Templo
de Karnak
Descripción.
El conjunto
de los templos de Karnak y Luxor se erige en la orilla oriental del Nilo, muy
cerca de la antigua ciudad de Tebas, capital del Alto Egipto y de todo el país
durante el Imperio Nuevo, durante el cual fue realizado este enorme conjunto
templario, formado por dos complejos unidos mediante una avenida (dromos) [1]flanqueada
por esfinges.
Plano de Karnak y Luxor en la orilla
opuesta al Valle de los Reyes.
Casi todos
los faraones del Imperio Nuevo se preocuparon por ampliar y añadir edificios
en el conjunto de templos de Karnak, centro principal del culto a Amón-Ra,
convirtiéndolo en uno de los más impresionantes complejos religiosos de la
historia.
El mayor de
todos ellos es el llamado simplemente templo de Karnak, famoso por sus gigantescos
pilonos, la gran sala hipóstila, los siguientes vestíbulos plagados de
columnas, los obeliscos y las estatuas dispuestas en numerosos lugares, que
llevan directamente a pensar en el poder y majestuosidad del faraón y el Estado.
Próximo a
este conjunto destaca también el templo de Luxor, con una fachada compuesta de
dos enormes muros macizos que flanquean la entrada y conduce al patio. Ya en el
interior encontramos una serie de recintos y capillas, dispuestos
simétricamente, que albergan el sanctasanctórum, una sala cuadrada con cuatro
columnas.
Análisis formal del templo egipcio.
A pesar de
que la estructura de los templos era similar se pueden distinguir tres tipos
dependiendo de la función para la que se construían. Comenzamos por el segundo,
que es el templo mortuorio consagrado directamente al faraón, en el que se
realizaban todos los ritos funerarios desde su muerte hasta el momento del
enterramiento y después se veneraba su memoria, en ocasiones durante milenios,
como sucedió en el Ramesseum y en los templos de Medinet Habu. El tercero es el
cenotafio, construido por el faraón como templo mortuorio secundario, como los
hallados en Abidos. Podría añadirse un cuarto tipo, pero su forma es muy
variada y sobre todo funcional, y es el templo consagrado a uno de los muchos
animales sagrados, en cuyo caso incluían dependencias específicas destinadas al
animal y auténticos cementerios con miles de momias de cocodrilos, ibis, gatos
o vacas.
El primer
tipo es el templo propiamente dicho, que estaba consagrado a una divinidad y se
construía en honor a uno o varios dioses, de los que destacan los de Karnak y
Luxor. Se pueden clasificar los templos de este primer tipo en oficiales y del
pueblo, correspondientes los primeros a una religión oficial o estatal, en los
que se destacaba el papel del faraón, y los segundos a una religión popular,
que satisfacía la preocupación del pueblo ante sus problemas cotidianos y en
los que depositaba pequeñas imágenes o utensilios relacionados con su trabajo
como ofrenda o agradecimiento ante un embarazo, una curación o una buena
cosecha.
Los templos
egipcios tienen en el pequeño templo de Jonsu (o Khonsu) en Karnak uno de sus
modelos más reconocidos, construido en su mayor parte en el reinado de Ramsés
III (1184-1153).
Vista axionométrica con planta del templo
de Jonsu, en Karnak.
Los templos
se dividen en varias partes, siendo la primera la exterior, una avenida de
esfinges que conduce desde la ribera del río hasta el recinto templario,
rodeado por un muro exterior, en el que penetra la avenida hasta llegar a
la puerta monumental, delante de la cual se sitúan dos obeliscos que aluden a
la morada del dios, a la relación entre lo terrestre y lo solar o sagrado.
También pueden situarse allí ocasionalmente (por ejemplo en el templo de Luxor)
estatuas colosales de faraones, normalmente sedentes, simbolizando los hijos
vivientes del dios. Obeliscos y colosos estaban decorados con escenas en
relieve de temas históricos o religiosos o sacrificio de prisioneros por parte
del faraón en presencia del dios al que estaba dedicado el templo, un programa
iconográfico que continuaba en el interior.
La puerta
monumental está flanqueada por dos torres o moles trapezoidales en talud
llamadas pilonos (el término puede utilizarse también para toda la puerta), que
representaban los acantilados de cada lado del valle del Nilo, pero también
eran, a la vez, las dos montañas que flanquean el disco solar. En cada uno de
los pilonos se encajaban dos mástiles para las banderas que simbolizaban la
presencia del dios.
En el
interior hay tres grandes estancias claramente diferenciadas, que bajan
progresivamente en altura y espacio a medida que se va entrando en el eje o
Camino del Dios: la sala hípetra, la sala hipóstila y las dependencias del
dios.
La primera
estancia es la llamada sala hípetra, una sala abierta en la parte superior y
rodeada por tres lados con un pórtico formado con una doble fila de columnas
que acogía un altar para los sacrificios. A esta primera estancia podía acceder
todo el pueblo para depositar ofrendas y alberga numerosas estatuas
monumentales de los faraones, a imitación de los colosos exteriores, con
escenas narrativas de sus hazañas o imágenes de adoración. Podía haber
más de un patio con su consiguiente puerta de acceso.
Más al
interior sigue la segunda sala, esta vez hipóstila, llamada así porque contiene
un bosque de columnas altas y gruesas que sostienen una cubierta arquitrabada.
Podía estar precedida por un vestíbulo y durante el Reino Nuevo se encontraba
sobre una plataforma y en la época tolemaica a ras de suelo. De nuevo dos filas
de columnas rodean el recinto, pero a diferencia de la primera aquí sólo podían
acceder los notables. Generalmente está decorada con relieves en los fustes de
las columnas. En los mayores templos hay varias salas hipóstilas. La sala
hipóstila tenía la función de salón de recepción del dios, lo que explica que
las filas centrales sean más anchas y altas que las laterales, de modo que el
espacio se eleva en la zona del eje central del templo formando una especie de
nave principal para favorecer el Camino del Dios. Esto permitía además abrir
ventanas laterales por las que penetraba la luz, aunque escasa ya que a medida
que se accedía al santuario se disminuía la cantidad de luz. Los relieves con
los que se decoraba la sala hipóstila representaban escenas de las ceremonias
religiosas que se practicaban en el templo. El acceso a la sala hipóstila
estaba restringido a los altos funcionarios, escribas y gente noble. Cuando el
templo tenía más de una sala hipóstila el acceso a cada una de ellas era cada
vez más restringido a medida que se penetraba en el interior.
La tercera
estancia corresponde a las dependencias del dios. Se reparte entre varias
cámaras, que albergan la barca sagrada y otros tesoros, y finalmente se halla
el santuario o sancta sanctórum, que es
la sala más profunda, estrecha y baja del templo, donde se guardaba la imagen
del dios en el tabernáculo realizado en piedra, granito o madera, oculta a
todos los ojos excepto al faraón y a los sacerdotes, los únicos capaces para el
elaborado ritual diario, que comprendía tres actos diferentes: las ceremonias
preliminares, el despertar y atavío del dios, y la comida.
En las
ceremonias preliminares el sacerdote (o excepcionalmente el faraón), se
purificaba y ahuyentaba las malas influencias con fuego e incienso, en las
dependencias destinadas a tal efecto, para posteriormente acceder a la capilla
en la que se encontraba el dios rompiendo el sello de la puerta.
Después de
despertar al dios, el sacerdote se postraba ante la imagen divina entonando
alabanzas o himnos específicos. Luego limpiaba la estatua con ungüentos y
productos preparados en una de las salas. Después se la vestía y adornaba con
los objetos reales y divinos, y se aplicaban los cosméticos oportunos al
rostro.
Por último
se servía la comida al dios, con gran cantidad y variedad de alimentos, una
obvia invocación para que el dios favoreciera a su pueblo. La comida podía
llevarse a cabo hasta cuatro veces, según los cuatro puntos cardinales, para
que el dios pudiese alimentarse en cualquier punto del Universo.
Tras
retirar las ofrendas se volvía a sellar la puerta, hasta el nuevo ritual, que
se repetía tres veces al día, al amanecer (el más importante), al mediodía y al
atardecer.
Alrededor
de las cámaras y el santuario hay otras dependencias menores, utilizadas
en el culto de dioses locales, dedicadas a la protección de dioses exteriores
que visitaban el templo en las procesiones, o salas para albergar los
objetos necesarios para llevar a cabo el ritual religioso.
Los templos
más importantes incluían elementos exteriores, como tribunas (Mamissi) en la era tolemaica, y el lago
sagrado.
Las
tribunas eran pequeños edificios delante de los pilonos, decorados con colores
alegres y escenas de diosas tocando instrumentos y danzas burlescas;
simbolizaban el lugar escogido por la diosa para esperar el nacimiento de su
hijo, y en ellos el faraón y su corte contemplaban las ceremonias religiosas.
El lago era
un gran estanque, profundo para aprovechar las aguas del Nilo en épocas de
sequía, con escaleras descendentes, y simbolizaba las aguas primigenias de las
que había surgido el Mundo. En él se efectuaban los rituales ligados a la
resurrección de Osiris.
Significado.
El conjunto
de Karnak-Luxor estaba dedicado sobre todo al culto del dios Amón-Ra, el
principal de la religión egipcia, pero como en otros templos egipcios también
se veneraba a otras divinidades. El conjunto constituye el más antiguo centro
religioso conocido en todo el mundo, y fue probablemente el más importante de
Egipto durante la Antigüedad, símbolo de la unión entre el poder político y el
religioso a través de la figura del faraón. Los faraones lo enriquecieron con
numerosas y ricas donaciones de tierras con sus campesinos vinculados, para
sufragar las obras y el mantenimiento de la clase sacerdotal que lo cuidaba, de
modo que en el momento álgido de la XVIII dinastía, c. 1200 aC, trabajaban
hasta 20.000 personas, y en la siguiente XIX dinastía, durante el reinado de
Ramsés III ya eran 81.322 las personas que, entre sacerdotes, guardianes,
obreros y campesinos, trabajaban solo para el templo de Amón-Ra, cuyas
propiedades ascendían a más de dos tercios de las de todos los demás dioses.
El templo
egipcio era la casa del dios y por ello debía ser indestructible, como su
morador inmortal, lo que explica que los primeros templos, hechos probablemente
de adobe y madera como las viviendas y los palacios, fueran sustituidos por
otros realizados en piedra, más duraderos. De este modo, los templos y las
tumbas han sido los únicos edificios construidos en piedra y que por ello han
llegado hasta el presente.
El templo
se construía para albergar la imagen del dios y como lugar en el que los
sacerdotes oficiaban sus ritos ocultos, de modo que el pueblo llano no podía
acceder más que a ciertas dependencias exteriores. La distribución del templo
deja patente la estratificación social del Antiguo Egipto, pero además permite
crear un ambiente progresivamente íntimo y propicio a la función religiosa del
edificio, pues a medida que nos adentramos en el edificio el tamaño de las
salas es cada vez más pequeño, sube el nivel del suelo y disminuye la altura de
los techos de modo que el espacio se hace más angosto y la luz más escasa.
La notable
continuidad estilística de este conjunto se debe también a que el cambio y el
gusto por la novedad nunca fueron considerados importantes por los egipcios:
tanto el estilo arquitectónico como los convencionalismos representativos de
las artes plásticas, establecidos desde un primer momento, continuaron
prácticamente invariables a lo largo de casi dos milenios. La concepción
original del templo no cambió salvo para ampliar y diversificar las
construcciones, hasta alcanzar un modelo clásico a partir de la XVIII dinastía,
que se correspondía con las necesidades de unas ideas religiosas y una clase
sacerdotal que dominaron el país hasta la época romana.
El carácter
sagrado del conjunto Karnak-Luxor ha persistido a lo largo de los siglos, lo
que explica que una pequeña parte del templo de Amón-Ra en Karnak, en concreto
una pequeña sala hipóstila de Tutmosis III fuera transformada en iglesia por
una comunidad cristiana hacia el siglo VI, y que asimismo en la zona nordeste
del primer patio del templo de Luxor se construyera la pequeña mezquita de Abu
el-Hagag, que todavía presta sus servicios en la actualidad, perpetuándose el
carácter religioso del lugar.
El conjunto
de los templos con sus necrópolis relacionadas de la antigua Tebas fue
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y en la actualidad
es el segundo conjunto arquitectónico más visitado de Egipto, después de las
pirámides de Gizeh (o Guiza).
El complejo de Karnak.
La palabra Karnak procede de al-Karnak (“ciudad
fortificada” y se llamaba en el Antiguo Egipto Ipet Sut, “el lugar más venerado”).
El complejo
de templos de Karnak reúne templos (o recintos) consagrados a los más
importantes dioses egipcios, Amón-Ra, Montu, Mut, Jonsu, Opet y Ptah.
Se
distribuyen los templos en tres bloques o centros separados, rodeados cada uno
por un muro de ladrillos de adobe, con varios espacios comunes, en especial el
gran lago sagrado, numerosos templetes y capillas de menor tamaño, y múltiples
estancias y almacenes, dentro de una planta limitada por un muro de adobe, un
trapezoide de lados desiguales: 530 metros por el norte, 510 por el sur, otros
510 por el este y 710 por el oeste, sin que se sepa la razón de tales
diferencias.
El templo
de Amón-Ra es el principal. A su izquierda está el templo de Montu, el antiguo
dios local de la guerra, que ocupa un cuadrilátero de unas dos hectáreas y
media y al otro lado está el templo dedicado a la diosa Mut, representada
simbólicamente por un buitre, esposa de Amón y madre de Jonsu con los que forma
la tríada tebana.
El
historiador Diodoro de Sicilia escribió que el de Amón-Ra era el templo más
antiguo de Tebas y por ende el más venerado, como demuestra la intervención de
una treintena de faraones en su construcción y ampliación, desde su probable
inicio en el Imperio Medio (2134-1784 a.C.) hasta su cumbre en la época del
Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.), en especial la XVIII Dinastía, acabando las
obras importantes en la XXX Dinastía, pero es que además y que casi todos los
faraones, hasta la época romana, realizaron obras de mantenimiento, durante
unos dos mil años, hasta llegar a ocupar unas 30 hectáreas (300.000 metros
cuadrados), el mayor espacio religioso de su tiempo y que albergue la que es
todavía hoy la sala hipóstila más grande del mundo.
Puesto que
los faraones, en su ansia de ampliar y embellecer el templo, en ocasiones
destruían y reutilizaban construcciones y estructuras precedentes, la
arquitectura del edificio resulta más bien complicada, con cuatro patios y diez
pilonos (o puertas, seis para el templo de Amón-Ra y cuatro para la
continuación de su eje) con varios recintos, estructurados en dos ejes, uno
principal y otro transversal.
Visión
aérea de una reconstrucción del complejo de Karnak
El templo de Amón está
orientado así según un doble eje este-oeste y norte-sur. El eje este-oeste, que
comprende del primero al sexto pilono, sigue la trayectoria del Sol y
simbolizaba el eje solar y celeste, y es perpendicular al cauce del Nilo, que
discurre a unos 600 metros del primero de los pilonos. El eje norte-sur, que
abarca del séptimo al décimo pilono, es paralelo al curso del Nilo e indica el
eje real o terrestre.
Pero esta
orientación no es rigurosa, puesto que en Egipto no se planificaban los
edificios con regularidad geométrica, al menos hasta que llegaron los griegos,
lo que se evidencia en que los planos del conjunto de Karnak y Luxor revelan
continuas desviaciones y distorsiones de los ejes a través de la sucesión de pilonos.
El complejo
se inicia en el muelle que entonces estaba en la ribera del Nilo, con una
plataforma sobre la que se erigían pequeños dos obeliscos de Seti II, de los
que sobrevive uno, que señalaban el lugar desde muy lejos a los barcos que se
aproximaban.
Del
embarcadero salía un largo dromos o
camino del dios, una avenida delimitada a ambos lados por 50 esfinges
criocéfalas, con cuerpos de león y cabeza de carnero (el animal tótem de Amón),
protegen a unas diminutas figuras osíricas de Ramsés II. El camino lleva a la
monumental entrada, sita entre dos inmensos pilonos (un concepto que se asigna
también a puerta monumental). El primer pilono nunca fue
terminado. Las piedras no se acabaron de pulir (aunque, curiosamente, sí están
pulidas la piedras de la puerta del pilono), las dos alas del pilono no tienen
la misma altura ya que una no se terminó y, efectivamente, en la parte trasera
del pilono (más concretamente, del ala sur del pilono) se conserva todavía una
de las rampas de adobe que se utilizaron presuntamente para subir los bloques con
los que se construían los pilonos.
Los dos
pilonos muestran en su tercio inferior cada uno cuatro ranuras verticales en
las que encajaban unos mástiles de madera de cedro, forrada de cobre, para las
banderas que ondeaban encima, mientras que las ventanas sobre dichas ranuras en
el primero y segundo piso (con acceso por una escalera interior) servían para
el manejo y también probablemente la sujeción de los mástiles y las banderas.
El dromos y
el pilono de la derecha (al sur) son las obras más tardías del templo, mandadas
construir por Nectanebo I, de la XXX Dinastía, mientras que el pilono de la
izquierda (al norte), inconcluso, y los dos pórticos laterales del patio
siguiente, fueron construidos por el faraón conquistador Sheshonk I (945-924 aC), fundador de la Dinastía XXII.
El
intendente de Sheshonk I dejó memoria, en una estela de Silsileh, de las obras
llevadas a cabo en Karnak: “Su Majestad
ordenó construir un pilono muy grande... para embellecer Tebas... y hacer un
patio de Hebsed para la casa de su padre, Amón-Ra, rey de los dioses, y
rodearlo de una columnata”. Pero las obras nunca acabaron, lo que explica
que el pilono norte llegó solo a las 32 hiladas de sillares, mientras que la
sur, sí acabada posteriormente por Nectanebo I, alcanzó las 45 previstas hasta
los 31,65 metros de altura. La cantería de ambos paramentos quedó también
inconclusa, salvo en el interior de las puertas, y desprovista de los usuales
bajorrelieves, inscripciones y colosos.
Dromos y puerta principal del templo de
Amón-Ra, de la época de Nectanebo I.
La primera puerta da acceso a un gran
patio porticado, una sala hípetra a cielo descubierto, llamada por Champollion
“La Grande Cour du Palais”, de 100 metros de ancho por 82 de fondo, en la que
se alzan varios edificios construidos entre fines de la
Dinastía XVIII y la época ptolemaica, más 12 columnas.
Nada más
entrar, muy cerca del pilono, se encuentra a la izquierda, al noroeste del
patio, un templete del faraón Seti II
y a la derecha, pero al final del patio, otro de Ramsés III. Estos dos
templetes tenían la función de ser capillas de descanso para las embarcaciones
sagradas de la tríada tebana que, en la época de su construcción, eran externas
al templo.
La capilla de Seti II tiene la forma de
una casa de planta rectangular y paredes en talud, con tres puertas y tres
estancias incomunicadas entre sí y sólo iluminadas por las puertas, cuyos
relieves indican que la estancia del oeste correspondía a la barca de Mut, la
del centro a la de Amón, y la del este a la de Jonsu, mientras que los nichos
de la pared del fondo cobijaban estatuas del faraón. El grueso muro de la
fachada está flanqueado por resaltes ribeteados de molduras de toro y coronado
por un toro y un caveto como si fuese un pilono.
Capilla Tripartita de la Barca de Seti II
en el Templo de Amón.
La capilla de Ramsés III está en el
extremo opuesto del patio, en sentido transversal, y es mucho más grande (60
metros de largo) y suntuosa que la anterior, reproduciendo su distribución el
prototipo del templo del Imperio
Nuevo: dos colosos, pilono, patio, vestíbulo, sala hipóstila y
santuario tripartito para alojar las tres barcas sagradas (nuevamente de Mut,
Amón y Jonsu). Los dos colosos figuran a Ramsés III, hoy descabezado, con
bajorrelieves bélicos en los que vence a los ‘Pueblos del Mar’ y a los nubios.
Pilares osíricos de la capilla de Ramsés
III.
En las
jambas de la puerta o pilono, la titulatura regia alterna en franjas
horizontales con cestillas portadoras de tres signos jeroglíficos: el “uas[2]”
(prosperidad), el “ankh[3]”
(vida) y el “djed[4]”
(estabilidad). Unos pilares osíricos con las coronas del Alto y del Bajo Egipto
representan en efigie a Ramsés III soportando el arquitrabe con la inscripción: “El ha hecho la Casa de Ramsés, soberano
de Heliópolis, en la Casa de Amón, toda nueva en piedra blanca, perfecta,
sólida”.
Continuamos en el primer patio porque hay tres puntos que me
gustaría comentar, son los que os muestro en la foto:
1- Columna semiacabada
2- Relleno del pilono de Horemheb
3- Representación de Amón
2- Relleno del pilono de Horemheb
3- Representación de Amón
1- Columna inacabada
Si nos
fijamos a ambos lados del primer patio hay una columnata, tras la cual se
encuentran los muros. Esta columnata se remonta a tiempos de la dinastía XXII
(en pleno tercer período intermedio) y fue construida por el faraón libio Sheshonk I.
Es curioso
observar que no todas las columnas están terminadas, la última columna no está
acabada y nos permite adivinar cómo fueron construidas esas columnas, a base de
unir diferentes bloques que posteriormente eran rebajados y nivelados.
Junto al primer pilono se puede apreciar que el pilar 'in antis'
(es decir, el de base cuadrada pegado al pilono) tampoco fue terminado
2- Relleno de los pilonos
Algunos de los pilonos del templo de Karnak fueron rellenados con
bloques procedentes de construcciones más antiguas.
Del relleno de algunos pilonos, como es el caso del
segundo, el que nos ocupa, se pudieron reconstruir las capillas que actualmente
se encuentran en el Museo al Aire Libre de Karnak. Como ejemplo, aquí tenéis
una foto de una abertura que existe en el segundo pilono donde se puede ver que
está relleno de bloques más antiguos...
3- Rara imagen de Amón
Tras la columnata de Sheshonk I se encontraba el muro de cierre
del patio. Pues bien, este muro está completamente libre de inscripciones
excepto la que se muestra en la foto, en la que se puede ver al dios Amón
representado como una mesa de ofrendas, frente a él se encuentra el faraón,
cuto nombre, dentro de un cartucho, es per-aa...
La inscripción no es excesivamente grande y además está a
unos tres metros de altura, más o menos hacia la mitad del muro (justo detrás
de donde empieza la capilla de Seti II)...
Al fondo
del patio hay un vestíbulo y la siguiente puerta o segundo pilono, iniciados ambos por Horemheb, el faraón de tránsito de la Dinastía XVIII a la XIX, y
terminados por los faraones de esta Dinastía, Ramsés I y Ramsés II, que no tuvieron reparo en
usurpar las cartelas de su antecesor. Este gran pilono fue salvado, como otros
muchos monumentos del conjunto Karnak-Luxor, cuando estaba a punto de ocurrir
su demolición. El arqueólogo francés Georges Legrain escribe: “En 1843 la obra devastadora continuaba aún
y Selim Pachá, gobernador del Alto Egipto, reanudaba el expolio de las ruinas
de Tebas, donde ya nueve templos o pilonos habían desaparecido para satisfacer
necesidades del gobierno”. Afortunadamente lo salvó la intervención de los
diplomáticos europeos poco después.
Columna umbelífera del faraón Taharqa
Champollión
apuntó: “En el centro del Gran Patio del
Palacio existían doce columnas, o mejor, doce imitaciones a gran tamaño del
amuleto (uadi), para servir de soporte a las sagradas enseñas de Amón y del Rey
que habitaban en el edificio. Se debe observar, en efecto, que estas
construcciones no tienen en modo alguno el galbo de una columna, sino que son
más alargadas, más estrechas por debajo de la campana”.
Frente a la
segunda puerta también hay esfinges criocéfalas[5]
(similares a las del dromos) y dos estatuas de grandes dimensiones de Ramsés
II, la mayor de las cuales, en la cara norte, fue usurpada por el faraón
Pinegem (Pinedyem) I, y una de Ramsés III.
Estatua del faraón Pinegem I, de la XXI
Dinastía (1504-1032 a.C.), reutilizando una estatua de Ramsés II.
El templo
continúa en la gran sala hipóstila,
comprendida entre el segundo y el tercer pilono. Varios faraones se sucedieron
en su construcción: Amenofis III mandó erigir el tercer pilono y las 12
columnas de la nave central que sostienen los arquitrabes; Ramsés I comenzó la
decoración, que fue continuada por Seti I (el ala norte), Ramsés II (el ala
sur) y sus sucesores.
La
monumental sala hipóstila mide 102 metros de ancho por 53 metros de largo y
está compuesta de 134 imponentes columnas de hasta 23 metros de altura, que
simbolizaban el pantano primordial del cual surgió la vida en Egipto, dejando
poco espacio intercolumnas, salvo en la nave central y la transversal, algo más
amplias para facilitar las procesiones. Se iluminaba el interior de la sala
mediante los anchos ventanales abiertos sobre los arquitrabes, cerrados por
celosías, que aprovechaban los desniveles de altura.
Las enormes
basas son cilíndricas, sin molduras ni decoración.
Los fustes
están formados por once o doce tambores de alturas desiguales, partidos
verticalmente en dos segmentos, y aún conservan las inscripciones que revelan
el nombre de las divinidades a las que el faraón oraba y consagraba ofrendas, y
algunas aún mantienen restos de la pintura original. En las columnas de la nave
central el ancho tambor medio ostenta un relieve dividido en tres cuadros y en
cada uno de éstos el faraón rinde culto a dioses y diosas, en su mayoría los de
la trinidad tebana, Amón, Mut y Jonsu.
Pero el
faraón varía: Ramsés II aparece en los dos cuadros que gozan de mejor
visibilidad para quienes caminan por la nave central; en cambio, en el tercio
menos favorable, el que mira a las naves laterales, aparece Ramsés
IV.
Ramsés II
es también el más favorecido en las cartelas esculpidas en las columnas,
arquitrabes y cornisas. Estos relieves representan a ambos faraones
desempeñando sus funciones de reyes-sacerdotes, tanto en los actos del culto
diario, desde la apertura del naos por la mañana al cierre y sello de su puerta
al caer la noche, como en las solemnidades rituales propias y exclusivas del
rey: la coronación, el jubileo del Hebsed, las apariciones y conversaciones con
los dioses o las muestras del favor de éstos, junto a la más importante de las
festividades, la fiesta del Apet, una procesión en la que la trinidad tebana
visitaba el
templo de Luxor y los monumentos sepulcrales regios de Tebas Oeste,
al otro lado del Nilo.
También vemos ya un importante
símbolo que se nos aparecerá por doquier a lo largo de nuestro viaje: la Cruz
Egipcia. Comienza aquí una interminable lista de analogías entre la religión
egipcia y la cristiana, muchas de las cuales se nos manifiestan de forma
evidente en estos días. “El Ank,
cruz Ankh, cruz egipcia, cruz de la vida, cruz ansata, la llave del Nilo, cruz
copta, cruz cíclica, cruz de Isis…era portado por muchos dioses en su mano.
Emblema de Isis, Thot y Ptah en los monumentos egipcios. Cruz de la divinidad y
lo ilimitado. Símbolo de la vida y de contener la sangre de Isis, se le
atribuyen grandes virtudes mágicas, por lo que fue fabricada en muchas veces en
piedras encarnadas, jaspe o ágata. En el momento de la creación, el poder
divino porta el Ank, abre las puertas del año, preside e inaugura las
ceremonias rituales asociadas con la vida, la muerte y la vida después de la
muerte. Conecta el tiempo de los humanos con la eternidad. Se asemeja a una
llave no sólo usada por dioses y diosas sino también por sus representantes. Su
bóveda superior se correspondería con el tiempo cíclico, su barra horizontal
con el tiempo rectilíneo (pasado, presente y futuro) y el trazo vertical o
tallo sería la estancia de los muertos. La bóveda también se relaciona con la
gestación del Universo, la creación, lo intangible, el resto con lo material,
lo humano, unidos por la llave de un Dios encarnado. Amuleto de buena suerte y
protección frente a energías negativas. Controla las aguas subterráneas
del Nilo o también sea representación de su curso (tallo) y sus ramificaciones
previas a la desembocadura. Donadora de energía vital: aire, respiración, vida,
origen sagrado de la vida. Importante papel en la meditación egipcia, donde se
alude al Ank de luz”.
Los
capiteles papiriformes (forma de papiro) son de dos tipos, los de las columnas mayores
son abiertos (o campaniformes), y los de las columnas menores son cerrados.
Coronan las columnas ábacos prismáticos, los mayores con una circunferencia de
casi 15 metros, con lo que podrían caber unas 50 personas de pie.
Los muros
laterales de la sala hipóstila están repletos de inscripciones de Seti I en el
lado norte, en un bajorrelieve ligeramente realzado, y de Ramsés II en el sur,
en un bajorrelieve ligeramente rehundido, contraste que ha despertado distintas
conjeturas, siendo la más probable que usurpara los relieves de su padre, Seti
I.
La temática
de las inscripciones es muy variada y es una fuente de información muy valiosa.
Tácito
cuenta en sus Anales (Libro II, LX)
un episodio de la vida de Germánico durante su estancia en Egipto, en una visita a los templos de
Tebas, en la que un anciano sacerdote le tradujo aparentemente algunas de estas
inscripciones:
‹‹Visto
después los grandiosos vestigios de la antigua Tebas, donde para ostentación de
su primera grandeza permanecen todavía los soberbios obeliscos, y en ellos
esculpidas letras egipcias en que se hace mención de la primera opulencia de
esta ciudad, y mandándole a uno de los sacerdotes más viejos que las
interpretase, refería haber habido un tiempo en ella setecientos mil hombres de
tomar armas, y que con este ejército conquistó el rey Ramsés la Libia, Etiopía,
los medos, persas, bactrianos y escitas, y cuanto habitan los siros, los
armenios y sus vecinos los capadocios; extendiendo de allí el imperio hasta los
mares de Bitinia y de Licia. Leíanse aún los tributos puestos a aquellos
pueblos, el peso de la plata y del oro, el número de las armas y los caballos,
el marfil y los aromas, dones de los templos; lo que cada nación pagaba de
granos y de todos los muebles (…).››
Seti I
relata sus campañas militares en los relieves del lado exterior del muro norte,
con inscripciones jeroglíficas sobre los enemigos y los aliados leales,
representados con una minuciosa caracterización antropológica, así como los
accidentes geográficos relevantes como ríos, oasis y bosques (particularmente
interesantes son los de los cedros del Líbano), todo, en fin, cuanto puede
contribuir a una precisión descriptiva que culmina en de los extranjeros con un
rigor admirable.
Tras la escena de ofrenda a los dioses hay una serie de
representaciones, en rojo podemos ver la
parte trasera de la representación de la ofrenda, en verde una representación
de la Masacre del Enemigo realizada frente a Amón y por último, en azul, un
listado de los nombres de las ciudades o pueblos conquistados.
A la derecha del cuadrado azul, es decir, a la derecha del listado
de ciudades ya están las jambas de la puerta de entrada a la sala hipóstila, en
ellas se muestran ofrendas del faraón a los dioses que 'salen' de la sala
hipóstila...
En la parte superior una ofrenda de lechugas del faraón a Min y a
Isis. En la parte inferior, una ofrenda del faraón a Amón y Jonsu.
Las
acciones terminan en dos grandes cuadros, a los lados de las puertas, con una
misma escena: la masacre de los prisioneros a los pies de Amón. El tono de la
descripción es más o menos éste:
“Año I del Rey del Alto y Bajo Egipto, Men-maat-re.
Destrucción que la poderosa espada del faraón realizó entre los vencidos de
Shasu (beduinos de Palestina), desde la fortaleza de Zolu (en la frontera
egipcia del Sinaí) hasta Pa Kanana. Su Majestad marchó contra ellos como un
león de penetrante mirada, haciendo de ellos cadáveres en sus valles, revueltos
en su propia sangre, aniquilados. Cada uno que escapa de sus dedos dice: Su
poder sobre los países lejanos es el poder de su padre Amón, que le ha otorgado
una valerosa victoria sobre todos los países”.
A pesar de que es una pared que corresponde a Seti I, los
cartuchos fueron posteriormente usurpados por Ramsés II.
Una de las representaciones más importantes que se encuentran en
esa pared, y es la que os muestro en la fotografía que adjunto.
La figurita que está detrás del carro de Seti I, fue tapada con yeso y encima pusieron la figura de Ramsés II. Durante bastante tiempo se creyó que eso era una prueba de que antes de Ramsés II había existido otro heredero al trono. Pero actualmente se sabe que no es así, ya que la figura original ha sido identificada como un tal Mehy, "Portador del abanico" y "Líder de las tropas". El hecho de que su figura fuese sustituida por la de Ramsés II indica que éste se había convertido en heredero al trono.
La figurita que está detrás del carro de Seti I, fue tapada con yeso y encima pusieron la figura de Ramsés II. Durante bastante tiempo se creyó que eso era una prueba de que antes de Ramsés II había existido otro heredero al trono. Pero actualmente se sabe que no es así, ya que la figura original ha sido identificada como un tal Mehy, "Portador del abanico" y "Líder de las tropas". El hecho de que su figura fuese sustituida por la de Ramsés II indica que éste se había convertido en heredero al trono.
Por su
parte, los relieves de Ramsés II en el exterior del muro sur están peor
conservados, al parecer por la mayor humedad y frecuencia de inundaciones del
río en ese lado. Quedan retazos de de tres franjas, compuestas de modo
semejante a las de Seti I en el muro norte, que muestran, la primera las
conquistas del faraón, la segunda su retorno victorioso, y la tercera su
llegada al templo para hacer entrega del botín y de los vencidos al dios Amón.
A los lados de las puertas los cuadros finales vuelven a mostrar la matanza
ritual de los prisioneros.
Las lagunas de los textos de Ramsés II se pueden completar con las numerosas copias que mandó hacer en Luxor, en el Rameseum y sobre todo en Abu Simbel, y son el mayor ejemplo temprano de propaganda política, por la que el faraón se presentaba a sí mismo como un guerrero invencible en sus luchas con los hititas, especialmente en la gran batalla de Kadesh. El final de esa guerra con un tratado de paz se refleja en el muro de Karnak, junto a la representación de la batalla de Ascalón: “No habrá hostilidades entre ellos, nunca más. Si otro enemigo viene contra las tierras de Usermare-Setp-n-Re, gran soberano de Egipto, y éste manda aviso al gran jefe de Kheta [el reino hitita] diciéndole: Ven a mi lado como refuerzo contra él, el gran jefe de Kheta vendrá y el gran jefe de Kheta reatará a su enemigo. Pero si el gran jefe de Kheta no tiene deseos de venir, enviará a su infantería y a sus carros y retará a su enemigo”.
El interior de los muros de la Gran Sala Hipóstila muestra escenas de rituales como el de la fundación, procesiones (transporte de la barca sagrada de Amon-Ra) y el rey junto a los dioses otorgando ofrendas. La Zona Sur fue decorada por Ramsés II con relieves huecos. En la foto faraón Ramses vierte incienso al paso de la Barca Solar de Amón. El recipiente es dibujado de forma repetida para recrear la idea de movimiento.
Los muros
exteriores muestran escenas de batallas, expediciones militares de Seti I (zona
norte) relatando las campañas de siria y de Palestina contra libios e hititas y
Ramsés II (zona sur) en Palestina, incluida la batalla de Qadesh. Al final de
cada campaña se consagran los trofeos a la tríada tebana cerca de las puertas.
La Batalla de Qadesh: Conocemos esta batalla gracias a fuentes literarias y arqueológicas, pues el faraón Ramsés II lo convirtió en el tema principal de su reinado; en todos sus templos existen relieves narrando dicha batalla. ¿Contra quien luchaban? contra los Sirios, en especial contra el mayor enemigo para Ramsés, el Hitita Muwatalli; hay que tener en cuenta que en esa época, Palestina estaba ocupada por los egipcios. La estrategia del rey hitita para acabar con la ocupación, era de lo más simple; consistía en rodear y aislar al ejército de Ramsés. Para despistar a las tropas egipcias, los hititas enviaron falsos desertores, que se apresuraron a confesar que su ejército estaba desplegado cerca de Alepo. Pero mintieron, el ejército egipcio se dirigió hacia allí, los hititas dejaron pasar al faraón con su guardia y esperaron a que el primer batallón se situara cerca de Qadesh. Entonces asaltaron al segundo batallón y cerraron el cerco a posibles refuerzos. En pocos minutos, la mayoría de los egipcios quedaron aniquilados. Ante semejante situación, Ramsés no vio más salida que lanzarse a la batalla, pero cuando todo lo tenían perdido llego un destacamento especial, los Nearin, que salvó al ejército de una muerte segura. Aun así, Ramsés II no consiguió ni tomar Qadesh ni derrotar al ejército hitita, pero para su pueblo era el vencedor, y así lo relata el poema de Pentaur que compuso el escriba principal del soberano. Ramsés II y el rey hitita Muwatalli firmaron un tratado de paz después de 17 años de sucesivas guerras, en el que se comprometieron a que ni en el futuro ni sus sucesores entrarían más en conflictos; de hecho el rey hitita puso a disposición de Ramsés el matrimonio con una de sus hijas.
La Batalla de Qadesh: Conocemos esta batalla gracias a fuentes literarias y arqueológicas, pues el faraón Ramsés II lo convirtió en el tema principal de su reinado; en todos sus templos existen relieves narrando dicha batalla. ¿Contra quien luchaban? contra los Sirios, en especial contra el mayor enemigo para Ramsés, el Hitita Muwatalli; hay que tener en cuenta que en esa época, Palestina estaba ocupada por los egipcios. La estrategia del rey hitita para acabar con la ocupación, era de lo más simple; consistía en rodear y aislar al ejército de Ramsés. Para despistar a las tropas egipcias, los hititas enviaron falsos desertores, que se apresuraron a confesar que su ejército estaba desplegado cerca de Alepo. Pero mintieron, el ejército egipcio se dirigió hacia allí, los hititas dejaron pasar al faraón con su guardia y esperaron a que el primer batallón se situara cerca de Qadesh. Entonces asaltaron al segundo batallón y cerraron el cerco a posibles refuerzos. En pocos minutos, la mayoría de los egipcios quedaron aniquilados. Ante semejante situación, Ramsés no vio más salida que lanzarse a la batalla, pero cuando todo lo tenían perdido llego un destacamento especial, los Nearin, que salvó al ejército de una muerte segura. Aun así, Ramsés II no consiguió ni tomar Qadesh ni derrotar al ejército hitita, pero para su pueblo era el vencedor, y así lo relata el poema de Pentaur que compuso el escriba principal del soberano. Ramsés II y el rey hitita Muwatalli firmaron un tratado de paz después de 17 años de sucesivas guerras, en el que se comprometieron a que ni en el futuro ni sus sucesores entrarían más en conflictos; de hecho el rey hitita puso a disposición de Ramsés el matrimonio con una de sus hijas.
Tras tantos años de guerra entre hititas y
egipcios, se escribió muchísimo sobre vencedores y vencidos, y claro esta cada
uno de ellos lo contó a su manera. Ramsés II dejo constancia de su victoria en
el Papiro de Pentaur, escrito por el escriba personal del monarca, mientras que
la batalla interpretada por los hititas, es muy diferente. Los archivos de
Muwatalli, descubiertos en su capital Bogazkoy, proporcionan una versión más
real de lo ocurrido. Narran que solo participaban en la ofensiva los carros de
combate, que la infantería quedo aislada en la orilla del Oronte, detrás justo
de Qadesh y que el pánico de Ramsés al ver tal multitud de enemigos permitió a
los hititas romper el frente egipcio y saquear el campamento. Cuando los Nearin
acudieron en busca y ayuda de Ramsés también quedaron rodeados y tuvieron que
retroceder hasta el río. Otros escritos dicen que al final, llegaron a un
acuerdo por el bien de sus pueblos y así firmaron el tratado de paz.
Relacionada con la sala hipóstila, aunque
se halla hoy fuera de ella, tenemos una obra pequeña pero relevante. La capilla blanca fue construida por Sesostris I (Jeperkara Senusert, Senusret faraón
de la XII dinastía) con motivo de haber cumplido treinta años de reinado, y
para el festival del sed.
Probablemente
su construcción fue para albergar la barca real. Entonces sita donde después se construyó
la sala, ha sido recuperada del interior del tercer pilono, para el que se
utilizaron sus ladrillos y piezas de caliza como material de relleno durante
el reinado de Amenhotep III en la XVIII Dinastía. Hoy, nuevamente reconstruida
por los arqueólogos franceses en un espacio exterior, este templete puede
considerarse tanto por su diseño como por su decoración un ejemplo típico de la
arquitectura egipcia del Imperio Medio y es tal vez la obra más antigua
conservada de Karnak.
Es de
planta cúbica, construida con un riguroso sistema de pilares y estructuras
adinteladas de líneas puras y unas proporciones muy equilibradas, y sus paredes
están decoradas con bellos relieves del faraón y de las divinidades egipcias.
Se alza
sobre un podio de planta cuadrada al que se accede por dos escaleras
contrapuestas, de ocho peldaños bajos separados por una rampa central en cada
una de ellas, encajadas entre dos pretiles de tope redondeado.
Las dos
fachadas principales tienen cuatro pilares; los del centro hacen de jambas de
las puertas y los de los ángulos contribuyen con aquéllos a enmarcar dos
ventanas de alféizar redondeado. En las dos fachadas laterales falta la puerta,
reemplazada por una ventana. Las paredes están rematadas por tres arquitrabes,
enmarcados por un toro y coronados por una cornisa en forma de gola.
En el
interior hay cuatro pilares iguales a los del exterior y, entre ellos, el
pedestal de alabastro en que se supone que era depositada la barca de Amón
durante las procesiones, un nuevo uso que permitió que sobreviviera la capilla
largo tiempo, pues su función original era la de cobijar el estrado para la
fiesta del Sed (el primer jubileo, a los 30 años del inicio del reinado del
faraón). El disco solar alado preside desde el centro de los arquitrabes todos
los jeroglíficos y relieves que adornan las paredes y que ofrecen un magnífico
ejemplo de la conjunción de unos y otros y de la conciencia que el
Imperio Medio tiene del gran valor ornamental de la escritura.
En los
pilares aparece Sesostris
I junto a Amon, en ocasiones en forma itifálica, y con otros
dioses como Anubis, Thot,
Ptah, Horus, Montu y Amonet.
Los textos
que acompañan los relieves dan los títulos y epítetos del rey y las deidades.
El detalle de las figuras es realmente sorprendente; los pliegues de los
faldellines y las inusuales capas están cuidadosamente representados.
Los jeroglíficos
están todavía más trabajados. A pesar de que apenas quedan restos de pintura,
cada uno de ellos es una obra de arte en sí mismo, una diminuta obra maestra
realizada sobre la más delicada caliza.
En el tercer pilono, Originalmente construido
por Amenhotep III - 1390 a.C. a 1352 a.C. Modificado por Amenhotep IV /
Akhenaton - 1352 a.C. a 1336 a.C.) Modificado por Seti I - 1294 a.C. a 1279
a.C.
La
decoración glorifica el jubileo (Heb-Sed), Festival de Amenhotep III y presenta
al rey y la barca sagrada del dios en un viaje al festival de templo de Luxor.
En un principio, algunas escenas muestran el hijo del rey acompañando a su
padre, pero estas representaciones de un joven Amenhotep IV / Akhenaton fueron
desfiguradas después.
Medidas:
Pilón 28m de altura. Hoy desmochado, se reproduce gran parte de la nave de 60
metros de eslora en que viajaban la custodia y la imagen de Amón, y la nave aun
mayor, impulsada por pértigas, que remolcaba a la nave anterior.
El templo
prosigue, atravesando el tercer pilono, en un espacio cuadrado que marcaba el
punto de encuentro de los ejes sagrados del mundo: aquí el eje celeste se
cruzaba con el eje terrestre y este encuentro se marcó con cuatro obeliscos que
mandaron levantar Tutmosis I y Tutmosis II, dos cada uno, pero de los que hoy
sólo queda uno de Tutmosis I, con 23 metros de altura y un peso de 143
toneladas.
"Algunos especialistas modernos ofrecen una
teoría para la colocación exacta de los obeliscos egipcios: ante el lugar
elegido para su levantamiento se fabricaba una rampa de arena y barro por la
que se dejaba caer lentamente el obelisco, orientándolo hacia el lugar elegido
con una serie de cuerdas que tensaban o frenaban la caída según se precisara.
Abajo se construía un grueso muro se contención con varios canales en su
interior ara que fluyera la arena desalojada, y que funcionaba de tope mientras
que se tensaban las cuerdas que hacían ascender el obelisco."
Este gran
espacio cuadrado era el Ipet-Sut, el
templo de Amón en sentido estricto, pero hoy apenas quedan ruinas. En el
Imperio Medio contenía un edificio de caliza blanca sobre cuyo eje se sucedían
tres capillas consecutivas, todas con sus umbrales de granito rosa, la última de las cuales debió de ser el
santuario primitivo, el edificio con el que se inició el templo de Karnak, en
el que se hallaba el pedestal de alabastro de la sala principal o naos, con una
inscripción de Sesostris
I de la que subsisten sólo fragmentos. Este templo inicial del
Imperio Medio se conservó hasta el reinado de Hatshepsut, una inscripción de la
cual nos informa que lo precedía una sala de festivales, probablemente
hipóstila. Delante de la misma, Hatshepsut edificó un templo de planta
rectangular con muchas estancias interiores. El centro del nuevo templo fue
reformado por su sucesor Tutmosis
III, instalando el que fue probablemente la sala central del
santuario hasta la época de Alejandro
Magno, cuando el ya milenario sancta
sanctorum fue reemplazado por el ahora existente, una capilla construida en
honor de Filipo Arrideo (323-317 aC), hermanastro y breve sucesor temporal de
Alejandro Magno, decorada con relieves que reflejan la habilidad de los reyes
macedonios en congraciarse con la religión egipcia a fin de legitimarse como
faraones legítimos. Esta herencia la asumieron después los restantes faraones
de la dinastía tolemaica y más tarde los emperadores romanos, lo que explica
que la naos de Arrideo se haya conservado excepcionalmente bien.
Entre el cuarto y el quinto pilono, construidos
ambos en la época de Tutmosis I, se encuentra un vestíbulo transversal, llamado
antiguamente Uagit (“el verdeante”), adornado en origen con
grandes columnas. Aquí Tutmosis I y Hatshepsut mandaron levantar sus dos
obeliscos, de los cuales sólo permanece uno entero, aún más alto que el de
Hatshepsut en el espacio anterior. Hay también los Pilares Heráldicos de Tutmés
III, con los relieves de los papiros representativos del Bajo Egipto y los
lirios del Alto Egipto, que sostenían el arquitrabe de la llamada Sala de los
Anales, en el que se relatan las campañas del faraón y se inventarían las
ofrendas del botín que había hecho al templo de Amón; columnas de pórticos hoy
demolidos; estatuas osíricas de los faraones de la dinastía ramesida; y un
coloso de Amón y otro de Amonet con el sensual estilo post-Amarna.
La sala hipóstila.
Thutmose I
encargó a Ineni las obras en el Ipetsut y así se inicia la gran remodelación
del Templo de Amón llevada a cabo durante la primera mitad de la Dinastía XVIII.
Comenzó construyendo una sala hipóstila de no muy grandes dimensiones (70 x
10m) a cuyos extremos más anchos situó dos pilonos. Desde Hatshepsut, o quizás
desde el reinado de su padre, a esa sala hipóstila se la denomina Uagit,
palabra derivada de Uad que significa columna papiriforme y también verde, como
la palma de papiro, planta cuya forma reproduce el jeroglífico. Hoy sólo
quedan parte de dos de las columnas, ambas situadas en el extremo norte de la
sala, que eran de un solo tallo.
El techo del Uagit era probablemente de madera. Fue en esta sala donde Hatshepsut, en el año 16 de su reinado, hizo colocar dos impresionantes obeliscos de casi 30 metros de altura, conmemorando su Heb Sed[6]. Esta situación insólita de los obeliscos de la reina ofrecía enormes dificultades de erección y parece que la solución fue quitar el techo de madera e introducir las moles de piedra desde el Norte, colocando luego una nueva techumbre también de madera Thutmose III envolvió la base de estos obeliscos con un murete del que persisten restos, y sustituyó el techo de cedro de la reina por otro de piedra, dejando dos orificios por donde salían los extremos de los obeliscos. Fue también Thutmose III quien mandó erigir 12 columnas más, 4 al lado norte y 8 en el lado sur, algo diferentes de las de su abuelo, pero manteniendo la forma de papiro. Se cree que estaban recubiertas con una lámina de oro. Por último, su hijo Amenhotep II, también quiso dejar su huella en esta sala decorando las columnas con inscripciones, y afirma haber construido alguna de ellas en la parte Sur sin que ningún autor le dé crédito.
El techo del Uagit era probablemente de madera. Fue en esta sala donde Hatshepsut, en el año 16 de su reinado, hizo colocar dos impresionantes obeliscos de casi 30 metros de altura, conmemorando su Heb Sed[6]. Esta situación insólita de los obeliscos de la reina ofrecía enormes dificultades de erección y parece que la solución fue quitar el techo de madera e introducir las moles de piedra desde el Norte, colocando luego una nueva techumbre también de madera Thutmose III envolvió la base de estos obeliscos con un murete del que persisten restos, y sustituyó el techo de cedro de la reina por otro de piedra, dejando dos orificios por donde salían los extremos de los obeliscos. Fue también Thutmose III quien mandó erigir 12 columnas más, 4 al lado norte y 8 en el lado sur, algo diferentes de las de su abuelo, pero manteniendo la forma de papiro. Se cree que estaban recubiertas con una lámina de oro. Por último, su hijo Amenhotep II, también quiso dejar su huella en esta sala decorando las columnas con inscripciones, y afirma haber construido alguna de ellas en la parte Sur sin que ningún autor le dé crédito.
.Aunque no
lo menciona en la estela, Ineni situó colosos osiriacos, símbolo de la eterna
renovación dinástica, con la efigie de Thutmose I. Están adosados a los muros
de la sala, y con ellos inició la
práctica de apostar estatuas en el interior de los edificios con estricta función
arquitectónica. El rey aparece al norte del Uagit con sudariom umiforme y
tocado con la Corona Roja del Bajo Egipto, mientras que al sur lleva la Corona
Blanca del Alto Egipto. En ambas representaciones lleva un anx en cada mano.
Las figuras osiriacas de Senuseret I, hoy en el Museo de El Cairo, así como las
de Thutmose III en la cara norte del Séptimo Pilono son del mismo tipo. Colosos
como estos debía haber también en el templo funerario de Thutmose I, como se
verá más adelante.
Esta sala
hipóstila había sido adaptada para procesiones ceremoniales, pues Thutmose III
estaba el Uagit norte cuando la efigie de Amón le señaló en la procesión
de un festival, eligiéndole como rey de Egipto. Según Barguet, se usaba para
algunas de las celebraciones del Heb Sed y para la coronación, que se oficiaba
en Karnak. Era en el Uagit donde se producía el momento cumbre de esta
ceremonia, consistente en la imposición de las dos coronas sobre la cabeza del
nuevo monarca.
El Pilono IV.
El situado
delante del Uagit es el actual Pilono IV. Cuando se construyó se convirtió en
la verdadera entrada del templo y en el límite del camino que iba a Luxor, en
el eje Norte-Sur. Ineni afirma haberlo hecho de piedra de caliza, muy
probablemente de Tura, una cantera de calcárea blanca situada cerca de la
actual capital de Egipto, El Cairo. Es posible que el interior del pilono fuera
de arenisca y que se recubriera con la calcárea antes mencionada. Hoy, salvo en
el basamento, no queda nada de la piedra de Tura, seguramente por servir de
cantera para otras construcciones. De este pilono partía un muro que rodeaba el
recinto del Reino Medio por ambos lados norte y sur, cerrándolo a la
altura de donde hoy comienza el Ajmenu de Thutmose III. El patio que creó con
este cerramiento tenía una columnata de osiriacos del rey.
Los mástiles del pilono IV.
En la
fachada del Pilono IV Ineni levantó unos mástiles de cedro coronados con
dorados. El origen de estos mástiles se remonta a los estandartes que se
colocaban en las capillas del periodo predinástico. Se incrustaban en la masa
del pilono y permitían el ondear de las banderas, dando un impresionante
aspecto a la entrada del templo.
El pilono V.
El actual
Pilono V, mucho más pequeño que el cuarto, es el segundo edificado por Ineni.
También estaba construido con arenisca y cubierto de piedra calcárea. Partiendo
de él salía otro muro que rodeaba el patio del Reino Medio y corría paralelo al
que salía del Pilono IV.
Los obeliscos.
Los
obeliscos que Ineni hizo para el Ipetsut son una de sus obras más
espectaculares. Se construyeron en granito de Assuán y se erigieron delante del
Pilono IV. Su texto de dedicación dice: ‘El
Horus Todopoderoso, amado de Maat, el Rey del Alto y Bajo Egipto Aajeperkara,
imagen de Amón”. Es como un monumento suyo que ha hecho para su padre Amón
Ra, señor de las Dos Tierras, para quien se erigieron dos grandes obeliscos a
la entrada del templo con el piramidión de dorado.
Hoy sólo
permanece en pie el meridional, mientras trozos del septentrional yacen en el
suelo. Su derrumbe es relativamente reciente, pues los viajeros del siglo XVIII
vieron ambos en pie. Tiene una altura de 19,50 m y pesa alrededor de 143 Tn. encontrándose
ligeramente inclinado. El significado religioso de estas construcciones está
relacionado con el culto solar, al que se debe añadir una intencionalidad
propagandística de la grandeza del faraón, como es el caso de Ramsés II que
utilizó los obeliscos para narrar sus victorias militares. Tenían un carácter
divino en sí mismos, por eso, Thutmose III deja en Karnak una fundación de
panes para sus cuatro obeliscos. Eran también una ofrenda del rey a Amón Ra, y
su erección era un acontecimiento celebrado por todos, como puede apreciarse en
la representación de la fiesta de los obeliscos de la primera terraza del
Djeser Djeseru de Hatshepsut. Pero en ningún caso los encargados de su
construcción nos relatan cómo se llevaba a cabo todo el proceso, desde la
extracción de la piedra hasta su definitiva erección.
Habachi
(1988), Engelbach (1923) y Chévrier (1970), han propuesto varias hipótesis
sobre el complicado procedimiento que suponían estas construcciones. El propio
Ineni nos dice que supervisó el levantamiento de dos obeliscos a la entrada del
templo, así como su transporte en un espléndido barco que medía, en términos
actuales, unos 60 x 20 m. Se ha calculado que los buques que cargan los obeliscos
de Hatshepsut representados en la Primera Terraza de Deir el- Bahari, tenían
unas medidas parecidas a las que hace referencia la estela de la TT 81. Debía
tratarse de unas embarcaciones de enormes dimensiones que respondían al modelo
característico desde el Reino Antiguo. Se trataba de cargueros de proa y popa
curvas que no se hundían por su propio peso gracias a un cable que unía ambos
extremos y ayudaba a mantener la torsión.
Eran
capaces de transportar pesos enormes, tal es el caso de las 700 Ton. de los dos
colosos de Amenhotep III, de cuyo traslado fue responsable Amenhotep hijo de
Hapu. El encargo de la construcción de obeliscos era algo muy importante para
los funcionarios egipcios. Puimra,
Senenmut y Menjeperaseneb los construyeron y así lo hicieron constar
en las inscripciones de sus tumbas y estatuas. En el caso de Ineni, parece que
le incumbe más el transporte de las moles que su construcción, lo que queda
demostrado por la extensión que dedica a su acarreo. Este testimonio aporta un
interesante dato sobre la mentalidad del funcionariado egipcio, atento sobre
todo a los aspectos organizativos más que a los creativos.
Obelisco
intacto de Hatshepsut
Las inscripciones de este obelisco
explican claramente los motivos de la reina para efectuar esta donación y también
hacen hincapié en que cada obelisco se fabricó a partir de un sólo monolito de
granito y de que fueron revestidos de dorado de primera calidad. En cada cara
de los monumentos se empieza por indicar los nombres y los títulos de la
soberana y a continuación se detallan aspectos diversos de la donación. Entre
ellos destacan por la información que aportan las inscripciones de las caras
oeste y este, pues en ellas se dice que los obeliscos fueron erigidos en honor
de Amón en memoria de su padre Tutmosis I (aunque ésta, entre otras
particularidades del texto, probablemente fuera un reflejo del intento de
legitimizar el reinado de la reina).Al hablar de la soberana, las inscripciones
se refieren a ella de manera alternada como hija y como hermana de Amón.
A continuación se reproducen los textos
citados de las caras del obelisco:
Cara Norte:
Traducción
Horus, poderosa de Ka, dos damas fresca de años Horus de Oro divina aparición Rey del alto y bajo Egipto señora de las dos tierras maat-ka-ra. Su padre Amon ha establecido su gran nombre Maat-ka-ra sobre el árbol noble Ashet, sus anales son de millones de años unido a la vida, estabilidad y poder. Hijo de Ra imn-hmnt, amada de Amon-Ra Rey de Dioses construir este bello monumento de arenisca. Ella celebro para él el primer tiempo de la fiesta sed, a quien es dada la vida eternamente.
Horus, poderosa de Ka, dos damas fresca de años Horus de Oro divina aparición Rey del alto y bajo Egipto señora de las dos tierras maat-ka-ra. Su padre Amon ha establecido su gran nombre Maat-ka-ra sobre el árbol noble Ashet, sus anales son de millones de años unido a la vida, estabilidad y poder. Hijo de Ra imn-hmnt, amada de Amon-Ra Rey de Dioses construir este bello monumento de arenisca. Ella celebro para él el primer tiempo de la fiesta sed, a quien es dada la vida eternamente.
La cara oeste:
"Horus, El
del Ka Poderoso; Dos Señoras, Florecientes durante Años, Horus Dorado, La
Diadema más Diviña; Rey del Alto y del Bajo Egipto, Señor de los Dos Países,
Maatkare.
Ella construyó
su monumento su monumento para su padre Amón, Señor de los tronos de los Dos
Países, erigiendo para él dos magníficos obeliscos en la augusta entrada Amón,
majestuosos plenitud.
[Sus
superficies superiores} fabricadas de electrón fino, iluminan los Dos
Países cual disco solar. Nunca nada semejante se ha llevado a cabo desde el principio
del mundo. Hecho para él por el Hijo de Re, Hatsehpsut Jnenemet Amón cuya vida,
como Re, será eterna.
Cara sur
Horus, poderosa de Ka, Rey del alto y bajo Egipto Maat-ka-ra imagen brillante de Amon. Ella hizo aparecer como rey del alto Egipto sobre el trono de Horus dentro del lugar sagrado del santuario alimento a la divina eneada grande para ser señora del circuito del disco solar. Unieron ellos de vida, poder, alegrías enfrente de las vidas al hijo de Ra Imn-hmnt (Hatshepsut). Amada de Amon-Ra, Rey de Dioses, a quien es dada la vida como Ra eternamente.
Horus, poderosa de Ka, Rey del alto y bajo Egipto Maat-ka-ra imagen brillante de Amon. Ella hizo aparecer como rey del alto Egipto sobre el trono de Horus dentro del lugar sagrado del santuario alimento a la divina eneada grande para ser señora del circuito del disco solar. Unieron ellos de vida, poder, alegrías enfrente de las vidas al hijo de Ra Imn-hmnt (Hatshepsut). Amada de Amon-Ra, Rey de Dioses, a quien es dada la vida como Ra eternamente.
Cara este:
Por otro lado, orgullosa, Hatshepsut,
explica el por qué ordenó la realización de tamaño proyecto, en la base del
obelisco completo e intacto Hatshepsut hizo inscribir el siguiente texto en 32
lineas, 8 lineas por cada cara:
"He hecho
esto por amor a mi padre Amón (...) No podía dormir por causa de su templo
(...) Estaba sentada en el palacio y me acordé de quien me había creado; mi
corazón hizo que creara para él dos obeliscos de electro, de modo que sus
piramidiones pudieran mezclarse con el cielo entre la augusta sala columnada
entre los grandes pilonos de (Tutmosis I) (...). Cada uno es un bloque de
duradero granito sin junturas ni defectos. Mi Majestad comenzó a trabajar
en el año 15 de reinado, segundo mes del invierno, día 1 y continuó hasta el
año 16, cuarto mes del verano, día 30, lo que supone siete meses para
extraerlos de la montaña (...) Que nadie que lea esto piense que es alarde, que
más bien diga: "Cómo se parece a ella, la que es fiel a su padre"."
Tras la muerte de Hatshepsut, aunque no
inmediatamente, su sucesor Tutmosis III, hizo que los obeliscos de su
antecesora quedaran atrapados y semi ocultos tras los altos muros y
construcciones que el realizó, pero lo único que consiguió fue protegerlos. Es
decir, Tutmosis III dio su aspecto definitivo a esta sala, rodeando los
obeliscos con un muro alto y macizo, unido al quinto pilono mediante dos
paredes en cada una de las cuales se abría una puerta, formando así una especie
de antecámara. Tutmosis III también construyó varios obeliscos los cuales
fueron trasladados a diferentes capitales occidentales tales como Roma,
Londres, Nueva York o Estambul.
Tras el patio, la Capilla de la Barca Sagrada, de granito rojo,
dividida en dos salas, la exterior, en donde se presentaban ofrendas ante el
dios y la interior destinada a guardar su barca.
Todos los
años en verano, el Nilo crecía y abandonaba su cauce para fecundar su amada, la
tierra de Egipto. Amón, que residía en el Templo de Karnak, salía de su morada
portado a hombros de sus miles de Sacerdotes hasta el río, donde navegaba hacia
la morada de su mujer, la diosa Mut, en el templo de Luxor. El resultado de la
unión es Jonsu, dios de la Luna, cuyo templo está detrás del de su padre, en
Karnak, y la prosperidad de las cosechas para la tierra de Egipto. El camino de
vuelta era terrestre, por el camino de esfinges de carneros.
Del Patio
Central o del Imperio Medio no conserva ni una sola de las estructuras que en
su día se alzaban en él. Tan sólo quedan los restos de un pedestal de alabastro
sobre el que descansaba la capilla del santuario primitivo y dos bloques que
rememoran una estructura anterior, posiblemente una de las cámaras contiguas a
la capilla.
Sobrepasado
el sexto pilono se penetra en el
gran patio que se remonta al Imperio Medio (hay restos de la época de Sesostris
I). El sexto pilono, que contiene la
célebre lista de las naciones dominadas por Egipto (en su cara Oeste; en la
parte Norte figuran las ciudades de Asia y en la parte Sur las de África). Se
crearon nuevas antecámaras, prolongando los muros de unión entre el V y VI
pilonos. En estas cámaras, totalmente
oscuras, se retiraba el dios Amón por la noche (imagen del mundo subterráneo).
Sus muros laterales estaban perforados por puertas que comunicaban con los
antiguos patios.
La segunda de estas antecámaras en la que
se conoce por “Sala de los Anales”,
en razón de los textos históricos grabados sobre sus muros; en ellos se relatan
las expediciones guerreras de Thutmosis III.
El techo estaba sujeto por admirables
pilares heráldicos que, en alto relieve, exhibían las flores emblemáticas del
Bajo y alto Egipto (el papiro y el loto). El techo sostenido por estos pilares
cubría una capilla de granito rosa para la barca sagrada. Esta edificación
ocupó el lugar que anteriormente había utilizado la capilla roja de Hatshepsut.
En esta misma sala es donde el rey erigió los dos célebres obeliscos
construidos en electrum macizo, que tenían siete metros de altura y un peso de
treinta y siete toneladas cada uno de ellos (ese botín fue arrancado del lugar
cuando los asirios saquearon el templo en el año 665 a. de C.)
Al final
del patio, Tutmosis III levantó un
edificio de grandes proporciones, el llamado Men-Khaper-Re-Akh-Menu, donde el nombre específico Akh-Menu
significa “Brillante de Monumentos”, vulgarmente conocido hoy como “Palacio del Festival” o “Sala de las fiestas”, una pequeña pero
hermosa sala hipóstila sostenida por dos hileras de 10 columnas y una de 32
pilares rectangulares. Fue utilizada originariamente como escenario de la fiesta
del Sed, en la que el faraón agradecía a los dioses de Egipto haberle otorgado
un venturoso reinado.
Frente al
portal de entrada hay dos colosos osíricos y dos pilares decaexagonales.
A la
derecha del vestíbulo hay una serie de celdas paralelas, y a la izquierda la
entrada a la sala hipóstila, dividida en tres altas naves centrales sustentadas
por columnas, rodeadas de una nave continua, de techo mucho más bajo (para
favorecer la iluminación), con un peristilo de 32 pilares que sostienen arquitrabes
a los que se superpone una galería de ventanas bajas, abiertas entre los techos
de las naves centrales y los más bajos de las laterales.
Se ha
señalado que este tipo de sala es al que Vitruvio denomina (VI, 8 s.) como “oecus Aegyptius”, contraponiéndolo al
tipo llamado “Corinthius”.
Las
columnas de la sala, iguales y de fuste liso, se ensanchan levemente a medida
que ascienden, y las coronan unos capiteles separados del fuste apenas por un
reborde a modo de collarino.
A
continuación se encuentra el llamado “Jardín
botánico”, constituido por un conjunto de salas, destacando las cuatro
columnas papiriformes fasciculadas. Los muros están decorados sobre todo con
relieves que representan de plantas y de animales de Egipto pero también de
procedencia exótica, principalmente de Siria y de Palestina, donde el gran
faraón guerrero Tutmosis III había emprendido numerosas campañas militares, o
bien animales inventados, a guisa de un bestiario egipcio, que pueblan la
Tierra de los Dioses.
Entre las
plantas se contemplan vides, crisantemos, mandrágoras, dragoncillos, iris,
ninfeas y multitud de otros arbustos y matas.
Entre los
animales encontramos terneros, gacelas, garzas, ánades, tórtolas, avutardas,
gallinetas y otros pájaros, dominados por el halcón Horus, un dios bélico
relacionado con el gran faraón guerrero. Se ha discutido mucho sobre la función
de este sector del templo que no tiene equivalente en todo Egipto y la
hipótesis más probable es que los antiguos egipcios quisieran representar en estas
estancias la variedad de formas y de especies de la naturaleza, mostrando al
propio tiempo su encuadre en un sistema ordenado, un paraíso, característica
esencial del universo según la concepción egipcia. Una inscripción señala: “Año 25. Bajo la Majestad del Rey del Alto y
Bajo Egipto, Men-Kheper-Re, que vive por siempre, plantas que su Majestad ha
encontrado en el país de Retenu [Siria]... Todas las plantas extrañas, todas
las flores que hay en la Tierra de los Dioses, que fueron encontradas por Su Majestad,
cuando Su Majestad fue al Alto Retenu [montes del Líbano], para subyugar a
todos los países, según el mandamiento de su padre Amón, que los puso bajo sus
sandalias, desde este día y por millares de años...”.
Después de
este espacio hay un ámbito reservado, al que sólo tenían acceso el faraón
y los sacerdotes, que comprende una serie de estancias con patios menores.
Finalmente
se llega al santuario, que se encuentra en el centro del templo, donde se
guardaba la imagen sagrada de Amón-Ra. Como en el antiguo Egipto la
construcción de los templos se iniciaba siempre por el santuario esto significa
que Karnak se comenzó por el centro y se terminó de construir por las entradas
al recinto.
En los
"Anales" de Tutmés, inscritos en lo más sagrado del Ipet-Sut, hay
constancia de lo que al respecto hizo el faraón: "Mi Majestad reunió para él bandadas de gansos que poblasen la
pajarera del lago, para las ofrendas de cada día. Así mi Majestad le dio dos
gansos cebados al día, corno dádiva perpetua para mi padre Amón...".
Siendo pues así, pudieran tener razón quienes llaman "Escalera de las
Ocas" a los peldaños de bajada al lago desde su borde.
Aquí comienza una serie de cuatro patios separados por otros tantos pilonos que
enlazaban el templo de Amón con el de Mut, situado al sur de aquél. El Pilono VII, de Tutmés III, delimita
un patio que se hizo célebre cuando en el año 1905 se hallaron en él 779
estatuas de piedra y unas 17.000 de bronce que los sacerdotes de los últimos
tiempos ptolemaicos enterraron en fosas de catorce metros de profundidad.
Junto a los
colosos y obeliscos de Tutmés, hechos pedazos en su mayoría, el ala occidental
del Pilono VII conserva una buena parte de la habitual representación del
faraón sacrificando a una redada de prisioneros, en una grandilocuente relación
de su campaña asiática. Los rostros barbados de los prisioneros, algunos de
ellos vistos de frente, revelan su origen racial; son "los grandes de
Retenu (Siria), de todas las montañas, de todas las tierras inaccesibles (o
misteriosas)", como explica la inscripción acompañante. Ni qué decir tiene
que Tutmés los arrolló sin contemplaciones.
Siguiendo el eje norte-sur, que se destaca del eje este-oeste a nivel del espacio comprendido entre el tercer y el cuarto pilono, se penetra en el patio denominado “de la cachette” porque hacia1901-1905 el arqueólogo francés Georges Legrain descubrió un escondrijo en fosas de hasta 14 metros de profundidad, en el que los sacerdotes de Amón habían colocado, probablemente al final de la época tolemaica, diecisiete mil estatuillas de bronce y cerca de 779 grandes estatuas de piedra.
El “patio de la cachette” está delimitado
al sur por el séptimo pilono a cuyo flanco se encuentra el lago sagrado, de 125 metros de largo por 77 de ancho, que
simbolizaba el océano primordial, del que fue creado el mundo y en cuyas aguas
alimentadas por el Nilo, según escribe Herodoto, nadaban las ocas consagradas a
Amón y en especial una variedad más salvaje, los gansos (Chenalopex aegyptiaca) del Nilo.
En el
ángulo noroeste del lago se encuentra el Escarabeo,
que simbolizaba el renacimiento del sol tras su victoria sobre las tinieblas.
El monumento está dedicado al
escarabajo, un animal divinizado por los antiguos egipcios como exponente del
proceso de la creación cósmica: el escarabajo (kheper en egipcio antiguo), sinónimo de Re, el Sol naciente y
poniente, pero significando también devenir o transformar, porque como los
insectos experimenta una metamorfosis desde el huevo y la larva en la tierra, y
como adulto amasa una esfera perfecta en que depositar sus huevos, una esfera
que él hace rodar de forma comparable al movimiento diurno de la esfera solar
entre el orto y el ocaso, un comportamiento que le hizo elegido por los
egipcios para simbolizar el sol y a su encarnación en la tierra, el faraón,
como se advierte en el nombre predilecto de Tutmés III, Men-Kheper-Re. El
colosal escarabajo remata un monolito cilíndrico dedicado por Amenofis III al
dios Toum de Heliópolis. El texto explica que el escarabajo representa a khepri, que se eleva de la tierra.
Lago
Sagrado de Karnak.
En el lago,
a partir del séptimo pilono, comienza una serie de cuatro patios delimitados
otros tantos pilonos, hasta el décimo, que enlazaban el templo de Amón con el
de Mut, situado al sur de aquél.
Junto a los
colosos y obeliscos de Tutmosis, hoy fragmentados en su mayoría, el ala
occidental del séptimo pilono conserva una buena parte de los relieves del
faraón sacrificando a prisioneros asiáticos, cuyos rostros barbados, algunos de
ellos vistos de frente, revelan su origen racial, confirmado por la
inscripción: “los grandes de Retenu (Siria), de todas las montañas, de todas
las tierras inaccesibles (o misteriosas)”.
El Pilono VIII fue erigido por Hatshepsut,
y el IX y X por Horemheb, siguiendo un eje curvado que va a tener una justa
correspondencia en el templo de que hablamos a continuación.
Primero,
hacia el Este, se hallan las ruinas del enorme templo construido por Amenofis
IV (1370-1352 a.C.), antes de renombrarse como Akhenatón cuando abandonó Tebas
por su nueva capital Akhet-Atón en Amarna.
El octavo
pilono es fácil de reconocer, sobre todo por los colosos que se encuentran
delante, como el que os muestro en la foto, un coloso de calcita blanca
construido en época de Amenhotep II.
La estatua de la izquierda fue construida en época de Amenhotep
I pero restaurada en ápoca de Tutmosis III. Y si uno se fija, junto
a los pies de la gran estatua se encuentra una más pequeña, es una estatua de Meritamon.
Parte trasera (norte) de la torre este del octavo pilono...
Esta pared del pilono se divide en dos registros que a la vez
tienen dos escenas cada uno... yo os los he dividido en letras de la A a la D.
Las escenas A y B son muy similares. Nos muestran al
faraón haciendo ofrendas a Amón, detrás del cual está la Gran Enéada (que no
son nueve dioses sino muchos más).
No sé si se verá lo suficientemente bien, pero los cartuchos
corresponden a Seti I... quien los usurpó de Hatshepsut, que como vimos fue la
constructora de este pilono.
La escena C es un poco más interesante, nos muestra a Tutmosis
II siendo llevado de la mano por Weret Hekau hacia Hathor mientras le da la
vida. Detrás del grupo se encuentra la barca de Amón. Hathor da la bienvenida a
Tutmosis II haciendo el gesto Nu.
En la primera foto podéis ver toda la escena y en la
segunda podéis ver a Hathor, donde creo que se pueden apreciar sus manos.
Vamos, por último con la escena D, que es la históricamente
más significativa. Se puede ver a Tutmosis I (a la derecha) frente a la tríada
tebana (a la izquierda). Entre el rey y la tríada se encuentra el texto en el
que Tutmosis I, una vez fallecido, agradece a Amón que su hija
Hatshepsut haya subido al trono.
Los cartuchos de Tutmosis I fueron cambiados por los de
Tutmosis II, probablemente en época de Tutmosis III.
La otra
torre de la cara norte del pilono 8 es más complica que la que acabamos de ver
aunque aparecen escenas parecidas a las que nos encontramos en otros lugares de
Karnak.
Decir que probablemente todos los cartuchos que había en esta
torre del pilono debían pertenecer a Hatshepsut pero fueron usurpados
posteriormente.
Las escenas de esta torre están repartidas en tres registros
horizontales, cada uno de ellos subdividido en varias escenas.
La primera escena (empezando por la izquierda) de este registro es
similar a la que veíamos en la otra torre, se trata del transporte de la Barca
de Amón por parte de los sacerdotes.
La segunda escena de este registro nos muestra a Seti I siendo
acompañado por Montu, quien al mismo tiempo le acerca el símbolo de la vida a
la boca.
En la tercera y última escena, Seti I es presentado por Weret
Hekau a Amón y Khonsu. Mientras tanto, Thot, detrás de Weret Hekau, está
escribiendo.
En el segundo registro hay cuatro escenas. En este registro se
representan los rituales necesarios para que Ramsés III se presente ante Amón.
Ramsés II es coronado por Atum y Re-Horakhty.
Acompañado por Montu y Mut...
El último registro. La gran particularidad de este registro es que
el rey está encarado hacia la entrada del templo mientras que los dioses dan la
espalda a la entrada del pilono. En general siempre el rey 'entra' en el templo
y por lo tanto da la espalda a la entrada del pilono, y los dioses 'salen' del
templo (su casa) y por tanto están encarados hacia la entrada.
Este registro, aparte de esta peculiaridad, nos muestra
únicamente escenas de ofrendas. Así, en las dos primeras escenas Ramsés III
ofrenda (a) Maat a Amón (y detrás del rey se encuentra Mut) y (b) agua a Montu.
Las dos siguientes escenas (a la derecha de las anteriores) nos
siguen mostrando ofrendas que hace el rey, en este caso (3.c) ofrenda
vino a Mendes, y (3.d) incensa y hace libaciones a Amón, detrás del que
se sitúa Khonsu. En estos dos casos, nuevamente el rey 'sale' del templo
mientras que los dioses 'entran' en el templo.
En el último registro, la escena 3.e nos muestra a Ramsés
III seguido por Thot ofrendando Maat a Re-Horakhty e Iusas. La escena 3.f
nos muestra, en cambio, a Ramsés III, seguido de la personificación de Buto,
ofrendando agua a Atum y Hathor.
En la última escena vuelven a aparecer escenas de ofrendas. En la escena
3.g Ramsés III, seguido por Weret Hekau, ofrenda un Festival Sed a Amón y
Mut.
En la escena 3.h Ramsés III hace una ofrenda a Onuris-Shu y Tefnut (La foto no alcanza a mostrar toda la escena).
En la escena 3.h Ramsés III hace una ofrenda a Onuris-Shu y Tefnut (La foto no alcanza a mostrar toda la escena).
Noveno pilono
Probablemente, lo más interesante de esta zona es el templete
de Amenhotep II que se encuentra a la derecha.
Originariamente, este templo estaba en otro lugar y fue Seti I
quien los transportó piedra a piedra hasta su emplazamiento actual.
En una de sus paredes externas hay un interesante texto
que nos habla de Piankh. Además, este texto nos relata uno de los oráculos
de Amón, que es una de las características del estado teocrático que
representaba Egipto en esa época.
El pilono 9, que es hacia el que nos dirigimos ahora y que
vimos en una foto hace dos o tres post, es otro de esos ejemplos típicos de
Karnak en los que se ve que cada faraón que se preciara hacía su remodelación,
su usurpación o su adición.
El pilono fue construido en época de Horemheb, pero
toda su cara sur (es decir, hacia la que nos dirigimos) fue modificada en
tiempos de Ramsés II, de hecho, en la torre este (la de la derecha) nos
encontramos con el texto del matrimonio del rey con la princesa hitita que
adoptó como nombre Matneferure. En esta misma torre encontramos también
un texto de Nerón.
Por otro lado, en la torre oeste es de destacar el
denominado 'decreto de Ptah'.
La cara sur fue también modificada por los ramésidas,
especialmente por Ramsés II, pero también encontramos imágenes de Ramsés III
y textos de Ramsés IV que posteriormente fueron usurpados por Ramsés
VI. En la parte este del pilono hay también unas escenas en las que aparece
el Primer Profeta de Amón Masaharta, hijo de Pinudjem I, del que hemos
hablado ampliamente en el tema del Tercer Período Intermedio:
El décimo pilono,
también erigido por Horemheb, se asoma al recinto externo del templo, desde el
que se inicia un dromos de esfinges, nuevamente criocéfalas que une el templo
de Amón con el de Mut; de aquí partía un segundo dromos con esfinges
androcéfalas que unía Karnak con Luxor.
La puerta del pilono 10 os decía que da a la Avenida de las
Esfinges, más concretamente a la Avenida de las Esfinges que se dirige al
Templo de Mut (la que va directamente al Templo de Luxor sale de la puerta que
está frente al Templo de Khonsu).
Sólo añadir que la puerta de este pilono es una verdadera
demostración de los múltiples faraones que construyeron en Karnak y la gran
dificultad que hay en datar algunos de los monumentos que se encuentran en el
templo:
1) Fue construida por Horemheb, quien añadió
colosos, algunos de Amenhotep III.
2) Algunos de los colosos fueron usurpados por Ramsés II.
3) Seti II coloca una esfinge junto al coloso exterior este
(o sea, el que está saliendo por la puerta a la izquierda)
4) Ramsés III añadió sus cartuchos en la base de las jambas.
5) Pedubastis I construyó una pequeña puerta en la parte de
la puerta que da a la Avenida de las Esfinges.
6) Taharqa usurpó la pequeña puerta de Pedubastis.
7) Psamético II colocó su nombre en el interior de la
puerta.
Esta Avenida está siendo restaurada en los últimos años, aunque la mayoría de esfinges están en mal estado. De hecho, hay un proyecto aprobado y, por tanto, firme, de restaurar toda la Avenida de Esfinges que está entre el Templo de Karnak y el Templo de Luxor.
El
templo de Jonsu o Khonsu es un magnífico ejemplo de la arquitectura
religiosa del Imperio Nuevo. Su importancia para ser uno de los templos más
estudiados y fotografiados radica precisamente en esta circunstancia y en
encontrarse muy bien conservado dentro del santuario de Karnak, Tebas.
El dios
Jonsu formaba la triada tebana junto a Amón-Ra y a Mut. Dos divinidades
"adultas" y una juvenil, la de nuestro dios. Era un dios lunar,
protector de los enfermos y ahuyentador de los malos espíritus, que
también se le relacionaba con la fertilidad de la Tierra y con los
nacimientos. En los relieves del templo se le puede ver representado de dos
maneras: con aspecto de niño momificado con una coleta lateral y perilla o como
halcón, pero en ambos casos coronado con una luna llena o en cuarto creciente.
Aunque se
asume la forma de un pequeño grupo familiar, ni Mut es la esposa de Amón-Ra ni
Jonsu es realmente su hijo. Más bien son tres divinidades locales, con orígenes
diferentes, que fueron asociadas utilizando un esquema de familia y
que comparten espacio de culto en el santuario.
En
concreto, la morada de Jonsu se encuentra en un pequeño templo situado en el
ángulo sudoeste, aislado del resto de las construcciones del recinto. Se inició
bajo el reinado de Ramsés III (1184-1153 a. C.), faraón de la dinastía
XX, pero las obras no concluyeron hasta la época ptolemaica, por lo que muchos
faraones dejaron su huella en las diferentes salas del edificio.
Excavaciones
realizadas en el subsuelo de diversas estancias hacen pensar en la existencia
de construcciones anteriores. Taharqo, rey de la dinastía XXV (690-664
a. C.) le añadió un pórtico columnado de entrada delante de los
pilonos del que sólo queda el arranque de algunas columnas.
Nectanebo
I (380-362 a. C.) planificó un nuevo pilono unido
al templo por una avenida de esfinges, pero no llegó a completarlo quedando
sólo la puerta de entrada hoy conocida como de Bab el-Amara, que decoró con relieves Ptolomeo III (246-221
a. C.).
En tiempos
de este mismo faraón se le adosaron santuarios en la parte posterior y lateral
(Opet). También se sabe que había una capilla del sol sobre el tejado a la que
se accedía por unas escaleras desde la antecámara. El templo se conservó en
relativo buen estado debido a que durante el cristianismo fue transformado en
una iglesia cristiana, localizándose el altar sobre la mesa de la barca.
Puerta de Bab el-Amara
Hay un disco alado con un ureo a cada lado y está protegido por
las alas del buitre. Debajo hay varias viñetas con escenas de ofrendas de los
ptolomeos a diversos dioses y diosas así como, en ambos extremos, una representación
de la carrera ritual del Heb Sed.
Empezando desde la izquierda de la foto, las imágenes que vemos
son:
· Ptolomeo III seguido por la reina Berenice II
ofrenda imagen de Maat a Khonsu y Hathor
· misma
escena que la anterior
· Ptolomeo III corre hacia Osiris-Onufris e
Isis
Quizá es curiosa la imagen de Hathor, más que nada por su corona... pero efectivamente se trata de la diosa, como podéis apreciar (aunque no se ve muy bien) en la ampliación que os muestro, donde puede verse su nombre.
En cada jamba de
la gran puerta se encuentran cinco escenas, en las que Ptolomeo III se
encuentra a diversas divinidades.
En la Jamba Izquierda, y empezando desde arriba encontramos primero a Ptolomeo haciendo ofrenda de un pectoral a Ptah y Hathor.
Debajo, Ptolomeo III ofrenda un recipiente con ungüentos a dos formas diferentes de Khonsu.
En la Jamba Izquierda, y empezando desde arriba encontramos primero a Ptolomeo haciendo ofrenda de un pectoral a Ptah y Hathor.
Debajo, Ptolomeo III ofrenda un recipiente con ungüentos a dos formas diferentes de Khonsu.
Por último, en el registro inferior, encontramos a Ptolomeo III
consagrando ofrendas a Amón y Khonsu.
Es interesante observar cómo en todas estas escenas el faraón se
encuentra a la derecha, queriendo decir que está 'entrando' en el templo por la
puerta, siendo recibido por los dioses, que se encuentran en el interior del
templo...
En la jamba
derecha, las escenas son similares... empezando desde el registro superior
encontramos:
Ptolomeo III haciendo una ofrenda de un collar a una curiosa imagen de Khonsu con cabeza de Ibis y a Nehemawat
Ptolomeo III haciendo una ofrenda de un collar a una curiosa imagen de Khonsu con cabeza de Ibis y a Nehemawat
Ptolomeo III hace
una ofrenda de un vaso de ungüentos a dos formas diferentes de Khonsu...
La estructura básica de esta construcción era la típica de los recintos religiosos del Imperio Nuevo por eso se utiliza su planta y alzado para ilustra la estructura característica de los templos egipcios exentos. El edificio se articulaba en torno a una planta con un eje longitudinal que simbolizaba el río Nilo que atravesaba Egipto por la mitad. También estaba concebido de tal forma que la techumbre y el suelo de las salas se iban aproximando a medida que se penetraba en el interior, creando una disminución gradual de la luz hasta que todo quedaba sumido en la penumbra. Los muros y columnas del templo mostraban relieves y pinturas referentes a la triada tebana y a los faraones constructores. Fue decorado en distintos momentos.
La estructura básica de esta construcción era la típica de los recintos religiosos del Imperio Nuevo por eso se utiliza su planta y alzado para ilustra la estructura característica de los templos egipcios exentos. El edificio se articulaba en torno a una planta con un eje longitudinal que simbolizaba el río Nilo que atravesaba Egipto por la mitad. También estaba concebido de tal forma que la techumbre y el suelo de las salas se iban aproximando a medida que se penetraba en el interior, creando una disminución gradual de la luz hasta que todo quedaba sumido en la penumbra. Los muros y columnas del templo mostraban relieves y pinturas referentes a la triada tebana y a los faraones constructores. Fue decorado en distintos momentos.
Templo de Jonsu, planta y sección.
Su estructura comprende diferentes
partes:
Una larga
avenida de esfinges con cabeza de carnero que conducía hasta la entrada
monumental del templo. Tenían la misión de vigilar y proteger el edificio.
Los
pilonos, dos torres de sección trapezoidal en forma de talud a través de las
cuales se accedía por una puerta adintelada al interior. Eran el símbolo del
encajonamiento que tenía que salvar el Nilo para penetrar en Egipto y de
las montañas entre las que se elevaba el sol por el horizonte. En su parte
exterior, había unas escotaduras en las que se colocaban cuatro astas de cedro
con los estandartes del dios ondeando al viento. Las fuertes torres
simbolizaban la seguridad mágica que el desorden no entrará en el templo. Se
conserva muy bien la cornisa o gola. Sobre los pilonos se representa al general
libio Pinudyem I, que gobernó el Alto Egipto a finales del Imperio Nuevo, junto
a los dioses.
Una vez traspasado el umbral, se sucedían
una serie de recintos, el primero era la sala hípetra o patio porticado
en tres de sus lados. Las columnas están hechas con grandes sillares y son de
capitel capulliforme. Su decoración fue encargada por Ramsés XI
(1099-1069 a. C.) a Herihor, un antiguo general y gran sacerdote de
Amon-Ra que después se convertiría en faraón de la XXI dinastía (sus cartuchos
se encuentran sobre los ábacos de los capiteles).
La sala hipóstila ya era el primero de los
espacios restringidos. Estaba cubierta y sustentada por ocho columnas
campaniformes, plantas acuáticas que simbolizaban el pantano de la creación.
Los arquitrabes y el techo tenían relieves y pinturas que representaban el
cielo. Sobre los muros se reproducía la actividad del faraón como mediador ante
los dioses, portando ofrendas o haciendo ritos en honor del dios Jonsu. La
escasa iluminación contribuía al efecto mágico.
El santuario estaba situado al fondo y en
él se encontraba la estatua del dios y todos los objetos relacionados con su
culto. Se hallaba sumido en la penumbra. Tenía diferentes ámbitos, entre ellos
la sala de la barca sagrada, los almacenes y la cella.
Comentario:
Testimonio
de pasadas grandezas y de la eternidad de Tebas a pesar de los pesares; porque
las causas de la destrucción de esta Casa de Dios, tal vez la más importante
que el hombre haya levantado nunca al Creador, no han sido naturales, sino
puramente humanas, demasiado humanas. El fanatismo y la ignorancia se han
ensañado con Karnak y Luxor como con pocos monumentos del mismo género. Hasta
fechas increíblemente recientes, las autoridades locales no han vacilado
siquiera ante la pólvora para hacer más expeditiva su labor demoledora. El gran
Pilono II, que antecede a la Sala Hipóstila, fue salvado por los europeos hacia
1840, en pleno trance de demolición.
"En
1843 -escribe Legrain- la obra devastadora continuaba aún y Selim Pachá,
gobernador del Alto Egipto, reanudaba el expolio de las ruinas de Tebas, donde
ya nueve templos o pilonos habían desaparecido para satisfacer necesidades del
gobierno".
Fuentes.
AA.VV. [youtube.com/watch?v=QXDipKxgU24]
Reconstrucción digital de la evolución del complejo de Karnak, entre otras
animaciones en 3D, en Digital Karnak Project, de University of California en
Los Angeles (UCLA).
AA.VV. Historias de arte para Bachillerato de
editoriales Algaida, Anaya, Edebé, ECYR, Santillana, SM, Teide,Vicens Vives...
Aldred,
Cyril; et al. El Egipto del crespúsculo. Col. Universo de las Formas.
Aguilar. Madrid. 1980. 337 pp.
Aldred,
Cyril. Arte egipcio. Destino. Barcelona. 1993 (1980). 252 pp.
Baines, John; Málek, Jaromír. Atlas of
Ancient Egypt. Phaidon. Nueva York. 1985 (1980).
240 pp.
Brotons G,
Javier. [www.egiptologia.com/arqueologia/55-el-templo-de-karnak.html] Es la
fuente principal para el templo de Karnak.
Clayton,
Peter A. Redescubrimiento del Antiguo Egipto. Artistas y viajeros del siglo
XIX. Del Serbal. Barcelona. 1985 (1982). 192 pp.
Donadoni,
Sergio. L'art égyptien. Livre de Poche. París. 1993. 670 pp.
Drioton, Étienne; Vandier, Jacques. Historia de
Egipto. EUDEBA. Buenos Aires. 1983 (1938
francés). 645 pp.
Eggebrecht,
Arne (dir.). El antiguo Egipto. Plaza & Janés. Barcelona. 1984
(alemán). 479 pp.
López, Francisco. [www.egiptologia.org/arte/templos/luxor/] Es la fuente principal para el templo de Luxor.
Padró,
Josep. Historia del Egipto faraónico. Alianza. Madrid. 1996. 484 pp.
Smith,
William Stevenson. Arte y arquitectura del Antiguo Egipto. Col. Pelican History of Art.
Revisión póstuma por William Kelly Simpson. Cátedra. Madrid. 2000. 462 pp. 420
ilus.
Trigger, B. G.; Kemp, B. J.; O'Connor, D.;
Lloyd, A. B. Historia del Egipto Antiguo. Crítica. Barcelona. 1985
(1983 inglés). 548 pp.
[1] Un Dromos (nombre griego) es una
avenida procesional, generalmente flanqueada de esfinges, prolongando, hacia el
exterior, el eje de un templo para vincularlo a otro templo o a un embarcadero
del Nilo.
El dromos rectilíneo de unos cuatro
kilómetros que unía el templo de Luxor con el Gran templo de Amón en
Karnak, flanqueado por más de 700 esfinges; unas con cabeza de carnero y otras
con cabeza humana, o androesfinges, de época de Nectanebo I. Sólo se
conservan las dos tramos extremos y uno en el centro de la ciudad moderna; el
resto está enterrado bajo los edificios.
[2] Uas, o was, tenía la forma
de una vara recta coronada con la cabeza de un animal fabuloso, siendo el
extremo inferior ahorquillado; probablemente, simbolizaba el poder, la fuerza y
el dominio, y también la prosperidad en la mitología egipcia.
[3] El Anj (☥) es un jeroglífico egipcio que significa
"vida", un símbolo muy utilizado en la iconografía de esta cultura.
También se la denomina cruz ansada (cruz con la parte superior en forma
de óvalo, lazo, asa o ansa), crux ansata en latín, la "llave
de la vida" o la "cruz egipcia".
[4] El pilar Djed era el símbolo egipcio
representado por una columna con base y capital. En la parte superior de la
columna el capital estaba dividido en cuatro barras paralelas. El vocablo djed
significaba ascensión de la vida y como jeroglífico se refiere a la
estabilidad.
[5] Esfinges criocéfalas con cuerpo de león y
cabeza de carnero con cuernos retorcidos (símbolo de Amón)
[6] Heb Sed, Fiesta Sed o Fiesta de renovación real
fue posiblemente la más importante celebración de los soberanos del antiguo
Egipto. El propósito de esta festividad parece haber sido la renovación de la
fuerza física y la energía sobrenatural del faraón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario