El Período Tardío (664-332 a.C.) 1/2.- Dinastía Saíta
Introducción
El Período Tardío, caracterizado por la
sucesión de gobiernos autóctonos y dominaciones extranjeras, abarca las últimas
dinastías del Egipto faraónico, hasta la conquista de Alejandro Magno en el año
332 a. C., que marcó la pérdida definitiva de la autonomía política del país.
Los egiptólogos han tratado, generalmente,
este período con cierta reticencia o indiferencia, considerándolo todo él, con
demasiada frecuencia, como el último vacío de lo que una vez fue una gran
cultura. Dichas posturas han devaluado el histórico logro de estos siglos, así
como la impresionante vitalidad que la civilización faraónica continuó
exhibiendo. El estudiante de esta era goza también de una ventaja única. Para
los períodos anteriores, tenemos que fiarnos mayoritaria o exclusivamente en
evidencias egipcias, con todas sus inherentes distorsiones, pero los
historiadores del Período Tardío disponen de un campo más amplio de evidencia
escrita, que pone a su disposición un potencial sin parangón para las consultas
de referencias cruzadas, y que ofrece una perspectiva interna de los trabajos
realizados por las instituciones políticas y militares, desprovista de ese
barniz propagandístico que, invariablemente, cubre las narrativas históricas
redactadas por los nativos escribas egipcios.
Los siglos que se van a tratar se desglosan en cuatro fases bien definidas: la Dinastía Saíta (664-525 a.C.); la Primera Ocupación Persa (525-404 a.C.; un período de independencia (404-343); y la Segunda Ocupación Persa (343-332 a.C.).
Los siglos que se van a tratar se desglosan en cuatro fases bien definidas: la Dinastía Saíta (664-525 a.C.); la Primera Ocupación Persa (525-404 a.C.; un período de independencia (404-343); y la Segunda Ocupación Persa (343-332 a.C.).
Dinastía Saíta: El Resurgir del Poder de Egipto
La reunificación saíta en Egipto a
mediados de 650 a.C. trastocó una tendencia de larga duración de la historia
del país en cuanto que la totalidad de todos los precedentes recientes
apuntaban de forma imperativa a la progresiva fragmentación interrumpida por
alternativos turnos de dominación extranjera. Los años que siguieron al final
de la Dinastía XX habían traído la desintegración del reino bajo presiones
diversas: la debilidad de los últimos gobernantes ramésidas provocó el colapso
del gobierno centralizado; el desarrollo del poder del sacerdocio de Amón-Ra en
Tebas creó un rival formidable de la autoridad real; y la infiltración en el
país de los libios llevó rápidamente a su ascensión en la jerarquía social y
política.
No sorprende, pues, que vigorosos
principitos libios experimentasen pocas dificultades en poner sus manos en
puestos reales creando así una secuencia de dinastías de variada eficiencia.
Más adelante, la enmarañada red de la Dinastía XXV – caracterizada por la
intermitente dominación nubia – cubriría buena parte de los 100 años. Aunque la
Dinastía XXV empezó bien, acabaría con el país sufriendo de forma severa las
invasiones de los asirios de 671 y 663 a.C.
El fundador de la Dinastía XXVI, heredero
de este legado, tuvo que enfrentarse a
problemas serios: el antiguo ideal egipcio de un reino unificado se había visto
erosionado por la rivalidad de bloques de poder opositores en forma del
sacerdocio de Tebas y las dinastías libias; esta difusión del poder generó una
economía débil y fue, a la vez, agravada por ello; y, finalmente, la ambición
de los enemigos asiáticos y reyes nubios de recuperar el control de Egipto
suponía una constante amenaza exterior. Cualquier intento de recrear un estado
egipcio poderoso y unificado dependía de la erradicación, o al menos
neutralización, de dichos factores. En esto, la Dinastía XXVI tuvo un gran
éxito, coronado con nada menos que el resurgimiento de Egipto como un destacado
poder internacional.
El crédito por la reunificación de Egipto
recae en Psamtek I (664-610 a.C.) cuyo padre, Nekau I (672-656 a.C.), había
gobernado previamente en Sais bajo protección asiria y en sus esfuerzos habría
sido muerto por el rey nubio Tanutamani (664-656 a.C.) en 664 a. C. Psamtek
sucedió a la posición de su padre con el apoyo asirio, controlando inicialmente
alrededor de la mitad del Delta con sus más destacados centros de poder en
Sais, Menfis, y Anubis, así como estrechos vínculos religiosos con Buto. Los
asirios, evidentemente, veían esta evolución como una continuación del viejo
sistema de autoridad a través de los príncipes locales, pero las arenas se le
escapaban rápidamente a dicho poder como lo hizo Nínive para Egipto.
Considerando los acuciantes compromisos en
otros lugares del Imperio, los asirios simplemente carecían de la fortaleza
militar para mantener su posición tan al norte de forma indefinida. Con una
perspicacia estratégica típicamente saíta, no tomó Psamtek el tiempo suficiente
para explotar esta situación así que las relaciones con Asiria tomaron un curso
diferente, y hacia 658 a.C. le vemos recibiendo ayuda de Gyges de Lydia
emancipándose así él mismo del control asirio, episodio que puede muy bien
estar conectado con la tradición de Herodoto de que Psamtek empleó mercenarios carianos
e ionianos en sus intentos de reforzar y extender su autoridad. Además
del poder militar, nuestras fuentes destacan otra dimensión más de su
estrategia: reforzar su base económica mediante el desarrollo de lazos
comerciales con los griegos y fenicios. Evidentemente, este formidable
gobernante comprendió que todo poder tiene que estar basado en una tesorería
sólida.
Para 660 a.C., Psamtek tenía ya el control
de la totalidad del Delta, y desde esta potente base militar pudo ganarse la
autoridad del resto del país para 656 a.C.; principalmente, según parece, por
medios diplomáticos si bien las ruedas de la diplomacia estaban bien lubricadas
ante la disponibilidad de una substanciosa fuerza militar bien equipada de
mercenarios extranjeros de cuestionables escrupulosos. También se benefició
substanciosamente de la docilidad de los bien afinados príncipes locales tales
como los patrones de buques mercantes de Heracleópolis Magna y Mentuemhat de
Tebas, quienes rápidamente se percataron de las ventajas de alcanzar un
arreglo.
Por lo menos igual de agobiante era el
problema de conseguir el control del poderoso sacerdocio de Amón-Ra en Tebas
que había sido un factor importante en el debilitamiento papel decisivo de la
autoridad real desde finales del Imperio Nuevo. En esto se dio un paso clave
para resolver este conflicto cuando Psamtek decidió que se designase a su hija
Nitiqret como heredera de la “esposa divina de Amón” con lo que se inició un
proceso encaminado a que el mayor depósito de poder eclesiástico del sur
estuviese en manos de la dinastía.
El poder “obtenido” es una cosa; el poder
“mantenido” es otra diferente. Pero el proceso de consolidación se llevaría y desarrollaría
con un éxito triunfal. Gran parte de la contribución la aportaron los mercenarios,
que habrían jugado un papel decisivo en la conquista del poder. Nuestra
documentación enfatiza mucho los de origen griego y cariano, pero se tiene
también noticias de judíos, fenicios, y, es posible que beduinos Shasu.
N.B. Shasu es la palabra
egipcia para d(esignar a los nómadas que surgieron en Oriente Medio, del siglo
XV a. C. al Tercer Período Intermedio. El nombre evolucionó de una
transcripción de la palabra egipcia š3 su, que significa “los que se mueven a
pie”, y es el término para designar a los beduinos vagabundos.
Estas tropas tenían dos funciones. En primer lugar, se las consideraba como garantes de la seguridad de Egipto ante un ataque desde el exterior de cara a una serie de enemigos, inicialmente asirios y después caldeos (babilonios) y persas. No obstante, sin duda alguna, ellos también constituían un contrapeso dentro del país del poder de los machimoi, la clase de los guerreros egipcios nativos que eran, en origen, libios, y suponían una seria amenaza interna en potencia para la autoridad real.
Estas tropas tenían dos funciones. En primer lugar, se las consideraba como garantes de la seguridad de Egipto ante un ataque desde el exterior de cara a una serie de enemigos, inicialmente asirios y después caldeos (babilonios) y persas. No obstante, sin duda alguna, ellos también constituían un contrapeso dentro del país del poder de los machimoi, la clase de los guerreros egipcios nativos que eran, en origen, libios, y suponían una seria amenaza interna en potencia para la autoridad real.
Herodoto nos informa que se establecieron stratopeda (campos) entre Bubastis y el
mar en el brazo pelusíaco del Nilo. Él afirma que estos campos se fueron
ocupando sin parar durante más de un siglo y los mercenarios fueron trasladados
a Menfis al principio del reinado de Ahmose II (570-526 a.C.), pero la
evidencia arqueológica presenta un cuadro algo más complejo. En Tell Defenna
(la Daphnae griega), el faraón identificado más antiguo es ciertamente Psamtek
I, pero la vasta mayoría del material data del tiempo de Ahmose II – es decir,
la divulgación contradice la tradición de herodotiana.
También sabemos de otro campo a 20 km. De
Daphnae, un poco hacia el sur de Pelusium, donde se han encontrado en gran
cantidad cerámica del siglo sexto. La más plausible explicación a la
contradicción entre nuestra biblioteca y la evidencia arqueológica es que las
tropas fueron retiradas del campo a principios del reinado de Ahmose a
consecuencia de una reacción anti griega (Ver más adelante), pero vueltas a
enviar más tarde para contrarrestar la creciente amenaza de Persia. En cuanto a
su incorporación al ejército egipcio, la famosa inscripción griega en la pierna
de los de Abu Simbel, así como la práctica posterior, indica que los mercenarios,
bajo mando egipcio, formaban uno de los dos cuerpos del ejército cuyo
Comandante Supremo era también egipcio. Hay que mencionar que estas tropas no
eran siempre de confianza, y existe evidencia de una revuelta de mercenarios en
Elefantina durante el reinado de Apries (589-570 a.C.).
El trabajo de Petrie en Tell Defenna ha
proporcionado un cuadro vívido y probablemente típico del carácter de las bases
permanentes de dichas tropas en el período saíta. El emplazamiento está situado
en una extensa
llanura cubierta de cerámica y dominada por los restos de una plataforma de
ladrillo y barro construida según el principio estándar de panales consistente
en casas matas, muchas de ellas rellenas de arena. Se estimó que la altura
original rondaría los 30 pies (unos 10 metros), y él creía que habría sido
coronado de un fuerte.
Esta estructura que, sin duda la construyó Psamtek I, parece haber
funcionado como un torreón dentro de un recinto delimitado por un masivo muro
oblongo de ladrillo y barro, que para los tiempos de Petrie estaba ya
erosionado a ras del suelo. Fuera del muro, se extendía el asentamiento civil,
normalmente hacia el este. La excavación produjo una importante cantidad de
equipo de la infantería griega, pero el lugar también era una base naval de la que
podía operar galeras de guerra de estilo griego, situación que reflejaba el
importante rol de los mercenarios en la Armada Egipcia.
No sorprende que la preferencia demostrada
hacia estas tropas extranjeras estuvo lejos de ser bienvenida por los machmoi. Según Herodoto, un grupo de
ellos se amotinó y se retiró de Egipto a un lugar que pudo haber estado en
alguna parte en la vecindad del Nilo Azul y en el área de Gezira, cerca de
Omdurman, si se puede confiar en sus datos topográfica. Para los tiempos de Apries,
las cosas se habían empeorado aún más y eventualmente alcanzarían un nivel
desastroso cuando vemos al monarca barrido del Trono por un contragolpe machimoi contra la posición de
privilegio de griegos y carianos dentro del estamento militar. La chispa que
encendió el polvorín fue una derrota desastrosa sufrida por una fuerza de machimoi
enviada contra la ciudad griega de Cyrene, que ofreció la oportunidad a Ahmose
de usar estas tropas para vencer a los mercenarios de Apries en Momemphis, en
570 a.C. y usurpó el Trono para Egipto.
La economía era igualmente un foco de la
política saíta en la reconstrucción de Egipto. La base de una economía sólida
en el país era, como siempre lo había sido, una agricultura fuerte, y para los
tiempos de Ahmose había crecido a un nivel de éxito espectacular. Herodoto
(2.177.1) comenta: “Se cuenta, que fue durante el reinado de Ahmose II Egipto
alcanzó su nivel más alto de prosperidad, tanto con respecto a lo que el río
dio a la tierra, como lo que la tierra ofreció a los hombres, y que el número
de ciudades habitadas en ese período alcanzaría un total de 20.000.
También se fomentó en gran manera el
comercio. En nuestras fuentes textuales, las relaciones con los griegos jugaron
un papel importante, si bien habría que recordar que la mayoría de los textos
son griegos. En cuanto al propio Egipto, sabemos de centros de comercio como “El Muro de los Milesianos”, e “islas” que llevaban nombres como Éfeso,
Chios, Lesbos, Chipre, y Samos, pero su relación precisa con la Corona u otros
centros dentro del país no es clara al principio del período.
(N.B. Los Milesianos de la civilización helénica
eran los habitantes de Mileto, ciudad de la provincia de Anatolia, la actual
Turquía, cerca de la costa del Mar Mediterráneo, en la desembocadura del Río
Büyük Menderes, en Turquía. Colonos procedentes de Creta llegaron de Mileto
hacia el siglo XVI a.C. Para el siglo VI, Mileto se habría convertido ya en un
imperio marítimo, y los Milesianos se esparcirían por toda Turquía, llegando
incluso a lugares tan remotos como Crimea, fundando nuevas colonias).
No obstante, con mucho, el centro de
comercio mejor documentado es Naukratis, ubicado en el ramal canope del Nilo,
no lejos de la capital, Sais, y dotado de excelentes comunicaciones para el comercio
tanto exterior como interior. Aunque la ciudad fue fundada por los Milesianos a
mediados o finales del siglo VII a.C., miembros de otras ciudades de la Grecia
Oriental también llegarían a establecerse en el lugar, así como comerciantes
del estado isleño of Aegina en el Golfo Sarónico (o Golfo de Egina), al sur de
Atenas. Las excavaciones han revelado una serie de recintos sagrados dedicados
a cultos griegos, una fábrica para la producción de escarabeos para la
exportación, y una plataforma de panales típicos del Período Tardío comparable
con el de Tell Defenna, que pudo haber tenido un fin militar pero igual pudo
haber tenido funciones tanto civiles como administrativas.
Es difícil determinar hasta qué punto el
comercio estuvo regulado durante los primeros años de la fundación. Puede ser
que desde el propio inicio el modelo de Mirgissa en Nubia durante el Imperio
Medio lo estuviese. Este sistema se describe en forma resumida en la estela del
octavo año de reinado de Senusret III, como sigue:
“La frontera
sur, hecha en el octavo año bajo su majestad el Faraón del Alto y Bajo Egipto
Khakaure (que viva eternamente) con el fin de prevenir el paso de cualquier
nubio que viaje al norte por tierra o en una barca kai así como cualquier
ganado propiedad de nubios, con la excepción de un nubio que venga a traficar a
Mirgissa o en una misión, o para cualquier otro asunto que se pueda tratar
legalmente con ellos; pero estará prohibido para siempre que cualquier barca
kai de los nubios pasen hacia el norte más allá de Semna”.
De haber sido así, no hay duda de que
Naukratis se convirtió en el canal a través del cual la totalidad del comercio
griego tenía que fluir desde aproximadamente 570 a.C.
No obstante, hay evidencia de incluso de
extenuados esfuerzos para promocionar el comercio; Se sabe, que Nekau II
(610-595 a.C.) desde un principio comenzó a construir un canal que corría desde
El Nilo al Mar Rojo, actividad que sin duda indica un resurgimiento de la
actividad económica en la zona del Mar Rojo, que había supuesto un importante
foco de interés comercial en dinastías anteriores. También parece razonable
considerar la imposible narrativa herodotiana de una circunvalación de África
instigada por Nekau II como otra reflexión de interés en este tiempo.
Por muy impresionante e incluso
espectacular que estas medidas puedan haber sido, no podemos perder de vista
del simple hecho de que grandes batallones y una exuberante tesorería nunca
puede ser la base de un poder duradero. Siempre tiene que haber un
apuntalamiento ideológico que sea aceptable para el pueblo súbdito. En Egipto,
la base para ello siempre había sido el concepto de realeza divina que asignaba
al faraón un rol claramente definido y universalmente aceptado, no sólo en el
gobierno del reino pero en el actual mantenimiento del propio Cosmos. Esta
agenda tenía que ser aceptada y rigurosamente observada; para llegar a ser un
faraón legítimo era esencial actuar legítimamente. Yo hecho un desglose de este
ideal faraónico en otra parte como sigue:
“Los elementos
básicos son: el faraón asciende al Trono como Horus, campeón del orden cósmico
(maat) y vence a las fuerzas de la oscuridad; desarrollando este rol, él mide
el bienestar de Egipto en términos económicos organizando el sistema de riego,
y en términos militares manteniendo sus fuerzas armadas y derrotando a sus
enemigos extranjeros; la pax deorum (la paz de los dioses) se asegura supliendo
todas las necesidades de los templos y construyendo monumentos, tanto para los dioses como para sí mismo
(estatúas e instalaciones mortuorias); se harán expediciones a Punt, Sinaí y
otras fuentes económicas de materia prima, y en el curso de estas operaciones
los dioses darán su aprobación al faraón mediante el biayt, (maravillas), que
puede consistir en un claro éxito de la campaña y en algunas señales o
presagios que los dioses decidan proporcionar. El resultado de todo esto será
larga vida para el faraón y el cumplimiento de la voluntad de los dioses en el
establecimiento del orden cósmico en la Tierra (Libro de Herodoto II. Comentario 2.16-17).
Psamtek
I sale bien parado aquí, pero, a la vez, cargado con una enorme
responsabilidad. Él, acometió uno de los roles más críticos de la realeza,
vestir el manto de Menes y Mentuhotep II unificando el país y restaurando el
orden correcto de las cosas, y el estado del ser humano que los egipcios llaman
maat. Esto emerge con claridad
cristalina al principio de la conservada sección de la Estela de Adopción de Nitiqret,
la inscripción real más larga de su reinado que ha sobrevivido:
(1) Yo, [Psamtek] he actuado para él como debería hacerse para
mi padre. (2) Yo soy su primogénito, uno hecho próspero por el padre de los
dioses, uno que lleva a cabo los rituales de los dioses; él lo engendró para sí
mismo, para satisfacer su corazón. Para que sea la “esposa del dios” le he dado
mi hija, y la he dotado más generosamente que a aquellos que estaban antes que
ella. Sin duda él estará satisfecho con su adoración y protegerá la tierra de
(3) aquel que se la dio a ella para él… Y no haré justo aquella cosa que no
deba hacer, ni expulsar a un heredero de su asiento en tanto y en cuanto yo soy
un rey que ama la verdad (4) – siendo la
mentira mi mayor abominación – el hijo y protector de su padre, que toma la
herencia de Geb, y une las dos partes cuando aún era joven." (ll.1-4).
Esta
devoción a los dioses no puede limitarse a una declaración de intenciones.
Ambos Psamtek y sus sucesores abordaron
obras arquitectónicas en instalaciones sagradas a fin de expresar su devoción y
mantener la buena disposición y la ayuda de los dioses. Los edificios de Sais
están mal conservados en el registro arquitectónico, hasta cierto punto porque
se construyeron en el Delta donde las condiciones de supervivencia son mucho
menos favorables que en el Alto Egipto. Aún así, suficiente información se ha
conservado por Herodoto, inscripciones, y los fragmentos de edificios para
demostrar que los gobernantes saítas hicieron todo lo que pudieron para rellenar
esta parte de la agenda de la realeza.
Se sostiene que Psametek I construyó el
pilono sur del templo de Ptah en Menfis y que también construyó en nombre del
toro Apis en la misma capilla; a su sucesor Nekau II se le reconoce responsable
de monumentos en honor a Apis en la misma ciudad, y hay inscripciones que
evidencian sus esfuerzos en las canteras de caliza en las Colinas de Mokattam,
donde Psamtek II (595-589) también nos ha dejado señales de trabajos en
canteras. Ahmose II fue extremadamente activo en Sais, hogar de la dinastía,
donde levantó un pilono para el Templo de Neith, levanto estatúas colosales, e
hizo construir esfinges con cabezas humanas para un pasillo procesional.
En efecto, la evidencia nos deja con una
poderosa impresión del esplendor eclesiástico de la ciudad en el Período Tardío
que debió deberse mucho al trabajo de los faraones saítas. El principal foco
era el recinto sagrado de Neith, que contenía el principal centro de culto (La
Mansión de Neith) y provisión para una pléyade de dioses asociados (Osiris,
Horus, Sobek, Atón, Amón, Bastet, Isis, Nekhbet, Wadjet, y Hathor). Hubo, en
particular, un lugar de enterramiento de Osiris y un lago sagrado en el que se
celebraba el Festival de la Resurrección de Osiris, y un lugar ricamente
embellecido con elementos tales como obeliscos de los que las tristes ruines de
Sais dan hoy pocas pistas.
La ciudad de Sais era, no obstante, sólo
la antesala de la generosidad de la Dinastía XXVI. Nos llega también, por
ejemplo, que Ahmose levantó colosos en Menfis (dos de granito), construyó un
templo a Isis en la misma ciudad, y que emprendió trabajos en Philae,
Elefantina, Nebesha, Abydos, y en los oasis, a la vez que hizo contribuciones
en construcciones más antiguas en muchos otros lugares, incluido Karnak,
Mendes, la zona Tanta, Tell el-Maskhuta, Benha, Sohag, el-Mansha, y Edfu. Esta
intensa actividad de construcción se revela en las inscripciones de Tura y
Elefantina.
La ideología de la realeza no sólo abarca
el mundo de los vivos sino que también da al faraón una función crítica más
allá de la tumba: el rey viviente es a encarnación de Horus y gobierna a los
vivos; el faraón fallecido es Osiris, rey de los muertos, pero, a la vez,
puesto que Osiris en este contexto estaba asimilado a Ra, el faraón esperaba
participar en el ciclo de la acción cósmica. Con el fin de propulsar al faraón
más allá de la tumba y mantenerle allí, se creó un elaborado programa de
ritual, cuyas ilustraciones más espectaculares que han sobrevivido son las
pirámides de los reinados de los imperios Antiguo y Medio y las tumbas del
Imperio Nuevo en el Valle de los Reyes con y las responsabilidades que
conllevan sus templos de culto.
Los gobernantes de la Dinastía XXVI no
construyeron monumentos funerarios tan espectaculares como estos pero operaron
de forma firme dentro de la tradición del Período Tardío. Desde finales del
Imperio Nuevo, los faraones habrían sido enterrados en tumbas con capilla en el
patio de los templos, en parte, sin duda, por razones de seguridad, pero posiblemente
también como reflexión de un sentido de dependencia y devoción hacia las
deidades en cuestión. Siguiendo esta práctica, los faraones de la Dinastía XXVI
eran enterrados en tumbas con capilla en el patio del templo de Neith en Sais.
Ninguna de estas estructuras ha
sobrevivido, pero no hay dificultad alguna en reconstruirlas por la descripción
de Herodoto y obvios paralelismos antiguos en Medinet Habu and Tanis.
Consistían en dos elementos: sobre el terreno, se construía una capilla
mortuoria a la que se tenía acceso a través de una doble puerta desde un
pórtico de columnas. Los muros de esta estructura estaban probablemente
decorados con esculturas en relieve pintadas, relacionadas con el culto
mortuorio del fallecido rey que se celebraba en la capilla. Debajo, estaba la
cámara de enterramiento que contenía el sarcófago real, y, probablemente, éste
también iba decorado. Y a juzgar por los precedentes en Tanite los objetos de
la tumba habrían sido restringidos pero con toda certeza incluían los tradicionales
shabtis reales y los vasos canopes.
Hasta ahora, en este capítulo nos hemos
concentrado ampliamente en las políticas saítas y las acciones dentro de
Egipto, pero, dada la nefasta historia de recurrentes invasiones en la Dinastía
XXV, no podemos estar muy equivocados en asumir que el mayor asunto para los
gobernantes de este período fue la tarea de mantener las fronteras de Egipto
libres de invasores de ultramar. La zona más crítica era Asia, donde
inicialmente el problema era la defensa de la frontera de Egipto contra una
posible renovación de los intentos asirios de conseguir el control de Egipto,
pero dificultades mucho más cercanas a su patria no hicieron posible que lo
consiguieran.
Mientras la evidencia de actividad militar
egipcia en esta etapa está lejos de ser copiosa, las operaciones de Psamtek
tuvieron claramente un considerable éxito, a pesar de la adversidad de una
multitudinaria invasión del Cercano Oriente hacia 630 a.C. por bárbaros cimerios - pueblo de las estepas
de origen indoeuropeo que atacó a los reinos del creciente fértil en torno al siglo VIII a.C. - que él
contrarrestó con el eminentemente sensato recurso del soborno. Sabemos de un
exitoso, si bien prolongado, asedio de Ashdod (probablemente hacia 655-630
a.C.), y, más avanzado en su reinado, encontramos fuerzas egipcias operando en
Asia, incluso en lugares más lejanos que
en los agitados días de los gobernantes de la Dinastía XVIII Tutmosis I
y III.
N.B. El Creciente Fértil es una región histórica que se corresponde con
parte de los territorios del Antiguo Egipto, el Levante mediterráneo, Mesopotamia
y Persia. Se considera que fue el lugar donde se originó la Revolución
neolítica en Occidente. El término fue acuñado por el arqueólogo James
Henry Breasted (Universidad de Chicago) por la forma de Luna creciente del área
geográfica referida.
Este asombroso fenómeno fue consecuencia de la
doble amenaza a la propia existencia de Asiria planteada, por una parte por el
levantamiento de los caldeos al sur de Irak, y por otra, por la creciente
amenaza de Media al este de Irán. Esto condujo de forma muy rápida a un cambio
radical de opinión con relación a Egipto en forma de una alianza entre las dos
naciones como resultado de la cual encontramos a las fuerzas egipcias operando
dentro del propio Irak en 616 a.C. De aquí en adelante, hasta las últimas
décadas de la Dinastía XVI, serían los caldeos los mayores enemigos de Egipto.
El sucesor de Psamtek, Nekau II, continuó la
política paterna en el norte. En un principio, las cosas marcharon bien, y de
nuevo nos confrontamos con el espectáculo de tropas egipcias haciendo campañas
en al este del Éufrates contra los caldeos, derrotando en passant a Josías de Judea en 609 a.C.
N.B. In
Passing.
Del francés in passing, es un movimiento
de estrategia en el tablero de ajedrez (Brace 1977) que consiste en la captura
especial de un peón que ocurre cuando un jugador mueve un peón dos cuadrados
hacia delante desde su posición de salida, y un peón enemigo podía haberlo
capturado si sólo se hubiese movido un cuadrado hacia adelante.
El resultado fue que los egipcios pudieron establecerse
ellos en el Éufrates durante un corto tiempo, pero esta posición pronto se
perdería en 605 a.C. a consecuencia de su catastrófico revés en Carchemish, al
que siguió una brusca retirada a la frontera este de Egipto. Los egipcios
mantuvieron a los caldeos a raya, y en esta ocasión la frontera no fue violada.
Parece que habría habido una ligera
recuperación durante el reinado de Psamtek II quien, en efecto, fue capaz de
montar algún tipo de expedición a Palestina durante el cuarto año de su
reinado. Además, su diplomacia ayudó a fomentar una revuelta general levantina
contra los babilonios que involucró, entre otros, a Sedequías (último de los
reyes del Reino de Judá). Herodoto deja bien claro que las incursiones en el
Oriente Próximo de estos gobernantes, bajo ningún concepto estaban totalmente
orientadas hacia las tierras, indicando que Nekau construyó una flota de
galeras de choque para la guerra, que podían haber sido una anterior versión
del trirreme y que algunos de ellos
se utilizaron en el Mediterráneo y otros en el Mar Rojo. Por supuesto que pudo
ser que el abortado canal del Mar Rojo tuviese como objetivo facilitar el
traslado de fuerzas navales desde el Mar Rojo al Mediterráneo, cuando las
circunstancias así lo requiriesen.
N.B. El trirreme (en griego τριήρης/triếrês en singular, τριήρεις en plural) era
una nave de guerra inventada probablemente en el siglo VII a.C., desarrollada a
partir del pentecontero. Más corto que su predecesor, era un barco con una vela, que
contaba con tres bancos de remeros superpuestos a distinto nivel en cada
flanco, de ahí su nombre.
Ap Apries se dedicó personalmente con ahínco
al problema caldeo. Inicialmente se embarcó en operaciones a gran escala contra
los caldeos conjuntamente con las ciudades fenicias y con Sedequías de Judá.
Estas actividades les llevaron al desastre y posiblemente a la invasión de
Egipto hacia finales de 580 a.C. De aquí que se organizase una serie campañas
estratégicamente bien concebidas contra Chipre
y Fenicia (hacia 574-570 a.C. en las que se hizo un buen uso de la
flota. Ahmose II, que sucedió a Apries, no fue nada excepto afortunado.
Fue capaz de derrotar una invasión caldea de
Egipto en el cuarto año de su reinado y después de esto los caldeos tenían
suficientes problemas dentro de su imperio para mantenerlos totalmente ocupados
durante el período inicial de su reinado. A su debido tiempo, sin embargo, tuvo
que enfrentarse a un enemigo mucho más peligroso creado por el desarrollo de
Persia bajo Ciro el Grande, que ascendió al Trono en 559 a.C. Para resolver
esta amenaza se crearía una gran alianza de naciones amenazadas que se componía
de Egipto, Croesus de Lydia, Esparta, y los caldeos.
Con su consumada habilidad estratégica, Ciro
noqueó el vínculo entre los dispersos aliados destruyendo Lydia en 546 a.C.
Entonces, se volvió contra los caldeos y tomó su capital Babilonia en 538 a.C.,
dejando a Ahmose sin ningún destacado aliado en el Cercano Oriente. Ahmose
reaccionó desarrollando una política de cultivo e estrechas relaciones con los
estados griegos para reforzar su mano contra la inminente embestida, y de nuevo
tuvo suerte. Falleció en 526 a.C. antes de que la tormenta rompiese, dejando a
su hijo Psamtek III (526-525 a.C.) para que se enfrentase al asalto Aqueménido.
El sur no suponía una amenaza tan aguda como
la del norte, pero a los nubios no se les podía olvidar, y menos porque aún no
habían desistido de su ambición de gobernar Egipto. No hay evidencia firme de
ninguna acción militar contra ellos en el reinado de Psamtek I, en realidad la
Estela de Adopción de Nitiqret sugiere que él estaba dispuesto a olvidar sus
diferencias con los nubios que incluía
la muerte de su padre en la batalla contra ellos, y que adoptó una política de
reconciliación. Esta postura pudo haber persistido hasta el final de su
reinado, pero deberíamos cautelosos de asumir demasiado, dada la altamente
defectuosa naturaleza de nuestra evidencia.
La situación era ciertamente diferente en el
reino de Nekau, quien en alguna fecha indefinible se vio forzado a poner su
atención a lo que un fragmentado texto indica que fue una rebelión en Nubia;
pero con mucho el compromiso militar saíta mejor conocido es el de Psamtek II,
que envió una gran expedición en el tercer año de su reinado. Esta operación,
que fue designada para prevenir un asalto nubio sobre Egipto, pare que llevaría
al ejército egipcio po lo menos hasta la 4ª Catarata del Nilo. Parece que
habría sido un éxito, no sabemos más en la dinastía de operaciones militares
importantes en el sur, si bien un papiro demótico del reinado de Ahmose II
describe al faraón como enviando una pequeña expedición a Nubia, cuyo carácter
no está claro, y hay evidencia arqueológica de una guarnición egipcia en
Dorginarti en la Baja Nubia durante los períodos saíta y persa.
Las relaciones con los libios no fueron buenas
de una forma consisten durante la dinastía saíta. La Estela de Saqqara del
onceavo año del reinado de Psamtek I, a pesar de su dañado estado, proporciona
evidencia de que tuvo problemas con las tribus libias en el oeste. Al parecer
las derrotó y no tuvo problemas en adelante; ¡Muy al contrario! Nos encontramos
con que hacia 571 a.C. los libios pedirían ayuda egipcia para tratar la
política expansionista de Cirene, colonia griega que se habría sido fundada en
su territorio hacia 630 a.C.
A finales del reinado de Apries, esta ciudad
se embarcó en un programa de expansión que los llevaría a colisionar con los
intereses egipcios, y en la consiguiente guerra Egipto fue derrotado de forma
catastrófica. Ahmose II adoptó una postura diferente ante el problema con
Cirene. Ya en 567 a.C. lo vemos formando una alianza con ellos contra los
caldeos, y esta diplomática relación se vio cimentada con su matrimonio con una
ciudadana de Cirene, citada en algunas fuentes de Herodoto que, muy
posiblemente, sería una princesa. Esta alianza pasó la prueba del tiempo
sorprendentemente bien, y permanecería así hasta en tiempos de la invasión
persa.
Y con esto ponemos fin a la primera de las
cuatro fases del Período Tardío que se ven desglosadas en el párrafo tercero de
la Introducción que sigue al Preámbulo inicial de esta “Hoja Suelta”, definida
como “La Dinastía
Saíta
(664-525 a.C.)”.
“EL ESPLENDOR SAITA: la dinastía XXVI”
Con la
dinastía XXVI, la que vamos a tratar hoy, nos adentramos ya de lleno sin
ninguna duda en lo que se denomina Baja Época Egipcia. A medida que vamos
avanzando en el tiempo, en la historia, vamos a ir descubriendo que a menudo,
el tener más cantidad de fuentes, o más recientes, pese a ser un elemento que
aporte más cantidad de datos para el estudio, lo que va a conseguir es
complicar, sobre todo, las cronologías.
En un
panorama arqueológico como el que deriva de este periodo, donde una gran
cantidad de pequeños reinos tratan de hacer su vida, su comercio, sus
creencias, al amparo de lo que el devenir tiene preparado para grandes imperios
que surgen y decaen con una facilidad mayor que la de épocas anteriores, nos va
a mostrar un Próximo Oriente complicado de encuadrar en la historia, con una
cantidad de hechos inimaginable. Pero una cosa podemos deducir de todo ello: si
bien hubo una época en la que el Próximo Oriente no era comprensible si no se
trataba a la luz de la influencia de Egipto, ahora es evidente que no podemos
comprender Egipto si no es a la luz de los acontecimientos del Próximo Oriente.
Para este
momento concreto que nosotros vamos a tratar hoy, por ejemplo, tenemos como
fuentes directas para su estudio tres tipos distintos de fuentes: por un lado
las que nos aporta la egiptología, o mejor dicho, la arqueología egipcia. A
estas hay que sumarles las de origen asiático, fundamentalmente las judías,
recogidas en textos como la Biblia. Y finalmente también nos vamos a encontrar
ahora con fuentes mediterráneas, fuentes griegas, que añadirán además la
complicación de la traducción de los nombres.
La
cronología no debe de presentar mayor complejidad si conocemos la sucesión
lineal de los distintos monarcas, y sus respectivos años de reinado. Pero que
nos coincidan las fechas obtenidas a través de todas estas diversas fuentes ya
es una tarea mucho más complicada.
Como vimos
al final de la conferencia de ayer, durante los conflictos mantenidos entre los
últimos faraones de la dinastía XXV y los gobernantes del imperio asirio,
varios príncipes egipcios del delta se alinearon del bando de los asiáticos,
sobre todo los descendientes del antiguo enemigo saíta de los kushitas, el
viejo Tefnakht. Como resultado, el príncipe saíta Necao (I) y su hijo Psamético
(I) fueron recompensados con el gobierno del delta occidental, además de la
ciudad de Menfis. Así es como surge el control o el poder de la dinastía XXVI,
la de los príncipes de Sais.
Necao
duraría poco como gobernante, ya que fue asesinado durante la última incursión
nubia de Tanutamón, pero Psamético logró huir a Nínive, para regresar una vez
que el ejército de Asurbanipal logró expulsar a los kushitas para siempre hasta
sus tierras en el sur.
Desde
cualquier punto de vista que se mire, Psamético I fue un súbdito fiel y leal a
Asurbanipal. Incluso tenía un nombre sirio alternativo, Nabushezibanni. En UN
primer momento, fue reconocido por los asirios como único gobernante del
territorio egipcio, asignándole la responsabilidad (creyendo que así se
conseguiría) de impedir cualquier tipo de levantamiento interno. Sin embargo, a
medida que se fue desmoronando el poder asirio, minado por la creciente amenaza
de la renacida Babilonia, fue siendo capaz de imponer su autoridad sobre otros
gobernantes vasallos del país y acabó convirtiéndose nuevamente en un monarca
de un Egipto relativamente unificado.
En cuanto a
Tebas, primer y último bastión importante de la reminiscencia kushita, su
adhesión quedó fijada en su noveno año de reinado por medio de la misma
estrategia que había empleado Piankhy en su día: Nitocris, hija de Psamético,
fue adoptada como sucesora de la Esposa del Dios Amón, Shepenwepet II, y de su
heredera, Amenirdis II. Para ello, acompañó a su hija hasta Tebas con una
imponente escuadra río arriba. Ante el hecho, Montuhemhat, profeta de Amón y
máxima autoridad de Tebas, reconoce la soberanía de Psamético, frente a la leve
influencia que pudiesen mostrar hasta ahora sobre la ciudad los etíopes. Este
es un tema que daría para una conferencia entera, el relacionado con las
divinas adoratrices de Amón y su importantísimo y relevante papel en todos los
acontecimientos de esta época.
Lo que no deja de ser curioso es que se haga con el control territorial del país un rey que, por un lado, debe mostrar servidumbre a los intereses asirios, y debe doblegar su economía a mantener un ejército un tanto peculiar, como veremos ahora...
Lo que no deja de ser curioso es que se haga con el control territorial del país un rey que, por un lado, debe mostrar servidumbre a los intereses asirios, y debe doblegar su economía a mantener un ejército un tanto peculiar, como veremos ahora...
Psamético
dedicó las otras cuatro décadas de su reinado a fortalecer el poder en el
interior del país, ya que venía de una época bastante prolongada de
enfrentamientos e inestabilidad política. Se emprendieron proyectos
constructivos que únicamente se pueden concebir enmarcados dentro de un
gobierno estable y unificado.
Respecto a
la política exterior, que otra cosa podía hacer si no luchar por la
independencia del país. Varios eran los enemigos que presionaban las fronteras
de Egipto: libios por el oeste, kushitas por el sur, asirios por el este que no
llegaban a infundir ya tanto temor como el que podían provocar los babilonios…
Pero claro, para ello, el primer y gran problema de Psamético era el de proveerse de los medios económicos y militares necesarios para la realización de sus ambiciones. Y si nos remitimos a las fuentes griegas, descubrimos que su salvación fue aliarse con el pueblo procedente de la única frontera que aun no le era hostil: los griegos y los fenicios por el norte.
Pero claro, para ello, el primer y gran problema de Psamético era el de proveerse de los medios económicos y militares necesarios para la realización de sus ambiciones. Y si nos remitimos a las fuentes griegas, descubrimos que su salvación fue aliarse con el pueblo procedente de la única frontera que aun no le era hostil: los griegos y los fenicios por el norte.
Sin duda
los extranjeros representaron un papel fundamental en la satisfacción de las
necesidades militares de los egipcios. No cabe ninguna duda de que, en una gran
parte, sus tropas estaban formadas por guerreros egipcios, pero las fuentes son
tajantes respecto al hecho de que la principal fuerza de choque del ejército de
Psamético estaba constituida por tropas mercenarias, especialmente Carios y
Griegos de la Jonia. Después de asentar su poder sobre esa base económica y
militar, Psamético pudo conquistar rápidamente a los príncipes rivales de la
región del delta para después ampliar el dominio territorial de su reino.
Lógicamente,
de esta forma comenzó a constituirse una apertura de Egipto en torno al mundo
mediterráneo exterior, que iría en aumento durante los años de reinado de
Psamético. Tras los militares, llegaron al delta los comerciantes, mercaderes y
diplomáticos que hicieron posible que las relaciones entre Egipto y Grecia
fuesen consolidando una base esencialmente económica. Egipto exportaba
cereales, papiro y lino… y a cambio lo que recibía, entre otras cosas, era la
presencia de estudiosos y filósofos helenos que tanta fascinación comenzarían a
demostrar por el país de los faraones. Egipto comenzaba a adentrarse poco a
poco en un periodo de cambios, del que no solamente él era partícipe, sino todo
el Asia Menor, en interrelación con todo el mundo egeo.
Inició una expedición a Nubia probablemente con la intención de desanimar cualquier tentación que pudiera albergar el rey kushita de intentar una nueva aventura hacia el norte.
Inició una expedición a Nubia probablemente con la intención de desanimar cualquier tentación que pudiera albergar el rey kushita de intentar una nueva aventura hacia el norte.
También se
hizo necesaria la fuerza en la frontera libia para combatir la amenaza de los
príncipes del delta convertidos en fugitivos. De hecho, hubo varios lugares
especialmente hostigados en los que hubo que instalar guarniciones de defensa
que garantizasen la seguridad, incluido un plan de construcción de fortalezas
en el delta. Algunas estelas de carácter militar en la vía de Dahshur han
conservado el recuerdo de esta expedición victoriosa.
Y en cuanto
al este, la supremacía de asiria se veía tan comprometida que incluso Egipto se
convirtió en aliado de su antiguo invasor, con el único intento de mantener
alejada la influencia babilónica. De este modo, durante sus últimos años,
Psamético I logró el control nuevamente de la costa Palestina.
No obstante, pese a esta apertura hacia influencias externas del valle del Nilo, incluidas las materias de arte, técnica o pensamiento, los egipcios no renunciaron nunca a sus valores nacionales. Más bien al contrario, Psamético perseguía la continuación de la vida inaugurada por los kushitas, en base a las fuentes más antiguas de la historia faraónica. Esto queda patente sobre todo en el aspecto religioso, donde el faraón mostrará un cuidado casi fanático en su búsqueda de la pureza original, o cuanto menos, a los aspectos anteriores a la influencia de la ocupación asiática. Se aprecia una gran multiplicación de los elementos rituales, sobre todo los relacionados con animales, como los que observamos en Bubastis, o el Serapeum de Menfis.
No obstante, pese a esta apertura hacia influencias externas del valle del Nilo, incluidas las materias de arte, técnica o pensamiento, los egipcios no renunciaron nunca a sus valores nacionales. Más bien al contrario, Psamético perseguía la continuación de la vida inaugurada por los kushitas, en base a las fuentes más antiguas de la historia faraónica. Esto queda patente sobre todo en el aspecto religioso, donde el faraón mostrará un cuidado casi fanático en su búsqueda de la pureza original, o cuanto menos, a los aspectos anteriores a la influencia de la ocupación asiática. Se aprecia una gran multiplicación de los elementos rituales, sobre todo los relacionados con animales, como los que observamos en Bubastis, o el Serapeum de Menfis.
Lectura Verde
Este culto
del dios Apis aporta un testimonio de lo más importante sobre la particularidad
egipcia de su cronología, complicada como sabemos por tantas influencias
externas como las que recibe el de la en este momento: Apis, como hipóstasis
divina de Ra, posee de hecho su propia eponimia, que va a viajar paralela a la
del faraón reinante. Como hemos visto en esta estela que hemos leído, se nos
aportan fechas concretas de cada etapa de la vida del Apis, y realizan
correspondencias con las fechas del gobernante reinante en cada momento. Hecho
que nos puede ayudar a comprobar o dilucidar la duración de cada uno de los
reinados.
Y esto, por
otro lado, va a suponer un ligero desvío de la atención religiosa hacia el
norte, desviando la atención de la ciudad de Tebas. Aunque sólo sea
mínimamente.
Del esplendor y la prosperidad que alcanza Egipto bajo estas circunstancias tenemos una clara prueba en las ricas tumbas que los nobles se hicieron construir en Tebas o en la necrópolis menfita. Sin duda, Egipto continuaba siendo para el Mediterráneo un país a tener en cuenta. Pero no os engañéis, potencia y prosperidad, no obstante, que vienen de la mano de la decadencia asiria, quienes se veían asaltados por elamitas, maniqueos, cimerios, lidios, y babilonios.
En torno al año 610, Psamético I muere, dejando a su hijo Necao II el encargo de continuar su obra. Lo que no fue difícil, ya que el casi medio siglo que duró el reinado de su padre consiguió el éxito necesario en el resurgimiento del país como para que su hijo pudiera dedicar gran parte de sus recursos y energías a la puesta en marcha de una política expansionista en el exterior.
Necao II continuó la política de intervención en Siria-Palestina en apoyo a los asirios, sin duda con la única intención de ampliar su esfera de influencia. Si bien consiguió enviar oleadas que llegaron a alcanzar incluso el Eúfrates, no tuvo más remedio finalmente que establecer su frontera en Gaza.
Y por supuesto, en efecto, este soberano continuó la política de apertura al mundo griego, permitiendo incluso el asentamiento colonial de los mercenarios y mercaderes jonios en el país, algo que ya había empezado a ocurrir durante el reinado de su padre, así como la creación de una flota marítima capaz de hacerse valer tanto en el Mediterráneo como en el Mar Rojo. Para tal fin, en la zona del Uadi Tumilat, inicia grandes trabajos de infraestructura para crear una nueva vía comercial, un canal que uniese el Mar Rojo con el Mediterráneo, para el que destinó 120.000 operarios. Para controlar este nuevo comercio, se creó un nuevo puesto, una nueva ciudad, denominada Cieku, nombre de la región del Uadi Tumilat, que en egipcio se conocía como Per-Temu. Hoy sus ruinas se conocen con el nombre de Tell el-Maskuta, a unos 15 kilómetros al oeste de Ismailia.
Del esplendor y la prosperidad que alcanza Egipto bajo estas circunstancias tenemos una clara prueba en las ricas tumbas que los nobles se hicieron construir en Tebas o en la necrópolis menfita. Sin duda, Egipto continuaba siendo para el Mediterráneo un país a tener en cuenta. Pero no os engañéis, potencia y prosperidad, no obstante, que vienen de la mano de la decadencia asiria, quienes se veían asaltados por elamitas, maniqueos, cimerios, lidios, y babilonios.
En torno al año 610, Psamético I muere, dejando a su hijo Necao II el encargo de continuar su obra. Lo que no fue difícil, ya que el casi medio siglo que duró el reinado de su padre consiguió el éxito necesario en el resurgimiento del país como para que su hijo pudiera dedicar gran parte de sus recursos y energías a la puesta en marcha de una política expansionista en el exterior.
Necao II continuó la política de intervención en Siria-Palestina en apoyo a los asirios, sin duda con la única intención de ampliar su esfera de influencia. Si bien consiguió enviar oleadas que llegaron a alcanzar incluso el Eúfrates, no tuvo más remedio finalmente que establecer su frontera en Gaza.
Y por supuesto, en efecto, este soberano continuó la política de apertura al mundo griego, permitiendo incluso el asentamiento colonial de los mercenarios y mercaderes jonios en el país, algo que ya había empezado a ocurrir durante el reinado de su padre, así como la creación de una flota marítima capaz de hacerse valer tanto en el Mediterráneo como en el Mar Rojo. Para tal fin, en la zona del Uadi Tumilat, inicia grandes trabajos de infraestructura para crear una nueva vía comercial, un canal que uniese el Mar Rojo con el Mediterráneo, para el que destinó 120.000 operarios. Para controlar este nuevo comercio, se creó un nuevo puesto, una nueva ciudad, denominada Cieku, nombre de la región del Uadi Tumilat, que en egipcio se conocía como Per-Temu. Hoy sus ruinas se conocen con el nombre de Tell el-Maskuta, a unos 15 kilómetros al oeste de Ismailia.
Necao II
consigue construir así una flota que, si bien no era fuerte en grado de
rivalizar con aquellas de sus rivales mediterráneos, sí que consigue, entre
otros felices resultados, el de abrir la vía a un periplo africano
protagonizado por marineros fenicios. Este seré sin duda uno de los hechos
relevantes de su reino, de los pocos, puesto que el legado de Necao II no dejó
un buen recuerdo ni a sus contemporáneos ni a las generaciones sucesivas.
Cuando
muere en el 595 a.C., deja un hijo y tres hijas. El varón reinará con el nombre
de Psamético II, por un periodo de tiempo verdaderamente breve, ya que fallece
en el 589. Su comportamiento sin embargo mostró gran energía, ya que se breve
periodo en el trono contrasta verdaderamente con la gran cantidad de acciones
que realiza al interior de Egipto, casi tan notables como los de su padre.
Igualmente,
hace que su hija Ankhnesneferibra, fruto de su unión con la reina Takhut, sea
adoptada como Divina Adoratriz de Amón, por parte de la actual, Nitocris, a la
que sucederá en el 584. Con ello, se mantiene en Tebas una administración saíta
desde la cual se puede comprender un gran auge y riqueza gracias, por ejemplo,
a las magníficas tumbas que algunos funcionarios, como el Mayordomo de Amón
Sheshonq hijo de Harsiesi, o Pedineith se hacen construir en el Assasif.
Los deseos
de grandeza de Psamético II se manifestaron sobre todo en el exterior. De hecho,
es como si el rey deseara particularmente equilibrar los efectos negativos de
las políticas exteriores de sus predecesores. Regresando a los territorios del
Próximo Oriente, Psamético II intentó nuevamente influenciar al reino de Judá,
donde reinaba Gioiakim. En el año 597, Nabucodonosor II se apodera de
Jerusalén, saquea el templo, deporta al rey a Babilonia con los miembros más
importantes de la corte y hace coronar a su propio tío, Sedecías. Esto provocó
una clara rivalidad entre Gioiakim y Sedecías, así como entre los partidarios
de uno y otro. Desde el primer año de reinado de Sedecías, Egipto presiona a
Jerusalén para que se rebele, realizándose un concilio antibabilónico en la
ciudad israelita en el 594. En el 591 Psamético II realizó un viaje, en teoría
pacífico, hasta Biblos. Digo pacífico porque en Egipto su regreso fue celebrado
como una campaña militar tradicional. En cualquier caso, fue una demostración de
fuerza que impulsó a Sedecías a rebelarse. Las consecuencias de sus acciones
serán desastrosas para Jerusalén.
Pero si
Psamético II es recordado por alguna campaña, es por la siguiente. En el año
anterior se habían producido igualmente encontronazos, también provocados por
Psamético II, contra el país de Kush, donde Anlamani había fundado el Segundo
reino de Napata. El faraón ponía así fin a una época de paz que se remontaba a
la época de Tanutamón. El ejército egipcio alcanza Pnubs, en la tercera catarata,
y puede que incluso llegasen a Napata. Sin embargo, de forma extraña, Psamético
no culmina su ataque, sino que sus tropas, entre los cuales había multitud de
mercenarios carios que dejaron sus propios nombres incisos en Abu Simbel, se
retiraron hasta la primera catarata. Esta zona, al sur de Elefantina, se va a
convertir en una especie de frontera o terreno de nadie entre Egipto y Nubia.
Los motivos de esta campaña son bastante oscuros: los textos oficiales la
presentan como una campaña de pacificación provocada por una revuelta kushita,
que en realidad nunca pareció existir. Después, los actos que suceden a esta
campaña será la cancelación de todos los monumentos de soberanos etíopes en
Egipto, como si Psamético II tuviese la intención de anular mediante esta
damnatio memoriae la existencia de los antiguos adversarios de su propia
estirpe.
Lectura Rosa
Bien, no
deja de mostrarnos por un lado una victoria clara de las tropas egipcias, y por
otro lado, un dato curioso, el hecho de que el faraón, lejos de ir a la cabeza
del ejército y dar muerte personalmente a sus fieros enemigos, aquí se estaba
dedicando a contemplar la belleza de los sicomoros cuando le llega la noticia
de la victoria.
Psamético
II muere en febrero de 589, antes de poder recoger ningún tipo de fruto de su
política oriental. Su hijo, Wahibra Apries, deberá afrontar inmediatamente los
problemas provocados por la revuelta de Sedecías, y de aquellos que se habían
involucrado en el conflicto. Nabucodonosor II marchó sobre la ciudad de
Jerusalén y la sitió durante dos años. También se aseguró el control de
Fenicia, empadronándose con Sidón. No consigue lo mismo sin embargo con Tiro,
que recibió ayuda por el mar de Apries. Se demostró así la efectividad de esta
nueva flota. Por tierra, sin embargo, los egipcios no conseguirán los mismos
éxitos, teniendo que retirarse del frente, dejando Jerusalén en manos
babilónicas.
Las
noticias de esta derrota llegan hasta la guarnición asentada en Elefantina,
donde el general Neshor consigue reprimir un amotinamiento. Pero fue un signo
premonitorio del final del reinado de Apries.
En el 570
Apries recibe la llamada de socorro de su vasallo libio Adikran de Cirene, que
estaba siendo presa del ataque de los Dorios. El faraón envió una tropa de
mercenarios que fueron derrotados nuevamente. Al regreso de esta desastrosa
expedición, comenzaron a producirse revueltas entre estos mercenarios y griegos
asentados en Egipto, que terminaría degenerando en una guerra civil entre
fuerzas nacionales y mercenarios griegos y carios.
Los
egipcios proclamaron como faraón al general Amasis, que se había cubierto de
gloria en la expedición contra los Kushitas. Apries no contaba más que con el
apoyo de sus mercenarios, con quienes afrontó a Amasis en Momenfis en el 570.
Esta batalla supuso la muerte de Apries, y Amasis hace transportar su cadáver
hasta Sais, donde le rinde honores funerarios.
Por otro
lado, Nabucodonosor aprovechó este enfrentamiento para intentar invadir Egipto
en el 568, pero Amasis consigue impedírselo.
Amasis
consiguió ascender al trono arropado por las fuerzas nacionales egipcias, pero
no por eso pudo desentenderse de todo lo que la influencia griega estaba
provocando, tanto en el interior como más allá de las fronteras. Internamente
intentó poner fin al problema adoptando una política que le permitiese eliminar
los diversos focos extranjeros diseminados por el norte. Herodoto nos narra que
el nuevo soberano reunió a los extranjeros en la ciudad de Naucratis, al sur de
la futura Alejandría. Algunas excavaciones arqueológicas en este entorno han
confirmado la existencia de grupos concentrados de extranjeros, algunos
asentados ya desde época de Psamético I.
Lectura Naranja
Amasis les
concedió importantes privilegios económicos y comerciales, como autonomía
comercial, o lugares de culto propios. Esta economía servirá para impulsar la
riqueza de la región del delta, y posteriormente de todo Egipto, alcanzando
niveles muy elevados en tiempos de Amasis. Se piensa que aproximadamente la
población que tenía Egipto en esta época rondaba los siete millones y medio de
habitantes, cifra realmente elevada si la comparamos con otros países del
Mediterráneo.
Queda
patente pues la capacidad de Amasis como gobernante capaz de mantener unas
propicias relaciones incluso con sus enemigos. Por ejemplo, algunos éxitos
militares conseguidos en la isla de Chipre le garantizaron una ligera
preponderancia en el Mediterráneo. Sin embargo, Amasis decide emplear esta
nueva flota chipriota conquistada con fines comerciales, y de esta forma tejer
una red de buenas relaciones internacionales, frente al inminente auge de los
Persas, que estaban minando el poder de los babilónicos, y que le preocupaba
tanto como a sus vecinos griegos.
Pero todos
estos intentos no consiguen evitar lo que se mostraba ineludible: la
reconstrucción del imperio persa, a todas luces futuro señor del Asia Menor: un
imperio aún más potente del que lo había sido el Asirio.
Los únicos
que podían hacer frente a semejante fuerza eran los griegos, protegidos por el
mar en sus territorios y con técnicas militares que habían mostrado de sobra su
efectividad en batalla. Egipto no podía hacer otra cosa que sentarse a esperar
el ataque y confiar en que funcionase el entramado de relaciones que había
desarrollado Amasis.
(Herodoto y la hija de Amasis ofrecida a los persas)
La muerte
del rey Ciro, en el 529, retardó brevemente la invasión de Egipto. A la muerte
de Amasis, en el 526, Psamético III sube a un trono que pendía de un hilo, y
que estaba ya prácticamente rodeado por los persas. Cuando Ciro II ascendió al
poder persa, marchó sobre Egipto en el 525 (hay otros autores que defienden que
fue Cambises quien marchó hacia el Nilo antes de su muerte) y venció al
ejército egipcio en el Pelusio. Psamético III huyó hasta Menfis, que, una vez
más, se convirtió en baluarte y estandarte de la resistencia nacional. La
ciudad fue capturada, y Psamético, aunque en un primer momento consigue huir,
es capturado y conducido a Susa encadenado. Egipto se convierte entonces en una
provincia más del imperio aqueménida. En un primer momento Psamético III es
retenido en la corte persa, como prisionero, pero se le perdona la vida. A lo
que el faraón egipcio respondió intentando una conspiración para recuperar su
trono, tras lo cual fue ejecutado.
Después,
durante el dominio persa, hubo breves brotes de insurgencia, buscando una
imposible independencia, que se sucederán durante los siguientes dos siglos,
pero se tratará cada vez de breves momentos de libertad precedentes de un
severo castigo.
Dinastía XXVI Saita
La Vigésima
Sexta Dinastía de Egipto (conocida como Dinastía XXVI,
alternativamente 26a Dinastía o Dinastía 26) fue la
última dinastía nativa en gobernar Egipto antes de
la conquista persa en 525 a.C (aunque otros la siguieron). El
reinado de la dinastía (664–525 a. C.) también se llama el período
Saite después de la ciudad de Sais, donde
sus faraones tenían su capital, y marca el comienzo del período
tardío del antiguo Egipto.
Esta
dinastía remonta sus orígenes a la dinastía 24. Psamtik
I probablemente era un descendiente de Bakenranef, y tras
las invasiones del Imperio Neo-Asirio durante los reinados
de Taharqa y Tantamani, fue reconocido como el único rey de todo
Egipto. Mientras el Imperio neoasirio estaba preocupado por las revueltas
y la guerra civil por el control del trono, Psamtik abandonó sus lazos con los
asirios alrededor del 655 a. C., formó alianzas con el rey Gyges de
Lidia y reclutó mercenarios de Caria y la antigua
Grecia para resistir a los ataques asirios.
Con el
saqueo de Nínive en 612 a. C. y la caída del Imperio Asirio, tanto
Psamtik como sus sucesores intentaron reafirmar el poder egipcio en el Cercano
Oriente, pero fueron rechazados por el Imperio neobabilónico bajo Nabucodonosor
II. Con la ayuda de mercenarios griegos, Apries pudo contener
los intentos de Babilonia de conquistar Egipto, solo para que los persas
eventualmente lo hicieran. Su rey, Cambises II, capturó y luego
ejecutó a Psamik III.
XXVI Dinastía Faraónica de Sais (672 al 525 a.C.)
- Asiria
invade el Bajo Egipto, y toma Menfis a los Nubios, del 672 al 671 a.C.
- Los egipcios
recuperan el control del Bajo Egipto como vasallos de Asiria, en el 672 a.C.
Neco I ó
Necao I, gobernador de Sais, Rey del Bajo Egipto desde el 672 a.C.
-
Sublevación del Bajo Egipto contra los Asirios, desde el 669 a.C.
Los asirios
reconquistan Menfis y conquistan de Tebas, hacia el 668 a.C.
- Rebelión
de los gobernadores del Delta del Nilo contra los Asirios, entre el 667 y el
664 a.C.
- El
gobernador de Sais lucha a favor de los Asirios y contra los Nubios, muere en
combate en 664 a.C.
Psamético
I, gobernador de Sais, Rey del Bajo Egipto desde el 664 a.C. Faraón desde el
656
- Los
Nubios reconquistan el Alto Egipto y atacan a los Asirios de Menfis, hacia el
657 a.C.
Campaña
asiria a Tebas, con ayuda de los Egipcios de Sais, en el 656 a.C.
- Los asirios
permiten a la dinastía saíta gobernar como tributaria de Asiria, del 656 al 612
a.C.
- Fin del
Imperio Asirio, ocupado por babilonios y Medas, en el 612 a.C.
- Combates
fronterizos contra los Caldeos de Babilonia, hacia el 611 a.C.
Neco II ó
Necao II, Faraón de Egipto desde el 610 a.C.
- Egipto
experimenta un breve período de prosperidad económica, desde su reinado.
- El Canal
de Necao, que une el Nilo y el Mar Rojo, abierto durante su reinado.
Batallas de
Karkemish y Hama, derrotas contra los babilonios, en el 605 a.C.
-
Expedición fenicia alrededor de África, patrocinada por Egipto y realizada
durante su reinado.
Psamético
II, Faraón de Egipto desde el 595 a.C.
- Campaña
contra los Nubios de Kush, durante su reinado.
Wahibre ó
Apries, Faraón de Egipto desde el 589 a.C.
- Los egipcios
apoyan la rebelión de los hebreos contra los babilonios, en el 587 a.C.
-
Levantamiento del ejército, tras ser derrotado por colonos griegos de
Cirenaica, en el 571 a.C.
Ahmosose II
ó Ahmosis II ó Amasis, general, Faraón de Egipto desde el 570 a.C.
- Conquista
de Chipre y alianza con los griegos de Samos y Cirene, durante su reinado.
Psamético
III, Faraón de Egipto desde el 526 al 525 a.C.
I Invasión
Persa; traición de los aliados griegos y conquista del Bajo Egipto, en el 525
a.C.
Batalla de
Pelusium y toma de Menfis, en el 525 a.C.
- Los reyes
de Persia son también faraones de Egipto, del 525 al 404 a.C.
Faraones de la Dinastía 26
La 26
Dinastía puede estar relacionada con la 24 Dinastía. Manetón comienza
la dinastía con:
·
Ammeris el Nubio, 12 (o 18)
años
·
Stephinates, 7 años.
·
Nechepsos, 6 años
·
Necho, 8 años.
Cuando el
rey nubio Shabaka derrotó a Bakenranef, hijo de Tefnakht,
probablemente instaló un comandante nubio como gobernador en Sais. Este
puede ser el hombre llamado Ammeris. Stephinates puede ser un
descendiente de Bakenrenef. A veces se lo conoce como Tefnakht
II en la literatura. Nechepsos ha sido identificado con un rey local
llamado Nekauba (678–672 a. C.). El Necho de Maneton es el
Rey Necho I (672–664 a. C.); Manetón da su reinado a los 8
años. Necho fue asesinado durante un conflicto con el rey
nubio Tantamani. Psamtik huye a Nínive, capital del imperio
neoasirio, y regresa a Egipto cuando Ashurbanipal derrotó a Tantamani y lo
llevó de regreso al sur. Los eruditos ahora empezar la dinastía 26 con el
reinado de Psamético I.
Sextus
Julius Africanus afirma en su versión a menudo precisa
del Epítome de Manetón que la dinastía contaba con 9 faraones,
comenzando con un "Stephinates" (Tefnakht II) y terminando con
Psamtik III. Africanus también señala que Psamtik I y Necho
I gobernaron durante 54 y 8 años respectivamente.
Según
Manetón, en la versión de Jorge Sincelo: "La dinastía XXVI consistió en nueve
reyes de Sais... Necao tomó Jerusalén y llevó cautivo al rey Joacaz a Egipto...
Cuando Jerusalén fue tomada por los asirios, los judíos supervivientes se
refugiaron junto a Uafris".
Transcripción
de los nombres de los gobernantes saítas en los epítomes de Manetón:
Psamtik I
Wahibre
Psamtik I, conocido por los griegos
como Psammeticus o Psammetichus, que gobernó 664-610 a. C., fue
el primero de los tres reyes de ese nombre de la Saita,
o vigésimo sexta dinastía de Egipto.
Las
referencias históricas a lo que los griegos llamaron Dodecarchy, una
confederación suelta de doce territorios egipcios, basada en
los nombres tradicionales, y el surgimiento de Psamtik I en el poder,
estableciendo la dinastía Saítica, se registran en las Historias
de Heródoto, Libro II. : 151-157. A partir de textos cuneiformes,
se descubrió que veinte príncipes locales fueron nombrados por Esarhaddon y
confirmados por Ashurbanipal para gobernar Egipto.
Relieve de Psamtik I haciendo una ofrenda
a Ra-Horakhty (Tumba de Pabasa)
Necho I, el
padre de Psamtik de su reina Istemabet, era el jefe de estos kinglets, pero
parece que no pudieron guiar a los egipcios bajo los odiados asirios contra
los nubios más comprensivos. El laberinto construido
por Amenemhat III de la Duodécima Dinastía de Egipto es
atribuido por Heródoto a la Dodecarquía, que debe representar esta combinación
de gobernantes.
Necho I
murió en 664 a. C. cuando el rey kushita Tantamani intentó
sin éxito tomar el control del bajo Egipto del Imperio Asirio. Después de
la muerte de su padre, dentro de los primeros diez años de su reinado, Psamtik
unió a todo Egipto y lo liberó del control asirio.
Campañas militares
Estatua del siglo VII encontrada
en Kale mencionando Psamtik. La inscripción griega
jónica dice: "El hijo de Amphimeos,
Pedón, me trajo de Egipto y dio como voto; Psammetichos, el rey de Egipto le
dio una ciudad por su virtud y una diadema de oro por su virtud".
Psamtik
reunificó a Egipto en su noveno año de reinado cuando envió una poderosa flota
naval en marzo de 656 a. C. a Tebas y obligó a la Esposa de Dios
de Amón en Tebas, Shepenupet II, a adoptar a su hija Nitocris
I como su heredera en la llamada estela de Adopción. La victoria
de Psamtik destruyó los últimos vestigios del control de la Dinastía
25 de Nubia sobre el Alto Egipto bajo Tantamani ya que Tebas
ahora aceptaba su autoridad. Nitocris ocuparía su cargo durante 70 años
desde el 656 a. C. hasta su muerte en el 585 a. C. A partir de entonces,
Psamtik hizo una fuerte campaña contra los príncipes locales que se opusieron a
su reunificación de Egipto. Una de sus victorias sobre ciertos
merodeadores libios se menciona en una estela de Year 10 y Year 11
del Dakhla Oasis. Psamtik ganó la independencia de Egipto del Imperio
Asirio y restauró la prosperidad de Egipto durante su reinado de 54
años. El faraón procedió a establecer relaciones cercanas con
la Grecia arcaica y también alentó a muchos colonos griegos a
establecer colonias en Egipto y servir en el ejército egipcio. En
particular, se instaló algunos griegos en Tahpanhes (Daphnae).
El
historiador griego Heródoto transmitió una anécdota sobre Psamtik en
el segundo volumen de sus Historias (2.2). Durante su visita a
Egipto, Herodoto escuchó que Psammetichus ("Psamṯik")
buscó descubrir el origen del lenguaje al realizar un experimento con
dos niños. Al parecer, le dio dos bebés recién nacidos a un pastor, con
las instrucciones de que nadie debería hablar con ellos, pero que el pastor
debería alimentarlos y cuidarlos mientras escucha para determinar sus primeras
palabras. La hipótesis era que la primera palabra se pronunciaría en el
idioma raíz de todas las personas. Cuando uno de los niños gritó
"βεκός" (bekós) con los brazos extendidos, el pastor informó de esto
a Psammetichus, quien concluyó que la palabra era frigia porque ese era el
sonido de la palabra frigia para "pan". Por lo tanto,
concluyeron que los frigios eran personas más mayores que los
egipcios, y que frigio era el idioma original de los hombres. No hay otras
fuentes existentes para verificar esta historia.
Esposas
La esposa
principal de Psamtik era Mehytenweskhet, la hija de
Harsiese, visir del Norte y Sumo Sacerdote de Atum en
Heliópolis. Psamtik y Mehytenweskhet fueron los padres de Necao II,
Merytneit, y la Divina Adoratriz Nitocris I.
El suegro
de Psamtik, el ya mencionado Harsiese, se casó tres veces: con Sheta, con quien
tuvo una hija llamada Naneferheres, con Tanini y, finalmente, con una mujer
desconocida, con quien tuvo ambos Djedkare, el visir del Sur y
Mehytenweskhet. Harsiese era hijo del visir Harkhebi, y estaba
relacionado con otros dos Harsieses, ambos visires, que formaban parte de la
familia del famoso alcalde de Tebas Montuemhat.
El 9 de
marzo de 2017, arqueólogos egipcios y alemanes descubrieron una estatua colosal
de unos 7,9 metros (26 pies) de altura en el sitio
de Heliópolis en El Cairo. Hecho de cuarcita, la
estatua fue encontrada en un estado fragmentario, con el busto, la parte
inferior de la cabeza y la corona sumergida en el agua subterránea.
Se ha
confirmado que es de Psamik I debido a los grabados encontrados que mencionan
uno de los nombres del faraón en la base de la estatua.
Un portavoz
de la época comentó que "si pertenece a este rey, entonces es la estatua
más grande del Período Tardío que se descubrió en
Egipto". Se espera que la cabeza y el torso se trasladen al Gran
Museo Egipcio.
La estatua
(coloso) fue esculpida en el antiguo estilo clásico de 2000 a.C., estableciendo
un resurgimiento de la grandeza y la prosperidad del período clásico de
antaño. Sin embargo, de los muchos fragmentos reunidos (ahora 6.400 de
ellos) de cuarcita recolectada, también se ha establecido que el coloso fue
destruido deliberadamente en algún momento. Ciertos fragmentos de roca
descoloridos y agrietados muestran evidencia de haber sido calentados a altas
temperaturas y luego destrozados (con agua fría), una forma típica de destruir
colosos antiguos.
Muro de basalto que representa Psamtik I
(Museo Británico)
Necho II
Necho
II (a veces Nekau, Neku, Nechoh, o Nikuu; fue
un rey de la Dinastía 26 (610–595 a.C). Necho emprendió
una serie de proyectos de construcción en todo su reino. En su reinado,
según el historiador griego Herodoto, Necho II envió una
expedición de fenicios, que en tres años navegó desde el Mar Rojo alrededor
de África hasta el Estrecho de Gibraltar y de regreso a Egipto.
Su hijo, Psammetichus II, tras la sucesión puede haber eliminado el nombre
de Necho de los monumentos.
Una pequeña estatuilla de bronce
arrodillada, probablemente Necho II, que ahora reside en el Museo de
Brooklyn
Necho
desempeñó un papel importante en las historias del Imperio neoasirio,
el Imperio neobabilónico y el Reino de Judá. Necho II es
muy probablemente el faraón mencionado en varios libros de
la Biblia. El objetivo de la segunda de las campañas de Necho fue la
conquista asiática, para contener el avance hacia el oeste del Imperio
neobabilónico y cortar su ruta comercial a través del Éufrates. Sin
embargo, los egipcios fueron derrotados por el inesperado ataque de
los babilonios y finalmente fueron expulsados de Siria.
El egiptólogo Donald
B. Redford observó que, aunque Necho II era "un hombre de acción
desde el principio y dotado de una imaginación tal vez más allá de la de sus
contemporáneos, Necho tuvo la desgracia de fomentar la impresión de ser un
fracaso".
Linaje y vida temprana
Necho II
era el hijo de Psammetichus I por su Gran Esposa
Real Mehtenweskhet. Su prenomen o nombre real Wahem-Ib-Re significa
"Realización [del] Corazón (es
decir, Deseo) [de] Re". Tras su ascensión, Necho se enfrentó
al caos creado por las incursiones de los cimerios y escitas,
que no solo habían devastado Asia al oeste del Éufrates, sino que también
habían ayudado a los babilonios a destruir el Imperio Asirio. Ese antiguo
imperio ahora se redujo a las tropas, funcionarios y nobles que se habían
reunido alrededor de un general que resistía en Harran, que
había tomado el nombre del trono de Ashur-uballit II. Necho intentó
ayudar a este remanente inmediatamente después de su coronación, pero la fuerza
que envió resultó ser demasiado pequeña, y los ejércitos combinados se vieron
obligados a retirarse al oeste a través del Éufrates.
Campañas militares
Primera campaña
En la
primavera de 609 a. C., Necho dirigió personalmente una fuerza considerable
para ayudar a los asirios. Al frente de un gran ejército, compuesto
principalmente por sus mercenarios, Necho tomó la ruta costera Via
Maris hacia Siria, con el apoyo de su flota mediterránea a lo largo
de la costa, y avanzó a través de las zonas bajas de Filistea y Sharon. Se
preparó para cruzar la cresta de las colinas que se cierran en el sur del
gran valle de Jezreel, pero aquí encontró su paso bloqueado por el
ejército de Judea. Su rey, Josías, se puso del lado de los babilonios
e intentó bloquear su avance en Meguido, donde se libró una
feroz batalla y Josías fue asesinado (2Reyes 23:29, 2
Crónicas 35: 20-24).
Herodoto informa
sobre la campaña del faraón en sus Historias, Libro 2: 159:
Necos, entonces, dejó de trabajar en el canal y se
dirigió a la guerra; algunos de sus trirremes fueron construidos por el
mar del norte, y algunos en el Golfo Arábigo (Mar Rojo), por la costa del Mar
de Erythrias. Todavía se pueden ver los molinetes para varar los
barcos. Él desplegó estas naves según fue necesario, mientras que también
participó en una batalla campal en Magdolos con los sirios, y los
conquistó; y después de esto tomó Cadytis (Kadesh), que es una gran ciudad
de Siria. Envió la ropa que había usado en estas batallas a Branchidae de
Mileto y se la dedicó a Apolo.
Necho
pronto capturó Kadesh en el Orontes y avanzó, uniendo fuerzas con Ashur-uballit
y juntos cruzaron el Éufrates y sitiaron a Harran. Aunque Necho se
convirtió en el primer faraón en cruzar el Éufrates desde Thutmosis
III, no pudo capturar a Harran y se retiró al norte de Siria. En este
punto, Ashur-uballit desapareció de la historia, y el imperio asirio fue
conquistado por los babilonios.
El Segundo
Libro de los Reyes dice que Necho se encontró con el Rey
Josías del Reino de Judá en Meguido y lo mató (2
Reyes 23:29). Dejando atrás una fuerza considerable, Necho regresó
a Egipto. En su marcha de regreso, descubrió que los judíos habían
seleccionado a Joacaz para suceder a su padre Josías, a quien Necho
depuso y reemplazó por Joacim. Trajo a Joacaz de regreso a Egipto
como su prisionero, donde Joacaz terminó sus días (2 Reyes 23:31; 2 Crónicas
36: 1–4).
Segunda campaña
El rey de
Babilonia planeaba reafirmar su poder en Siria. En 609 a. C., el rey Nabopolassar capturó
a Kumukh, que cortó al ejército egipcio y luego se basó en
Carchemish. Necho respondió al año siguiente retomando Kumukh después de
un asedio de cuatro meses, y ejecutó la guarnición
babilónica. Nabopolassar reunió otro ejército, que acampó en Qurumati en
el Éufrates. Sin embargo, la mala salud de Nabopolassar lo obligó a
regresar a Babilonia en 605 a. C. En respuesta, en 606 a. C. los
egipcios atacaron a los babilonios sin líderes (probablemente entonces
liderados por el príncipe heredero Nabucodonosor) que huyeron de su posición.
En este
punto, el anciano Nabopolasar pasó el mando del ejército a su hijo Nabucodonosor
II, quien los condujo a una victoria decisiva sobre los egipcios en Carquemis en
605 a. C., y persiguió a los sobrevivientes que huían a Hamath. El sueño
de Necho de restaurar el Imperio egipcio en el Medio Oriente como había
ocurrido bajo el Nuevo Reino fue destruido cuando Nabucodonosor
conquistó el territorio egipcio desde el Eufrates hasta el Arroyo de
Egipto (Jeremías 46: 2; 2 Reyes 23:29) hasta Judea. Aunque
Nabucodonosor pasó muchos años en sus nuevas conquistas en campañas continuas
de pacificación, Necho no pudo recuperar ninguna parte significativa de sus
territorios perdidos. Por ejemplo, cuando Ashkalon se rebeló,
a pesar de las repetidas súplicas, los egipcios no enviaron ayuda y apenas
pudieron repeler un ataque babilónico en su frontera oriental en el 601 a.
C. Cuando rechazó el ataque babilónico, Necho logró capturar Gaza mientras
perseguía al enemigo. Necho centró su atención en los años restantes en
forjar relaciones con nuevos aliados: los carios y, más al oeste,
los griegos.
Proyectos ambiciosos
En algún
momento durante su campaña siria, Necho II inició pero nunca completó el
ambicioso proyecto de cortar un canal navegable desde la rama Pelusiac del Nilo hasta
el Mar Rojo. El canal de Necho fue el primer precursor del canal
de Suez. Fue en conexión con una nueva actividad que Necho fundó una
nueva ciudad de Per-Temu Tjeku que se traduce como 'La Casa del Atum de
Tjeku' en el sitio ahora conocido como Tell el-Maskhuta, unos 15 km
al oeste de Ismailia. El canal estaba destinado a facilitar el
comercio entre el mar Mediterráneo y el océano Índico.
Necho
también formó una armada egipcia reclutando griegos jonios
desplazados. Este fue un acto sin precedentes por parte del faraón, ya que
la mayoría de los egipcios habían albergado tradicionalmente un desagrado y un
miedo inherentes al mar. La armada que Necho creó operaba a lo largo de
las costas del Mediterráneo y del Mar Rojo. Necho II construyó buques de
guerra, incluyendo trirremes cuestionables.
Expedición fenicia
El mundo según Heródoto, 440 a. C.
Una representación del mapa del mundo de
Ptolomeo del siglo XV, reconstituida de la Geografía de Ptolomeo (c. 150)
En algún momento
entre 610 y antes de 594 a. C., según se dice, Necho encargó una expedición
de fenicios, de quienes se dice que en tres años zarpó del Mar
Rojo alrededor de África de regreso a la desembocadura del Nilo. La
creencia en el relato de Heródoto, transmitido a él por tradición
oral, se debe principalmente a que declaró con incredulidad que los
fenicios "mientras navegaban en un curso hacia el oeste por el extremo sur
de Libia (África), tenían el sol a su derecha"—hacia el norte de ellos (Las
Historias 4.42[1] )
- en tiempos de Heródoto no se sabía generalmente que África estaba
rodeada por un océano (con la parte sur de África que se piensa conectada con
Asia). Plinio también creía esto, mientras
que Estrabón, Polibio y Ptolomeo dudaban de la
descripción. FCH Wendel, escribiendo en 1890, coincidió con
Heródoto al igual que James Baikie.
El egiptólogo AB Lloyd disputó en 1977 que un faraón
egipcio autorizaría tal expedición[2],
excepto por las razones de la conquista asiática y el comercio en
las antiguas rutas marítimas.
Muerte y sucesión
Necho II
murió en 595 a. C. y fue sucedido por su hijo, Psamético II, como el
próximo faraón de Egipto. Psamtik II, sin embargo, aparentemente eliminó
el nombre de Necho de casi todos los monumentos de su padre por razones
desconocidas. Sin embargo, algunos académicos, como Roberto Gozzoli,
expresan dudas de que esto haya sucedido realmente, argumentando que la
evidencia de esto es fragmentaria y bastante contradictoria.
Circunnavegación africana de Necho II
Una faceta
interesante del antiguo Egipto es que nos sorprende lo que vemos de la historia
de la forma izquierda, como las pirámides y los grandes templos, pero muchos
eruditos se burlan de algunas hazañas legendarias. Una de esas historias,
contadas en una historia tentadoramente breve del historiador griego Herodoto,
es de un viaje por mar que tuvo lugar durante el reinado de la dinastía 26 de
Necho II. Relata la circunnavegación de Africa unos 2000 años antes que los marineros
portugueses de Vasco de Gama.
Realmente
no se nos da una razón para esta expedición, aunque parece que tales viajes
fueron hechos con fines económicos. Teniendo en cuenta el control de las costas
septentrionales del Mediterráneo por los griegos y de las costas meridionales
por los fenicios, la única región donde Egipto, con su flota inferior, podría
adquirir cierta influencia y riqueza habría sido el este de Africa, donde ya
había establecido algún comercio. Sin embargo, también se ha sugerido que el
viaje podría haber servido a un propósito militar.
Según
Herodoto, Necho II ordenó a una flota de tripulación fenicia que abandonara
Egipto desde el este a través del Golfo de Suez y regresara a través del
Estrecho de Gibraltar en la desembocadura occidental del Mediterráneo. Por lo
tanto, esperaba que esta expedición navegara por África en sentido contrario a
las agujas del reloj. Este sería un largo viaje, en el que la tripulación
ayudaría a mantenerse estableciendo asentamientos temporales en tierras donde
cultivarían cultivos durante el viaje.
Según la
historia, después de dos años completos la flota finalmente redondeó los
Pilares de Hércules (el Estrecho de Gibraltar), y regresó a Egipto durante el
transcurso del tercer año. Herodoto termina la historia con una sorprendente
conclusión:
"Los fenicios hicieron una declaración que yo
mismo no creo (aunque otros lo deseen) en el sentido de que navegaron hacia el
oeste alrededor del extremo sur de Africa, tenían el sol a su derecha".
Esto es
exactamente lo que habrían visto ir hacia el oeste alrededor del Cabo de Buena
Esperanza en el extremo sur de África, porque el sol aparece a la derecha
cuando se viaja hacia el oeste en el hemisferio sur, pero ¿cómo podría Herodoto
haber sabido esto en una fecha tan temprana si el valor ney no tuvo lugar.
Fuera del
relato de Herodoto, hay poca o ninguna evidencia de tal viaje. Sin embargo, la
mayor parte de su historia parece ser al menos plausible, y cabe señalar que
este viaje tuvo lugar no muy lejos del tiempo de Herodoto. Sus Historias fueron
escritas alrededor del 440 a. C., mientras que Necho II llegó al trono egipcio
alrededor del 610 a. C.
Los
egipcios habrían sabido, durante algún tiempo, una cierta longitud de la costa
este de África, ya que desde tiempos anteriores habían estado haciendo visitas
a la tierra de Punt. Aunque la ubicación exacta de Punt sigue siendo
desconocida, casi con seguridad estaba en la costa este de África, un poco al
sur de Egipto. Los fenicios habían estado en contacto con el Atlántico desde
que el puerto comercial de Gadir (actual Cádiz) fue fundado alrededor del 800
a. C.
También
poseían barcos que eran capaces de navegar a través del Estrecho de Gibraltar y
a lo largo de la costa norteafricana, por lo que técnicamente habría sido
posible un viaje por África. De hecho, los vientos y las corrientes favorecen
una circunnavegación este-oeste de África, y la navegación no habría sido un
problema si mantuvieran la costa a la vista. Además, los egipcios habían
llevado a cabo durante muchos años viajes marítimos a Byblos, en la costa
levantina, y a Punt a través del Mar Rojo. Aunque la circunnavegación de África
bajo Vasco da Gama, que navegó desde Lisboa en Portugal a Calicut en la India,
tomó sólo diez meses entre 1497 y 1498, el viaje de dos años y medio de los
barcos fenicios también parece razonable, especialmente teniendo en cuenta su
la yete para reponer sus suministros.
La historia
también es coherente con la política exterior de Necho II, que trató de
beneficiar económicamente a Egipto mejorando el acceso a las rutas marítimas.
Se le atribuye probablemente el inicio de la construcción (o restauración) de
un canal de unos 85 kilómetros de largo y lo suficientemente ancho para los
barcos de mar, que conecta el Valle del Nilo con el Mar Rojo. Este canal,
presagiando el moderno canal de Suez, más tarde se convirtió en una ruta
comercial de importancia internacional.
Sin
embargo, si bien muchos lectores de Herodoto han dado por sentado esta
historia, de hecho no demuestra que la flota de Necho II circunnavegó África.
Hay que recordar que las historias de Herodoto son una pieza elaborada de
escritura retórica, y no es una historia objetiva, sino más bien un análisis
altamente literario, así como partidista, del choque cultural entre las
culturas griega y persa. Era un griego convencido de la superioridad griega, y
su técnica favorita para devaluar los logros persas era enfatizar lo que otros
no griegos (especialmente los egipcios) podían lograr.
También le
encantaba contar historias de reyes egipcios resolviendo problemas difíciles,
mostrando la profundidad de la sabiduría egipcia, que por supuesto los persas
no podían igualar. Por lo tanto, debido a que no tenemos pruebas directas de
este viaje por Africa de fuentes egipcias contemporáneas, es probable que nunca
haya tenido lugar. De hecho, el egiptólogo Alan Lloyd cree que la aventura es
extremadamente improbable, afirmando que:
"Si un rey egipcio, en cualquier período,
organizó y envió una expedición, lo hizo con fines prácticos específicos para
satisfacer necesidades prácticas específicas. La investigación desinteresada o
la curiosidad clara siempre estuvieron entre los menos evidentes de los hábitos
egipcios de la mente. ¿Qué posible fin podría haber pensado un rey egipcio que
una empresa de este tipo podría haber servido? Para cualquier persona
familiarizada con las formas faraónicas de hacer las cosas, la respuesta
inmediatamente sustentador a su vez es un enfático '¡Ninguno en absoluto!'.
Dado el contexto del pensamiento egipcio, la vida económica y los intereses
militares, es imposible que uno se imagine qué estímulo podría haber motivado a
Necho en tal esquema y si no podemos proporcionar una razón que sea sólida
dentro de los términos de referencia egipcios, entonces hemos buena razón para
dudar de la historicidad de todo el episodio.
Sin
embargo, esta historia es una de las favoritas de aquellos que conectarían la
cultura, y específicamente las pirámides de México con la de los egipcios.
Argumentan que los barcos podrían haber sido separados de la flota de Necho,
soplados hacia el oeste a través de la parte más estrecha del Atlántico,
terminando en el costo brasileño. A partir de ahí, habría sido posible para
ellos navegar hacia el norte hasta el Golfo de México, donde podrían haber
desembarcado y establecido una colonia, extendiendo la cultura egipcia por toda
América Central y del Sur. Sin embargo, esta posibilidad es una vez eliminada
de un cuento que debe ser cuestionado.
Psamético II
Psamtik
II (también deletreado Psammetichus o Psammeticus) fue un
rey de la 26a dinastía de Egipto basada en Saite (595 a. C. -
589 a. C.). Su prenomen, Nefer-Ib-Re, significa "Hermoso [es el] Corazón [de] Re". Era el hijo
de Necho II.
Esfinge de Psamtik II
Campañas y batallas
Psamtik II
lideró una incursión en Nubia en 592 a. C., marchando hasta el sur o hasta la
cuarta catarata del Nilo, según una estela contemporánea de Tebas (Karnak), que
data del año 3 del nombre de este rey y se refiere a una fuerte derrota que se
infligió al reino de Kush. Un conocido graffito inscrito en griego en la pierna
izquierda de la colosal estatua de Ramsés II, en el lado sur de la entrada
al templo de Abu Simbel, registra que:
"Cuando
el rey Psammetichus (es decir, Psamtik II) llegó a Elefantina, esto fue escrito
por aquellos que navegaron con Psammetichus, el hijo de Theocles, y llegaron
más allá de Kerkis hasta donde el río lo permitió. Aquellos que hablaban
lenguas extranjeras (griego y carias que también rayaron sus nombres en el
monumento) fueron liderados por Potasimto, los egipcios por Amasis.
Kerkis estaba
ubicado cerca de la Quinta Catarata del Nilo "Que se encontraba bien dentro del Reino Cushite".
Esta fue la
primera confrontación entre Egipto y Nubia desde el reinado
de Tantamani. Un rey kushita llamado Anlamani había
revivido el poder del reino de Napata. La campaña de Psamtik II
probablemente se inició para destruir cualquier aspiración futura que los
kushitas pudieran haber tenido para reconquistar Egipto. El ejército
egipcio avanzó hasta Pnubs (Kerma) y la ciudad capital de Napata en
una serie de feroces batallas, donde saquearon sus templos y destruyeron las
estatuas reales de Kushite. La capital kushita fue saqueada bajo el
reinado del rey nativo kushita Aspelta, que era el hermano menor
de Anlamani y el hijo de Senkamanisken. La estela de Karnak de
Year 3 data del II día de Shemu 10 del reinado de Psamtik II y afirma que:
El ejército
que su Majestad envió a Nubia ha llegado a la tierra de Pnubs... Los nubios de
todas partes [de Kush] se habían levantado contra él, sus corazones llenos de
ira cuando atacó a los que se habían rebelado contra él allí; porque
estaba furioso con los que se habían levantado contra él. Su Majestad
participó en el combate tan pronto como llegó a la batalla. Los rebeldes
capitularon antes de que se lanzara una sola flecha contra ellos... Los que
intentaron huir no tuvieron éxito y fueron traídos de vuelta como prisioneros:
cuatro mil doscientos hombres.
La estela de la victoria de Psamtik II
de Kalabsha, que registra su campaña contra Kush
Como
resultado de la devastadora campaña de Psamtik, el poder de Kush fue aplastado,
y sus reyes desde Aspelta en adelante perdieron cualquier oportunidad de
recuperar el control de Egipto. En cambio, los gobernantes nubios
decidieron trasladar su capital más al sur de Napata a la relativa seguridad
de Meroë. Curiosamente, sin embargo, Psamtik II no parece haber
capitalizado su victoria. Sus tropas se retiraron a la Primera Catarata, y
Elefantina continuó siendo la frontera sur de Egipto.
Un
resultado de esta campaña fue la destrucción deliberada de monumentos
pertenecientes a los reyes kushitas de la Dinastía 25 en Egipto "al
piratear sus nombres y los emblemas de la realeza de sus estatuas y
relieves". Más tarde, en 591 a. C., durante el cuarto año de su
reinado, Psamético II lanzó una expedición a Palestina "para fomentar una
revuelta general levantina contra los babilonios" que involucró, entre
otros, a Sedequías del Reino de Judá.
Monumentos
Psamtik II
fue tanto un faraón guerrero dinámico como un prolífico constructor en su breve
reinado de 6 años. Psamtik II y su hijo Apries probablemente
construyeron un templo Saite significativo en el pueblo de
El-Mahalla El-Kubra, que se encuentra equidistante de Sebennytos y
Behbeit El-Hagar en el Delta del Nilo Inferior. Funcionarios de la
expedición napoleónica a Egipto observaron "un número extraordinario de
elementos de construcción faraónicos de granito y turquesa reutilizados en
edificios modernos" en este sitio; este descubrimiento fue confirmado
posteriormente por Nestor L'Hôte en 1828, que contó más de 120
columnas de granito construidas solo en la mezquita de esta aldea. También
se vio un fragmento de granito rojo de 1,8 metros de largo con el nombre de
Psamtik II y un dintel de puerta de Apries en El-Mahalla El-Kubra.
El Templo de Hibis fue fundado
por Psamtik II en Kharga Oasis.
Bajo el
reinado de Psamético II, se erigieron un par de obeliscos de más de 21,79
metros de altura en el templo de Heliópolis; El primer emperador de
Roma, Augusto, más tarde tuvo uno de los obeliscos, hoy conocido como
el Obelisco de Montecitorio, que probablemente había sido derribado por
los invasores persas en el 525 a. C., llevado a Roma en el 10 a. C. Psamtik
II también construyó un quiosco en la isla de Philae. Este quiosco hoy
"representa el monumento más antiguo
conocido en la isla" y consistía en "una doble fila de cuatro
columnas, que estaban conectadas por paredes de pantalla".
Otra vista del templo reconstruido de
Hibis en Kharga Oasis en diciembre de 2008.
Psamtik II
también fue responsable de fundar la casa del Templo en
Hibis en El- Kharga Oasis para la tríada
de Amun, Mut y Khonsu con instalaciones significativas
para el culto a Osiris. Este templo de 19,5 x 26 metros estaba
originalmente ubicado en la orilla de un antiguo lago que ahora ha desaparecido
y sus decoraciones del templo solo se completaron bajo los reyes
persas Darío I y posiblemente Darío II. El templo Hibis
consistía en una sala hipóstila con columnas capitales de papiro de dos
por dos, una sala de ofrendas, tres santuarios en la parte trasera del templo y
una capilla al lado de los santuarios para el culto de Psamético II. El
frente de la casa del templo de Hibis presentaba:
"un pronaos con cuatro columnas de
papiro y paredes de pantalla. Durante la construcción de los pronaos, las
paredes laterales se extendieron para agregar un patio [patio]. Esta extensión,
sin embargo, solo se llevó a cabo en la 30 Dinastía [por Nectanebo I y
Nectanebo II.] Las ocho columnas de papiro de los pronaos aún muestran
el tipo del Nuevo Reino de capiteles abiertos en forma de
campana".
Una entrada
de piedra arenisca masiva a través de un muro exterior del recinto aún mide
casi 5 metros de altura y fue construida durante los períodos ptolemaico o
romano. Muchas inscripciones y decretos fueron tallados en la puerta de
entrada sobre una amplia variedad de temas como impuestos, herencia, el sistema
judicial y los derechos de las mujeres, con el texto más antiguo que data del
año 49 d-C.
El Templo
de Psamético II en Hibis fue completamente preservado hasta 1832 cuando se
removieron su techo y partes del templo para la construcción de una fábrica de
aluminio. Solo los trabajos de excavación del Museo Metropolitano de Arte
en 1910-1911 y las restauraciones realizadas por el Servicio de Antigüedades de
Egipto detuvieron su declive. Hoy, el templo Hibis permanece, junto con
el Oráculo o Ammoneion de Siwa, como "el templo mejor conservado y mejor documentado del período tardío
egipcio temprano y, por lo tanto, es un monumento principal a la historia de la
construcción [del templo egipcio]".
Sucesor
Cuando
Psamik II murió en 589 a. C., fue sucedido por Apries, que era su
hijo por la reina Takhut, una princesa de Athribis. Psamtik y la
reina Takhut también fueron los padres de Menekhubaste, una sacerdotisa de Atum
en Heliópolis, y Ankhnesneferibre, la esposa de Dios de Amón que
sirvió en esta poderosa oficina en el Alto Egipto hasta el final del período
Saite en 525 a.C, cuando Egipto fue conquistado por los persas. La fecha
de la muerte de Psamtik II se menciona en la estela de adopción de
Ankhnesneferibre: Año 7, I Akhet, día 23.
Apries
Apries
es el nombre con el que Heródoto (ii. 161) y Diodoro (i.
68) designan a Wahibre Haaibre, un faraón de Egipto (589 a. C. -
570 a. C.), el cuarto rey (contando desde Psamtik I) de la 26a dinastía de
Egipto. Fue equiparado con las Waphres de Manetón, que
registra correctamente que reinó durante 19 años. Apries también se
llama Hophra en Jeremías 44:30
Apries
heredó el trono de su padre, el faraón Psamético II, en febrero de 589 a.
C. y su reinado continuó la historia de intriga extranjera de su padre en los
asuntos de Judea. Apries fue un constructor activo que construyó
"adiciones a los templos en Athribis (Tell Atrib), Bahariya
Oasis, Memphis y Sais". En el año 4 de su
reinado, la hermana de Apries, Ankhnesneferibre, fue adoptada como la
nueva Esposa de Dios de Amón en Tebas. Sin embargo, el
reinado de Apries también estuvo plagado de problemas internos. En 588 a.
C., Apries envió una fuerza a Jerusalén para protegerlo de las fuerzas
babilónicas enviadas por Nabucodonosor II (Jer. 37: 5;
34:21). Sin embargo, sus fuerzas se retiraron rápidamente, aparentemente
evitando una confrontación importante con los babilonios. Jerusalén,
después de un asedio de 18 meses, fue destruida por los babilonios en
el 587 a. C. o en el 586 a. C. El intento fallido de Apries de intervenir
en la política del Reino de Judá fue seguido por un motín de soldados
de la importante guarnición de Asuán.
Mientras se
contuvo el motín, Apries más tarde intentó proteger a Libia de las
incursiones de los invasores griegos dorios, pero sus
esfuerzos fracasaron espectacularmente, ya que sus fuerzas fueron atacadas por
los invasores griegos. Cuando el ejército derrotado regresó a casa,
estalló una guerra civil en el ejército egipcio entre las tropas indígenas y
los mercenarios extranjeros. Los egipcios apoyaron a Amasis II, un
general que había dirigido las fuerzas egipcias en una invasión muy exitosa
de Nubia en 592 a. C. bajo el mando del faraón Psamético II, el
padre de Apries. Amasis se declaró rápidamente faraón en 570 a. C., y
Apries huyó de Egipto y buscó refugio en un país extranjero. Cuando Apries
regresó a Egipto en 567 a. C. con la ayuda de
un ejército babilónico para reclamar el trono de Egipto,
probablemente fue asesinado en una batalla con las fuerzas de Amasis. Alternativamente,
Herodoto (Historias 2.169) sostiene que Apries sobrevivió a la batalla, y
fue capturado y tratado bien por el victorioso Amasis, hasta que el pueblo
egipcio exigió justicia contra él, por lo cual fue puesto en sus manos y
estrangulado para muerte. Amasis aseguró su reinado sobre Egipto y fue su
gobernante indiscutible.
Sin
embargo, Amasis, según los informes, trató los restos mortales de Apries con
respeto y observó los rituales funerarios apropiados al llevar el cuerpo de
Apries a Sais y enterrarlo allí con "honores militares
completos". Amasis, el ex general que se había declarado faraón,
también se casó con la hija de Apries, Chedebnitjerbone II, para legitimar su
acceso al poder. Si bien Herodoto afirmó que la esposa de Apries se
llamaba Nitetis (en griego), "no
hay referencias contemporáneas que la nombren " en los
registros egipcios.
Eusebio colocó
el eclipse de Tales en 585 a. C., en el octavo o duodécimo año del
reinado de Apries.
Monumentos
Un obelisco que
Apries erigió en Sais fue movido por el emperador romano Diocleciano
del siglo III d.C. y originalmente colocado en el Templo de Isis en
Roma. Hoy se encuentra frente a la iglesia basílica de Santa
Maria sopra Minerva en Roma.
El obelisco de Apries en Roma se conoce
como 'Pulcino della Minerva'
Amasis II
Amasis
II o Ahmose II fue un faraón (reinó 570 a. C. - 526 a.
C.) de la 26a dinastía de Egipto, el sucesor
de Apries en Sais. Fue el último gran gobernante
de Egipto antes de la conquista persa.
Una estatua fragmentaria cabeza de Amasis
II
La mayor
parte de nuestra información sobre él se deriva de Herodoto (2.161ff)
y solo puede verificarse de manera imperfecta mediante evidencia
monumental. Según el historiador griego, era de origen común. Originalmente
era un oficial del ejército egipcio. Su lugar de nacimiento fue
Siuph en Saïs. Participó en una campaña general del faraón
Psamético II en 592 a. C. en Nubia.
Una revuelta
que estalló entre los soldados egipcios nativos le dio la oportunidad de tomar
el trono. Estas tropas, al regresar a casa de una desastrosa expedición
militar a Cirene en Libia, sospecharon que habían sido traicionadas
para que Apries, el rey reinante, pudiera gobernar más absolutamente por
medio de sus mercenarios griegos; muchos egipcios simpatizaron
completamente con ellos. El general Amasis, enviado a su encuentro y
sofocar la revuelta, fue proclamado rey por los rebeldes, y Apries, que luego
tuvo que depender completamente de sus mercenarios, fue derrotado. Apries
huyó a los babilonios y fue capturado y asesinado montando una invasión de su
tierra natal en 567 a. C. con la ayuda de un ejército babilónico. Una
inscripción confirma la lucha entre los soldados egipcios nativos y los
soldados extranjeros, y demuestra que Apries fue asesinada y enterrada
honorablemente en el tercer año de Amasis (c. 567 a. C.). Amasis
se casó con Chedebnitjerbone II, una de las hijas de su predecesor Apries,
para legitimar su reinado.
Se conoce
cierta información sobre los orígenes familiares de Amasis: su madre era un
cierto Tashereniset, como lo muestra un busto de ella, hoy ubicado en el Museo
Británico. Un bloque de piedra de Mehallet el-Kubra también establece que
su abuela materna, la madre de Tashereniset, era un cierto Tjenmutetj.
Su corte es
relativamente conocida. El jefe del guardia de la puerta Ahmose-sa-Neith
aparece en numerosos monumentos, incluida la ubicación de su sarcófago. Se
le hizo referencia en monumentos de la 30 Dinastía y aparentemente tuvo un
significado especial en su tiempo. Wahibre era 'Líder de los extranjeros
del sur' y 'Jefe de las puertas de los extranjeros', por lo que era el más alto
funcionario de seguridad fronteriza. Bajo Amasis comenzó la carrera del
médico, Udjahorresnet, que era de particular importancia para
los persas. Se conocen varios "jefes de la
flota". Psamtek Meryneit y Pasherientaihet / Padineith son los únicos
visires conocidos.
Heródoto describe
cómo Amasis II eventualmente causaría una confrontación con los ejércitos
persas. Según Heródoto, Cambises II o Ciro el
Grande le pidieron a Amasis un oftalmólogo egipcio en
buenos términos. Amasis parece haber cumplido al obligar a un médico
egipcio a realizar trabajos obligatorios, lo que hace que deje a su familia en
Egipto y se mude a Persia en el exilio forzado. En un intento de vengarse
de esto, el médico se acercó mucho a Cambises y sugirió que Cambises pidiera a
Amasis una hija en matrimonio para consolidar sus lazos con los
egipcios. Cambises cumplió y solicitó el matrimonio de una hija de
Amasis.
Amasis,
preocupado de que su hija fuera una concubina del rey persa, se negó a
renunciar a su descendencia; Amasis tampoco estaba dispuesto a enfrentarse
al imperio persa, por lo que inventó un engaño en el que obligó a la hija del
ex faraón Apries, a quien Herodoto confirma explícitamente que fue
asesinado por Amasis, para ir a Persia en lugar de su propia descendencia.
Esta hija
de Apries no era otra que Nitetis, quien era, según el relato de Heródoto,
"alta y hermosa". Nitetis naturalmente traicionó a Amasis y al
ser recibido por el rey persa explicó el engaño de Amasis y sus verdaderos
orígenes. Esto enfureció a Cambises y prometió vengarse por ello. Amasis
murió antes de que Cambises lo alcanzara, pero su heredero e hijo Psamético III
fue derrotado por los persas.
Primero,
Ciro el Grande firmó acuerdos de alianza con
el rey lidio Croesus y Nabonido el rey babilónico
en 542 a. C. El objetivo real de los acuerdos era evitar la ayuda entre
Egipto y sus aliados. Con ambos ahora privados del apoyo egipcio, los
persas conquistaron, primero, el imperio de Croesus en 541 a. C. y, luego, el
imperio neobabilónico en 539 a. C.
Heródoto
también describe cómo, al igual que su predecesor, Amasis dependía de
mercenarios y concejales griegos. Una de esas figuras fue Fanes de
Halicarnaso, que luego dejaría Amasis, por razones que Heródoto no conoce
claramente, pero los sospechosos eran personales entre las dos figuras. Amasis
envió a uno de sus eunucos para capturar a Phanes, pero el sabio
consejero superó al eunuco y Phanes huyó a Persia, se encontró con Cambises y
le dio consejos para su invasión a Egipto. Egipto finalmente se perdió
ante los persas durante la batalla de Pelusium en 525 a. C.
La riqueza de Egipto
Aunque Amasis aparece primero como campeón del nativo
menospreciado, tuvo el buen sentido de cultivar la amistad del mundo
griego y puso a Egipto en contacto más cercano con él que
nunca. Heródoto relata que bajo su prudente administración, Egipto alcanzó
un nuevo nivel de riqueza; Amasis adornaba los templos del Bajo
Egipto, especialmente con espléndidos santuarios monolíticos y
otros monumentos (su actividad aquí se demuestra por los restos
existentes). Por ejemplo, un templo construido por él fue excavado
en Tell Nebesha.
Amasis
asignó la colonia comercial de Naucratis en la rama Canópica del Nilo a
los griegos, y cuando el templo de Delfos fue quemado, contribuyó con
1.000 talentos a la reconstrucción. También se casó con una
princesa griega llamada Ladice, hija del rey Batto III, e
hizo alianzas con Polícrates de Samos y Creso de
Lidia. Montaigne cita la historia de Heródoto de que
Ladice curó a Amasis de su impotencia rezando a Venus/Afrodita.
Bajo
Amasis, la economía basada en la agricultura de Egipto alcanzó su
cenit. Herodoto, quien visitó Egipto menos de un siglo después de la
muerte de Amasis II, escribe que:
Se dice que
fue durante el reinado de Ahmose II (Amasis) que Egipto alcanzó su nivel más
alto de prosperidad tanto en lo que el río le dio a la tierra como en lo que la
tierra cedió a los hombres y el número de ciudades habitadas. en ese momento
alcanzó en total 20,000.
Su reino
consistió probablemente en Egipto solamente, hasta la Primera Catarata,
pero a esto agregó Chipre, y su influencia fue grande en Cirene,
Libia. En su cuarto año (c. 567 a. C.), Amasis pudo derrotar
una invasión de Egipto por los babilonios bajo Nabucodonosor II; en
adelante, los babilonios experimentaron suficientes dificultades para controlar
su imperio y se vieron obligados a abandonar futuros ataques contra
Amasis. Sin embargo, Amasis se enfrentó más tarde con un enemigo más
formidable con el surgimiento de Persia bajo Ciro quien ascendió al trono
en 559 a.C; Sus últimos años estuvieron preocupados por la amenaza del
inminente ataque persa contra Egipto. Con gran habilidad estratégica,
Cyrus había destruido a Lydia en 546 a. C. y finalmente derrotó a los
babilonios en 538 a. C., lo que dejó a Amasis sin grandes aliados del Cercano
Oriente para contrarrestar el creciente poder militar de
Persia. Amasis reaccionó cultivando lazos más estrechos con los
estados griegos para contrarrestar la futura invasión persa en Egipto, pero
tuvo la suerte de haber muerto en 526 a. C. poco antes de que los persas
atacaran. El asalto final cayó sobre su hijo Psamtik III, a quien
los persas derrotaron en 525 a. C. después de haber reinado durante solo seis
meses.
Tumba y profanación
Amasis II
murió en 526 a. C. Fue enterrado en la necrópolis real de Sais, y aunque
su tumba nunca ha sido descubierta, Heródoto nos la describe:
[Es] un
gran edificio de piedra enclaustrado, decorado con pilares tallados en la
imitación de palmeras y otros adornos costosos. Dentro del claustro hay
una cámara con puertas dobles, y detrás de las puertas se encuentra el
sepulcro.
Heródoto
también relata la profanación de la momia de Ahmose II / Amasis cuando el rey
persa Cambises conquistó Egipto y así terminó la 26a dinastía
(Saite):
[N] o antes
[... Cambises] entró en el palacio de Amasis que dio órdenes para que su cuerpo
[Amasis] fuera sacado de la tumba donde yacía. Hecho esto, procedió a que
lo trataran con toda indignidad posible, como golpearlo con látigos, pegarlo
con aguijones y arrancarse el pelo. [...] A medida que el cuerpo había
sido embalsamado y no se caería a pedazos bajo los golpes, Cambises lo había
quemado.
Reputación posterior
Desde el
siglo V a.C, hay evidencia de historias que circulan sobre Amasis, en las
fuentes egipcias (incluyendo un papiro demótico del tercer siglo BCE), Herodoto, Hellanikos,
y Plutarco 's Convivium Septem sapientium. "En esos cuentos, Amasis fue presentado como
un faraón no convencional, comportándose de manera impropia ante un rey pero
dotado de sabiduría práctica y astucia, un embaucador en el trono o una especie
de cómic Salomón egipcio".
Esta cabeza probablemente provenía de una
estatua del templo de Amasis II. Lleva la tradicional tela de cabeza de
nemes real, con una serpiente protectora de uraeus en la frente. Circa 560
AEC. Museo de Arte Walters, Baltimore.
Relieve que muestra Amasis del templo de
Karnak
Estela que data del año 23 de Amasis, que
se exhibe en el Louvre.
Concesión de una parcela de tierra por un
individuo a un templo. Fechado en el primer año de Amasis II, en
exhibición en el Louvre
La cenicienta egipcia
Rhodopis ante la leyenda de Cenicienta
Rhodopis ya
tenía presencia en la antigua leyenda griega mucho antes de que la famosa
historia de Cenicienta se apegara a ella. Ella es mencionada por primera
vez por el historiador Heródotos de Halikarnassos (vivió c. 484 a. C. - c. 425
a. C.) en el Libro II de su libro Las Historias, que probablemente
fue escrito alrededor del año 431 a. C. o alrededor. Heródotos describe a
Rhodopis como una hermosa hetaira griega, o cortesana de clase alta,
que vivía en la ciudad de Naukratis en Egipto durante el reinado del faraón
Amasis II (gobernado 570–526 a. C.).
Heródotos
la menciona en el contexto de la descripción de la Pirámide de Menkaure en
Giza, que algunos griegos creían que había sido construida por
Rhodopis. Heródotos refuta esto, escribiendo, según lo traducido por
George Rawlinson:
Algunos griegos dicen que fue construido por
Rhodopis, la cortesana, pero están en un error; de hecho, es claro para mí
que cuando dicen que no saben quién era Rhodopis, de lo contrario nunca la
habrían acreditado con la construcción de una pirámide en la que se debió
gastar lo que yo podría llamar una suma incontable de talentos. Y es una
prueba más de su error que Rhodopis floreció en el reinado de Amasis, no de
Mykerinos [es decir, Menkaure], y así muchos años después de estos reyes que
construyeron las pirámides.
Luego,
Heródotos brinda una gran cantidad de información fantástica sobre los
antecedentes legendarios de Rhodopis:
Ella era tracia de nacimiento, esclava de Iadmon,
hijo de Hephaestopolis, Samian y esclava de Aisopos [es decir, Esopo], la
escritora de historias... Rhodopis fue traída a Egipto por Xanthes de Samos, y
en su llegada fue por un gran cantidad de dinero liberado para la práctica de
su llamado por Charaxos de Mitilene, hijo de Skamandronymos y hermano de Sappho
la poetisa. Por lo tanto, Rhodopis fue liberada y vivió en Egipto, donde
sus encantos se hicieron bien conocidos y se hizo lo suficientemente rica para
una dama de su profesión, pero no para la construcción de una pirámide de este
tipo. Al ver que hasta el día de hoy cualquiera que lo desee puede saber
cuál era la décima parte de sus posesiones, no se le puede acreditar una gran
riqueza. Para Rhodopis deseaba dejar un memorial de sí misma en
Grecia, al hacer algo que nadie más había inventado y dedicado en un
templo y presentarlo en Delphi para preservar su memoria; así que gastó la
décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas
de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a
Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar
establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las
cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer
de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos
sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de
la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos,
después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado
amargamente por Safo en uno de sus poemas.
Así que gastó la décima parte de su sustancia en la
fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como
pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el
día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario
mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de
complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa
que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un
Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el
otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a
Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas.
Así que gastó la décima parte de su sustancia en la
fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como
pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el
día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario
mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de
complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa
que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un
Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el
otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a
Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas.
Detrás del altar establecido por los chianos y
frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna
vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta
historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis,
y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia,
aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su
libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus
poemas.
Detrás del altar establecido por los chianos y
frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna
vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta
historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis,
y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia,
aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su
libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus
poemas.
La historia de Cenicienta es un clásico cuento popular europeo que casi todos en el mundo occidental conocen desde la infancia. La mayoría de las personas aquí en los Estados Unidos se presentaron por primera vez a la historia a través de la clásica película animada de Walt Disney Cinderella (1950), que se basó en una versión francesa de la historia publicada en 1697 por el escritor francés Charles Perrault en su libro Histoires ou contes du temps passé ("Historias de tiempos pasados con la moral"). La historia de la propia Cenicienta, sin embargo, es mucho, mucho más antigua que Perrault. De hecho, la versión más antigua conocida de la historia de Cenicienta fue registrada por primera vez por un escritor griego en Egipto helenístico a principios del siglo I d. C.
Rhodopis, la antigua Cenicienta griega
El
protagonista en la versión griega antigua de la leyenda de Cenicienta no se
llama, por supuesto, "Cenicienta", sino Rhodopis. El
nombre Rhodopis proviene de la palabra griega ῥόδον, que significa
"rosa", más la palabra ὤψ, que significa "ojo", más el
sufijo adjetivo femenino -ις. Por lo tanto, el nombre significa
literalmente "Ojos de rosa". El nombre es equiparable a los epítetos
comunes de las diosas Athena y Hera respectivamente en Los poemas homéricos.
El
significado del nombre es especialmente significativo debido al hecho de que,
en cuentos populares europeos posteriores, nombres similares relacionados con
rosas a menudo se atribuyen a heroínas de cuentos de hadas como "Briar
Rose" y "Rose Red". En el caso de Rhodopis, sin embargo,
probablemente podemos suponer que su nombre no significa que sus ojos son
de color rosa, porque eso no tendría mucho sentido, sino que sus ojos
son tan hermosos como las rosas. (Si eso parece una comparación extraña,
solo recuerda que, para los antiguos griegos, el epíteto “Ojos de vaca”
aparentemente se consideraba halagador).
Rhodopis ante la leyenda de Cenicienta
Rhodopis ya
tenía presencia en la antigua leyenda griega mucho antes de que la famosa
historia de Cenicienta se apegara a ella. Ella es mencionada por primera
vez por el historiador Heródotos de Halikarnassos (vivió c. 484 a. C. - c. 425
a. C.) en el Libro II de su libro Las Historias, que probablemente
fue escrito alrededor del año 431 a. C. o alrededor. Heródotos describe a
Rhodopis como una hermosa hetaira griega, o cortesana de clase alta,
que vivía en la ciudad de Naukratis en Egipto durante el reinado del faraón
Amasis II (gobernado 570–526 a. C.).
Heródotos
la menciona en el contexto de la descripción de la Pirámide de Menkaure en
Giza, que algunos griegos creían que había sido construida por
Rhodopis. Heródotos refuta esto, escribiendo, según lo traducido por
George Rawlinson:
Algunos griegos dicen que fue construido por Rhodopis,
la cortesana, pero están en un error; de hecho, es claro para mí que
cuando dicen que no saben quién era Rhodopis, de lo contrario nunca la habrían
acreditado con la construcción de una pirámide en la que se debió gastar lo que
yo podría llamar una suma incontable de talentos. Y es una prueba más de
su error que Rhodopis floreció en el reinado de Amasis, no de Mykerinos [es
decir, Menkaure], y así muchos años después de estos reyes que construyeron las
pirámides.
Fotografía moderna de la Pirámide de
Menkaure en Giza, que, según Heródotos, algunos griegos creían que había sido
construida por Rhodopis.
Luego,
Heródotos brinda una gran cantidad de información fantástica sobre los
antecedentes legendarios de Rhodopis:
Ella era tracia de nacimiento, esclava de Iadmon,
hijo de Hephaestopolis, Samian y esclava de Aisopos [es decir, Esopo], la
escritora de historias... Rhodopis fue traída a Egipto por Xanthes de Samos, y
en su llegada fue por un gran cantidad de dinero liberado para la práctica de
su llamado por Charaxos de Mitilene, hijo de Skamandronymos y hermano de Sappho
la poetisa. Por lo tanto, Rhodopis fue liberada y vivió en Egipto, donde
sus encantos se hicieron bien conocidos y se hizo lo suficientemente rica para
una dama de su profesión, pero no para la construcción de una pirámide de este
tipo. Al ver que hasta el día de hoy cualquiera que lo desee puede saber
cuál era la décima parte de sus posesiones, no se le puede acreditar una gran
riqueza. Para Rhodopis deseaba dejar un memorial de sí misma en
Grecia, al hacer algo que nadie más había inventado y dedicado en un
templo y presentarlo en Delphi para preservar su memoria; así que gastó la
décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas
de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a
Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar
establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las
cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer
de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos
sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de
la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos,
después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado
amargamente por Safo en uno de sus poemas así que gastó la décima parte de
su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de
hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen
en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y
frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna
vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta
historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis,
y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia,
aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su
libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus
poemas así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de
una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y
las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás
del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece
que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque
la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los
griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el
tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el
otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a
Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas detrás
del altar establecido por los chianos y frente al santuario mismo. Parece
que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque
la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los
griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el
tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el
otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a
Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas detrás del
altar establecido por los chianos y frente al santuario mismo. Parece que
las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la
mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos
sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de
la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos,
después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado
amargamente por Safo en uno de sus poemas.
El
"Aisopos" que menciona Heródotos aquí es, por supuesto, el legendario
narrador a quien se le atribuyen numerosas fábulas. (Es mejor conocido en
inglés por la forma anglicizada de su nombre, Esopo) La "Safo" a
la que Heródotos menciona como la hermana de Charaxos es, por supuesto, la
famosa poetisa lírica Safo de Lesbos (vivió c. 630 - c. 570 a. C.), quien era
conocido en la antigüedad como "la Décima Musa" y era venerado como
el equivalente femenino de Homero.
La versión de Strabon
Si bien
Heródotos menciona a Rhodopis como una figura legendaria, la versión de la
historia de Cenicienta asociada con ella no se menciona en ninguna fuente hasta
aproximadamente 400 años después. La primera versión conocida de la
leyenda de Rhodopis Cinderella fue registrada por primera vez por el geógrafo
griego Strabon de Amaseia (vivió alrededor del 64 a. C. - c. 24 d. C.) en su
libro Geographika, una enciclopedia masiva de información histórica y
geográfica. La primera parte de Geographika se publicó alrededor
del 7 a. C., pero la historia de Rhodopis proviene de la segunda parte del
libro, que se publicó en una fecha posterior desconocida, pero definitivamente
antes de la muerte de Strabon alrededor del 24 d. C.
En su mayor
parte, el relato de Strabon sobre Rhodopis es muy similar al que dio Herodotos,
lo que indica que Strabon probablemente estaba usando a Herodotos como
fuente. Strabon, sin embargo, continúa contando otra historia sobre
Rhodopis que Herodotos no menciona. El pasaje crucial, que proviene
de Geographika 17.1.33, dice lo siguiente, según la traducción de HL
Jones:
"... Cuentan la fabulosa historia de que,
cuando se estaba bañando, un águila le quitó una de sus sandalias a su doncella
y se la llevó a Memphis; y mientras el rey administraba justicia al aire
libre, el águila, cuando llegó por encima de su cabeza, arrojó la sandalia en
su regazo; y el rey, conmocionado tanto por la bella forma de la sandalia
como por la extrañeza del hecho, envió hombres en todas las direcciones al país
en busca de la mujer que llevaba la sandalia; y cuando la encontraron en
la ciudad de Naukratis, la llevaron a Memphis, se convirtió en la esposa del
rey ... "
Aunque esta
es la primera versión registrada de la historia de Cenicienta, es posible que
existan variantes más antiguas de la historia, pero simplemente nunca se
escribieron. En el mundo antiguo, a menudo era raro que se registraran
cuentos populares tradicionales de esta variedad porque no se veían como
material de lectura adecuado para personas educadas y se transmitían principalmente
de forma oral de una persona a otra. Algunos folkloristas argumentan que
la historia puede rastrearse en alguna forma hasta una etapa anterior en el
desarrollo de la lingüística indoeuropea, antes de que la rama helénica se
separara de la germánica.
Hay muchas
similitudes entre la narración de Strabon de la leyenda de Rhodopis y la
moderna historia de Cenicienta que todos conocemos de memoria, pero también hay
muchas diferencias. La narrativa central es básicamente idéntica: como en
la versión moderna, una mujer joven y hermosa pierde su zapato, un príncipe
encuentra el zapato, la busca y, al encontrarla, se casa con ella. Esta
parte de la historia sigue siendo la misma.
Las
circunstancias que rodean la narrativa central, sin embargo, son completamente
diferentes. En la versión clásica de Perrault de la historia de
Cenicienta, Cenicienta pierde su zapatilla mientras huye de la pelota porque el
príncipe ha cubierto los escalones del palacio en alquitrán, tratando de evitar
que se vaya. (La versión de Disney se desvía de la versión de Perrault al
eliminar la historia sobre el alquitrán). Sin embargo, en la versión de
Strabon, no hay pelota y Rhodopis nunca se encuentra con el faraón hasta que
descubre su zapato. En cambio, se unen por casualidad cuando un águila
agarra la sandalia de Rhodopis y la deja caer en el regazo del faraón.
El erudito
clásico estadounidense William F. Hansen señala que las versiones de la
historia de Cenicienta generalmente se agrupan en dos subconjuntos: variantes
"occidentales", en las que la protagonista se encuentra con el
príncipe antes de perder su zapato, y variantes "orientales", en las
que nunca se encuentra hasta que encuentre su zapato. La historia de
Rhodopis contada por Strabon cae en la categoría de las variantes "orientales"; mientras
que la versión clásica de Perrault cae en el "western".
Versión de Klaudios Ailianos
Strabon no
fue el único escritor que contó la historia de Rhodopis. Otra versión de
la historia está registrada en el trabajo posterior Varios History, que
fue escrito alrededor del 235 d. C. por el orador romano helenizado Klaudios
Ailianos (vivió c. 175 - c. 235 d. C.). La historia miscelánea 13.33
dice lo siguiente, según la traducción de Thomas Stanley. (Para facilitar
la lectura del pasaje, he modernizado la ortografía y la gramática de Thomas
Stanley):
“Las relaciones de los egipcios afirman que Rhodopis
fue la cortesana más bella; y que en un momento en que se estaba bañando,
Fortune, a quien le encanta hacer cosas extravagantes e inesperadas, le dio una
recompensa: adecuada, no a su mente, sino a su belleza. Mientras ella se
lavaba y sus doncellas miraban su ropa, un águila, agachándose, agarró uno de
sus zapatos y se lo llevó a Memphis, donde Psammetichos estaba sentado a
juicio, y dejó que el zapato cayera en su regazo. Psammetichos,
preguntándose por la forma del zapato, la pulcritud del trabajo y la acción del
pájaro, envió a todo Egipto a descubrir a la mujer a quien pertenecía el
zapato; y habiéndola descubierto, se casó con ella".
La versión
contada por Klaudios Ailianos es casi la misma que la historia contada por
Strabon. Algunos de los detalles menores, sin embargo, son ligeramente
diferentes. Por ejemplo, Strabon nunca dice el nombre exacto del faraón en
cuestión; mientras que Klaudios Ailianos especifica que el nombre del
faraón era Psammetichos.
Hubo tres
faraones egipcios diferentes llamados Psammetichos que gobernaron alrededor del
mismo período general de tiempo que se establece la leyenda de Rhodopis, pero
al que probablemente se refiera Klaudios Ailianos en este pasaje es
Psammetichos II (gobernado 595-589 aC), el predecesor directo de Amasis II, el
faraón durante cuyo reinado Heródotos describe a Rhodopis como florecido.
Estatua del faraón egipcio Psammetichos
II, el candidato más probable para el faraón en la versión de Klaudios Ailianos
de la leyenda de Rhodopis.
El hecho de
que la leyenda de Rhodopis sea reportada por dos autores griegos diferentes
desde dos puntos diferentes en la historia griega indica que la historia siguió
siendo popular durante un largo período de tiempo, ya que la historia de
Cenicienta sigue siendo popular hoy en día.
Psamtik III
Psamético
III (también
escrito Psammetichus, Psammeticus o Psammenitus, fue el
último faraón de la Dinastía XXVI de Egipto desde
526 AC a 525 a.C. La mayor parte de lo que se sabe sobre su reinado y vida
fue documentada por el historiador griego Herodoto en el siglo V a.
C. Heródoto afirma que Psamtik había gobernado Egipto durante solo seis
meses antes de que se enfrentara a una invasión persa en su país liderada por
el rey Cambises II de Persia. Psamtik fue derrotado
posteriormente en la Batalla de Pelusium, y huyó a Memphis donde fue
capturado. El depuesto faraón fue llevado a Susa encadenado y
luego se suicidó.
Psamtik III
era el hijo del faraón Amasis II y una de sus esposas, la
reina Tentkheta. Sucedió a su padre como faraón en 526 a. C., cuando
Amasis murió después de un largo y próspero reinado de unos 44 años. Según
Heródoto, tenía un hijo llamado Amasis y una esposa e hija, ambos sin nombre en
documentos históricos.
Relieve representando Psamtik III de una
capilla en Karnak
Derrota y encarcelamiento
La batalla
de Pelusium fue la primera gran batalla entre el imperio
aqueménida y Egipto. Esta batalla decisiva transfirió el trono
de los faraones a Cambises II de Persia. Que se
libró cerca de Pelusio, una ciudad importante en los extremos orientales
del Delta del Nilo de Egipto, a 30 km al sudeste de la moderna Port
Said, en el 525 antes de Cristo. La batalla fue precedida y seguida por
asedios en Gaza y Memphis.
Encuentro entre Cambises II
y Psammetichus III, recreado imaginativamente por el pintor
francés Adrien Guignet
Herodoto sobre motivos y antecedentes
El mejor
recuento de los eventos que condujeron a la batalla de Pelusium es
de historiadores griegos, particularmente Heródoto. Según
Heródoto, el conflicto entre el faraón Amasis II de Egipto y Cambises
II de Persia fue un proceso gradual que involucró a múltiples personalidades,
en su mayoría egipcios. Según Heródoto, Cambises solicitó a un médico
egipcio de Amasis en buenos términos, a lo que Amasis cumplió. El médico
(muy probablemente un oftalmólogo antiguo) resentía el trabajo
forzado que Amasis le había impuesto y, en represalia, persuadió a Cambises
para que le pidiera a Amasis una hija en matrimonio, sabiendo que a Amasis no
le gustaría perder a su hija con un persa. Cambises cumplió, pidiendo la
mano de la hija de Amasis en matrimonio.
Amasis,
incapaz de soltar a su descendencia, y poco dispuesto a iniciar un conflicto
con los persas, envió a una niña egipcia llamada Nitetis, que era hija de
un egipcio llamado Apries. Según Heródoto, Apries fue el faraón
anterior a quien Amasis había derrotado y asesinado, y cuya hija ahora sería
enviada en lugar de la propia descendencia de Amasis. Una vez saludada por
Cambises como "la hija de Amasis",
Nitetis explicó el truco empleado por Amasis para evitar regalar su propia hija
al rey. Esto enfureció a Cambises, que prometió vengar el insulto.
Según
Heródoto, otra motivación que solidificó la expedición de Cambises a Egipto
fue Fanes de Halicarnaso. Originalmente un miembro del consejo y
asesor de Amasis, un curso desconocido de eventos llevó a que se desarrollara
amargura entre ellos hasta el punto de que Amasis envió
un eunuco egipcio después de Phanes, persiguiéndolo
a Lydia. Phanes fue capturado en Licia, pero burló a sus
guardias emborrachándolos y escapó a Persia, y ayudó al rey persa en todos los
modos de estrategia, y fue instrumental en la determinación de su determinación
de conquistar Egipto.
A pesar de
tener el control total sobre el imperio neobabilónico y sus
subregiones, incluido el norte de Arabia, Cambises envió un mensaje al Rey de
Arabia solicitando un paso seguro por el camino del desierto desde Gaza hasta
Pelusium. El rey árabe, él mismo enemigo de Amasis, y contento de
facilitar su destrucción, le concedió un paso seguro a Cambises e incluso le
proporcionó tropas. Según Polibio, incluso con todas las
precauciones tomadas al entrar en la frontera de Egipto, solo la ciudad de Gaza
resistió a los persas, que cayeron después de un largo asedio. Cuando la
noticia de la inminente batalla llegó a Egipto, Psamtik III (Psammenitus),
hijo y heredero de Amasis II, reunió al ejército egipcio y lo estacionó a lo
largo de la bifurcación del Mar Rojo y el río Nilo. El
propio Amasis murió seis meses antes de que Cambises llegara a Egipto.
Psamtik
esperaba que Egipto pudiera resistir la amenaza del ataque persa mediante una
alianza con los griegos, pero esta esperanza fracasó, ya que las ciudades
chipriotas y el tirano Polícrates de Samos, que poseían una gran flota,
ahora preferían unirse a la Persas El hecho de que uno de los asesores
tácticos más prominentes de Egipto, Fanes de Halicarnaso, ya había pasado al
lado persa significaba que Psamik dependía por completo de su propia
experiencia militar limitada. Polícrates envió 40 trirremes a los
persas. Psamtik, en un violento acto de venganza antes de la confrontación
con el ejército persa, arrestó a todos los hijos de Phanes y los puso entre dos
cuencos. Luego los cortó uno por uno, drenando su sangre y mezclándola con
vino. Psamtik luego bebió e hizo que todos los demás concejales bebieran
su sangre antes de las batallas.
La batalla
El decisivo
conflicto militar ocurrió en Pelusium. Como Heródoto describe un mar de
cráneos en la cuenca del Nilo, sobre los restos de los cuales comenta sobre las
diferencias entre las cabezas de los persas y los
egipcios. Según Ctesias, cayeron cincuenta mil egipcios, mientras que
la pérdida total en el lado persa fue de solo siete mil. Después de esta
breve lucha, las tropas de Psamtik huyeron, y pronto la retirada se convirtió
en una derrota completa. Desorientados y huyendo, los egipcios se
refugiaron en Memphis. Los egipcios ahora estaban sitiados en su
fortaleza de Memphis.
Consecuencias
Según
Heródoto, Cambises, en un último intento de poner fin a la lucha, envió un
heraldo persa en un barco para exhortar a los egipcios a rendirse antes de un
nuevo derramamiento de sangre. Al avistar el barco persa en el puerto de
Memphis, los egipcios salieron corriendo, atacaron el barco y mataron a todos
los hombres que iban en él, llevando sus extremidades desgarradas con ellos de
regreso a la ciudad. A medida que Cambises avanzó a Memphis, se dice que
por cada Mitileno asesinado durante el asedio de Memphis, murieron diez
egipcios, lo que hace que el número de egipcios muertos sea de dos mil, que
pudieron haber sido ejecutados en el momento o después del asedio, porque
murieron doscientos mitileanos. Pelusium probablemente se entregó
inmediatamente después de la batalla. El faraón fue capturado después de
la caída de Memphis y se le permitió vivir bajo la vigilancia persa. Más
tarde se suicidó después de intentar una revuelta contra los persas.
Según Polyaenus, los soldados persas
supuestamente usaron gatos, entre otros animales sagrados egipcios, contra el
ejército del faraón. La pintura de Paul-Marie Lenoir, 1872.
Los campos
de alrededor estaban cubiertos de huesos de combatientes cuando Heródoto
lo visitó. Señaló que los cráneos de los egipcios se distinguían de
los de los persas por su dureza superior, un hecho confirmado por las momias, y
que atribuía a los egipcios que les afeitaban la cabeza desde la infancia, y a
los persas que los cubrían con pliegues de tela o lino.
Polyaenus,
"un general macedonio retirado más interesado en la novedad que en la
precisión histórica", afirma que, según la leyenda, Cambises capturó
Pelusium utilizando una estrategia inteligente. Los egipcios consideraban
ciertos animales, especialmente los gatos, como sagrados (tenían una diosa gata
llamada Bastet), y no les harían daño de ninguna manera. Polyaenus
afirma que Cambises hizo que sus hombres llevaran los animales
"sagrados" delante del ataque. Los egipcios no se atrevieron a
disparar sus flechas por miedo a herir a los animales, por lo que Pelusium fue
asaltado con éxito. Esta sería una forma temprana de guerra
psicológica.
Heródoto,
sin embargo, no menciona ninguna de esas estrategias y "apenas da información" sobre los
combates en general. Según Heródoto, Cambises inicialmente se comportó con
cierta moderación, perdonando al hijo de Psamtik debido a la sensación de
"un toque de piedad", pero
más tarde, insatisfecho con su victoria e incapaz de castigar a Amasis, ya
fallecido por su engaño, decidió cometer lo que Heródoto llama un acto no
persa: profanó la tumba de Amasis momificado y ordenó quemar a la momia.
Sin
embargo, Pierre Briant concluye que la información registrada de
Heródoto sobre las acciones de Cambises en Egipto después de la victoria es
falsa.
Cambises
hizo las paces con los libios, aceptando su oferta de tregua. Egipto se
convirtió en una posesión de Persia, y Cambises su faraón. Debido a que
derrotaron a los faraones de la vigésimo sexta dinastía, los monarcas persas
fueron reconocidos como faraones y llegaron a ser conocidos como
la vigésima séptima dinastía de Egipto (o el primer período
persa).
Psamtik
gobernó Egipto durante no más de seis meses. Pocos días después de su
coronación, la lluvia cayó en Tebas, lo cual fue un evento raro que asustó a
algunos egipcios, quienes interpretaron esto como un mal presagio. El
joven e inexperto faraón no era rival para
los persas invasores. Después de que los persas bajo Cambises habían
cruzado el desierto del Sinaí con la ayuda de
los árabes, se libró una amarga batalla cerca de Pelusium, una ciudad
en la frontera oriental de Egipto, en la primavera de 525 a. C. Los
egipcios fueron derrotados en Pelusium y Psamtik fue traicionado por uno de sus
aliados, Fanes de Halicarnaso. En consecuencia, Psamtik y su ejército
se vieron obligados a retirarse a Memphis. Los persas capturaron la ciudad
después de un largo asedio y capturaron Psamtik después de su caída. Poco
después, Cambises ordenó la ejecución pública de dos mil de los ciudadanos
principales, incluido (se dice) un hijo del rey caído.
Cautiverio y suicidio
El
cautiverio de Psamtik y su posterior ejecución se describen en The
Historories by Herodotus, Libro III, secciones 14 y 15. La hija de Psamtik
y las hijas de todos los nobles egipcios fueron esclavizadas. El hijo de
Psamtik y otros dos mil hijos de nobles fueron condenados a muerte, en
represalia por el asesinato del embajador persa y los doscientos tripulantes de
su barco. Un "anciano que había
sido amigo del rey" fue reducido a mendigar. Todas estas
personas fueron llevadas ante Psamtik para probar su reacción, y solo se
molestó después de ver el estado del mendigo.
La
compasión de Psamtik por el mendigo hizo que se salvara, pero su hijo ya había
sido ejecutado. El depuesto faraón fue criado para vivir en el séquito del
rey persa. Sin embargo, después de un tiempo, Psamtik intentó levantar
una rebelión entre los egipcios. Cuando Cambises se enteró de esto,
Herodoto informó que Psamtik había bebido sangre de toro e inmediatamente
murió.
Cabeza de una estatua de Psamtik III
Próximo Capítulo: Dinastía XXVII Real de Persia
https://artehistoriaegipto.blogspot.com/2020/01/capitulo-25-xxvii-dinastia-real-de.html
Bibliografía
https://artehistoriaegipto.blogspot.com/2020/01/capitulo-25-xxvii-dinastia-real-de.html
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133–147. OCLC 83844336.
[1] En cuanto a Libia, sabemos que el mar la
lava por todos lados, excepto donde está unida a Asia. Este descubrimiento
fue hecho primero por Necos, el rey egipcio, quien al desistir del canal que
había comenzado entre el Nilo y el Golfo Arábigo (refiriéndose al Mar Rojo),
envió al mar una serie de barcos tripulados por fenicios, con órdenes para
llegar a los Pilares de Hércules y regresar a Egipto a través de ellos y por el
Mediterráneo. Los fenicios partieron de Egipto a través del mar eritreo y
se embarcaron en el océano austral. Cuando llegó el otoño, desembarcaron,
donde sea que se encontraran, y después de sembrar una porción de tierra con
maíz, esperaron hasta que el grano estuviera en condiciones de cortar. Después
de cosecharlo, volvieron a zarpar; y así sucedió que pasaron dos años
enteros, y no fue sino hasta el tercer año que doblaron los Pilares de
Hércules e hicieron su viaje de regreso a casa. A su regreso, declararon,
por mi parte, no les creo, pero tal vez otros sí, que al navegar alrededor de
Libia tenían el sol sobre su mano derecha. De esta manera se descubrió por
primera vez la extensión de Libia. "Libro 4". Historia
de Herodoto - a través de Wikisource.
[2] Lloyd
debe mantener la posición de que el conocimiento geográfico en la
época de Herodoto era tal que los griegos sabrían que tal viaje
implicaría que el sol estuviera a su derecha, pero no creían que África pudiera
extenderse lo suficiente como para que esto sucediera. Sugiere que los
griegos en este momento entendieron que cualquiera que vaya al sur lo
suficientemente lejos y luego gire hacia el oeste tendría el sol a su derecha,
pero consideró increíble que África llegara tan al sur. Él escribió:
"Dado el contexto
del pensamiento egipcio, la vida económica y militar intereses,
es imposible imaginar qué estímulo podría haber motivado a Necho en tal esquema
y si no podemos proporcionar una razón que sea sólida dentro de los términos de
referencia egipcios, entonces tenemos buenas razones para dudar de la
historicidad de todo el episodio". Alan B. Lloyd, "Necho y el Mar Rojo: algunas
consideraciones", Journal of Egyptian Archaeology, 63 (1977)
p.149.
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