sábado, 25 de enero de 2020

Capítulo 9 - Primer Periodo Intermedio - Dinastías 7 -11



PRIMER PERIODO INTERMEDIO: LA DESINTEGRACIÓN DEL ESTADO

RESTOS ARQUITECTÓNICOS, CULTURA MATERIAL,
EPIGRAFÍA Y LITERATURA.

PRIMER PERIODO INTERMEDIO (c. 2175–2040 a. C.)
El Primer Periodo Intermedio de la historia del Antiguo Egipto transcurre de 2170 a.C. - 2052 a.C. Es una época donde el poder está descentralizado y transcurre entre el Imperio Antiguo y el Imperio Medio. Comprende desde la Dinastía VII hasta medidos de la Dinastía XI, cuando Mentuhotep II reunificó el país bajo su mando (c. 2040 a. C.).
Algunos egiptólogos, consideran que las dinastías VII y VIII pertenecen al anterior periodo, el denominado Imperio Antiguo de Egipto.
Este período se caracteriza por quitar protagonismo al faraón o rey egipcio de la escena política para beneficio de los nomarcas[1], jefes de las provincias originalmente designados por el faraón y cuyo título pasó a ser hereditario con el tiempo, y caciques locales que habían debilitado a la monarquía y sus instituciones. 
Este aumento de poder de las elites locales se dio especialmente en el largo reinado del rey Pépi II, que habría durado 94 años, que impedido por su avanzada edad no pudo controlar correctamente su reino. Luego vino el reinado de su hijo Merenra II, que duró solo un año, y pronto es sucedido por su esposa la reina Nitocris. El reinado de esta mujer, sin duda, encesto un golpe mortal a la credibilidad del rey de origen divino permitiendo que gobernantes locales firmemente arraigados en sus prefecturas o provincias se sublevaran de la autoridad real emancipándose en reinos autónomos.
Los grandes recursos destinados al clero, y en los enterramientos, produciría una situación de ruina. Las riquezas se acumulaban en improductivos ajuares de tumbas y gastos de cultos funerarios; gran parte de los recursos del país se consumían en los templos.
Además, Egipto y amplias zonas de su entorno sufrían un periodo de sequía, con una menor afluencia de aguas del río Nilo, provocando una situación de carestía y hambruna en el pueblo egipcio, y en las tribus nómadas del desierto, que las obligaba a buscar medios de subsistencia en las tierras fértiles del Delta. Esto precipitó el derrumbe de la monarquía menfita; la anarquía, el hambre y la incertidumbre se adueñan del país y el Delta es ocupado por oleadas de asiáticos.
En la tumba de Anjtifi, un gobernante del nomo de Hieracómpolis, se describe la crítica situación que padecía el pueblo:
"He dado pan al hambriento y vestido al desnudo... no permití que nadie muriera de hambre en este nomo... he prestado cereal... algo que ciertamente no encontré que hubiera sido hecho por los gobernantes que me precedieron..."
Fragmento pictórico hallado en los muros de la tumba de Anjtifi.

Esta época se caracteriza por la presencia de beduinos asiáticos en el Delta del Nilo y la disgregación feudal. Cada nomarca se independiza en la práctica aunque se agrupan en torno a los nomos de Heracleópolis y Tebas quienes acaudillan sendas confederaciones nomarcales. Voy a dividir este trabajo en la revolución menfita de 2195 a.C., la lucha entre la Confederación de Heracleópolis y la Tebana y la reunificación de Egipto con Mentuhotep I bajo cuyo reinado empieza el Reino Medio.

A) La revolución de Menfis en 2195 a.C.
A.1) Las fuentes. 
Son tres: algunos fragmentos de las Lamentaciones de Ipu-ur también conocidas por Censuras de un viejo sabio, el extracto de la Aegyptiaca de Manetón de Sebbenitos hecho por Eusebio de Cesarea en la primera mitad del siglo IV d.C. y el testimonio de Herodoto de Halicarnaso acerca de la reina egipcia Nitocris que se conserva en el segundo de sus Nueve libros de Historia.

A.1.A) Fragmentos de las Lamentaciones de Ipu-ur:
“Ya no se navega hacia Biblos. 
Faltan todas las materias necesarias a los oficios. 
Los asiáticos trabajan en los talleres del Delta. 
Ningún obrero egipcio tiene trabajo, los enemigos del país han despojado los talleres.
La mayoría no tienen casa ni muebles, ni siquiera un lecho para dormir; sus mujeres, demasiado pobres para adquirir un espejo, sólo pueden contemplarse en el agua; ni siquiera poseen una caja para guardar sus chucherías. Con frecuencia les falta el pan y están demasiado desprovistos para tejerse vestidos o comprarse zapatos.
Al no poder comprar el aceite necesario para cuidarse el pelo, se vuelven calvos.
La miseria de muchos es tal que no pueden casarse y duermen sin mujer y ni siquiera tienen una lira para distraerse.
Cuando mueren son enterrados en la arena, puesto que son demasiado pobres para pagarse un sarcófago.
Los notables están de luto, los plebeyos rebosantes de satisfacción. Toda la ciudad dice: Vamos, echemos a los poderosos de entre nosotros. El país rueda como torno de alfarero. Los ladrones se convierten en propietarios y los antiguos ricos son robados. Los que visten de lino fino son azotados. Las que nunca habían visto la luz salen a la calle. Se estrella contra las paredes a los niños de los nobles. Se huye de las ciudades. Son incendiadas las puertas, los muros, las columnas. Los hijos de los ricos son arrojados a la calle. Los ricos padecen hambre y pasan tribulaciones. Los antiguos servidores se hacen servir ahora. Las damas nobles huyen...se posternan por miedo a la muerte.
El país está lleno de facciosos; el hombre que va a trabajar lleva un escudo. Ya puede crecer el Nilo, ya no se cultiva, todos dicen: No sabemos lo que sucederá al país.
El hombre mata al hermano nacido de la misma madre. Los caminos están acechados. La maleza se llena de gente que aguarda a que venga aquél que regresa al atardecer para quitarle su carga; molido a garrotazos, es muerto vergonzosamente. Los rebaños vagan al azar, nadie los reúne.
Los que poseen vestidos andan en andrajos. Los grandes se emplean en los almacenes. Las damas que reposaban en las camas de su esposo duermen sobre pieles; sufren como si fueran criadas.
Las amas de casa dicen: ¡Ah, si tuviéramos algo para comer!. Las mujeres sufren por sus ropas viejas y sus corazones se avergüenzan cuando se las saluda. Las mujeres nobles sufren hambre. Ellas ofrecen a sus hijos sobre las camas.
Cada uno se lleva los animales que marca con su nombre. Todo lo que ayer se veía ha desaparecido. El país está abandonado como un campo segado. Por todas partes se destruyen las cosechas. Faltan vestidos, especias, aceite. La suciedad cubre la tierra; ya no existen vestidos blancos. Todo el mundo dice: Ya no hay nada.
Los almacenes han sido destruidos y sus guardianes muertos. Se come hierba y se bebe agua. Se quita el alimento de la boca de los cerdos, tanta es el hambre que hay. Los hombres disminuyen. Por todas partes se ve al hombre derribar a su hermano. Los muertos son lanzados al río; el Nilo es un sepulcro. Las mujeres son estériles, ya no tienen hijos. Grandes y chicos exclaman: ¡Quisiera morir!; los niños dicen: Mi padre no debiera haberme dado vida.
Vamos, dicen los ujieres, entreguémonos al saqueo. Los archivos de la sala de justicia son robados; los secretos divulgados...las oficinas públicas violadas, las declaraciones robadas; por ello los siervos se transforman en dueños de siervos. Los funcionarios son muertos; sus escritos, robados; los escritos desaparecen. Los víveres de Egipto son del primero que llega y dice: Aquí estoy, esto es mío. La casa del rey ya no tiene rentas. Las leyes de la sala de justicia son lanzadas al vestíbulo. Se las pisotea en la plaza pública; los pobres las maltrataban en las calles...La gran sala de justicia es de quien entra en ella. Los pobres van y vienen por la sala de audiencias. Suceden cosas nunca vistas; el Rey es raptado por los pobres. La pirámide está vacía de su anterior contenido. Algunos hombres sin fe y sin ley han despojado al país de la realeza y el palacio real se destruyó en una hora. La justicia está contigo, pero lo que tú propagas por el país es la confusión, ordena pues que se te rindan cuentas.
Ningún funcionario está en su puesto; es como un rebaño atemorizado y sin pastor. Los jefes del país huyen porque ya no tienen ocupación. Cuando el director de la ciudad se desplaza, ya no tiene escolta.
El pobre alcanza el estado de la divina Enéada. Los que eran enterrados como halcones divinos yacen ahora en sus ataúdes. El hijo de un hombre no se distingue del que no tiene padre; el hijo de la señora pasa a ser hijo de la criada. Caen los cabellos de las cabezas de todos los hombres”.

A.2.A) Un intento de interpretación.
El faraón Pepi II infringe duras derrotas a los beduinos. Sin embargo éstos nunca pierden sus esperanzas de entrar en Egipto. Encuentran su oportunidad en 2196 a.C. con motivo de la muerte de Pepi II tras un largo reinado de 94 años incluida su minoría de edad. Entonces sube al trono su sobrino carnal Merenre II. Éste es hijo de Merenre I quien había antecedido a Pepy II en el trono.
El reinado de Merenre II dura muy poco tiempo: un año con arreglo a la Lista de Abidos y trece meses según el Papiro real de Turín. Los beduinos conquistan el Delta. Allí interrumpen el eje mercantil Biblos - Delta del Nilo - Menfis - Koptos - Punt que había creado el faraón Sahure (2464 - 2452 a.C.), el segundo monarca de la V Dinastía. Sahure extiende al Punt a través de Menfis el comercio del Delta con la región sirio-palestina en general y Biblos en particular que se efectuaba ya en el período predinástico a través de los puertos egipcios de Metelis y Mendes.

El fin de aquellas actividades económicas origina en Menfis un motín que termina con el asalto del Palacio Real y la prisión de Merenre II. Su mujer Nitocris puede huir a Heracleópolis, nomo vecino a Menfis y por entonces fiel a la Dinastía Menfita. 
Mientras tanto en la capital se inicia una etapa anárquica con continuos cambios de dirigentes (unos más moderados y más radicales otros) a los que alude Manetón al referirse a los cinco reyes de Menfis que reinaron 75 días. En una de las revueltas de aquellos tiempos conflictivos el ala más extremista de los revolucionarios condena a muerte y ejecuta a Menenre II tras un simulacro de juicio. Ese desorden favorece la reconquista del poder por Nitocris desde Heracleópolis favorecida por la pasividad del sector moderado de los revolucionarios que no deseaban la ejecución de Menenre II. A su vuelta a Menfis Nitocris se limita a condenar a la pena capital a los regicidas. 
Esa medida de gracia se explica o por un deseo de Nitocris de mostrarse clemente o por un acuerdo que hubiera suscrito con los moderados de Menfis. Su actitud levanta las protestas los reaccionarios más extremos. Entre ellos figura Ipu-ur pues escribe en otro pasaje de sus Lamentaciones La Justicia está contigo, pero lo que tú propagas por el país es la confusión. Ordena, pues, que se te rindan cuentas”. Se cumple aquí la ley de todas las revoluciones según la cual los excesos de las revoluciones terminan por acercar a los moderados del Antiguo Régimen y el sistema revolucionario. 
Durante la revolución menfita de 2195 se redacta el escrito que se titula Diálogo entre un pesimista y su alma. El autor sería un alto funcionario de Menfis a quien tanto impresiona el aciago destino de Menenre II que pierde su fe en todos los valores tradicionales de la cultura egipcia aprendidos en su infancia. Ello le induce a defender la legitimidad del suicidio. El darse la muerte a uno mismo constituye uno de los mayores sacrilegios contra la religiosidad de Egipto al impedir el enterramiento ceremonial.
Nitocris consigue por tanto la pervivencia de la Dinastía Menfita pero a cambio de hacerla depender de los nomarcas de Heracleópolis, verdaderos dueños de la corte que nombran y deponen faraones a su antojo durante 35 años y a cuya familia las inscripciones coetáneas denominan la Casa de Akthoes, tal vez en recuerdo de su ancestro. 
Es verdad que la debilitada corte de Menfis intenta balancear el excesivo poder de los nomarcas heracleopolitanos con el nomarca Shemay de Koptos. Shemay era descendiente de Idi. Éste había desempeñado una importante carrera administrativa en tiempos de Pepy II. Uno de los oscuros faraones menfitas de la VIII Dinastía, Neferkauhor Khuiuihapy, nombra a Shemay de Koptos hijo adoptivo del rey, padre del dios, gobernador del sur con autoridad sobre los 22 nomos del Alto Egipto y vizir. Le hace además casarse con su hija Nebet. Pero la muerte de Shemay c.a. 2165 a.C. deja el campo libre a los nomarcas heracleopolitanos. 
Neferkauhor Khuiuihapy confirma el paso a Idy, hijo de Shemay, de muchas prebendas paternas. No obstante Idy se conforma con el puesto de Gobernador del Sur con poder limitado a sólo siete nomos meridionales. Según mi opinión Koptos experimenta una fuerte crisis económica estos años con la ruptura del eje comercial Biblos - Delta del Nilo - Menfis - Koptos - Punt al ser Koptos uno de los puntos claves del comercio con el Mar Rojo a través del Wadi-Hammamat. Este mercado queda interrumpido con la contracción general de la economía egipcia. 
Las pocas construcciones que aún se hacen se abastecen desde Assuán. Tebas controla ese territorio. El granito rosa de Assuán es suficiente a la hora cubrir la exigua demanda que llega del resto de Egipto. Se cierran por tanto las canteras del Wadi-Hammamat donde se instalan grupos de beduinos demasiados escasos en número para molestar a las ciudades del Valle. La ruta Koptos - Mar Rojo y las canteras del Wadi-Hammamat sólo vuelven a abrirse con Mentuhotep II (2009 - 1997).

En Egipto ese panorama termina hacia 2160 a.C. cuando el nomarca de Heracleópolis Khety I depone a Neferirkare, último rey menfita, y se proclama faraón de Egipto. Hasta entonces los nomarcas de Heracleópolis controlan los nombramientos y deposiciones de los soberanos menfitas pero respetan su poder nominal y sus viejas prerrogativas. Una de ellas es su entierro dentro de pirámides en la necrópolis de Saqqara bien que esos monumentos sean de proporciones modestas durante el primer período intermedio. En la antedicha necrópolis se han hallado restos de la pirámide de Ibi (faraón menfita de la VIII Dinastía) que llegó a tener 31,5 metros de altura.
Manetón confunde a Khety I con Akthoes, el fundador de la familia. Se inicia así la IX Dinastía calificada de heracleopolitana. Algunos egiptólogos se preguntan si sus faraones se trasladan a Menfis o continúan gobernando desde Heracleópolis. Me inclino por la segunda solución pues Mentuhotep I, el futuro reunificador tebano de Egipto, sólo considera cumplida su labor con la conquista de Heracleópolis. 

Dinastía VII (c. 2190–2170 a. C.)
Según Manetón hubo «70 reyes en 70 días» (frase simbólica que podría significar innumerables reyes en tiempo indeterminado).  Soberanos según la Lista Real de Abidos:

Nombre
Comentarios
Reinado
Necherkara
El primer faraón de la Dinastía VII
c. 2175 a. C.
Menkara
-
c. 2175 a. C.
Neferkara II el Niño
-
c. 2175 a. C.
Neferkara Neby
Posible hijo del faraón de la Dinastía VI Pepy II.
c. 2175 a. C.
Dyedkara Shemai
-
c. 2175 a. C.
Neferkara Jendu
-
c. 2175 a. C.
Merenhor
-
c. 2170 a. C.
Neferkamin
-
c. 2170 a. C.
Nikara
-
c. 2170 a. C.
Neferkara Tereru
-
c. 2170 a. C.
Neferkahor
-
c. 2170 a. C.

Lista real de Abidos

Necherkara

nTry-kA-ra nIntente-kA-ra Netjerikare ( Godlike Ka, Re ) Netjerikare (Divino es el Ka de Ra) 
Necherkara Siptah es el primer faraón de la Dinastía VII (c. 2181 a. C.). Con él se inicia el primer periodo intermedio de Egipto.
Durante la última época de la Dinastía VI el "Viejo Orden" se derrumba y los nomarcas del Alto Egipto establecen la hegemonía sobre sus territorios. Este gobernante podría pertenecer también a un consejo temporal de mandatarios, constituido en un periodo de dificultades políticas o económicas.
La situación en Menfis debía ser caótica pues Manetón comentó, según Julio Africano, que la dinastía se compuso de "70 reyes de Menfis, reinando 70 días".
Su nombre se encuentra en la Lista Real de Abidos.
Cuando se propuso una nueva restauración del Canon Real de Turín se vio que el nombre de este rey, Neitikerty Siptah, y el de la célebre reina Nitocris, citada por Manetón y Heródoto, en realidad eran los nombres del mismo personaje. Lo que supuso que de este faraón no sólo se encontrara su título, sino también su sexo, masculino y no femenino, como durante mucho tiempo se creyó.

Neferkara II

nfr-kA-ra NFR-kA-ra Neferkare (Beautiful I s Ka of Re) Neferkara (Hermoso es el espíritu (Ka) de Ra)

Neferkara II ("Hermoso es el Ka (alma) de Re") es de la lista de Abydos únicamente. The common name might be an entry for another better-known ruler. El nombre común podría ser una entrada para otro gobernante más conocido. No remains from him have been found. No se han hallado restos de él.
Lista Real de Abidos. Cartucho nº 42.

Neferkara Nebi

NFR-kA-ra nby Neferkare Neby (Beautiful I s Ka of Re ; The Protector) Neferkara Neby (Hermoso es el espíritu (Ka) de Ra; El Protector) 
Neferkara Nebi ("El protector") era un hijo del rey Pepi II. He is present in the Abydos list and twice mentioned in the tomb of his mother - queen Ankhesenpepi II. Él está presente en la lista de Abydos y en dos ocasiones se ha mencionado en la tumba de su madre - la reina Ankhesenpepi II. No remains from him have been found. No se han hallado restos de él.
Lista Real de Abidos. Cartucho nº 43 

Djedkare Shemu
Dd-kA-ra SmaI Djedkare Shem ai (The Soul [Ka] O f Re Endureth ; The Nomad) Djedkare Shem ai (el alma de Ra es inmortal) 



De la lista de Abydos sólo viene rey Djedkare Shemu ("Permanente es Ka (alma) de Re) y su nombre de nacimiento Shemu (o Shemai) posiblemente "nómada ", que se muestra por el jeroglífico de un hombre con un palo por encima del hombro.

Neferkara IV Khendu

nfr-kA-ra Xndw NFR-kA-ra Xndw Neferkare Chendu (Beutiful I s Ka O f Re ; Striding) Neferkara Chendu (Hermoso es el espíritu (Ka) de Ra)

El nombre de Neferkara Khendu se atestigua en la Lista Real de Abydos (número 45), una lista de reyes que data de la época de Ramesside , y está ausente en el Canon de Turín como una gran laguna en este documento afecta a la mayoría de los reyes de la séptima / octava dinastía.
No hay constancia firmemente atribuible a Neferkara Khendu más allá de la lista de reyes de Abidos, aunque un sello cilíndrico inscrito en la cartela Ḫndy, "Khendy", fue atribuido provisionalmente a él por el egiptólogo Henri Frankfort en 1926[2]. Los eruditos modernos han demostrado sin embargo que el cartucho en el sello es más que probable que se lea por  "Khamudi", nombre del último rey de los  hicsos , y además que este cartucho se inserta en el sello como relleno el espacio en lugar de como una referencia explícita a este rey. El sello se encuentra actualmente en el Museo Petrie, número de catálogo 11616 UC.

Sello cilíndrico con la cartela "Khamudi", atribuido tentativamente a Neferkara Khendu por Henri Frankfort

Merenhor

mri-n-Hr mri-n-Hr Merenhor (Horus L oves H im) Merenhor (Amado de Horus) 

MERENHOR tiene el número cartela cuarenta y seis en la pared de Abydos y no tiene dios solar Ra en su nombre de trono. Su nombre (en la parte inferior de la cartela izquierda) es las ondas de agua, una boca, una azada y el viejo halcón dios Hor (Horus).

Sneferka

snfr-kA snfr-kA Sneferka Sneferka

SNEFERKA viene solamente de la lista de Abydos cartela número 47. Su nombre no contiene un dios y, posiblemente, se puede leer: El alma es hermosa Ka. (No se han encontrado restos de estos reyes. 

Nekare

ni-kA-ra ni-kA-ra Nikare (Re W ho B elongs T o Ka) Nikare

Neka (nombre alternativos Nika y Nakre).  Es mencionado en el cartucho cuarenta y ocho de la lista de Abidos detrás de Sneferka , y no se conoce por ninguna otra fuente. Su nombre quería decir "Lo que pertenece al alma de Ra ".

Neferka Tereru

nfr-kA-ra tr(r)rw NFR-kA-ra tr (r) rw Neferkare Tereru (Beautiful I s Ka O f Re ; Respected B y...) Neferkara Tereru (Hermosa I s Ka O f Re; Respetado B y ...)

Neferka TERERU está en la posición número cuarenta y nueve de la lista de Abydos. Su nombre TERERU personal (o posiblemente Tererl), son los cuatro jeroglíficos que comienzan en la parte inferior y el significado es posiblemente: "Respetado por".  Al igual que su predecesor, que no ha dejado ninguna permanece en absoluto.

Neferkahor

nfr-kA-Hr NFR-kA-Hr Neferkahor (Beautiful I s Ka O f Horus) Neferkahor (el Ka (alma) de Horus es hermoso)

Este rey gobernó al final de séptima dinastía y él, obviamente, elogió al antiguo dios halcón Hor. (Horus)
La cartela dice que "el Ka (alma) de Horus es hermoso" en lugar del dios solar Ra. Desde la dinastía IV había permanecido que los faraones en los cartuchos se proclamaran con el título de “Hijo de Ra” con un disco solar. Neferkahor y algunos otros gobernantes de este período rompieron  temporalmente esta tradición. 

Dinastía VIII (c. 2170–2150 a. C.)
Esta dinastía suele agruparse con la precedente en muchos textos actuales.
Soberanos según la Lista Real de Abidos

Nombre
Comentarios
Reinado
Neferkara Pepyseneb
c. 2170 a. C.
Neferkamin Aanu
c. 2170 a. C.
Kakaura Ibi
c. 2165 a. C.
Neferkaura
c. 2165 a. C.
Neferkauhor
c. 2165 a. C.
Neferirkara II
c. 2160 a. C.


La Octava Dinastía del antiguo Egipto (Dinastía VIII) es una línea de faraones poco conocida y de corta duración que reina en rápida sucesión a principios del siglo 22 a.C, probablemente con su sede del poder en Memphis. La Octava Dinastía dominó en un momento conocido como el final del Antiguo Reino o el comienzo del Primer Período Intermedio. El poder de los faraones disminuyó mientras que el de los gobernadores provinciales, conocidos como nomarcas. Fue muy importante, ya que para entonces el estado egipcio se había convertido efectivamente en un sistema feudal. A pesar de las estrechas relaciones entre los reyes menfitas y los poderosos nomarcas, especialmente en Coptos, la octava dinastía fue finalmente derrocada por los nomarcas de Heracleópolis Magna, quienes fundaron la Novena Dinastía. La Octava Dinastía se combina a veces con la Séptima Dinastía anterior, debido a la falta de evidencia arqueológica de esta última que puede ser ficticia.
Los egiptólogos estiman que la Octava Dinastía gobernó Egipto durante aproximadamente 20-45 años y se han propuesto varias fechas: 2190-2165 a. C., 2181-2160 a. C.,  2191-2145 a. C.,  2150- 2118 a.C.

Dos fuentes históricas que datan del Nuevo Reino enumeran a los reyes pertenecientes a la Octava Dinastía. El más antiguo de los dos y principal fuente histórica sobre la Octava dinastía es la lista de reyes de Abidos, escrita durante el reinado de Seti I. Los reyes enumerados en las entradas 40 a 56 de la lista del rey Abydos se ubican entre el final de la Sexta Dinastía del período del Antiguo Reino y el comienzo de la Undécima Dinastía del Reino Medio. Además, los nombres de estos reyes son diferentes de los conocidos de la Novena y la Décima Dinastías, ninguna de las cuales está en la lista de Abydos. Como consecuencia, las entradas 40 a 56 de la lista se asignan a las Dinastías Séptima y Octava.
La otra fuente del Nuevo Reino en la Octava Dinastía es el canon de Turín, escrito durante el reinado de Ramsés II. El papiro de Turín fue copiado de una fuente anterior que, como ha demostrado el egiptólogo Kim Ryholt, estaba en sí misma plagada de lagunas y debió estar en mal estado. Además, el papiro de Turín está muy dañado y no se puede leer sin mucha dificultad. En total, hay tres nombres presentes en fragmentos de papiro que podrían asignarse a los reyes de la Octava Dinastía. Estos son Netjerkare Siptah, otro nombre difícil de leer y, finalmente, el de Qakare Ibi, el quincuagésimo tercer rey en la lista del rey Abydos. Parece que hay espacio para dos o tres más reyes antes del final de la dinastía tal como están registrados en la lista. Esto indicaría que las partes faltantes del canon de Turín probablemente contenían a los reyes en los registros cincuenta y uno a cincuenta y cinco de la Lista del Rey Abydos. Debido a que el papiro de Turín omite los primeros nueve reyes en la lista de Abydos, WC Hayes cree que es razonable que los egipcios hayan dividido las Dinastías VII y VIII en este punto. 
Reyes de la VIII Dinastía en la lista del rey Abydos, desde Netjerkare Siptah hasta Neferkamin.

Reyes de la VIII Dinastía en la lista del rey Abydos, desde Nikare hasta Neferirkare

Fuente Ptolemaica 
El sacerdote egipcio Manetón escribió una historia de Egipto durante el siglo III a.C. conocida como la Aegyptiaca. El trabajo de Manetho no ha sobrevivido hasta nuestros días y solo lo conocemos a través de tres escritores posteriores que lo citaron. Desafortunadamente, estas tres fuentes son extremadamente difíciles de manejar. Por ejemplo, a menudo se contradicen, como es el caso de los dos historiadores antiguos, Sexto Julio Africano y Eusebio de Cesarea, que citan la sección de la Aegyptiaca con respecto a las Dinastías Séptima y Octava. Africanus afirma que la Dinastía VII consistió en 70 reyes que gobernaron durante un período de setenta días en Memphis, y la dinastía VIII consistió en 27 reyes que reinaron por 146 años. Sin embargo, Eusebio registra que durante la Dinastía VII cinco reyes gobernaron durante setenta y cinco días, y la Dinastía VIII incluye a cinco reyes que gobernaron durante 100 años. Setenta reyes en setenta días generalmente se considera la versión correcta de Manetón en relación con la Séptima Dinastía, pero probablemente no sea un relato fáctico de la historia. Más bien, esto se interpreta en el sentido de que los faraones de este período fueron extremadamente efímeros, y el uso de setenta puede ser un juego de palabras con el hecho de que esta fue la Séptima Dinastía de Manetón.  Debido a que Manetón no proporciona datos históricos reales sobre este período y no ha surgido evidencia arqueológica de la Séptima Dinastía, muchos egiptólogos han argumentado que esta dinastía es ficticia.  Con respecto a la Octava Dinastía, ahora está ampliamente aceptado que la estimación de Manetho para su duración es una sobreestimación muy sustancial de la realidad. 

Evidencias contemporáneas 
La principal evidencia arqueológica de los reyes de la Octava Dinastía son los decretos reales descubiertos en Coptos, que nombran a algunos de los últimos faraones de la dinastía. Otras evidencias tentativas para los primeros reyes de la dinastía provienen de tumbas en Saqqara, en particular la pirámide de Qakare Ibi en Saqqara. Más allá, hay inscripciones reales encontradas en el Wadi Hammamaty en el Alto Egipto, así como las no reales del Alto Egipto. 
La Octava Dinastía ha sido clasificada tradicionalmente como la primera dinastía del Primer Período Intermedio debido a la naturaleza efímera de los reinados de sus reyes, así como a la escasez de evidencias contemporáneas, lo que sugiere un declive del estado en el caos. La reciente reevaluación de las evidencias arqueológicas ha mostrado una fuerte continuidad entre las Dinastías Sexta y Octava, por lo que el egiptólogo Hratch Papazian propuso que la Octava Dinastía debería ser vista como la última del período del Antiguo Reino.  
Dado que cinco reyes de la Octava Dinastía tenían el nombre del trono de Pepi II, Neferkare, como parte de sus propios nombres, pueden haber sido descendientes de la Dinastía VI, que intentaban conservar algún tipo de poder.  Algunos de los actos de los últimos cuatro reyes de la Dinastía VIII están registrados en sus decretos a Shemay, un visir durante este período, aunque solo Qakare Ibi puede conectarse a cualquier construcción monumental. Su pirámide se ha encontrado en Saqqara cerca de la de Pepi II y, como sus antecesores, tenía los Textos de las pirámides escritos en las paredes.  
Sin embargo, muchos reyes allí eran, está claro que durante este período de tiempo se produjo un colapso de la autoridad central de Egipto. Los gobernantes de estas dinastías se asentaron en Memphis y parecen haber dependido del poder de los nomarcas de Coptos, a quienes otorgaron títulos y honores. Esto debe haber sido en vano ya que la Octava Dinastía fue finalmente derrocada por un grupo rival con sede en Herakleopolis Magna.
Los Decretos de Coptos, promulgados por los gobernantes Neferkauhor y Neferirkara, concediendo honores y abundantes privilegios a Shemay y a su hijo Idi, nos informan de la situación de la época; estos personajes tuvieron los cargos de nomarcas de Coptos, visires y gobernadores del sur, manejando a su conveniencia a los débiles monarcas de esta dinastía.
El texto de los Lamentos de Ipuur describe una situación caótica: reyes desacreditados, invasión asiática del Delta, desórdenes revolucionarios, destrucción de archivos y tumbas reales, ateísmo y divulgación de secretos religiosos. El hundimiento del Viejo Orden.

Neferkara Pepyseneb

nfr-kA-ra pipi-snb(w)
NFR-kA-ra pipi-snb (w) Neferkare Papiseneb (Beautiful Ka, Re ; Pepi I s H ealthy) Neferkara Papiseneb Hermoso es el espíritu (Ka) de Ra, Pepy es fuerte)
nfr-kA(-ra) Sri
NFR-kA (-ra) Sri Neferkare S heri (Beautiful Ka, Re ; The Younger) Neferkara S heri (Hermoso es su espíritu (Ka); el más joven)
nfr-kA-ra
NFR-kA-ra Neferkare (Beautiful Ka, Re) Neferkara (Hermoso es el espíritu (Ka) de)

Tras el hundimiento del Viejo Orden, al final de la Dinastía VI, los nomarcas del Alto Egipto establecen la hegemonía sobre sus territorios.
La situación en Egipto debía ser caótica y aunque Manetón escribió que la dinastía VIII consistía en "cinco reyes de Menfis que reinaron 100 años", según Eusebio de Cesarea, los académicos piensan que sólo duró unos quince años.
El texto denominado Lamentos de Ipuwer describe una situación caótica: reyes desacreditados, invasión asiática del Delta, desórdenes revolucionarios, destrucción de archivos y tumbas reales, ateísmo y divulgación de secretos religiosos.
Este gobernante podría pertenecer a un consejo temporal de mandatarios, constituido en un periodo de dificultades políticas o económicas.
Su nombre se encuentra en la Lista Real de Abidos y fragmentos del Canon Real de Turín.
Según los egiptólogos Kim Ryholt, Jürgen von Beckerath y Darrell Baker, él fue el duodécimo rey de la octava dinastía combinada.
El nombre Neferkare Pepiseneb aparece en la Lista del Rey Abydos (número 51), pero no en ningún otro lugar. Sin embargo, Jürgen von Beckerath ha propuesto que Neferkare Pepiseneb se identifique con un "Neferkare Khered Seneb" que aparece en el canon de Turín.  Como tal, Neferkare Pepiseneb sería el primer rey de la Octava Dinastía, siguiendo a Ntyiqrt (que podría ser Neitiqerty Siptah) cuyo nombre aparece en el canon de Turín, una gran laguna en el documento que afecta a los reyes intermedios de la dinastía.  Ambas fuentes se remontan a mucho después de la octava dinastía, a la dinastía 19 y más tarde y no hay testimonios contemporáneos de este período.
El epíteto que Khered le dio a Neferkare Pepiseneb en el canon de Turín significa "niño" o "joven". En consecuencia, "Neferkare Khered Seneb" se traduce de diversas maneras como Neferkare The Child is Healthy, Neferkare the Younger es Healthy o Neferkare Junior es Healthy.  
Los egiptólogos han presentado varias hipótesis con respecto a este epíteto. Hratch Papazian propone que el hecho de que el rey se llamara Khered en el canon de Turín insinúa su edad juvenil al ascender al trono.  Alternativamente, Darell Baker y Kim Ryholt proponen que el epíteto "Khered" es el resultado de un error cometido por el copista que escribió el canon de Turín, confundiendo "Pepiseneb" con "Khered Seneb", como las formas hieráticas de "pepi" y "khered" pueden parecerse si están dañados.  Por lo tanto, este error podría deberse a algún daño que afecte al documento anterior del cual se copió el canon en el período Ramessida. 
Otra hipótesis que explica "Khered" que Ryholt considera más probable es que este epíteto es en este contexto sinónimo de "Pepi". De hecho, el "Pepi" de "Pepiseneb" podría ser Pepi II Neferkare, el último gran faraón del Reino Antiguo de Egipto y que puede haber tenido el reinado más largo de cualquier monarca en la historia con 94 años en el trono (2278 - 2184 a.C). Además, este faraón, que debe haber sido bien recordado tan cerca de su reinado, accedió al trono de niño cuando solo tenía alrededor de 6. Ryholt propone que el "niño" ("Khered") mencionado en el nombre de Neferkare Pepiseneb En el canon de Turín está Pepi II. Como adicionalmente, el nomen de Pepi II fue Neferkare, Neferkare Seneb, Pepiseneb todos podrían referirse a Pepi II y significar "Pepi II es saludable". Esta hipótesis es posiblemente reivindicada por el determinante divino (signo de Gardiner G7) adjunto al epíteto "Khered" en el canon de Turín. Normalmente, esto está reservado para los nombres de reyes y dioses y podría indicar que el epíteto "Khered" se entendió como que se refiere a un faraón específico.  
Según la última lectura de Ryholt del canon de Turín, Neferkare Pepiseneb reinó al menos un año.

Neferkamin Anu
nfr-kA-ra anw
NFR-kA-ra anw Neferkare Anu Neferkara Anu
nfr-kA anw NFR-kA anw Sneferka Anu Sneferka Anu
nfr Nefer
NFR Nefer (Beautiful) (Hermoso <es su espíritu>)

Su nombre se encuentra en la Lista Real de Abidos y fragmentos del Canon Real de Turín. Se le atribuye un reinado de 2 años, 1 mes y 1 día.
Según la Lista del Rey Abydos y la última reconstrucción del canon de Turín por Kim Ryholt, él fue el decimotercer rey de la Octava Dinastía.  Esta opinión es compartida por los egiptólogos Jürgen von Beckerath, Thomas Schneider y Darrell Baker.  Como un faraón de la Octava Dinastía, Neferkamin Anu habría reinado en la región de Memphite.
Neferkamin Anu se menciona en la entrada 52 de la lista de Abydos King, que se compiló en el período Ramesside temprano. La lista menciona a su predecesor como Neferkare Pepiseneb y a su sucesor como Qakare Ibi. El canon de Turín identifica a Nerferkamin Anu con un Nefer mencionado en la columna 4, línea 10 del documento, que está de acuerdo con la lista del rey Abydos.  Cualquier detalle sobre el reinado de Neferkamin Anu se pierde en una laguna del canon de Turín.
El nombre de Neferkamin Anu se transcribe como Neferkamin Anu a pesar de que se reporta como Sneferka Anu en la lista del Rey Abydos. El motivo de esta transliteración es que el signo de jeroglífico O34, que lee s, podría reemplazar al signo R22 para el dios Min y al leer Mn. 

Qakare Ibi


[qai-]kAu-ra-Re Qa k are (Strong I s T he Soul of Re)
[Qai-] Kau-ra-Re Qa k son (Ensalzado es el espíritu (Ka) de Ra)
ib(i)
ib (i) Ibi Ibi (Canon Real de Turín 4.11)
ibi
ibi Ibi Ibi (G. Jéquier, pirámide de Aba)
qai-kA-ra Qa k are (Strong I s T he Soul O f Re)
qai-kA-ra Qa k son (Ensalzadoson los espíritus (Ka) de Ra) 


El el 14º gobernante de la Octava Dinastía. Como gobernante se destaca de otros durante este período y se confirma por el Canon de Turín y de la pared del templo de Abydos, más una cantidad bastante considerable de graffiti en un lugar remoto en Nubia.
Como capital del poder Qakare Ibi tenía a Memphis y probablemente no poseía el poder sobre todo Egipto. Qakare Ibi es uno de los mejores atestiguados faraones de la séptima y octava dinastía gracias  al el descubrimiento de su pequeña pirámide en el sur de Saqqara.
Kakaura Ibi se atestigua en la entrada 56 de la Lista Real de Abidos, una lista de reyes que fue redactado unos 900 años después del primer período intermedio durante el reinado de Seti I.  Según la última reconstrucción de Kim Ryholt del canon de Turín, otra lista de reyes compilada en la era de Ramessida, Qakare Ibi también está registrada en la columna 5, línea 10 (Gardiner 4.11, von Beckerath 4.10). El canon de Turín indica además que reinó por "2 años, 1 mes y 1 día". La única otra declaración de Qakare Ibi es su pirámide en Saqqara del Sur.
Qakare Ibi fue enterrado en una pequeña pirámide en Saqqara-Sur. Fue descubierta por Karl Richard Lepsius en el siglo 19, que aparece como el número XL en su pionera lista de pirámides. La pirámide fue excavada desde 1929 hasta 1931 por Gustave Jéquier. 
La pirámide de Ibi es la última que se haya construido en Saqqara, situada al noreste de la tumba de Shepseskaf y cerca de la calzada de la pirámide de Pepi II. Es muy similar en el plano, las dimensiones y las decoraciones a las pirámides de las reinas de Pepi II, el último gran faraón del Imperio Antiguo. En consecuencia, se propuso que la pirámide era originalmente de Ankhnespepi IV (NH-n = s PPJ, "Pepi vive para ella") una esposa de Pepi II, y sólo más tarde fue expropiada por Ibi. Al lado de la pirámide es una pequeña capilla donde el culto funerario tuvo lugar. No hay rastro de un paso elevado, ni de un templo del valle, y es probable que nunca hubo ninguno. 
La pirámide de Ibi no está orientada sobre un eje noroeste-sureste. El edificio habría sido alrededor de 31,5 m de gran tamaño y 21 m de alto con una pendiente de 53 ° 7 'en el momento de su construcción. La base de la pirámide fue construida con bloques de piedra caliza de origen local, la mayoría de los cuales ya se han ido, probablemente reutilizados en construcciones posteriores. Como resultado, el monumento aparece hoy como un montón de piedras y barro de unos 3 m de alto en las arenas de Saqqara. En algunos de los bloques, se encontraron inscripciones en tinta roja mencionan un jefe de los libios, cuyo significado. Curiosamente, parece que a pesar de que se llevaron las bases de la carcasa exterior de la pirámide, la propia carcasa nunca fue montada. 



En el lado norte del edificio, Jéquier encontró un rastrillo de 1 m) de largo que conduce con una inclinación de 25 a un corredor de 8 m. Detrás de este rastrillo estaba la cámara funeraria del rey. Tanto el pasillo y las paredes de la cámara funeraria se inscribieron con los Textos de las Pirámides. Los textos parecen haber sido inscritos directamente para Ibi. Jéquier juzga la calidad de las inscripciones como "muy normales".  Por otra parte, la colocación de las declaraciones parece relativamente indiscriminada. El techo de la cámara funeraria era plano y decorado con estrellas.Hoy en día un gran bloque de hormigón protege la cámara. 
En el lado oeste de la cámara funeraria es una puerta falsa y un enorme bloque de granito sobre la que se colocaba una vez el sarcófago del rey. En el lado este hay un serdab para la estatua del Ka del difunto. 
Junto a la zona este de la pirámide es una pequeña capilla de adobe que servía de templo para el culto del rey muerto. La entrada a la capilla se encuentra en su lado norte. Dentro del templo, inmediatamente contra la pared pirámidal es una sala de ofrendas donde Jequier encontró un lavabo de piedra, así como una Estela o una puerta falsa de la que sólo quedan los cimientos. La parte sur de la capilla está ocupada por habitaciones.

Neferkaure II

nfr-kAu-ra NFR-Kau-ra Neferkaure (Beautiful A re T he Souls [Ka] O f Re) Neferkaure (Próspero es el espíritu (Ka) de Ra)

De acuerdo con la Lista del Rey Abydos y la última reconstrucción del canon de Turín por Kim Ryholt, fue el décimo quinto rey de la Octava Dinastía.  Esta opinión es compartida por los egiptólogos Jürgen von Beckerath, Thomas Schneider y Darell Baker.  Como faraón de la Octava Dinastía, la sede del poder de Neferkaure fue Memphis y puede que no haya tenido el poder sobre todo Egipto.
Neferkaura lleva el nombre de la entrada 54a de la Lista Real de Abidos, una lista de reyes redactado unos 900 años después del primer período intermedio durante el reinado de Seti I. El nombre de Neferkaure se pierde en una laguna del canon de Turín que afecta a la columna 5, línea 11 del documento. Sin embargo, la duración del reinado de Neferkaure se conserva con "4 años, 2 meses y 0 días". 
Neferkaure también se conoce a partir de una inscripción contemporánea, un decreto fragmentario inscrito en una losa de piedra caliza conocida como el Decreto H de Coptos y sobre las ofrendas para el templo de Min en Coptos.  Uno de los dos fragmentos existentes de este decreto fue entregado por Edward Harkness al Metropolitan Museum of Art, donde ahora se exhibe en la Galería 103.  El decreto está fechado en el cuarto año regnal de Neferkaure, que Es la fecha certificada más alta de cualquier rey de la Octava Dinastía.  La primera señal del nombre de Horus del rey.Está claramente presente mientras se debate el segundo signo. Von Beckerath se compromete solo con el primer signo y lee a Kha, [...] mientras que Baker y William C. Hayes leen a Khabau.  El decreto está dirigido al entonces gobernador del Alto Egipto, Shemay, y requiere que se entreguen cantidades regulares de ofrendas a intervalos regulares al dios Min y luego posiblemente a una estatua del rey.  

Neferkauhor Khuiuihepu

nfr-kAw-Hr
NFR-Kaw-Hr Neferkauhor (Beautiful Is Soul [Ka] Of Horus) Neferkauhor (Hermosos son los espíritus (Ka) de Horus)
Xwi-wi-Hpw K hui u ihepu (Apis Protect Me)
Xwi-wi-HPW K hui u ihepu (Apis me protege)
Neferkauhor Khuwihapi fue el décimo sexto y penúltimo rey de la octava dinastía habría gobernado el la región de Menfis. Neferkauhor reinó por poco más de 2 años  y es uno de los mejores atestiguados reyes de este periodo con ocho de sus decretos que sobreviven en condición fragmentaria hasta hoy.
Neferkauhor es mencionado en la Lista de los Reyes de Abydos  con el número 55, Se cree que Neferkauhor pudo haber sido incluido en el Canon de Turín, a pesar de que su nombre se pierde en una laguna que afecta a la columna 5, línea 12 del documento. La duración de su reinado se conserva sin embargo y dado como "2 años, 1 mes y 1 días".
Un total de ocho decretos diferentes que se encuentran en el templo de Min en Coptos se atribuyen a Neferkauhor y han sobrevivido hasta nuestros días en estado fragmentario. Cuatro de estos decretos, inscritos en las losas de piedra caliza, fueron dados en 1914 por el filántropo Edward Harkness al Museo Metropolitano de Arte, donde se encuentran ahora en exhibición en la Galería 103. 
Siete de los ocho decretos fueron emitidos en un solo día  del primer año del reinado de Neferkauhor, tal vez en el día de su ascensión al trono. Curiosamente, el año en cuestión se le da el nombre de " Año de Uniendo las Dos Tierras". En el primer decreto Neferkauhor otorga títulos a su hija mayor Nebyet, esposa de un visir llamado Shemay. Él le atribuye un guardaespaldas, el comandante de los soldados Khrod-ny (también se puede leer Kha'redni), y ordena la construcción de una barca sagrada para el dios llamado "Two-Powers", tal vez el dios dntronizado Horus – Min.
El segundo y el mejor conservado de los decretos se refiere a la designación del hijo de Shemay, Idy, para el cargo de gobernador del Alto Egipto, gobernando sobre los siete nomes australes de Elefantina a Diospolis Parva: 
“El Netjerbau Horus. Sellado en presencia del rey en el mes 2 [de Peret, Día 20].  Real Decreto para el recuento, el más [vidente de sacerdotes, Idy]: se lo nombra conde, gobernador del Alto Egipto, supervisor de los sacerdotes en este mismo Alto Egipto, que [está bajo] su supervisión hacia el sur hasta Nubia, hacia el norte hasta el sistro nome, funcionando como conteo, supervisor de los sacerdotes, el jefe de los gobernantes de los pueblos que están bajo su supervisión, en lugar de su padre, el padre del dios, amado del dios, el príncipe heredero, el alcalde de la [ci pirámide] ty, justive jefe, visir, guardián de los archivos del rey, [recuento, gobernador del Alto Egipto, supervisor de los sacerdotes, Shemay.  No] uno [tendrá derecho a reclamar rightfull contra ella]”
El tercero y cuarto decretos se conservan parcialmente en un solo fragmento. Registran Neferkauhor otorgando al  hermano de Idy un puesto en el templo de Min y posiblemente también informa a  Idy al respecto. Esta última registros decreto por las que se encuentran los decretos en el templo de Min: 
“[Mi majestad ordena que usted fije] [las palabras de este decreto en la puerta] camino del templo de Min [de Coptos siempre] de los siglos. "Sellado en presencia del [rey] a sí mismo en el Año de Uniendo las Dos Tierras, Mes 2 de Peret, Día 20"
Los decretos restantes se refieren a la designación de los sacerdotes funerarios a las capillas de Nebyet y Shemay así ordena los inventarios en el templo de Min. 
Más allá de sus decretos Neferkauhor también está atestiguada por una sola inscripción en una pared de la tumba de Shemay fechada en su primer año de reinado, mes 4 de Shemu, Día 2.

Neferirkara II

nfr-iri-kA-ra NFR-iri-kA-ra Neferirkare (Beautiful Form A nd Soul [Ka] O f Re) Neferirkara (Hermoso es el celebrado espíritu (Ka) de Ra)

Neferirkara II. Según los egiptólogos Kim Ryholt, Jürgen von Beckerath y Darrell Baker, él fue el 17º y último rey de la Octava Dinastía.  Muchos eruditos consideran que Neferirkare fue el último faraón del Reino Antiguo, que terminó con la VIII Dinastía. 
El nombre de Neferirkara II está claramente atestiguada en la entrada 56 de la Lista Real de Abidos, una lista de reyes que fue redactado unos 900 años después del primer período intermedio durante el reinado de Seti I.  La última reconstrucción del canon de Turín, otra lista del rey compilada en la era de Ramesside, indica que Neferirkare II también está atestiguado allí en la columna 5, línea 13.  
Farouk Gomaà,  William C. Hayes y Baker identifican a Neferirkare II con el nombre Horus Demedjibtawy (Dmḏ-ib-t3wy, "El que unifica el corazón de las dos tierras") que aparece en un solo decreto, el Coptos Decreto R, ahora en el Museo Egipcio, JE 41894. El decreto se refiere al templo de Min en Coptos, eximiéndolo de cuotas y deberes.  Esta identificación es rechazada por Jürgen von Beckerath.  
Otra identificación propuesta se refiere al prenomen Wadjkare (W3ḏ-k3-Rˁ, "Florecer es el Ka de Ra"), que también aparece en el Decreto R de Coptos.  Kurt Heinrich Sethe, Gomaà, Hayes y Baker ven a Wadjkare como algo distinto de Demedjibtawy, pero von Beckerath cree que Wadjkare puede haber sido el prenomen de Neferkare II y la misma persona que Demedjibtawy.  En el lado opuesto, Gomaà y Hayes equiparan a Wadjkare con un gobernante oscuro llamado Hor-Khabaw.  Alternativamente, Hans Goedicke propuso que Wadjkare es el antecesor de Demedjibtawy y coloca a ambos gobernantes cronológicamente en la Novena Dinastía.  Thomas Schneider deja el problema abierto y relaciona a Wadjkare por igual con Neferkare II o Neferirkare II sin más referencias a Demedjibtawy.  
Finalmente, tanto Demedjibtawy como Wadjkare no se conocen por ninguna otra declaración contemporánea que no sea el decreto y, a menos que deban identificarse con Neferirkare II o Neferkare II, también están ausentes de la lista de reyes de Abydos y del canon de Turín.
En 2014, Maha Farid Mostafa publicó una inscripción, encontrada en la tumba de Shemay. La inscripción pertenece más probablemente a Idy, un hijo de Shemay, aunque el nombre de Idy no se conserva. El texto está fechado bajo un rey con el nombre Pepy y con un trono llamado Nefer-ka [destruido] -Ra. Maha Farid Mostafa reconstruyó el nombre del trono a Neferirkare. Las fechas de inscripción aseguran a la octava dinastía. Si esta reconstrucción es correcta, Neferirkare es probablemente idéntico a Demedjibtawy. Idy se menciona en uno de los decretos de Coptos junto con Demedjibtawy.  

El canon de Turín acredita a Neferirkare II con un año y medio de reinado.  Tanto el canon de Turín como el rey de Abydos registran el registro de Neferirkare II como el último gobernante de la séptima / octava combinada.  Neferirkara posiblemente fue derribado por el primer rey de la subsiguiente Herakleopolitan novena dinastía, Meryibre Khety. 
Alternativamente, el estado egipcio puede haberse derrumbado por completo con el inicio de las inundaciones bajas del Nilo, la hambruna masiva y el caos que envolvieron a Egipto al comienzo del Primer Período Intermedio.

DINASTIAS IX, X y XI
Tradicionalmente, los Egiptólogos han diferenciado los grandes períodos de la historia faraónica en base a la situación política del estado. Los “Imperios”, definidos como tiempos de unidad política bajo un gobierno centralizado fuerte, se alternaban con otros “períodos intermedios” que, en contraste, se caracterizaban por la rivalidad entre gobernantes locales en sus demandas de poder.
En el que aquí nos atañe, el Primer Período Intermedio, la larga línea de faraones que habían gobernado el país desde Menfis se interrumpió con los últimos faraones de la Dinastía VIII. A partir de este momento, el poder lo ostentaron un rosario de gobernantes de Heracleópolis Magna, originarios de esta localidad situada hacia el norte del Egipto Medio, cerca de la entrada al Faiyum.
Estos reyes aparecen en la historia de Manetón como pertenecientes a las Dinastías IX y X, habiendo sido equivocadamente subdivididas en el curso de su transmisión de la lista-real original.
El traslado de la residencia real de Menfis a Heracleópolis, para los egipcios evidentemente significaba alguna forma de ruptura. Esto lo sugiere el hecho de que los recopiladores de la Dinastía XIX del Canon de Turín insertasen un gran total para los comienzos de la historia egipcia tras la lista de gobernantes de la Dinastía VIII. Además, la lista-de-reyes del templo de Seti I de Abydos no da nombres reales para el período que va de la Dinastía VIII al inicio del Imperio Medio.
De hecho, Heracleópolis nunca llegó a ejercer control sobre el sur del Alto Egipto. Aquí, en el curso de prolongadas luchas entre magnates locales, una familia de “nomarcas” tebanos acabó estableciéndose como fuerza visible, asumió para sí títulos de realeza, y así apareció en los anales de la realeza egipcia como Dinastía XI.
A partir de este momento, dos estados competidores inician una confrontación dentro del territorio egipcio hasta que, finalmente, después de un largo período de guerras intermitentes, el faraón tebano Nebhepetra Mentuhotep II acabó derrotando a su homólogo de Heracleópolis, y volvió a unificar el país bajo un único control tebano, dando así entrada al Imperio Medio.

PROBLEMAS CRONOLÓGICOS
De la segunda parte del Primer Período Intermedio la fase de competición directa entre Tebas y Heracleópolis, que duró entre unos 90 y 110 años  se está relativamente bien informado.
Pero, de la primera  la fase anterior al advenimiento de la Dinastía XI durante la que Heracleópolis gobernó hay más sombras que luces. Existe una escasez de información de inmediato valor cronológico, resultado de la pérdida de la mayoría de los nombres vinculados a Heracleópolis, y de cualquier información relativa a la duración de los reinados de sus dignatarios en el Canon de Turín, así como por el insatisfactorio estado en que se encuentra la investigación arqueológica en el Egipto Medio y en el Delta, centro neurálgico del reino de Heracleópolis.
Precisamente por esa falta de datos relacionados con personajes significativos de Heracleópolis, hubo un momento en el que incluso se llegó a pensar que no había existido período alguno durante el que gobernantes de Heracleópolis hubiesen sido los únicos dirigentes  al menos nominalmente  y que habrían sido coetáneos con la Dinastía XI.
De cualquier forma, esto es imposible ya que se conoce la existencia de destacados individuos así como de acontecimientos políticos importantes que sólo pueden situarse entre las Dinastía VIII y la XI.
La existencia de estudios detallados sobre la sucesión de los titulares de cargos administrativos y sacerdotales en varias ciudades del Alto Egipto, así como de estudios sobre la evolución del material arqueológico, parecen sugerir de forma contundente que ese intervalo entre la Dinastía VIII y la XI cubrió un período de tiempo considerable, que probablemente abarcaría de tres a cuatro generaciones.
Por otra parte, la cifra que Manetón aporta como duración de su Dinastía X puede considerarse como respaldo a la estimación hecha de casi dos siglos de duración total del Primer Período Intermedio; valoración que estaría en perfecta sintonía con la evidencia prosopográfica y arqueológica de que se dispone.

NATURALEZA DEL PRIMER PERÍODO INTERMEDIO
No obstante, el Primer Período Intermedio no fue sólo una época de desorden en lo que a la sucesión a la Corona de Egipto se refiere; también supuso un período de crisis, y a la vez de desarrollo, que afectó profundamente a la sociedad y a la cultura egipcia.
Y esto se va a poder apreciar inmediatamente que entremos en contacto con las evidencias que se desprenden de los monumentos, ya que los complejos funerarios de faraones y altos dignatarios del Imperio Antiguo, en los cementerios de la capital, Menfis, juegaron un papel destacado que nos va a permitir visualizar y dar forma a lo que era el estado egipcio. Esta serie de espectaculares edificios se interrumpe después del reinado de Pepy II, y no reaparece hasta la construcción del templo funerario de Mentuhotep II, en Deir el-Bahri, en la Tebas occidental.
Para poder conjugar estos hechos, el límite cronológico superior del Primer Período Intermedio a veces se sube, para que pueda acoger a las tres décadas durante las que los últimos faraones de la línea menfita, después del reinado del faraón Pepy II, todavía mantenían el poder.
El que se haya usado, pues, cierta licencia en la elaboración del esquema cronológico a efectos de poder dividir la Historia Egipcia en dinastías, no está totalmente injustificado. De hecho, el monumento funerario a gran escala puede entenderse como una clara evidencia, no sólo de la naturaleza de las instituciones estatales básicas, sino también de que aún funcionaban.
El impresionante vacío detectado en el registro monumental del Primer Período Intermedio sugiere que el sistema social se había fragmentado; tanto en su organización política como en sus patrones culturales.
También parece evidente que los datos epigráficos y arqueológicos del Primer Período Intermedio apuntan a la existencia de una floreciente cultura en las capas sociales más bajas, a la vez que un vigoroso desarrollo social en las capitales de provincia del Alto Egipto.
Se diría que, más bien que un colapso total de la sociedad y de la cultura egipcia, el Primer Período Intermedio se caracterizó por un desplazamiento importante, si bien temporal, de sus centros de actividad y de dinamismo.
Para poder entender tanto la crisis del estado faraónico como los procesos que eventualmente culminarían en el restablecimiento de una organización política unificada sobre una base nueva, es crucial investigar las formas en las que las instituciones políticas estaban arraigadas en la sociedad.
Una gran parte de la historia egipcia tiende a concentrarse en la residencia real, en los faraones y en la “cultura cortesana”, pero para escribir la historia del Primer Período Intermedio es necesario concentrarse en las ciudades de provincia y en el propio pueblo, pues son ellos quienes constituyen los elementos más básicos de cualquier sociedad.

LA CAPITAL Y LAS PROVINCIAS
El estado egipcio originalmente emerge como un sistema centralizado. Desde sus primeros tiempos, sus dos instituciones claves el Faraón y su Corte estaban sólidamente instaladas en la capital. La élite social se concentraba también allí, junto a la pericia administrativa y el control de las tradiciones de la alta cultura. Además, las instalaciones de la religión estatal y el culto al faraón y a sus divinos antepasados se encontraban ubicadas en las inmediaciones de la capital.
La administración del país estaba en manos de los emisarios reales quienes habrían sido puestos a cargo de amplias zonas del Valle del Nilo. Aunque estos administradores trataban directamente con las provincias, aún mantenían sus lazos de adhesión con la residencia real y seguían considerándose parte de esa sociedad de élite de la capital.
Hasta bien entrada la Dinastía V, nada de lo que da fe de la grandeza del Imperio Antiguo podía verse fuera de la región menfita. Tal era el abismo de desigualdad social y cultural que separaba al país de sus gobernantes.
Pero, un profundo cambio empezó a aparecer en la Dinastía V que para finales de la VI ya se vio totalmente instalado. A partir de este período, se nombraron administradores provinciales para cada nome con residencia permanente en sus respectivos distritos. Como ocurrió en otras ramas de la administración, los miembros de una única familia se sucedían en el cargo.
Aunque esta maniobra política probablemente pretendía reforzar la eficiencia de la administración provincial, sus consecuencias iban a ser imprevisibles y de mucho mayor alcance.
Para empezar, significó un cambio en los patrones socioeconómicos que yacían en el propio corazón del sistema. En un principio, los recursos económicos se concentraban en la residencia real, y los redistribuía a sus beneficiarios la propia administración central.
Ahora, en cambio, los nobles que residían en provincia, tenían acceso directo a los productos del país. La discrepancia entre el centro y las provincias empezó a actuar como factor diferenciador dentro del propio y antes homogéneo grupo de funcionarios de élite.
La aristocracia de provincias estaba ansiosa por asegurarse que su estilo de vida se mantendría a la par con el de la corte real. Esto es evidente en la decoración de las tumbas monumentales que comenzaron a aparecer en los cementerios de los centros regionales por todo el país.
Patrones iconográficos, modelos textuales y el conocimiento religioso y ritual fluían de la fuente de la cultura cortesana a la periferia. Y además, el propio faraón proporcionaba artesanos especializados, ritualistas adiestrados en la propia residencia real así como productos costosos para conservar y reforzar los lazos de fidelidad entre los aristócratas de provincia y la Corte.
Estas tumbas, sin embargo, sólo representan la punta del iceberg; de hecho, eran muchos los grupos de élite de provincias que actuaban como centros independientes dentro de la organización política, manteniendo a profesionales especializados y reservando parte de la creciente producción local para sus provincias en vez de explotarla para la corte real, lo que supuso un cambio en los patrones socioeconómicos de las provincias. El Egipto rural llegó a ser económicamente más rico y culturalmente más complejo.

EL ENTORNO PROVINCIAL
La transformación de la cultura y la economía de las provincias acabaron afectando a toda la sociedad egipcia. Este proceso se puede seguir por los profundos cambios que aparecen en el registro arqueológico, ya arraigados en la Dinastía VI, que alcanzaron su punto álgido en la primera mitad del Primer Período Intermedio.
Así que de nuevo tenemos que recurrir a los cementerios en busca de documentación válida; en parte, por la ausencia de asentamientos excavados de esta época, pero principalmente por los inherentes datos que aportan los restos de la cultura funeraria.
Si comparamos la situación de principios del Imperio Antiguo con la de finales, y con la del Primer Período Intermedio, lo inmediatamente obvio es la proliferación de cementerios. Del último período se conocen muchos más, y cuando se explora una región determinada, sistemáticamente nos encontramos con un claro incremento del número de enterramientos.
Para explicar este fenómeno hay que considerar varios factores: Primero, el aumento de tumbas claramente evidencia un crecimiento demográfico durante el Imperio Antiguo y, es muy probable, que los factores más influyentes del cambio estuviesen ya arraigados en los propios entornos locales, donde el aumento de población vino acompañado, propiciado y estimulado por un mejor y más eficaz aprovechamiento de los recursos agrarios.
Segundo, durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio, las tumbas corrientes aumentaron de tamaño y los enterramientos ofrecían mejores ajuares funerarios. Estas tumbas no sólo han sido más fáciles de identificar y de datar por su mayor tamaño y contenido más variado, sino porque atraían a más excavadores. De hecho, los cementerios provinciales de la primera mitad del Imperio Antiguo han sido bien conocidos entre los primeros arqueólogos porque no llegaban a cubrir ni los gastos de la mano de obra de la excavación.
Al igual que la aparición de tumbas monumentales decoradas en el Alto Egipto, el aumento del número de sepulturas en los cementerios provinciales refleja, por lo tanto, en cierta medida, un cambio en el patrón social de consumo. Este fenómeno resulta particularmente obvio en los registros funerarios, pero no estuvo restringido sólo a esta esfera. De hecho, los objetos más valiosos que más abundaban en los enterramientos de principios del Primer Período Intermedio vasijas de piedra para cosméticos, ornamentos y amuletos de gemas, e incluso de oro  eran objetos normales de la vida cotidiana, más que hechos especialmente para su uso funerario.
Parece claro, pues, que las provincias disfrutaron de condiciones económicas favorables durante el tardío Imperio Antiguo y el Primer Período Intermedio.
La distribución de los cementerios también puede proporcionar alguna indicación sobre patrones de asentamiento. El paisaje aparecía punteado de aldeas, mientras que los emplazamientos de las capitales de los “nomes” sólo aparecen marcados no ya por grupos de tumbas rupestres, o tumbas-mastabas monumentales propiedad de la aristocracia provincial, sino también por cementerios muy amplios de ciudadanos normales.
Las tumbas de la población urbana no difieren, en principio, de las de los pueblos. Aún así, con frecuencia son mayores en tamaño y están mejores equipadas. Así que, una estructura urbana dominaba el patrón de asentamiento provincial, no sólo política y socialmente sino también demográfica y económicamente.

CAMBIOS EN LOS ESTILOS Y FORMAS COMO SIGNOS DE DESARROLLO CULTURAL Y SOCIAL
El período que siguió al fin del Imperio Antiguo vino acompañado de cambios fundamentales en la cultura del material. De hecho, durante el Primer Período Intermedio, casi todos los objetos adquirieron una apariencia diferente. Vamos a dar un breve repaso a los aspectos más significativos de este proceso.
Desde un punto de vista puramente arqueológico, la cerámica se destaca como el tipo de material más importante. Desde el Período Dinástico Temprano, y durante todo el Imperio Antiguo, el repertorio de recipientes estuvo dominado morfológicamente por las formas ovales; el punto de máxima apertura siempre estaba ligeramente por encima de la mitad de la vasija.
Durante el Primer Período Intermedio, este estilo rápidamente se abandonó. Ahora, se hacían con forma de bolsa e incluso de gota descolgada. No es difícil identificar la fuerza impulsora detrás de este proceso. Parece claro que la idea era adaptar la forma de la vasija para aprovechar mejor las prestaciones que ofrecía el torno. En el caso de recipientes ovoides, una parte considerable de la superficie exterior había que decaparse después del torneado. En el caso de las vasijas en forma de bolsa, la cantidad de trabajo que se necesitaba podía reducirse considerablemente.
Es curioso, sin embargo, que este proceso tardase unos 200 años después de la primera introducción del torno en los talleres egipcios durante la Dinastía V. Aparentemente, no sería hasta el inicio del Primer Período Intermedio que la gente estaría preparada para prescindir de los modelos tradicionales y dar paso a modos más eficaces de producción.
Más aún, toda una gama de tipos de objetos nuevos se hicieron populares en los enterramientos provinciales durante el Primer Período Intermedio. Durante el Imperio Antiguo, los ajuares de los enterramientos más pobres se escogían de entre los objetos usados en la vida cotidiana, pero en el Primer Período Intermedio, empezaron ya a fabricarse exclusivamente para uso funerario.
Figurillas de madera de portadores de ofrendas, burdamente talladas, barcos, incluso escenas completas de talleres, son buen ejemplo de esta tendencia. Otro ejemplo es la aparición y uso de máscaras coloreadas hechas de yeso y lino (cartonnage) que cubrían las cabezas de las momias. Incluso era cada vez más frecuente la utilización de estelas de losas de piedra como medio de marcar el lugar dedicado a las ofrendas dentro de la superestructura de las pequeñas tumbas-mastabas, o en las capillas de las tumbas cavadas en roca.
La aparición de estos objetos indica que tanto la demanda como los medios disponibles en las ciudades de provincia, eran suficientes para sustentar una zona de artesanía especializada en productos “no funcionales”. Pero, por otra parte, aún más importante es el hecho de que los prototipos de esta clase de objetos tenían su origen en la cultura de élite del Imperio Antiguo.
El modelo de figuras funerarias del personal empeñado en las tareas fundamentales, puede remontarse de forma directa al repertorio de escenas de la vida cotidiana representadas en la decoración de la tumba-mastaba del Imperio Antiguo. Parece que para el Primer Período Intermedio, aquellos factores que antes inhibían la comunicación cultural entre diferentes capas sociales, cesaron de operar.
El paso de las tradiciones de la cultura de élite a un círculo más amplio de usuarios se hizo mano a mano con una marcada pérdida de calidad. No era infrecuente, que incluso patrones iconográficos fuesen erróneamente interpretados, y formularios claramente tergiversados. Mientras el arte provincial del Primer Período Intermedio exhibe un asombroso grado de originalidad y creatividad - como veremos más adelante en este capítulo - no se puede negar la fealdad de algunas piezas y la forma tan incompetente de fabricación.
Este punto en particular ha llamado la atención de historiadores que lo han tomado como una señal de declive cultural durante este Primer Período Intermedio. No obstante, por muy obvia que esta última interpretación parezca, suponer que este fue un período de decadencia cultural implicaría desestimar dos procesos importantes: Primero, la evidente asimilación en este período de los modelos culturales del Imperio Antiguo a nivel nacional; y segundo, la también evidente aparición del consumo masivo.

IDEAS RELIGIOSAS
Algunos de los cambios en la cultura del material son indicativos de una evolución de las creencias religiosas y de las prácticas rituales, como es el caso de la adopción y uso de máscaras en las momias. Pero, el cuerpo de evidencia más importante para los tipos de creencias en la sociedad de provincias durante el Primer Período Intermedio lo constituye el amplio corpus de los Textos de los Sarcófagos, conjunto de ensalmos mágicos y litúrgicos, generalmente en forma de inscripciones, que aparecen en los laterales de los sarcófagos de madera.
Si bien es obvio que el grueso de evidencia de estos textos data del Imperio Medio, en ocasiones dejan ver que ya habían aparecido durante el Primer Período Intermedio. El origen preciso de los Textos de los Sarcófagos es aún motivo de continuo debate; tanto en cuanto a su fecha como a su origen geográfico. Es evidente que el propio corpus de los Textos de las Pirámides del Imperio Antiguo, que a veces han aparecido inscritos en los sarcófagos junto a los Textos de los Sarcófagos, proporcionó modelos importantes, pero estos últimos, de por sí, incluían material crucial y nuevo, junto a conceptos frescos.
Sólo unos cuantos ejemplos pertenecientes a este Primer Período Intermedio han sobrevivido, y la propiedad de los sarcófagos con textos inscritos siempre ha estado restringida al nivel más alto de la sociedad de provincias. A veces, no obstante, parece posible conectar ideas que aparecen explícitamente en los Textos de los Sarcófagos con ciertos aspectos del registro arqueológico. Sólo es entonces, cuando la enorme antigüedad y popularidad de algunos de estos conceptos se hacen evidentes.
Esta observación brinda apoyo a la noción de que fue el propio entorno provincial del Primer Período Intermedio que jugó un rol significativo en los orígenes de los Textos de los Sarcófagos y contribuyó de forma específica a su contenido conceptual.
Una serie de ensalmos de los Textos de los Sarcófagos estaba diseñado para “reunir a la familia del finado en el Reino de los Muertos”. El abanico de personas afectadas es extenso, ya que los textos mencionan no sólo a familiares sino también a sirvientes, seguidores y amigos.
El mismo deseo se deja notar en la evolución de los tipos de tumbas, ya a principios de la Dinastía VI. Las tumbas egipcias se construían originalmente para acoger a una sepultura, pero para finales del Imperio Antiguo se construían ya amplias tumbas-mastabas de cámaras múltiples que proporcionaban espacio para toda una familia, e incluso para familias “ampliadas”, en el sentido que acabamos de ver.
La propia arquitectura de las tumbas proporciona evidencia de un ranking dentro de estos grupos, al ser algunos pozos más profundos y cámaras más amplias, en unos que en otros, ofreciendo así la posibilidad de enterramientos más suntuosos. De hecho, siempre que los enterramientos estén en buen estado, ambos aspectos de esta nueva situación el tamaño de los grupos familiares involucrados y la desigualdad entre personas dentro de estos grupos llaman particularmente la atención, pues las cámaras solían utilizarse para múltiples y sucesivos enterramientos de forma regular.
Las costumbres funerarias del Primer Período Intermedio ponen de relieve la importancia crucial de las relaciones interpersonales que existían a un nivel primario de la organización social. Este aspecto del pensamiento religioso refleja el papel desempeñado por las "familias ampliadas" como unidades básicas de la organización social.
Los ensalmos funerarios en cuestión enfatizan la autoridad ejercida por el cabeza de familia sobre sus miembros, pero también recalcan el hecho de que él estaba capacitado para protegerlos de las demandas externas.
Es así, pues, que la familia, como unidad de solidaridad y responsabilidad colectivas, actuaba como una interface entre los niveles más altos de la organización social y política. Gracias a este rol, la “familia ampliada” aparece como una institución reorganizada en los textos jurídicos de las Dinastía VI a la Dinastía VIII.
El Primer periodo intermedio entre el 2160 al 2055 a.C. abarca las dinastías de la IX a la XI. Según los hallazgos realizados en cementerios del Alto Egipto en esa época, se puede deducir que la incapacidad por parte de la corte para controlar los recursos del país, dio lugar a un aumento en el poder de los gobernantes provinciales, mientras que la monarquía quedaba como un símbolo desprovisto de poder real. 
Menos datos tenemos de lo que ocurrió en el norte del país, en el que aparte de testimonios de invasiones de origen asiático en el delta, solo poseemos la descripción literaria de la época en las Instrucciones de Merikare”. Además parece que en los inicios de este periodo, coexistieron alteraciones climáticas, que influyeron en los desbordamientos del Nilo, con situaciones de hambre en la población. 
A partir de las listas reales de Abidos y de Turín, sabemos que existieron 18 faraones en 20 años, lo que indican una gran inestabilidad, fruto de ello es la ausencia de grandes pirámides. Tras los efímeros reinados de Merenra-Antyemsaf II, y de Neitikerty probablemente su esposa, el estado menfita se hunde irremisiblemente durante el transcurso de las Dinastías VII y VIII, que son sumamente controvertidas en lo que se refiere a su cronología e incluso a su existencia real en el caso de la Dinastía VII. 
Maneton nombra a Actoes como fundador la Dinastía IX (2222−2130). Que probablemente se corresponde con el Meryibre-Jety histórico, fue el nomarca de Heracleópolis alrededor del cual se unieron inicialmente los nomos del Egipto medio-bajo. Depuso a la monarquía menfita, aunque no parece que este hecho se produjera de un modo violento. 
Descrito como un cruel tirano, intentó liberar el delta de los invasores asiáticos sin conseguirlo. Heracleópolis fue la nueva capital. Existen sobre todo lagunas más que hechos históricos de este periodo. Probablemente Actoes a pesar de proclamarse rey del Alto y Bajo Egipto solo domino parte de este último con alianzas realizadas con los nomarcas que reconocían su autoridad. Por ejemplo, en Moalla, Ankhtifi, el nomarca de Hierakómpolis, hijo de Hetep y con título de “nomarca” y “gran sacerdote”, dejó en su tumba una autobiografía en la que nos hace saber su fidelidad al rey de Heracleópolis y su intervención en la lucha contra la ciudad de Armant, en el nomo de Tebas, y contra sus aliados del nomo de Coptos, aunque no nos cuenta el desenlace. 

El Moalla
El cementerio de la provincia de el-Moalla se encuentra en el acantilado desierto del Banco del río Nilo para Oriente Medio, a unos 32 kilometros al sur de Luxor. El sitio parece desolado y azotado por el viento, pero hay dos tumbas importantes entre las que pertenencian a muchos gobernadores provinciales y funcionarios del Imperio Antiguo de Primer Período Intermedio.

Una pequeña tumba, en primer lugar ubicado por los arqueólogos franceses en la década de 1920, es conocida por ser la tumba del gobernador provincial y jefe militar Ankhtifi, que ocupó el poder en la región durante la dinastía IX. As 'Gran Overlord de los nomos de Edfu y Hieracómpolis "," Supervisor de Sacerdotes, Ankhtifi era el gobernador, o' nomarca "de varios distritos entre Edfu y Armant. Su tumba decorada muestra muchas escenas pintadas interesantes e importantes que nos dan vislumbres de los hechos complicados políticos en el oscuro primer período intermedio. 


Una sola capilla excavada en la roca tumba es todo lo que queda hoy del monumento de Ankhtifi. La entrada conduce a una sala rectangular que una vez contuvo muchas columnas, aunque la mayoría de ellas están desaparecidas. 
Las paredes enlucidas irregulares no están bien conservadas, pero el resto de la decoración pintada es muy bonita y mucho más flexible que el estilo más formal del Reino Antiguo. En el interior de la puerta, una escena de pesca y caza de aves en la pared de la derecha es especialmente interesante por sus variedades de peces, que el fallecido está alanceando y enrollando, mientras que su esposa agarra un pájaro por el pico. Ankhtifi también supervisa los carniceros mientras que su flota de buques le espera más allá. Los colores también son interesantes e inusuales, con mucho uso de una pintura de color verde claro y patrones de colores que se alternan. La ausencia de la espesura del papiro es otra desviación de las convenciones del arte del Imperio Antiguo.  



La pared opuesta (hacia el este) muestra las filas de cabezas de ganado y otros animales en las escenas agrícolas. Tengamos en cuenta el pelo trenzado en algunas de las vacas y los burros que transportan el grano. 

La pared opuesta a la entrada una vez probablemente contenía una puerta falsa, y Ankhtifi y su esposa se ven sentado en una mesa con restos mal conservados de escenas de banquetes más allá. Al final de esta pared se representan hombres van a cazar con arcos y flechas y sus perros de caza. El eje del entierro está en el centro de la tumba delante de la puerta falsa.
Las columnas que quedan también están decoradas, ilustran, incluyendo la carpintería, las actividades agrícolas, preparación de alimentos y elaboración de la cerveza. Dos pilares cuadrados se puede ver justo en la entrada y Ankhtifi se muestra en la columna de la derecha frente a la tumba, con tres de sus perros a su lado. Dos columnas en la mitad sur de las imágenes muestran la tumba de la siembra y la labranza y un coro de mujeres tomados de la mano. 




El texto biográfico es considerado como el más importante en la inscripción de la tumba, y describe una hambruna durante el tiempo de Ankhtifi en que el difunto proclama su propia gloria al salvar a su pueblo de '. . . muriendo en el banco de arena de Apothis'. El texto menciona las ciudades de Hefat y Hor-mer, cuya ubicación no es ahora conocido. Ankhtifi habla de alimentar y vestir a la población de los distritos adyacentes, y de los estados. . . Yo era como un refugio de montaña. . . todo el país se ha convertido como langostas que van en busca de comida, pero nunca permito que nadie en la necesidad de pasar de este nome a otro. Yo soy el héroe sin igual". Modest cap! El hambre parece haber perseguido a los egipcios periódicamente y hay muchos relieves en los monumentos por todo el país, que muestran escenas de hambre y penurias. Los arqueólogos sugieren que la confusión y la incertidumbre que rodea el final del Imperio Antiguo fue en gran parte debido a una prolongada sequía cuando las inundaciones del Nilo eran bajas y los campos no producen suficiente comida.
Los arqueólogos británicos Mark Collier y Manley Bill han regresado hace poco de un viaje exploratorio a el-Moalla, para estudiar las inscripciones en la tumba de Ankhtifi. La capilla tumba se encuentra en un patio ceremonial y tiene una calzada, que se podía ver desde arriba de la la montaña, con una enorme necrópolis que se extiende por unos 5 km. El entierro ahora parece ser un independiente en forma de pirámide montaña, rodeada por cientos de otras tumbas. 
También sabemos que el nomo de Asiut era aliado de Heracleópolis, hasta el punto de que sus nomarcas llevaban los mismos nombres que los faraones heracleopolitanos y alguno de sus príncipes fue educado en la corte; su fidelidad le permitió mantener la  independencia del poder de Heracleópolis. Mientras tanto en el Sur del país existían nomos independientes que establecieron alianzas entre sí para frenar el creciente poder del gobierno de Heracleópolis. 
Algunos adquirieron una gran importancia como el de Coptos. Otros nomos permanecieron neutrales cuando se produjo el enfrentamiento entre Tebas y Heracleópolis, en algún caso ininterrumpidamente hasta bien entrada la XII dinastía. 



COMPETENCIA Y CONFLICTOS ARMADOS
Durante el Imperio Antiguo, los administradores locales se veían obligados a organizar el servicio militar del pueblo bajo su jurisdicción, y a liderar las tropas en las misiones  tanto agresivas como pacíficas en las regiones contiguas al Valle del Nilo.
Ya en la Dinastía VI, se reclutaban en el ejército egipcio mercenarios extranjeros, en su mayoría nubios. Durante el Primer Período Intermedio, el uso de tropas locales y la experiencia de los gobernadores locales aparecen como fuerzas decisivas en su lucha por el poder. Es así que Ankhtifi declara:
“Yo, que encontré una solución, cuando no existía, gracias a mis sólidos planes; que habló con palabras de mando y mente clara cuando los nomes se aliaron para hacer la guerra. Yo, soy el héroe sin par; el que habló libremente mientras el pueblo guardaba silencio el día en que el miedo se extendió y el Alto Egipto no se atrevió a pronunciar palabra…. Mientras este ejército de Hefat esté en calma, todo el territorio lo estará; pero si alguien pisa su cola de cocodrilo, entonces el norte y el sur de todo el territorio temblará de pánico….Yo, navego rio abajo con mis fieles tropas y echo amarras en la orilla oeste del nome tebano…. y mis fieles tropas buscan batalla por todo el nome tebano, pero nadie se atreve a salir por miedo a ellas. Entonces, Yo, navego de nuevo rio abajo, y echo amarras en la orilla este del nome tebano….y sus murallas (probablemente las del enemigo de Ankhtifi) acaban siendo asediadas al encontrar sus puertas cerradas por miedo a mis poderosas y fieles tropas que, sin descanso, buscan batalla por todo el oeste y el este del nome tebano, sin que nadie se atreva, por miedo, a hacerles frente”.

En realidad, no era nada nuevo que algún funcionario reclamase para sí autoridad para más de un nome. Hacia finales de la Dinastía V, por ejemplo, ya los faraones habían creado el puesto de “Supervisor del Alto Egipto” con la misión de supervisar a los administradores de los nomes individuales del Alto Egipto. Durante el Primer Período Intermedio, hay también pruebas documentadas de funcionarios que eran responsables de un territorio mayor, como es el caso de Abihu, que gobernó los nomes de Abydos, Diospolis Parva, y Dendera durante principios del período de Heracleópolis. Por lo que no hay nada de inusual en el doble “nomarcado” de Ankhtifi, o incluso en sus pretensiones de supremacía militar tan lejos al sur como Elefantina.
La narración de las guerras de Ankhtifi, por otra parte, deja claro que, por entonces, al faraón no se le nombraba, ni siquiera nominalmente, como autoridad capaz de controlar la distribución de poder entre los gobernantes locales. Es importante entender que dicha situación implica un cambio radical de mentalidad. En el cercano sistema político del Antiguo Imperio, el faraón había sido la única fuente legal de autoridad. Todas las acciones de los funcionarios dependían de su mando, y era él quien juzgaba y premiaba sus méritos.
Cuando el poder de la realeza se desvaneció, salió a la luz una situación más abierta. Ahora, los dirigentes locales podían ya actuar según sus propios criterios; tenían que depender de sus propias bases de poder; tenían que defender sus posiciones en competencia con otros; pero también tomaron nueva conciencia de sus propios logros, característica prominente de las inscripciones de Ankhtifi.

DIOSES, POLÍTICAS, Y RETÓRICA DEL PODER
En las inscripciones de las paredes de la tumba de Ankhtifi, al faraón se le nombra sólo una vez en una pequeña etiqueta adosada a uno de los murales: “Permita Horus conceder a su Hijo Neferkara un buen caudal del Nilo”. Es muy significativo que en este caso se apela al faraón en su sagrado rol de mediador entre la sociedad humana y las fuerzas de la Naturaleza. Su rol político, sin embargo, ha sido asumido por otras autoridades:
“El dios Horus me eligió a mí para el nome de Edfu, para restablecer la prosperidad y la salud. Yo encontré el dominio de su administrador, Khuu, en un estado como el de un territorio pantanoso abandonado por su guardián, en unas condiciones de contienda civil, bajo el control de un desgraciado. Yo hice incluso que un hombre abrazase a los que habían matado a su padre o hermano con el fin de reestablecer el orden en Edfu”.
En los textos de Ankhtifi, no es el faraón sino Horus, el dios de Edfu quien aparece como la autoridad suprema guiando la acción política. Este concepto no es único en las inscripciones del Primer Período Intermedio. Incluso la reunificación de Egipto bajo el faraón Mentuhotep II (2.055-2.004 a.C.) se describió en términos similares como resultado de la intervención de Montu, el gran dios del nome tebano: “Y fue un buen comienzo cuando Montu dio ambas tierras al Faraón Nebhepetra (Mentuhotep II)". Según consta en una estela de Abydos, de un Supervisor del Tesoro, Meru, en tiempos de Mentuhotep II.
La ideología descansaba en cimientos sólidos, dado que los dirigentes locales actuaban como “supervisores de sacerdotes”, lo que les aseguraba un rol privilegiado en el culto a los dioses. Al propio Ankhtifi se le representa, en una escena en su tumba, supervisando uno de los grandes festivales de su dios local, Hemen, y la mención más antigua del templo de Amun en Karnak proviene de una estela de un supervisor de sacerdotes tebano que reivindica haber sido responsable de su cuidado durante los años de hambruna.
Desde tiempos remotos, los templos provinciales eran centros administrativos y a la vez focos de lealtad popular local y parece probable que los sacerdocios ligados a estos templos formasen el grupo central de una élite provincial anterior. En cierto modo, los cultos provinciales pueden ser considerados como representaciones simbólicas de una identidad colectiva.
Por lo tanto, durante el Primer Período Intermedio, el dios y la ciudad con frecuencia aparecen de forma paralela en frases relativas al enclavamiento social. La gente dice: “Yo fui de los amados por su ciudad y enaltecidos por su dios”, y las maldiciones dirigidas a sus agresores, amenazan con que: “su dios local le despreciará y sus conciudadanos (a veces “su grupo familiar”) le despreciarán”. Así es que con la integración de su autoridad personal con la que ya ejercían en los cultos locales, los magnates provinciales conseguían vincular su poder con uno de los cimientos morales de la sociedad local.
El fascinante tema de la inscripción de Ankhtifi no debería, por otra parte, eclipsar sus méritos literarios. Se trata de una composición de una brillantez inusual, con abundancia de originales e impresionantes expresiones. Cualidades similares se pueden encontrar en las pinturas que decoran su tumba y, ciertamente, en general en el arte del Alto Egipto durante todo el Primer Período Intermedio.
Por entonces, los pintores del Alto Egipto ya no se ajustaban a los modelos impuestos por la Corte del Antiguo Imperio. Su estilo es angular, incluso a veces extraño, y descaradamente expresivo. Habiéndose liberado ellos mismos de modelos desfasados, crearon una serie completa de escenas nuevas: Filas de soldados y cazadores, mercenarios enfrascados en la batalla, y festivales religiosos.
Además, introdujeron nuevas imágenes de labores cotidianas, tales como hilar y tejer, y actualizaron escenas muy antiguas para que conjugasen con los más recientes desarrollos culturales y tecnológicos. Lejos de representar un período de decadencia cultural, estos turbulentos años fueron testigos de un brote de creatividad excepcional, adaptando y desarrollando los medios de expresión literarios y pictóricos para su correspondencia con la nueva serie de experiencias sociales.
El proceso de cambio también indica que la élite del Primer Período Intermedio sintió la necesidad de hacer saber los nuevos desarrollos sociales; cuando el gobierno no pudo por más tiempo confiar en la simple imposición del poder, sus fundamentos tendrían que hacerse explícitos. Así que, el texto de Ankhtifi puede leerse como un discurso relativo a la necesidad de gobierno y los beneficios de una autoridad fuerte. También es notable lo cercanamente que estas ideas – a las que de forma tan persuasiva Ankhtifi apela – coinciden con los sistemas de organización social local y las tradiciones provinciales.

Las Confederaciones de Heracleópolis y Tebas.
La importancia que ahora toman las ciudades de Heracleópolis y Tebas se explica porque basan su riqueza en el comercio con zonas meridionales del Nilo. Así no les afecta el establecimiento de los beduinos en el Delta y el cierre temporal de las navegaciones a la región sirio-palestina. Esto hace que los dos centros más importantes sean Tebas y Heracleópolis. En su rivalidad con Heracleópolis Tebas ofrece los inconvenientes de su instalación en una zona menos rica desde el punto de vista agrícola y su ausencia de tradición que contrasta con la ubicación de Heracleópolis en un cruce de caminos, dentro de país muy fértil y en las proximidades de El Fayum y Ábidos. Tebas, empero, posee las ventajas de su alejamiento del Delta con lo que resulta menos expuesta a invasiones desde el Sinaí, su buena comunicación (aunque no de forma directa) con el Mar Rojo y el monopolio del comercio del granito rosa de Assuán una vez que se han cerrado las canteras del Wadi-Hammamat.

Reyes del Sur (Tebas - Dinastías IX y X):
·         Inyotef I (Sehertawy): 2081 a 2065 aC
·         Inyotef II (Wahankh): 2065 a 2016
·         Inyotef III (Nakhtnebtepnufer): 2016 a 2008
·         Mentuhotep II I (Nebhepetre): 2008 a 1957
·         Mentuhotep II II (Sankhkare): 1957 a 1945
·         Mentuhotep II III (Nebtawyre): 1945 a 1938

Reyes del Norte (Heracleópolis - entre 2160 a 1980 aC - XI Dinastía):
·         Khety I (Meribra)
·         Khety II (Nebkare)
·         Khety III (Wahkare)
·         Merikare
·         Merikare sucesor desconocido, probablemente Ity

Intef fue un gobernante Tebano que sin independizarse totalmente del Bajo Egipto obtuvo una cierta autonomía del poder de Heracleópolis. Le sucede Mentuhotep I.

EL REINO DE HERACLEÓPOLIS
Se sabe muy poco de los dieciocho o diecinueve faraones que componen la Dinastía de Heracleópolis de Manetón y que ocuparon el Trono de Egipto durante un período de unos 185 años. Incluso sus nombres en su mayoría se desconocen y, con sólo una o dos excepciones, es imposible asignar los pocos faraones que se mencionan a los lugares correctos dentro de la secuencia dinástica. Además, ni siquiera se conoce la duración de sus reinados.
Según Manetón, la Dinastía de Heracleópolis la fundó un faraón llamado Khety, dato que lo confirman aquellas evidencias epigráficas contemporáneas que hacen referencia al reino del norte como “la casa de Khety”. Pero se ignoran, totalmente, los orígenes del faraón Khety, o las circunstancias que lo llevaron al Trono.
Fuentes contemporáneas corroboran de forma inequívoca la afirmación de Manetón de la existencia de una conexión entre esta dinastía y la ciudad de Heracleópolis Magna. Lo más probable es que el faraón residiese en Heracleópolis, aunque el hecho de que Merykara (c.2.025 A.C.), el último o penúltimo faraón de Heracleópolis, fuese enterrado en un complejo piramidal en la antigua necrópolis real de Saqqara, parece claramente indicar que los faraones heracleopolitanos se consideraban parte integrante de la tradición de la realeza menfita.
El hecho de que el “nombre del Trono” de Neferkara Pepy II último gran faraón del Imperio Antiguo lo asumiese, por lo menos, uno de los faraones de Heracleópolis  como lo hicieran varios faraones de la Dinastía VIII  es obvio que apunta en una misma dirección.
Ninguno de los faraones de Heracleópolis dejó monumento alguno o, al menos, no se ha podido encontrar todavía, aunque esto puede deberse, en parte, al hecho de que la exploración arqueológica del yacimiento de Heracleópolis Magna la moderna Ihnasya el-Medina se inicase sólo en 1966.
El hecho de que ninguna de las pirámides haya sido hasta ahora identificada con certeza en la necrópolis de Saqqara, podría considerarse como prueba de que se trataba más bien de edificios que llamaban poco la atención; quizás algo así como las pequeñas pirámides del faraón Qakara, de la Dinastía VIII. Parece claro, pues, que los dirigentes heracleopolitanos no lograron establecer un sistema centralizado fuerte en línea con el del estado durante el Imperio Antiguo; incluso en el corazón de sus propios dominios.
La mayoría de las referencias contemporáneas a la dinastía heracleopolitana se desprende de monumentos privados, en gran medida consistentes en inscripciones biográficas procedentes del sur del Egipto Medio y el Alto Egipto, y tienden a centrarse en la guerra Heracleópolis-Tebas, tópico al que volveremos más adelante.
La era heracleopolitana fue también el entorno histórico de dos de sus más importantes textos literarios y filosóficos del antiguo Egipto que han sobrevivido: Enseñanzas para el Faraón Merykara y el “Cuento del Campesino Elocuente”.
Al día de hoy, parece haber un extendido consenso de que estos “textos de sabiduría” fueron en realidad compuestos durante el Imperio Medio, si bien las circunstancias exactas de sus orígenes y las vicisitudes de su posterior transmisión textual siguen siendo objeto de controversia. Es así que se aconseje una precaución extrema en cualquier intento de usarlas como fuentes históricas.
"Enseñanzas para el Faraón Merykara”, por ejemplo, incorpora una narrativa de fondo en la que el padre real (el faraón) del destinatario se encarga de prevenir y rechazar la infiltración asiática en el este del Delta.
Ante esta visión global de la situación, la realidad de tal escenario no parece improbable, si bien no existe ninguna evidencia independiente de que la inmigración asiática llegase a ser un problema durante el Primer Período Intermedio, aunque sí está ciertamente probado que lo fue para el posterior Imperio Medio.

LA ERA DE HERACLEÓPOLIS EN LA HISTORIA SOCIAL Y CULTURAL DE EGIPTO
Ante la ausencia de datos relativos a la historia dinástica de los gobernantes de Heracleópolis, parece que lo más lógico sería investigar primero si el reino de Heracleópolis se puede considerar como una entidad social y cultural característica. Y, volviendo a las evidencias arqueológicas, deberíamos prestar atención al corazón del reino heracleopolitano: Las regiones de Menfis y el-Faiyum. Desde el punto de vista puramente arqueológico, el sur del Medio Egipto era, en esencia, una región del Alto Egipto.

Al norte, sin embargo, nos enfrentamos a un problema doble. Las fuentes de evidencia de que se dispone, no constituyen un marco histórico rico y coherente como son los datos del Alto Egipto. Por lo que es extremadamente difícil establecer una secuencia arqueológica sólida. Además, no disponemos de ningún grupo de material específico que nos permita una datación fiable en términos dinásticos. Así que, con frecuencia, no se sabe a qué monumentos se les puede asignar el período heracleopolitano apropiado, y qué otros son posteriores, de hecho, a la unificación del país, e incluso de principios del Imperio Medio.
En muchos aspectos, el desarrollo del material arqueológico en el norte sigue el mismo curso que en el Alto Egipto. Por ejemplo, las maquetas de madera de sirvientes y de talleres, máscaras de cartonnage, y tumbas de “familias ampliadas”, todas aparecen en ambas zonas, y las costumbres funerarias son, en su mayoría, las mismas. Para algunas clases de artefactos, tales como vasijas de piedra y amuletos de botón para sellados, es evidente que tanto el norte como el sur recurrían a los mismos modelos. Y, a juzgar por el material arqueológico, parece que las comunidades heracleopolitanas habrían estado sujetas a patrones similares de desarrollo social y cultural que el resto del país.
Hay diferencias importantes, sin embargo, que no se pueden pasar por alto. La evolución de la forma de la vasija de cerámica, por ejemplo, siguió un sendero totalmente diferente en el norte. Aquí, el antiguo patrón ovoideo no se abandonó, como ocurrió en el sur. Más bien se diría que surgió una serie de tipos muy especiales de jarras ovoideas, muy estilizadas, con frecuencia de bases puntiagudas, cuellos con forma cilíndrica o de embudo, bastante peculiares. Los patrones morfológicos que se desarrollaron en el norte durante el Primer Período Intermedio, evidentemente se aproximan mucho más a la tradición del Imperio Antiguo.
Sin embargo, incluso en el reino de Heracleópolis, la cultura de élite al estilo de la aristocracia del Antiguo Egipto, no sobrevivió. El perfil social de los ocupantes de los cementerios de la antigua Corte de la región menfita, por lo tanto, cambió de forma radical. Sin embargo, para los primitivos egiptólogos, que solían basar sus elementos de juicio totalmente en la comparación con la cultura de la Corte del Antiguo Imperio, esto les parecería indicativo de sucesos dramáticos.
No obstante, una vez situados en un fondo más amplio, está claro que estamos presenciando el paso de un período de condiciones excepcionales, a otro de comparativa normalidad, en el que la necrópolis menfita llegó a ser similar a los cementerios de las ciudades de provincia.
Cierto, que la pérdida del estatus de dominio de Menfis a finales del Imperio Antiguo habría dado lugar, sin duda alguna, a cambios drásticos en las condiciones de vida de sus habitantes. Pero los datos arqueológicos procedentes de los cementerios menfitas no pueden interpretarse como testimonio de una revolución social, o una guerra civil, una vez desaparecido el Imperio Antiguo.
Varios yacimientos importantes, tales como Saqqara, Heliópolis y Heracleópolis Magna, dan testimonio de la existencia de pequeñas tumbas-mastaba que incorporan capillas de ofrendas decoradas y falsas-puertas que permiten valorar el estilo del arte de Heracleópolis. La tradición del Imperio Antiguo domina. Las escenas de rituales y de la vida cotidiana, la disposición de la decoración y el estilo de la talla, se ajustan a los patrones del Imperio Antiguo; pero todo en miniatura. Aquí, en la región menfita y en sus alrededores, donde los monumentos del glorioso pasado de Egipto estaban disponibles para una inmediata inspección, y donde sus tradicionales talleres habrían estado atrincherados durante siglos, el legado del Imperio Antiguo no se iba a olvidar.
El abanico total de situaciones en las que se ponían en práctica estas tradiciones durante el Primer Período Intermedio, es muy probable que se nos escape debido al estado en que se encontraba la investigación arqueológica a finales del siglo veinte.
No obstante, inmediatamente después de la reunificación del país, el faraón de la Dinastía XI Nebhepetra Mentuhotep II, supo aprovecharse de la yacente experiencia, y de los artistas y albañiles menfitas, a la hora de construir y embellecer su templo funerario de Deir el-Bahri. Y es en su reinado que presenciamos la repentina reaparición de un nivel de pericia y habilidad que no se conocían desde los tiempos de las pirámides del Antiguo Imperio.

LA ORGANIZACIÓN INTERNA DEL REINO DE HERACLEÓPOLIS
Durante el inicio del período heracleopolitano, el sur del Alto Egipto consiguió escabullirse del control real, pero… ¿qué ocurrió con aquellas zonas del país que permanecieron bajo el dominio de Heracleópolis hasta el final? Entre las fuentes principales disponibles se encuentran los registros prosopográficos e inscripciones biográficas del sur del Egipto Medio. Entre éstos, el puesto de honor recae sobre las tumbas de los supervisores de sacerdotes de Asyut.
Durante la última fase del período heracleopolitano, Asyut emerge como el baluarte militar más importante del Alto Egipto que permanecería leal a los faraones heracleopolitanos durante su lucha contra los rebeldes tebanos. Las inscripciones biográficas de tres sucesivos titulares de cargo público, proporcionan información crucial, no sólo del curso de los acontecimientos políticos, sino también de las opiniones del momento sobre la ideología del gobierno.
También se puede obtener información adicional de un grupo de grafiti inscrito en las paredes de la cantera de travertino (o Sinter), en Hatnub, por emisarios del nomarca Neheri, del nome el-Ashmunein, cuya tumba rupestre se le conoce por “el-Bersha”. La datación de estos textos como inmediatamente posterior a la terminación del período heracleopolitano, parece la correcta (aunque algunos estarían dispuestos a cuestionarla) y, no obstante, es un hecho que sus puntos de vista están firmemente arraigados a la tradición de Heracleópolis.
Los tópicos tratados en estos textos de Asyut y Hatnub son similares, en muchos aspectos, a los de los textos hallados más al sur. De nuevo, las reinvicaciones de los dirigentes locales por haber cuidado de sus ciudades en situaciones críticas, constan de forma destacada. La inscripción biográfica del más antiguo supervisor de sacerdotes de Asyut, incluso proporciona una descripción detallada de las medidas tomadas por él para la mejora de un sistema de regadío que asegurarse suficientes cosechas en los años malos.
Además, se recalcan las proezas militares de los nomarcas. Se hace hincapié tanto en sus éxitos en su lucha contra el enemigo extranjero (el dirigente tebano), como en la constitución de un sistema de seguridad pública. Y, finalmente, el cuidado por parte de los magnates de los templos locales de sus propias ciudades, no se olvida: Las obras de construcción en los templos y las previsiones para cubrir las necesidades asociadas con el culto, no dejan de mencionarse.
En total contraste con el texto de Ankhtifi, sin embargo, el mantenimiento de estrechas conexiones con el faraón, juega un importante papel en los textos de los magnates de Asyut. Son ellos mismos quienes reivindican su descendencia de un venerable tronco aristocrático, y sus cercanos lazos personales que, al parecer, les unía con la casa heracleopolitana de gobernantes. Por ejemplo, uno de ellos menciona que, en su niñez, recibía lecciones de natación con los hijos del faraón. Además, se menciona la intervención del ejército heracleopolitano en el Alto Egipto. Así que, el dominio de Heracleópolis fue algo muy real para los gobernantes locales del sur del Egipto Medio.
En cuanto a nuestras fuentes para la estructura interna del Reino de Heracleópolis, éstas siguen siendo muy vagas. Con todo, el material disponible parece sugerir que los monarcas heracleopolitanos podrían haberse apoyado en una clase de aristócratas provinciales que permanecían fieles a la Corona; especialmente, en aquellos casos donde existiesen fuertes vínculos personales; ya fuese mediante parentesco, matrimonio o amistad. No obstante, estos aristócratas habrían, a la vez, considerado sus propias ciudades de crucial importancia para ellos; quizás incluso considerándolas sus principales objetos de lealtad. En este sentido, el Reino de Heracleópolis parece haber heredado una de las características del Antiguo Imperio: Y puede, también, que haya compartido una de sus debilidades estructurales.

KOM DARA
En este contexto, un importante monumento, aunque algo enigmático, puede ser significativo. En el cementerio de Dara, a unos 27 km río abajo de Asyut, en el Egipto Medio, una gigantesca tumba-mastaba de adobe, conocida como “Kom Dara”, ocupa una posición de mando. El edificio no ha sido aún debidamente investigado. En sus condiciones actuales, un área de 138 x 144 m, es decir 19.872 m², está delimitada por unos masivos muros exteriores que originalmente debieron alcanzar una altura de unos 20 m.
Los restos de la capilla mortuoria, que en algún momento necesariamente tuvieron que formar parte del complejo, aún no se han encontrado. Al interior, sin embargo, se pudo tener acceso a través de un inclinado corredor que penetraba en el edificio en el centro de su lado norte, y que bajaba hasta una cámara funeraria subterránea sencilla, construida con grandes planchas de piedra caliza.
El enorme tamaño de esta tumba, junto a su planta cuadrada y la situación de su cámara funeraria, son reminiscencias de una pirámide. Un análisis más cuidadoso de su construcción revela, sin embargo, sin lugar a dudas, que el edificio nunca estuvo pensado como una pirámide. De hecho, el acceso a la cámara mortuoria por el norte, constituye una característica muy común en la arquitectura de tumbas privadas de finales del Imperio Antiguo, mientras que la planta cuadrada de la superestructura, corre pareja con tumbas menores del propio cementerio de Dara.
Así que, Kom Dara se puede entender como una tumba monumental derivada de un prototipo local, muy en línea con las tumbas-saff de Tebas, que evolucionaron de sencillos tipos de tumbas-saff, construidas para los cultos funerarios de la gente corriente.
Basándose en la cerámica, Kom Dara puede datarse hacia la primera mitad del Primer Período Intermedio. Su dueño sigue siendo desconocido, y aún carecemos de prueba alguna que apoye su identificación, tan frecuentemente repetida, con un tal Faraón Khuy, cuyo nombre aparece en un fragmento de relieve reusado, encontrado en otro edificio del yacimiento. La propia tumba da testimonio inequívoco de las aspiraciones de su dueño a un rol político que excede, con mucho, al de un mero nomarca; aún en el caso de que osase asumir los títulos de realeza.
No existen documentos históricos que nos puedan dilucidar lo que en realidad pasó en este yacimiento, pero el contexto global deja bien claro que el dueño de la tumba de Kom Dara, en realidad nunca llegó a conseguir el establecimiento de un centro de poder independiente como hicieron los tebanos poco más tarde.
Pero resulta tentador seguir especulando un poco más. En las fértiles y amplias llanuras del Egipto Medio, cualquier dinastía local ambiciosa era propensa a verse rodeada de una veintena de poderosos competidores. Por consiguiente, la propia situación geográfica pudo haber ayudado a estabilizar el equilibrio de poder entre un número de gobernantes locales del Egipto Medio, quienes, a su vez, habrían jugado un papel fundamental en el mantenimiento de la jefatura suprema real.
Además, no parece ir demasiado lejos el dar por hecho que, en este lugar, una de las zonas agrícolas más productivas del país, la Corona viese importantes intereses en juego y, en consecuencia, se sintiese menos inclinada a tolerar ninguna aventura política de los gobernantes provinciales que no fuese en partes remotas de la “Cabeza del Sur”; es decir, de la región de Tebas.

LA GUERRA FINAL
Las cosas alcanzaron su clímax cuando Wahankh Intef II atacó el nome de Thinis, ciudad cercana a Abydos, y se adentró en el norte, donde fue frenado por los nomarcas de Asyut. Al menos un contraataque de las fuerzas heracleopolitanas ha sobrevivido en forma de inscripción, muy deteriorada, en la tumba de Ity-yeb – el segundo de una serie de Inspectores de Sacerdotes de Asyut – que aporta información sobre operaciones militares con éxito contra los “nomes del sur”.
Además, en la narración de “Enseñanzas para Merykara”, se reivindica que el padre del Faraón Merykara habría reconquistado Abydos. Si estos hechos tienen o no alguna conexión con la “rebelión de Thinis”, rememorada en la estela conmemorativa del decimocuarto año de reinado del faraón Mentuhotep II, el hecho es que el tema sigue siendo objeto de controversia.
No obstante, es evidente que este éxito militar de Heracleópolis no tuvo ningún efecto duradero en el desenlace final, ya que la tumba del hijo de Ity-yeb, Khety II, de la época del Faraón Merykara, contiene un informe relativo a un conflicto posterior con los agresores tebanos. No existen datos sobre la secuencia de sucesos de esta fase final de la guerra, pero pocas dudas puede haber de que Asyut fue tomada por la fuerza y de que la familia gobernante de Asyut no sobrevivió a la victoria tebana.
Tampoco hay pista alguna de los avances del faraón Mentuhotep II más al norte, pero parece poco probable que hubiese tenido que luchar personalmente por cada palmo de terreno; más bien, es probable que la red bajo dominio heracleopolitano colapsase después de la caída de Asyut, y que los dirigentes locales estuviesen ansiosos por ponerse del lado de la parte victoriosa antes de que fuese demasiado tarde, con la esperanza así de salvarse ellos y evitar a sus ciudades el “terror que desplegó la casa real tebana”.

No se conoce la suerte del último faraón de Heracleópolis, ni se tiene detalle alguno de la caida de la ciudad, pero las recientes excavaciones del yacimiento de Ihnasya el-Medina muestran que sus monumentos funerarios fueron literalmente reducidos a escombros en algún momento de principios del Imperio Medio. Esta observación arqueológica se nos presenta tentadora como posible evidencia del eventual saqueo y pillaje de la capital del norte de Egipto.

EL PRIMER PERÍODO INTERMEDIO EN RETROSPECCIÓN
Los egiptólogos modernos, en su mayoría aún siguen presentando una imagen negativa del Primer Período Intermedio al que consideran un período de caos, decadencia, pobreza y tinieblas social y política: Una “era oscura" que separa dos épocas de gloria y de poder. Esta imagen, no obstante, sólo está parcialmente basada en una evaluación de fuentes contemporáneas. En la mayoría de los casos reproduce, a veces con sorprendente ingenuidad, el tema literario desarrollado en un grupo de textos del Imperio Medio.
Los textos “Consejos de un Sabio Egipcio” y “Profecía de Nefertiti” forman el corazón de este género, pero algunos otros textos “pesimistas”, como “Quejas de Khakheperraseneb” y “Diálogo entre un Hombre Cansado de la Vida y su ba” podrían añadirse a esta línea. En este tipo de texto, se lamenta el estado de desorden y se compara con el estado en el que las cosas deberían de estar.
"El orden social está cabeza abajo; el rico es pobre, y el pobre rico; el malestar político y la inseguridad prevalecen en todo el país; los documentos administrativos se hacen pedazos; hay numerosos y diferentes gobernantes en el poder al mismo tiempo; el país se ve invadido de extranjeros; la base moral de la vida cotidiana se destruye; la gente se desprecia y se odia; y las sagradas escrituras se ven profanadas".
Este estado de disturbios generalizados no está confinado al mundo social, sino que realmente alcanza dimensiones cósmicas en las que, a veces, incluso se llega a decir que el río ya no fluye como debería hacerlo, y que hasta el sol parece haber perdido su antiguo resplandor.
Conviene mencionar que estos textos en realidad no pretenden ser del Primer Período Intermedio; ni mencionan detalles históricos. En la “Profecía de Nefertiti”, se vaticina que el advenimiento de Amenemhat I (1.985-1.956 a.C.) traería consigo sociego en un caótico estado que, cronológicamente, se sitúa a finales de la Dinastía XI y no en el Primer Período Intermedio.
Así es que, se requiere un escrutinio muy cuidadoso si lo que se pretende es determinar si estos textos tienen alguna relación con la historia del Primer Período Intermedio, e incluso, si la tubiesen, se habría de investigar de forma cuidadosa cómo se relacionan con los sucesos históricos reales.
Los textos que proceden del mismo Primer Período Intermedio, carecen por completo de esa nota de desesperación y sello de autenticidad de la literatura “pesimista” del Imperio Medio. Ellos hablan de crisis, sí, pero de crisis brillantemente superada; la fuerza, la confianza en sí mismo, el orgullo, y la autoestima, caracterizan el estado de ánimo del momento.
Por supuesto que hay un número impresionante de similitudes en las biografías del Primer Período Intermedio, y los “pesimistas” textos del Imperio Medio (tales como la irregularidad de El Nilo, la hambruna, el malestar social, la guerra, y una crisis que hacía temblar los propios cimientos del estado), pero estas similitudes son pruebas, para empezar, de las conexiones literarias entre ambas.

Hay otro aspecto de la evidencia que se sustrae de los textos que podría ser incluso más importante. En el Primer Período Intermedio, las historias de crisis servían para legitimar el poder de los gobernantes locales. De igual forma, la imagen altamente elaborada de un determinado período de caos aportada por una literatura “pesimista”, proporcionaría un oscuro fondo sobre el que la dura política represiva de ley y orden impuesta por los faraones del Imperio Medio, podría llegar a justificarse, e incluso hacerse ver como beneficiosa. De cualquier forma, los cimientos de la ideología de gobierno llevada a la práctica por la monarquía del Imperio Medio descansan, sólidamente afianzados, sobre lo que conocemos del pensamiento del Primer Período Intermedio.
Estas comparaciones entre la literatura que hemos dado en llamar “pesimista” del Imperio Medio, y los textos contemporáneos del Primer Período Intermedio, revelan hasta qué punto la experiencia del Primer Período Intermedio llegó a afectar a la conciencia colectiva de los egipcios del Imperio Medio y a su visión de las relaciones sociales y políticas.
Por otra parte, resultaría extremadamente engañoso pretender utilizar los textos literarios del Imperio Medio como auténticas fuentes a la hora de considerar la Historia del Primer Período Intermedio.
El panorama del Primer Período Intermedio, está basado, en su totalidad, en fuentes contemporáneas fidedignas. Esta determinación de evaluar la documentación que ha sobrevivido en todos sus aspectos, hace mucho más difícil estar de acuerdo con la visión negativa tradicional del período. Como contraste, hay que decir que uno se siente impresionado por el dinamismo y la creatividad del período.
Cuando Sunusrest I donó una estatua del “conde” Intef, el antepasado de la dinastía XI, al templo de Karnak, lo hizo reconociendo los orígenes de la realeza del Imperio Medio en las batallas que libraron los gobernantes locales por el poder, y la ascendencia durante el Primer Período Intermedio. Independientemente de su importancia política, el impacto que el Primer Período Intermedio tuvo en la historia cultural egipcia, no se puede negar. Un abanico completo de nuevos tipos morfológicos se desarrolló en prácticamente cada esfera de la cultura del material, que incluye nuevos inventos tan singulares como el sello con forma de escarabajo.
Y por encima de todo, a la cultura popular se le dio la oportunidad de florecer en un momento en el que la agobiante influencia de la cultura cortesana se había disipado, y cuando se vivían tiempos de un gran debilitamiento del gobierno central que ya antes, durante el Imperio Antiguo, habría impuesto duras sanciones y exigencias a las comunidades provinciales.
En el Primer Período Intermedio, las poblaciones locales de todo el país disfrutaron de una visible, si bien modesta, riqueza. También adquirieron nuevas formas de expresión cultural y de comunicación, y supieron adecuar sus vidas, dentro de un reducido horizonte, a sus cometidos inmediatos.

Dinastía IX (c. 2150–2100 a. C.)
Según Manetón, en la versión de Julio Africano, hubo diecinueve reyes de Heracleópolis, que reinaron 409 años. En versión de Eusebio: cuatro reyes de Heracleópolis, que reinaron 100 años. Son reyes poco conocidos cuyos nombres figuran en el Canon Real de Turín: 
Nombre común
Nombre
Comentarios
Reinado
Jety I
Jety
c. 2150 a. C.
Merykara I
Merykara (?)
c. 2150 a. C.
Neferkara III
Neferkara
c. 2140 a. C.
Jety II
Jety
c. 2140 a. C.
Senen...
Senen...
c. 2130 a. C.
Jety III
Neferkara Jety
c. 2130 a. C.
Jety IV
Meri...ra Jety
c. 2120 a. C.
Shed...y
Shed...y
c. 2120 a. C.
H...
H...
c. 2110 a. C.

Khety I
XtyXTY Khety Khety

Algunos eruditos creen que Meryibre Khety fue el fundador de la Novena Dinastía, un nomarca de Herakleopolitan que reunió la autoridad suficiente para reclamar a sí mismo el sucesor legítimo de los faraones de la Sexta Dinastía. Parece que Meryibre gobernaba sobre sus nomarchs vecinos con mano de hierro, y es probable que por esta razón que en los últimos tiempos este gobernante se convirtió en Manetho 's infame Achthoes,  un rey malvado que se volvió loco y luego fue muerto por un cocodrilo.
Alternativamente, otros egiptólogos como Jürgen von Beckerath creen que Meryibre reinó hacia el final de la décima dinastía posterior, poco antes del rey Merikare.
Debido a las opiniones contrastantes de los académicos, el reinado de Meryibre es difícil de contar y fechar con fiabilidad; si realmente fue el fundador de la 9na Dinastía, su reinado debería haber comenzado convencionalmente en c. 2160 a.C,  mientras que en el segundo caso su reinado debería haber comenzado aproximadamente un siglo después.
Como su nombre no se menciona en la Lista del Rey de Turín (probablemente porque el papiro está muy disperso en este punto), este gobernante es conocido solo por unos pocos objetos: una especie de brasero o canasta de cobre de una tumba cerca de Abydos (que se encuentra junto con una la paleta del escriba que lleva el nombre de rey Merikare) y ahora exhibida en el Museo del Louvre, una varita de ébano de Meir ahora en el Museo de El Cairo (JE 42835), un fragmento de ataúd de marfil de Lisht y algunos otros hallazgos menores.  Sin embargo, gracias a esos pocos monumentos, Meryibre's La titularidad real es la más completa entre los faraones conocidos de este período.
Recipiente de cobre con titularidad real de Meryibre Khety. París, Louvre.
Dibujo de una varita de ébano con el título de Meryibre Khety.

Merykara I
Merykara I es un posible gobernante de la dinastía IX de Egipto, c. 2150 a. C.
Este supuesto mandatario es identificado por algunos eruditos con el segundo rey de esta dinastía.
Merykara no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo mencionan Julio Africano y Eusebio de Cesarea.
El fragmento del Canon Real de Turín que tenía inscrito su nombre se perdió; correspondía al registro 4.19.

Neferkara III
nfr-kA-ra NFR-kA-ra Neferkare (Beautiful Is The Soul [Ka] Of Re) Neferkara (Neferkara: Hermoso es el espíritu (Ka) de Ra)
Neferkara III es el tercer gobernante de la dinastía IX de Egipto, c. 2140 a. C.
Este mandatario de Heracleópolis Magna es identificado por algunos eruditos con el rey llamado Neferkara, mencionado en el texto biográfico de Anjtify (Ankhtify), el nomarca de Hieracónpolis y príncipe de Moala, situada unos treinta kilómetros al sur de Tebas. Anjtify condujo una coalición de su nomo y el de Edfu contra Tebas.
La historia se describe así: Neferkara, en alianza con los nomarcas Hotep y Anjtify, pretende destruir el poder de los príncipes tebanos en el Alto Egipto. Encarga a Anjtify deponer y sustituir al príncipe de Edfu, Jui, aliado del Intef I, en Tebas. Anjtify, con la ayuda del príncipe de Elefantina, ataca al gobernador de Tebas y a su aliado el príncipe de Coptos. Pero las operaciones van a suspenderse finalmente, dado que el país estaba paralizado por un periodo de sequía y hambruna.
Neferkara no figura en la Lista Real de Abidos ni la Lista Real de Saqqara.
En el Canon Real de Turín está inscrito su nombre, Neferkara, en el registro 4.20.

Khety II
Xty XTY Khety Khety
Jety II (Khety), es un gobernante de la dinastía IX de Egipto c. 2140 a. C.
Sólo es conocido por estar inscrito su nombre, Jety, en el Canon Real de Turín, en el registro 4.21.
No figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo menciona Julio Africano ni Eusebio de Cesarea.

K Hety III (III Akhtoy)
Xt[y sA]
Xt [y sA]
Khety Sa Khety Sa
Xty
XTY
Khety Khety
(Khty) Quinto (o sexto) rey de la IX dinastía egipcia, sucesor de un monarca cuyo nombre no ha llegado completo en el Papiro real de Turín. A Khety III, llamado como neswt bity Uahkare que no debe ser confundido con el Khety Nebkaure.
El faraón más importante de la IX Dinastía es Khety III (c.a. 2120 - 2085). Éste expulsa del Delta a los beduinos de ascendencia asiática, construye canales de riego y fortifica la frontera oriental para impedir nuevas incursiones desde Asia como la que había acarreado tantos sinsabores a Egipto a raíz de la muerte de Pepi II. Mientras tanto el nomarca de Tebas Antef II (2123 - 2074) inicia una expansión hacia el sur dominando cinco nomos hasta la primera catarata del Nilo. Khety III, embravecido por sus triunfos sobre los asiáticos, intenta someter a Antef II pero sufre una severa derrota en This que acaba con sus sueños meridionales.
Khety III acepta el fracaso en sus Instrucciones a Merikare. Éste es su hijo quien le sucede a la cabeza de la Confederación de Heracleópolis entre 2085 y 2070. Esa obra ha llegado a nuestros días a través de tres papiros incompletos de la Dinastía XVIII conocidos por Papiros San Petersburgo 116 A, Moscú 4658 y Carlsberg. Por un lado Khety III expone sus viejas victorias: He pacificado todo el este hasta la proximidad del lago (se refiere al Fayum entonces un lago que será desecado durante el Reino Medio y convertido en tierra cultivable con la instalación de 50.000 familias). En el oeste también todo iba mal: estaba dividido en distritos y ciudades, y la autoridad que debía de ser de una solo, era de docenas. Tú recibes tributos del Delta. Tú sólo tienes que preocuparte de que el asiático no pueda atacar ninguna instalación aislada ni ciudad poderosa alguna. Pero de otra reconoce su fracaso ante Tebas: Sé bueno con el sur, no destruyas los monumentos hechos por otros. Si sigues lo que yo he hecho no tendras enemigos dentro de tus fronteras. Por consiguiente en el primer cuarto del siglo XXI a.C. se logra un statu quo entre las Confederaciones Heracleopolitana y Tebana pues ninguna puede aniquilar a la otra.

La Instrucción Real de Khety a Merikare
El texto de la Instrucción para Merikare fue preservado en tres papiros fragmentarios. El más antiguo, que data de la segunda mitad de la dinastía XVIII (ca. 1539 a 1292 aC), el llamado "Papiro de St.-Petersburg 1116A", es el más completo, pero también el más corrupto, con numerosas y muchas lagunas errores de los escribas. Papiro de Moscú 4658 data de finales de la Dinastía XVIII, mientras papiro Carlsberg 6, incluso puede ser más tarde.
Una traducción al Inglés fue hecha por
Gardiner (1914) y Erman (1927). Un nuevo estudio comparativo de las fuentes disponibles hecho por Volten (1945). Lichtheim (1976), Helck (1977), Brunner (1991) y Parkinson (1997) hizo traducciones recientes.

Las capas temporales siguientes pueden ser discernidas:
·         conservan papiros: en la Dinastía XVIII, desconocidos (estudiante?) escribas hacían copias de fuentes anteriores - Papyrus San Petersburgo data del reinado del faraón Amenhotep II (ca. 1426 a 1400 a.C), y fue copiado en Memphis por "el Khaemwaset escriba para sí mismo, lo verdaderamente tranquilo, buen carácter, paciencia, querido por la gente ... por su hermano querido a quien ama ... el Mahu escribano ".;
·         la composición real literaria: egiptólogos contemporáneos asumir el trabajo que se compone de la dinastía XII (c. 1938 a 1759 a.C). Pero Lichtheim argumenta que el trabajo sea pseudepigraphic y en realidad compuesta durante el reinado del rey Merikare, el texto muestra las debilidades de composición que sugiere la experimentación. Esto está en conflicto con el canon literario establecido de dinastías posteriores (como el XII);
·         la persona de Merikare: king Merikare ("mrii-ka-ra" - fechas desconocidas), fue uno de los gobernantes de la dinastía IX Herakleopolitan (ca.2160). Él parece haber sido de mediana edad cuando Khety III le legó el trono del Norte. Murió antes de que los ejércitos de Mentuhotep II II avanzó hacia su capital. Ity fue su sucesor, pero éste perdió el trono.

Rasgos literarios
En el Primer Período Intermedio (ca. 2198 -1938 a.C), la estela se convirtió en el portador de una autobiografía corta, y equipado con una escena de ofrenda y su oración adyacente. Este fue un memorial, el repositorio de la vida de una persona, un breve resumen de los logros. La instrucción real era el segundo legado literario de este período de transición: el testamento de un rey de partir a su hijo y sucesor. La Instrucción para Merikare menciona la instrucción de un Khety rey anterior. Por lo tanto, sólo los primeros trabajos conservado de este tipo.
El trabajo no tiene "plena coherencia compositiva sostenido como se encuentra en obras similares de la Dinastía XII" (
Lichtheim, p.98). De hecho, vuelve a aparecer el mismo tema en diferentes lugares y la acumulación de una se desvía. Sin embargo, un plan general está presente, a pesar de que está suelto. En comparación con el de Ptahhotep, instrucción Khety tiene una estructura composicional que es menos "construidos". Por un lado, las penas no hacer "bind" de la misma manera y aunque el estilo orational se utiliza, el autor introduce asociaciones espontáneas que son secundarias y se mueven fuera de la corriente principal de la forma de pensar. Por otra parte, la dirección es más personal y al parecer en sintonía con la psicología de su hijo, mientras que las máximas de buen discurso es un tratado general, más estandarizado en la sabiduría, que expresa las enseñanzas de cualquier padre (noble) a su (logrado) hijo. ¿Sugiere esto que el trabajo es en realidad una composición hecha por el propio rey?

Las características literarias más destacadas son:
·         la forma literaria: el estilo orational se utiliza un estilo rítmico caracterizado por frases simétricas, pero el texto se convierte en prosa cuando se producen eventos específicos se dijo (al igual que en la escena del asesinato en la Instrucción de Amenemhat);
·         el objetivo literario: el rey otorga sus puntos de vista sobre la realeza en un género literario: el regnum espéculo - al parecer no era la primera instrucción de este tipo, aunque los primeros trabajos de la mano de un miembro de la "casa de Khety" se pierde. Esta regnum espéculo es en realidad una especie de discurso de investidura del hijo Merikare Khety, las intenciones políticas de ropa con un manto literario ;
·         la sección histórica: el Rey describe sus logros y le da su consejo sobre la forma de continuar. En cuanto a la autoría se refiere, el trabajo es pseudopigráfico, pero real como un texto que describa hechos históricos, es contemporáneo de los acontecimientos a los que se refieren;
·         la definición y el funcionamiento de la magia: el dios Sol Re mágico creado como un arma para protegerse de los golpes de los acontecimientos malos, un poder velar por los buenos líderes de la época de los hombres y de noche. Las limitaciones de este poder también se les da: la magia no puede contener el alma del difunto justificado, volviendo al lugar que conoce y cuida;
·         la sección de la justicia: la justicia de Dios es el que todo lo abarca, porque ve todo y nadie puede resistir. Él quiere que hagamos justicia, la defensa del orden correcto (Maat). Los hombres deben trabajar para el dios, y luego el segundo va a trabajar para ellos. La instrucción es un testimonio de la creciente importancia del Juicio de los Muertos, la garantía para la próxima vida;
·         el Himno al Sol-dios: el dios-Sol ha creado al hombre como a su ganado, y que tiende también. Él hizo al hombre a su imagen, e hizo la luz del día por su bien. Él conoce cada nombre y ha dado muerte a los traidores, a saber, aquellos que hicieron rebelión.

La tumba de Khety (H.1) es sin duda, una de las más grandes e importantes de cuantas hasta la fecha, ha descubierto la Misión Arqueológica Española que trabaja en el campo de ruinas que un día fue Herakleópolis Magna.
Fragmento excepcional que muestra una bella representación del letrado Khety (H.1). En su origen, esta pieza formó parte de la puerta de entrada al interior de la tumba, que aquel ilustre personaje se había hecho construir en Herakleópolis Magna. Tallado en piedra calcárea, el bloque, correspondía a la parte inferior de la jamba izquierda de la puerta. En la actualidad y desde hace ya más de 30 años, esta hermosa pieza permanece olvidada e inédita en los fondos del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Dibujo y reconstrucción: Juan R. Lázaro).

En un principio Jesús López, que en 1966 había comenzado las excavaciones oficiales en este enorme enclave arqueológico, creyó que la antigua necrópolis allí descubierta por él en 1968, había sido un cementerio de la IX-X dinastía; una necrópolis que correspondía exactamente a la época en la que aquella ciudad había sido la capital oficial de todo Egipto. Sin embargo, y basándonos en las nuevas tumbas y el gran material arqueológico que ha ido surgido en el transcurso de las siguientes campañas españolas, podemos concluir, que en términos generales, aquella necrópolis había pertenecido a un periodo ligeramente posterior al ofrecido por López. Concretamente a la última fase de la XI dinastía.
La tumba de Khety (H.1), destruida en un momento de la antigüedad que aún no se ha podido precisar, nos es conocida a través del importante número de fragmentos que de ella se han conservado. En realidad, se trata de un magnifico puzzle cuyas piezas están actualmente repartidas entre el Museo Egipcio de El Cairo; el Museo Arqueológico Nacional de Madrid; la Real Academia de Córdoba; y el Museo Egipcio Rosicrucian de San José (California). También es muy probable, que otros fragmentos no controlados, se hallen en el Museo de Beni Suez; en el almacén de la Misión Arqueológica española; y en ciertas colecciones privadas.
Algunos bajorrelieves fragmentados, que en su día embellecieron las paredes internas de la tumba de Khety (H.1), comenzaron a surgir del suelo en la década de los años 60, durante el transcurso de ciertas excavaciones clandestinas efectuadas en los montículos de Herakleópolis. Un claro ejemplo de aquello, lo constituye la pieza que en 1964 fue subastada por la Galería Parke Bernet de Nueva York. Al igual que esta, es posible que otros bloques de la misma tumba circulasen durante cierto tiempo en el mercado internacional de arte, antes de pasar a engrosar ciertas colecciones privadas e instituciones museísticas.
Con estas referencias, Jesús López, que debía estar perfectamente informado del lugar exacto de donde provenían aquellos bloques, abrió en 1968, una primera trinchera de excavación situada a unos 300 m. al sur del templo de Herishef. En el transcurso de aquellos trabajos, así como en las siguientes campañas oficiales, la Misión Arqueológica Española fue desenterrando nuevos elementos de la tumba de Khety (H.1). Tal como era de esperar, la decoración que mostraban aquellos nuevos bloques coincidía exactamente con la del fragmento vendido en Nueva York.
En uno de los laterales de la trinchera inicial de López, comenzaron a surgir grandes bloques de piedra calcárea tallada, que correspondían al pavimento y a la propia superestructura de la tumba de Khety (H.1). Un estudio detallado de todos esos elementos arquitectónicos nos permitiría sin duda, tener una buena idea de cómo fue aquella sepultura y cúales fueron los temas que se desarrollaron en su decoración.
Los trabajos de López, dejaron un claro testimonio de la existencia de la tumba de Khety (H.1) en aquel lugar de la extensa necrópolis descubierta. Sin embargo, las excavaciones posteriores, sobre todo las que dirigió F.J. Presedo Velo, que limpió en la zona norte la trinchera de López - exactamente el área por donde se extendía la tumba de Khety (H.1) - no nos han dejado constancia alguna del emplazamiento de esa tumba, y los planos de la necrópolis publicados hasta la fecha, la ignoran totalmente.

Títulos y epítetos de Khety (H.1)
Los bloques de la tumba de Khety (H.1) actualmente conocidos, nos muestran un importante número de títulos y epítetos que este interesante personaje obtuvo durante el transcurso de su existencia. Por ellos, intuimos que este individuo debió ser un hombre sumamente ilustrado. Su estrecha relación con el sello real y ciertas instituciones judiciales encargadas de aplicar la ley en todo el país, así lo demuestran:

1.
   
jmy-r´ pr-wr

“Superintendente de la Gran Corte de Justicia”

Ya desde el Imperio Antiguo, aparece atestiguada en Egipto la existencia de Seis Grandes Cortes de Justicia o Tribunales. Ciertos funcionarios de la corte menfita de la VI dinastía, tales como Ihy y Nipepy, habían logrado alcanzar en aquellas instituciones los cargos más relevantes.
También, el cargo de “Superintendente (o gobernador) de las Seis Grandes Cortes de Justicia” lo vemos, a finales del reinado de Mentuhotep II y comienzos del de Mentuhotep III, en la figura de Meketre, un importante funcionario de la corte tebana ampliamente conocido por las hermosas maquetas halladas en su tumba.

2.
    [s3b] jry Nxn wD´ m3 w´t

“[Juez y] guardián de Nekhen, que juzga con la verdad en privado”

Este interesantísimo título, estrechamente conectado con la Corte de Justicia, hace probablemente una alusión directa al cargo de juez, que el propio Khety (H.1) parece haber desempeñado en el famoso Tribunal de Nekhen.
Durante el Imperio Antiguo, los funcionarios que ejercieron ese cargo en aquella ciudad, a la que probablemente fueron destinados, no muestran signos de haber sido enterrados allí. Por el contrario, sus tumbas aparecieron en la necrópolis de Saqqara, el tradicional cementerio de la monarquía menfita. Siguiendo esa costumbre y salvando las diferencias de época, el simple hecho de que la tumba del juez Khety (H.1) haya aparecido en Herakleópolis es cuanto menos significativo. ¿Cómo explicarnos que ese noble descendiente de la antigua monarquía herakleopolitana, ocupara tras la conquista del país por los tebanos, aquel importante cargo judicial en el Alto Egipto?

Sabemos que a finales de la VIII dinastía, Herakleópolis Magna como la nueva capital del país, asumiría el relevo de Menfis y en consecuencia también lo haría de todos los estamentos gubernamentales, incluyendo a los propios funcionarios del Estado. Años más tarde, con el inicio del Imperio Medio, se intuye que el rey tebano Mentuhotep II, tras la unificación del país, carece de los oficiales cualificados para desempeñar los principales cargos en el nuevo estado unificado. Es por esta razón, por la que el nuevo soberano parece recurrir a los experimentados funcionarios de la antigua monarquía herakleopolitana. Con muchos de aquellos compone su propio gabinete de gobierno. Esta hipótesis, cobra credibilidad cuando comprobamos que varios oficiales, del entorno directo del rey Mentuhotep II, presentan un origen puramente herakleopolitano.
Así pues, podríamos aventurar incluso, que tal vez fuese el propio Mentuhotep II o alguno de sus sucesores inmediatos, quien designase a Khety (H.1) de Herakleópolis en aquel importante cargo jurídico de la ciudad de Nekhen.
3.
    jmy-r´ wDsDmy w´t

“Superintendente de los (casos) del juzgado oídos en privado”

Este título marca una diferencia puntual entre los casos juzgados en público y los que se escuchaban y juzgaban en privado. Por la biografía de Uni, hombre de confianza del rey Pepy I, sabemos que en estos últimos juicios, las únicas personas que asistían como representantes de la justicia eran, el jefe del juzgado, el visir y el propio juez. A su vez estos últimos, parecen estar asistidos por los secretarios y escribas del juzgado.
4.
    [jmy-r´] sS ´n nsw n xft-hr

“[Superintendente] de los documentos reales escritos del Tribunal)”

Los propios jueces son considerados como los responsables directos de estos “documentos secretos del juzgado de la gran Corte de Justicia”. Se trataba de un importante conjunto de documentos o decretos firmados por el propio rey. Se guardaban cuidadosamente en los archivos de los Juzgados y por ellos parece que se aplicaba la ley estatal en los juicios. El título “Escriba de las tablillas reales (hechas) en arcilla” nos informa que en ocasiones, estas valiosas leyes – o tal vez simplemente sus copias – eran redactadas en planchas de arcilla.

5.
    xtmty-bjty

“Tesorero del rey del Bajo Egipto”

Este título (literalmente: “el portador del sello del rey del Bajo Egipto”), revela en su ideograma xtmty (Un collar doblado, del que cuelga un cilindro ensartado en su extremo), la propia función desempeñada por el personaje que lo llevaba. Lo vemos en altos funcionarios del Estado destacados por todo el país. El sello real grabado sobre el cilindro, daba a estos funcionarios el poder necesario para firmar ciertos documentos en nombre del Estado y del propio rey. Por lo general todos estos tesoreros se encuentran relacionados con la recaudación del Estado y del Tesoro, pero también una parte de ellos trabajaron en beneficio de ciertas instituciones clericales.

6.
    mH-jb nswt m xtm wDt

“Confidente real de los decretos sellados”

El confidente real (literalmente: “el que llena el corazón del rey”), parece entrar en conexión directa con la propia voluntad del soberano reinante. Si eso es así, Khety (H.1), pudo conocer muy bien la personalidad del rey al que había servido, tal vez el tebano Mentuhotep II o uno de sus inmediatos sucesores.
Sabemos que estos confidentes reales desempeñarían en el interior de ciertos edificios oficiales, tales como palacios y estamentos judiciales, importantes cargos dentro de la administración provincial.

Epítetos
7.
    smr w´t

“Amigo único”
8-a. nb.f mry
“Amado de su señor”
8-b.
nb.f mry m3´ n st-jb.f
“Justo amado de su señor, en el lugar de su corazón”

Como Khety (H.1) de Herakleópolis otros grandes oficiales de la época, tales como Meru, Meketre´ y los nomarcas de Beni Hassan, Baket III y Khety, se encuentran designados en las inscripciones de sus tumbas como: “Amado de su señor”, “Justo amado de su señor”, “Elogiado de su señor”, etc.

La importancia de estos títulos desempeñados por Khety (H.1) de Herakleópolis, unidos a las considerables dimensiones que originalmente debió tener su tumba, hacen de este personaje uno de los más sobresalientes de la antigua Nen-nesut, a finales de la XI dinastía. Un noble cuyo rango social, no parece estar muy alejado de aquel otro del que gozaban los nomarcas en sus provincias.
Si bien nuestro personaje carece de los títulos de “hry-tp ´3” (Gran jefe del nomo) y “h3ty-´” (Conde); títulos por los que generalmente se identifican a los nomarcas, Khety (H.1) ejerció en Herakleópolis, funciones muy similares a las desarrolladas por su propio homónimo, el nomarca Khety, en la provincia de Orix (16 del A.E). Este último personaje, pudo ser muy bien uno de los propios contemporáneos de Khety (H.1) de Herakleópolis, ya que su liderazgo se establece también a finales de la XI dinastía.

La tumba de Khety (H. 1) en el museo arqueológico nacional de Madrid
En la actualidad, el Museo Arqueológico Nacional de Madrid guarda dentro de sus instalaciones un importante número de bloques procedentes de la tumba de Khety (H.1). Posiblemente sea la institución que hoy conserva el mayor número de piezas procedentes de aquella destruida construcción. La mayor parte de los bloques se encuentran almacenados en los fondos desde hace ya bastantes años. Algunos proceden claramente de la fachada de la tumba, mientras que otros corresponden a las estancias interiores.
Se trata de un bloque que pertenece exactamente a la parte inferior de la jamba izquierda de la puerta de entrada. En su parte alta, aún puede verse el final de dos anchas columnas de texto vertical que descendían por los laterales de la puerta. Los textos que allí fueron grabados, informaban al visitante de los numerosos títulos llevados en vida por este personaje. En la parte final de ambas columnas, aparece escrito el nombre del propietario de la tumba y justo por debajo de él, una bella representación del propio Khety (H.1)
La imagen, se encuentra esculpida en un relieve hundido del más fino estilo de finales de la XI dinastía. Originalmente, un duplicado contrapuesto de la misma se hallaba sobre el lado derecho de la puerta. Este gran funcionario sentado en una silla con patas de león, empuña en sus manos una larga vara y un paño de tela doblado como símbolo de su alto status social.
En realidad la figura de Khety (H.1), sentado a ambos lados de la puerta de entrada, es una especie de tarjeta de presentación. Su estilo se inspira en el tradicional canon artístico que a finales de la XI y comienzos de la XII dinastía, utilizan los nomarcas del país y los grandes funcionarios, para embellecer el acceso a sus tumbas.
Podríamos concluir que Khety (H.1) al igual que Sehu, fue en Herakleópolis Magna una de las principales autoridades de la ciudad tras la conquista tebana. Su status social en la capital derrocada, bien pudo ser un paralelo de aquel otro que en el resto del país, mantenían aún los antiguos nomarcas.

Seis fragmentos de la tumba de Khety (H.1) expuestos en la sala egipcia del M.A.N. de Madrid
Fig. 2. Seis fragmentos de la decoración de la tumba Khety (H.1), que recogen parte de los tres registros inferiores de una pared interna. (Dibujo y reconstrucción: Juan R. Lázaro).

Si bien, es mínimo lo que subsiste hoy del primero de los tres registros recogidos por estos fragmentos, no hay duda de que en la parte alta (tal como vemos en otro grupo de fragmentos de la misma tumba) se encontraban representadas dos escenas relativas al pisado y al prensado de la vid. Esta, al igual que a las restantes escenas que cubrían la parte alta de la pared, mostraba una escena de la vida cotidiana. Sin embargo, los dos registros inferiores que podemos ver claramente en la Fig.2, están estrechamente relacionados con el mundo funerario y las donaciones alimenticias destinadas al sustento del “ka” del difunto Khety (H.1).
Fig. 3. Este pastor que empuña una larga vara, muestra en el tallado de su mano derecha las mismas características que antes pudimos ver en la mano del propio Khety (H.1). Tal vez, este simple detalle sea una prueba de que ambos relieves fueron realizados por un mismo artista anónimo. Sala egipcia del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Foto: Juan R.Lázaro).

El registro central, comienza con la representación de un primer personaje que empuña en su mano derecha una larga vara. No parece estar identificado por ningún texto, sin embargo, bien podría tratarse de un wS3 w “cebador”; un pastor encargado de alimentar y engordar al buey que camina inmediatamente por detrás de él[4]. El buey de cuernos recortados, está calificado por el texto que aparece sobre su lomo como un buey:
wnn n k3.k “wnn para tu ka”

Es decir, que se trataba de un hermoso animal previamente elegido, para que en un momento determinado su carne, ya despedazada por los carniceros, pudiera servir de alimento al alma del difunto. El infortunado animal es conducido a su destino por aquel hombre que le ha atado una cuerda a la boca. Así mismo, otro individuo situado justo por detrás del buey, ha posado una de las manos sobre la parte posterior del animal. Es un gesto, que de acuerdo a otra escena similar procedente de la misma tumba, hemos de interpretar como que el buey es un “wnn manso”, es decir un animal tranquilo y dócil. También este último personaje, empuña en su mano izquierda un lienzo de tela doblada que presenta una dudosa interpretación.
Fig. 4. En la cabeza de este buey wnn (de cuernos cortos) se pueden apreciar algunos minuciosos detalles, tales como las líneas que componen la zona interna de la oreja del animal y el ¿anillo? que por debajo de la boca del buey, presiona la cuerda atada a su mandíbula inferior. Sala egipcia del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Foto: Juan R.Lázaro).

Fig. 5. Los minuciosos detalles y las formas proporcionadas que presentan estos relieves, tales como las estrías de las cornamentas de los orix y las líneas internas de las orejas de los bueyes, se alejan ya bastante del burdo y esquemático estilo que caracteriza el arte del Primer Periodo Intermedio. En esta foto puede apreciarse delante de la cría de orix, una línea vertical de pegamento moderno, que evidencia la falta de cuidado que los conservadores pusieron en estos fragmentos a la hora de unirlos. Sala egipcia del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. (Foto: Juan R.Lázaro).

En el registro inferior, estaban representados originalmente tres portadores de animales; tres personajes que mostraban ofrendas funerarias para el “ka” del difunto Khety (H.1). El primero de ellos conduce un orix desde la parte de atrás sujetándolo por uno de sus largos cuernos. Al mismo tiempo, controla los movimientos del animal mediante una cuerda que le ha atado a una de sus patas posteriores. El texto vertical que se sitúa delante del animal le describe como:

m3-Hd n k3.k “orix para tu ka”

Un segundo portador, en clara relación con el primero, llevaba sobre sus hombros un pequeño orix que sin duda había nacido del animal que le precede. Se intuye que al igual que su madre, la cría estaba destinada a ser sacrificada por el alma del propietario de la tumba. Eso es al menos lo que parece confirmar el breve texto que aparece delante de ella:

3w n k3.k “(presente) jovial para tu ka”[5]
Finalmente, la representación del tercero de los portadores que se hallaba en el extremo de la derecha, se ha perdido totalmente.

Khety IV
mri-...[-ra] Xty Meri..re Khety
mri -... [- ra] XTY Meri..re Khety
mr-ib-ra Xty XTY mr-ib-ra   Meribre Khety Meribre Khety
Xty
XTY Khety Khety

Khety IV Akhtoy IV Mery...ra Jety, o Jety IV.  Su lugar en el orden de sucesión no está establecido. Algunos eruditos piensan que fue él y no Khety III lo que escribió "la instrucción a Merikare "y que por lo tanto esta era su hijo. El nombre de Neukare asociado a uno de los reyes de nombre Khety, no se sabe si correspondió a Khety IV o Khety V .
Parte de su nombre, Mery..(Ra) Jety, está inscrito en el Canon Real de Turín, en el registro 4.24.
No figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea.



Dinastía X (c. 2100–2040 a. C.)
Según Manetón: fueron diecinueve reyes de Heracleópolis que reinaron durante 185 años. Gran parte del conocimiento de estos gobernantes proviene de los Decretos de Coptos. Sus nombres figuran en el Canon Real de Turín, aunque está muy dañado. 
Nombre común
Nombre
Comentarios
Reinado
Jety V
Uahkara Jety
c. 2100 a. C.
Mery...
Mery...
c. 2090 a. C.
Se...ra Jety
Se...ra Jety
c. 2080 a. C.
Jety VI
Nebkaura Jety
c. 2070 a. C.
Jety VII
Meribra
c. 2060 a. C.
Merykara
Merykara
c. 2050 a. C.

Khety V
wAH-kA-ra
Wah-ka-ra Wahkare Wahkare Constante es el espíritu (Ka) de Ra
Xty
XTY Khety Khety
Uahkara Khety, o Jety V es considerado el primer faraón del la dinastía X del Antiguo Egipto, c. 2100 a. C., durante la época denominada por los historiadores primer periodo intermedio de Egipto.
Este monarca gobierna desde Heracleópolis Magna, pero sólo controlaba parte del país y debió enfrentarse a los mandatarios de la rival dinastía XI con sede en Tebas, en el Alto Egipto.
Su nombre no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea. Un pequeño fragmento con el inicio de su titulatura, Nesut-Bity, inscrito en el Canon Real de Turín, registro 5.1, es lo único que perduró de él.

Khety VI
nb-kAw-ra
nb-Kaw-ra Nebkaure (Golden Are The Souls Of Re) Nebkaure (Señor de los espíritus (Ka) de Ra)
Xty
XTY Khety Khety Jety (el del dios Jet)

Khety Nebkaura Jety, o Jety VI, fue un faraón del la dinastía X del Antiguo Egipto
Su nombre no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea. Un pequeño fragmento con el inicio de su titulatura, Nesut Bity, inscrito en el Canon Real de Turín, registro 5.x, es lo único que perduró de él.
Según J. von Beckerath él fue padre de Merykara y el autor de los famosos Preceptos para el rey Merykara.
Sin embargo otros estudiosos sugieren que, posiblemente, fue el abuelo de Merykara, siendo J
Khety VII el autor de los Preceptos, su sucesor.

Khety VII
mry-ib-ra
mry-ib-ra Meryibre Meryibre Amado del corazón de Ra
Xty
XTY Khety Khety Hijo de Jety

Posible hijo de Khety VI, y padre de Merykara, el destinatario de los famosos Preceptos inscritos en papiro, con grafía hierática: las Enseñanzas de Jety para su hijo Merykara. En estos Preceptos instruye a su hijo cómo debe tratar con la nobleza. Después de una descripción de la crisis social, acaecida en el primer periodo intermedio, el gobernante explica las maneras de restaurar el orden y recobrar la gloria perdida de la monarquía. Los Preceptos son el primer logro del periodo de la llamada literatura moralista, alternando aspectos éticos y sublimes con un sutil análisis de las reglas de la política interna y externa.
Su nombre no figura en la Lista Real de Abidos ni en la Lista Real de Saqqara. Tampoco lo mencionan Julio Africano ni Eusebio de Cesarea. En el Canon Real de Turín, registro 5.x, sólo quedó un pequeño fragmento inscrito con el inicio de su titulatura, Nesut Bity.

Merykara
mry-kA-ra Merikare (Beloved Is The Soul Of Re) mry-kA-ra Merikare (Amado Ka de Ra)

Merikara es último faraón del la dinastía X, c. 2050 a. C., durante la época histórica denominada primer periodo intermedio de Egipto.
Es el último rey que gobierna desde Heracleópolis Magna. Sólo controla parte del país y debe enfrentarse con Mentuhotep II, el faraón de la rival dinastía XI con sede en Tebas.
Es hijo de Khety VII, y pudiera ser el destinatario de los famosos preceptos inscritos en papiro, con grafía hierática: las Enseñanzas de Khetypara su hijo Merikara.
Fue enterrado en una pirámide llamada "Uadsut Merykara", construida en Saqqara, y aunque se desconoce el lugar exacto donde se erigió, podría ser la pirámide en ruinas situada al este de la de Teti.
La novena dinastía fue fundada en Herakleopolis Magna, y la décima dinastía continuó allí. En este momento, Egipto no estaba unificado, y existe cierta superposición entre estas y otras dinastías locales. El Canon de Turín enumera a dieciocho reyes para esta línea real, pero sus nombres están dañados, no se pueden identificar o se pierden.
La siguiente es una posible lista de gobernantes de la Décima Dinastía basada en el Canon de Turín, ya que los egiptólogos tienen diferentes opiniones sobre el orden de sucesión dentro de las dos dinastías. Entre ellos, solo Wahkare Khety y Merykare están, sin duda, atestiguados por hallazgos arqueológicos:

Décima dinastía (según Hayes) (c. 2130 - 2040 a.C)
Nombre
Comentarios
Meryhathor (?)
Existencia dudosa, conocida de un graffito dañado en Hatnub
Neferkare VIII
Podría ser el Kaneferre menciona en la tumba del nomarca Ankhtifi
Wahkare Khety III
Posiblemente el supuesto autor de la Enseñanza para el Rey Merykare
Merykare
Principal oponente del faraón tebano Mentuhotep II
[nombre perdido]
Un sucesor efímero ("x meses") de Merykare

Meryhathor o Meryt-Hathor,  fue un faraón de la décima dinastía de Egipto, durante el Primer Período Intermedio.
Considerado como el fundador de la dinastía, Meryhathor debería haber comenzado su reinado en c. 2130 a.C. Su nombre no se menciona en la Lista del Rey de Turín, pero Djehutynakht II, un nomarca del nombre de Hare que reside en Hermopolis, ordenó un graffito de tinta que menciona a Meryhathor en las canteras de alabastro en Hatnub: hasta ahora, esta es la única certificación de este rey.
Existe una disputa con respecto a su nombre: dado que el signo "Hathor" (C9 en la lista de signos de Gardiner) está dañado parcialmente, algunos autores como Edward Brovarski creen que el nombre real de este faraón podría ser Meryibre ("Amado de los corazón de Ra") que es algo más cercano a la tradición menfita. Además, algunos egiptólogos que apoyan la lectura alternativa también combinan a este rey con su sucesor Neferkare VIII; por lo tanto, no es raro encontrar a un faraón Neferkare-Meryibre como el fundador de la 10ª Dinastía. 
El nomarca Djehutynakht II (izquierda) y el cartucho de Meryhathor (derecha), de Hatnub

Neferkare VIII fue el segundo faraón de la décima dinastía del antiguo Egipto (entre 2130 y 2040 aC, durante el primer período intermedio). 
El praenomen "Neferkare" sugiere que él se consideraba un legítimo sucesor de Pepi II Neferkare de la 6ta dinastía, muy parecido a los muchos reyes menfitas homónimos de la Octava dinastía. Probablemente fue el octavo rey en llevar este nombre (de ahí el "VIII"), aunque a muchos de sus predecesores a veces se los llama por una combinación de sus praenomen y nomen (por ejemplo, Neferkare Tereru o Neferkare Khendu). 
Definitivamente está atestiguado solo en la Lista del Rey de Turín, ya que no se le conoce por ningún descubrimiento arqueológico. Es muy poco probable que Neferkare VIII y el enigmático rey Ka-nefer-re mencionados en la tumba del nomarca Ankhtifi sean la misma persona, y es algo más probable que Kaneferre deba ser identificado con Neferkare VII de la 9ª Dinastía anterior. 

Wahkare Khety fue un antiguo faraón egipcio de la Dinastía 9 o 10 durante el Primer Período Intermedio.
La identidad de Wahkare Khety es controvertida. Mientras que algunos eruditos creen que fue el fundador de la Novena Dinastía,  muchos otros lo ubican en la décima Dinastía posterior. 

Hipótesis dinastía noveno 
Si Wahkare Khety fue el fundador de la Novena Dinastía, puede identificarse con el rey helenizado Achthoês, el fundador de esta dinastía según Manetho. Manetho reporta:
"El primero de estos [reyes], Achthoês, que se comportó de manera más cruel que sus antecesores, causó problemas a la gente de todo Egipto, pero luego fue golpeado por la locura y asesinado por un cocodrilo". 
Si esta hipótesis es correcta, Wahkare Khety pudo haber sido un príncipe heraclopolitano que se aprovechó de la debilidad de los gobernantes menfitas de la Octava Dinastía para tomar el trono del Medio y Bajo Egipto alrededor del 2150 a. Esta hipótesis está respaldada por inscripciones contemporáneas que se refieren al reino del norte de Herakleopolitan como la Casa de Khety,  aunque eso solo prueba que el fundador de la 9na Dinastía fue un Khety, pero no necesariamente Wahkare Khety.

10a dinastía hipótesis 
Muchos eruditos creen, en cambio, que Wahkare Khety fue un rey de la décima dinastía, lo identificó con el Khety que fue el supuesto autor de la famosa Enseñanza para el rey Merikare, lo que lo coloca entre Neferkare VIII y Merikare. En esta reconstrucción, Wahkare es el último rey de Herakleopolitan que lleva el nombre de Khety, y el cruel fundador de la IX Dinastía Achthoês se identifica con Meryibre Khety, y la Casa de Khety debe referirse a él en su lugar. 
De las Instrucciones, se sabe que Wahkare Khety, en alianza con los nomarcas del Bajo Egipto, logró repeler a los "asiáticos" nómadas que durante generaciones vagaron en el Delta del Nilo. Esos nomarcas, aunque reconocían la autoridad de Wahkare, gobernaban de facto de manera más o menos independiente. La expulsión de los asiáticos permitió el establecimiento de nuevos asentamientos y estructuras de defensa en las fronteras del noreste, así como la repetición de los intercambios con la costa levantina.  Wahkare, sin embargo, advirtió a Merikare que no descuidara la protección de estas fronteras, ya que los "asiáticos" todavía eran considerados un peligro. 
En el sur, Wahkare y el fiel nomarca de Asyut Tefibi retomaron la ciudad de Thinis, previamente capturada por los tebanos liderados por Intef II; sin embargo, las tropas de Herakleopolis saquearon la necrópolis sagrada de Thinis, un delito grave que fue tristemente denunciado por el propio Wahkare. Este crimen causó la reacción inmediata de los tebanos, quienes más tarde finalmente capturaron a los nomos Thinite. Después de esos acontecimientos, Wahkare Khety decidió abandonar esta política belicosa y comenzar una fase de coexistencia pacífica con el reino del sur, que duró hasta parte del reinado de su sucesor Merikare, quien sucedió el largo reinado (cinco décadas) de Wahkare. 
No hay evidencia contemporánea que lleve su nombre. Sus cartuchos aparecen en un ataúd de madera de la XII Dinastía, grabado con textos de ataúd y originalmente creado para un administrador llamado Nefri, fue encontrado en Deir el-Bersha y ahora se encuentra en el Museo de El Cairo (CG 28088).  En él, el nombre de Wahkare Khety fue encontrado una vez en lugar de Nefri, pero se desconoce si los textos fueron inscritos originalmente para el rey, o si simplemente se copiaron más tarde de una fuente anterior.  Su nombre es quizás también atestiguado en el canon real de Turín. 

Merikare (también Merykare y Merykara) fue un antiguo faraón egipcio de la décima dinastía que vivió hacia el final del primer período intermedio. Su nombre no puede ser reconocido en la Lista del Rey de Turín. Las fechas de su reinado son inciertas y debatidas entre los estudiosos.
Según muchos estudiosos, gobernó al final de la décima dinastía en su mediana edad,  luego de un largo reinado de su padre. La identidad de su predecesor (el llamado "Khety III", quien fue el supuesto autor de la Enseñanza para el rey Merikare) sigue siendo una cuestión de debate entre los egiptólogos. Algunos eruditos tienden a identificar al predecesor de Merikare con Wahkare Khety.  Estos sebayt ("Enseñanzas", en el antiguo egipcio), posiblemente compuestas durante el reinado de Merikare y atribuidas de manera ficticia a su padre, son una colección de preceptos para el buen gobierno. El texto también menciona las fronteras orientales, recientemente aseguradas, pero que todavía necesitan la atención del rey.  En el texto, el padre anónimo de Merikare menciona haber despedido a Thinis, pero él aconseja a Merikare tratar más indulgente con los problemáticos reinos del Alto Egipto. 
Una vez coronado, alrededor del año 2075 a. C.,  Merikare se resignó sabiamente a la existencia de dos reinos separados (el Herakleopolite y el Theban) y trató de mantener la política de coexistencia pacífica lograda por su padre.  Parece que el período de paz trajo cierta prosperidad al reino de Merikare.  Algún tiempo después, el faraón se vio obligado a navegar por el Nilo con su corte en una gran flota. Una vez que llegó a Asyut, el rey instaló al leal nomarca Jety II, quien sucedió a su difunto padre Tefibi;  también hizo restauraciones en el templo local de Wepwawet. Después de eso, Merikare avanzó río arriba hacia la ciudad de Shashotep, probablemente para sofocar una revuelta, y al mismo tiempo como una demostración de fuerza en las turbulentas áreas de la frontera sur. 
Merikare murió en c. 2040 a.C, unos meses antes de la caída de Herakleopolis. Por lo tanto, la derrota final de los Thebans, liderada por Mentuhotep II de la 11a Dinastía, fue probablemente infligida a un sucesor sin nombre, efímero y sin nombre.
Muchas fuentes sugieren que Merikare fue enterrado en una pirámide aún por descubrir en Saqqara, llamada Flourishing son las Moradas de Merikare, que tenían que estar cerca de la pirámide de Teti de la 6ta Dinastía.  Los títulos de los funcionarios involucrados en su construcción están documentados, ya que su culto funerario se mantuvo en la XII Dinastía; de hecho, el cartucho de Merikare aparece en las estelas de al menos cuatro sacerdotes responsables del culto funerario de Teti y Merikare durante el Reino Medio.  Incluyen a Gemniemhat que también ocupó otros cargos importantes.
Merikare es el más atestiguado entre los gobernantes de Herakleopolite. Su nombre aparece en:
·         la Enseñanza para el Rey Merikare;
·         una paleta de madera de escriba perteneciente al canciller Orkaukhety, que se encuentra en una tumba cerca de Asyut (junto con un brasero dedicado a Meryibre Khety) y ahora en el Louvre; 
·         las inscripciones de la tumba del nomarca Jety II, en Asyut; 
·         Nueve estelas que atestiguan la existencia de su pirámide y su culto funerario en Saqqara.

Hipótesis de un reinado
En 2003, el egiptólogo Arkadi F. Demidchik sugirió que la ubicación de Merikare dentro de la dinastía debería reconsiderarse. Según él, si Merikare reinó durante la campaña liderada por Mentuhotep II, entonces la pirámide del primero y su culto no podrían haber sobrevivido a la conquista tebana; nuevamente, es probable que Merikare no pueda obtener granito del Sur como se menciona en las Enseñanzas. Demidchik también argumentó que las batallas para Thinis mencionadas por Tefibi y Merikare eran las mismas, que se libraban en el frente opuesto por el gobernante tebano Wahankh Intef II, lo que sugiere que el reinado de Merikare debería ubicarse algunas décadas antes de lo que generalmente se piensa, cuando la Décima Dinastía El poder estaba en su apogeo.

La Pirámide de Merikare es una antigua pirámide egipcia que permanece sin identificar, pero está atestiguada por inscripciones en estelas funerarias y posiblemente se encuentra en Saqqara  La pirámide se presume que es el lugar de enterramiento de la Herakleopolitan faraón Merikara, que gobernó hacia el final de la dinastía décimo c. 2040 aC durante el Primer Periodo Intermedio. A veces, la pirámide sin cabeza en el norte de Saqqara se identifica como la pirámide de Merikare, aunque esta última es más probable que pertenezca al faraón Menkauhor. 
Aunque no se ha descubierto, la pirámide de Merikare es la única pirámide certificada de un rey que pertenece a las dinastías Herakleopolitan (la novena y la décima). La pirámide es conocida por nueve inscripciones, ocho de las cuales son del norte de Saqqara; Mientras que el noveno es de origen desconocido. De esas inscripciones se sabe que el antiguo nombre de la pirámide era "Wadj Sut Merikare", traducido de diversas maneras como "Florecientes son las moradas de Merikare" o "Los lugares frescos de Merikare". Todas estas inscripciones se encontraron en las tumbas de los sacerdotes y al menos cuatro de estos sacerdotes fueron responsables del culto funerario de los dos reyes Merikare y la sexta dinastía anterior.rey Teti. Los sacerdotes vivían a principios del XII dinastía (1991 a.C - 1802 a.C),  lo que demuestra que los cultos funerarios de estos reyes permanecieron activos durante el Imperio Medio y, lo más importante, que la pirámide de Merikara debe haber estado en las inmediaciones de la pirámide de Teti, en Saqqara.
Utilizando las estelas funerarias de los sacerdotes de la duodécima dinastía, Cecil Mallaby Firth creyó haber encontrado la pirámide de Merikare en 1926 en la esquina sureste de la de Teti. Desafortunadamente, la estructura identificada por Firth más tarde resultó que era la pequeña pirámide de culto del complejo piramidal de Teti.
Otra hipótesis surgió en la segunda mitad del siglo XX, identificando la pirámide de Merikare con la pirámide de Lepsius núm. XXIX, ubicado en Saqqara-norte y comúnmente conocido como la "Pirámide sin cabeza". Más tarde, esta hipótesis fue rechazada por algunos académicos como Jocelyne Berlandini, quien propuso en 1979 que la Pirámide sin cabeza es más probable que pertenezca al faraón Menkauhor de la Quinta Dinastía,  el único gobernante de la Quinta Dinastía cuya pirámide no había sido identificada formalmente.  Berlandini basó su conclusión en las técnicas de construcción presentadas en la pirámide y en el hecho de que, en gran medida, los sacerdotes del culto funerario de Menkauhor fueron enterrados en el norte de Saqqara.
En 1994, sin embargo, Jaromir Malek publicó un estudio argumentando nuevamente que Merikare es el propietario de la pirámide sin cabeza.  Por ejemplo, Malek señala que no se encuentran entierros que datan de la Quinta Dinastía en las inmediaciones de la pirámide sin cabeza.
En 2008, las continuas excavaciones en el sitio de la Pirámide sin cabeza bajo la dirección de Zahi Hawass corroboraron la asignación de Berlandini a la Quinta Dinastía. Se llegó a esta conclusión basándose en las evaluaciones de la estructura del monumento y en los materiales de construcción empleados, siendo ambos típicos de esa época. Aunque no se descubrieron inscripciones para nombrar a un faraón, Hawass atribuyó la pirámide a Menkauhor, ya que es el único faraón de la Quinta Dinastía cuya pirámide no había sido identificada.  Si Berlandini y Hawass tienen razón, entonces la pirámide de Merikare permanece sin descubrir, en algún lugar de las arenas de Saqqara.
Mapa de Saqqara: en rojo, la pirámide sin cabeza (Lepsius XXIX), inicialmente identificada con Merikare, pero a veces identificada como la de Menkauhor Kaiu

Dinastía XI
La Undécima Dinastía del antiguo Egipto (conocida como Dinastía XI) es un grupo de gobernantes bien atestiguado. Sus miembros anteriores antes del Faraón Mentuhotep II se agrupan con las cuatro dinastías anteriores para formar el Primer Período Intermedio, mientras que los miembros posteriores se consideran parte del Reino Medio. Todos ellos gobernaron desde Tebas en el Alto Egipto.
La cronología relativa de la 11a Dinastía está bien establecida por atestaciones contemporáneas y, a excepción del Conde Intef y Mentuhotep IV, por el canon de Turín.

Faraones de la Dinastía XI

Nombre común
Nombre de Nesut-Bity
Nombre de Sa-Ra
Comentarios
Reinado
Intef, hijo de Iku
Intef
c. 2160 a. C.
Mentuhotep I
Mentuhotep
c. 2150 a. C.
Intef I
Sehertauy
Intef
c. 2130 a. C.
Intef II
Uahanj
Intef
2118 - 2069 a. C.
Intef III
Najtnebtepnefer
Intef
2069 - 2061 a. C.
Mentuhotep II
Nebhepetra
Mentuhotep
Comienzo del Imperio Medio c. 2040
2061 - 2010 a. C.
Mentuhotep III
Seanjkara
Mentuhotep
2010 - 1998 a. C.
Mentuhotep IV
Nebtauyra
Mentuhotep
1998 - 1991 a. C

La declaración de Manetón de que la dinastía XI consistió en 16 reyes, quienes reinaron durante 43 años se contradice con las inscripciones contemporáneas y la evidencia de la Lista del Rey de Turín, cuyo testimonio combinado establece que este reino consistió de siete reyes que gobernaron por un total de 143 años.  Sin embargo, su testimonio de que esta dinastía se basó en Tebas se verifica por la evidencia contemporánea. Fue durante esta dinastía que todo el antiguo Egipto se unió bajo el Reino Medio.
Esta dinastía tiene sus orígenes en un nomarca de Tebas, "Intef el Grande, hijo de Iku", que se menciona en varias inscripciones contemporáneas. Sin embargo, su inmediato sucesor, Mentuhotep I, es considerado el primer rey de esta dinastía.
Lista de Reyes  de Abydos cartuchos 57 a 61

Una inscripción tallada durante el reinado de Wahankh Intef II muestra que él fue el primero de esta dinastía en afirmar que gobernaba todo Egipto, una afirmación que puso a los Thebans en conflicto con los gobernantes de Herakleopolis Magna, X Dinastía. Intef emprendió varias campañas hacia el norte y capturó el importante nombre de Abydos.
La guerra continuó de manera intermitente entre las dinastías Thebean y Heracleapolitan hasta el 14º año regnal de Nebhepetre Mentuhotep II, cuando los Herakleopolitans fueron derrotados, y esta dinastía podría comenzar a consolidar su gobierno. Los gobernantes de la Dinastía XI reafirmaron la influencia de Egipto sobre sus vecinos en África y el Cercano Oriente. Mentuhotep II envió renovadas expediciones a Fenicia para obtener cedro. Sankhkara Mentuhotep III envió una expedición desde Coptos al sur a la tierra de Punt.
El reinado de su último rey, y así el final de esta dinastía, es algo así como un misterio. Los registros contemporáneos se refieren a "siete años vacíos" después de la muerte de Mentuhotep III, que corresponden al reinado de Nebtawyra Mentuhotep IV. Los estudiosos modernos identifican a su visir Amenemhat con Amenemhat I, el primer rey de la Dinastía XII, como parte de la teoría de que Amenemhat se convirtió en rey como parte de un golpe de estado en un palacio. Los únicos detalles ciertos del reinado de Mentuhotep fueron que dos presagios notables fueron presenciados en la cantera de Wadi Hammamat por el visir Amenemhat.

EL “DOMINIO TEBANO” Y LA NECRÓPOLIS DE EL-TARIF
Durante el Imperio Antiguo, Tebas, la capital del 4º nome del Alto Egipto, había sido una ciudad de provincia de tercera categoría. Sin embargo, a principios del período de Heracleópolis, se sabe, por una estela funeraria recuperada del extenso cementerio de el-Tarif, en la orilla izquierda, justo frente al templo de Karnak, de un grupo de supervisores de sacerdotes a cargo de los asuntos locales.
A este grupo de funcionarios le sucedió un nomarca, Intef, que combinaba - como había ocurrido con Ankhtifi – el cargo de “Jefe Supremo del nome de Tebas” con el de “Supervisor de Sacerdotes”. Además, reclamaba para sí los títulos de “Confidente del Faraón de la estrecha puerta del Sur” (Elefantina), y “Jefe Supremo del Alto Egipto”.
Puesto que esta inscripción referente a Intef se encontró en el cementerio de Dendera, la capital del 6º nome del Alto Egipto, parece justo dar por hecho que su autoridad fue reconocida mucho más allá de los confines de su propia provincia.
Este nomarca, Intef, es con toda probabilidad el mismo que el tal “Intef el Grande, nacido de Iku”, que aparece en las inscripciones contemporáneas, y al que el propio faraón Senusret I (1.956-1.911 a.C.), de principios del Imperio Medio, dedicó una estatua en el templo de Karnak. Y aún más, a este personaje se le describe como “conde Intef”, antepasado de la Dinastía XI tebana en la lista-real que aparece inscrita en las paredes de la “capilla de antepasados reales” de Tutmosis III, en Karnak.
No obstante, sólo su inmediato sucesor, Mentuhotep I, fue considerado faraón en la tradición posterior, aunque el nombre de Horus que se le asignó, a saber Tepy-a  literalmente “el antepasado”  lo delata como ficción póstuma. Las fuentes epigráficas posteriores carecen de información sobre Mentuhotep I y su hijo Sehertawy Intef (2.125-2.112 a.C.), si bien la tumba de éste último sigue siendo la referencia más prominente de la necrópolis de el-Tarif, y sigue sirviendo como único monumento que sobrevive del poder y grandiosidad de los primitivos faraones tebanos.
Durante el Primer Período Intermedio, en la necrópolis de el-Tarif, se desarrolló un nuevo tipo de tumba rupestre; aparentemente para su adaptación a la topografía local. En las tumbas pequeñas del personal privado, se empezaba excavando un amplio patio en el estrato de grava y marga de la baja terraza del desierto. En la cara trasera de este patio, un pórtico con una fila de pesados pilares cuadrados formaban la fachada de la tumba; y es esta fila de pilares la que dio nombre a la designación moderna del tipo de arquitectura conocido como tumba-saff (del árabe saff o “fila”). Un corto y estrecho corredor situado en el centro de la fachada, conducía a la capilla de la tumba, en la que también se encontraba el pozo funerario que daba acceso a la tumba.
El Faraón Intef I decidió construir para él una tumba-saff de dimensiones gigantes. El “Patio de Saff Dawaba”, como así se le conoce hoy, se excavó en la tierra como un gigantesco rectángulo de 300 m de largo y 54 m de ancho; de él se sacaron 400.000 metros cúbicos de grava y roca blanda, que apilados, formaban dos cúmulos bajos a ambos lados del patio.
Su parte frontal, donde antaño se habría alzado algún tipo de capilla de entrada, desgraciadamente se ha perdido, pero la trasera, con su amplia fachada formada por una doble fila de pilares cortados en roca, y tres capillas – una para el faraón y dos, probablemente, para sus esposas – aún permanece relativamente bien conservada. Como la superficie de las paredes está totalmente desconchada, no se puede apreciar si originalmente estuvieron pintadas. No obstante, la Saff Dawaba parece haber sido una impresionante pieza de arquitectura que revela algunos de los fundamentos de la recién constituida realeza.
Sobre todo, no hay el mínimo intento de emular a la arquitectura funeraria del Imperio Antiguo. Más bien se diría que los faraones tebanos crearon un tipo explícito de tumba real tebana tomada del repertorio de la tradición local. Aún más, contrariamente a lo que hicieron muchos de los faraones del Imperio Antiguo, no lucharon por imponer la exclusividad de su localización; las tumbas reales continuaron situadas en el cementerio principal de Tebas, justo en frente de la ciudad y sus templos, al otro lado del río.
Aquí, el lugar de enterramiento del faraón estaba rodeado, no sólo de tumbas de un reducido círculo de cortesanos, sino por el cementerio de la población local. Además, las capillas de las pequeñas tumbas colocadas a los lados del patio de la tumba real, proporcionaban espacio para eventuales enterramientos de algunos de sus seguidores. El mensaje, pues, que transmitía esta arquitectura, estaba enfocado no sólo a engrandecer la posición del faraón, sino también resaltar el hecho de que estos gobernantes estaban arraigados en el entorno tebano y en la sociedad local.
Los sucesores inmediatos de Intef I – Wahankh Intef II y Nakht-Nebtepnefer Intef III – continuaron construyéndose tumbas-saff muy similares en la necrópolis de el-Tarif, en paralelo a la Saff Dawaba. Cuando Mentuhotep II se trasladó al nuevo yacimiento de Deir el-Bahri es probable que sólo fuese porque el terreno apropiado para la arquitectura monumental se habría ya agotado en el-Tarif. 

Intef el Viejo
Considerado el auténtico fundador de la dinastía XI de Egipto, que gobernó desde Tebas de c. 2119 a 2103 a. C., probablemente en corregencia con su padre Mentuhotep I "el viejo", un líder local (Dodson, Malek).
En esta época Egipto estaba dividido e intentó reunirlo bajo su control. Consiguió agrupar en torno a su persona a todos los nomarcas del sur, a través de la diplomacia o de la fuerza. Inmediatamente después se proclamó faraón y gobernó sobre todo el Alto Egipto, estableciendo su capital en Tebas, incluso llegó a escribir su nombre en un cartucho y así tener un nombre de Horus como los antiguos faraones.
Le fue posible oponerse a los más poderosos gobernantes de Heracleópolis porque había tan profunda enemistad entre los diferentes contendientes que solo el proclamarse enemigo levantaba seguidores. Pero los reyes de Heracleópolis, en el Bajo Egipto, retuvieron el poder durante su reinado, lo que originó un siglo de guerras civiles.
Intef el Viejo sentado, en lo que es quizás su estela funeraria CG 20009

Intef I se enfrentará con el monarca heracleopolitano Neferkara, abriéndose una profunda brecha por la separación de Egipto en dos grandes bloques dirigidos por ambos soberanos. Las relaciones entre ambos territorios entrarán en un periodo de calma, rota por puntuales conflictos fronterizos que provocarán una verdadera guerra de la que tenemos constancia por las inscripciones encontradas en la tumba de Anjtifi, aliado de Neferkara. Anjitifi luchó contra Intef, saliendo victorioso en un primer momento. Las luchas parecen interrumpirse por una gran hambruna que afectó al Alto Egipto. Al continuarlas Intef parece el vencedor, falleciendo poco después.
Intef I conquistó algunas ciudades al norte de Tebas, como Coptos y Dendera, dominó también las poblaciones de Hieracómpolis y El-Kab.
La mayoría de los contemporáneos que mencionan a Intef I lo citan como "Príncipe". Es nombrado en la sala de antepasados de Thutmose III, en la dinastía XVIII, como "Noble y príncipe hereditario", en una estela lo denominan "El príncipe hereditario, Noble gran señor del nomo de Tebas", y en otra de Dendera lo llaman "El gran príncipe del Sur". Es posible que Intef I tuviera parentesco con la antigua familia real e intentara recobrar el trono apoyándose en las antiguas tradiciones.
Se cree que Intef I murió joven, probablemente de mediana edad, y fue enterrado en una estrecha tumba perforada en la roca, en la ribera occidental de Tebas, en El-Tarif. El diseño consistía en un gran patio, cortado en la ladera de la montaña, con varias tumbas perforadas en un lateral. La tumba del propio rey no era mucho más grande que cualquiera de las otras secundarias, probablemente construidas para los miembros de la familia, esposas y altos cortesanos.

Mentuhotep I (2066 - 2010 a.C.)
Los acontecimientos.
Un primer problema que plantea Mentuhotep I radica en su onomástica. A la muerte de su padre Antef III de Tebas toma el nombre de Horus Seankhistaui (Horus el que hace latir el corazón del doble país). Ello revela su afán de reunificar Egipto. Mentuhotep I inicia la conquista de los territorios dominados por la Confederación Heracleopolitana. En 2056 acaece una tentativa por los heracleopolitanos de apoderarse del nomo de Tinis por ser su capital, Abidos, el centro del culto a Osiris.
Dos motivos impulsan al nomarca de Heracleópolis Khety IV, sucesor de Merikare a la cabeza de la Confederación Heracleopolitana en 2070. Uno es el prestigio que puede dar a Heracleópolis en Egipto entero la tenencia de Abidos por el incremento del culto a Osiris durante el primer período intermedio. El segundo su erróneo juicio de la merma de los recursos de la Confederación Tebana por la carestía que padece Tebas en el transcurso de los años postreros de Antef II y todo el reinado de Antef III según la estela de Ideen de Ábidos. Sin embargo Khety IV no cuenta con el talento castrense de Mentuhotep I y es derrotado.
Las primeras victorias de Mentuhotep I sobre la Confederación Heracleopolitana le llevan a cambiar su nombre por Horus Meteryhedjet (Horus el de la divina corona blanca). Para comprender esto se ha de tener en cuenta que los atributos reales del Alto Egipto son el papiro, el cayado de pastor y la tiara blanca que se contraponen a los del Bajo Egipto (loto, flagelo y corona roja). Al hacerse llamar Horus Meteryhedjet recalca que domina por completo el Valle del Nilo. Su conquista de Heracleópolis hacia 2046 impulsa a Mentuhotep I a asumir el nuevo antropónimo de Horus Sematauy (Horus el que unió el doble país). De este manera concluye el proceso reunificador.
Para dominar los nomos Mentuhotep I emplea unas veces la fuerza pero con mayor frecuencia recurre a la diplomacia. Por tanto Mentuhotep I funda la Dinastía XI. Sus antecesores (Antef I, Antef II y Antef III) son nomarcas de Tebas. Encabezan la precitada Confederación Tebana aunque la historiografía posterior forme con ellos la X Dinastía tebana por contraposición a sus enemigos los nomarcas de Heracleópolis quienes constituyen la IX Dinastía heracleopolitana.
Tras su conquista de Heracleópolis Mentuhotep I consigue que todos los nomarcas reconozcan la hegemonía de Tebas donde instala la capital del Egipto reunificado.
Una prueba del mayor uso de sistemas pacíficos se halla en el escaso número de destituciones de nomarcas que hace. Sin embargo insiste en la unidad de Egipto reforzando el poder central con tebanos. Así designa tres visires, cuatro virreyes, el Gobernador del Bajo Egipto y el inspector del nomo XIII (Heracleópolis) entre familias de Tebas vinculadas a los Antef. Este último cargo se crea para sustituir a los vencidos nomarcas de Heracleópolis a la cabeza de la administración de aquel nomo.
Forzosamente ha de recaer en una persona de la máxima confianza del Primero de los Mentuhotep pues en Heracleópolis se corren graves riesgos de sublevaciones de sus habitantes quienes no se resignan a su derrota frente a Tebas y a la lógica pérdida de su primacía al menos sobre el Delta. Por tanto con Mentuhotep I aparecen los tres rasgos capitales de la XI Dinastía: el absolutismo y la divinización del faraón; un acentuado individualismo frente a la anarquía anterior que se percibe más en el Alto que en el Bajo Egipto y el predominio de Tebas.
En la política exterior Mentuhotep I envía una expedición a la parte meridional de Nubia en el año 24 de su reinado. Pretende castigar a los nubios meridionales, muchos de los cuales habían servido de mercenarios a la Confederación Heracleopolitana. Controla el Wadi Hammamat que enlaza el Valle del Nilo desde Koptos con la costa del Mar Rojo y ofrece importantes canteras. Reinicia la explotación de las minas del Sinaí y el comercio exterior tan constreñido durante el primer período intermedio. Así han aparecido objetos con su nombre en Palestina y Creta. Asimismo se considerará a Mentuhotep, una vez muerto, genio protector del Sinaí. Lo prueba una estatua de tiempos posteriores.
Por Occidente Mentuhotep I lucha contra los escurridizos tejenu y midjau. No obstante los tejenu practican una guerra de pequeñas emboscadas y fugas en el Desierto, muy incómoda para los soldados del faraón de modo que las noticias literarias dicen que ni se les vencía, ni se les podía vencer. Este faraón construye templos en El Qab, Tod, Denderah y la Isla Elefantina. Su obra principal es el templo funerario que se erige en el lado oeste del acantilado de Deir-el-Bahari en las cercanías de Tebas. Se conserva muy poco pues sus materiales son aprovechados en el transcurso del Imperio Nuevo. El templo funerario de Mentuhotep I supone una inteligente mezcla de sepultura rupestre y pirámide.

Con su sucesor Uahanj-Intef II, el sur, según nos narra la biografía de Hetepi procedente de EL-Kab y la tabla de Karnak (DXVIII), se unió bajo su liderazgo y proclamándole rey del Alto y Bajo Egipto, fundando la Dinastía XI.
La  monarquía Heracleópolitana de la Dinastía X gobernada por Uahkara-Jety contraatacó destruyendo Abidos y Tinis que se había sublevado. Uahanj-Intef II resultó vencedor independizándose del Bajo Egipto, y controlando el Alto Egipto excepto Assiut.
Las referencias a este conflicto, provienen tanto de las tumbas de Tebas, como las de Deir Rifeh, cerca de Asiut. Durante esta época, Egipto se sumergió en un largo y duro enfrentamiento para alcanzar el poder, entre el gobierno del Norte con MerIkare-Jety, (cuya época coincide probablemente con la narración literaria “Instrucciones a Merikare”). Este rey, tras establecer una política de alianzas y represiones con los pueblos extranjeros inmigrantes, sobre todo tribus beduinas que se instalaban en el Delta y en el Bajo Egipto, acabó por expulsarlos. Allí instala colonos para evitar nuevas penetraciones de nómadas. Dividió el reino en distritos que dependían de Menfis y construyó canales de regadío.
Luchó contra Uahanj-Intef II  y Najtnebtepnefer-Intef III de Tebas. Este último consiguió arrebatarle Assiut. Su sucesor Nebhepetre-Mentuhotep II acabó con Nebkaure-Jety y con la dinastía X Heracleópolitana, aunque no se conocen detalles como ocurrió, sabemos, según textos hallados, que dos de sus funcionarios sirvieron en la propia Heracleópolis. Es decir que hacia el año 2000 a.C.,  Mentuhotep II reunificó el Alto y Bajo Egipto en el año 14 de su reinado, adoptando el nombre de Horus Sematauy ("El que une los Dos Países"). También están descritas durante este periodo expediciones a Nubia y Sinaí y posiblemente escaramuzas en la zona de Siria y Palestina. Con esto finaliza el Primer Periodo intermedio.

Losa de caliza de la tumba de Nihebsedpepy. Primer Periodo Intermedio. Probablemente del Alto Egipto.

Mentuhotep I (también Mentuhotep-aa, es decir, "el Grande") puede haber sido un nomarca tebano y un gobernante independiente del Alto Egipto durante el primer Período Intermedio temprano. Alternativamente, Mentuhotep I puede ser una figura ficticia creada durante la última dinastía Undécima, que se destacó bajo Intef II y Mentuhotep II, desempeñando el papel de un padre fundador.
Mentuhotep fue posiblemente un nomarca egipcio local en Tebas durante el primer período intermedio temprano, ca. 2135 a.C La lista del rey de Karnak que se encuentra en el Salón de Festivales de Thutmose III conserva, en la posición No. 12, el nombre parcial "Men-" en un cartucho real, distinto de los de Mentuhotep II (No. 29) o Mentuhotep III (No. 30). ). Los fragmentos disponibles de la lista de Karnak no parecen representar faraones pasados ​​en ningún orden cronológico, y por lo tanto uno no puede determinar si o cuándo vivió este faraón "Hombres-". Muchos eruditos han argumentado de la lista que un Mentuhotep I, que podría haber sido simplemente un nomarca tebano, recibió póstumamente un título real por sus sucesores; por lo tanto, este personaje conjeturado se denomina convencionalmente como "Mentuhotep I".
El hecho de que ningún monumento contemporáneo pueda atribuirse con seguridad a un rey "Mentuhotep I" ha llevado a algunos egiptólogos a proponer que es un antepasado ficticio y fundador de la undécima dinastía, inventado para ese fin durante la última parte de la dinastía.
En la base de una estatua del santuario de Heqaib en Elefantina, se hace referencia a un Mentuhotep como "Padre de los dioses".  Este título probablemente se refiere a los sucesores inmediatos de Mentuhotep, Intef I e Intef II que reinaron como reyes sobre el Alto Egipto. De este título, muchos egiptólogos argumentaron que este Mentuhotep probablemente fue el padre de Intef I y II,  y también que nunca fue un faraón, ya que este título generalmente se reservaba para los antepasados ​​no reales de los faraones. 
El nombre del trono de Mentuhotep es desconocido; dado que podría no haber sido un rey, o que ningún rey de la Dinastía XI subsecuente hubiera tenido el nombre de un trono hasta Mentuhotep II, es probable que nunca haya tenido uno. Su nombre de Horus, Tepi-a, "El antepasado" ciertamente se le dio póstumamente. 
La esposa de Mentuhotep podría haber sido Neferu I y la estatua de Heqaib puede interpretarse para demostrar que él fue el padre de Intef I y II. La lista del rey Karnak tiene aparentemente un personaje no real (sin cartela), llamado Intef, en la posición no. 13. Esto podría posiblemente referirse a Intef el mayor, hijo de Iku, un nomarca tebano leal a los reyes de Herakleopolitan en el primer período intermedio temprano. Sin embargo, los reyes en los fragmentos restantes no se enumeran en orden cronológico, por lo que esto no es del todo cierto.
Como nomarca tebano, el dominio de Mentuhotep quizás se extendió hacia el sur hasta la primera catarata. Mentuhotep podría hipotéticamente haber formado una alianza con el nomarca de Coptos, que luego llevó a su sucesor Intef I a la guerra con los reyes hertecolopolitas de la décima dinastía que gobiernan el Bajo Egipto y sus poderosos aliados nomarcas en el Medio Egipto, en particular Ankhtifi.

Sehertauy Intef, o Intef I
Hr shrw tAwi
Hr shrw Tawi Hor Sehertawi (Horus, The One Who Makes T he Two Lands Satisfied) Hor Sehertawi (Horus, el que hace Las dos tierras satisfechas)
RPAT Hati-a aA Hri-tp n Smaw ini-it.f (El heredero Noble, El Señor y Gran Cacique del Sur, Intef)


sA-ra ini-it.f
Sa-ra ini-it.f Antef, Son O f Re Hijo de Ra, Intef

Sehertawy Intef Fui un nomarca local en Tebas durante el primer Período Intermedio temprano y el primer miembro de la 11a Dinastía en reclamar un nombre de Horus. Intef reinó de 4 a 16 años c. 2120 a.C o c. 2070 a.C, durante el cual probablemente emprendió la guerra con su vecino del norte, el nomarca coptita Tjauti. Intef fue enterrado en una tumba saff en El-Tarif, hoy conocida como Saff el-Dawaba.
Intef es conocido con certeza por un solo monumento casi contemporáneo: dos bloques inscritos del templo de Montu en Tod, que fueron erigidos durante el reinado de Mentuhotep II. Los bloques representan a Mentuhotep II frente a los nombres de tres de sus antepasados ​​que se identifican por su nombre propio (nombre) y el nombre de Horus. Estos son Intef (I) Sehertawy, Intef (II) Wahankh e Intef (III) Nakht-neb-tep-nefer (aunque en este caso solo se conservan los nombres de Horus Sehertawy y Wahankh).  Este alivio establece la sucesión de reyes de la XI Dinastía.
Serekh de Intef I leyendo "Horus Sehertawy", inscrito póstumamente para él por Mentuhotep II en el Templo de Montu en Tod, ahora en el Museo Egipcio.

No hay monumentos contemporáneos que puedan atribuirse positivamente a Intef I.  Una posible excepción es una breve inscripción descubierta en el desierto occidental: "las tropas de asalto del hijo de Re, Intef". En la publicación original de la inscripción, este rey Intef se identifica con Intef I, aunque Intef II también se ha propuesto como una posibilidad.  La inscripción se encuentra cerca de una inscripción encargada por el nomarca Coptite contemporáneo llamado Tjauti (ver más abajo).
Intef I está probablemente atestiguado en listas posteriores de reyes, pero esto sigue siendo incierto ya que su nombre está perdido o dañado. En la lista del rey de Karnak, un rey Intef aparece junto a "Hombres...", probablemente Mentuhotep I, como parte del nombre de Horus de este último, "el antepasado", todavía es visible. Los pocos restos del nombre Horus de Intef I se ajustan a Sehertawy. El nombre y la duración del reinado de Intef I no se conservan en el Canon de Turín, aunque a partir de un análisis del espacio disponible, es posible que se mencionara a Intef I en lo que ahora es una laguna que afecta a la entrada 5.13. Las duraciones de los reinados de los otros reyes de la XI Dinastía se conservan en el Canon de Turín y suman 127 años. Además, el resumen de reinados de esta dinastía también se conserva en el Canon de Turín y se da como 143 años. Con la fuerza de estos fragmentos mucho más posteriores, los dos reinos perdidos de Mentuhotep I e Intef I se han calculado para sumar hasta 16 años, lo que implica que el reinado de Intef duró menos de 16 años. Por lo tanto, a menudo se informa que la duración del reinado de Intef es de entre 4 y 16 años.  Intef I fue sucedido por su hermano Intef II, quien continuó la guerra con los vecinos del norte del reino tebano.

Sehertawy Intef Fui el primer miembro de su dinastía en asumir un título faraónico con el nombre de Horus de Sehertawy interpretado de diversas maneras como "Creador de paz en las dos tierras" , "El que ha calmado las dos Tierras" y "Pacificador de la dos tierras".  Los padres de Intef pueden posiblemente han sido Mentuhotep I y Neferu I. 
Al tomar un nombre de Horus con ambas coronas, Intef se declaró gobernante de todo Egipto.  Sin embargo, su autoridad fue impugnada por los otros nomarcas de Egipto, entre los que se cuentan los gobernantes de la décima dinastía en Herakleopolis Magna que también reclamaron el título de faraón y su poderoso aliado Ankhtifi, nomarca de Hierakonpolis y un fiel seguidor de la dinastía Herakleopolitan.  En su acceso al trono de Tebas, Intef probablemente gobernó solo el nome Theban (cuarto), pero se conjetura que después de derrotar a Ankhtifi o uno de sus sucesores, Intef adquirió los tres nomos al sur de Tebas, hasta Elefantina., y al norte todos los territorios al sur de la frontera con el nome Coptite. Alternativamente, esto puede haber sido logrado por el antecesor de Intef, Mentuhotep I. Ambas hipótesis siguen siendo conjeturas dada la escasez de registros históricos en este período.
Intef me enredé rápidamente en una guerra con sus vecinos del norte. Un graffito descubierto por el Estudio del Camino del Desierto de Tebas en Gebel Tjauti, al noroeste de Tebas, informa sobre la presencia de "las tropas de asalto del hijo de Ra, Intef". Se ha postulado que esta inscripción se refiere a Intef I cuyos soldados luchaban la Coptite nomarca Tjauti. En apoyo de esta hipótesis, hay una estela gastada cercana erigida por Tjauti que informa sobre la construcción de un camino para permitir que su gente cruce el desierto, que el gobernante de otro nome había sellado [cuando vino para] luchar con mi nome...  Aunque no se menciona explícitamente, Darell Baker y otros egiptólogos sostienen que este gobernante debe ser Intef I o su sucesor Intef II.  En cualquier caso, la derrota posterior de Tjauti finalmente puso a Koptos, Dendera y los tres nomos de Hierakonpolis bajo el control de Tebas, expandiendo el reino de Tebas 250 km hacia el norte con una frontera cerca de Abydos.
El complejo funerario de Intef fue excavado en la ladera de una colina en El-Tarif, en la orilla opuesta del Nilo, en Tebas, y hoy se conoce como Saff el-Dawaba. El sitio de El-Tarif comprende tres tumbas reales monumentales, conocidas como tumbas saff. Las inscripciones encontradas en una tumba indican que perteneció a Wahankh Intef II, el sucesor de Intef I. Por el contrario, el Saff el-Dawaba está desprovisto de inscripciones, pero produjo el primer tipo de cerámica que se encuentra en El-Tarif y, por este motivo, se asigna con mayor frecuencia a Intef I.  El Saff el-Dawaba comprende un gran patio hundido de 300 por 75 metros (984 pies x 246 pies) respaldado por una columnata que conduce a una capilla funeraria excavada en la colina y flanqueada por dos cámaras. La cámara funeraria de Intef I fue excavada debajo de la capilla del depósito de cadáveres.

Intef II
Hr wAH-anx
Hr wah-anx Horus Wahankh (Horus, Enduring O f Life) Horus Wahankh (Horus,
El que refuerza la vida
)
sA-ra ini-it.f aA
Sa-ra ini-it.f aA (The Son Of Re, Intef , T he Great) (Hijo de Ra, Intef, el Grande)

Wahankh Intef II (también Inyotef II y Antef II) fue el tercer gobernante de la Undécima Dinastía de Egipto durante el Primer Período Intermedio. Reinó durante casi cincuenta años desde 2112 a.C hasta 2063 a.C.  Su capital estaba ubicada en Tebas. En su época, Egipto se dividió entre varias dinastías locales. Fue enterrado en una tumba saff en El-Tarif.

Los padres de Intef eran Mentuhotep I y Neferu I, su predecesor Intef pudo haber sido su hermano. Intef fue sucedido por su hijo Intef III.

EL FARAÓN WAHANKH INTEF II (2.112-2.063 A.C.)
Mientras que Mentuhotep I e Intef I, los dos primeros faraones de la Dinastía XI, reinaron durante sólo quince años, el reinado de cincuenta años del hermano y sucesor de Intef I, Wahankh Intef II, destaca como la fase más decisiva en el desarrollo de la nueva monarquía. La más que apreciable cantidad de evidencia arqueológica, epigráfica y artística que ha sobrevivido a su reinado, ha permitido disponer de perspectivas introspectivas que son cruciales para el conocimiento de la realeza tebana.
Intef II reclamó la tradicional realeza dual  la nesu-bit así como el título de “Hijo de Ra”, que hace referencia al dogma de ascendencia divina. No adoptó, sin embargo, el protocolo real completo, con sus cinco “Grandes Nombres”  la llamada "Titularidad real quíntuple"  de la que ya se habló más ampliamente en el Capítulo I de este Proyecto. De hecho, sólo añadió el “Nombre de Horus” Wahankh (“el que sobrelleva la vida”) a su “Nombre de Nacimiento”, Intef, pero no el “Nombre del Trono” que tradicionalmente incorporaría el nombre del Dios-Sol, Ra.
Por desgracia, son pocas las representaciones reales que se conservan, lo que hace imposible decidir si usaba la colección completa de coronas reales, y otras insignias, aunque el nivel de evidencia de que se dispone sugiere que no es probable. Los primitivos faraones tebanos, pues, eran plenamente conscientes del carácter limitado de su mando.
Fiel a sus orígenes sociales entre los magnates de provincia, Intef II hizo confeccionar una estela biográfica que se alzaba en la capilla de entrada a su tumba-saff en el-Tarif. Este monumento, que nos muestra una representación del faraón acompañado de sus perros favoritos, resume en retrospectiva los logros de su reinado; y las declaraciones que aparecen en el texto, las confirman ampliamente las inscripciones de sus seguidores.
Como ya se ha dicho antes, hay buenas razones para creer que el último nomarca tebano no perteneciente a la realeza, aún gozaba de poder en una gran parte del sur del Alto Egipto. Sin embargo, fue Intef II quien dio el empujón decisivo hacia el norte. Capturó el nome de Abydos que, desde tiempos del Imperio Antiguo había sido el centro administrativo más importante del Alto Egipto, y lanzó su ataque aún más lejos, hasta el territorio del 10º nome del Alto Egipto. Esto constituyó un acto de abierta hostilidad contra los faraones de Heracleópolis, así que, durante varias décadas, la guerra iba a proseguir de forma intermitente en la franja de tierra entre Abydos y Asyut.

LOS HOMBRES DEL FARAÓN
Se conocen alguno de los hombres que sirvieron bajo Intef II. El oficial militar tebano, Djary, por ejemplo, que luchó contra el ejército de Heracleópolis en el nome de Abydene y que se adentró hacia el norte hasta el 10º nome; Hetepy, de Elkab, que se responsabilizó para el faraón de la administración de los tres nomes más meridionales; y el tesorero de Intef, Tjetiy, cuya magnífica estela forma parte ahora de la colección del Museo Británico.
Aunque las inscripciones biográficas de estos hombres tenían por objeto principal elogiar los logros de sus titulares, no existe la menor duda del hombre sobre el que recaía la autoridad final:
“Hatepy dice esto: Yo fui amado por mi señor y elogiado por el señor de estas tierras; y su Majestad hizo feliz a este servidor (Hetepy). Tanto es así, que su Majestad dijo: “No hay nadie que (….) de mi mando como Hetepy!”, y este servidor lo hizo extremadamente bien, y su Majestad elogió a su servidor por ello. Y sus nobles dijeron: “¡Que esta cara te enaltezca!”
Sin duda es extremadamente significativo que ya no hubiese “nomarcas” en los territorios controlados por los dirigentes tebanos, y que a ninguno de los funcionarios que realizaban misiones importantes para estos faraones se les diese la oportunidad de establecerse como gobernante local y mediador entre los intereses de sus dominios y las exigencias del faraón.
El recién instalado estado se organizó, no como una red imprecisamente tejida de magnates semiindependientes, que era en lo que se había convertido durante el Imperio Antiguo, sino en un poderoso sistema cuya fiabilidad se basaba en vínculos de lealtad personal y control riguroso.

MONUMENTOS Y ARTE
Además de sus proezas militares, Intef II hace resaltar en su inscripción biográfica que ha construido innumerables templos a los dioses y, de hecho, el fragmento más antiguo de construcción real que aún sobrevive en Karnak es una columna de Wahankh Inter II.
En Elefantina, las excavaciones realizadas en el templo de la diosa Satet, han puesto al descubierto una serie ininterrumpida de etapas de construcción que se remontan al Período Protodinástico. Mientras que los gobernantes del Imperio Antiguo dedicaban sólo unas pocas ofrendas votivas a Satet en Elefantina, Intef II fue el primer faraón en construir capillas tanto para Satet como para Khnum, y en conmemorar su actividad con inscripciones en el marco de las puertas. Su ejemplo fue seguido por todos sus sucesores en la Dinastía XI.
La secuencia de los acontecimientos que tan claramente han revelado las excavaciones de Elefantina, también resultó cierta para muchos otros emplazamientos de templos. De hecho, quitando algunas pocas excepciones muy específicas, la actividad real en construcción en los templos de provincia del Alto Egipto sólo está testimoniada a partir de la Dinastía XI en adelante.
Así pues, se puede decir que, Intef II, habría inaugurado una nueva política de actividad y de presencia real en los santuarios, por todo el país; política que iba a continuar, incluso a mayor escala, Senusret I, y muchos otros faraones.
Los monumentos privados y reales de la época de Intef II también incluyen espléndidos ejemplos del arte tebano de la Dinastía XI. Algunos de los monumentos menores, como la estela de Djary, todavía muestran el severo estilo artístico del Primer Período Intermedio, en el Alto Egipto, mientras que los talleres reales empezaban ya a producir trabajos bellamente equilibrados que se caracterizaban por su modelado redondeado que, con frecuencia, producían un efecto estético especial, debido al contraste entre zonas grandes y lisas, y zonas llenas de detalles, finamente tallados, tales como faldas de elaborado plisado, o intrincados diseños de peinado. En estos trabajos, se aprecia, claramente, un visible deseo de crear un medio adecuado a las aspiraciones de la nueva Dinastía.

Y si nos concentramos en los desarrollos acaecidos al sur del Alto Egipto, es posible encontrar rastros del surgir de una nueva estructura política que llevaría, en secuencia ininterrumpida, a la eventual formación del estado del Imperio Medio. Este proceso, que iba a tener enormes efectos en el futuro de Egipto, debería, quizás, considerarse como el fenómeno más importante en la historia del Primer Período Intermedio.
No deberíamos olvidar, sin embargo, que el reino de Tebas ocupaba sólo una pequeña, remota y relativamente poco importante parte del total de Egipto. Los períodos de guerra y conflicto que se vislumbran de tan alarmante lectura de una narrativa biográfica, no hay duda de que se trataban de episodios de corta duración y muy localizados. En la mayoría de los casos, durante la mayoría del tiempo, y para la mayoría del pueblo, el Primer Período Intermedio habría sido, más bien, una experiencia menos estremecedora.
Durante el Primer Período Intermedio, la mayoría del país estuvo en manos de los sucesores de la antigua dinastía menfita en Heracleópolis. Así pues, para alcanzar un juicio equilibrado y objetivo del período, es crucial concentrarse en la situación del dominio real de Heracleópolis tanto como en el del sur.

Funcionarios
Conocemos el nombre y las actividades de algunos de los funcionarios que sirvieron con Intef II:

Tjetjy era el tesorero jefe y chambelán del rey Intef II y Intef III. Una estela de su  tumba estela, ahora en el Museo Británico , muestra que Intef II reclamó el trono dual de Egipto, pero también reconoce la extensión limitada de su gobierno "El Wahankh horus, rey del Alto y Bajo Egipto, hijo de Ra, Intef, nacido de Nefru, el que vive eternamente como Re, [...] esta tierra estaba bajo su gobierno hacia el sur hasta Yebu y llegar al mayor hasta el norte de Abydos".  Tjetjy luego describe su carrera en la típica forma de auto-laudatoria de la elite egipcia. Más importante aún, el texto demuestra el poder incontestable del rey en el reino de la dinastía tebana 11 "Yo era una de las favoritas de confianza de mi señor, un funcionario de gran corazón y la tranquilidad de los estribos en el palacio de su señor [...] . Soy de los que amaba y odiaba el mal bueno, uno que era muy querido en el palacio de su señor, el que realiza todos los deberes de la obediencia a la voluntad de su señor. Efectivamente, como para cualquier tarea que me había mandado a realizar [. ..], lo realizan justamente y justamente Nunca me desobedecer las órdenes que me dieron;.. Nunca hice sustituir una cosa por otra [...] Por otra parte, en cuanto a la responsabilidad de todos en el palacio real que la majestad de mi Señor confió a mí, y por la que me llevó a realizar alguna tarea, lo hice por él de acuerdo con todo lo que su Ka deseado ".


Estela de caliza de Tjetji, Tesorero de Inyotef II y III. Tebas (c.2.070 A.C.) Durante el Primer Período Intermedio, en muchos yacimientos de todo Egipto, se fabricó un gran número de estelas, particularmente en Tebas. Sus textos son de gran importancia para historiadores, ya que ayudan a documentar el progreso de los gobernantes tebanos en sus campañas para dominar el Alto y el Bajo Egipto. La estela de Tjetji es una de las mayores y mejor talladas de dichos textos. Aunque en una sóla pieza, se muestran aquí detalles separados de sus partes superior e inferior para facilitar su estudio. El texto vertical es una oración para ofrendas. El texto superior, en registros horizontales, es una inscripción autobiográfica. Este género literario consiste en un relato idealizado del carácter y carrera del funcionario, no necesariamente fiable como evidencia histórica.
Djary era un oficial del ejército que combatió a las fuerzas Herakleopolitan en el nome Abidos durante ejércitos Intef II hacia el norte empujar. Su estela relata la lucha por el control sobre el Egipto Medio "luchó Intef la casa de Khety al norte de Tinis".
Hetepy un funcionario de Elkab que administró los tres nomos meridionales del reino Intef II. Esto significa que no hubo nomarcas en territorios tebanos  controlados. Al igual que en el caso de Tjetjy, la referencia constante al rey en la estela de Hetepy demuestra la organización centralizada del gobierno del reino de Tebas y el poder del rey, a quien todo se debía: "Yo era amado de mi Señor y elogiado por el señor de esta tierra y de su majestad verdaderamente hizo que este siervo feliz su majestad dijo: "No hay nadie que [...] de (mi) buen dominio, pero Hetepy! ', y este funcionario lo hizo muy bien , y su majestad elogió este siervo a causa de ella ". Por último, estela Hetepy menciona una hambruna que se produjo durante el reinado de Intef II.
En su estela funeraria Intef destaca sus actividades de creación de monumentos. Es significativo que el primer fragmento superviviente de la construcción real de Karnak es una columna octogonal con el nombre Intef II. Intef II es también la primera regla para construir capillas para Satet y Khnum en la isla de Elefantina.  De hecho, Intef II comenzó una tradición fomantando actividades reales en los templos provinciales del Alto Egipto que iba a durar todo el Reino Medio.
Estela de la metmuseum. Su sitio ofrece la siguiente descripción:

"Horus Wah-ankh Intef II fue el tercer rey de la dinastía 11, una época en que Egipto no estaba unificado bajo un solo gobernante. Hijo de un nomarca (gobernador) de Tebas, Intef II participado en numerosas batallas con los jefes rivales de Heracleópolis y eventualmente asegurado el control sobre el sur de Egipto, desde Abidos hasta Asuán. Esto sentó las bases para la reunificación del país bajo el reinado de Mentuhotep II.
Esta estela fue probablemente uno de una serie de pequeños estela creada en el patio de su tumba en Tebas. El rey se presenta un cuenco de cerveza y una jarra de leche al dios Ra y Hathor diosa y se muestra en la postura de un portador de ofrenda. Él está usando una falda plisada minuciosamente, pesado cuello amplio y elaborada peluca rizada. La figura está bien tallada en relieve muy alto y casi da la impresión de una estatua. El texto de la estela incluye una solicitud a Re para protección durante la noche y un himno de alabanza a Hathor, así como una oración por las ofrendas mortuorias".

Intef III Nakhtnebtepnefer
Hr nxt nb-tp-nfr Horus Nekhetnebtepnefer (Horus, The Victorious One, Lord O f T he Good Beginning)
NXT Hr nb-tp-NFR Horus Nekhetnebtepnefer (Horus, el victorioso, Señor Del Buen Comienzo)
nb-tp-nfr Horus Nebtepnefer (Horus, Lord O f T he Good Beginning)
nb-tp-NFR Horus Nebtepnefer (Horus, Señor Del Buen Comienzo)
sA-ra ini-iti.f Intef , Son O f Re
Sa-ra ini-iti.f Intef, Hijo O f Ra

Intef III fue el tercer faraón de la Undécima Dinastía de Egipto durante el primer Período Intermedio tardío en el siglo XXI a.C, en un momento en que Egipto estaba dividido en dos reinos. El hijo de su predecesor Intef II y el padre de su sucesor Mentuhotep II,  Intef III reinó durante 8 años en el Alto Egipto y extendió su dominio Norte contra el estado de la Décima Dinastía, tal vez tan al norte como el 17 nome. Él emprendió alguna actividad de construcción en Elefantina.  Intef III está enterrado en una gran tumba saff en El-Tarif conocido como Saff el-Barqa. 
Intef III era el hijo de su predecesor Intef II. Esto lo indica la estela de Tjeti, tesorero en jefe durante los reinados de Intef II e Intef III. La estela de Tjeti menciona la muerte de Intef II y continúa describiendo cómo Tjeti sirvió al hijo de Intef II que accedió al trono tras la muerte de su padre:
Luego, cuando su hijo asumió su lugar, Horus, Nakht-neb-Tepnefer, Rey del Alto y Bajo Egipto, Hijo de Re, Intef, creador de belleza, viviendo como Re, para siempre, lo seguí a todos sus buenos asientos de placer. .
Intef III posiblemente se casó con su hermana Iah, descrita como la madre de un rey (Mwt-nswt), la hija del rey (S3t-nswt) y la sacerdotisa de Hathor (Hmt-nTr-hwt-Hr).  Esto indica que el sucesor de Intef III, Mentuhotep II, fue su hijo. Esto se confirma aún más por la estela de Henenu (Cairo 36346), un funcionario que sirvió bajo Intef II, Intef III y su "hijo", que la estela identifica como Horus Sankhibtawy (S-ankh- [ib-t3wy]),  Primer nombre de Horus de Mentuhotep II . Otra pieza de evidencia para esta paternidad es un alivio en el Gebel el-Silsileh en el Wadi Shatt er-Rigal, conocido como el petroglifo de Silsileh, que representa a Mentuhotep II rodeado de Iah e Intef III.
Además, la esposa real de Mentuhotep II, Neferu II, llevaba el título de hija del rey, y una inscripción en su tumba nombra a su madre como Iah.  Esto establece que ella era la hija de Intef III y la hermana de Mentuhotep II. 

Reinado 
El padre y predecesor de Intef III reinó durante 49 años e Intef III podría haber accedido al trono de un hombre de mediana edad  o incluso de edad avanzada.  Aunque el nombre de Intef III se pierde en una laguna del canon de Turín, una lista de reyes compilada en el período Ramessida temprano, su longitud de reinado todavía se puede leer en la columna 5, fila 15,  y se da como 8 años. 
La posición cronológica relativa de Intef III como el sucesor de Intef II y predecesora de Mentuhotep II está asegurada por su familia establecida para estos dos reyes, así como el canon de Turín y dos cuadras del templo de Montu en Tod.  Estos bloques muestran la sucesión de reyes de Intef I a Mentuhotep II y aunque el nombre de Horus de Intef III está dañado, su posición es segura.  La datación absoluta del reinado de Intef III es menos cierta y se han propuesto varias fechas: 2069–2061 a.C,  2063–2055 a.C y 2016–2009 a.C. 
Intef III sobre el petroglifo de Silsileh.

Intef III heredó un dominio grande y relativamente pacífico en el Alto Egipto.  Durante sus 8 años de reinado, Intef estuvo militarmente activo.  Defendió con éxito el territorio que su padre Intef II había ganado, como lo atestigua la tumba de un funcionario de la época, Nakhty, ubicado en Abydos y en el que se descubrió una jamba de la puerta con los nombres de Intef III.  También conquistó territorios al norte de Abydos, en particular Asyut y extendió su dominio tal vez hasta el decimoséptimo nombre del Alto Egipto, por lo que "impuso el control de su familia sobre la mayor parte del Alto Egipto". Alternativamente, esto podría haber sido logrado por su hijo Mentuhotep II, al principio de su reinado.
Una jamba de la puerta con el nombre de Intef III fue descubierta en Elefantina en el santuario de Hekayeb, un nomarca deificado de la 6ta dinastía, lo que demuestra que debe haber ordenado trabajar allí.  Otra jamba de la puerta fue descubierta en el templo de Satet, también en Elefantina, que atestigua la actividad de construcción en el sitio. 

Tumba 
La necrópolis de los reyes de la XI Dinastía está ubicada en El-Tarif, en la orilla opuesta del Nilo desde Tebas. Allí se encuentran varias tumbas de dimensiones imponentes pero, hasta las excavaciones del Instituto Arqueológico Alemán bajo la dirección de Dieter Arnold desde 1970 hasta 1974, no estaba claro a quién pertenecían algunas de estas tumbas. 
Aunque no se pudieron encontrar inscripciones en las tumbas (excepto la de Intef II) para confirmar su titularidad, sus posiciones, junto con la sucesión cronológica de los gobernantes de la XI Dinastía 11, mucho más tarde acreditada, llevaron a la atribución de la tumba conocida hoy como Saff el-Baqar a Intef III. La tumba se asemeja a la de su predecesor Intef II y consiste en un patio de 75 m (246 pies) de ancho y 85–90 m (279–295 pies) en un eje noroeste-sureste que mira hacia un canal. El patio está rodeado, por todos lados, pero al este, por muchas cámaras excavadas en la roca.  El patio conduce a una gran fachada de doble pilar con un total de 48 columnas detrás de la cual se ubican muchas más cámaras.
A pesar del estado ruinoso de la tumba, las excavaciones de la década de 1970 demostraron que sus paredes debían haber sido forradas con arenisca y adornadas con decoraciones.  Hoy en día, la tumba se encuentra debajo de las construcciones de un pueblo.

Esposas:

Iah
Ella era una hermana-esposa de Inyotef III y madre de Mentuhotep II y II Neferu. Ella era representada con su hijo real en una estela. Títulos: Madre del Rey (MWT-niswt), hija del Rey (s3t-niswt), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)

Henite? Posiblemente una mujer de Intef III. Nombre que se da en algunos sitios web, pero no he sido capaz de encontrar una fuente textual.

Hijo:
Mentuhotep II

La hija:
Neferu II. Después se casaría con su hermano Mentuhotep II
Un documento importante de este período es la estela de Theti, el tesorero jefe de Intef II y III. Tjeti registra la muerte de Intef Wahankh y específicamente menciona que su hijo reinó después de él, y que le sirvió Tjeti también.
"Entonces, cuando su hijo asumió su lugar, (incluso) Horus, Nakht-neb-Tepnefer, Rey del Alto y el Bajo Egipto, Hijo de Ra, Intef, modelador de belleza, viviendo como Re, eternamente, lo seguí a toda su buenos asientos de placer ".

Los funcionarios de este período de tiempo
Magegi, llamado Amenemhet Un funcionario nombrado en una estela de Tjeti y en un fragmento de un marco de la puerta de un Nakhty.

Henwen: Diario Oficial de la época de Wahankh. Menciona que sirve Wahankh por un largo tiempo.

Kawer Intef: Diario Oficial de la época de Wahankh. Menciona están realizando una "elegida" por el Señor Wahankh horus.

Tjeti: Tesorero General. Tjeti servido muchos años bajo Wahankh y sobrevivió hasta el reinado de Títulos Intef III Nakhtnebtepnefer Tjeti de:. "Su sirviente real y favorito, que tiene un asiento de avanzada en la casa de su señor, gran oficial y favorito, conociendo los asuntos privados de su señor; después de él en todos sus pasos, [gran] corazón [...] en verdad, la cabeza de los grandes del palacio, a cargo de la junta en la oficina al tanto, aquel a quien su señor más fiable que los grandes, que se deleitaba el corazón de Horus (el rey), con lo que deseaba, el favorito de su señor, su tesorero amado jefe, a cargo de la letrina oficina que su ser querido señor, jefe, tesorero, primero bajo el rey, el venerado".



Mentuhotep II Nebhepetre
Antes de la guerra contra el Heracleópolis
Hr sanx-ib-tAwi Horus Sanhibtawi (Horus, W ho Feeds The Heart O f T he Two Lands ; Horus, Who Allows the Heart O f T he Two Lands T o Live)
Hr sanx-ib-Tawi Horus Sanhibtawi (El que vivifica el corazón las Dos Tierras (Egipto))
sA-ra mnTw-Htp(w) The Son O f Re Mentuhotep (Montu I s Satisfied)
Sa-ra mnTw-HTP (w) El Hijo O f Re Mentuhotep (Montu está satisfecho)
after victorious war Después de la guerra victoriosa
H r nTri-HDt
H r NTRI-HDT Horus Neterihedjet (Horus, the God of the White Crown) Horus Neterihedjet (Horus, el Dios de la Corona Blanca)
nb-HApt-ra sA-ra mnTw-Htp(w) Nebhepetre (Lord O f T he Rudder I s Re), The Son O f Re Mentuhotep
nb-HAPT-ra sa-ra mnTw-HTP (w) Nebhepetre (El Hijo de Ra Mentuhotep
sA-ra mnTw-Htp(w)
Sa-ra mnTw-HTP (w) The Son O f Re, Mentuhotep El Hijo de Re
a, Mentuhotep
nb-HApt-ra
nb-HAPT-ra Nebhepetre (Lord O f T he Rudder I s Re) Nebhepetre (El Señor timonel es Ra)
sA-HtHr-nb(t)-iwnt mnT(w)-Htp(w) The Son O f Hathor, T he Lady O f Dendara, Mentuhotep .
Sa-HtHr-nb (t) -iwnt MNT (w) -Htp (w) El Hijo de Hathor, E l Señora de Dendara, Mentuhotep.
after the unification Después de la unificación
Hr smA-tAwi Horus Sematawi (Horus, Who H as United T he Two Lands)
Hr SMA-Tawi Horus Sematawi (Horus, El que unifica las Dos Tierras)
nbHApt-ra
nbHApt-ra Nebhepetre (Lord O f T he Rudder I s Re) Nebhepetre (Ra Señor timonel)
mnTw-Htp(w)
mnTw-HTP (w) Mentuhotep (Montu I s Satisfied) Mentuhotep (Montu está Satisfecho)

Nebhepetra Mentuhotep, o Mentuhotep II, fue el quinto faraón de la dinastía XI de Egipto; gobernó unos cincuenta años, aproximadamente entre el 2046 y el 1995 a. C. (según Von Beckerath) y es considerado por los historiadores el fundador del Imperio Medio de Egipto.

Sucedió a su padre, Intef III. Su nombre de nacimiento era Mentuhotep que significa ‘Montu está satisfecho’. Fue coronado como Nebhepetra (‘señor timonel de Ra’), aunque durante su mandato cambió en tres ocasiones de titulatura.
Mentuhotep II tuvo muchas mujeres que fueron enterrados con él en o cerca de su templo mortuorio:

Esposas:
Neferu II, hija de Intef III y Iah, hermana y esposa de Mentuhotep II. Ella era la esposa real de Mentuhotep II. Tenía su propia tumba excavada en la roca la TT319 en Deir-el-Bahari. Títulos: Princesa Hereditaria (iryt-p `t), La que ve a Horus y Seth (m33t-hrw-stsh), La dama de la casa (NBT-pr ), esposa del Rey (HMT-nisw), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f) Señora de todas las mujeres (hnwt-HMWT-nbwt), hija del Rey (s3t-niswt), KD, su amada (s3t- niswt-meryt.f), Eldest KD de su cuerpo (s3t-niswt-SMST-nt-kht.f), Hijo Adoptivo de Wadjet (sdjtit-w3djt).

Tem, Madre de Mentuhotep III. Enterrada en la tumba de DBXI.15 en el templo mortuorio de su esposo. Su tumba es una de los mayores tumbas femeninas. El sarcófago en la cámara funeraria estaba hecho de alabastro y piedra arenisca. Títulos: Esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), Madre de la Doble King (MWT-niswt-biti), Madre del Rey (MWT-niswt), Grande de la hetes-cetro (wrt-HETE).
Henhenet. Enterrada en la tumba de DBXI.15 en el templo mortuorio de su esposo. Murió en el parto. Títulos: Ornamento Real (khkrt-niswt), Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Ashayet enterrada en la tumba de DBXI.17 en el templo mortuorio de su esposo.
Su sarcófago y la momia están en el museo de El Cairo. Títulos: Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr), sacerdotisa de Hathor, grande en sus almas , sobre todo en sus lugares (HMT-ntr-HWT-hr-wrt-m-[k3w]. s-khntit-m-swt.s), sacerdotisa de Hathor, señora de Dendera, grande en sus almas, sobre todo en sus lugares (HMT-ntr-HWT-hr-NBT-iwnt-WRT-m-k3w.s-khntit-m-swt.s)
Sarcófago de la princesa Ashayt; Las princesas de la corte de Mentuhoptep II fueron enterradas en sarcófagos de piedra caliza elegantes cerca del templo del faraón en Deir el-Bahari. Las escenas están enmarcadas por los textos jeroglíficos que detallan los productos que se ofrecen a las damas y les desean bienestar eterno. Inscripciones cortas de cada estado la figura de las palabras dichas por los sirvientes de las nobles damas de la corte. Con sede en el Museo Metropolitano.

Kawit enterrada en la tumba de DBXI.9 en el templo mortuorio de su esposo. Ella era una compañera real de Mentuhotep II II.
Títulos: Ornamento Real (khkrt-niswt), Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Panel tallado de la tumba de la reina Kawit, consorte de rey Mentuhotep II Dinastía II. En la imagen, un sirviente le ofrece una taza de algo para empezar su día mientras se somete al acicalado de toilette. Ubicado en el Museo Egipcio, Room 48

Kemsit. Enterrada en TT308. Título dado como "único adorno del rey" (Porter y Moss) Ella era una compañera real de Mentuhotep II. Fue enterrada en el complejo funerario de los reyes. Royal Ornament (khkrt-niswt), Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr).

Otras representaciones de Kemsit (y algunas de los favoritas Reales) la muestran con piel de color negro. Se ha argumentado que la representación ocasional de la  piel negra en estas mujeres es puramente simbólico, teniendo importancia funeraria porque el negro era el color de la fertilidad y el renacimiento. Eso es posible, pero también es muy posible que Kemsit y algunas de las otras mujeres enterradas en estas capillas fueran Nubias por nacimiento o ascendencia.

Tebas está bastante lejos hacia el sur, relativamente cerca de la antigua Nubia, y sabemos que había una gran cantidad de idas y venidas, y una cierta cantidad de matrimonios mixtos entre los pueblos del sur de Egipto y Nubia".
Sadhe. Ella era una mujer menor de Mentuhotep II. Títulos: Sole Ornamento Real (khkrt-niswt-w'tit), esposa del Rey, su amada (HMT-nisw meryt.f), sacerdotisa de Hathor (HMT-ntr-HWT-hr)
Amunet   Enterrada en el recinto del templo del templo de Deir el-Bahari.
Ment: Señora reina mencionada en las vendas de Amunet
Ten-net: Señora real mencionada en vendas de Amunet
Como: Una concubina mencionada en las inscripciones del templo de Deir el-Bahari
Ashayet, Henhenet, Sadhe, Kawit y Kemsit eran profetisas de Hathor.

La reunificación de Egipto
En el año 14 de su reinado, se produjo una sublevación en el norte. Este levantamiento es más probablemente relacionado con el conflicto en curso entre Mentuhotep II con sede en Tebas y el rival de la décima dinastía de Heracleópolis que amenazó con invadir el Alto Egipto. El año 14 del reinado de Mentuhotep se llama igual Año del delito de Tinis. Esto sin duda se refiere a la conquista de la región por los reyes Tinitas Herakleopolitan que al parecer saquearon la sagrada antigua necrópolis real de Abidos en el proceso.
Mentuhotep II posteriormente envió a sus ejércitos hacia el norte. La famosa tumba de los guerreros en Deir el-Bahari descubierta en la década de 1920, contenía los envueltos en lino, organismos de 60 soldados muertos en batalla, en su mortaja el cartucho de  Mentuhotep II. Debido a su proximidad a las tumbas tebanas reales, la tumba de los guerreros se cree que es la de los héroes que murieron durante el conflicto entre Mentuhotep II y sus enemigos del norte.
Merykara, el gobernador del Bajo Egipto puede haber muerto durante el conflicto, que debilitó aún más su reino y le dio la oportunidad a Mentuhotep de reunificar Egipto. La fecha exacta en que se logró la reunificación no se conoce, pero se supone que ocurrió poco antes del año 39 de su reinado.  De hecho, la evidencia muestra que el proceso llevó tiempo, tal vez debido a la inseguridad general del país en ese tiempo: los plebeyos donde fueron enterrados con armas, las estelas funerarias de los funcionarios mostrarles la celebración de las armas en lugar de la regalía habitual y cuando el sucesor de Mentuhotep II, envió una expedición a Punt unos 20 años después de la reunificación, todavía tenía que limpiar el Wadi Hammamat de los rebeldes.
Después de la reunificación, Mentuhotep II fue considerado por sus súbditos como divino. Este sigue siendo el caso a finales de la dinastía 12 alrededor de 200 años después: Sesostris III y Amenemhat III erigieron estelas para conmemorar las ceremonias de apertura de la boca practicadas en las estatuas Mentuhotep II.
Mentuhotep II lanzado campañas militares bajo el mando de su visir Khety en el sur en Nubia en sus años 29 y 31 del reinado, que había ganado su independencia durante el Primer Período Intermedio .
En particular, Mentuhotep tenía una guarnición de tropas en la fortaleza de la isla de Elefantina que podían rápidamente desplegarse hacia el sur. También hay evidencia de acciones militares contra Canaán. El rey reorganizó el país y coloca un visir al frente de la administración. Los visires de su reinado fueron Bebi y Dagi. Su tesorero era Khety que estuvo involucrado en la organización del festival Sed del rey. Otros funcionarios importantes fueron el tesorero Meketre y el capataz de selladores Meru. Su general era Intef.
A lo largo del primer período intermedio y hasta el reinado de Mentuhotep II, los nomarcas tenían importantes competencias sobre Egipto. Su cargo se había convertido en hereditario durante la Sexta Dinastía de Egipto y la caída del poder central les aseguró la libertad absoluta de sus tierras. Después de la unificación de Egipto, sin embargo, Mentuhotep II inició una fuerte política de centralización, lo que refuerza su autoridad real mediante la creación de los cargos de Gobernador del Alto Egipto y el gobernador del Bajo Egipto que tenían poder sobre las nomarcas locales.
Mentuhotep se basó también en una fuerza móvil de reales oficiales de la corte que aún controlaban las obras de los nomarcas. Por último, los nomarcas que apoyaron la décima dinastía, como el gobernador de Asyut, sin duda perdieron su poder en beneficio del rey. Por el momento, Mentuhotep II comenzó un amplio programa de auto-deificación haciendo hincapié en la naturaleza divina del gobernante.
Titulatura tercera de Mentuhotep en su templo de Montu en Tod.

Mentuhotep II cambió su titulatura dos veces durante su reinado: la primera vez en su 14 año de reinado, marcando los éxitos iniciales de su campaña en contra de Heracleópolis Magna, al norte. La segunda vez antes de su 39 año de reinado, que marca el éxito final de la campaña, y su reunificación de todo Egipto. Más precisamente, este segundo cambio puede haber tenido lugar con motivo de la fiesta sed celebrada durante su año 39 en el trono

Monumentos
Mentuhotep II ordenó la construcción de muchos templos aunque pocos sobreviven hasta nuestros días. La mayoría de ellos están situados en el Alto Egipto, más precisamente en Abydos, Aswan, Tod, Armant, Gebelein, Elkab, Karnak y Dendera.
De este modo, Mentuhotep siguió una tradición iniciada por su abuelo Intef II: La construcción de los templos provinciales del Alto Egipto comenzó bajo Intef II y se extendió por todo el Imperio Medio.
En Deir el-Bahari: Nebhepetre Montuhotep erigió un templo aquí, que más tarde serviría de inspiración para el famoso templo de Hatshepsut.
Había unas 22 tumbas en el templo. Una tumba pertenecía a Si-Iah, hijo de Renoker. Otro pozo pertenecía al tesorero de Mentuhotep, llamado Bewau. Un príncipe llamado Intef fue enterrado en las afueras del tribunal del norte.

Varias mujeres fueron enterradas en el templo también. Incluyen Amunet favorita del rey, cuyo cuerpo estaba tatuado. En sus vendajes no sólo se menciona el rey Mentuhotep, sino también a su hija y sus damas  Ideh, Ment, Ten-net y Tem.
Amunet y otra concubina llamada Como se muestran en los relieves de los templos.
Otro miembro de la familia real fue enterrado en los acantilados del norte: la princesa, la hija mayor del rey, de su cuerpo, Neferu la esposa del rey, nacido de Iah.
Escena del templo de Mentuhotep (del metmuseum). Su descripción de esta escena:

"Durante su reinado, se construyó un complejo funerario innovador que incluye un templo en terrazas con pórticos establecidas contra los acantilados del desierto de Tebas occidental. El templo fue decorado con escenas realizadas en relieve magníficamente tallada pintada en colores brillantes. En este detalle de un bien- fragmento conservado, el rey aparece con la corona blanca del Alto Egipto, un ancho collar de cuentas azules y verdes, y una barba postiza que concede la correa visible a lo largo de su mandíbula. Esta no es la barba recta del rey vivo pero en curva barba divina que indica que se ha unido a las filas de los dioses. Mentuhotep El nombre ("Montu [un dios local de Tebas] está satisfecho") se incluye en el cartucho de forma ovalada, frente a su rostro, y su nombre de Horus, Sematawy ("Unificador de las Dos Tierras [Alto y el Bajo Egipto]"), se ve en la parte superior del dispositivo rectangular conocida como serekh, junto a la cartela. "

El complejo mortuorio de Nebhepetre Mentuhotep (II) en Deir el-Bahari
La construcción del templo mortuorio de Mentuhotep II recoge las transformaciones ideológicas y religiosas asociadas al papel del monarca como dirigente político y super individuo en su rol de carácter sagrado. La elección de Deir el-Bahari como lugar de construcción del complejo mortuorio de este rey terminó con la tradición dinástica de enterrarse en tumbas de tipo saff en la zona de El-Tarif mantenida por los reyes anteriores, Sejertauy Intef (I), Wajanj Intef (II), y Najetnebtepnefer Intef (III)[6]. Esta decisión, además, suponía una variación de la topografía simbólica religiosa de Tebas, con el nuevo templo mortuorio construido a los pies de la montaña tebana en Deir el-Bahari -zona denominada dyeseret en el Reino Nuevo  y asociado al complejo de Amón-Re de Karnak, que se encontraba justo enfrente en la ribera este.

La posición del complejo mortuorio de Mentuhotep II con respecto a estos dos elementos fundamentales en la zona, la montaña occidental de Tebas y el templo de Amón-Re de Karnak, refleja una nueva concepción del rey y de las creencias funerarias y mortuorias[7]. De este modo, la figura de Mentuhotep II se identifica primordialmente con la de Amón-Re, el principal dios de Tebas y del país unificado, al que se le dedica la capilla interior del complejo mortuorio del rey. La más que probable presencia del dios en forma de estatua, y las imágenes del mismo con Mentuhotep II en la capilla interior o sancta santorum permiten suponer que la veneración oficial al rey difunto era identificada con la de Amón-Re[8]. A su vez, este dios recibía culto en tanto que dios patrón de la dinastía y de la realeza, reflejo del poder tebano en Egipto puesto en manos de Mentuhotep II para alcanzar la unificación e reinstalar el orden universal (Maat) en el país. Precisamente uno de los fragmentos de relieve de la capilla evidencian esta relación del rey y el dios tebano: “él (=el rey) ha construido [esto] para su padre Amón-Re” (ir.n=f n it(i)=f Imn-Ra).

La historia del descubrimiento del complejo se inicia con los trabajos de la Egypt Exploration Fund dirigidos por Eduard Naville entre 1893 y 1903 en el área del templo de Hatshepsut (véase figura superior izquierda). El hallazgo en la zona de un bloque con el nombre de Mentuhotep y su porterior estudio por parte de A. Mariette incitó a Naville a iniciar en 1903 los primeros trabajos de prospección y excavación en los túmulos de arena al sur del complejo de Hatshepsut, localizando el complejo mortuorio de este rey de la dinastía XI. Posteriormente, la expedición del New York Metropolitan Museum of Art, dirigida por H.E. Winlock, continuaría desde 1911 con la excavación no sólo del complejo sino de tumbas privadas fechadas en el mismo período que fueron descubiertas en los siguientes dos años (e.g. las tumbas de Meketre y Uaj). Es destacable que en las publicaciones de las excavaciones y resultados de las campañas en Deir el-Bahari, Naville y Winlock se refirieran al culto tan particular que Mentuhotep II recibió en su complejo. El primero incluyó en su publicación de las excavaciones un capítulo dedicado expresamente a la veneración de este rey como dios[9]. El segundo se concentró en la significación del papel fundador del monarca para la historia del Reino Medio, y en la veneración a su figura. Después de estos dos egiptólogos, sería D. Arnold quien estudiaría en los años 70 el complejo[10].
Reconstrucción del Templo de Mentouhotep II propuesta por Édouard Naville. Hoy se sabe que no pudo terminar en pirámide pues habría colapsado. En realidad sería una pirámide truncada.

El complejo (véase el plano de la figura abajo) es un monumento que representa en cierta medida la influencia de corte menfita y tradicional que procede del norte sobre el estilo provincial tebano. La calzada (de unos 950 m. de longitud) conecta un templo de acogida -del que no se tienen muchos datos por no haber sido excavado- con el templo mortuorio, que se presenta al visitante mediante un patio abierto (patio este) delimitado por un pórtico doble con una rampa ascendente. En este patio, donde se plantaron varias hileras de árboles, Carter halló la denominada “tumba de Bab el-Hosan”, posiblemente un cenotafio donde se depositaron una estatua real y un sarcófago, además de algunos recipientes para ofrendas y tres maquetas de barcas.

Desde el patio se asciende a través de la rampa a la terraza superior, que cubría una superficie con un muro deambulatorio en cuyo lado este se prepararon los sepulcros y capillas mortuorias de seis mujeres –algunas de ellas muy jóvenes- cuya asociación con el culto a la diosa Hathor (diosa protectora asociada al monarca) y titulaturas podrían explicar su presencia aquí[11]. Un pequeño patio descubierto con peristilo (patio oeste) conectaba esta terraza –de la que se ha debatido con intensidad (véase figura superior derecha) si estaba cubierta por una estructura piramidal, rectangular, o por una colina como elemento primigenio[12]- con la parte reservada del templo, que consistía en una sala hipóstila con una pequeña capilla central de culto (sancta santorum) construida en la parte trasera de la sala, contra el muro occidental de la misma, y en la que se encontraría una estatua de Amón-Re o de Mentuhotep II situada en un rellano o nicho excavado en la roca de la montaña. La verdadera tumba del rey estaba situada en el patio descubierto, con una galería subterránea -denominada “dromos 14”- que pasaba bajo la sala hipóstila y se adentraba bajo la montaña tebana. Este cambio en la localización de la morada última de un monarca, ahora bajo la ladera montañosa, tendrá una influencia evidente en los hábitos mortuorios de los reyes del Reino Medio, que volverán a enterrarse bajo estructuras que representan la colina primordial primera (e.g. Amenemhet I en El-Lisht) o buscarán el recogimiento último en estructuras construidas bajo relieves o escarpes geográficos en forma piramidal (e.g. Senuseret III en Abidos).
En este sentido, el monumento mortuorio de Mentuhotep II debe ser considerado un precedente importante en la historia del desarrollo de este tipo de complejos en el Reino Nuevo. Algunas menciones a este templo se refieren al mismo como “la hacienda del Ka de Nebhepetre” (Hw.t kA Nb-Htp.t-Ra), otorgándole funciones típicas de un Hw.t kA, donde el culto al soberano estaba íntimamente unido al del dios tebano Amón-Re.Además, la disposición innovadora del templo, con patio exterior, terraza con deambulatorio, y sala hipóstila con capilla o santuario, es precursora de los templos mortuorios tebanos del Reino Nuevo (“Mansiones de los Millones de Años”), aunque en éstos la tumba real no se localiza en el templo sino en la famosa necrópolis del Valle de los Reyes.

La capilla de culto a Amón y Nebhepetre Mentuhotep (II)
Es muy probable que en una primera fase de construcción la sala hipóstila solamente contuviese en su muro occidental un simple nicho, excavado en la roca, en el que se hallaría la estatua de Amón-Re o del rey Mentuhotep II en la guisa del dios. Sin embargo, sabemos que posteriormente (fase D de Arnold) se decidió añadir una capilla de culto (véase próxima figura) construida en piedra calcárea que envolvería y aislaría la morada más íntima de la estatua y su culto[13]. Es así como se origina y construye esta estructura, diseñada como un apéndice o añadido de planta rectangular y de dimensiones modestas sobre el muro oeste de la sala hipóstila, en la parte más profunda del complejo y bajo la protección simbólica de la colina primordial tebana. La excelente decoración mural de esta capilla, en términos de significación artística y temática, no tiene precedentes inmediatos, y, en perspectiva, tan sólo los monumentos del Reino Antiguo pueden ser comparados en belleza y definición artística. Los relieves de esta capilla y del resto del monumento se convertirían en fuente de inspiración para modelos posteriores del Reino Medio -como la capilla blanca de Senuseret I de Karnak- o del Reino Nuevo, ya que 600 años después se construirá en la misma zona el templo mortuorio dedicado a Hatshepsut, que contará con paralelos estructurales y decorativos evidentes.


En cuanto a las características de la estructura, los muros interiores de la capilla están adosados a ocho columnas que fueron construidas con anterioridad durante la edificación de la sala hipóstila. Dos columnas más quedaron conectadas por el mismo motivo a la fachada. Estas dos columnas no parecen, sin embargo, haber estado adosadas a la fachada de la capilla, pues como Arnold ha sugerido, los muros de la misma fueron construidos con una leve inclinación que permitió separarlos de las columnas. 


La reconstrucción de la capilla por Arnold presenta, junto a la disposición interna de las columnas, un conjunto de componentes secundarios que ayudan a identificar el espacio de la misma. Basándose en los restos estructurales y materiales, Arnold cree que en el interior de la capilla se incluyeron los siguientes elementos:
a) una rampa con escalones en su eje central que ascendía hasta
b) un altar de base cuadrada con podium circular sobre el que se depositaría una barca sagrada.
c) dos estelas votivas, la primera situada entre las columnas 1a y 2a del muro sur y la segunda entre las 3a y 4a del muro norte, d) una mesa de ofrendas dispuesta enfrente de la estatua, en el exterior del nicho, y e) una capilla votiva o perteneciente a una deidad secundaria en el culto mortuorio del rey (quizás Min, Montu o Hathor, si tenemos en cuenta los relieves).
En cuanto a estos elementos, algunos egiptólogos han rechazado la existencia de una rampa central hacia el altar, basándose en la inexistencia de huella alguna de este tipo de estructura en la capilla o de detalle alguno en las fotografías más antiguas tomadas por la expedición del Metropolitan Museum. Además, y dadas las dimensiones de la capilla, en opinión de los detractores de esta reconstrucción un elemento de esa envergadura en el centro de la misma hubiera dificultado ostensiblemente el paso de los oficiantes en el desarrollo de los rituales diarios. Otro argumento en contra vendría originado por la inutilidad de una mesa de ofrendas tras el altar, ya que bloquearía el acceso al nicho interior, donde posiblemente sí que se hallaría una mesa de ofrendas a los pies de la estatua, como el propio Arnold reproduce en su alzado de la capilla.
En lo referente a la decoración de la capilla, los relieves están muy fragmentados, y las escenas que se han podido reconstruir con seguridad son escasas pero muy interesantes. Arnold utilizó alrededor de 210 fragmentos en sus reconstrucciones, aunque quedan aún unos 100 fragmentos más sin añadir y otros fragmentos sin publicar, bajo la custodia de la Egypt Exploration Society.
La sala hipóstila se halla excavada en la roca. Termina en una capilla pequeña donde se encontró una estatua sedente de Mentuhotep de 1 metro y 83 centímetros de altura (Museo del Cairo). El faraón aparece con vestido talar y la corona del Bajo Egipto (Museo del Cairo). Es la escultura más importante de la XI Dinastía junto a la estela de caliza de 1,19 metros de altitud que representa sentados a Henenu (vizir de Mentuhotep II) y su esposa Senté (Museo Pushkin de Moscú). Ambas estatuas muestran la tendencia de los escultores del Reino Medio a inspirar la anatomía, el porte y la indumentaria en la estatuaria del reinado de Kefrén (c.a. 2516 - 2493), considerada modelo de clasicismo. Ahora se añaden rasgos más individualizados y un mayor realismo causantes de una humanización de la estatuaria.
Estas nuevas notas nacen con la X Dinastía tebana. Dos ejemplos son el retrato del cuerpo entero de Nakhti (vizir de los nomarcas de Tebas) descubierto en su tumba de Assiut y la estatuilla de una portadora de ofrendas cuya proveniencia también se centra en Assiut sin plena certeza. Las dos son estatuillas de madera. Sus respectivas dimensiones son 1,75 y 1,04 metros. Las custodia el Museo del Louvre y muestran una pérdida de academicismo a favor de una mayor espontaneidad a costa de algunas torpezas. La estatuaria del Reino Medio pretende evitar esas torpezas y volver al rigor clásico de la época de Kefrén aunque incorporando la espontaneidad de los escultores heracleopolitanos de la X Dinastía. Alcanza sus logros más perfectos en los retratos de los faraones de la XII Dinastía, las cabezas en piedra caliza de Sesostris I (Museo del Cairo), en granito rosa de Sesostris III (Museo del Cairo) y la de un faraón no identificado en granito procedente de Bubastis (Museo Británico).

El estilo y talla de los relieves en la capilla muestran una tendencia formalista común en la decoración de todo el complejo: el uso de cetros y figuras para repartir los textos y dividir espacios siguiendo un canon similar al del Reino Antiguo. La longitud de las extremidades, del torso, las dimensiones de la cabeza y de la figura en su totalidad muestran proporciones usadas conforme a los patrones menfitas en boga desde la dinastía III. Las escenas se componen con un alto-relieve de superficies planas, no redondeadas, y los artesanos trabajan cada uno de los detalles con extremo realismo.
En el exterior, los dos paneles de la fachada (véase próxima figura derecha) incluyen tres columnas con textos enmarcadas con cetros was que sostienen el cielo pet en el registro superior. La inscripción presenta la titulatura real, dando preferencia al nombre de Horus del rey, Sematauy. A la izquierda del acceso a la capilla aparece el nombre de Hijo de Re, Mentuhotep, mientras que a la derecha se inscribe su nomen, Nebhepetre. El interior de la fachada se decora siguiendo el mismo patrón del exterior.
Los fragmentos procedentes del muro norte han permitido reconstruir con cierta garantía cinco escenas del exterior:
1) Mentuhotep en pie, acompañado por una diosa sin identificar,
2) el rey, sentado en su trono y con la Corona Blanca, recibiendo “Millones de Años” de manos de Horus y Seth, escoltados por dos diosas, probablemente Isis y Nephtys, que observan este acto de unión de las Dos Tierras (véase próxima figura),
3) Mentuhotep entregando ofrendas a una estatua de Amón-Min en su capilla.
4) el rey es acompañado por Horus y Seth, manifestación de la dualidad del país, y 5) los dioses Montu y Hathor abrazan al soberano, que aparece con la Corona Roja.
En la cara interna del mismo muro las principales escenas reconstruidas muestran al rey con la Corona Roja efectuando un ritual ante la estatua del dios Min-Amón y una doble escena del rey (véase próxima figura derecha), en el registro superior abrazado a otro individuo que podría ser una divinidad o quizás su propio ka, y en el registro inferior con Hathor y otra diosa sin identificar. La escena superior muestra al soberano enfrente de un individuo exacto a él, salvo por la corona la primera siendo la Corona Roja, la segunda mostrando parcialmente el uraeus de la banda y por la “barba”. Esta tipo de escenas podría ser precursor de las denominadas “de nacimiento divino” empleadas en el Reino Nuevo por Amenhotep III en Luxor o Hatshepsut en Deir el-Bahari, de nuevo mostrando la importancia de la relación con la divinidad en los relieves de esta capilla y de la ideología detrás de su construcción antes de iniciarse el Reino Medio.
En el exterior del muro sur, Mentuhotep aparece en dos escenas muy interesantes. En la primera de ellas (véase próxima figura izquierda), el rey, en pie y ataviado con la Corona Blanca, aparece delante de una estatua de Min-Amón. Esta escena coincide en posición con la escena del trono en el muro norte, en la que el rey aparecía con la Corona Roja. La segunda de las escenas muestra al rey recibiendo el denominado “Beso de Vida”, y a un lado navegando en una barca sagrada que está rematada en la quilla por un carnero, símbolo del dios Amón-Re.
La cara interna del muro sur muestra de nuevo una escena del soberano abrazado a un individuo idéntico a él (mismo faldellín, posición, gestos del rostro, cola-apéndice), así como un par de escenas del rey acompañado por un dios y realizando una ofrenda.
La pregunta que surge de la observación de estos relieves es qué actividades se llevaban a cabo en este santuario y qué papel jugaban el rey y los dioses representados en el mismo. El imaginario que envuelve los muros de la capilla otorga una posición suprema al rey, Mentuhotep II, y al dios de Tebas Amón-Re. A ellos irían dirigidos los rituales que se llevarían a cabo cada día y las ofrendas del templo. Esta afirmación nos lleva a pensar en la existencia de estatuas de culto al dios y al rey, quizás ambos unidos bajo una figura y esencia única, o quizás cada uno representado con su propia estatua, ocupando uno el nicho más íntimo y el otro la capilla secundaria de la cámara. Junto a ellos, Hathor, Montu y Min-Amón ocuparían también este locus de culto en el monumento.
Asimismo, el altar con un presumible podium circular reflejaría la probable presencia de una barca sagrada –tan común en el culto a Amón-Re- que, sin duda alguna, debió ser objeto de culto diario y también un elemento fundamental en procesiones, apariciones públicas y festivales en la zona. No debemos olvidar que la relación del templo mortuorio de Mentuhotep II con la Mansión de Amón-Re en Karnak debió enriquecerse con la celebración de visitas de la estatua del dios de Tebas a Deir el-Bahari, de las que tenemos constancia puesto que el templo se erige en estación frecuente de reposo y visita de la barca del dios en la procesión del “Festival del Valle”.
En su muro frontero se instalan seis grandes nichos de caliza destinados a las capillas sepulcrales de Temet (esposa principal del faraón), Neferu (hermana y nueva esposa de Mentuhotep I cuyo rostro se conserva en un relieve policromado del neoyorquino Museo de Brooklyn), un hijo suyo y varias concubinas. El templo funerario de Mentuhotep I en Deir-el-Bahari consta de patio peristilo y sala hipóstila.


Conclusión
La representación de dioses junto al rey en el interior de complejos mortuorios constituye un tema recurrente desde el Reino Antiguo. Sin embargo, la estrecha relación de Mentuhotep II con Amón-Re refleja un fenómeno de especial veneración al soberano difunto y de culto a la deidad tebana en tanto que representante de la figura real, de la dinastía y del orden establecido. Las implicaciones osirianas, por otro lado, de la asociación del templo mortuorio con la tumba, construida en el mismo recinto, y asociada a la montaña primordial de Tebas, reflejan nuevas creencias religiosas y del inframundo que influirán a posteriori en la elección de nuevos emplazamientos y estructuras mortuorias reales en el Reino Medio. El templo de Mentuhotep II, asimismo, servirá de modelo para la construcción del complejo vecino de Hatshepsut en Deir el-Bahari, y esta circunstancia debe hacernos pensar en las motivaciones que llevaron a esta reina a elegir el complejo del soberano fundador del Reino Medio como canon de inspiración. No sería de extrañar que Hatshepsut, en sus intentos por justificar su posición como soberano, no sólo se vinculara a Amón-Re en la escena de su nacimiento divino como hija del dios, sino que construyese su templo adosado al del rey más identificado con el dios de Tebas, Nebhepetre Mentuhotep (II).
 Fragmento del relieve del templo funerario de Mentuhotep II, en Tebas. XI dinastía del antiguo Egipto, ca. 2050 a.C. La figura debe representar una de las esposas secundarias del faraón, sacerdotisa del templo del dios Hathor.

El modelo, procedente de la tumba de Nebhepetre Mentuhotep II (2.055-2.004 a.C.), es una maqueta que muestra el proceso de horneado que aseguraría pan durante toda la eternidad. El modelo hace ver las diferentes etapas del horneado del pan. Es puramente esquemático, más que representativo, de una panadería real. El pan constituía el elemento básico del Antiguo Egipto, y de tal importancia en la vida cotidiana, que varios signos jeroglíficos se refieren a diferentes tipos de pan, y el símbolo de "ofrenda" viene representado por una hogaza de pan sobre una esterilla. Formaba parte de las ofrendas para el sustento del fallecido en la Otra Vida, ya se tratase de un humilde granjero o del propio faraón. Deir el-Bahari, Dinastía XI, hacia 2.000 a.C.
Relieve de caliza mostrando a Mentuhotep II abrazado por Montu. Templo de Mentuhotep II, Deir el-Bahari, Dinastia XI, hacia 2.050 a.C. El dios Montu probablemente era la deidad suprema local de la región tebana, con su centro de culto en Armant. Su culto llegó a ser más prominente con la subida al poder de la familia de la Dinastía XI (hacia 2.125-1.985 a.C.) en el Alto Egipto. El nombre de Mentuhotep significa "Montu está satisfecho". El relieve fue restaurado en algún momento durante la Dinastía XIX, hacia 1.250 a.C.

Deir el-Ballas: Una capilla fue erigida a algún dios.
Tebas: En Tebas fueron los templos de Montu y Osiris. Una mesa de ofrendas fue dedicada al Señor de Abydos y otro altar mostraba a los dioses del Nilo Occidental.
Una pequeña capilla dedicada al culto del rey Nebhepetre Mentuhotep fue probablemente auxiliar, suministrado para el templo principal del Imperio Medio (de Hathor).
Tod: Una capilla de la quinta dinastía dedicada a la Bula de Montu existía en este lugar y fue reconstruída por el Montu dios con cabeza de halcón y su esposa la diosa Zetes. La capilla era de unos 17 x 23 metros y está hecho de piedra arenisca y piedra caliza. Contenía una estatua de granito rojo. El muro de la capilla había escenas que muestran al rey antes de Montu, Satet, Nekhbet y Neith de Sais o antes de Montu y su esposa Zetes.

Los funcionarios de este período de tiempo:
Bebi, confidente del rey y Guardián del Tesoro, probablemente más adelante Visir.
Dagi: El príncipe, conde, Royal canciller, tesorero, Super-intendente de la ciudad de las pirámides y visir después. Enterrado en el Deir el-Bahari Valley.
Djar, guardia del rey del palacio interior. (TT366). Igual que el super-intendente del harén?, Djar?
Harhotep: Tesorero. Enterrado cerca Khety, Ipi y Meru.
Henenu, Gran mayordomo. (TT313).
Intef, hijo de Mayet. Príncipe y el conde, Canciller del Rey del Bajo Egipto.
Ipi, el gobernador de la ciudad y el Visir, Juez. (TT315).
Ipyet: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Kereri: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Khety, nacido de Sitre, canciller (del rey del Bajo Egipto). Se muestra antes Antef Ioh III y la reina, así como antes de Mentuhotep Nebhepetre y su madre, la reina Ioh.
Igual: Khety, tesorero del rey del Bajo Egipto TT311
Khnum-ERDU: Steaward de Neferu-kayet, favorito del rey, heredera del Sur, la hija de un rey y la amada esposa de un rey. Queen Neferu-kayet puede ser idéntica a la reina Neferu. Nefreu-kayet heredado de su madre gran fortuna que hizo que su "jefe del pueblo desde Elefantina hasta Aphroditopolis"
Meru, Supervisor de selladores (tesoreros) (TT240) Hijo de Iku y Nebti. La tumba contenía una estela de 46 años de Mentuhotep-Nebhepetre.
Mery-teti, el recuento, el controlador en el este de Nomo Heliopolitan, el confidente real en Abydos.
Mesi: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Nakhte: Tesorero mencionado en el templo de Mentohotep Nebhepetre.
Neheri, nomarca de Hermópolis, visir y comandante de una de las dos divisiones Herakleopolitan. Su hijo, Kay también jugó un papel en el gobierno. (De Virtual Museo Egipcio). Yertisen, escultor, nacido de Idet Yertisen y su esposa Hepu se muestran con sus hijos Senwosret, Mentuhotep y Simontu, y su hija Kem (y su hijo de Tem-nen).

Mentuhotep III Sankhare
Hr sanx-tAwi.fi Sankhtawi (Horus, T he O ne W ho F eeds H is Two Lands ; Horus, T he O ne W ho A llows H is Two Lands T o L ive)
Hr sanx-tAwi.fi Sankhtawi (Horus, L a O ne W ho H F EEDS es Dos Tierras; Horus, L a O ne W ho A llows H se Dos Tierras T o L ive)
sanx-kA-ra
sanx-kA-ra Sankhkare (The O ne W ho F eeds T he Ka O f Re) Sankhkare (La ne O W ho F NECESIDADES E l Ka O f Re)
snfr-kA-ra
snfr-kA-ra Sneferkare (The O ne W ho E mbellishes T he Ka O f Re) Sneferkare (NE mbellishes E ho W O E l Ka O f Re)
mnTw-Htp(w)
mnTw-HTP (w) Mentuhotep (Montu I s S atisfied) Mentuhotep (atisfied Montu I s S)


Sankhkare Mentuhotep III (Montuhotep III) de la dinastía XI era el faraón de Egipto durante el Imperio Medio. Se le asignó un reinado de 12 años en el Canon de Turín.
Mentuhotep III sucedió a su padre Mentuhotep II al trono. Se cree que, tras largos de su padre de 51 años de reinado, Mentuhotep III era relativamente viejo cuando él accede al trono y reinó durante 12 años. A pesar de su corta duración, el reinado de Mentuhotep es conocido por su expedición a Punt e innovaciones arquitectónicas.
Los títulos de  Mentuhotep III  son  muy similares a la tercera y última parte del reinado de su padre. Mentuhotep III es conocido por haber tenido por lo menos dos prenombres: el Sankhare bien conocido y también 
snfr-k3-ra
"El que embellece el alma de Re"

Mentuhotep III envió una expedición a la tierra de Punt durante el año octavo de su reinado, algo que no había hecho desde el Imperio Antiguo. Una inscripción en la Hamamat Wadi describe la expedición de 8000 hombres bajo el mando del mayordomo Henenu. Al salir Koptos en dirección al Mar Rojo, cavaron 12 pozos para futuras expediciones y se aclaró la región de los rebeldes. Volvieron de Punt con incienso, goma y perfumes y la cantera de piedras Hamamat Wadi.
Sankhkare Mentuhotep fue responsable de varios proyectos de construcción en los 12 años de su reinado. Su propio templo funerario se inició en Deir el-Bahari, pero nunca se terminó. El templo se encuentra a poca distancia del templo funerario de su padre. Una calzada habría llevado hasta una plataforma de templo. Las inscripciones muestran que el rey fue enterrado en una cámara de corte en la cara de la roca.
Sankhkare Mentuhotep también tenía un templo de adobe construido a Thoth Hill en Tebas occidental. El templo fue construido en el sitio de un templo más antiguo arcaico. Fue dedicado al dios Montu-Ra. Este templo ha sido destruido por un terremoto hacia el final de la dinastía.
Mentuhotep III era el hijo y sucesor de Mentuhotep II. Una de las esposas de Mentuhotep II, Tem, se le dio el título de Madre del Rey Dual y en base a ese título es casi seguro que era la madre de Mentuhotep III.
Estatua osiriaca del faraón de la dinastía 11 Mentuhotep III, en exhibición en el Museo de Bellas Artes de Boston.

La familia del faraón Mentuhotep III es todo un misterio. En la actualidad se cree que fue padre de su sucesor Mentuhotep IV con una de sus esposas del harén, Imi.
En el año 1997, un equipo húngaro liderado por el Profesor Györö Vörös no sólo descubrió un hasta entonces desconocido santuario copto debajo de la cúspide de Thoth Hill, en la ribera oeste, en Tebas, sino que también encontró una tumba de principios del Imperio Medio que seguramente perteneció al faraón Mentuhotep III. Su arquitectura puede haber servido de inspiración para las tumbas-bab de principios de la Dinastía XVIII.
El reinado de Mentuhotep III se caracterizó por una cierta innovación arquitectónica que incluye un triple santuario en el yacimiento de Medinet Habu, que presagiaba ya las triadas “de familia” de los templos de la Dinastía XVIII. Además, los restos del templo de ladrillo que construyó en el “Hill of Thoth”, el pico más alto que domina el Valle de los Reyes, no sólo contenía otra triple cripta sino que incorporaba los ejemplos más antiguos de pilonos de templo que habían sobrevivido. No lejos del templo, quedan los vestigios del palacio del festival sed de Mentuhotep III.
El arte que nos ha llegado de este efímero reinado no es menos innovador; podría decirse que la escultura en relieve alcanzó su auge en esta etapa del Imperio Medio. La talla en piedra es extremadamente bella, con un relieve que trasmite una enorme profundidad espacial, y una incrustación que no vas más allá de unos cuantos milímetros dentro de la piedra. La sutileza del retrato y los detalles del ropaje de los relieves de Tod son muy superiores a las esculturas de Mentuhotep II.
Mentuhotep III fue también el primer gobernante en enviar una expedición a la tierra del Punt, en el África oriental, para obtener incienso, aunque tales expediciones al Mar Rojo y al Punt serían más frecuentes durante la Dinastía XII. La expedición de 1992 A.C., liderada por un oficial llamado Henenu, partió vía el Wadi Hammamat, lo que aparentemente obligó a construir barcos a orillas del Mar Rojo utilizando madera que habría sido transportada de un lado a otro. También se esforzó en proteger la frontera nordeste mediante la construcción de fortificaciones al este del Delta.
Cuando Mentuhotep III falleció, hacia 1992 A.C., al parece ser hubo “siete años vacíos” que corresponderían al reinado del faraón Nebtawyra Mentuhotep IV, quien podría haber usurpado el trono al no figurar su nombre en la “Lista de Reyes”. Su madre fue una plebeya carente de títulos reales, que no fuera el de “madre del faraón”, por lo que es posible que ni siquiera fuese de sangre real.
Esto sin embargo todavía se debate si la  madre Mentuhotep IV es conocida por haber sido reina Imi. Si él era el hijo de Mentuhotep III, Imi debe haber sido la esposa de Mentuhotep III.
Mentuhotep III, sobre un relieve tallado en el templo de Monthu en Medamud

Poco se sabe del reinado del faraón Mentuhotep IV, excepto por sus expediciones a las canteras. Las inscripciones de la cantera de travertino de Hatnub sugieren que algunos nomarcas del Egipto Medio podrían haber creado problemás durante esta época.
El acontecimiento más importante del que hay testimonio durante su reinado fue el envío de una expedición canterana al Wadi Hammamat. Amenemhat, el visir que ordenó la expedición, dio órdenes de que se hicieran inscripciones en la cantera a forma de registro de dos sorprendentes presagios de los que el grupo habría sido testigo. El primero se refiere a una gacela que dio luz a una cría sobre la piedra que se había escogido para confeccionar la tapa del sarcófago del faraón; y el segundo, una feroz tormenta de lluvia que cuando amainó, puso al descubierto un pozo, de diez codos cuadrados, lleno de agua hasta el borde. Cierto es que en un terreno tan árido habría supuesto un descubrimiento espectacular, e incluso milagroso.
Parece casi seguro que el hombre que se convirtió en el primer faraón de la Dinastía XII fue el propio Amenemhat quien, como la mayoría de los altos cargos de la Dinastía XI, habría ya gozado de puestos de poder. La decisión de un rey débil, o la inexistencia de un heredero viable, explicarían, pues, el paso del Trono al visir.

Nebtawyre Mentuhotep IV fue el último rey de la XI Dinastía. Parece que encaja en un período de 7 años en el Canon de Turín para el que no hay un rey registrado.
Se le conoce por algunas inscripciones en Wadi Hammamat que registran expediciones a la costa del Mar Rojo y canteras de piedra para los monumentos reales. Parece que fue un hijo de su antecesor.
Además, está atestiguado por las inscripciones en Wadi el-Hudi.  Otra inscripción relevante se encuentra en Ain Sukhna.  Estas ubicaciones eran los puertos de almacenamiento habituales para las expediciones al Sinaí.
A pesar de la oscuridad de Mentuhotep (está ausente de las listas oficiales de reyes en Abydos), las inscripciones muestran la organización y la composición de una gran expedición durante su reinado. El líder de una expedición a Wadi Hammamat, durante el segundo año del reinado de Mentuhotep IV, fue su visir, Amenemhat, quien se supone que será el futuro rey Amenemhat I, el primer rey de la XII Dinastía y el inmediato sucesor de Mentuhotep.
Un fragmento de un cuenco de pizarra encontrado en Lisht North fue considerado durante mucho tiempo como para ser inscrito en el exterior con el título oficial de Mentuhotep IV, y en el interior con el del Rey Amenemhat I, su sucesor. Debido a que las dos inscripciones están grabadas en un estilo de escritura diferente, según Dorothea Arnold, esto indica que Amenemhat tuvo su nombre agregado a una embarcación más antigua que ya llevaba el nombre de Mentuhotep IV. Sin embargo, Peter Janosi demostró que Mentuhotep IV no se menciona en el tazón, el título conservado allí se ajusta mejor a Mentuhotep II.
Algunos egiptólogos suponen que Amenemhat usurpó el trono o asumió el poder después de que Mentuhotep IV muriera sin hijos. Actualmente no hay evidencia arqueológica o textual que pruebe que Mentuhotep fue depuesto por su visir o que eligió a Amenemhat como su sucesor designado. Ni su momia ni su lugar de enterramiento han sido encontrados.

CAMBIOS SOCIALES Y CULTURALES 
Culturalmente durante este periodo, se produce un cambio importante tanto en la mentalidad, como en la literatura, en la religión y en la sociedad en general. Las fuentes históricas son casi nulas, pero parece existir un cierto caos político-social, que algunas veces se ha exagerado, ya que no parece demostrada una auténtica ruptura con el poder real previo.
En general todos los autores están de acuerdo en atribuir al este periodo intermedio el contenido de un texto conservado en un papiro de la XIX dinastía, pero que pudo haber sido compuesto durante la XI. Se trata de "Las lamentaciones del sabio Ipwer", una composición que transmite la pesimista imagen de un miembro de la élite que ve cómo el caos se instala en el país, a la vez que desaparece el antiguo orden:   
"Se están produciendo acontecimientos que no habían tenido lugar desde la noche de los tiempos: el rey ha sido derrocado por el populacho. Aquel que había sido enterrado como Halcón ha sido extraído de su sarcófago. La cámara de la pirámide ha sido saqueada. Se ha llegado a un punto en el que un puñado de individuos que no sabían nada del gobierno han despojado al país de su realeza.....",  "La sala del juicio, sus archivos, han sido saqueados, los despachos públicos allanados y las listas del censo destruidos, los funcionarios son asesinados y sus documentos robados...". "....El Nilo golpea y no se labra..., las mujeres son estériles, ya no se concibe..., los pobres se han apoderado de la riqueza y quien no tenía ni sandalias es ahora dueño de inmensas fortunas..., las puertas, columnatas y muros arden..., el desierto se abate sobre el país, los nomos son destruidos y los asiáticos han llegado a Egipto desde el exterior....".  
Esta decadencia se vio reflejada también en el arte, con escasas de representaciones y de estilo tosco y ausencia de grandes monumentos.
La literatura en cambió destaca por su gran florecimiento, con libros doctrinales o didácticos, que reflejan un cambio social. Como ejemplos tenemos el señalado para Merikare que es un tratado de gobierno en forma de consejos. Otro es El Campesino Elocuente que es un relato literario.
La crisis social y económica propiciaron cambios a nivel de la sociedad, que desarrolló una mayor autosuficiencia con menor dependencia del estado, así como un encumbramiento de la burguesía y un aumento de la clase media que dio lugar a diferencias socioeconómicas como lo reflejan las tumbas y las construcciones urbanas.
La religión, los rituales y las creencias funerarias se socializaron, reflejo de lo que ocurría en la vida civil. Los Textos de las Pirámides, reservados a los faraones, se transformaron en Textos de los Sarcófagos, asequibles a cualquier persona con poder adquisitivo alto, y generalizándose durante el periodo posterior.  Osiris  que antaño era considerado un dios funerario real, se convirtió durante este período en el más popular de los dioses siendo accesible a todos. Algunos reyes se hicieron construir cenotafios en Abidos. La élite se enterraba en mastabas e hipogeos decorados. Destacaron también los dioses tebanos Montu y Amon. Tras la caída de la Dinastía X,  Amón alcanzó la supremacía religiosa.
El gran poder de los nobles durante la VI dinastía, llevó al establecimiento de poderes locales y el debilitamiento del poder del rey.
Las hambrunas que se producen en Oriente Medio hacía el 2100 a.C., provocaron migraciones, y como consecuencia, la llegada de gentes extranjeras a Egipto.
En Hieracleópolis, al sur de El-Fayum, surgen dinastías reales de forma simultánea a la dinastía reinante. En las listas reales se pone de manifiesto que son momentos de confusión, y esto se demuestra en los estudios arqueológicos de este Primer Periodo Intermedio. Se observan importantes cambios en el arte egipcio, se puede ver una gran influencia de los artesanos de Memphis, pero también encontramos novedades, es un periodo de esplendor del arte egipcio, se ha denominado “Época clásica” del arte egipcio.

Próximo Capítulo: Dinastía XII - Imperio Medio


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[6]   Las tumbas de los reyes de inicio de la dinastía XI fueron excavadas parcialmente por el Instituto Alemán (DAIK) a principios de los años 70. Véase D. Arnold, Die Gräber des Alten und Mittleren Reiches in El-Tarif (Mainz, 1976). En cuanto a la ruptura con los enterramientos en El-Tarif, agradezco el apunte de A. Diego Espinel sobre el estilo de terrazas porticadas y pilares en Deir el-Bahari, que son un ejemplo más elaborado y refinado de las estructuras usadas en las tumbas de tipo saff.
[7]   El término “mortuorio” trata, en un sentido general, de la muerte del individuo, la disolución de su naturaleza como ser vivo, y su paso y existencia en el Más Allá. El término “funerario”, por otro lado, consiste en una sub-categoría del primero, y se refiere al proceso ritual y de transformación que tiene lugar desde la muerte del difunto hasta el enterramiento del cuerpo momificado en su tumba. Esta distinción, poco común en las publicaciones en lengua castellana, es empleada aquí y ha sido propuesta por J. Baines, “Modelling Sources, Processes, and Locations of Early Mortuary Texts”, en S. Bickel y B. Mathieu (eds.), D’un monde à l’autre. Textes des Pyramides & Textes des Sarcophages (Caire, 2004), BdÉ 139, pp. 15-41: p. 15, n. 2.
[8]  Esta es la propuesta que se ha venido recogiendo en la bibliografía al respecto y que se incluye en D. Arnold, “Royal Cult Complexes of the Old and Middle Kingdoms”, en B.E. Shafer (ed.), Temples of Ancient Egypt (London-New York, 1997), pp. 31-85: esp. pp. 74-6. Otra posible manifestación de la relación del rey con el dios Amón en Tebas podría observarse en la fundación en el reinado de Mentuhotep II de un templo dedicado a la figura de Amón-Kamutef en Medinet Habu, sobre el que se construye posteriormente el templo de Hatshepsut y Tutmosis III. Véase U. Hölscher, “The Temples of the Eighteenth Dynasty”, en The Excavation of Medinet Habu (Chicago, 1939), Vol. II, pp. 4-7.
[9]   E. Naville, The Eleventh Dynasty temple at Deir el-Bahari (London, 1907-1913), 3 vols. El capítulo sobre el programa decorativo de la capilla interior mostrando a Mentuhotep II como un dios se encuentra en el vol. 2, pp. 57-62.
[10]   Las últimas publicaciones centradas en el estudio del complejo de Mentuhotep II han sido escritas por D. Arnold: Der Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari I: Architektur und Deutung (Mainz, 1974); id., Der Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari II: Die Wandreliefs des Sanctuaries (Mainz, 1974); id., Der Tempel des König Mentuhotep von Deir El-Bahari III: Die königlichen Beigaben (Mainz, 1981); id., The Temple of Mentuhotep at Deir el-Bahari (New York, 1979); e id., “Neue Funde aus dem Mentuhotep-Tempel von Deir el-Bahari”, Antike Welt 3:3 (1972), pp. 26-30.
[21] Véase un plano del mismo y fotografías de su estado durante los trabajos de excavación entre 1904 y 1906 en Naville, The Eleventh Dynasty temple, Vol. I, láms. 1-7.
[11]   Las estructuras asociadas a los enterramientos de estas mujeres fueron realizadas en la segunda fase de construcción (fase B), que está fechada en la primera mitad del reinado de Mentuhotep, una vez que la unificación había sido conseguida. Véase D. Arnold, Der Tempel des Königs Mentuhotep I, pp. 64-5. Para un análisis mas exhaustivo sobre el papel de estas mujeres y sus títulos, véanse L.K. Sabbahy, “The Titulary of the harem of Nebhepetre Mentuhotep, once again”, JARCE 34 (1997), pp. 163-6; R.A. Gillam, “Priestesses of Hathor: Their Function, Decline and Dissappearance”, JARCE 32 (1995), pp. 211-37; y L. Kuchman, “Titles of Queenship. Part II. The Eleventh Dynasty and the Beginning of the Middle Kingdom: The Wives of Nebhepetre Mentuhotep”, JSSEA 9 (1978), pp. 21-5. Véase también el estudio realizado por B. Gúgel Gironés, Objetos para la Eternidad de una Reina del Antiguo Egipto. El Sarcófago de Ashyt. Iconografía y Textos (Madrid, 2003), Memoria de Licenciatura –Tesina, Universidad Autónoma de Madrid, Departamento de Prehistoria y Arqueología. Detalles de las estructuras construidas para estas mujeres y de los sarcófagos y ataúdes de dos de ellas pueden encontrarse en Winlock, Excavations at Deir el Bahri 1911-1931, láms. 6-10.

[12]   Aún no se ha determinado con suficiente certeza si la estructura estaba rematada por una pirámide u otro tipo de construcción. La escritura del nombre del complejo, Aj-sut-Nebhepetre (“Gloriosos son los lugares de Nebhepetre”) incluye en algunos casos el determinativo de una pirámide (mr) completando la designación del monumento, aunque no se han encontrado suficientes evidencias para defender esta hipótesis.
[13]   A través del estudio de las escenas en alto relieve que decoran la capilla, Freed llega a la conclusión de que esta parte del complejo se decora en la fase última de la construcción, y remarca que el estilo coincide con la decoración aplicada también a los muros de la terraza con deambulatorio, con la excepción de las capillas de las seis mujeres, completadas en la fase inicial. Véase Freed, The Development of Middle Kingdom Egyptian Relief, p. 45, n. 221, fig. 21.



[3]    Para la tumba de este nomarca ver P.E. Newberry, “Beni Hassan” II, 1894, p. 53-62, Pl. IX-XIX.

[4]    Sobre una escena de individuos encargados en alimentar a distintos animales, ver la tumba del nomarca Khnumhotep de Beni Hassan (P.E. Newberry, op.cit.,.1893, pl. XXX).

[5]    Es muy posible, que debamos ver en esta escena el antecedente del sacrificio de animales sobre una mesa de ofrendas o un altar. Un clásico de la iconografía ritual que iba a trascender en otras culturas del Mediterráneo, llegando incluso a formar parte de la liturgia judéo-cristiana.




[1]   Nomo se denomina a cada una de las subdivisiones territoriales del antiguo Egipto. Este nombre es de origen griego; la palabra egipcia era hesp o sepat, que designaba la superficie cultivable de los territorios. La administración provincial estaba basada en la figura del nomarca "el que abre los canales", que era responsable de la irrigación, del rendimiento agrícola, recaudar impuestos y fijar los límites de las propiedades después de la inundación anual. Al mando de cada nomo se erigía un nomarca, un cargo designado por el faraón, que en algunas épocas fue hereditario.
[2] Henri Frankfort: Egipto y Siria en el primer período intermedio en JEA, vol 12 (1926), véase pág. 92 and fig. 92 y fig. 6. 6.

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