El Papiro Westcar (Papiro de Berlín 3033) es un
texto egipcio, escrito en papiro, con un conjunto de cuentos mágicos. Fue
adquirido en 1825 por el aventurero británico Henry Westcar y desde 1866
conservado en museos. Actualmente está en el Museo Egipcio de Berlín. El
documento mide 169 cm de longitud y unos 33 cm de altura.
Los cuentos se originaron probablemente durante
la dinastía XII, por el tipo de composición, y es considerado el relato
conocido más antiguo de magia. Los acontecimientos se sitúan en el Imperio
Antiguo pero el papiro está escrito en tiempos de los hicsos, entre 1650 a. C.
y 1540 a. C.
Cada uno de estos relatos está narrado en la
corte del faraón Jufu (Keops), por sus hijos.
La primera historia, contada por un hijo
desconocido de Jufu (tal vez Dyedefra), casi toda se ha perdido a excepción del
final. Al parecer, el texto detallaba un milagro realizado por un sacerdote del
periodo del rey Dyeser (Zoser), que posiblemente sea el famoso Imhotep.
La segunda historia, contada por Jafra (Kefrén),
se desarrolla durante el reinado de uno de los antecesores de Jufu. El
sacerdote jefe del rey Nebka descubre que su esposa tiene un amorío con un
pueblerino de Menfis, y crea un cocodrilo de cera. Al saber que su esposa se
irá a encontrar con su amante, hechiza la figurilla para que cobre vida al
entrar en contacto con el agua y le pide a su guardia que la tire en el agua
por la que el pueblerino pase y mantenga la identidad del sacerdote encubierta.
Al atrapar al pueblerino, el cocodrilo lo lleva al fondo del lago, donde lo
mantiene por siete días, mientras el sacerdote distrae al Faraón que está de
visita. Cuando Nebka sabe de la historia, le pide al cocodrilo que vuelva a
subir, le ofrece quedarse con lo que le pertenece (el cocodrilo se come al
pueblerino), después llaman a la esposa adultera, la queman y la tiran al río.
La tercera historia, contada por otro hijo
llamado Baufra (Baefra), se desarrolla durante el reinado de su abuelo, Seneferu.
El rey está aburrido y su sacerdote jefe le aconseja reunir a veinte jóvenes
vírgenes para navegar con ellas por el lago del palacio. Seneferu ordena hacer
veinte hermosas remeras, y les da a las mujeres redes para que se las pongan
como si fueran velas. Pero una de las mujeres pierde un amuleto: un pez de
turquesa, tan querido para ella que ni siquiera acepta un sustituto del tesoro
real, y hasta que no se lo devuelvan ni ella ni las demás chicas seguirán
adelante. El rey lamenta esto, y el sacerdote jefe separa las aguas para
recuperar el amuleto. Una vez recuperado, vuelve a dejar las aguas como
estaban.
La cuarta historia, contada por Hardedef, trata
de un milagro en el reinado de Jufu. Un pueblerino llamado Dyedi al parecer
tiene el poder de unir una cabeza al cuerpo de un animal decapitado, doma a un
león salvaje, y sabe el número de habitaciones secretas en el santuario de Tot.
Jufu, intrigado, manda a su hijo traer a este sabio, y a la llegada de Dyedi a
la corte ordena un ganso, un ave acuática y un buey decapitados. Dyedi une
todas las cabezas con sus respectivos cuerpos. Jufu luego le pregunta cómo sabe
lo del santuario de Tot, y Dyedi responde que no conoce el número de
habitaciones, sino que sabe dónde están. Cuando Jufu le pregunta dónde están y
cómo lo sabe, Dyedi responde que quien puede darle acceso a Jufu no es él, sino
el primero de los tres futuros reyes en el vientre de la mujer llamada
Redydedet. Esta es una profecía que detalla los inicios de la Quinta dinastía,
que comienza con Userkaf.
La última historia –incompleta– rompe el
formato anterior y se centra en los partos de los tres hijos de Redydedet.
Hasta que llegue el día del nacimiento de los niños, Ra ordena a los dioses Isis,
Neftis, Mesjenet, Heket y Jnum ayudarla. Se disfrazan de músicos y rápidamente
van a la casa de Redydedet a ayudarla con su difícil parto. Los tres niños
nacen, cada uno es descrito como fuerte y sano, con brazos y piernas cubiertas
de oro –la carne de los dioses– y tocados de lapislázuli. Mesjenet profetizó
que gobernarían por turno, y los dioses se fueron, no sin antes dejar un saco
de trigo en el que escondieron tres coronas. Redydedet estaba feliz con estas
noticias y, después de asearse, comparte su alegría a su marido, y le ordena a
su sirvienta traer los materiales para hacer cerveza con el contenido del saco
dejado por los dioses.
La sirvienta escucha la música de los festejos
cuando entra a la bodega, encuentra y trae el saco que contenía las tres
coronas. Después tiene una discusión con su patrona y recibe una paliza, huye y
jura contarle al rey Jufu lo que ha sucedido, pero en el camino se encuentra
con su hermano y le cuenta la historia. Disgustado, él le pega y la manda
corriendo hacia la ribera donde un cocodrilo la atrapa. Luego, el hermano va a
ver a Redydedet, quien llora por haber perdido a la muchacha. El hermano
comienza a confesarle lo sucedido.
Pero en esta parte el papiro está roto y el
resto de la historia se ha perdido.
El presente trabajo es un aporte al análisis de
los vínculos existentes entre el mito y la literatura en el antiguo Egipto.
Tomamos como fuente de estudio los dos últimos cuentos del papiro Westcar, en
ellos no vemos meramente hechos de ficción que estén desvinculados con la
realidad, sino que consideramos que el contexto histórico de producción debe
ser tenido en cuenta para su estudio sin que ello implique que todo lo que se
narra en la obra literaria posea un correlato histórico. La trama argumental de
los dos últimos cuentos del papiro Westcar nos lleva de esta manera a
considerar los orígenes de la dinastía V recordada durante el Reino Medio,
tiempo primario de producción de los relatos. Analizamos cómo en ellos se
relata el origen mítico de la dinastía V en tanto que las acciones de los
personajes y los símbolos que en ellos se narra se asocian directamente con los
mitos, quedando en evidencia como un relato literario permite incorporar en sus
narraciones percepciones e ideas que queda excluido en otro tipo de texto
siendo que de todos modos el pensamiento mítico permea a la sociedad antigua
egipcia.
EL PAPIRO
WESTCAR (BERLÍN 3033)[1]
En el presente trabajo analizaremos los dos
últimos relatos del papiro Westcar, el cuarto cuento[2] y su anexo[3], que narran la historia
del origen de una familia divina: el nacimiento de tres niños hijos del dios
Ra, cuyos nombres son identificados con los de los primeros faraones de la
dinastía V[4]. La historia que se relata
ha llevado a algunos investigadores a considerarla como una narración verídica
de un acontecimiento real y reconstruir sobre ellos las bases históricas del
traspaso del poder faraónico entre las dinastía IV y V, estando en concordancia
con aquellos autores que encuentran un paralelismo directo entre acontecimiento
histórico y fuente literaria[5]. Sin embargo creemos que
los cuentos del papiro Westcar (y lo mismo puede ponerse en consideración para
otros relatos) hacen referencia a situaciones, nombres y lugares que son
verificables con fuentes externas no implica que lo que ellos narran sea específicamente
una historia «real». Lo que describen es producto de la imaginación, son los
cuentos textos de ficción que expresan experiencias, ideas y sentimientos de la
sociedad del antiguo Egipto que los organiza, reproduce y narra en forma
literaria. Lo que sí es histórico en ellos es el contexto histórico singular en
el cual se enmarcan y se desarrollan dichas ideas.
Por lo tanto no puede discutirse la
historicidad de los personajes que participan en el relato. ¿Cómo dudar de la
existencia del faraón Keops o del Templo de Heliópolis? O ¿cómo negar que
reinaron tres faraones en la dinastía V que se llamaron Userkaf, Sauhra y
Neferikara Kakai? No se pude negar la existencia real e histórica de los
personajes, sin embargo no hay más verdad en los hechos que se cuentan que cómo
ellos se recordaron. En este caso no sería significativo entonces si los tres
primeros faraones de la dinastía V fueron verdaderamente hermanos, sino que la
literatura los recuerda como hermanos, pues es así como la sociedad egipcia de
la dinastía XII pudo haber pensado su propio pasado. La importancia substancial
de esta fuente literaria radica en que nos acerca a la historia del pensamiento
de la sociedad egipcia antigua y cómo ellos recordaron su pasado en un texto
literario. ¿Por qué hablamos de recuerdo en estos textos literarios? Para
responder a este interrogante debemos referimos a los tiempos que se cruzan y
se ponen en combinación en los dos últimos cuentos del papiro Westcar[6].
En primer lugar referimos al tiempo de ficción
que es el que guía la trama del cuento. Djedi es un gran mago que llega a la
corte del rey Keops presentado por uno de sus hijos. El hombre sabio realiza
una predicción: nacerán tres niños que serán reyes en Egipto. Ese futuro
anunciado se hace presente en el cuento anexo al cuarto al relatarse el
nacimiento de los niños. Es decir que la palabra sabia y sagrada se materializa,
se hace realidad en la ficción.
En segundo término encontramos el tiempo
histórico de escritura. Las dinastías IV y V son pasado histórico de la
dinastía XII, es decir que lo que es futuro ficcional para el cuarto cuento, es
pasado en el contexto de creación de la obra literaria. La dinastía XII conoce
los acontecimientos del pasado y al narrarlos los trae al presente, los
recuerda. Dentro del mundo pensado en el antiguo Egipto el recuerdo del pasado
entra en juego a través de la literatura, lo que le permite desprenderse de las
«reglas» de pensamiento escrito dadas por la religión y la administración[7]. En los cuentos la
profecía ficcional de Djedi es el pasado histórico recordado por el autor[8], es decir que la memoria
se construye literariamente a futuro. La dinastía XII[9] recuerda en un marco
literario a las dinastías IV y V. Y el recuerdo no es indiferente a su
presente, es selección para / con un fin, se están valorizando ciertos
acontecimientos en detrimento de otros, que quedan subsumidos al olvido.
Lo que recuerdan los dos últimos cuentos del
papiro Westcar es el origen de la dinastía V. La narración del origen de un rey
es un relato conocido para el Egipto del Imperio Nuevo. Entre ellos pueden
mencionarse el de la reina Hatshepsut en Deir el- Bahari[10]; Amenofis III en el
Templo de Luxor[11]
y Ramsés II en el Rameseum y algunos fragmentos en Medinet Habu[12], todos los mitos
representados en una combinación entre texto e imagen. Se desprende de los
textos del Imperio Nuevo una fórmula que les es común utilizada para justificar
la posición en el poder del personaje en cuestión, es un hijo del dios. En
todos se repite la narración que expresa dicha relación parental, siendo el
dios el que engendra a la reina, relación de la que nace el niño/niña que
reinará en Egipto[13]. La importancia de los
cuentos del papiro Westcar es que son la única producción literaria que ha
llegado hasta nosotros y que transmite el origen de una familia divina y real
para el Reino Antiguo[14]. ¿Cómo recuerda la
dinastía XII el origen de la dinastía V? Su estructura narrativa, las
vinculaciones parentales y los elementos simbólicos que constituyen los relatos
son homólogos a los Mitos de Origen de la realeza. Lo que los cuentos del
papiro crean es un Mito de Origen de la dinastía V.
2. MITO Y
LITERATURA
La literatura aparece en el antiguo Egipto
conjuntamente con la asunción del gobierno de los primeros faraones de la
dinastía XII, recurriendo a ella como una forma más de justificar su poder. Los
textos elaborados durante el Reino Medio, que han sido elevados al rango de
clásicos por los propios egipcios en la antigüedad, apuntan a una dirección
política y del uso del pasado bien clara: se instituyen sobre la base del
recuerdo del Primer Periodo Intermedio, como una época caótica en la cual se
perdieron las «normas» que regían las relaciones sociales[15]. La nueva dinastía es la
que logra reorganizar y consolidar el orden, siendo ella la única garante de su
continuidad. La dinastía XII es también el contexto histórico de producción de
los cuentos del papiro Westcar, no ya como recuerdo del Primer Periodo
Intermedio, sino recuerdo de un modelo monárquico- las dinastías IV y V- y
búsqueda de continuidad con el pasado, con el propósito político de legitimarse
en el poder.
Los dos últimos cuentos del papiro Westcar son
historias imaginadas que narran el origen mítico de la dinastía V. Los recursos
estilísticos, las formas en que toman vida los personajes, presentan al lector
un mundo imaginado. Pero los cuentos «recuerdan» siguiendo los rasgos de las
historias míticas de origen de un Rey. En los cuentos del papiro Westcar se
relata el nacimiento de los niños Userkaf, Sahura y Neferirkara Kakai. Es la
historia de su origen, aquel que en el relato los designa como futuros faraones
y que la Historia comprueba como los primeros monarcas de la dinastía V. En la
sociedad egipcia el origen nos remite indefectiblemente a las ideas
constitutivas que rigen su sentido de ser, cómo se aprehende y comprende la
realidad. Solamente hay un Origen por excelencia, que es la Creación por el
Gran Dios acontecida en un tiempo inmemorable que funda el Universo ordenado,
lo creado que se contrapone a lo caótico, desconocido y no creado. Dentro de la
cosmogonía se originan todos los elementos que son constitutivos de la
naturaleza y de la sociedad de la cual el hombre forma parte. A los relatos que
recrean estos tiempos Eliade20 los ha llamado Mitos de Origen. Un mito es una
acción ocurrida en un tiempo pasado, hecho que es sagrado porque fue un acto
realizado por los dioses. Es una historia sagrada y como tal es significativa,
pues rige como modelo ejemplar de las actividades que la sociedad realiza. Es
decir que aquel acto primordial que el mito narra es la esencia de la realidad
vivida, pues ésta se constituye en su eterna repetición.
Pero si para una sociedad de discurso mítico
como la egipcia el trascurrir de los hechos no es más que un retorno sin fin a
los orígenes está vedada en ella la posibilidad de innovación, de transgredir
el modelo mítico originario. El «…hombre arcaico conoce una historia, aunque
esa historia sea primordial y se sitúe en un tiempo mítico», el tiempo de los
dioses. En cambio como hemos visto con los relatos míticos de origen de un rey,
si bien responden a una misma estructura mítica, cada una es particular en
tanto que responde a un contexto histórico particular de elaboración. Por lo
cual el pasado de la dinastía V que se recuerda míticamente en los dos últimos
cuentos del papiro Westcar, se puede historizar. Por lo tanto todo aquello que
transmite el mito es eterna repetición de los orígenes. El relato mítico queda
instituido dentro del plano cosmogónico que rige las ideas políticas, sociales
y religiosas. En cambio la literatura, que se separa de la rigidez de la
escritura, narra una historia mítica que permite incorporar la Historia al
mundo pensado del eterno retorno. El relato del mito lo que permite es su
reactualización, es decir que lo revive una y otra vez cuando es narrado,
cuando es recordado[16]. La relación que existe
entre los mitos y las narraciones de ficción es que ambos relatan historias. En
el caso de los dos últimos cuentos del papiro Westcar el mito se incorpora a la
narrativa de ficción, pudiéndose analizar como sus personajes y los hechos que
ocurren se asemejan y coinciden con los mitos de la realeza o los Mitos de
Origen de un rey. Es decir que aquello que Campagno plantea, siguiendo a
Assmann, para la Contienda de Horus y Seth, puede considerarse también para los
dos últimos cuentos del papiro Westcar, esto es que el mito -que se haya en un
plano abstracto- encuentra en este papiro una de sus realizaciones, la
literaria en este caso.
En nuestro caso específico de estudio vemos que
los dos últimos cuentos del papiro Westcar reflejan lo pensado y recordado, en
estos textos Userkaf, Sahura y Neferikara Kakai son recordados como hermanos
trillizos, hijos nacidos de la relación entre el dios Ra y Reddjedet27, la
esposa de un sacerdote de Ra en el templo de Heliópolis. El contexto histórico
que se está rememorando y que intercede en pensar a estos reyes bajo las
relaciones parentales de hijos de Ra. Que se primen en este tipo de relaciones
familiares lo que nos está demostrando es la importancia religiosa del culto al
dios Sol que subyace en el Reino Antiguo y especialmente en la dinastía V, pues
fue ésta relación la que se mantuvo en la memoria cultural28 de la sociedad
egipcia antigua.
3. UNA
FAMILIA DIVINA Y REAL
Faraones Hijos de Ra Los trillizos son hijos de
Ra y como hijos de Ra podrán ser futuros reyes en Egipto. A partir del Reino
Antiguo se configura la idea que ser hijos del dios Sol es la condición
inherente para gobernar sobre las Dos Tierras, por ende excluyente para quien
no lo sea. El único hijo que Ra tiene en la tierra es el faraón, lo que le da a
éste un conocimiento del mundo divino que es vedado al resto de los hombres,
pues su cuerpo mismo es en esencia divino. Es decir que el rey es quien posee
la facultad máxima para relacionarse con el mundo de los dioses y reactualiza
su existencia a través del culto. La literatura recuerda bien esta relación
mítica entre Padre e Hijo. En el papiro Westcar en el cuento anexo Reddjedet
está por dar a luz y su parto presenta dificultades por lo que el dios Ra
ordena a los dioses que vayan a ayudar y les recuerda que los niños que están
por nacer serán quiénes cuiden de ellos, les dediquen libaciones, construyan
sus templos. Esta relación sagrada no es un pasaje más que da cuenta de la
capacidad narrativa -bellas letras- de los escribas del antiguo Egipto, sino
que expresan y recuerdan el pasado. La titulatura real sería el máximo ejemplo
de esta idea y cómo la memoria funciona en la construcción de una historia
mítica, en un contexto determinado.
Durante las dinastías tinitas y el Reino
Antiguo se conforma el protocolo real del nombre del rey en cinco títulos, el
último en ser incorporado es el de sA ra. La primera utilización data del
reinado de Djedefra encontrado en un trono de piedra cerca de la tumba de este
rey en Abu Roash y en el cual pude leerse con claridad «sA», al lado estaría
grabado parte del jeroglífico del sol que completaría la expresión ra, lo que
implicaría la fuente más antigua que se posee del uso del protocolo[17]. Es a partir del reinado
de Userkaf que el uso del título se canoniza y se recurre a él sucesivamente
sin interrupción por los monarcas hasta los últimos tiempos del Egipto
faraónico. El empleo del título sA ra inauguró una nueva época en la historia
de Egipto, es lo que Assmann llama el paso de la «teocracia identitaria» en la
cual el rey encarna un dios, a la «teocracia representativa», en la cual el rey
es el hijo del dios[18]. Para el autor este
traspaso quedó conservado en la memoria cultural de los egipcios en el papiro Westcar.
Es decir que aquello que se elabora y recuerda en los dos últimos cuentos del
papiro responde a la práctica misma que se estaba dando dentro de la monarquía
a inicios de la dinastía V; es el proceso de del reconocimiento del Rey como
hijo de Ra. Este título demuestra la relación existente entre el Estado egipcio
con el culto al dios Sol y que el mito literario recuerda. El título real puede
interpretarse como un punto de inflexión que refleja la culminación del proceso
político-religioso que da cuenta de la íntima relación que el faraón poseía con
el dios Ra como su padre. A partir de la dinastía V el rey siempre debe llevar
en su nombre el reconocimiento «público» de que es hijo del dios Sol para poder
gobernar[19].
La arquitectura cultual explicita también la
relación que el Reino Medio tuvo con el pasado, particularmente con el de la
dinastía V en adelante. Para imitar una tumba, los reyes de la dinastía XII
remiten al pasado, a la dinastía V, y sus formas de representación de las
relaciones arquitectónicas con el mundo de los dioses, en la misma dirección se
dirige el recuerdo en los dos últimos cuentos del papiro Westcar. Más allá de
cómo iban definiéndose los significados rituales del Complejo de Templos,
tumbas secundarias, calzada y funcionarios dependientes era alrededor de ellos
que funcionaban y se organizaban los esfuerzos humanos, políticos y económicos
que caracterizó la organización del Estado del Reino Antiguo. Las dinastías IV
y V establecen una relación muy particular con el culto a Ra que se ve
reflejado en la decisión de cada rey en construir su tumba real, y es parte de
un desarrollo ideológico religioso que la realeza egipcia se solariza por
completo. Es el modelo político de la teocracia representativa desarrollado por
Assmann. Si la dinastía IV buscó la perfección en la construcción de pirámides
que equiparaban al rey con el Sol; la dinastía V incorporó en este proceso una
forma arquitectónica cultual nueva: los Templos Solares, lugares de culto
exclusivos para el dios Sol.
Para Quirke esta novedad llevó a pensar a
algunos historiadores que los faraones de la V dinastía estuvieron más
centrados en el Sol que los de la dinastía IV, pero desde la inclusión del
nombre del cartucho para contener el nombre del rey como hijo de Ra, pasando
por la Esfinge y llegando hasta las monumentales pirámides no hay para el autor
reyes más solares que los de la dinastía IV. Extendiendo lo que plantea Moreno
García para las pirámides la elaboración de múltiples imágenes respondería, más
bien, a un largo proceso de tanteos, en el cual algunas imágenes y monumentos
permanecieron y otras se descartaron. En este sentido se comprende porque
solamente durante la dinastía V se construyen Templos Solares. Los Templos Solares
eran templos para veneración de Ra y únicamente fueron construidos por faraones
de la dinastía V, es en ella «cuando el culto del rey como hijo del dios y el
culto a Ra se habían elevado a tal preeminencia que fue posible volver a
adoptar la apariencia externa del conjunto piramidal, puede comprenderse la
fusión de los ritos de veneración del rey difunto con los del dios solar».
Que estaban dedicados al dios Sol puede
deducirse de los nombres de estos Templos[20] y de la propia
organización del espacio. A diferencia de los Complejos de Pirámides
predominaba en ellos grandes patios y una estructura rectangular que terminaba
en forma de pirámide y venía a representar la colina primigenia o «benben». El
obelisco era el centro simbólico de los Templos Solares y el lugar donde se
realizaban los sacrificios en nombre de y para el dios Ra. Al mismo tiempo los
espacios abiertos buscaban el acercamiento al Sol en altura dejando que sus
rayos puedan iluminar todo espacio. La importancia de las relaciones entre la
dinastía V y el culto a Ra también se pone de manifiesto en la Piedra de
Palermo, la gran cantidad de construcciones de templos al dios Sol y las
ofrendas ofrecidas a sus fundaciones piadosas destacan durante los reinados de
los monarcas de la dinastía V. Por ejemplo pueden leerse numerosas
construcciones realizadas por Neferikare Kakai para «Ra, (en la capilla de)
Hathor; hacer para él… la Casa de los treinta…[…] para Ra en el templo Solar
(llamado) «El Lugar Favorito de Ra…».
El Templo de Heliópolis fue el centro político
desde donde se difundió el culto a Ra y se delineó el programa político a
seguir logrando imponer en el poder a la dinastía V. Las dificultades para esta
interpretación son múltiples pero lo que no podemos negar es que sin duda
Heliópolis tuvo un papel predominante en la política del Reino Antiguo y que
los reyes de la dinastía XII recordaron esta vinculación.
Como decíamos para Amenenhat y sus sucesores la
dinastía V era un modelo a imitar y por ello estaba bien presente en su memoria
cultural. La antigua ciudad de Heliópolis giraba alrededor del Templo de Ra
pues era éste el dios de la ciudad y al que se le dedicaban todos los honores.
Parece que Heliópolis durante las primeras dinastías y especialmente durante el
Reino Antiguo cumplió su función como centro religioso; interpretado su poder
por algunos historiadores como un paralelismo del papel cumplido por Tebas en
la época del Imperio. Por ejemplo Drioton y Vandier en una de las posibles
interpretaciones del papiro Westcar destacan que el cambio de la dinastía fue
obra de los sacerdotes de Heliópolis, cuya influencia habría aumentado
probablemente durante la dinastía IV. Según el presagio del mago Djedi el más
grande de los niños que está por nacer se desempeñará como «Grande de los
Videntes», éste era el título del Sumo Sacerdote del Templo de Heliópolis el
cargo más alto al que un hombre podía aspirar. El significado que se han
interpretado para el título «Grande de los Videntes»: wr m3w, aún sigue en
discusión. Según los significados más antiguos que pueden rastrearse para el
título, se relaciona con la capacidad de visión que tenían los hombres
responsables de la observación de los astros celestes, y ha sido traducido,
también, como «Aquel que ve al Grande» resultado de la deformación de un título
primitivo.
Sobre la utilización del título ha de
destacarse el cambio radical de su uso dentro de la corte real en el Reino
Antiguo hasta desvincularse de ésta y ser parte del Templo Solar a partir de
finales de la dinastía VI. Este proceso se profundiza durante el Primer Periodo
Intermedio y quizá tuvo una vuelta atrás a partir de la dinastía XII. Durante
el Reino Medio se da la relación simbólica más importante con la «unión del
alto título sacerdotal solar, el nombre de coronación del rey y el nombre del gran
Templo de la Ciudad del Sol». Dodson y Hilton por el contrario postulan que es
recién con la dinastía XVIII que los miembros de la familia real comienzan a
desempeñar cargos dentro de los Grandes Templos. Lo que consideramos es que el
cargo de Sumo Sacerdote del Templo de Heliópolis expresado en el título «Grande
de los Videntes» sigue el desarrollo de los cargos y el proceso de
burocratización del Estado egipcio.
En el Reino Antiguo eran los miembros
vinculados a la familia real, especialmente los «Hijos del Rey», quienes
ocuparon los cargos más importantes dentro del Estado, muchos de ellos llegaron
hasta visir. Durante este periodo el título «Grande de los Videntes»
caracterizaba a un funcionario de la corte real, con responsabilidades en los
ritos solares y todavía para la dinastía IV el «Grande de los Videntes» recae
sobre el visir. Es durante la dinastía VI que el sistema burocrático egipcio
está completamente instaurado[21], a los cargos no se
accedía ya por ser simplemente hombres considerados dentro de la esfera de
confianza del rey, sino que empieza a ponerse de relevancia la idoneidad del
conocimiento con la función a realizar, y prima la dedicación a tiempo
completo.
En los cuentos del papiro Westcar el recuerdo
sigue el propio desarrollo del proceso histórico. En el Reino Antiguo el faraón
es un miembro de la familia real, pero queda en el cuento explicita la visión
propia desarrollada luego la dinastía V, es que quienes ocupan los cargos de
Estado- en este caso el de sacerdote- son seleccionados entre los miembros del
Templo de Heliópolis. Lo que sucede es que el Reino Antiguo es tiempo de
definición y redefinición de la ideología, las imágenes y el lenguaje religioso
del antiguo Egipto, es la época en que se ha desarrollado el estilo y el
repertorio del lenguaje egipcio de las formas. Y es a partir de aquí que se
comprende también la historia del recuerdo en Egipto. Las épocas que les siguen
a las dinastías IV y V vuelven siempre a ellas para ver qué fue lo que
pensaron, construyeron, cómo se organizaron y plasmaron simbólicamente sus
ideas, recurren al pasado canonizándolo[22]. La dinastía XII se hace
eco del pasado y se legitima en él, el título de «Hijo de Ra», recordándose
cuál es la relación política y familiar que ese título implica en sí mismo. Es
aquello creado por la dinastía V y que es retomado una y otra vez por los
monarcas egipcios. En los cuentos del Westcar se recuerda míticamente las
vinculaciones familiares y religiosas que se crearon en el Reino Antiguo.
Nacimiento cósmico y divino. Cada nuevo
gobernante planteaba un desafío no sólo político sino también cósmico. Y este
desafío se recuerda y revive en los dos últimos cuentos del papiro Westcar.
Durante el lapso entre la muerte de un rey y el
ascenso de uno nuevo el mundo cósmico y ordenado atravesaba un periodo de caos.
Su superación sólo se lograba en el momento que un nuevo gobernante asumía al
trono. Su asunción representaba al mismo tiempo su propio nacimiento, dejaba de
lado su relación filial con su padre terrenal (extensión de la monarquía) y
rescataba su origen divino como hijo de un dios. El rey era un hombre dios
porque su padre era un dios. Su asunción de las funciones de gobierno
representaba su nacimiento cósmico. Como el dios Sol lo hacía anual y
diariamente el nuevo rey lograba la superación del caos que había implicado la
muerte del antiguo faraón para erigirse como ordenador de las fuerzas cósmicas.
En sí lo que se hacía era repetir el mito de la creación primaria de la realeza
y del orden impuesto en la naturaleza. Era una renovación cósmica. El mito
recordaba como había sido esa historia pasada del origen. Es por ello que cada
un nuevo rey en el antiguo Egipto recreaba para sí mismo su origen divino que
lo legitimaba de hecho ante los hombres y frente al poder político, al mismo
tiempo que era la garantía de que ese gobierno era justo y podía certificar a
la comunidad entera su eterna reproducción. El origen de los faraones de la
dinastía V quedó expresado en los dos últimos cuentos del papiro Westcar, decir
que es una construcción de un origen es porque conocemos el resultado final de
aquello que se relata. En la ficción sólo funciona como un pronunciamiento a
futuro. Y ese anuncio no se desvincula del orden mítico que plantea el problema
de los orígenes. Sólo y únicamente el rey podía garantizar el orden cósmico y
terrenal, pues su esencia divina era lo que le permitía la comunicación con el
mundo divino de los dioses. Pero la fuerza del poder del rey se debilitaba con
el transcurrir del tiempo, por lo cual exigía su continua renovación[23].
El papiro Westcar expresa las ideas míticas,
por ende repetitivas del origen y asunción de un rey, pero rompe su círculo de
reproducción eterna y histórica con la introducción de elementos de la Historia
real, esto sólo lo permite la ficción. Pues es en su marco liberador y creador
que pueden crearse narraciones que se aparten de las reglas fijadas del dogma y
la administración y de ese modo crear una historia que incorpora elementos que
son posibles de ser historizados. La realidad histórica habla de la necesidad
política de justificarse en el poder de la dinastía XII, de la búsqueda en el
pasado del orden político que ella debe representar. El recuerdo del origen de
la dinastía V es mítico porque lo hace dentro de los parámetros del mito, pero
ese recuerdo trae a colación ciertos hechos o vínculos en negación u olvido de
otros que permiten identificar como fue conformándose la Historia.
Analizábamos en el apartado anterior que el
culto al dios solar Ra en las dinastías IV y V se constituía en el centro de la
teología y como los cuentos expresaban que los faraones eran «Hijos de Ra», que
coincide con los inicios del uso histórico de esta expresión dentro de la
titulatura real para la dinastía V. Los niños del papiro Westcar no sólo son
hijos del dios sino que nacen el mismo día que él, y viven la misma experiencia
mítica de vencer a las fuerzas del caos para poder nacer, que es en este caso,
para ser reyes. La simbología del dios Sol que nace y renace se entremezcla y
no se disocia del nacimiento de los niños el día 15 del primer mes del invierno,
es decir el 21 de diciembre, día que corresponde al solsticio de invierno en el
Hemisferio Norte. Es el momento del año en que el dios Sol renace, es decir que
en semejanza al mito los niños nacen el mismo día que su padre lo hace
anualmente[24].
Al igual que su padre el nacimiento de los
trillizos se hará logrando vencer las fuerzas del caos que quieren impedir el movimiento
cíclico del dios Sol. En el texto puede leerse cuando es el momento del
nacimiento: «…Su majestad dijo: es cuando los bancos de arena del Canal de los
Dos Peces quedan descubiertos…». Para Assmann esta expresión es una metáfora
típica de la escasez, utilizada por los patrones del Primer Periodo Intermedio
para justificar su poder protector a la población, que es retomada por la
dinastía XII como salvadora del caos.
En su dimensión cósmica se hace referencia a
los «bancos de arena de Apofis[25]». La expresión refiere al
viaje de la barca Solar que debe enfrentarse con su mayor enemigo, la serpiente
Apofis, que quiere impedir la satisfactoria navegación. En el Libro del Amduat
la serpiente se toma las aguas del océano estelar hasta que aparecen bancos de
arena que no permiten a la barca continuar su paso. El enemigo es vencido una y
cada noche por el dios Sol pero no es nunca destruido de una vez y para
siempre, su renovación también es continua.
En el Libro del Amduat[26] - en la séptima hora-
también los bancos de arena se encuentran relacionados con el dios cocodrilo
Sokar, ya que su epíteto «el que está sobre su arena» lo conecta con la
expresión que se menciona en el papiro Westcar. En la necrópolis tebana una de
las tantas tumbas[27] en que se encuentra Sokar
representado en la séptima hora es la KV 9 de Ramsés IV. En la tumba en el
margen inferior derecho del tercer registro está representado el cocodrilo
sobre los bancos de arena, y pude leerse un pasaje en el cual se menciona el
banco de arena como el lugar donde el cocodrilo aguarda para salir a tragar a
quienes quieran pasar por ese lugar[28].
El cocodrilo traga las imágenes de los muertos
desde su banco de arena; o las aguas son bebidas por Apofis hasta que la arena
impide que la barca navegue; o quedan al descubierto las arenas que
imposibilitan el acceso al Templo donde nacerán los niños. Son todos retratos
que representan la perturbación del orden que debe ser seguido, en el caso de
los cuentos del papiro Westcar el nacimiento de los hijos de Ra. La Magia es la
herramienta utilizada para derrotar al enemigo, en el cuarto cuento: «…Djedi
dijo, entonces yo haré que haya cuatro codos (de longitud) de agua sobre los
bancos de arena del Canal de los Dos Peces…».
La Magia acompaña al dios Ra desde el momento
en que la palabra creadora ha sido anunciada y es utilizada como instrumento
divino que golpea y derrota al enemigo. En el Mito del renacimiento del dios
Sol y en el cuento mítico del nacimiento de los hijos de Ra, la palabra mágica
permite y garantiza el fracaso de las fuerzas del caos y el renacimiento del
dios o de los reyes.
Madre, ni divina ni real
Reddjedet en los cuentos del papiro Westcar tiene
una función fundamental en el relato, es quien da a luz a los hijos del dios
Sol, la mujer elegida por Ra para ser la madre de sus hijos. Durante largo
tiempo los estudios de la familia real egipcia estuvieron eclipsados por las
teorías que planteaban la existencia del Matriarcado, que significa que el
legítimo derecho de acceso al trono se trasmitía por línea femenina. Pero
finalmente quedó demostrado que es la transmisión paterna la que cuenta, en un
sentido muy claro en los cuentos, lo que vale es ser hijo del Dios, no hijo de
Reddjedet, mujer que no tiene sangre ni divina ni real.
Pero ¿quién es Reddjedet? ¿Por qué fue elegida
por Ra como madre de sus hijos? En el relato no se hace referencia de cuál es
su procedencia, solamente se menciona que es la mujer de un sacerdote de Ra en
el Templo de Heliópolis. El rol de Rauser en el cuento es muy limitado, puede
verse que no tiene una participación central ya que sus decisiones no generan
conflictos en la narrativa. Las diosas que ayudan en el parto cuando llegan a
la casa encuentran a Rauser desorientado y desprolijo, caracterización del
personaje respondería a la exaltación y entusiasmo que está atravesando el
sacerdote en los momentos previos al nacimiento de los niños. Las diosas salen
de la habitación luego de haber ayudado a Reddjedet en el parto y le dicen a
Rauser que le han nacido tres niños, indicando como si los trillizos fueran
hijos suyos y no del dios Ra.
Veíamos que la historia de una mujer engendrada
por un dios se encontraba dentro del imaginario mítico del antiguo Egipto,
especialmente las creadas en la época del Imperio en las que se encuentra la
conocida y ya mencionada historia de Hatshepsut en su Templo en Deir el Bahari.
En estos relatos se observa que la mujer elegida por el dios es una reina. Pero
en este punto hay una diferencia esencial con los cuentos del papiro Westcar- y
el relato bíblico- y es que Reddjedet no pertenece a la realeza y mucho menos
es una reina. Por lo que si podemos afirmar es que la elección como madre de
los niños no es a causa de su propia posición dentro de la realeza egipcia, dar
una opinión sobre cuáles podrían ser las razones quedaría en el plano de lo
especulativo. La posición ocupada por la Reddjedet nos trae nuevamente a
cruzarnos con la realidad histórica, en especial la construcción de la
cronología de transición entre las dinastías IV y V- que se entrelaza con el
mito, en tanto que cumple una función semejante como madre en relación con el
personaje mítico de Isis, madre protectora por excelencia en la cosmogonía
egipcia. Altenmüller ha intentado relacionar a Reddjedet con Khentkaus I, reina
de la dinastía V, idea que también es comentada por otros historiadores, aunque
sin establecer si su nombre respondería o no a un pseudónimo.
La reina Khentkaus I posee una tumba de grandes
dimensiones en Giza (LG100) con características que difieren de lo convencional
para la época y no se encuentra adosada a ninguna gran pirámide. En el interior
de su templo mortuorio hay un conjunto de títulos que han llevado a una gran
discusión entre los egiptólogos.
La segunda alternativa sugiere que Khentkaus I
pudo gobernar junto a Userkaf durante la minoría de edad de sus hijos. Por lo
que la reina sería la misma Reddjedet que en los cuentos del papiro Westcar
lleva un seudónimo. Por lo que esta propuesta está sugiriendo un origen real de
la madre de los trillizos, de los faraones de la dinastía V80. Si bien fuentes
externas al cuento nos permiten rastrear para Reddjedet un origen real, su
función/acción dentro del relato nada nos dice al respecto. Lo que sí podemos
analizar es como su rol de madre se asemeja a la función mítica de diosa-madre
como lo es Isis. En el Mito de la creación de la realeza y la sucesión de Horus
como rey Isis se destaca como protectora de su hijo Horus. Sabemos que no
existe un relato único para este Mito, pero igualmente las fuentes permiten su
reconstrucción. En el «Gran Himno a Osiris»[29] de la época del Imperio
se relata que es Isis quien concibe de Osiris, por medio de la magia, a Horus.
Este niño será el heredero del trono. Seth quien había asesinado violentamente
a su hermano quería impedir la llegada de su sobrino al trono, por lo cual Isis
resguarda la identidad de su hijo, lo cuida y lo protege de los peligros que
pueden atacarlo, hasta que Horus llegara a una edad considerable en que puede
hacerle frente a su tío Seth. Esta función de protección aparece en el relato
del papiro Westcar en la figura de Reddjedet. Las diosas disfrazadas de
bailarinas, que habían ido a brindarle su ayuda a la mujer en el parto,
fabrican tres coronas que son escondidas en una bolsa de cebada, que se le pide
a Rauser guarde en su casa. Cuando la sirvienta de la casa descubre estas
coronas la principal preocupación de la madre es mantener el secreto para con
los hijos, resguardando las diademas que son símbolo de la realeza divina a la
que pertenecen. Ambas mujeres buscan proteger a sus hijos, hasta que ellos se
hagan fuertes y puedan asumir como reyes de Egipto.
4. A MODO
DE CONCLUSIÓN
Los cuentos del papiro Westcar son narraciones
de un recuerdo: el origen mítico de la dinastía V; y como toda obra literaria
lo que narran es ficción, pero en ellos puede analizarse los personajes y las
ideas dentro de un contexto histórico particular, no infiriéndose por ello que
sea una realidad histórica lo que ellos cuentan. La dinastía XII recuerda cómo
fue el pasado, cómo nacieron los niños que reinaron en Egipto. Ese recuerdo se
entrelaza con el mito, pues de por si el relato del origen es parte de las
narraciones creadas por la monarquía para justificarse en el poder. Los cuentos
del papiro Westcar son el recuerdo del nacimiento mítico de los tres primeros
faraones de la dinastía V. Y decimos mito porque no sólo se plantean
reconstruir un origen sino que también a lo largo de todo el relato se hacen
presentes vinculaciones con los mitos que rigen la cosmogonía egipcia.
El recuerdo apuesta a la reconstrucción de los
lazos de parentesco que unieron al dios Ra con Userkaf, Sahura y Neferikara
Kakai, si bien lo que se destaca en la relación filial —es decir que se los
recuerda parientes— ésta forma de recordarlos no se separa en absoluto de la
historia mítica que de ellos se crea. Los cuentos del papiro Westcar parecen
ser la primera obra de origen de un rey que nos ha llegado del antiguo Egipto,
y como toda historia de origen recrea el mundo mítico. En tanto historias de
origen de un rey presentan diferencias importantes con las conocidas en la
época del Imperio, desde el soporte en papiro hasta que la madre de los
trillizos no posee un origen real ni divino, aunque algunos historiadores la
han vinculado con la reina Khentkaus I. Si los niños son hijos de Ra es porque
ésta es una relación familiar necesaria para poder acceder al trono de Egipto,
aquello que el relato de ficción pronostica y que la realidad histórica
rectifica. Cada nuevo rey debe demostrar cuáles son sus lazos con las
divinidades, pues el faraón es uno de ellos.
Cada nuevo rey no sólo debe legitimarse en el
poder, sino que para llegar a él debe sortear los impedimentos que las fuerzas
del caos le ponen a su paso. Los dos últimos cuentos del papiro Westcar relatan
la historia de tres reyes divinos que como dioses desde su nacimiento
atravesaron esas dificultades al nacer, nacimiento que les garantiza el acceso
al trono por ser hijos del dios Sol. Al igual que su padre los niños combaten
contra las fuerzas caóticas representadas en la figura de Apofis, que impide la
navegación de las aguas estelares- en el cuento el Nilo- al beberlas quedando
sólo bancos de arena. En este sentido mítico los niños nacen el mismo día que
su padre, el 21 de diciembre cuando el Sol alcanza el punto más alto en el
cielo. El mito por su propia estructura cíclica impide la innovación, pero es
la literatura la que nos posibilita analizar la estructura de pensamiento y la
configuración de las ideas políticas y religiosas. Así los niños del papiro
Westcar son «Hijos de Ra» y no de otro dios, porque el recuerdo es «fiel» a la
Historia en este sentido, la dinastía V es aquella que política y
religiosamente comienza a utilizar con regularidad esta expresión como parte de
la titulatura real. Y que históricamente también puede verse en el desarrollo de
las construcciones monumentales de las tumbas en forma de pirámide, hasta la
construcción —única por cierto durante la dinastía V— de los Templos Solares.
En síntesis los dos últimos cuentos del papiro
Westcar son narraciones de ficción, que relatan el recuerdo mítico del origen
de la dinastía V, y en ellos se vislumbra el pensamiento y el sentimiento de la
sociedad egipcia del Reino Antiguo y Reino Medio. En los cuentos del papiro
Westcar se comprende la Historia que quedó plasmada en la memoria cultural de
los egipcios, y que el cuento nos trasmite como recuerdo.
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[1] Erman fue quien realizó las primeras trascripciones,
traducciones y análisis sobre el manuscrito («Ein neuer Papyrus des Berliner
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Eine Vorarbeit zur Grammatik der Älteren Aegyptischen Sprache. Dieterich’sche
Verlagsbuchandlung, Gotinga, 1889; Die Märchen des Papyrus Westcar.
Mittheilungen aus den Orientalischen Sammlungen der Königlichen Museen. W.
Spemann, Berlín, 1890). Por el deterioro del papiro sólo pueden leerse cinco
cuentos, el principio del primero y el final del último se han perdido, lo que
ha llevado a suponer el manuscrito tuvo en algún momento más cuentos. Por
ejemplo Brunner Traut, E. Cuentos del Antiguo Egipto. EDAF, Madrid, 2000, p.
304, considera que pudieron ser nueve si nueve se cree que fueron los hijos del
rey Keops.
[2] Para el cuarto cuento se ha propuesto diferentes títulos.
Lefebvre, G. (Romans et contes égyptiennes de l´époque pharaonique,
Adrien-Maisonneuve, París, 1892. Traducción de Serrano Delgado, J. M. Mitos y
cuentos egipcios de la época faraónica. Akal, Madrid, 2003, p.100) lo ha
titulado: «Cuarto cuento: Un prodigio bajo el reinado de Keops. El Mago Djedi»,
título muy similar escogido por López, J. (Cuentos y Fábulas del Antiguo
Egipto. Trotta, Barcelona, 2005, p. 93) que lo llama «Cuarto cuento: Un
prodigio en tiempos del rey Kheops, el mago Dedi». Por su parte Simpson, W. K.
(The Literature of Ancient Egypt. An Anthology of Stories, Instrucciones, and
Poetry. Vol. 1.Yale University Press, New Haven y Londres, 1973, p.22) opta «El
cuarto cuento; Una maravilla en el tiempo del Rey Keops». Lichtheim propone «El
Mago Djedi» (Ancient Egyptian Literature. A Book of Readings. The Old and
Middle Kingdoms. Vol 1. University of California Press, California, 1973, p.
217.). Quirke, S. (Egyptian literature 1800 BC, Questions and Readings. Golden
House Publications, Londres, 2004, 83) en su trabajo de transliteración y
traducción de los cuentos marca la división entre los relatos siguiendo lo
narrado en el manuscrito, pero que no coincide con todas las separaciones de
cuento a cuento que han realizado otros investigadores, así para el cuarto
cuento subraya «Luego Hordedef, el hijo del rey, se paró para hablar y dijo».
[3]
Cada autor ha considerado al
respecto se desprende de los títulos dados a este relato. Lefebvre, G. (Op.cit.,
p. 105) «Anexo al cuarto cuento: el nacimiento de los reyes de la dinastía Vª»,
al igual que lo hace López, J. (Op.cit., p. 96) «Relato añadido al cuarto
cuento: El nacimiento de los reyes de la V dinastía». Simpson (Op.cit., pp. 15
y 26) lo considera un anexo y lo titula «El nacimiento de los reyes», al igual
que lo hace Lichtheim (Op.cit., p. 220) que lo llama «El nacimiento de los
niños reales». Y Quirke, S. (Op.cit., 2004, p.86) distingue «En unos de esos
días Reddjedet entró en trabajo». Brunner Traut, E. (Op.cit., p. 52-65) no
divide los cuentos con títulos. Un análisis sobre por qué considerar al quinto
relato un anexo al cuarto cuento ver Salem, L. «Papiro Westcar: Unidad de
sentidos, Recuerdo y legitimación del poder». En Zingarelli, A. (ed.). El
Egipto antiguo: pensamiento y sociedad en los textos literarios. En prensa.
[4] Las fuentes más relevantes que podemos citar que mencionan
en sucesión cronológica el reinado de estos tres reyes en la dinastía V son: la
Piedra de Palermo que detalla el reinado de Neferikara Kakai, una traducción
parcial en español puede encontrarse en Serrano Delgado, J.M. Textos para la
Historia antigua de Egipto. Cátedra, Madrid, 1993, pp. 71-73; Lista Real de
Abidos en el Templo de Seti I (Porter, B. y Moss, R. Topographical bibliography
of Ancient Egyptian Hieroglyphic, Text, Reliefs, and Paintings. Tomo IV.
Griffith Institute, Oxford.); y Lista Real de Saqqara gradaba en la tumba de
Tenry durante el reinado de Ramsés II (von Beckerath, J. Chronologie des
pharaonischen Ägypten. Die Zeitbestimmung der ägyptischen Geschichte von der
Vorzeit bis 332 v. Chr. Philipp von Zabern, Mainz, 1997, p. 216). Se discutirá
más adelante sobre la relación literatura acontecimiento.
[5]
Pueden distinguirse en forma
amplia dos posturas de cómo estudiar, interpretar el texto literario en el
antiguo Egipto, consideraciones que han atravesado a los estudios egiptológicos
en las últimas décadas. Excede aquí realizar un análisis detallado que englobe
cada una de las posturas. Algunas referencias al debate: Hawass, Z. y Brock,
L.P (eds.). Egyptology at the Dawn of the Twenty-First Century. Proceedings of
the Eight International Congress of Egyptologists. Vol. 3. The American
University in Cairo Press, Cairo, 2003; Loprieno, A. Ancient Egyptian literature.
History and Forms. E.J. Brill. Leiden, Nueva York, Colonia 1996; Moers, G.
(ed). Definitely: Egyptian literature. Proceedings of the symposion «Ancient
Egyptian literature: history and forms». Lingua Aegyptia Studia. Gotinga, 1999.
[6] En otros trabajos nos hemos referido a esta relación de
tiempo ficcional y tiempo histórico por medio del concepto de memoria futura,
análisis más detallados al respecto se encuentran en Salem, L. «El nacimiento
divino de la V dinastía: su construcción desde un recuerdo». XI° Jornadas Inter
escuelas/ Departamentos de Historia, Tucumán, 2007; «Papiro Westcar: Unidad de
sentidos, Recuerdo y legitimación del poder». En Zingarelli, A. (ed.). El
Egipto antiguo: pensamiento y sociedad en los textos literarios. En prensa
[7]
Loprieno, considera que la
escritura surge en el antiguo Egipto circunscripta a dos esferas: la
administrativa y la monumental, con sus formas propias y que responde a una
representación de la idea de dualidad. (Loprieno, A. «Lengua, política y religión
en el Antiguo Egipto». En Campagno, M. Gallego, J. y García Mac Gaw, C.G
(comps.) Política y religión en el mediterráneo antiguo. Egipto, Grecia y Roma.
Miño y Dávila, Buenos Aires, 2009, pp. 13 y ss.). Creemos que el «estilo» de
este tipo de escritura es más bien estereotipado y que siguen un modelo de
fórmulas más o menos constante, a diferencia de la literatura. Si bien son
numerosas las dificultades que se nos plantean al momento de realizar una
definición general de literatura, estamos pensando en una forma de expresividad
más amplia y que posibilita recurrir a recursos estilísticos, gramaticales y
temáticos (donde prima la ficcionalidad) que no se encuentran en otros cuerpos
textuales.
[8] Hablamos de autor sabiendo de la incapacidad de poder
conocer quiénes fueron los que escribieron los cuentos del papiro Westcar en
particular y la literatura clásica egipcia en general. Podemos deducir que son
parte del cuerpo de escribas pertenecientes al Estado faraónico, por el hecho
que son personas que detentan el conocimiento de la escritura, pero no sabemos
al respecto de sus vínculos políticos y el grado de autonomía que puedan haber
tenido con relación al poder central. A pesar que pueden reconocerse «autores»
para algunos textos literarios en el caso de los cuentos del papiro Westcar
falta la firma de autor que nos proporcionaría esta información, que puede
estar dado por el hecho fortuito que se ha perdido el final del manuscrito.
[9] La utilización de dinastías para la ordenación de las casas
reinantes en el antiguo Egipto es una tradición que nos viene dada desde la
época ptolemaica con Manetón (Assmann, J. Egipto a la luz de una teoría
pluralista de la cultura. Akal, Madrid, 1995, p. 13). En la actualidad seguimos
utilizando esta división por ser un recurso útil para «ordenar» procesos
históricos. Moreno García ha destacado la posibilidad de marcar continuidades
en el traspaso de un periodo a otro, particularmente analiza el traspaso de las
dinastías tinitas al Reino Antiguo y del Reino Antiguo al Primer Periodo
Intermedio (En: Moreno García, J.C. Egipto en el Imperio Antiguo (2650-2150
a.C.) Bellaterra, Barcelona, 2004, pp. 11 y ss.). Assmann, J. (Op.cit., 1995,
pp. 12 y ss.) por su parte ha puesto en consideración la existencia de una
estructura cíclica, en donde lo antiguo siempre estuvo como modelo vivo para el
presente, en la organización de épocas en el antiguo Egipto
[10]
[10] El ciclo mítico del nacimiento de la reina Hatshepsut se
encuentra en la sección norte de la segunda terraza de su templo funerario en
Deir- el Bahari, justo en frente de las conocidas escenas de la expedición al
Punt. Las imágenes completas con comentario han sido publicadas por Naville, É.
Op.cit., pp. 12-17 y pls.XLVI- LV. Los textos en jeroglífico se encuentran en
Urk. IV, 216-234, traducidos al español por Serrano Delgado, J.M. Op.cit.,
2003, pp. 219-245. Una descripción de las escenas de los ciclos míticos del
nacimiento de Hatshepsut en comparación con el de Amenofis III Gaballa, G.A.
Op.cit., pp. 53-60.
[11] Las imágenes completas han sido publicadas en LdÄ III,
74-75. Mientras que los textos en jeroglífico se encuentran en Urk. IV,
1713-1721, una traducción en inglés de los mismo en Davies, B.D. Egyptian
Historical Records of the Later Eighteenth Dynasty. Aris & Phillips, Warminster,
1992, tomados de su traducción alemana publicada por Helk, W. Urkunden der 18
dy. Übersetzung zu den Heften, 17-20, Akademie, Berlín, 1955/57, pp. 224-228.
[12] Las representaciones del ciclo del nacimiento divino de
Ramsés II están más fragmentadas por lo que se hacen más dudosas sus
interpretaciones. En el Ramesseum una de las habitaciones de un pequeño templo
dedicado a su madre puede que se encuentre decorado con escenas del mito
(Kitchen, K.A. Op.cit., p. 97). También se han encontrado fragmentos de piedras
que podrían referir al mito de su nacimiento en el templo funerario de Ramsés
III (Dodson, A. y Hilton, D. Op.cit., pp. 14-15).
[13]
La existencia entre similitudes
entre los textos del papiro Westcar con las inscripciones del Imperio Nuevo ya
han sido mencionadas por Gaballa, G.A. Op.cit. pp.53-54 y Naville, É. Op.cit.,
pp. 12-13 este último quien analiza comparativamente los que aparecen en
Deir-el Bahari y Luxor con otros más tardíos de época ptolemaica conocidos con
el nombre de mammisi. En Salem, L. «Mito y literatura egipcia. Acerca de un
mito de origen en los dos últimos cuentos del Papiro Westcar». XII° Jornadas
Inter escuelas/ Departamentos de Historia, Bariloche, 2009b, se encuentra un
detallado análisis comparativo entre los dos últimos cuentos del papiro Westcar
con los mitos del Imperio.
[14]
7 ERMAN (Op.cit.,1890, pp. 1-6)
sugirió que si bien la copia parece haber sido del periodo Hicso un análisis de
su gramática determina una producción original en algún momento del Reino
Medio, posiblemente a finales de la dinastía XIII. Quienes han estudiado
posteriormente el papiro han adherido a esta datación (Lefebvre, G. Op.cit., p.
91; Lichtheim, M. Op.cit., p. 215; López, J. Op.cit., p. 87; Quirke, S.
Op.cit., 2004, p. 77; Simpson, W.K. Op.cit., p.15).
[15] ASSMANN, J. Op.cit., 1995, pp. 30-37; Op.cit., 2005,
pp.133-143. Moreno García, J.C. Op.cit., pp. 14 pone el acento en no considerar
a estos textos como recuerdos de las luchas que se dieron en Egipto durante el
Primer Periodo Intermedio y parte de un programa de rearme ideológico de la
dinastía XII para justificar su poder.
[16] Podría pensarse que contar una historia que recuerda al
mito en la ficción cumpliría la función que tiene el ritual en la liturgia, lo
trae una y otra vez al presente, lo reactualiza y lo repite.
[17] MÜLLER, H.W. Ibíd., pp.120-133; Fuscaldo, P. Ibíd., p. 2.
Si bien ha sido considerada la fuente más antigua que da cuenta del uso del
término «hijo de Ra» dentro del título real, al ser esta una referencia
fragmentada por su mala conservación y aislada ya que no aparece nuevamente el
título en forma sistemática hasta la dinastía V, podemos permitirnos la duda
sobre un uso ya establecido del quinto nombre del rey para la dinastía IV.
[18] Si bien la representación de la relación entre los faraones
y los dioses fue modificándose a lo largo de la historia del antiguo Egipto, lo
que permanece como constante es la percepción de la posesión de una naturaleza
divina del rey, ya sea como dios ya sea como hijo. Silverman, D. P.«Divinity
and deities in Ancient Egypt». En Shafer, B.E. Religion in Ancient Egypt. Gods,
Myths, and Personal Practice .Cornell University Press, Itaca y Londres, 1991,
p. 58.
[19]
La relación entre la monarquía y
el culto al dios Sol es un complejo proceso que excede el análisis de nuestro
trabajo, proceso de solarización en el cual están involucrados una
multiplicidad de símbolos que dan cuenta de este vínculo. Uno de ellos a tener
en cuenta son las pirámides, sabemos que con Socer ya estaba presente el culto al
Sol pero la organización del Complejo funerario solamente formaba parte del
conjunto (Gideon, S. Op.cit., p. 286). En todo caso lo que nos interesa
resaltar con este ejemplo es que los modelos de pirámide del Reino Antiguo
luego serán retomados por los reyes de la dinastía XII, no serán las
monumentales construcciones de la dinastía IV, sino de aquellas construcciones
más pequeñas como Unas (último faraón de la dinastía V) y Pepi II, mediados de
la dinastía VI (Assmann, J. Op.cit., 2005, p. 83).
[20]
En QUIRKE, S. Op.cit., 2003, p.
159 pueden leerse los siguientes nombres dados por aquellos faraones de la
dinastía V que construyeron templos solares: Userkaf: «Lugar de nacimiento de
Ra»; Sahura: «Campo de Ra»; Neferikara Kakai: «Lugar del corazón de Ra». En la
Piedra de Palermo traducción de Serrano Delgado, J.M. Op.cit., 2003, p. 72,
puede leerse: Neferikara Kakai: «Lugar favorito de Ra»; Nyuserra: «Destinatario
del corazón de Ra»; Menkauhor: «Horizonte de Ra».
[21] LUPO, S. «El papel de los hijos reales en la consolidación
del estado durante el Reino Antiguo: una alternativa de análisis». Exposición
realizada en las Primeras Jornadas Internacionales de Historia Antigua,
Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 22-24 de Mayo, 2007, p. 5.
[22] El recuerdo del pasado no es únicamente reivindicado como
modelo a seguir, sino también puede ser considerado como la demostración de
ciertos rasgos que no quieren ser imitados. La figura del rey Keops ideado como
un rey sin escrúpulos, arrogante y cruel es una imagen central que los cuentos
del papiro Westcar transmiten, construyen en su narrativa (Erman, A. The
literature of the Ancient Egyptians: poems, narratives, and manuals of
instructions from the third and second millennium BC. Londres, 1927. p. 44;
Kemp. B. Op.cit., p. 33; Posener, G. Littérature et politique dans l'Egypte de
la XIIe dynastie. Bibliothèque de l` Ècole des Hautes Ètudes, Honoré Champion
307, París, 1956, p.13).
[23]
El Festival Sed se celebraba
cuando asumía el gobierno un nuevo faraón y se repetía cada 30 años, la acción
y significado ritual de este Festival apuntaba a la renovación cósmica del
poder del rey, representándose el momento mítico en que las tierras habían sido
unificadas.
[24]
En todo el Cercano Oriente Antiguo
es conocido el mito del dios niño que nacen el mismo día que comienza el invierno,
como es el caso del dios Mitra. En este día se festejaba el renacimiento de la
vida, de la naturaleza y ha llegado a nuestro presente en las celebraciones
cristianas de la Navidad.
[24] Para una referencia no mítica del
concepto «bancos de arena» relacionado con los posibles problemas climáticos
del Primer Periodo Intermedio que pudieron haber provocado una significativa
disminución del nivel de crecida de las aguas del río Nilo por lo cual la
formación de bancos de arena que impidieran la normal navegación véase Serrano
Delgado, J. M. «Una época crítica en la Historia de Egipto. El Primer Período
Intermedio (II)». Revista de Arqueología 140, 1992, pp. 9-18.
[25]
Para una referencia no mítica del
concepto «bancos de arena» relacionado con los posibles problemas climáticos
del Primer Periodo Intermedio que pudieron haber provocado una significativa
disminución del nivel de crecida de las aguas del río Nilo por lo cual la
formación de bancos de arena que impidieran la normal navegación véase Serrano
Delgado, J. M. «Una época crítica en la Historia de Egipto. El Primer Período
Intermedio (II)». Revista de Arqueología 140, 1992, pp. 9-18.
[26]
Se denomina Libro del Amduat a
aquellas representaciones textuales e icnográficas que se encuentran en las
tumbas (principalmente reales de las dinastías XVIII y XIX) a partir del Reino
Medio que describen el recorrido del dios Ra a través de las horas de las
noche- en el Más Allá- para llegar al día y renacer en el en un ciclo que se
realiza continuamente. Algunas publicaciones al respecto en de la iconografía,
ubicación e interpretación: Hornung, E. Das Amduat: die Schriftf des verbogenen
Raumes. Vol 1y 2. Otto Harrassowitz, Wiesbaden, 1963; Piankoff, A. 1954. The
Tomb of Ramesses VI. Egyptian Religious Texts and Representation. Pantheon
Book, Nueva York; Porter, B. y Moss, R. Topographical bibliography of ancient
Egyptian Hieroglyphic, text, Reliefs, and Paintings. Tomo I.Griffith Institute,
Oxford, 1989; Reeves, N. y Wilkinson, R. H. Complete Valley of the Kings, The
(Tombs and Treasures of Egypt's Greatest Pharaohs). Thames and Hudson, Londres,
1966.
[27] Otras de las tumbas en las cuales la
séptima hora está representada con el cocodrilo sobre el banco de arena son la
KV 34 del faraón Thutmosis III, véase Bucher, M.P. Les textes des tombes de
Thutmosis III y et d’ Aménophis II. Institut Français d'Archéologie Orientale,
Cairo, 1932. pp. 46-52 y pl. V. Y la KV 35 de Amenofis II, véase Bucher, M.P.
Op.cit., pp. 164-171 y pl. XXXV.
[28]
En el texto que acompaña a la
representación del cocodrilo dice: «Él es como los bancos de arena. El guarda
la imagen de esta ciudad. En el momento en que oye la voz de la tripulación de
la barca de Ra, el Ojo sale de su columna vertebral. Entonces, la cabeza, que
está en el banco sale. Se traga su imagen después que este gran Dios ha pasado
por él. Él es el que sabe que será de aquel cuya alma nunca será tragada por el
cocodrilo. El mal del Lago». Piankoff, A. Op.cit., Vol 1. pp. 283-284 (la
traducción del inglés es nuestra).
[29]
Grabado sobre una estela que se
conserva en la actualidad en el Museo del Louvre. En él puede leerse: «Su
hermana es su protección, la que aleja a los enemigos, la que reprime a los
disturbios por medio de la eficacia de su boca. De lengua excelente, cuya
palabra no se equivoca, eficaz de mandato, Isis la benéfica, protectora de su
hermano, buscándolo sin desfallecer, que vagó por esta tierra lamentándose, sin
tomar reposo hasta que lo encontró. Hizo sombra con su plumaje, produjo viento
con sus alas y haciendo gestos de júbilo se unió con él. Alejando la languidez de
aquél, que tenía el corazón cansado, recibió su semilla y concibió un heredero.
Crió al niño en la soledad, sin que se conociera el lugar en que estaba. Cuando
su brazo fue fuerte, lo presentó en la Gran Sala de Geb…». En Serrano Delgado,
J.M. Op.cit., 2003, p. 234
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