dardos con arco como armas. “… Y de los caníbales que se comían unos a otros, los antropófagos, hombres cuyas cabezas nacen bajo sus hombros”. Otelo, Shakespeare. Los Blemmiyes también aparecen en la novela del escritor italiano Valerio Manfredi, “The Tower”, donde se les retrata como guardianes del desierto con un terrible y antiguo secreto. Un Blemmye aparece en la corta historia de Bruce Sterling de 2005, “The Blemmye’s Sratagem”.  

EL REINO DE PUNT 
Los contactos egipcios con África se fueron extendiendo gradualmente más allá de la Baja y Alta Nubia, lo que les puso en contacto con una región en África Oriental que se describe como el Punt. Allí se enviaron misiones comerciales desde, por lo menos, la Dinastía V (2.494-2.345 a.C.) en adelante, con el fin de obtener productos tales como oro, resinas aromáticas, madera negra africana (dalbergia melanoxylon), ébano, marfil, esclavos, y animales salvajes, como monos y mandriles cinocéfalos. Para el Imperio Nuevo, tales expediciones se verían representadas en templos y tumbas, que mostraban a los habitantes del país de Punt como gente de complexión oscura rojiza y facciones finas; en las primeras pinturas aparecían con cabello largo, pero a partir de la Dinastía XVIII en adelante es evidente que ya habían adoptado un estilo más rapado. Las últimas indicaciones definitivas de expediciones al país de Punt datan de los tiempos del faraón Ramsés III, de la Dinastía XX. 

Existe todavía algún debate relativo a la ubicación exacta de Punt, que llegó a estar identificado, en algún momento, con la zona de Somalia. Parece que ahora se cuenta con un argumento de peso para su localización, bien al sur de Sudán, o en la región eritrea de moderna Etiopía, donde las plantas autóctonas y los animales más se parecen a los representados en relieves y pinturas egipcias. 
Se daba por hecho – en principio, en base a escenas en Deir el-Bahri que representan la expedición de Hatshepsut a Punt a mediados de la Dinastía XVIII – que las partes involucradas viajaban por mar desde los puertos de Quseir o Mersa Gawasis, pero ahora parece más probable que, al menos algunos comerciantes egipcios, embarcasen en el sur, a lo largo de El Nilo, y entonces tomasen una ruta terrestre hasta Punt, quizás tomando contacto con los punitas en las proximidades de Kurgus, en la 5ª Catarata. 
Las escenas de Deir el-Bahri incluyen representaciones de los inusuales asentamientos punitas, consistentes en cabañas cónicas hechas de caña, construidas sobre postes clavados en el suelo, a las que se tenía acceso mediante una escalerilla. Entre la vegetación que las rodeaba, hay palmeras y árboles de mirra, algunos de éstos ya en pleno proceso de tala para la posterior extracción de mirra. 
Las escenas también muestran cómo los árboles de mirra se cargaban en barcazas para que los egipcios pudiesen elaborar sus propios perfumes, incienso, ungüentos, medicinas, tinta para los papiros, o para embalsamar a sus muertos. Y se ha argumentado que esto, en sí mismo, puede ser argumento para la ruta Nilo-terrestre de Punt a Egipto, dado que dichas plantas podían morir durante el duro viaje hacia el norte a lo largo de la costa del Mar Rojo. Estos árboles de mirra pudieron incluso llegar a plantarse de nuevo en el propio templo de Deir el-Bahri a juzgar por los restos de fosas con troncos que se han encontrado allí.

“IMPERIALISMO” EN LOS IMPERIOS MEDIO Y NUEVO 
Durante los imperios Medio y Nuevo, Egipto llegó a tener, de forma gradual, un control económico sobre Nubia y Siria-Palestina. Las opiniones, sin embargo, difieren sobre cuál de estos territorios se puede considerar que habría sido política y socialmente “colonizado”, o si la situación sería mucho más errática, y quizás caracterizada sólo por incursiones, o razias, encaminadas a salvaguardar las rutas comerciales y conseguir provisión de botines de guerra. El debate se centra también en el tema de las posibles motivaciones o añoranzas del antiguo imperialismo. ¿Fueron las incursiones egipcias en Nubia y el Levante Oriental dictadas por económica, o por algún otro factor socio-político?
En la práctica, las respuestas a estas preguntas no son, en absoluto, claras, y no sorprenden que varíen según el lugar y período específicos. Es así que, por ejemplo, en el Imperio Medio, la situación sea, en muchos aspectos, más clara: en lo referente a Nubia, se sabe que los faraones de la Dinastía XII utilizaban la fuerza militar para controlar la región - tan lejos al sur como la 3ª Catarata - mediante la construcción de una cadena de fortalezas que les habría proporcionado el completo control sobre el comercio de El Nilo. Las fortalezas estaban provistas de guarnición y grandes almacenes que les habría garantizado una presencia militar continua en la Baja Nubia, pero que, además, les habría proporcionado el potencial para llevar a cabo, en caso de necesidad, campañas más al sur encaminadas a combatir cualquier amenaza aparente o real. 
La enorme cantidad de espacio dedicado a graneros en fortalezas tales como Askut, junto con los restos de edificios que Barry Kemp interpreta como “palacios de campaña” en Uronarti y Kor, todo ello sugiere el uso de las fortalezas de la Baja Nubia como un trampolín de la Dinastía XII en África, más que sólo una frontera fuertemente defendida. El espacio de almacenaje de las fortalezas sería, sin duda alguna, utilizado para almacenar los materiales y productos importados por los egipcios cuando iban de camino hacia Tebas o Itjtawy. 
Sin embargo, en Palestina hay poca evidencia de una presencia egipcia continuada durante el Imperio Medio. Por supuesto que existían contactos tanto con el Levante Oriental como con el Egeo durante las dinastías XII y XIII, pero aún no está claro hasta qué punto Egipto consiguió algún control político o económico sobre alguna parte del Mediterráneo Oriental. Un fragmento de los anales de Amenemhat II que se conservan en Menfis dan cuenta de, al menos, dos invasiones en el Levante Oriental durante su reinado, y la estela de Khusobek, en el Museo de Manchester, registra una expedición lanzada contra la ciudad palestina de Shechem durante el reinado de Senusret III. 
Aparte de estas referencias, sin embargo, las otras únicas muestras de planes militares en el Levante Oriental se pueden encontrar en epítetos y titulaturas de la élite - por otra parte quizás más rimbombantes que históricos – o, en las descripciones de productos traídos de Asia Occidental que no solían especificar si las mercancías o el ganado se obtuvieron por la fuerza. Un ejemplo con respaldo arqueológico razonable lo podemos tener en la fuerte y continuada presencia económica durante el Imperio Medio en Palestina y Byblos - como se verá más adelante - probablemente reforzada por la presión militar de forma periódica. El alto número de Asiáticos que en creciente aumento se sabe que vivían en Egipto durante el Imperio Medio (Véase el Capítulo 7º) sugiere que, al menos, algunos de ellos habrían sido traídos como prisioneros de guerra. 
De las actividades de Egipto en el Levante Oriental durante el Imperio Nuevos dan testimonio con cierto detalle fuentes tanto arqueológicas como documentales. Estas últimas consisten no sólo en triunfantes “estelas de victoria” egipcias y relieves en templos que dan brillante cuenta de los trofeos obtenidos por el faraón en nombre de los dioses, sino también en tablas de arcilla cuneiformes de varios yacimientos – como por ejemplo Ta’anach, Kamid el-Loz, y Hattusas – que documentan los lazos diplomáticos, administrativos y económicos existentes entre los diversos estados de Oriente Próximo. 
Desde el punto de vista egipcio, el más importante de estos “archivos” consiste en un juego de 382 tablas encontradas en Amarna, en el Egipto Medio, que contiene, en su mayoría, correspondencia entre líderes extranjeros y el faraón egipcio de mediados del siglo 14 a.C.; es decir, finales de la Dinastía XVIII. 
Las “Cartas de Amarna” proporciona, pues, primero, revelaciones de las relaciones diplomáticas entre Egipto y otras grandes potencias – por ejemplo, Mitania y Babilonia – y, segundo, las tortuosas políticas de las pequeñas ciudades-estado de Siria-Palestina, y las disputas y alianzas entre ellas según se deslizaban hacia atrás o hacia adelante entre las esferas de influencia de Mitania, Egipto y el Reino Hitita. 
El principal debate relativo a la participación egipcia en Siria-Palestina durante el Imperio Nuevo se centra en la cuestión del grado en que Egipto mantuvo una permanente presencia militar y/o civil en diversas n principio basada conquistado. Algunos eruditos argumentan que hay suficiente evidencia arqueológica y documental para plantear que Egipto habría, en efecto, colonizado algunas de las ciudades de Palestina; quizás, en un principio por haber heredado el control de esta región cuando persiguieron a los derrotados Hyksos hasta su país a finales del Segundo Período Intermedio. 
Según esta teoría – basada en principio en las Cartas de Amarna y la presencia de artefactos egipcios en muchos yacimientos del Levante Oriental – toda la zona de Siria-Palestina estaba dividida en tres franjas: de norte a sur, Amurru, Upe, y Canaan; cada una de ellas regida por un gobernador egipcio, y un número de pequeñas guarniciones repartidas entre los asentamientos locales. Otros eruditos, por otra parte, argumenta que la cultura del material de los yacimientos egipcios en el Delta Oriental es tan claramente distinta de la de las cercanas ciudades de Palestina, justo al otro lado del Sinaí, que parece altamente improbable que hubiese habido nunca muchos egipcios que realmente hubiesen vivido entre las poblaciones locales, en contraste con la abundante evidencia arquitectónica y material de la colonización egipcia de Nubia en el Imperio Nuevo. 
La motivación de la significativa presencia egipcia durante el Imperio Nuevo en la Baja Nubia pudo haber sido, en principio, económica, pero un grupo de eruditos ha señalado que la evidencia arqueológica y documental da cuenta de una red de información muy compleja relativa a las actitudes egipcias hacia Nubia. Para empezar, se aprecia una continuidad, durante los imperios Medio y Nuevo, de la ideología esencialmente xenófoba ya descrita, por la que nubios bárbaros estereotipados se retrataban en el arte y literatura oficial como desechables representantes del caos. 
Esto, no obstante, tiene que ser contrastado con dos factores importantes: primero, que muchos extranjeros, incluidos los nubios y los Asiáticos, vivían felizmente junto a nativos egipcios en muchas de las ciudades del Egipto real, y, segundo, que hay evidencia fiable de una deliberada nueva política en el Imperio Nuevo de aculturación tanto en Nubia como en el Levante Oriental de forma que se alentaba a la élite local a que adoptasen costumbres y nomenclatura egipcias y, a veces, sus hijos les eran forzosamente retirados para ser “educados” en Egipto, para eventualmente regresar a su países de origen totalmente indoctrinados con la forma de vida egipcia. 
La imagen de conjunto del “imperialismo” egipcio es, por lo tanto, polifacética, con el pragmatismo económico y político de los faraones con frecuencia ocultos por la hipérbole de su propia retórica y devoción. El debate ”ideología-contra-economía” es difícil de resolver, ya que, en principio, nos apoyamos en una combinación de textos religiosos y funerarios para nuestra reconstrucción del comportamiento egipcio en el mundo exterior y, sin embargo, la historia real probablemente se encuentre en ese material de archivo, más prosaico, que tan raras veces sobrevive. 

BYBLOS 
La ciudad de Byblos (o Jubeil) estaba situada en la costa de Canaán, a unos 40 km al norte de la moderna Beirut. El principal asentamiento conocido en el idioma acadio Gubla, tiene un largo historial que se extiende desde el Neolítico hasta la Tardía Edad de Bronce cuando la población parece haberse trasladado a un emplazamiento cercano ahora cubierto por una moderna aldea. 
La importancia de Byblos radica en su función como puerto, y desde aproximadamente el tiempo de la unificación de Egipto, era utilizado por los egipcios como fuente de la madera. El famoso cedro del Líbano y otros productos pasaban a través suya, y es lugar donde se han encontrado objetos egipcios desde tiempos tan lejanos como la Dinastía II (2.890-2.686 a.C.). El yacimiento incluía varios edificios religiosos, tales como el llamado “Templo de los Obeliscos”, dedicado a Ba’alat Gebal, la “Señora de Byblos” – una especie de Astarte que también habría sido identificada como la diosa egipcia Hathor – en el que uno de los obeliscos estaba tallado con jeroglíficos. 
La cultura egipcia del Imperio Medio tuvo una influencia especialmente profunda en la Corte de los soberanos de la Edad de Bronce Media de Byblos, y entre los objetos encontrados en las tumbas reales de este período se encuentran algunos que llevan el nombre de los soberanos de la Dinastía XII Amenemhat III y IV. Los objetos egipcios incluyen marfil, ébano, y oro, mientras que las imitaciones locales usaban otros materiales y se trabajaban en un estilo menos conseguido. 
En el Imperio Nuevo, la ciudad aparece de forma prominente en las Cartas de Amarna ya que su soberano, Ribaddi, solicito ayuda militar del faraón egipcio. En esta ocasión Byblos cayó en manos enemigas pero fue más adelante recuperada. Un sarcófago encontrado con objetos de Ramsés II (1.279-1.213 a.C.) que muestra la influencia egipcia, es importante por su posterior (siglo X a.C.) inscripción para Ahiram, un gobernante local, en caracteres alfabéticos primitivos. Varios artefactos egipcios encontrados en el propio Byblos, que dan testimonio de fuertes contactos diplomáticos reales entre los faraones y los gobernantes de Byblos, incluyen un recipiente con el nombre de Ramsés II procedente de la tumba del ya mencionado Ahiram, jambas de puerta inscritas de Ramsés II de un templo, y fragmentos de estatuas de Osorkon I y II; la del primero con una inscripción fenicia que data del reinado de Abibaal. 
La evidencia arqueológica sugiere, por lo tanto, un pico en los contactos Egipto-Byblos en la Dinastía XIX, seguido de un declive en las XX y XXI, documentada por el Cuento de Wenamun, una descripción cuasi histórica de una expedición a Byblos a finales de la Dinastía XX, y, finalmente, un resurgir de los lazos en las XXII y XXIII. Después del Tercer Período Intermedio, la importancia de Byblos parece haber decaído gradualmente a favor de los cercanos puertos de Tiro y Sidonia. 

LOS PUEBLOS DEL MAR 
En los siglos XIII y XIV a.C., una serie de malogros de cosecha en el Mediterráneo norte y este parece que actuó como detonante de migraciones a gran escala en Anatolia y el Levante Oriental. Estos problemas agrícolas evidentemente llevaron al soberano egipcio de la Dinastía XIX, Merenptah, a enviar grano a los Hititas - por entonces ya en decadencia - que tan duramente habían sido golpeados por la hambruna, y muchos centro urbanos micénicos parece que por esas fecha habían sido destruidos. 
Entre los nuevos inmigrantes en la región mediterránea por estas fechas, había una imprecisa confederación de grupos étnicos procedentes del Egeo y Asia Menor conocida por los egipcios como Pueblos del Mar. Algunos de estos grupos, tales como los Denen, los Lukka, y los Sherden, ya eran activos durante el reinado de Akenatón (1.352-1.336 a.C.), mientras que elementos de los Lukka, Sherden, y Peleset ya aparecían representados como mercenarios luchando para el ejército de Ramsés II (1.279-1.213 a.C.) en la Batalla de Qadesh. 
Más adelante, en el Período Ramésida, los Pueblos del Mar se describirían y representarían en relieves, en Medinet Abu y Karnak, así como en el Gran Papiro de Harris; una lista de ceremonias usadas en templos y un breve resumen del reinado completo del faraón Ramsés III (1.184-1.15 a.C.) de la Dinastía XX. Estas últimas fuentes indican que los Pueblos del Mar no estaban simplemente envueltos en actos aislados de pillaje sino que formaban parte de un movimiento significativo de pueblos desplazados que emigraban a Siria-Palestina y Egipto. Está claro que planeaban asentarse en las zonas que atacaban, que se les representan no sólo como ejércitos de guerreros sino también como familias enteras llevando consigo sus pertenencias en carros tirados por bueyes. 
El estudio de los nombres “tribales” registrados por los egipcios e Hititas han mostrado que a varios grupos de los Pueblos del Mar pueden se les puede relacionar con específicos lugares de origen, o, al menos, con los lugares donde eventualmente se asentarían. Es así que los Ekwesh y los Denen posiblemente puedan correlacionarse con los aqueos y danaos griegos de la Ilíada de Homero; los Lukka puede que provengan de la región de Lycia, en Anatolia; los Sherden, pueden haber estado conectados con Cerdeña; y a los Peleset, casi con toda certeza, se les identifica con los filisteos bíblicos, que dieron nombre a Palestina. El primer ataque de los Pueblos del Mar al Delta egipcio en alianza con los libios data del quinto año del reinado de Metenptah (1.213-1.203 a.C.). A los grupos individuales de Pueblos del Mar, además del Meshwesh libio, se les conoce como los Ekwesh, Lukka, Shekelesh, Sherden, y Teresh. Según los relieves de Merenptah sobre uno de los muros del templo de Amón en Karnak, y el texto de una estela de su templo funerario – llamada la Estela de Israel – los repelió con éxito, aniquilando a 6.000 y derrotando al resto. Las excavaciones de Moshe Dothan en la ciudad filistea de Ashdod entre los años 1.962 al 69, dejaron al descubierto un estrato quemado datado en el siglo trece B.C. que, quizá, puede corresponder, o bien a la campaña levantina del faraón Merenptah, o a la llegada de los propios Peleset. 
Desde el punto de vista de los egipcios, la confrontación final con los Pueblos del Mar tuvo lugar en el año 8 del reinado de Ramsés III; para entonces, los Pueblos del Mar probablemente habrían capturado las ciudades sirias de Ugarit y Alalakh. Atacaron a Egipto por tierra y mar, siendo esta última confrontación reproducida en los celebrados relieves de la batalla naval en los muros exteriores del templo mortuorio de Ramsés en Medinet Abu. Esta victoria protegió a Egipto de la evidente invasión del norte, pero, a la larga, sería la infiltración del oeste más insidiosa de pueblos libios, y la que tendría más éxito como medio de conseguir el control de Egipto (Ver Capítulo 12). 

CONCLUSIÓN: La historia de los contactos de Egipto con el mundo exterior está, sobre todo, relacionado con el poder y el prestigio. En los primitivos lazos comerciales entre los egipcios y sus vecinos de África y el Oriente Próximo, la principal motivación parece haber sido la obtención de materiales raros o exóticos, y productos que sirviesen para reforzar la base de poder de individuos o grupos en cuestión. El comercio, ya fuese interregional o internacional, era parte integrante de la formación y expansión de los primitivos estados de Oriente Próximo. 
Para cuando todo aparato administrativo nacional se puso en operación durante los imperios Medio y Nuevo, ya había grandes sectores de burocracia real y militar involucrados exclusivamente en el proceso de obtener impuestos y mano de obra reclutada de las provincias de Egipto. Este efectivo y eficiente sistema económico constituía la base ideal del proceso de calcular con exactitud el importe de los tributos (inu) así como del producto de los saqueos de tierras allende las fronteras egipcias. Tanto ideológica como económicamente, las acciones de conquista y gobierno eran inseparables de la idea de absorber nueva riqueza para los estados del faraón y los principales cultos religiosos. 
Sin embargo, no fue simplemente cuestión de importar a Egipto materiales y artículos; parece también que había una continua afluencia de gente, a la vez que influencias lingüísticas y culturales, que llevarían a la creación de una sociedad distintivamente cosmopolita y multicultural, desde, por lo menos, el Imperio Nuevo, en adelante. La aparente tolerancia hacia los extranjeros de la sociedad egipcia iba acompañada, sin embargo, de una profunda continuidad en unos valores y creencias esenciales, fuertemente arraigados en la población indígena; hasta donde hemos podido saber, dada la parcialidad con que la documentación que ha sobrevivido trata al extremo elitista de la sociedad. La cultura egipcia era, aparentemente, lo suficientemente fuerte y flexible como para poder sobrevivir a largos períodos de dominación libia, kushita, persa, y tolemaica, sin que la esencia de la identidad de Egipto como nación se viese seriamente afectada.

Tercer Periodo Intermedio
"La Fragmentación de Las Dos Tierras": (1.069-664 a.C.) Perfil Histórico 
"Herihor y Nedjmet ante Osiris". Papiro del Libro de los Muertos de Nedjmet. Quizá procedente de la Colección Real de Deir el-Bahri, Dinastía XXI, hacia 1.070 a.C.

Esta escena muestra Nedjmet y Herihor, su marido (cuyo entierro nunca ha sido encontrado) ofrendas a Osiris, Isis y los cuatro hijos de Horus, que también observan una pequeña escena del pesaje del corazón. El pesaje es supervisado por Thoth en su forma de un mono, y el corazón convencional es sustituido por una pequeña figura femenina que debe representar a Nedjmet.
Aunque hay sin duda que el papiro era Nedjmet - ella aparece en la escena del juicio, y la momia que se muestra en una viñeta es suyo – características Herihor prominente. Esto es probablemente debido a su estatus real. Fue uno de los primeros de los sumos sacerdotes de Amón que efectivamente gobernó Egipto superior desde el final de la dinastía XX (1.186-1.069 sobre a.C) hasta el vigésimo segundo (unos 945-715 a.C.). También fue el primero de los sumos sacerdotes de Amón en atributos reales, tales como colocar su nombre en un cartucho y se muestra con el uraeus real en las cejas.
Este período de 400 años que se extiende desde la Dinastía XXI a la XXV (1.069-664 a. C), puede considerarse, en justicia, que marca una fase nueva en la Historia de Egipto. El período se caracteriza por cambios significativos en la organización política, la sociedad, y la cultura de Egipto. La centralización del gobierno dejó paso a una fragmentación política y un resurgimiento de los centros de poder locales; una substancial afluencia de poblaciones libias y nubias acabarían modificando de forma permanente el perfil de la población, mientras Egipto, en conjunto, se iba tornando más introvertido, y sus contactos con el mundo exterior se reducían considerablemente, lo que supuso un sensible impacto en las relaciones con el Levante Oriental.
Estos, y otros factores, tuvieron importantes consecuencias en el funcionamiento de la economía, la estructura de la sociedad, y las actitudes religiosas y prácticas funerarias de los habitantes del país. Es cierto, que este período estuvo marcado por tensiones sobre el control de territorios y recursos que acabaron, a veces, en conflictos, pero la violencia no era un mal endémico; el período, pues, como tal, fue estable, y representa algo más que un lapsus temporal de la autoridad faraónica tradicional como podría dejar ver su desafortunada y frecuente designación como “Intermedio”. Muchos de los acontecimientos y tendencias de estos años fueron permanentes en sus efectos, y acabarían jugando un papel crucial en la configuración del Egipto del primer milenio a.C. que se iniciaba.
Ha sido más difícil confeccionar un marco histórico acertado para estos siglos que para cualquier otro período de la Historia de Egipto. Ninguna lista-de-reyes incluye las dinastías XXI a XXV, por lo que el Egiptólogo se ve obligado a apoyarse más de lo estrictamente deseable en los falseados extractos de la historia de Manetón - derivada en su mayoría de fuentes del Delta - que, en el mejor de los casos, ofrecen una imagen incompleta. Un cotejo cuidadoso de las listas manetonianas con las dispersas inscripciones de faraones y dignatarios locales del período, y las referencias cruzadas con fuentes procedentes del Oriente Próximo, han redundado en una cronología aceptada en sus puntos claves por la mayoría de los especialistas, aunque algunas áreas aún continúan siendo objeto de debate; a destacar, las relaciones y esferas de influencia de algunos gobernantes de provincia que se habían otorgado un estatus real durante los siglos VIII y XIX a.C.
Con la excepción de yacimientos tales como Tanis, la evidencia que ha sobrevivido de este período en el Delta es, como de costumbre, muy pobre, y, si bien Tebas nos ha deparado una gran cantidad de objetos, y la estatuaria privada y el equipo funerario tienden a predominar, las fuentes económicas, como es el caso de los papiros administrativos, son muy escasas. Al ser en el norte donde la mayoría de los cambios más significativos de la época se fueron produciendo, no resulta fácil dibujar una imagen equilibrada del país.

PERFIL HISTÓRICO
El Tercer Período Intermedio se inauguró con una importante convulsión policía y una debilitación de la economía. La guerra civil fomentada por Panehsy, el virrey del Kush, conmocionó al país, y su consiguiente derrota y expulsión más allá de la frontera sur sólo supuso una victoria parcial del gobierno. La acción militar contra Panehsy no consiguió restablecer la autoridad egipcia en Nubia, y el control de los recursos de las tierras del sur – las minas de oro y el lucrativo comercio de los productos subsaharianos – se perdieron. De ahí que en las postrimerías del período Egipto sufriese una seria reducción de los beneficios procedentes de sus antiguas dependencias; como se insinúa en el Cuento de Wenamun, una narrativa que describe una expedición supuestamente enviada a Byblos por Herihor, a los nuevos gobernante egipcios puede que les faltase el prestigio en el Levante Oriental del que sus predecesores habían disfrutado.
Después del fallecimiento de Ramsés XI, hacia 1.069 a.C., la Dinastía XX, y con ella la era del Renacimiento, llegó a su final, pero los cimientos de una nueva estructura de poder estaban echados, y la transición a un nuevo régimen tuvo lugar sin altibajos. Bajo la Dinastía XXI Egipto estaba, aparentemente, unida, pero en realidad el control estaba dividido entre una línea de soberanos en el norte y una sucesión de mandos militares que también ocupaban el cargo de Sumo Sacerdote de Amón, en Tebas. Smendes (1.069-1.043 a.C.), una figura influyente de origen desconocido, fundó la dinastía en el norte, con su base de poder en el emplazamiento de Tanis, en el Desierto Oriental, una ciudad nueva cuyos principales monumentos se construyeron en su mayoría con material reusado traído de Piramesse y otros lugares del norte.
Se cree que Tentamun, probable esposa de Smendes, quizás fuese un miembro de la familia real ramésida. Aunque esta relación pudo haber sido un factor determinante en el ascenso al poder dl nuevo soberano, la creciente influencia del culto a Amón y de sus funcionarios fueron sin duda también muy significativas. Durante este período, el gobierno de Egipto fue, de hecho, una teocracia donde la autoridad política suprema estaba conferida al propio dios Amón. En un himno a Amón de un papiro de Deir el-Bahri, apodado “credo de la teocracia”, el nombre del dios está escrito dentro de un cartucho y al que se le dirige como el superior de todos los dioses, fuente y origen de la Creación, y el verdadero dios de Egipto.
Los faraones eran ahora meros gobernantes temporales que actuaban como nominados de Amón, y a los que las decisiones del dios se les daba a conocer mediante oráculos. Las tareas del gobierno teocrático están explícitamente documentadas en Tebas donde las consultas oraculares las formalizaba una institución regular de la Audiencia Divina del Festival, sita en Karnak. Los mismos principios se aplicaban también en el norte; a Smendes y Tentamun se les describe en Wenamun como los “pilares que Amón ha establecido para el norte y su tierra”, mientras que la ciudad de Tanis se desarrolló como la homóloga de Tebas en el norte, el centro principal de culto a Amón. 
Se levantaron templos a la triada tebana y el rol de Tanis como ciudad santa se fomentó situando las tumbas de los faraones de la Dinastía XXI dentro del recinto del templo. Hasta qué punto Tanis realmente fue base del poder político de la época, es algo que bien puede cuestionarse ya que, hasta el día de hoy, las excavaciones no han revelado viviendas, monumentos privados, con la excepción de unos pocos bloques reusados de tumbas de cortesanos, o estelas de donación (es decir, registros de la concesión de tierras de cultivo a los dioses de los templos locales), en la zona. No obstante, sí hay evidencia de que Menfis funcionó como residencia de los soberanos del norte – hay registrado un decreto de Smendes que figura como expedido allí – y la antigua ciudad pudo haber servido de nuevo como una importante base administrativa. 
Las actividades de los gobernantes del norte durante la Dinastía XXI están pobremente documentadas. Los trabajos de construcción de Psusenes I (1.039-991 a.C.) en Tanis y Menfis, y de Siamun (978-959 a.C.) son los vestigios más sobresalientes del propio Egipto, y parece que las relaciones con el Levante Oriental fueron esporádicas y poco aventureras. El matrimonio de una princesa real, quizás hija de Siamun, con el rey Salomón de Israel es un sorprendente testimonio del reducido prestigio de los soberanos de Egipto en el escenario mundial. En lo más alto del Imperio Nuevo, los faraones se desposaban de forma regular con hijas de príncipes de Oriente Próximo, pero se negaban a que sus propias hijas se casasen con soberanos extranjeros. 
El más destacado de los comandantes del sur era el General Jefe, Herihor. Mediante la apropiación del cargo de Sumo Sacerdote de Amón, - e incluso, en ocasiones, de las titulaturas y galas propias de un faraón – la autoridad civil, militar y religiosa, combinadas, acabaron en manos de un solo individuo. No obstante, fue a los familiares del colega de Herihor, el general Piankh, a quienes más tarde pasaría el control, a plazo largo, del Alto Egipto. Todos estos individuos ostentaron el cargo de General Jefe y Sumo Sacerdote de Amón. Bajo los auspicios de la teocracia, sus poderes ejecutivos se derivaban de los oráculos de Amón, Mut, y Khons, a través de los cuales se sancionaban los nombramientos y decisiones políticas más importantes de los gobernantes. Aunque la autoridad temporal de los soberanos tinitas era reconocida formalmente en todo Egipto, y los militares de Tebas mostraron sólo pretensiones limitadas a su estatus real, eran ellos quienes tenían, por otra parte, el control real del Egipto Medio y Alto. Se fijó una frontera formal entre las dos regiones en Teudjoi (el-Hiba), al sur de la entrada al Fayum. 
Aquí, así como en otros yacimientos a lo largo de El Nilo, los gobernantes del sur levantaron una serie de fortificaciones. Por otra parte, la principal actividad documentada en el sur durante la Dinastía XXI consistía en el sistemático desmantelamiento de los enterramientos reales del Imperio Nuevo en la necrópolis de Tebas. El Valle de los Reyes dejó de ser tierra de enterramiento real, la comunidad de constructores de tumbas de Deir el-Medina fue desmantelada, el contenido de las tumbas tomado para sí, y las momias ocultadas en escondrijos.
Después del reinado de Smendes y de su sucesor Amenemnisu (1.043-1.039 a.C.), el trono en el norte pasó a Psusenes I, hijo del comandante tebano Pinudjem I, y el control del Alto Egipto a su hermano Mekhenperra. De esta forma, durante algún tiempo la misma línea tebana gobernó todo Egipto, y las amigables relaciones entre norte y sur se mantuvieron mediante los matrimonios entre parientes de la extensa familia de los gobernantes. Aún así, la división del reino se mantuvo durante largo tiempo, indicación de que la descentralización fue tolerada por estos gobernantes. 
Hacia 984 a.C., una nueva familia se hizo con el control en el Delta con las ascensión al trono de Osorkon el Viejo (984-978 a.C.), hijo del Jefe de Meshwesh, Sheshonq, un gobernante cuyo nombre y parentesco revela sus orígenes libios. Los comandantes tebanos retiraron sus reivindicaciones al estatus real, y de forma más abierta y utilizaron los nombres y las líneas de cambio de fechas de los monarcas del norte en documentos. Con todo, el Sumo Sacerdote tebano Psusenes finalmente acabaría convirtiéndose en faraón, en el norte, como Psusenes II (959-945 a.C.), el último soberano de la Dinastía XXI. 

Para entonces, los libios ya constituían una presencia importante e influyente en Egipto. Aunque Merenptah y Ram habrían repelido importantes incursiones desde Meshwesh y Libu, el asentamiento de inmigrantes, los prisioneros de guerra y las tropas de guarnición continuaron, particularmente en el Delta y en la zona entre Menfis y Heracleópolis; se ha sugerido que para finales del Imperio Nuevo el ejército egipcio estaría casi por completo formado de mercenarios libios. La incipiente descentralización del gobierno durante la Dinastía XXI facilitó el crecimiento de bases de poder provinciales, y las dinastías locales de caudillos libios, descendientes de colonos del pasado Imperio Nuevo, pudieron aumentar su autonomía; las familias gobernantes, tanto en el norte como en el sur, durante la Dinastía XXI incluían individuos que llevaban evidentemente nombres libios, y puesto que alguna forma de aculturación sin duda se practicaba (como se verá más adelante), y otros muchos más probablemente aparecen enmascarados en los registros bajo nombres egipcios. 
Fue, por lo tanto, sólo la culminación de una tendencia establecida cuando, a finales de la Dinastía XXI, en Tanis el trono pasó al Jefe de Meshwesh, Sheshonq (Sheshonq I (945-924 a.C.). Éste pertenecía a una familia asentada en Bubastis cuyos miembros habrían conseguido, mediante juiciosos matrimonios con la familia real y lazos con los sumo sacerdotes de Menfis, llegar a ser altamente influyentes en el Delta. La transferencia de poder de Psusenes II parece que se consiguió con un mínimo de oposición, que sería sin duda facilitada por el hecho de que Sheshonq era sobrino del anterior faraón tanita Osokon el Viejo, mientras que su propio hijo, el futuro Osokon I (924-889 a.C.) estaba casado con la hija de Psusenes II, Maatkara. 

El reinado de Sheshonq (945-924 a.C.) destaca como un momento álgido del Tercer Período Intermedio. Rechazando las divisiones internas de la Dinastía XXI a favor de modelos de gobierno faraónicos del Imperio Nuevo, Sheshonq buscó restablecer la autoridad política del monarca. La teocracia siguió funcionando pero de una forma modificada; los oráculos continuaron existiendo pero ya no destaca como instrumento regular de la política. El nuevo reino estaba marcado por un cambio de actitud del Trono encaminado hacia la integridad territorial del país, la adopción de una política extranjera expansionista, y un ambicioso programa de construcción real. El intento por ejercer un control real directo sobre todo Egipto implicaba restringir el estatus virtualmente independiente de Tebas. Para conseguirlo, el cargo de Sumo Sacerdote de Amón se entregó a unos de los hijos de Sheshonq, el príncipe Iuput, que también era Comandante Jefe del Ejército, política que seguirían los futuros faraones. Otros miembros de la familia real y partidarios de la dinastía serían también nombrados titulares de importantes puestos, y se fomentó la lealtad de los detentadores del poder local mediante el matrimonio con hijas de la Casa Real. 
Después de más de un siglo de pasividad por parte de los gobernantes egipcios, Sheshonq I intervino agresivamente en la política del Levante Oriental con el fin de reafirmar el prestigio egipcio en el lugar. Sus inscripciones en Karnak registran una expedición militar mayor hacia 925 a.C. contra Israel y Judá y las principales ciudades al sur de Palestina, incluyendo Gaza y Megiddo. El Antiguo Testamento hace referencia al mismo acontecimiento, afirmando (1 Reyes 14:25-6) que, en el quinto año de Roboam, “Sisac, rey de Egipto” se incautó de los tesoros de Jerusalén, añadiendo (2 Crónicas 12:2-6) que llegó con 1200 carros y un ejército formado por libios y nubios. Estas fuentes indican que la campaña fue lanzada para ayudar a Jeroboam, un expatriado de Egipto que reclamaba el Trono de Judá. 
No obstante, si se pensaba que esto era una primera etapa de un programa para restablecer la autoridad egipcia en Palestina, sólo resultó ser un esfuerzo abortado. Sheshonq fallecería a su regreso a Egipto y bajo sus sucesores las relaciones con el Levante Oriental parece que revirtieron a meros contactos comerciales, a destacar la reapertura de relaciones con Byblos. El programa de construcción de Sheshonq incluía planes para un gran patio en el templo de Amón en Karnak, pero permanecería sin terminar a la muerte del monarca. La entrada conocida como “El Portal de Bubastis” - la única sección terminada – tiene inscripciones que registran las victorias en Palestina, siendo así una de las fuentes históricas más valoradas de todo el período.
Los esfuerzos para consolidar la unidad del reino continuaron bajo los sucesores de Sheshonq, pero el creciente poder de los gobernantes provinciales llevó a un debilitamiento del control con la consiguiente fragmentación del país. El puesto de Sumo Sacerdote de Amón y otros cargos claves volvieron a permitirse que fuesen hereditarios, y esto facilitó el desarrollo de bases de poder independientes. El nombramiento de familiares cercanos de los faraones para puestos importantes en grandes centros como Menfis y Tebas no consiguió frenar la creciente independencia de las provincias y, de hecho, probablemente aceleró el proceso.
En una interesante inscripción de una estatua en Tanis, Osorkon II (874-850 a.C.) solicita a Amón que confirme el nombramiento de sus hijos para ocupar varios altos puestos civiles y religiosos con la significativa salvedad de que “un hermano no debe tener celos de un hermano”. Desde mediados del siglo noveno a mediados del octavo a.C., el proceso de descentralización continuó y el poder de la Dinastía XXII disminuyó, ya que las provincias gobernadas por príncipes reales y jefes libios fueron aumentando su autonomía.
En Tebas, el Sumo Sacerdote Harsiese se proclamó rey, y sería enterrado Medinet Abu en un sarcófago con cabecera de halcón en clara imitación a las tradiciones funerarias de los gobernantes tanitas. Eventualmente, los intentos desde el norte de imponer la autoridad en Tebas condujeron a la violencia. Una larga inscripción del príncipe Osorkon, hijo de Takelot II (850-825 a.C.), tallada en el Portal de Bubastis, en Karnak (conocida como Crónica del Príncipe Osorkon), describe una serie de conflictos que surgieron al intentar éste implementar su autoridad como Sumo Sacerdote de Amón en Tebas frente a un grupo rival.
Durante el reinado de Sheshonq III (825-773 a.C.), y en los años siguientes, un gran número de gobernantes locales – particularmente en el Delta – serían virtualmente autónomos y algunos de ellos se proclamarían reyes. El primero de estos fue Pedubastis I (818-793 a.C.) que pudo haber pertenecido a la familia real de la Dinastía XXII. La ubicación de esta base de poder es incierta, pero en Tebas fue su autoridad y la de sus sucesores las que serían reconocidas, en preferencia al dominio de Tanis. Mientras que a estos soberanos locales algunos especialistas les asignan a la Dinastía XXIII, aún no está claro cuáles de ellos, si es que los hay, pueden considerarse de la “Dinastía XXIII” registrada por Manetón compuesta, quizás, por sucesores de la Dinastía XXII de Tanis.
Para alrededor de 730 a.C. había dos faraones en el Delta (en Bubastis y en Leontópolis), uno en Hermópolis, y uno en Heracleópolis, en el Alto Egipto; además de los del Delta, virtualmente independientes, había un “Príncipe Regente”, cuatro Grandes Jefes de Ma, y un “Príncipe del Oeste” en Sais. Este último, Tefnakht (727-720 a.C.), habría tomado todos los territorios del Delta Occidental y Menfis y continuaba adentrándose en dirección al norte del Alto Egipto.
Esta ilustrativa instantánea de la geografía política de Egipto se puede ver en una estela colocada en Gebel Barkal, cerca de la 4ª, Catarata, por el gobernante nubio Piy (747-716 a.C.). Durante la segunda mitad del siglo octavo a.C., los soberanos de Kush habían emergido como poderosos contendientes por el poder en Egipto. Después de un afianzamiento inicial de su autoridad por parte de Kashta, Piy, su hijo, lanzó una expedición militar en Egipto, ostensiblemente para frenar la política expansionista de Tefnakht, en Sais. Parece que las tropas de Piy habrían tomado Tebas sin esfuerzo, quizás debido a algún acuerdo previo con los representantes locales de la Dinastía XXIII, y las localidades y ciudades del norte del Alto Egipto habrían capitulado rápidamente o habría sido sitiadas y conquistadas. Menfis ofreció resistencia y fue tomada por asalto, tras lo que las dinastías se rindieron a Piy, reconociéndole como Jefe Supremo.
Después de esta demostración de fuerza, Piy regresó a Nubia, dejando la situación política en Egipto prácticamente como estaba. Durante la década siguiente Tefnakht asumió el estatus de faraón; él y su sucesor, Bakenrenef (Bocchoris) constituyen la Dinastía XXIV. Aunque con base en Sais, la autoridad de Bakenrenef fue pronto reconocida por todo el Delta, y hasta Heracleópolis, en el sur. Pero los nubios, habiendo saboreado una vez el poder en Egipto no estaban dispuestos a tolerar su pérdida. Hacia 716 a.C., el sucesor de Piy, Shabaqo (716-702 a.C.), lanzó una nueva invasión. En esta ocasión Egipto fue formalmente anexionada a Kush, y Shabaqo y sus sucesores – Shabitqo, Taharqo, y Tanutamani – serían reconocidos por historiadores posteriores como la Dinastía XXV.
Según Manetón, Bakenrenef fue ejecutado, pero el gobierno centralizado no se restablecería nunca. En su lugar, los monarcas kushitas gobernaron como Jefes Supremos, y permitieron que las dinastías conservasen el control de sus feudos. Para que se les reconociese como auténticos faraones egipcios, mostraron respeto por las tradiciones religiosas y culturales egipcias, e intencionadamente buscaron un nexo ideológico con las grandes eras del pasado egipcio; en particular con el Imperio Antiguo. Para entonces, Menfis sería promocionada hasta llegar a ser la residencia preferida por los kushitas en Egipto, y se impulsarían las nacientes tendencias arcaizantes que les llevaría a un resurgimiento de tendencias artísticas, literarias y religiosas inspirándose en los antiguos tiempos.
En el sur, Tebas conservó su preeminente estatus, pero el poder del Sumo Sacerdote de Amón se vería eclipsado. En su lugar, el cargo de “Divina esposa de Amón” creció en importancia; esta sacerdotisa célibe solía ser una princesa real, quien a su vez escogería a su sucesora de entre las jóvenes de la familia real, eliminando así la posibilidad de que surgiese una sub-dinastía de base tebana que amenazase la autoridad política del faraón.
Los gobernantes nubios también siguieron una política agresiva con relación a las antiguas posesiones egipcias y socios comerciales en Palestina. Su intervención en las políticas de esta región durante el inicio del siglo séptimo a.C. les llevaría, desgraciadamente, a una confrontación directa con el poderío asirio que estaba en pleno proceso de ejercer su control sobre esta zona del Levante Oriental. En consecuencia, la mayor parte del reinado de Taharqo (690-664 a.C.) estaría ocupado por los continuos esfuerzos desesperados para defender Egipto de la agresión asiria. Finalmente, después del saqueo de Tebas por los ejércitos de Ashurbanipal (663 a.C.), el último monarca kushita sería expulsado de forma permanente de Egipto, and sería Psamtek de Sais, que había sido instalado por los asirios como gobernante vasallo, quien recobraría la independencia para Egipto.
Y después de este bosquejo histórico del período que nos ocupa, pasamos a una nueva Hoja Suelta; esta vez para abordar un sub-período conocido como Período Libio, en el que tienen cabida las Dinastías XXI a XXIV; siempre de la hábil mano de John H. Taylor, del Museo Británico.

“La Fragmentación de Las Dos Tierras”: (1.069-664 a.C.) - Las Dinastías XXI y XXIV: El Período Libio. 
Viñeta del Libro de los Muertos de Nesitanebtashru procedente del enterramiento de Nesitanebtashru, Deir el-Bahari, Tebas, Dinastía XXI, hacia 1025 a.C. Shu sosteniendo a Nut: Separación de la Tierra del Cielo por el Dios del Aire.

Esta viñeta es parte del papiro Greenfield, el libro de los muertos de la sacerdotisa Nesitanebtashru, hija del sumo sacerdote Pinudjem I. Se nombra después de la Sra. Edith Greenfield, el donante del papiro al Museo Británico, cuyo marido la adquirió en Egipto en 1880.
Es uno de los mejores ejemplos de un papiro funerario. El documento original fue más de treinta y siete metros de largo, con hechizos ilustrados por una serie de viñetas. Una de las escenas más importantes muestra un episodio en la creación del mundo, según el mito de Heliopolitan. El mito se centra en el Dios Heliopolitan Atum como creador. Él y tres generaciones de sus descendientes son conocidas como la gran Enéada.
Según el mito Atum creó su dos descendencia Tefnut (humedad) y Shu (aire) por estornudar y escupir. A su vez dieron a luz a Nut (cielo) y Geb (tierra). Esta viñeta muestra que tuerca se extendía sobre la tierra, representada por Geb, quien se encuentra por debajo de ella. Los dedos de los pies de la diosa están en el horizonte al este y sus dedos en el horizonte occidental. Ella está separada del Geb por su padre Shu, quien le sostiene con ambas manos. Esta separación no impidió Geb y tuerca de tener cuatro hijos: Osiris, Seth, Isis y Nephtys. Los mitos que rodean a estas cuatro deidades se relacionan con la aparición de la sociedad humana; la separación del cielo y la tierra constituye la creación del mundo.
Los libios que se asentaron en Egipto antes y durante el tercer Período Intermedio procedían, en su mayoría, de los Meshwesh (o Ma) y de los Libu, los principales grupos habían estado amenazando la seguridad de Egipto durante todo el Imperio Nuevo. Su patria parece haber sido Cirenaica, donde habrían experimentado una economía basada, principalmente, en un nomadismo pastoril, aunque hay también evidencia de asentamientos. Probablemente, el bajo nivel de infiltración de estos pueblos a lo largo de la franja occidental de Egipto sería endémico; su culminando en migraciones a gran escala bajo los reinados de Merenptah y Ramsés III parece haber sido consecuencia de un desplazamiento de poblaciones en Cirenaica, quizás debido a una escasez local de alimentos y a las incursiones de los Pueblos del Mar a lo largo de la costa norafricana. 
Posiblemente, otro factor adicional fuese el desarrollo de una cooperación política más concreta y una organización militar de los libios del pasado Imperio Nuevo que pudo haber inspirado un impulso más constructivo hacia un asentamiento en Egipto; bajo los gobiernos de los sucesores de Ramsés III, continuó un flujo estable. La existencia de diferentes grupos de población entre los libios, y su forma de vida semi-nómada, sin duda redundó en que numerosos grupos, grandes y pequeños, marchan a Egipto de forma independiente. Algunos de estos libios eran prisioneros o mercenarios que se habrían asentado en comunidades militares como parte de la política de los faraones de la Dinastía XX, pero es muy probable que hubiesen muchos grupos más pequeños que se habrían asentado sin control oficial.

El elemento libio en la sociedad egipcia
Muchos fueron los libios que se asentaron en la zona entre Menfis y Heracleópolis, y en los oasis del Desierto Occidental, pero con mucho, la mayor concentración de ellos tuvo lugar en el Delta Occidental. El asentamiento aquí lo facilitaba la proximidad natural de la zona a las tierras libias, y el relativamente poco significativo valor que tenía esta parte de Egipto a ojos de los faraones; escasamente poblada, y con una productividad cultural baja, se utilizaba primordialmente para apacentar el ganado.
A cuenta de la creciente eficiencia militar y política de los libios hacia finales del Imperio Nuevo, sus jefes supieron asegurarse posiciones de influencia local. Ya había surgido en Egipto una clase compuesta de ex -militares cuyos servicios habrían sido recompensados con tierras y quienes podían aspirar a ocupar altos cargos en la burocracia. Loa jefes de los grupos mercenarios libios no estaban, probablemente, menos inclinados en aprovecharse de esta situación por lo que se fue formando un cierto número de principados, cada uno de ellos con base en una localidad importante, y cada uno controlado por un jefe libio; y esto no sólo en el Delta sino en puntos estratégicos a lo largo del Valle del Nilo, muy especialmente en Menfis y en la zona colindante con Heracleópolis.
Desgraciadamente, la diseminación de evidencia sobre la Dinastía XXI hace confusas las exactas etapas en las que estos caudillos alcanzarían el poder, pero hay testimonios de libios de alta graduación militar en la zona de Heracleópolis desde principios del Tercer Período Intermedio, y la aparición de un gobernante llamado Osorkon en el Trono de Tanis en la segunda mitad de la Dinastía XXI, es prueba clara de que ya habían alcanzado la posición más alta de la sociedad egipcia. 

La consolidación libia del poder probablemente se consiguió de varias maneras. El desarrollo de una forma teocrática de gobierno en la Dinastía XXI sin duda ayudó a que su gobierno resultase más aceptable durante el crucial período transicional al dotar a sus políticas de autoridad divina. La integración en la sociedad egipcia pudo haberse intensificado por una aculturación. Aunque el aumento de contactos con otras tierras y costumbre durante el Imperio Nuevo había hecho de Egipto una sociedad cosmopolita con una población mixta, los colonos extranjeros se vieron sometidos a un proceso de egiptización cuya principal manifestación consistía en la adopción de nombre, vestimenta y costumbre funerarias egipcias. Se puede aducir evidencia de aculturación de los libios, pero no sería en absoluto concluyente.
No hay rastro alguno de ninguna cultura del material característica de los libios en Egipto, aunque, a la vista de la escasez de documentos arqueológicos tanto del Delta del Nilo como de Cirenaica, la patria de los libios, esta imagen aún podría transformarse mediante más investigación. De forma muy significativa, los libios de las dinastías XXI a XXIV no figuran como “extranjeros” en la gráfica egipcia o en el registro textual. Las distintivas características étnicas asociadas con los libios en el Arte del Imperio Nuevo – piel amarilla, tirabuzones, tatuajes, tocados de plumas, preservativos, y túnicas decoradas – no hacían ya acto de presencia, aunque esto quizás no sea del todo sorprendente ya que los libios se distinguían de los egipcios en dichas representaciones por razones ideológicas más que como un reflejo fiel de su apariencia.
De la misma forma, la representación de faraones y funcionarios de origen libio con trajes tradicionales, atributos y características físicas fue, probablemente, una medida conciliatoria a fin de fomentar la aceptación de su autoridad por el populacho egipcio; lo que no implica necesariamente que se hubiese alcanzado la integración total. De hecho, hay indicaciones varias de que los libios retuvieron una parte considerable de su integridad étnica. Sus característicos y tan poco egipcios nombres – Osorkon, Sheshonq, Takelot, y otros – perduraron durante siglos después de la llegada de los libios a Egipto, mientras que en otros períodos anteriores los extranjeros solían adoptar, o se les daban, nombre egipcios en una o dos generaciones. 
De igual manera, los títulos de los jefes libios los conservaban mucho después de su asentamiento en Egipto, y la pluma sujeta al cabello sobrevivió como señal que distinguía a los Meshwesh y los Libu. Largas genealogías sobre estatuas y objetos funerarios representan uno de los rasgos más característicos de los textos del Período Libio, y aún así no son corrientes en las inscripciones egipcias anteriores a las postrimerías de la Dinastía XXI. El aumento de estos registros aparentemente refleja un nuevo valor ligado a la monarquía y la conservación de amplias líneas de descendencia; se trata de una forma de evidencia basada con mucho en la tradición oral, y que pretende ser una característica destacada de sociedades no literarias como la de los libios.
Los libios y los egipcios tenían bases culturas bien diferentes – los libios no alfabetizados y semi-nómadas, sin tradición alguna de construcción permanente; los egipcios, alfabetizados, sedentarios, y poseedores de una larga tradición de instituciones formales y construcción monumental. Faraones y dinastías de origen libio controlaban todo o la mayoría de Egipto durante casi 400 años, y algunos consiguieron mantener el poder bajo los kushitas. Es, por lo tanto, muy probable que algunos de estos grandes cambios en la administración, la sociedad y la cultura de Egipto, que tuvieron lugar durante este período, pudiesen haber surgido de esta mezcla de sociedades.

Estructuras de Poder y Geografía Política
El rasgo más característico de Egipto durante el Tercer Período Intermedio lo constituye la fragmentación política del país. Esta descentralización fue una consecuencia de importantes cambios en el gobierno de Egipto, lo que distingue el Tercer Período Intermedio del Imperio Nuevo. Factores importantes son la supervivencia a largo plazo de jefes libios en puestos de poder, y el debilitamiento de la autoridad del faraón. Especialmente significativa era la política real de conceder poderes excepcionales a parientes y gobernantes locales que acabaría creando un impulso hacia la independencia regional y una tensión sobre el acceso y el control de los recursos económicos.
En el Imperio Nuevo, la mayoría de los familiares habían sido cuidadosamente excluidos de la administración efectiva y del poder militar, con lo que se neutralizaba una potencial amenaza a la autoridad del faraón. Pero en el Tercer Período Intermedio, a los hijos de los faraones se les otorgó poderes administrativos sin precedente y se les ponía al mando de importantes asentamientos que gozaban de una autonomía considerable, entre los que cabe destacar a Menfis, Heracleópolis y Tebas. Hasta el pontificado de Harsiese (hacia 860 a.C.), todos los sumos sacerdotes de la Dinastía XXII en Tebas fueron hijos del soberano reinante, y puesto que muchos de estos príncipes tenían a disposición un poder militar, esto tendría una importante implicación en el desarrollo de los acontecimientos. 
El mis efecto tendría la política real de permitir que los cargos burocráticos, clericales y militares se convirtiesen en beneficios hereditarios de familias de provincia. Los altos cargos solían pasar a veces de padres a hijos en el Imperio Nuevo, pero el proceso bajo ningún concepto era automático. En el Tercer Período Intermedio la práctica se hizo endémica; ya, bajo la Dinastía XXI, los puestos de Sumo Sacerdote y General en Jefe los controlaba una sola familia. Un intento por parte de los primeros soberanos de la Dinastía XXII de evitar los efectos debilitadores de este monopolio mediante el nombramiento de los hijos del faraón como sumos sacerdotes en Tebas, y de otros hombres del faraón para ocupar altos cargos, no frenó la tendencia; lo primero incluso fomentó la descentralización; y en el caso segundo, el propio principio de herencia pronto se reafirmaría.
Los efectos de esta práctica se ven claro en Tebas donde las inscripciones genealógicas de objetos funerarios y estatuas de los templos muestran el declive de puestos importantes en la administración y en el sacerdocio tras muchas generaciones de familias locales. La aparición en genealogías de la frase mi nen (el de igual título) antepuesta a los nombres de ancestros, es una clara indicación de que el traspaso de cargos a sucesivas generaciones era ya cosa corriente. Estas familias reforzaban sus propias posiciones mediante casamientos con miembros de otros clanes que también ostentaban cargos creando así élites locales poderosas que controlaban los centros provinciales. Funcionarios de gobiernos centralizados tales como los visires y supervisores del tesoro y graneros, quienes en el Imperio Nuevo habrían supuesto un impedimento a la independencia de las provincias, ahora sólo ejercían una influencia local, o, como es el caso de los visires del sur, ellos mismos eran miembros de la dominante aristocracia provincial.
Bajo estas condiciones, la independencia de los centros regionales y la aparición de dinastía colaterales era virtualmente inevitable. El proceso de descentralización estuvo más marcado en el Delta. Allí, varios centros provinciales quedaron bajo el control de caudillos libios, y algunos de ellos, en especial Sais y Leontópolis, eventualmente eclipsarían la preeminencia de la Dinastía XXII, cuya esfera de influencia se vería finalmente reducida a una pequeña zona concentrada en los alrededores de Tanis y Bubastis. La situación en el Alto Egipto era análoga, aunque esta parte del país retuvo una mayor cohesión territorial que el norte. Tebas fue predominante durante todo el período, cuya importancia se fundaba en su estatus como el principal centro de culto a Amón, y en ser el centro de la élite local más poderosa.
La actitud de los faraones ante esta progresiva fragmentación tiene una importancia clave. En el Primer Período Intermedio y en el Segundo, la división del poder en Egipto entre dos o más soberanos se consideraba totalmente inaceptable; en el Tercer Período, sin embargo, la descentralización no se consideraba siempre de forma negativa. Los nombramientos a largo plazo de parientes reales para ocupar puestos de poder y los matrimonios de gobernadores provinciales importantes con las hijas de los faraones pueden verse como medidas para reforzar la autoridad real; no obstante, ambas produjeron el efecto contrario, fomentando la descentralización al reforzar la base de poder de los gobernantes locales. Se ha sugerido, incluso, que el faraón Sheshonq (825-773 a.C.), preocupado por el declive de autoridad de la Dinastía XXII, habría intencionadamente establecido una línea real colateral, la Dinastía XXIII, como forma de mantener una medida de control sobre la élite de provincias.
Esto es muy cuestionable a la vista del debatible estatus de la Dinastía XXIII. Una imagen más clara surge si se acepta que la descentralización no sólo se admitió, sino que se institucionalizó como forma de gobierno. El cuadro político que emerge conforme avanza el Tercer Período Intermedio es, pues, el de una federación de gobernantes semi-autónomos, nominalmente sujetos - y con frecuencia afines - a un soberano como cabeza suprema. Esto es, quizás, una muestra del impacto de la presencia libia en la Administración, ya que dicho sistema resulta coherente con las pautas de gobierno de una sociedad semi-nómada como la de ellos. A favor de esta interpretación cabría señalar que, a pesar de la abundancia de incidentes militares y del fortalecimiento de los asentamientos durante este período, las referencias explícitas a conflictos internos son limitadas, y no deben interpretarse como síntomas de un desplazamiento hacia la anarquía.
Una consideración de la geografía política de Egipto durante el Tercer Período Intermedio nos revela indicios de una divisoria norte-sur. El control del norte estaba casi totalmente en manos de los libios. Su afluencia fue crucial para el asentamiento y cultivo del Delta: los Meshwesh ocuparon las principales ciudades d las zonas centro y este (Mendes, Bubastis, Tanis). La principal afluencia de los Libu quizás fue posterior a la de los Meshwesh, de ahí que se asentasen en la menos rentable franja occidental; en las inmediaciones de Imau. Finalmente acabarían fundando la dinastía se Sais. 
A otro grupo, los Mahasun, se les localiza hacia el sur. La distribución cronológica y espacial de las “estelas de donaciones” refleja, quizás, la utilización progresiva de tierra cultivable, empezando desde los extremos oriental y occidental del Delta hacia el centro, como áreas sin cultivo ni ocupación previa. El estatus semi-autónomo de centros tales como Bubastis, Mendes, Sebennytos, y Diospolis, probablemente se estableció durante la fase inicial del asentamiento libio y se mantuvo durante los siglos sucesivos.
El Alto Egipto estaba menos fragmentado que el Delta. Mientras que centros como Hermópolis, Heracleópolis, el-Hiba y Abydos eran importantes, Tebas mantenía su estatus preeminente durante todo el Tercer Período Intermedio. La resistencia del sur a la imposición de control desde l norte fue un hecho recurrente desde el siglo décimo al octavo a.C. con Tebas y sus funcionarios haciendo el papel de líderes. Ya había muestras de ello hacia finales de la Dinastía XXII; en inscripciones talladas a principios de su reinado, Sheshonq I figura con el título de “Jefe del Ma” más que como faraón. Por consiguiente, el derecho al puesto de Sumo Sacerdote de Amón se convirtió en una importante causa de contienda. 
Las aspiraciones al pontificado del príncipe Osorkon, hijo de Takelot II, provocó un rechazo feroz, con los tebanos que preferían reconocer la autoridad de los soberanos de la Dinastía XXIII, Pedubastis I y Iuput I, y por consiguiente a Osorkon III y sus sucesores, antes que a los faraones de Tanis. Aún después, los gobernantes del sur harían una alianza con los monarcas de Kush; es más, tan tarde como los primeros años de Psamtek I (664-610 a.C.), de Sais.
Bajo la divisoria política norte-sur había una división étnica. La evidencia de nombres, títulos, y genealogías nos revela a la población del norte como predominantemente libia, y a la del sur como egipcia. Estas reflexiones pueden también detectarse en la cultura del material. Después del Imperio Nuevo, la evolución de la escritura hierática utilizada en documentos comerciales produjo dos formas divergentes: demótica en el norte y hierática “anormal” en Tebas; indicación de una ruptura de las tradiciones del Imperio Nuevo; los escribas del período libio empleaban construcciones gramaticales y deletreos fonéticos que reflejaban el uso corriente más que la tradición, y le escritura hierática se iba utilizando más en vez de los jeroglíficos en las inscripciones de los monumentos. Estas situaciones, especialmente la última, son más propias del norte, y pueden ser el reflejo de una falta de preocupación de los libios por la tradición para aferrarse a un idioma desconocido.

La Ideología de la Corona
La subordinación del gobernante temporal a Amón, aspecto clave de la teocracia, pudo haberse ofrecido ella misma a los gobernantes libios de la Dinastía XXI como medio políticamente oportuno de asegurarse la aprobación divina al nuevo régimen. Como se mencionó en el Capítulo 10, la relación entre Amón y el faraón cambió durante finales del Imperio Nuevo. Con el establecimiento de la teocracia en la Dinastía XXI, la independencia política del faraón alcanzó su nivel más bajo, y su autoridad ejecutiva apenas excedía la de los Sumos Sacerdotes. De hecho, mientras tres de los pontífices tebanos adoptaban títulos reales, el faraón Psusenes I también aparece como Sumo Sacerdote de Amón, indicaciones de que los cargos se iban equiparando más que lo habían hecho nunca. 
La apropiación tebana de atributos reales estaba restringida ya que, si bien a Herihor y Pinudjem I se les representaba con prerrogativas reales (igualdad de estatura con los dioses), adornados con indumentaria real, y con su nombres en cartuchos), a Herihor se le mostraba así sólo en los relieves de templos y en los papiros funerarios de su esposa Nodjmet, mientras que su prenombre real es de un mero título de Sumo Sacerdote de Amón. El comandante Menkheperra, hijo de Pinudjem I, sólo utilizaba cartuchos ocasionalmente y en cierta ocasión se le representó con vestimenta real. Solamente Pinudjem I hacía ostentación de mayores pretensiones de un estatus faraónico y sería enterrado con honores reales.
La esporádica monarquía puede que se asumiese por razones de culto: puesto que el faraón era el punto de contacto entre el mundo de los mortales y el de los dioses, un estado prácticamente independiente como el del Alto Egipto exigía alguien que jugase ese papel. 
Para principios de la Dinastía XXII, los libios estaban ya firmemente atrincherados en el poder, de ahí que el carácter teocrático del gobierno bajo de tono. Sheshonq I y sus sucesores volvieron a enfatizar la autoridad del faraón, pero, cuando ésta se debilitó después del 850 a.C. aproximadamente, serían primero los Sumos Sacerdotes de Tebas, y con posterioridad las “las esposas divinas de Amón”, más que el propio Amón, quienes esgrimirían el poder.
A lo largo de los siglos once al octavo a.C., los dirigentes libios hicieron uso de muchas de las manifestaciones externas del reinado faraónico tradicional como forma de hacer valer su estatus de auténticos faraones egipcios. Se les representaba con vestimenta faraónica, y su quíntuple titulatura completa; la figura del faraón golpeando a sus enemigos ante Amón (testimoniado por Siamun y Sheshonq I), símbolo del tradicional rol de preservación del maat (el universo ordenado) mediante la derrota de los enemigos de Egipto; y la recuperación del Festival-sed, los vinculaba con los gobernantes de pasadas generaciones. El Festival-sed celebrado en Bubastis en el año 22 de Osorkon II (870-850 a.C.) aparece conmemorado en relieves en el gran pórtico de entrada de granito rojo, que muestran, con reproducciones en forma de ceremonias, una gran observancia de la tradición antigua.
Con el fin de dotar al mandato de extranjeros de una mayor legitimidad, la ideología real se desarrolló siguiendo unos criterios cuidadosamente seleccionados. Uno de ellos consistía en la frecuente asimilación del faraón al Niño Horus, hijo de Osiris e Isis, a la que se alude en las titulaturas de algunos faraones libios desde Sheshonq I en adelante, y que tiene un paralelismo en las representaciones del faraón como un niño amamantado por una diosa. Estos fenómenos sin duda estaban encaminados a reconciliar a la población autóctona con el mandato extranjero; los hyksos, los persas y lo ptolomeos, todos ellos consideraron útil dicha asimilación policía. Aunque, como ya se ha visto antes, los libios nunca se “egipticionarían” totalmente y, a pesar de sus galas faraónicas, sus soberanos preferirían patrones de gobierno diferentes a los de sus precursores del Imperio Nuevo.
Un ejemplo claro de ellos es la aparente tolerancia libia a tener dos o más “faraones” simultáneamente, cada uno de ellos titulado “Faraón del Alto y Bajo Egipto”, independientemente de sus esferas reales de influencia. Esta no es la única indicación de que los libios habían adoptado los adornos reales sin entender por completo su significado; en el Imperio Nueva se daba una gran importancia al contenido de la titulatura real, que era diferente para cada faraón y reflejaba un programa de reinado cuidadosamente creado. Las titulaturas de los soberanos libios, no obstante, se caracterizaban por la monótona repetición de prenombres y epítetos reales que con frecuencia dificultan la correcta atribución de monumentos reales de este período.

No sólo es más difícil distinguir un faraón de otro sino que, además, un desenfoque en la distinción entre un faraón y sus súbditos. La estructura de poder en Egipto hacia 730 a.C., como nos revela la “estela de la victoria” de Piy, nos muestra a cabecillas de los Meshwesh en posiciones equiparables a las de reyes, aunque sin titulaturas reales., Unas décadas más tarde, hacia finales del dominio kushita, los registros asirios El Cilindro Rassam) revelan una situación comparable, con todos los gobernadores agrupados juntos independientemente de sus títulos. Estos incluyen a un “faraón” (Nekau I (672-664 a.C.)), a un “Gran Jefe”, a un gobernador, y a un visir.
La pérdida del extraordinario estatus del faraón se manifiesta de diferentes formas: En el Arte, los personajes no reales se representan realizando actos anteriormente reservados para faraón; a un jefe libio se le representa en una estatuilla de rodillas con ofrendas al dios; un relieve nos muestra a otro jefe consagrando a los dioses de Mendes “trozos escogidos” de carne en un altar; un Sumo Sacerdote de Amón y un sacerdote de menor rango ofrecen en una estela una imagen de maat.
El mismo fenómeno se ve reflejado en fuentes económicas, en especial en las “estelas de donación”. En el Imperio Nuevo tales donaciones sólo las realizaba el faraón; en el Tercer Período Intermedio numerosas estelas registran donaciones a templos, y, mientras el donante es en ocasiones el faraón, en la mayoría de los casos se trata de un jefe libio o una persona privada.
Incluso los nombres de personas pueden ser reveladores: Ankh-Pediese, mencionado en una estela del Serapeum como nieto del Jefe Supremo de los Meshwesh, Pediese, tiene un nombre que significa “Larga Vida a Pediese”, un recuerdo a un jefe libio en un contexto en el que normalmente sólo se usa un nombre real, como es el caso del propio faraón o de la esposa divina de Amón. Quizás lo más destacable de todo sea la intrusión de miembros del séquito real en el lugar de enterramiento de sus señores; el entierro del General Wendjebauendjed en una cámara de la tumba del faraón Psusenes I, en Tanis, habría sido impensable en el Imperio Nuevo, mientras que ahora la figura del faraón era más la de un señor feudal, sustentado por una red de parientes y secuaces cuyos lazos con su Amo destacan incluso en la tumba.

Los Militares en el Período Libio
Terminado el Imperio Nuevo, el poder de los militares se convirtió en una importante fuente de autoridad en Egipto; más que el control de la burocracia. El nuevo orden lo establecieron los jefes militares, y los gobernantes de la principalidad del sur a lo largo de toda la Dinastía XXI eran, en su mayoría, militares. Los nombramientos de los soberanos de la Dinastía XXII aseguraban que los gobernadores de provincia fuesen jefes militares, y el hecho de que estos títulos no fuesen meramente honoríficos se demuestra por referencias a fortalezas y guarniciones bajo su mando.
La construcción de fortalezas constituye una de las actividades mejor documentadas del período. Pocas de ellas han sido testimoniadas arqueológicamente por algunos vestigios, pero la ubicación de muchas de ellas es conocida por restos de ladrillos estampados con nombres de localidades. Esta evidencia muestra que toda una serie de fortalezas se construyeron en el Alto Egipto durante la Dinastía XXI; muy especialmente bajo Pinudjem I y Menkheperra. Hubo una concentración especial de estas instalaciones en el margen este de El Nilo al norte del Egipto Medio: en el-Hiba, Sheikh Mubarek, y Tehna (Akoris). Desde estos baluartes se mantenía una estrecha vigilancia del tráfico en el río Nilo, y se podía aplastar cualquier insurrección. 
El-Hiba era algo más que un puesto de observación y de guarnición. Era un fuerte fronterizo y la sede en el norte de de los soberanos del Alto Egipto durante la Dinastía XXI. Cartas en papiro de la época en las que se mencionan a los generales Piankh y Masaharta se han encontrado allí, y los papiros con composiciones literarias Wenamun y el Cuento de Woe, así como el Onomasticon de Amenemope, proceden probablemente de la misma vecindad. El lugar continuó funcionando como un importante cuartel general militar durante la Dinastía XXII; allí construyó un templo Sheshonq I con aditamentos de Osorkon I. Incluso después, el lugar se utilizaría como base operacional por el príncipe Osorkon en su conflicto con sus oponentes tebanos.
También parece que los asentamientos civiles acabarían adquiriendo el carácter de bastiones militares durante el Tercer Período Intermedio. La administración del margen occidental tebano encontró refugio en el recinto fortificado del templo de Medinet Habu durante los problemas de finales del Imperio Nuevo, y aparentemente permanecería siendo residencia de los Sumos Sacerdotes durante la Dinastía XXI. Tampoco sería éste un caso aislado. El relato de la campaña de Piy hacia 730 a.C. muestra que ciudades como Hermópolis y Menfis estaban fortificadas y eran lo suficientemente fuertes como para resistir un asedio. Evidentemente, el estilo de vida del egipcio había tomado un cariz habitualmente defensivo.
La fuerte concentración de tropas a lo largo de El Nilo pudo haber tenido sus orígenes en la determinación de los jefes libios de imponer su dominio sobre Egipto. Esto, unido a la bien documentada resistencia de Tebas al control exterior, probablemente justifique la ubicación de las fortalezas de la Dinastía XXI en lugares tan al sur como Qus y Gebelein donde raramente habrían servido para defenderse de algún ataque desde fuera del Valle del Nilo. Durante el reinado de Pinudjem I tuvo lugar una rebelión en la región tebana pero su naturaleza es más bien oscura. Es cierto que sólo se conoce por la estela colocada por el Sumo Sacerdote Menkheperra en conmemoración del indulto de algunos villanos y su regreso de los oasis donde habrían sido exiliados como castigo. Los conflictos del Príncipe Osorkon con los rebeldes tebanos más de un siglo después ponen en evidencia la continua necesidad del poder militar para mantener la autoridad en la zona.
La relativamente poco emprendedora política exterior de los gobernantes de Egipto durante el Tercer Período Intermedio puede verse como el resultado lógico de su situación interna. Con un régimen progresivamente descentralizado, y con una parte importante de la fuerza militar dedicada a mantener el orden en Egipto, no parece que fuese viable conseguir una concentración del esfuerzo militar y unos recursos económicos necesarios para propiciar una sólida política de expansión en el exterior.

Economía y Control de Recursos en las Dinastías XXI a XXIV
El período que abarca la Dinastía XXI a la XXIV destaca por la escasez de monumentos reales de piedra a gran escala similares a los construidos durante el Imperio Nuevo. Con la única excepción de los de Tanis, la construcción de edificios reales se limitaba a ampliaciones menores y reparaciones en construcciones existentes. Este reducido nivel de actividad coincide con un reciclaje intenso de monumentos y materiales; fenómeno particularmente obvio en Tanis donde mucho de los trabajos en piedra – bloques, columnas, obeliscos, estatuas – se trajeron de Piramesse u otros yacimientos, y se volvieron a inscribir, o simplemente a levantar, sin modificaciones. Puestos a comparar con productos de otros períodos, estos factores podrían considerarse como síntomas de una economía débil.
Ciertamente no hay duda alguna de que el Tercer Período Intermedio se iniciase en un momento de estrés económico, y que, hasta donde se puede discernir, los ingresos provenientes del Levante Oriental y del África Interior se verían muy reducidos durante este período en comparación con lo que se disponía durante el Imperio Nuevo.
Existe, no obstante, un número de señales indicativas de que la economía de Egipto no se mantuvo seriamente debilitada durante todo este período. La poco ambiciosa naturaleza de los proyectos de construcción reales y la alta dependencia de la utilización de materiales usados en el tercer Período Intermedio posiblemente se podría explicar debido al estado fragmentado del país. Carente de una administración centralizada bajo un único gobernante, no era ya posible administrar los recursos de forma eficiente, o movilizar mano de obra de forma masiva como la empleada en la construcción de las pirámides de Menfis o en los templos de Karnak. Es significativo que la relativamente corta fase de un gobierno fuerte – los reinados de Sheshonq I a Osorkon II – coincidiesen con la construcción de algunos de los monumentos reales más sobresalientes: el Bubastite Portal, en Karnak, y el “salón del festival” de Osorkon II, en Bubastis.
En cuanto al estado de la economía agrícola del período, la información de que se dispone es muy limitada. Algunos papiros (incluyendo el Papiro de Reinhardt), y las estelas de donación, constituyen las únicas fuentes. Estas últimas, no obstante, son muy interesantes; la mayoría datan de las Dinastías XXII y XXIII, y registran la asignación de tierras a los templos encaminadas a establecer donaciones para los cultos funerarios. La mayoría de estas estelas encontradas en el norte indican que la productividad de los terrenos agrícolas era suficiente para obtener un excedente para utilizar para dichos fines. Como ya se ha visto, la distribución de estas estelas también apunta a que importantes zonas del Delta Occidental y Central se habrían recién dedicado al cultivo. 
También hay evidencia de que existían otras formas de riqueza. Los objetos de enterramientos encontrados en las tumbas reales de Tanis incluían importantes cantidades de oro y plata, mientras que una inscripción en Bubastis que registra la dedicación del faraón Osorkon I de estatuas y utensilios de culto a los templos egipcios, registra el equivalente a 391 toneladas de objetos de oro y plata; todo ello llevado a cabo durante los primeros cuatro años de su reinado. Se postula, que una parte de ello podría ser parte de saqueos procedentes de la campaña palestina llevada a cabo años en años anteriores por el faraón Sheshonq I, mientras que otra podría provenir de material reciclado extraído de tumbas del Imperio Nuevo. No obstante, una economía en la que tanta riqueza pudiese ser neutralizada económicamente mediante la consagración de deidades, sólo podría tratarse de una que fuese boyante.
El reciclaje de recursos sin duda jugaba un papel importante en mantener llenos los cofres estatales. Esta quizás fuese la principal razón – más que la piadosa consideración hacia el fallecido – del desmantelamiento de los enterramientos reales del Imperio Nuevo en Tebas durante la Dinastía XXI. Las momias de los faraones y de sus esposas y familiares se sacaban de sus tumbas despojadas de casi todos los objetos de valor, y se enterraban de nuevo en grupos, en escondrijos de fácil acceso y custodia. Los legajos hieráticos en ataúdes y mortajas que registran tales hechos muestran que se llevaban a cabo con la autorización de los generales que gobernaban mientras centenares de grafitis rupestres realizados por el escriba de la necrópolis Butehamun y sus colegas dan testimonio del sistemático rastreo y eventual limpieza de viejas tumba. 
Mucho material precioso indudablemente se derretiría para ser usado de nuevo, pero parece que algunos objetos habrían sido apropiados para su utilización en los enterramientos de los reyes tinitas; los pectorales encontrados en la momia del faraón Psusennes I tienen un gran parecido con ejemplares del Imperio Nuevo tales como los de la tumba de Tutankamón, y hay indicios de alteración de nombres en algunos cartuchos. Objetos de un tamaño respetable también serían reciclados. Un sarcófago de granito se extrajo de la tumba del faraón Merenptah y se trasladó hasta Tanis para su posterior reinscripción y uso en el enterramiento de Psusennes I. Los ataúdes de madera de Tutmosis I fueron restaurados y utilizados de nuevo para albergar la momia del faraón Pinudjem I. 
En este caso, el mero thrift pudo haber sido de menor importancia para Pinudjem I que la oportunidad que se le brindaba de que se le asociase directamente con uno de los grandes faraones del pasado de Egipto aportando así soporte ideológico a su poca ortodoxa reivindicación al estatus faraónico. Curiosamente, lo que empezaría como una prerrogativa sólo de los gobernantes tebanos ponto se extendería; en la Dinastía XXI una alta proporción de ataúdes usados para enterramientos en Tebas fueron reinscritos y vueltos a usar poco después del enterramiento original – probablemente de forma ilícita: un legajo escrito en un ataúd en el Museo Británico registra su restauración a su verdadero dueño después de que se hubiesen cogido a trabajadores de la necrópolis en el acto de usurpación.


El Tercer Periodo Intermedio de Egipto

El Tercer periodo intermedio de Egipto transcurre de c. 1070 a 650 a. C. Hacia el siglo XI a. C., Egipto se vio dividido en dos unidades políticas, una dirigida desde Tanis, en el Bajo Egipto, y otra desde Tebas, en el Alto Egipto. Ambas eran gobernadas por dinastías de origen libio. Si bien eran independientes entre sí, y en muchos casos rivales, los gobernantes tebanos sólo ostentaban el título de Sumo sacerdote de Amón.
Tanis, la capital de la dinastía del norte, estaba próxima a la ciudad de Avaris, la capital de los hicsos y la Pi-Ramsés de los Ramésidas (excavada por arqueólogos austriacos dirigidos por Manfred Bietak).
Se considera, generalmente, que este período incluye desde las dinastías libias hasta la caída de la dinastía XXV, originaria de Kush (Nubia), en el siglo VII a. C.
Reinando Ramsés XI, hacia 1070 a. C., Herihor, que era el jefe del ejército, chaty del Alto Egipto, virrey de Nubia y Sumo sacerdote de Amón, se autoproclamó rey de Egipto en Tebas, aunque sólo tuvo influencia sobre su región. A la vez, Esmendes, chaty del Bajo Egipto, el delta del Nilo, inició un segundo linaje de gobernantes, con capital en Tanis. Esta familia de mandatarios fue denominada por Manetón la dinastía XXI.
Estatuilla del Tercer periodo intermedio de Egipto. Louvre.

En esta época los israelitas, dirigidos por David, finalizan la disputa con Siria, derrotan a los filisteos, someten a las pequeñas naciones vecinas y fundan un imperio israelita que llegaría desde la península del Sinaí hasta el norte del río Éufrates, incluyendo casi toda la costa oriental del mar Mediterráneo.

Faraones de la dinastía XXI en Tanis

Nombre común

Nombre de Nesut-Bity

Nombre de Sa-Ra

Comentarios

Gobierno
(± 50 años)

Esmendes I

Hedyjeperra

Nesbanebdyedet

1069-1043 a.C.

Neferjeres

Neferkara

Amenemnesu

1043-1039 a.C.

Psusenes I

Ajeperra

Pasebajaenniut

1039-991 a.C.

Amenemope

Usermaatra

Amenemopet

993-984 a.C.

Osocor

Ajeperra

Osorkon

984-978 a.C.

Siamón

Necherjeperra

Siamon

978-959 a.C.

Psusenes II

Titjeperura

Pasebajaenniut

959-945 a.C.

Sumos sacerdotes de Amón en Tebas
Los sumos sacerdotes de Amón (varios serán faraones posteriormente) con sede en Tebas son:

Nombre común

Nombre de Trono

Nombre de Nacimiento

Comentarios

Sacerdocio
(± 50 años)

Herihor

Hemnecher Tepienamón

Herihor Siamón

1080-1074 a.C.

Pianj

Pianj

1074-1070 a.C.

Pinedyem I

Jeperjaura Setepenamón

Pinedyem Meryamón

1070-1032 a.C.

Masaharta

Masaharta

1054-1046 a.C.

Dyedjonsuefanj

Dyedjonsuefanj

1046-1045 a.C.

Menjeperra

Hemnecher Tepienamón

Menjeperra

1045-992 a.C.

Esmendes II

Nesubanebdyedet

992-990 a.C.

Pinedyem II

Pinedyem

990-969 a.C.

Psusenes III

Titjeperura Setepenra

Pasebajaenniut Meryamón

Posiblemente fue Psusenes II

969-945 a.C.


Dinastía Sacerdotal de Tebas, reyes del Alto Egipto. (1080 al 945 a.C.)
·         Los Sumos Sacerdotes de Amón de Tebas gobernarán como reyes del Alto Egipto.
·         El rey-sacerdote del Alto Egipto debe someterse a los dictámenes del Oráculo de Amón.
Herihor, general libio, Sumo Sacerdote de Amón desde el 1089, Faraón de Egipto desde el 1080 a.C.
Esmendes se proclama Faraón en el Bajo Egipto, en el 1069 a.C.
Piankh. Sumo Sacerdote de Amón desde el  1074 a.C.
Pinedjem I Sumo Sacerdote de Amón del 1070 al 1032; reina sucesivamente con los dos siguientes.
Masaherta, Corregente del Alto Egipto del 1054 al 1046 a.C.
Menkheperre Corregente del Alto Egipto desde el 1045, Rey del Alto Egipto desde el 1032  a.C.
Nesbanebdjed II ó Smendes II. Sumo Sacerdote de Amón desde el 992 a.C.
Pinedjem II. Sumo Sacerdote de Amón desde el  990 a.C.
Psusennes II Sumo Sacerdote de Amón desde el 969, Faraón de Egipto desde el 959 (Psusennes III)
·         Nubia se independiza del Alto Egipto, probablemente durante su reinado.
·         El Faraón Sheshonq impone a su hijo como Sumo Sacerdote de Amón y unifica Egipto, en el 945 a.C.

XXI Dinastía Libia de Tanis, Faraones del Bajo Egipto. (1069 al 945 a.C.)
·         Esmendes, pariente de Herihor, se proclama Faraón, pero su dinastía solo gobernará el Bajo Egipto.
·         En el Alto Egipto, los Sumos Sacerdotes de Amón ignorarán la autoridad de los faraones.
Nesbanebdjed I ó Esmendes I, Faraón del Bajo Egipto desde el 1069 a.C.
Amenemnesu, Faraón del Bajo Egipto desde el 1043 a.C.
Psusennes I, Faraón del Bajo Egipto desde el 1039 a.C.
Amenemope, Faraón del Bajo Egipto desde el 993 a.C.
Osokhor ó Osorkor "El Viejo" Faraón del Bajo Egipto desde el 984 a.C.
Siamún, Faraón del Bajo Egipto desde el 978 a.C.
Psusennes III, Faraón del Bajo Egipto desde 959; rey del Alto Egipto desde 969 como Psusennes II
·         El Faraón Sheshonq impone a su hijo como Sumo Sacerdote de Amón y unifica Egipto, en el 945 a.C.

Tanis-Tebas: Los Reyes Tanitas y los Reyes-Sacerdotes de Amón
La progresiva importancia que durante la XX dinastía fue adquiriendo la ciudad de Per-Ramsés, en el Delta Oriental, y aún gran parte de la región, en un intento de los reyes ramesidas por aproximarse a una zona asiática que, estando en continuos y graves conflictos, requería de una más rápida intervención militar, acabó consolidando el papel de esa ciudad como capital del país en detrimento de Tebas, de la realidad del Alto Egipto, y favoreciendo que el influyente clero tebano de Amón asumiera tareas de gobierno en la Tebaida. Así, cuando el último rey ramesida, Menmaatra-Ramsés (XI), murió sin descendencia masculina, y pasó a sucederle el que probablemente fuera su yerno, Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I) (el Smendes de los griegos), quien continuó aceptando la autoridad del clero tebano sobre aquéllos territorios, la división ya era un hecho a pesar de que estos aún siguieran considerando a Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I) como su propio rey. Nacía la XXI dinastía egipcia.

Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I), trasladó la capital de Per-Ramsés a la ciudad que le había servido de puerto, y desde la cual había ejercitado su cargo de visir durante el reinado de su antecesor: Tanis (la actual San el-Hagar). Desde esa ciudad gobernó todo el país, aunque Menfis siguiera ocupando un lugar de relevancia. Entre sus acciones cabe señalar la reconstrucción de una muralla del Templo de Amón en Karnak destruida durante una inundación del Nilo. Pero sobre todo nos es conocido por el relato de Unamón en dónde ya se observa la creciente decadencia de Egipto en la época frente a otras potencias extranjeras.
Esa situación de control del país cambiaría cuando el Gran Sacerdote Pinedyem (I), más joven y más ambicioso que su padre Pianji, decidió, tras unos años de continuidad, pasar a utilizar una titulatura reservada exclusivamente a la realeza. Así Pinedyem (I) hizo uso de títulos hasta entonces reservados a la monarquía como el de "Nesut-Bity" (Rey del Alto y Bajo Egipto), o "Sa Ra" (Hijo de Ra) con el que ya podría haber manifestado su distanciamiento del rey del norte. Pero lejos de promover el enfrentamiento, esa nueva situación se aceptó con normalidad por la monarquía tanita, o al menos no se conocen enfrentamientos entre ambos. Pinedyem (I) se dedicó a inmortalizar su memoria en diversos lugares del área tebana como el Templo de Jonsu en Karnak, o Abidos, además de construir una importante residencia en la ciudad de el-Hiba, a la entrada del Fayum, en la que debió ser la frontera norte de su territorio, desde la cual dirigir sus tareas de gobierno mientras a la par lo hacía un hijo suyo en Tebas, el Gran Sacerdote de Amón, Masaharta, o incluso desde la cual compartir el trono egipcio, en calidad de "co-faraón", con el rey de Tanis.
Ruinas de Tanis

La progresiva importancia que durante la XX dinastía fue adquiriendo la ciudad de Per-Ramsés, en el Delta Oriental, y aún gran parte de la región, en un intento de los reyes ramesidas por aproximarse a una zona asiática que, estando en continuos y graves conflictos, requería de una más rápida intervención militar, acabó consolidando el papel de esa ciudad como capital del país en detrimento de Tebas, de la realidad del Alto Egipto, y favoreciendo que el influyente clero tebano de Amón asumiera tareas de gobierno en la Tebaida. Así, cuando el último rey ramesida, Menmaatra-Ramsés (XI), murió sin descendencia masculina, y pasó a sucederle el que probablemente fuera su yerno, Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I) (el Smendes de los griegos), quien continuó aceptando la autoridad del clero tebano sobre aquéllos territorios, la división ya era un hecho a pesar de que estos aún siguieran considerando a Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I) como su propio rey. Nacía la XXI dinastía egipcia.

Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I), trasladó la capital de Per-Ramsés a la ciudad que le había servido de puerto, y desde la cual había ejercitado su cargo de visir durante el reinado de su antecesor: Tanis (la actual San el-Hagar). Desde esa ciudad gobernó todo el país, aunque Menfis siguiera ocupando un lugar de relevancia. Entre sus acciones cabe señalar la reconstrucción de una muralla del Templo de Amón en Karnak destruida durante una inundación del Nilo. Pero sobre todo nos es conocido por el relato de Unamón en dónde ya se observa la creciente decadencia de Egipto en la época frente a otras potencias extranjeras.

Esa situación de control del país cambiaría cuando el Gran Sacerdote Pinedyem (I), más joven y más ambicioso que su padre Pianji, decidió, tras unos años de continuidad, pasar a utilizar una titulatura reservada exclusivamente a la realeza. Así Pinedyem (I) hizo uso de títulos hasta entonces reservados a la monarquía como el de "Nesut-Bity" (Rey del Alto y Bajo Egipto), o "Sa Ra" (Hijo de Ra) con el que ya podría haber manifestado su distanciamiento del rey del norte. Pero lejos de promover el enfrentamiento, esa nueva situación se aceptó con normalidad por la monarquía tanita, o al menos no se conocen enfrentamientos entre ambos. Pinedyem (I) se dedicó a inmortalizar su memoria en diversos lugares del área tebana como el Templo de Jonsu en Karnak, o Abido, además de construir una importante residencia en la ciudad de el-Hiba, a la entrada del Fayum, en la que debió ser la frontera norte de su territorio, desde la cual dirigir sus tareas de gobierno mientras a la par lo hacía un hijo suyo en Tebas, el Gran Sacerdote de Amón, Masaharta, o incluso desde la cual compartir el trono egipcio, en calidad de "co-faraón", con el rey de Tanis.

Con el rey tanita Hedyejeperra-Nesbanebdyedet* (I), muerto en el 1043 a.C., se abandona definitivamente la Necrópolis Real tebana, además de por la distancia que la separaba de la capital, por los continuos saqueos a los que se había visto sometida desde tiempos ramesidas haciendo de ella un lugar bastante inseguro. Le sucedió Neferkara-Amenemnesu, para ser entonces cuando se normalice ya definitivamente esa relación entre ambos "reinos". Una prueba de ello es la corregencia que mantuvo con su sucesor, el rey Aajeperra-Pasebajaenniut* (I) (Psusenes I), quien se considera hijo del "rey-sacerdote", Pinedyem (I), sellada aún más eficazmente si cabe con el matrimonio de la princesa Isiemjeb (c), hija de Aajeperra-Pasebajaenniut* (I), con su hermano, el por entonces Gran Sacerdote de Amón en Tebas, Menjeperra*. También fue Aajeperra-Pasebajaenniut* (I), quien instauró el papel político de otra figura teológica casi olvidada, el de "Divina Adoratriz y Esposa de Amón" en Karnak. En su caso, en el de su hija Maatkara (a) con el que se creaba una autoridad espiritual en el Alto Egipto que cimentara aún más eficazmente la suya, y cabe pensar, estableciera un control sobre el siempre poderoso clero de Amón. No obstante, esta situación política tan cambiante no estuvo exenta de dificultades, así, durante el sacerdocio de Menjeperra*, quien por otro lado siguió haciendo uso de los atributos reales (aunque limitados a su territorio), se sabe del envío a los desiertos occidentales, por entonces en manos libias, de ciertos exiliados tebanos seguramente disconformes, o bien con esa realidad, o bien con alguna relacionada. De este sacerdote tebano nos han llegado diversos restos arquitectónicos. Construyó una fortaleza próxima a el-Hiba, y posiblemente otras en Shurafa (en las cercanías de Minya), Gebelein, e Higazeh (cerca de Qus) desde la cual controlar la ruta que comunicaba con el norte y con el Wadi Hammamat. También realizó un importante número de mejoras en los templos tebanos en dónde son abundantes sus citas.
Mientras, Aajeperra-Pasebajaenniut* (I) siguió haciendo uso de esa titulatura, por otro lado nunca abandonada por unos reyes tanitas fuertemente amonistas y tebanos, y participó en la ampliación del templo de Amón en Karnak a la vez que iniciaba en Tanis un templo en su honor, u otro muy próximo dedicado a Mut y Jonsu lo que constituye la "triada tebana". A su muerte fue enterrado en una pequeña tumba excavada en el subsuelo de ese templo de Amón, lo que en gran medida la salvaguardó del pillaje, e hizo que Pierre Montet la descubriera cuasi intacta en 1940 al lado de otras pertenecientes a reyes y altos dignatarios de la XXI y XXII dinastía. En esa tumba, sólo superada en riqueza a la famosa de Tutankamón*, se halló un valioso ajuar funerario, así como un sarcófago de granito rosa usurpado al rey Baenra-Merenptah* (XIX dinastía), en cuyo interior se encontró otro de plata conteniendo el cuerpo del rey.
Tumbas reales de Tanis

Ambos, Aajeperra-Pasebajaenniut* (I) y Menjeperra*, murieron prácticamente a la vez (año 48 del rey de Tanis), sucediéndoles Usermaatra-Amenemopet y Nesibanebdyedet* (II), respectivamente. El primero se construyó una pequeña cripta al lado de la del anterior rey tanita, pero al ser violada, acabó siendo sepultado en una de las cámaras de la tumba de Aajeperra-Pasebajaenniut* (I) que tendría ocasión de descubrir Montet. En ella, si bien el equipamiento pertenecía sin duda al de un rey, éste se hallaba lejos de la "opulencia" de su antecesor: fueron hallados más objetos de bronce que plata ú oro, y su ataúd, que ya había contenido los restos de la reina Mutnedyemet (b), era de madera al que se le habían fijado unas delgadas láminas de oro. El mismo ejemplo utilizaron en su máscara funeraria. Las razones cabría buscarlas en la dificultad por conseguir oro en un marco asiático muy debilitado por sus constantes cambios, y por el otro, por el que quizás no fuera sino la privilegiada relación comercial que mantuvieron con los fenicios en cuyas manos recaía gran parte de ese comercio.

Los continuados cambios políticos en el Levante Mediterráneo, originados en gran medida por los efectos producidos tras las invasiones de los llamados "Pueblos del Mar", quiénes habían llevado a la práctica desaparición de los grandes imperios asiáticos, y por su efecto, a la fundación de numerosas ciudades-estado palestinas y cananitas (en cuyo contexto se crearía el primer reino hebreo bajo Saúl), unido a la debilidad del pais, es probable motivara que ciertas poblaciones libias que ya ocupaban el Delta del Nilo, e incluso, ya unidas por lazos familiares con la realeza egipcia, se hicieran con el control. "Osorkon el viejo" o Ajeperra-Osorkon, como así se hizo llamar el nuevo rey, es muy poco lo que se sabe, pero sin duda su reino nunca sobrepasó el Delta y aún el Oasis del Fayum. Eso sucedía mientras en el sur gobernaba el Gran Sacerdote de Amón, Pinedyem (II) y es de prever se interrumpiera la relación que les subordinaba al rey del norte. Tampoco de este momento se sabe de luchas entre ambos. Pero esa nueva situación, aún cuando no aislaba a la región tebana de los pueblos asiáticos, sí que favoreció en cierta medida su distancia y empobrecimiento.
Tras 6 años de reinado del libio Ajeperra-Osorkon, pasaba a ser Necherjeperra-Siamón*, un probable hijo de Usermaatra-Amenemopet* quien le sucediera. Las razones de ese cambio dinástico se desconocen, pero siendo que por entonces es cuando adquieren un mayor poder los "mashauash" en Bubastis, ciudad en la que se habían venido instalando, y aún la obtención de su cabecilla del título de "Gran Jefe de los Mashauash", además de entregársele el mando supremo de las tropas mercenarias libias en el ejército egipcio, es muy posible que atendiera a algún tipo de acuerdo.
Necherjeperra-Siamón* ocupó el trono durante 19 años. Durante ese tiempo tuvo ocasión de realizar obras en distintos puntos del país, y especialmente en Tanis dónde construyó un templo dedicado a una diosa extranjera, Anta, así como en la región tebana, dónde estando el Gran Sacerdote, Pinedyem (II), también le tocaría intervenir frente a cierto escándalo por fraude en la administración, o ante la situación de pillaje ya generalizado en la Necrópolis Real se tendría que ocupar del traslado de diversas momias reales a un lugar más seguro que, habiendo muerto por entonces Pinedyem (II) se consideró que su tumba, la TT320 de Deir el-Bahari, era la más apropiada. Gracias a ello Emile C. A. Brugsh descubriría en 1881 los cuerpos de un buen número de reyes egipcios en lo que se conoce como "el escondrijo de Deir el-Bahari". En el exterior Siamón* envió sus tropas a Palestina y tomó las ciudades de Ashdod y Gezer, y como según fuentes bíblicas (A.T.) coincidió con el casamiento de una de sus hijas con el rey Salomón en lo que constituye un hecho excepcional en la monarquía egipcia, lo capturado sirvió de dote para la princesa, y como alianza para los reinos egipcio e israelita que a ambos sin duda interesaron. Pero no fue el único matrimonio diplomático, pues continuando con las fuentes bíblicas, cuya importancia es notable para este crítico periodo, también casó a otra de sus hijas con Hadad, príncipe de Edom.
Su sucesor Titjeperura-Pasebajaenniut* (II) concedió algunos privilegios a los "mashauash", y entre ellos el que su jefe, el general Nimlot (a) recibiera culto funerario en Abido lo que acabó por normalizar su situación en Egipto y permitió su definitivo ascenso al poder. Eso sucedía mientras en Tebas pasaba a ser Pasebajaenniut* (III) el pontífice de su clero aunque se ha pensado que uno y otro bien pudieron ser la misma persona. Sea como fuere, la poca luz existente sobre esta dinastía, y en especial sobre sus últimos años, imposibilita en gran medida su reconstrucción. No obstante, la falta de descendencia masculina por parte Titjeperura-Pasebajaenniut* (II), unido al continuado poder que adquirieron los aguerridos "mashauash" en el Delta, y ahora, hombres fuertes del país, favoreció el que su "Gran Jefe de los Mashauash (o Ma)", y comandante del ejército egipcio, Sheshonq*, se hiciera con el trono, y fundara la XXII dinastía también llamada "Líbica" o "Bubastista".

Smendes (Hedjkheperra Setepenra)
Hedyjeperra Setepenra Nesbanebdyedet Meryamón, o Esmendes fue el fundador de la dinastía XXI de Egipto; gobernó de ca. 1069 a 1043 a. C. Con este faraón comienza la época denominada por los historiadores Tercer periodo intermedio de Egipto.
Esmendes, militar de origen libio, fue nombrado chaty del Bajo Egipto por Ramsés XI. Tomó el trono después de enterrar a Ramsés XI en el Bajo Egipto, el territorio que ya controlaba en vida de éste, ejerciendo gran influencia en el Egipto Medio. El Alto Egipto quedaba bajo el dominio del sumo sacerdote de Amón.
Posible hijo (o hermano) de Herihor y su esposa Nedyemet; se casó con Tentamón (hija de Ramsés XI) y Muthedyem, naciendo de la primera, Henuttauy, y de la segunda el futuro rey Psusennes I. Julio Africano comentó, copiando a Manetón, que Smendes reinó 26 años.
En su época se origina una revolución religiosa en Tanis, llamada la "guerra de los impuros", que supondrá el abandono del culto a Seth para recuperar la tríada tebana de Amón, Mut y Jonsu.
Smendes pudo haber sido hijo de una dama llamada Hrere. Hrere era jefe del harén de Amón-Re y probablemente la esposa de un sumo sacerdote de Amón. Si Hrere era la madre de Smendes, entonces él era un hermano de Nodjmet y, a través de su cuñado de los Sumos Sacerdotes Herihor y Piankh.
Smendes estaba casado con Tentamun B, probablemente una hija de Ramsés IX. Pueden haber sido los padres de su sucesor Amenemnisu.

Informe de Wenamun
Smendes ocupa un lugar destacado en el Informe de Wenamun. Esta historia está ambientada en un "Año 5" anónimo, generalmente considerado como el año 5 del llamado Renacimiento del faraón Ramsés XI, el décimo y último gobernante de la XX Dinastía del Antiguo Egipto (1190-1077 a. C.). Sin embargo, dado que Karl Jansen-Winkeln ha propuesto revertir el orden de los Sumos Sacerdotes de Amun Herihor y Piankh, esta atribución se ha disputado.  Con el pontificado de Herihor cayendo más tarde que el de Piankh, atestiguado en el año 7 del Renacimiento, la fecha en el encabezado de Wenamun debería referirse al sucesor de Ramsés XI. Siguiendo a Jansen-Winkeln, Arno Egberts (1991) argumenta que la historia se desarrolla en el quinto año de Smendes. Recientemente, Ad Thijs ha adscrito alternativamente el texto al año 5 del rey Khakheperre Pinuzem, quien es el sucesor de Ramsés XI en su cronología, que también se basa en la inversión de los Sumos Sacerdotes presentada por Jansen-Winkeln.
Al comenzar la historia, el personaje principal, Wenamun, sacerdote de Amón en Karnak, es enviado por el Sumo Sacerdote de Amón Herihor a la ciudad fenicia de Biblos para adquirir madera (probablemente madera de cedro) para construir un nuevo barco para transportar el culto. Imagen de Amón. Wenamun visita por primera vez a Smendes en Tanis y personalmente presentó sus cartas de acreditación a Smendes para recibir el permiso de este último para viajar al norte hasta el Líbano moderno. Smendes responde enviando un barco para los viajes de Wenamun a Siria y el Levante. Smendes aparece como una persona de la mayor importancia en Tanis.

Rebelión en Tebas
El sumo sacerdote Menjeperra suprimió una rebelión en Tebas en el año 25º de un rey, que solo puede ser Esmendes, pues no hay evidencia de que los sumos sacerdotes contaron sus propios años de reinado, aún cuando ellos se adjudicaron títulos reales, como hizo Pinedyem. Menjeperra exilió a los líderes de la rebelión a los oasis occidentales del desierto, como la estela del destierro de Menjeperra muestra. Fueron perdonados varios años después, durante el gobierno de su sucesor Amenemnisu.

Reinado
La autoridad nominal de Smendes sobre el Alto Egipto está atestiguada por una sola estela inscrita encontrada en una cantera en Ed-Dibabiya, frente a Gebelein en la orilla derecha del Nilo, así como por una inscripción de graffito separada en un muro del Templo de Monthu en Karnak, el Templo que fue construido originalmente durante el reinado de Thutmosis III. 
La estela de la cantera describe cómo Smendes "mientras residía en Memphis, escuchó sobre el peligro de inundaciones en el templo de Luxor, dio órdenes de reparación (de ahí que la cantera funcione) y recibió noticias del éxito de la misión". 
A Smendes se le asigna un reinado de 26 años por Manetón en su Epítome.  Esta cifra está respaldada por la fecha del Año 25 en la Estela del Destierro que relata que el Sumo Sacerdote Menkheperre reprimió una revuelta local en Tebas en el Año 25 de un rey que solo puede ser Smendes porque no hay evidencia de que los Sumos Sacerdotes contaran sus propios años de reinado, incluso cuando asumieron títulos reales como lo hice Pinedjem.  Menkheperre luego exilió a los líderes de la rebelión a los Oasis del Desierto Occidental. Estos individuos fueron perdonados varios años después durante el reinado del sucesor de Smendes, Amenemnisu.
Smendes gobernó sobre un Egipto dividido y solo controló efectivamente el Bajo Egipto durante su reinado, mientras que el Medio y Alto Egipto estuvo efectivamente bajo la soberanía de los Sumos Sacerdotes de Amón como Pinedjem I, Masaharta y Menkheperre. Su prenomen o nombre del trono Hedjkheperre Setepenre / Setepenamun, que significa 'Brillante es la Manifestación de Rê, Elegido de Rê/Amun', se hizo muy popular en la siguiente dinastía 22 y 23 dinastía. En total, cinco reyes: Shoshenq I, Shoshenq IV, Takelot I, Takelot II y Harsiese A lo adoptaron para su propio uso. A la muerte de Smendes en 1052 a. C., fue sucedido por Neferkare Amenemnisu, quien pudo haber sido el hijo de este rey.

Estela de King Nesbanebded (Smendes I)
en conmemoración de la reapertura de la cantera de Gebelein
1 & 2 (titulary de Nesbanebded)
3 Ahora su majestad estar en la ciudad de Haiku-Ptah, su residencia agosto, victorioso y fuerte como Ra, [con el fin de realizar su devoción a Phtah] 4 el maestro de Ankhtoui, a Sokhit, el gran amado de Ptah, [ a Tumu-Khopri], a Montu, y al círculo de los nueve dioses que residen en Hait-saru, mientras que su majestad estaba sentado en su sala de audiencia [un mensajero llegó a declarar ante] 5 Su Majestad: "Es el brazo de agua del sur, situado en la frontera de la Apit del Sur, excavado por el rey Tutmosis III, que procede [a la ruina, ya que está siendo drenada, y] 6 que forma un gran torrente que profundamente canales (la tierra) en la medida como el gran opisthodoma del templo se extiende a la parte posterior [del edificio ".
Su majestad dijo] 7 a ellos: "Estas palabras que pronunció ante mí, no ha habido nada en mi tiempo que ha sucedido como ellos sin mi ser informado de ellos [y sin que yo tuviera] 8 remediar el daño que ellos describen Si entonces este brazo de agua que alimenta el trimestre durante la temporada (correcto) del año [lo ha hecho el mal, éste ha sucedido} 9 sin mi conocimiento, y todo esto ha tenido lugar al margen de la soberana. "
Su majestad entonces causó [obreros a ser convocados] 10 (y) con los 3.000 hombres seleccionados de entre los siervos de su majestad, y su majestad lo ha mandado antes de que deben apresurarse a [país del sur, en busca de una cantera en el] 11 de montaña. Ahora los oficiales de su majestad, de entre los que están siempre a bis pies, enviaron una serie de [las personas que conocían el país, con el fin de] 12 Examinemos [la montaña. Ahora nadie tenía] trabajó en esta cantera ya que el tiempo de las generaciones-largos pasado, hasta el actual período de Aniti. [Así que permanecieron allí, y restaurados?] 13 la capilla de la diosa Monit, la dama de Zoriti, entonces ejecuta ese comando que su majestad había establecido [sobre la sustitución de aquellos a quienes el trabajo había] 14 gastados en los miembros, cada uno meses. Cuando las órdenes del rey llegaron, instando a la persecución de las obras que había mandado [las personas del país monta sin limitación] 15 de número, incluso los bebés sobre el pecho de su madre corrió a cortar [la piedra para la "edificios de su majestad.
Nunca] 16 tuvieron nada sucedió como él en el momento de (nuestros) antepasados. Entonces su majestad llegó a su vez, como Thoth [¿quién se beneficia por sus actos, y dio premios a los obreros] 17 para su inteligencia, a modo de recompensa por su energía y coraje, levantando a sí mismo en el trono del Horus [de los vivos, ni siquiera él rey Nsbindidi que da la vida como Ra eternamente].

Amenemnisu, Faraón de Egipto (1043-1039 a.C.).
(Imn-m-nsw) Segundo faraón de la XXI dinastía egipcia, sucesor de Smendes, de quien al parecer sería hijo o tal vez hermano, aunque también se ha postulado que podría haber sido hijo de Herihor. Amenemnisu, coetáneo del Sumo Sacerdote de Amón Pinedjem I y del Sumo sacerdote de Menfis, Ashakhet, está documentado por dos cartuchos de oro, componentes tal vez de un arco, que fueron hallados en la tumba de Psusennes I, en los cuales aparecía su nombre asociado al del citado Psusennes. Es muy poco lo que se conoce de su corto reinado, que hubo de durar, en opinión de Manetón, cuatro años (tal autor le da el nombre de Nephercheres), durante los cuales su título neswt bity fue el de Neferkare. Su política hubo de centrarse en equilibrar las diferencias entre el norte y el sur del país. Tuvo como corregente a su hermano Psusennes I, que luego le sucedería en el trono.
El nombre de Amenemnisu significa "Amón es el rey" en egipcio. Mientras que su reinado es generalmente oscura, la que sirve Sumo Sacerdote de Amón en Tebas, Menkheperra, es conocido por haber indultado a varios líderes de la rebelión en contra de esta autoridad sacerdotes durante el reinado de Amenemnisu. Estos rebeldes habían sido desterrados a la Oasis Occidental de Egipto en el año 25 de Smendes. Una tapa arco de oro con inscripciones de nombre real tanto de Amenemnisu, Neferkara, y el de su sucesor Psusennes I fue descubierta en la tumba de Psusennes I

Psusennes I
Psusennes I fue el tercer faraón de la dinastía 21 que gobernó desde Tanis entre 1047–1001 a. C. Psusennes es la versión griega de su nombre original Pasibkhanu o Pasebakhaenniut que significa "La aparición de la estrella en la ciudad", mientras que su nombre de trono, Akheperre Setepenamun, se traduce como "Grandes son las manifestaciones de Ra, elegido de Amón". Era el hijo de Pinedjem I y Henuttawy, La hija de Ramesses XI de Tentamun. Se casó con su hermana Mutnedjmet.

Reinado 
La duración precisa del reinado de Psusennes I es desconocida porque las diferentes copias de los registros de Manetón le atribuyen un reinado de 41 o 46 años. Algunos egiptólogos han propuesto elevar la cifra de 41 años en una década a 51 años para que coincida más estrechamente con ciertas fechas anónimas de los años 48 y 49 en el Alto Egipto. Sin embargo, el egiptólogo alemán Karl Jansen-Winkeln ha sugerido que todas estas fechas se atribuyan al Sumo Sacerdote de Amón, Menkheperre, que está documentado explícitamente en un registro del Año 48.  Jansen-Winkeln señala que "en la primera mitad de Dyn. 21, [el] HP Herihor, Pinedjem I y Menkheperre tienen atributos reales y títulos [reales] en diferentes grados", mientras que los primeros tres reyes tanitas (Smendes, Amenemnisu y Psusennes I) casi nunca se mencionan por su nombre en el Alto Egipto, con la excepción de un graffito y una estela de roca para Smendes.  Por el contrario, el nombre de los 21 sucesores de la Dinastía Psusennes I, como Amenemope, Osorkon el Viejo y Siamun, aparecen con frecuencia en varios documentos del Alto Egipto, mientras que el Sumo Sacerdote Tebano Pinedjem II, contemporáneo de los últimos tres reyes nunca adoptó ningún atributo real o título en su carrera.
Por lo tanto, dos fechas separadas del Año 49 de Tebas y Kom Ombo podrían atribuirse al gobernante Sumo Sacerdote Menkheperre en Tebas en lugar de Psusennes I, pero esto sigue siendo incierto. El reinado de Psusennes I ha sido estimado en 46 años por los editores del Manual de la Cronología del Antiguo Egipto.  Psusennes Debo haber tenido relaciones cordiales con los Sumos Sacerdotes de Amón en Tebas durante su largo reinado desde que el Sumo Sacerdote Smendes II donó varias tumbas a este rey que se encontraron en la tumba de Psusennes II.
Durante su largo reinado, Psusennes construyó los muros del recinto y la parte central del Gran Templo de Tanis, dedicado a la tríada de Amón, Mut y Khonsu.  Psusennes era aparentemente el gobernante responsable de convertir a Tanis en una ciudad capital en toda regla, rodeando su templo con un formidable muro de temenos de ladrillo con su santuario dedicado a Amón compuesto de bloques rescatados de los abandonados Pi-Ramsés. Muchos de estos bloques no se alteraron y mantuvieron el nombre del constructor de Pi-Ramesses, Ramesses II, incluidos los obeliscos que todavía llevan el nombre de Ramesses II transportado desde la antigua capital de Pi-Ramesses a Tanis. 
Psusennes se había casado con su hermana, Mutnedjmet, además de Lady Wiay. Solo dos de los hijos de Psusennes I permanecen identificables.

Tumba 
La tumba de Psusennes 1 y su esposa Mutnedjmet fue encontrado por el egiptólogo francés Pierre Montet 1885-1996, que llevó a cabo importantes excavaciones de las reliquias del Imperio Nuevo (1567- 525 a.C) en la antigua capital de Tanis en el Delta del Nilo, la mayoría de los objetos de madera perecederos fueron destruidos por el agua, un destino no compartido por KV62, la tumba de Tutankamón en el clima más seco del Alto Egipto. A diferencia de KV62, la tumba de Psusennes I tiene la distinción de ser la única tumba faraónica jamás encontrada ilesa por cualquier intento de robo de tumbas.  La tumba de Tutankamón había sido robada dos veces en la antigüedad.
A pesar de la destrucción de artefactos de madera dentro de la tumba debido a la zona húmeda del delta del Nilo, la magnífica máscara funeraria del rey se recuperó intacta; resultó ser de oro y lapislázuli y contenía incrustaciones de vidrio blanco y negro para los ojos y las cejas del objeto.  La máscara de Psusennes I se considera "una de las obras maestras de los tesoros [s] de Tanis" y actualmente se encuentra en la Sala 2 del Museo de El Cairo.  Tiene un ancho y una altura máximos de 38 cm y 48 cm respectivamente.  Los "dedos y dedos de los pies del faraón habían sido encerrados en puestos de oro, y fue enterrado con sandalias de oro en sus pies. Los puestos de dedos son los más elaborados que se hayan encontrado, con uñas esculpidas. Cada dedo llevaba un elaborado anillo de oro y lapislázuli o alguna otra piedra semipreciosa". 
Los sarcófagos externo y medio de Psusennes I habían sido reciclados de entierros previos en el Valle de los Reyes a través del robo de tumbas sancionado por el estado que era una práctica común en el Tercer Período Intermedio. Un cartucho en el sarcófago rojo exterior muestra que originalmente se había hecho para el faraón Merenptah, el sucesor de la Dinastía XIX de Ramsés II. Psusennes I, él mismo, fue enterrado en un "ataúd de plata interior" con incrustaciones de oro.  Dado que "la plata era considerablemente más rara en Egipto que el oro, el "ataúd de plata" de Psusennes I representa un suntuoso entierro de gran riqueza durante los años de declive de Egipto.


El Dr. Douglass Derry, que trabajaba como jefe del Departamento de Anatomía de la Universidad de El Cairo, examinó los restos del rey en 1940 y determinó que el rey era un anciano cuando murió.  Derry notó que los dientes de Psusennes I estaban muy desgastados y llenos de caries y un absceso que dejaba un agujero en su paladar, y observó que el rey sufría de una artritis extensa y probablemente estaba paralizado por esta condición en sus últimos años. 
Tanis fue el escenario de numerosas excavaciones arqueológicas que comienzan en el siglo 19, la participación de reconocidos egiptólogos Flinders Petrie y Auguste Mariette. Montet encontró que estaba atrapado en una carrera contra el reloj con el inminente estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Así que lo que debería haber sido una excavación arqueológica bien planificado y cuidadosamente considerada se convirtió en una operación de salvamento apresurada. Pharaoh Psusennes I up until that point in the discovery had been just an obscure ruler, who had governed Egypt more than 3000 years before during one of its most difficult periods.
El Faraón Psusennes I hasta ese momento en el descubrimiento había sido sólo un gobernante oscuro, que había gobernado Egipto más de 3000 años antes durante uno de sus períodos más difíciles. Egipto durante su reinado fue un reino fracturado dividido entre los gobernantes rivales del norte y el sur.
Los sumos sacerdotes tomaron el poder tratando de ordenar a la región sur de Tebas, mientras que los faraones depuestos fueron exiliados al norte de Tanis. Desde Tanis, Psusennes gobernó durante unos impresionantes 46 años un estudio posterior del esqueleto Psusennes 'reveló un hombre muy trabajador que sufría de una enfermedad reumática debilitante, pero sin embargo vivió hasta bien entrados los años ochenta.
Cualquier estudio de la obra de oro de los faraones debe explorar más allá de su uso en la joyería de la vida y de las frivolidades brillantes del arte ornamental para investigar su papel cultural fundamental. Era el objeto de un culto que se deriva de su significado religioso. Su uso por los muertos era un privilegio reservado a la alta alcurnia, que sirve también como emblema de su poder.
El Faraón era, para todos los intentos y propósitos, encarnado 'Horus de oro', el hijo del Dios Osiris, que gobernó el inframundo. Los antiguos egipcios tenían acceso a los metales preciosos en todo, lo que los arqueólogos modernos han grabado como el período dinástico, la datación de los cuales comenzó c 3100 a.C con la dinastía de 1 ª hasta la 26 ª dinastía de 664 a 525 antes de Cristo. Todos los  amuletos, talismanes, joyas y adornos destinado a proteger al difunto durante su peligroso viaje a través Hades fueron hechas principalmente de oro.
Pharaohs and artisans, princesses and peasants alike all adorned themselves both in life and in death, and the jewellery and objects that have survived testify to the prosperity, style preferences and innate craftsmanship of Egyptian kings and their people.
Faraones y artesanos, princesas y campesinos por igual todos se adornaban tanto en la vida como en la muerte, y las joyas y objetos que han sobrevivido dan testimonio de la prosperidad, las preferencias de estilo y la artesanía innata de los reyes de Egipto y su pueblo. La Joyería impregnaba todos los aspectos de la civilización egipcia y fue venerado en todos los niveles de la sociedad.
Los antiguos egipcios establecieron una civilización que fue envidiado y admirado por 3000 años. En la vida de la joyería no es sólo un accesorio colorido a su traje simple denotaba el rango o el honor, y la protección también se ofrece.
Después de la muerte fue enterrado con su propietario con piezas especiales de joyería hechas especialmente para el funeral.
Los Talismanes eran tan importantes en la otra vida como en el presente, si no más. Los peligros que deben sortearse en el otro mundo, que se enumeran en los numerosos textos religiosos que sobreviven. Esto significó que el fallecido necesitaba todos los dispositivos de protección disponibles para ayudarlo.
Pulseras, anillos, collares, pendientes y pectorales son amuletos dotados de un poder mágico a través de sus emblemas de la vida, la fuerza y ​​la eternidad. Fabricantes de joyas egipcias modelados sus obras de oro, plata, turquesa, lapislázuli, cornalina y muchas otras piedras que nosotros consideraríamos en el mundo moderno, ya que sólo semi preciosa.
También utilizaron materiales como la composición acristalamiento y vidrio en la imitación de lo que llamamos piedras semi preciosas. Estos dieron a algunos de los efectos más característicos y agradables, no elegido tanto por su valor intrínseco, sino por otra característica que los hacía no tiene precio en el esquema de las cosas, la de color.
El trabajo de oro del antiguo Egipto demuestra elegancia artística y una cierta intimidad en la forma en que se trabajó. Fue simbólico del Sol y el atributo de la verdad personificada, ya que reveló todo por su luz. Y, como también era la fuente de luz y calor, con lo cual significaba la vida a todo el mundo.
Las joyas impresionantes encontradas en la tumba de Psusennes aparece la mano de obra calificada de la más alta calidad. Psusennes1 comerciaron con oro y plata, lino fino, rollos de papiro y manufacturas de madera del monte Líbano.
Él buscó enfatizar la continuidad entre su reinado y el de sus predecesores y su tumba albergaba muchos objetos de los períodos anteriores, que estaban siendo, una vez más, dar un buen uso y tal vez podría ser considerado como uno de los ejemplos anteriores de un conocedor y coleccionista.
En Egipto los grandes talleres unidos a los templos y palacios donde la joyería fina calidad se produce, estaban bajo el control de los altos funcionarios. El oro egipcio contiene una proporción de plata, naturalmente, que es a menudo bastante alta - hasta un 20%. Casi todo el oro-plata antiguo contiene en mayor o menor grado.
Lo llamaron nub hedj, que literalmente significa "oro blanco". En un momento de la historia de Egipto estaba en la lista antes de que el oro en las listas de los metales preciosos, ya que se era importado.
The workers were called neshdy, the closest translation is perhaps 'jewellery maker', although the word itself actually means something more like ' worker in semi precious stones'.
Los trabajadores fueron llamados neshdy, la traducción más cercana es quizás 'fabricante de joyas', aunque la palabra misma realidad significa algo más como 'trabajador en piedras semi preciosas.
Psusennes I se identificó con el dios del sol Ra, con el fin de alcanzar la inmortalidad divina. Según una leyenda, 'Ra el dios del sol nació como un niño cada mañana y murió en la noche como un hombre viejo. En el simbolismo egipcio Ra es representado con la cabeza de un halcón, coronado por un disco solar, rodeado con el Uraeus, o sagrada cobra llama escupir que se ofreció protección a Faraón y se ofrece en la corona de Egipto se alza para arriba sobre la frente. La fabricación de objetos excelentes para el Faraón era un "acto de amor" para muchos artesanos, sobre todo si el faraón había ganado su respeto.
El motivo más utilizado en el antiguo Egipto y se asocia con un pectoral, o talismán usado para proteger el pecho, el pecho, o en el tórax. El escarabajo también estaba directamente relacionado con el nacimiento del sol, por analogía una pelota, que el escarabajo pelotero empujó delante de él y, como tal, se convirtió en un emblema de la resurrección.
Los escarabajos estaban hechos de diferentes materiales, pero sobre todo de obsidiana, amatista y lapislázuli fijados en oro.
They also may have been adapted from earrings that the Nubian people to the south are known to have worn.

Amenemope
Probable hijo de Psusennes I y su reina Mutnedjmet,  Amenemope sucedió el largo reinado de su supuesto padre después de un período de corregencia.  Esta corregencia se ha deducido gracias a un vendaje de lino que menciona un "... rey Amenemope, año 49..." que ha sido reconstruido como "[Año X bajo] el rey Amenemope, año 49 [bajo el rey Psusennes I]". Sin embargo, se ha sugerido que este año 49 puede pertenecer al Sumo Sacerdote de Amón Menkheperre en lugar de Psusennes I, descartando así la corregencia;  esta hipótesis ha sido rechazada por Kenneth Kitchen, quien aún apoya una corregencia. Kitchen se refiere a la existencia de Papyrus Brooklyn 16.205 , un documento que menciona un año 49 seguido de un año 4, que alguna vez se pensó que se refería a Shoshenq III y Pami, pero más recientemente a Psusennes I y Amenemope, y por lo tanto emitido en el año regnal 4 de estos últimos. 
Durante su reinado como Faraón, Amenemope reclamó el título de "Sumo Sacerdote de Amón en Tanis" como lo hizo también Psusennes antes que él. La autoridad de Amenemope fue plenamente reconocida en Tebas, en este momento gobernada por el Sumo Sacerdote de Amón Smendes II y luego por su hermano Pinedjem II, ya que su nombre aparece en bienes funerarios de al menos nueve entierros de Tebas, entre estos está el Libro de los muertos del "Capitán de la barca de Amón", Pennestawy, que data del año 5 de Amenemope.
Además de su tumba de Tanita y los entierros de Theban antes mencionados, Amemenope es un gobernante mal atestiguado. Continuó con la decoración de la capilla de Isis "Señora de las Pirámides de Giza" e hizo una adición a uno de los templos de Memphis. 
Todas las versiones de Manetón informes Epítome 's que Amenophthis (de Amenemope Hellenised nombre) disfrutaron de 9 años de reinado, una duración más o menos confirmada por fuentes arqueológicas.  Ni los hijos ni las esposas son conocidos por él, y fue sucedido por el aparentemente no relacionado Osorkon el Viejo.
Según el análisis de su esqueleto realizado por el Dr. Douglas Derry, Amenemope era un hombre fuerte que alcanzó una edad bastante avanzada.  Parece que el rey sufrió una infección en el cráneo que probablemente se convirtió en meningitis y condujo a su muerte. 

Tumba
Amenemope fue originalmente enterrado en la única cámara de una pequeña tumba (NRT IV) en la necrópolis real de Tanis; Unos años después de su muerte, durante el reinado de Siamun, Amenemope fue trasladado y enterrado de nuevo en NRT III, dentro de la cámara que perteneció a su supuesta madre Mutnedjmet y justo al lado de Psusennes I.  Su tumba intacta fue redescubierta por los egiptólogos franceses Pierre Montet y Georges Goyon en abril de 1940, justo un mes antes de la invasión nazi de Francia. Montet tuvo que detener su excavación hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, luego la reanudó en 1946 y luego publicó sus hallazgos en 1958.
Cuando los excavadores entraron en la pequeña cámara funeraria, argumentaron que originalmente estaba hecha para la reina Mutnedjmet. La cámara contenía un sarcófago de granito no inscrito, algunos recipientes, incluidos los tarros canopicos y el recipiente que alguna vez contenía el agua utilizada para lavar la momia, y un montón de alrededor de 400 ushabtis; Se colocó un ataúd de madera cubierto con pan de oro dentro del sarcófago y contenía la momia de Amenemope. En la momia se encontraron dos máscaras funerarias doradas, dos pectorales, collares, pulseras, anillos y un collar de cloisonné. Cuatro de estos artículos llevaban el nombre de Psusennes I.  Las máscaras funerarias representan al rey como joven, aunque Goyon afirmó que en el momento del descubrimiento las máscaras tenían una expresión de sufrimiento y súplica, que luego se suavizaron después de la restauración.  La momia y los bienes funerarios se encuentran ahora en el Museo de El Cairo.
Amenemope fue enterrado con mucha menos opulencia que su vecino Psusennes I: en comparación, este último recibió un ataúd de plata sólido y una máscara de oro sólido, mientras que el ataúd y la máscara del primero eran simplemente dorados.

Osorkon el Viejo
Aakheperre Setepenre Osorkon el Viejo fue el quinto rey de la 21ª dinastía del antiguo Egipto y el primer faraón de origen Meshwesh (antiguo libio). También se le conoce a veces como Osochor, siguiendo Manetón en  Aegyptiaca.
Osorkon el Viejo era el hijo de Shoshenq A, el Gran Jefe de la Ma de la esposa de este último, Mehtenweshkhet A, a quien se le otorga el prestigioso título de 'Madre del Rey' en un documento. Osorkon era el hermano de Nimlot A, el Gran Jefe de la Ma, y Tentshepeh A la hija del Gran Jefe de la Ma y, por lo tanto, un tío de Shoshenq I, fundador de la Dinastía 22. La mayoría de los estudiosos dudaron de su existencia hasta que Eric Young estableció en 1963 que la inducción de un sacerdote del templo llamado Nespaneferhor en el año 2 I Shemu el día 20bajo un cierto rey llamado Aakheperre Setepenre —en el fragmento 3B, línea 1-3 de los Anales del Sacerdote Karnak— ocurrió una generación antes de la inducción de Hori, el hijo de Nespaneferhor, en el año 17 de Siamun, que también se registra en los mismos anales.  Young argumentó que este rey Aakheperre Setepenre era el desconocido Osochor. Sin embargo, esta hipótesis no fue totalmente aceptada por todos los egiptólogos en ese momento.
Luego, en un artículo de 1976-77, Jean Yoyotte notó que un rey libio llamado Osorkon era el hijo de Shoshenq A de Lady Mehtenweshkhet A, con Mehtenweshkhet siendo explícitamente titulada "Madre del Rey" en cierto documento genealógico.  Dado que ninguno de los otros reyes llamados Osorkon tenía una madre llamada Mehtenweshkhet, se estableció de manera concluyente que Aakheperre Setepenre era de hecho Osochor de Manetho, cuya madre era Mehtenweshkhet. Lady Mehtenweshkhet A también era la madre de Nimlot A, Gran Jefe de Meshwesh y, por lo tanto, la abuela de Shoshenq I.
En 1999, Chris Bennett hizo un caso para una reina Karimala conocida por una inscripción en el templo de Semna siendo su hija. Ella se llama tanto 'King's Daughter "como" King's Wife ". Su nombre sugiere que pudo haber sido libia. Dada la fecha de la inscripción (un año 14), podría haber sido la reina del rey Siamun o del rey. Psusennes II. Bennett prefiere un matrimonio con Siamun, porque en ese caso ella podría haber asumido el cargo de Virrey de Kush, Neskhons, como una figura religiosa en Nubia después de la muerte de este último en el año 5 del rey Siamun.
Sello con cartuchos reales, atribuido a Osorkon el Viejo

Un sello de loza y un bloque que nombraba a un rey Osorkon con los nombres de Aakheperre Setepenamun, Osorkon Meryamun, ambos en el Rijksmuseum van Oudheden en Leiden, fueron atribuidos durante mucho tiempo a Osorkon IV;  sin embargo, esta atribución ha sido cuestionada por Frederic Payraudeau en 2000, quien señaló que esos objetos probablemente se referían a Osorkon el Viejo.  Esto llevaría a la atribución a su nombre de trono Aakheperre tanto los epítetos Setepenre como Setepenamun.

Basado en un cálculo de la fecha lunar del año 2 antes mencionada de este rey, que Rolf Krauss en un cálculo astronómico ha demostrado que corresponde al 990 a. C., Osorkon el Viejo debe haberse convertido en rey 2 años antes de la inducción de Nespaneferhor en el 992 a. C.
El reinado de Osorkon el Viejo es significativo porque presagia la venida de la 22a dinastía libia. Se le atribuye un reinado de seis años en la Aegyptiaca de Manetón y fue sucedido en el poder por Siamun, que era el hijo de Osorkon o un egipcio nativo no relacionado.

Siamun
Neterkheperre o Netjerkheperre-Setepenamun Siamun fue el sexto faraón de Egipto durante la dinastía XXI. Él construyó extensivamente en Egipto más bajo para un rey del Tercer Período Intermedio y es considerado como uno de los más poderosos gobernantes de la dinastía 21 después de Psusennes I. El prenomen de Siamun, Netjerkheperre-Setepenamun, significa "Divino es la manifestación de Ra, elegido de Amón" mientras que su nombre significa "hijo de Amón". 
Muy poco se sabe de las relaciones familiares de Siamun. En 1999, Chris Bennett presentó un caso para una reina Karimala conocida por una inscripción en el templo de Semna que era la hija de Osorkon el Viejo.  Ella se llama tanto 'Hija del Rey" como "Esposa del Rey". Su nombre sugiere que pudo haber sido libia, lo que encajaría con que ella fuera la hija de Osorkon el Viejo (Osochor de Manetón). Dada la fecha de la inscripción (un año 14), ella podría haber sido la reina del rey Siamun o del rey Psusennes II. Bennett prefiere un matrimonio con Siamun, porque en ese caso podría haber asumido el cargo de virrey de Kush Neskhons como figura decorativa religiosa en Nubia después de la muerte de este último en el año 5 del rey Siamun. Lo que es más, un matrimonio con ella podría explicar cómo Siamun, un egipcio, a juzgar por su nomen, llegó a suceder a un Osochor claramente libio. 

Siamun a menudo se identifica con el último rey de la 21a dinastía de Manetón, "Psinaches". A este rey se le atribuye un reinado de solo 9 años, que posteriormente tuvo que modificarse a 9 años sobre la base de una inscripción de los Anales Sacerdotales de Karnak que menciona un año 17 del rey Siamun. Sin embargo, no existe una base real para interpretar el nombre "Psinaches" como una corrupción del nombre Netjerkheperre-setepenamun Siamun. Recientemente, se ha sugerido que las "Psinaches" de Manetho podrían ser una referencia al rey Tutkheperre Shoshenq como el sucesor directo del Osorkon el Viejo de Manetón. 

Longitud del reinado 
El año más atestiguado para Siamun es el año 17, el primer mes del día Shemu [perdido] , mencionado en el fragmento 3B, líneas 3-5 de los Anales Sacerdotales de Karnak.  Registra la inducción de Hori, hijo de Nespaneferhor en el Sacerdocio en Karnak.  Esta fecha fue un día de fiesta lunar Tepi Shemu. Según el cálculo de esta fiesta lunar de Tepi Shemu , el egiptólogo alemán Rolf Krauss ha demostrado que el año 17 de Siamun es equivalente al 970 a. C.  Por lo tanto, Siamun habría tomado el trono unos 16 años antes en 986 a. C.  Una estela fechada en el Año 16 de Siamun registra una venta de tierras entre algunos sacerdotes menores de Ptah en Memphis.
La inscripción del año 17 es un importante desarrollo paleográfico porque es la primera vez en la historia egipcia que la palabra faraón se emplea como título y se vincula directamente con el nombre real de un rey: como en el faraón Siamun aquí. De aquí en adelante, las referencias al faraón Psusennes II (sucesor de Siamun), el faraón Shoshenq I, el faraón Osorkon I, etc., se vuelven comunes. Antes del reinado de Siamun y en todo el Reino Medio y Nuevo, la palabra faraón se refería solo al oficio del rey.
Ankhefenmut adora el nombre real del faraón Siamun en este dintel de la puerta.

Monumentos 
Según el egiptólogo francés Nicolas Grimal, Siamun duplicó el tamaño del Templo de Amón en Tanis e inició varias obras en el Templo de Horus en Mesen.  También construyó en Heliópolis y en Piramesse, donde un bloque de piedra sobreviviente lleva su nombre.  Siamun construyó y dedicó un nuevo templo a Amón en Memphis con 6 columnas de piedra y puertas que llevan su nombre real. Finalmente, otorgó numerosos favores a los sacerdotes Memphitas de Ptah. En el Alto Egipto, generalmente aparece de manera homónima en algunos monumentos tebanos, aunque el Sumo Sacerdote de Amón de Siamun en Tebas, Pinedjem II, organizaron el retiro y el entierro de las momias reales del Nuevo Reino del Valle de los Reyes en varios escondites de momias escondidas en la Tumba DB320 de Deir El-Bahari para protección contra el saqueo. Estas actividades datan del año 1 al año 10 del reinado de Siamun. 
Esfinge de bronce de Siamun, Museo del Louvre.

Una escena de alivio triunfal sobreviviente fragmentaria pero bien conocida del Templo de Amón en Tanis muestra a un faraón egipcio golpeando a sus enemigos con una maza. El nombre del rey se da explícitamente como [(Neterkheperre Setepenamun) Siamun, amado de Am (un)] en el alivio y no puede haber ninguna duda de que esta persona era Siamun como destaca el eminente egiptólogo británico Kenneth Kitchen en su libro, Sobre la fiabilidad del Antiguo Testamento.  Siamun aparece aquí "en pose típica blandiendo una maza para derribar prisioneros (?) Ahora perdidos a la derecha, excepto por dos brazos y manos, uno de los cuales agarra un notable hacha de doble hoja por su zócalo". El escritor observa que este hacha de doble hoja o 'alabarda' tiene una hoja en forma de media luna acampanada que tiene una forma cercana al hacha doble influenciada por el Egeo, pero es bastante distinta del hacha de doble cabeza palestina / cananea que tiene una forma diferente que se asemeja a una X.  por lo tanto, Cocina concluye enemigos de Siamun eran los filisteos que eran descendientes de los basados en Aegean pueblos del mar y que Siamón conmemoraba su reciente victoria sobre ellos en Gezer representando a sí mismo en un relieve formal de escena de la batalla en el templo en Tanis. Más recientemente, Paul S. Ash ha presentado un argumento detallado de que el alivio de Siamun retrata una batalla ficticia. Señala que en los relieves egipcios nunca se muestra a los filisteos sosteniendo un hacha, y que no hay evidencia arqueológica de que los filisteos usen hachas. También argumenta que no hay nada en el alivio que lo conecte con Filistea o el Levante.

Entierro 
Aunque la tumba real original de Siamun nunca ha sido localizada, se ha propuesto que él sea una de "dos momias completamente descompuestas en la antecámara de NRT-III (la tumba de Psusennes I)" sobre la base de ushabtis que se encuentran en ellas y que llevaban esto nombre del rey La tumba original de Siamun pudo haber sido inundada por el Nilo, lo que obligó a un nuevo entierro de este rey en la tumba de Psusennes I. 

Siamun y Salomón 
Se ha sugerido que Siamun era el faraón anónimo de la Biblia que dio en matrimonio a su hija al rey Salomón para sellar una alianza entre los dos (1 Reyes 3: 1), y luego conquistó a Gezer y se la dio también a Salomón (1 Reyes 9:16). Hoy en día, Kitchen todavía apoya esta identificación,  pero ha sido cuestionada por otros estudiosos como Paul S. Ash y Mark W. Chavalas, y este último afirma que "es imposible concluir qué monarca egipcio gobernó simultáneamente con David y Salomón". 
Edward Lipiński sugirió que "el intento de relacionar la destrucción de Gezer con la relación hipotética entre Siamun y Salomón no puede justificarse de hecho, ya que la muerte de Siamun precede a la adhesión de Solomon". Lipiński también argumentó que Gezer, entonces no fortificado, fue destruido a fines del siglo X, y que su tomador probablemente era el faraón Shoshenq I de la 22ª dinastía.

Según la Biblia hebrea, la única fuente para el evento, el Saqueo de Gezer tuvo lugar a principios del siglo X a. C., cuando la ciudad fue conquistada y quemada por un faraón egipcio no identificado, identificado por algunos con Siamun, durante su campaña militar en Palestina. Este faraón egipcio anónimo se lo dio al rey Salomón como la dote de su hija. Salomón luego reconstruyó Gezer y lo fortificó. La historia bíblica de la conquista israelita de Canaán bajo su líder Joshua menciona a cierto "rey de Gezer" (Josué 10:33) que había ido a ayudar a sus compatriotas en Laquis, donde encontró su muerte.
La Biblia dice:
.... el Rey Salomón... construyó... el muro de... Gezer (el faraón rey de Egipto subió y capturó a Gezer y lo quemó con fuego, y mató a los cananeos que vivían en la ciudad y se lo dio como dote a su hija, la esposa de Salomón;
- (1 Reyes 9: 15-16)

La única mención en la Biblia de un faraón que podría ser Siamun (gobernado 986–967 a. C.) es el texto de 1 Reyes citado anteriormente, y no tenemos otras fuentes históricas que identifiquen claramente lo que realmente sucedió. Como se muestra a continuación, Kenneth Kitchen cree que Siamun conquistó a Gezer y se lo dio a Solomon. Otros, como Paul S. Ash y Mark W. Chavalas, no están de acuerdo, y Chavalas afirma que "es imposible concluir qué monarca egipcio gobernó simultáneamente con David y Salomón". El profesor Edward Lipinski argumenta que Gezer, entonces no fortificado, fue destruido a fines del siglo X (y por lo tanto no contemporáneo con Salomón) y que el faraón más probable fue Shoshenq I (gobernado 943-922 a.C.). "El intento de relacionar la destrucción de Gezer con la relación hipotética entre Siamun y Salomón no puede justificarse de hecho, ya que la muerte de Siamun precede a la adhesión de Salomón".

Una escena de alivio triunfal sobreviviente fragmentaria pero bien conocida del Templo de Amón en Tanis, que se cree que está relacionada con el saco de Gezer, muestra a un faraón egipcio golpeando a sus enemigos con una maza. Según el egiptólogo Kenneth Kitchen, este faraón es Siamun.: pág. 109 Siamun aparece aquí "en pose típica blandiendo una maza para derribar prisioneros (?) Ahora perdidos a la derecha, excepto por dos brazos y manos, uno de los cuales agarra un notable hacha de doble hoja por su zócalo".  : págs. 109 y 526 El escritor observa que este hacha de doble hoja o 'alabarda' tiene una hoja acampanada en forma de media luna que tiene una forma cercana al hacha doble influenciada por el Egeo pero es bastante distinta de la doble cabeza cananea hacha que tiene una forma diferente que se asemeja a una X. : págs. 109-10 Así, Kitchen concluye que los enemigos de Siamun eran los filisteos que eran descendientes de los Pueblos del Mar basados ​​en el Egeo y que Siamun estaba conmemorando su reciente victoria sobre ellos en Gezer al representarse a sí mismo en una escena de batalla formal en el Templo de Tanis. Más recientemente, Paul S. Ash ha presentado un argumento detallado de que el alivio de Siamun retrata una batalla ficticia. Señala que en los relieves egipcios nunca se muestra a los filisteos sosteniendo un hacha, y que no hay evidencia arqueológica de que los filisteos usen hachas. También argumenta que no hay nada en el alivio que lo conecte con Filistea o el Levante.

Psusennes II
Titkheperure o Tyetkheperre Psusennes II u Hor-Pasebakhaenniut II, fue el último rey de la vigésima primera dinastía de Egipto. Su nombre real significa "Imagen de las transformaciones de Re" en egipcio.  Psusennes II a menudo se considera la misma persona que el Sumo Sacerdote de Amón conocido como Psusennes III.  El egiptólogo Karl Jansen-Winkeln señala que un importante graffito del Templo de Abydos contiene los títulos completos de un rey Tyetkheperre Setepenre Pasebakhaenniut Meryamun "quien se llama simultáneamente HPA (es decir, Sumo Sacerdote de Amón) y comandante militar supremo". Esto sugiere que Psusennes era rey en Tanis y el Sumo Sacerdote en Tebas al mismo tiempo, lo que significa que no renunció a su cargo como Sumo Sacerdote de Amón durante su reinado. Los pocos testimonios contemporáneos de su reinado incluyen el ya mencionado pintada en el templo de Seti I en Abydos , un ostracón de Umm el-Qa'ab, una afiliación en Karnak y su presunto entierro - que consiste en un ataúd dorado con una real uraeus y una momia, que se encuentra en una antecámara de La tumba de Psusennes I en Tanis. Fue sumo sacerdote de Amón en Tebas e hijo de Pinedjem II e Istemkheb. Su hija Maatkare B fue la gran esposa real de Osorkon I.

Los elementos que se pueden agregar a la lista de certificaciones seguras de Psusennes II incluyen un lino de momia del año 5 que fue escrito con el nombre del Sumo Sacerdote Psusennes III. En general, se supone que una fecha del Año 13 III Peret 10 + X en el fragmento 3B, línea 6 de los Anales Sacerdotales de Karnak pertenece a su reinado.  Desafortunadamente, sin embargo, el nombre del rey no se menciona y lo único que es seguro es que el fragmento debe estar fechado después del reinado de Siamun, cuyo Año 17 se menciona en las líneas 3-5.  Por lo tanto, pertenece a Psusennes II o posiblemente al reinado de Shoshenq I. Más impresionante es la cantidad de objetos que asocian a Psusennes II junto con su sucesor, Shoshenq I, como una antigua estatua de Thutmosis III.(Cairo CG 42192) que contiene dos columnas paralelas de textos, uno que se refiere a Psusennes II y el otro a Shoshenq I, un bloque recientemente descubierto de Tell Basta que conserva el nomenclatura de Shoshenq I junto con el prenomen de Psusennes II, y ahora Graffito perdido de la tumba tebana TT 18. 
Recientemente, la primera fecha concluyente para el rey Psusennes II se reveló en un bloque de piedra annal sacerdotal recientemente publicado. Este documento, que ha sido designado como 'Block Karnak 94, CL 2149', registra la inducción de un sacerdote llamado Nesankhefenmaat en la capilla de Amun-Re dentro del recinto de Karnak en el año 11, el primer mes del día 13 de Shemu de un rey llamado Psusennes  La línea anterior de este documento registra la inducción del padre de Nesankhefenmaat, un cierto Nesamun, al sacerdocio de Amun-Re en el reinado del rey Siamun.  Siamun fue el predecesor de Psusennes II en Tanis. La identificación de los Psusennes mencionados anteriormente con Psusennes II es cierta, ya que el mismo documento anal fragmentario registra a continuación, en la siguiente línea, la inducción de Hor, el hijo de Nesankhefenmaat, al sacerdocio de la capilla de Amun-Re en Karnak en el año 3 el segundo mes del día 14 de Akhet del rey Osorkon I, reina una generación después.  —con el reinado de 21 años de Shoshenq I siendo omitido. Esto no sería inesperado ya que la mayoría de los egiptólogos creen que una generación en la sociedad egipcia duró un mínimo de 25 años y un máximo de 30 años.  Por lo tanto, la fecha del Año 11 solo puede asignarse a Psusennes II y constituye la primera fecha certificada de forma segura para el reinado de este faraón.
El egiptólogo británico Aidan Dodson también acepta esta nueva evidencia del descubrimiento de este nuevo fragmento desconocido de la Karnak de Frederic Payraudeau anales sacerdotales y ahora se ha quitado la previamente publicada a finales de 1980 la teoría de que el reinado de Psusennes II estaba totalmente dentro del reinado de Sheshonq I.  Dodson señala que el documento annal en bloque recientemente encontrado establece que Psusennes II "era de hecho un rey 'real', con un reinado que fue reconocido en Tebas". Dodson también escribe que el estado real de Psusennes II se confirmó cuando Jean Yoyotte se dio cuenta "de que un lote de shabtis crudos de loza con el nombre de un [rey] Pasebkhanut (es decir, Psusennes) encontrado en la antecámara de Tanis [Tumba] NRT-III no pertenecía al propietario original de la tumba, Pasebkhanut I, como había originalmente asumido, pero al rey posterior del [mismo] nombre".  Esto significa que el ataúd y la momia en descomposición de Psusennes II se encuentran en los escombros de esta antecámara de la tumba Tanis de Psusennes I donde también se descubrió el ataúd y la máscara de momia de Heqakheperre Shoshenq II. 

Longitud del reinado 
A diferencia de su predecesor y sucesor inmediato - Siamón y Sheshonq I respectivamente- Psusennes II es generalmente menos bien documentado en los registros históricos contemporáneos a pesar de que varias versiones de Manetón 's Epítome de crédito le sea con un 14 o un reinado de 35 años (generalmente modificados, a los 15 años por la mayoría de los estudiosos, incluido el egiptólogo británico Kenneth Kitchen). Sin embargo, el erudito alemán Rolf Krauss ha argumentado recientemente que el reinado de Psusennes II fue de 24 años en lugar de la figura original de Manetho de 14 años.  Esto se basa en información personal registrada en la estela Dakhla grande que data del año 5 de Shoshenq I; la estela conserva una referencia a un registro de tierras del año 19 de un "faraón Psusennes". Sin embargo, dado que este documento fue compuesto bajo Shoshenq I, el uso del título Faraón antes de Psusennes aquí no puede establecer si el rey era Psusennes I o II.
En el año 5 de Shoshenq I, este rey y el fundador de la 22ª dinastía, enviaron a cierto subordinado Ma (es decir, libio) llamado Wayheset a la ciudad oasis del desierto de Dakhla para restaurar la autoridad de Shoshenq I sobre la región del oasis occidental del Alto Egipto. Los títulos de Wayheset incluyen Prince y Governor of the Oasis. Sus actividades están registradas en la gran estela Dakhla.  Esta estela establece que Wayheset adjudicó una determinada disputa por el agua consultando un registro de tierras que está fechado explícitamente en el año 19 de un "Faraón Psusennes" para determinar los derechos de agua de un hombre llamado Nysu-Bastet. Kitchen señala que este individuo hizo un llamamiento al catastro catastral del año 19 del rey Psusennes perteneciente a su madre, que los historiadores asumieron que se hizo unos "80 años" antes durante el reinado de Psusennes I.  El registro de tierras registró que ciertos derechos de agua eran propiedad de la madre de Nysu-Bastet, Tewhunet, en el año 19 de un rey Psusennes. Los egiptólogos generalmente asumieron que este gobernante era Psusennes I en lugar de Psusennes II, ya que se creía que el reinado de este último duró solo 14-15 años. Con base en la evidencia del registro de tierras, Wayheset ordenó que estos derechos de riego ahora deberían otorgarse al propio Nysu-Bastet. Sin embargo, si el oráculo data del año 19 de Psusennes I, como muchos estudiosos asumieron tradicionalmente, Nysu-Bastet habría estado separado de su madre por un total de 80 años a partir de esta fecha hasta el año 5 de Shoshenq I, una cifra que es altamente improbable ya que Nysu-Bastet no habría esperado hasta la vejez extrema para defender los derechos de riego de su madre.
El término "madre" en el antiguo Egipto también podría ser una alusión a una ancestra, la matriarca de un linaje por el cual Nysu-Bastet pudo haber estado solicitando sus derechos de agua hereditarios que pertenecían a su abuela, cuyo apellido era Tewhunet. Sin embargo, este argumento no explica el uso de Faraón como título en la estela de Dakhla, un recurso literario que ocurre por primera vez durante el reinado de Siamun, un rey egipcio que gobernó entre 45 y 64 años después del año 19 de Psusennes I.
El componente más significativo de la gran estela Dakhla es su paleografía: el uso del título Faraón Psusennes. Una erudita llamada Helen Jacquet-Gordon creía en la década de 1970 que la gran estela Dakhla pertenecía al reinado de Shoshenq III debido al uso del título 'Faraón' directamente con el nombre de nacimiento del rey gobernante, es decir, "Faraón Shoshenq", que era Un importante desarrollo paleográfico en la historia egipcia. A lo largo de los Reinos Antiguo, Medio y Nuevo del Antiguo Egipto, la palabra faraón nunca fue empleada como un título como Sr. y Sra. Ni adjuntada al nomen de un rey como el Faraón Ramsés o el Faraón Amenhotep; en cambio, la palabra pr-`3o faraón se usaba como sustantivo para referirse a las actividades del rey (es decir, fue "Faraón" quien ordenó la creación de un templo o estatua, o la excavación de un pozo, etc.). Rolf Krauss observa acertadamente que el primer uso atestiguado de la palabra faraón como título está documentado en el año 17 del rey de la dinastía 21, Siamun, del fragmento 3B de Karnak Priestly Annals, mientras que el segundo uso del título ' [Faraón] [nombre de nacimiento ] ' ocurre durante el reinado de Psusennes II, donde un graffito hierático en la capilla Ptah del templo de Abydos de Seti I se refiere explícitamente a Psusennes II como el "Sumo Sacerdote de Amen-Re, Rey de los Dioses, el Líder, Faraón Psusennes". En consecuencia, la práctica de adjuntar el título pr-`3 o faraón con el nombre real de nacimiento de un rey ya había comenzado antes del comienzo del reinado de Shoshenq I, y mucho menos de Shoshenq III. Por lo tanto, el Shoshenq mencionado en la gran estela Dakhla del año 5 debe haber sido Shoshenq I, mientras que los Psusennes mencionados en el mismo documento también pueden ser Psusennes II, lo que significa que solo 5 años (o 10 años si Psusennes II gobernó Egipto durante 24 años) separaría a Nysu-Bastet de su madre.  El hecho adicional de que la gran estela de Dakhla contiene una fecha lunar del Día 25 de Peret del año 5 IV ha ayudado a fechar la mencionada adhesión del rey Shoshenq al 943 a. C. y demuestra que el gobernante aquí debe ser Shoshenq I, no Shoshenq III, quien gobernó un siglo más tarde.  Helen Jacquet-Gordon no sabía de los dos ejemplos anteriores relacionados con Siamun y Psusennes II.

Cronología 
Los editores del 'Manual sobre la cronología del antiguo Egipto' (2006), Erik Hornung, Rolf Krauss y David Warburton, aceptan este razonamiento lógico y han modificado la figura original de Manetho de 14 años para Psusennes II a 24 años para Psusennes II.  Esto no tiene precedentes, ya que los egiptólogos habían enmendado previamente el reinado de Siamun por una década desde 9 años, como se conserva en las copias sobrevivientes del Epítome de Manetho, hasta 19 años basados ​​en ciertas fechas del año 16 y el año 17 atestiguadas por este último.  Psusennes II gobernó Egipto durante un mínimo de 19 años según la cronología interna de la estela Dakhla grande. Sin embargo, un cálculo de una fiesta lunar de Tepi Shemu que registra la inducción de Hori, hijo de Nespaneferhor, en el sacerdocio de Amón en el año 17 del regnal Siamun, el predecesor de Psusennes II, demuestra que esta fecha era equivalente al 970 a. C.  Dado que Siamun disfrutó de un reinado de 19 años, habría muerto 2 años más tarde en 968/967 a. C. y habría sido sucedido por Psusennes II en el 967 a. C. a más tardar. En consecuencia, un reinado de 24 años o 967-943 a. C. ahora es probable para Psusennes II; Por lo tanto, su reinado se ha elevado de 14 a 24 años.
El nombre real de Psusennes II se ha encontrado asociado con su sucesor, Shoshenq I en un graffiti de la tumba TT18, y en un ostracon de Umm el-Qa'ab.







Bibliografía
A., Clayton, Peter. Crónica de los faraones: el registro reinado por reinado de los gobernantes y dinastías del antiguo Egipto. Nueva York, NY p. 180. ISBN 0500050740. OCLC  31639364.
Ad Thijs, El entierro de Psusennes I y "Los malos tiempos" de P. Brooklyn 16.205, ZÄS 96 (2014), 209–223
Aidan Dodson, 2009. "La transición entre las dinastías 21 y 22 revisitada". En GPF Broekman, RJ Demarée y OE Kaper (eds), The Libyan Period in Egypt, 103-112. (Egyptologische Uitgaven 23.). 2009, Leiden: Nederlands Instituut voor het Nabije Oosten; Lovaina: Peeters.
Aidan Dodson, 'Psusennes II', Revue d'Égyptologie 38 (1987), 49-54.
Bob Brier, Momias egipcias: desentrañando los secretos de un arte antiguo, William Morrow & Co, (1994), págs. 146-147.
Chavalas, Mark W. (primavera de 2001). "Revisión de David, Salomón y Egipto: una reevaluación por Paul S. Ash". Revista de literatura bíblica. 120 (1): 152-152. doi : 10.2307 / 3268603.
Christine Hobson, Explorando el mundo de los faraones: una guía completa del antiguo Egipto, Támesis y Hudson 1987.
Chris Bennett, "Reina Karimala, hija de Osochor?" Göttinger Miszellen 173 (1999),
Cocina, Kenneth A. (1996). El tercer período intermedio en Egipto (1100–650
Derry, DE, Informe sobre el esqueleto del rey Amenemopet, ASAE 41 (1942), 149.
Eric Young, "Algunas notas sobre la cronología y la genealogía de la XXI dinastía", Journal of the American Research Center in Egypt 2 (1963), pp. 99-112
Erik Hornung, Rolf Krauss y David A. Warburton (eds.), Ancient Egyptian Chronology, Brill, Leiden / Boston, 2006, ISBN 978 90 04 11385 5.
F. Payraudeau, 'De nouvelles annales sacerdotales de Siamon Psousennès II et Osorkon Ier', Boletín de l'Institut Français d'Archéologie Orientale 108 (2008), 293-308.
Goyon, Georges (1987). La Découverte des trésors de Tanis. Perséa pags. 608. ISBN 2-906427-01-2.
Jansen-Winkeln, Karl (2006). Hornung, Erik; Krauss, Rolf; Warburton, David A. (eds.). Cronología del antiguo Egipto. Brill, Leiden / Boston. ISBN 978 90 04 11385 5.
Jean Yoyotte, BSSFT 1 (1988) 46 n. 2.
Kenneth Kitchen, El tercer período intermedio en Egipto (1100-650 a.C), tercera edición (Aris y Philips, 1996).
Jean Yoyotte, "Osorkon fils de Mehytouskhé: Un pharaon oublié?", Boletín de la Société française d'égyptologie, 77–78 (1976-1977), págs. 39–54
KA Kitchen, El tercer período intermedio en Egipto [TIPE] (1100–650 a.C) 3ª ed., Warminster: Aris & Phillips Ltd,
Karl Jansen-Winkeln, La relevancia de la información genealógica para la cronología egipcia, Äegypte und Levante 16, (2006), pp.266-271,
Jean Yoyotte, "A propos de Psousennes II", BSSFT 1 (1988).
Schneider, Hans D. (1985). "Un epígono real de la dinastía 22. Dos documentos de Osorkon IV en Leiden". Mélanges Gamal Eddin Mokhtar, vol. II. Institut français d'archéologie orientale du Caire. págs. 261–267.

No hay comentarios:

Publicar un comentario