jueves, 2 de febrero de 2017

Templo de Karnak

Templo de Karnak
Descripción.
El conjunto de los templos de Karnak y Luxor se erige en la orilla oriental del Nilo, muy cerca de la antigua ciudad de Tebas, capital del Alto Egipto y de todo el país durante el Imperio Nuevo, durante el cual fue realizado este enorme conjunto templario, formado por dos complejos unidos mediante una avenida (dromos) [1]flanqueada por esfinges.

Plano de Karnak y Luxor en la orilla opuesta al Valle de los Reyes.
Casi todos los faraones del Imperio Nuevo se preocu­paron por ampliar y añadir edificios en el conjunto de templos de Karnak, centro principal del culto a Amón-Ra, convirtiéndolo en uno de los más impresio­nantes complejos religiosos de la historia.
El mayor de todos ellos es el llamado simplemente templo de Karnak, famoso por sus gigan­tescos pilonos, la gran sala hipóstila, los siguientes vestíbulos plagados de columnas, los obeliscos y las estatuas dispuestas en numero­sos lugares, que llevan directamente a pensar en el poder y majes­tuosidad del faraón y el Estado. 
Próximo a este conjunto destaca también el templo de Luxor, con una fa­chada compuesta de dos enormes muros macizos que flanquean la entrada y conduce al patio. Ya en el interior encontramos una serie de recintos y capillas, dispuestos simétricamente, que albergan el sanctasanctó­rum, una sala cuadrada con cuatro co­lumnas.

Análisis formal del templo egipcio.
A pesar de que la estructura de los templos era similar se pueden distinguir tres tipos dependiendo de la función para la que se construían. Comenzamos por el segundo, que es el templo mortuorio consagrado directamente al faraón, en el que se realizaban todos los ritos funerarios desde su muerte hasta el momento del enterramiento y después se veneraba su memoria, en ocasiones durante milenios, como sucedió en el Ramesseum y en los templos de Medinet Habu. El tercero es el cenotafio, construido por el faraón como templo mortuorio secundario, como los hallados en Abidos. Podría añadirse un cuarto tipo, pero su forma es muy variada y sobre todo funcional, y es el templo consagrado a uno de los muchos animales sagrados, en cuyo caso incluían dependencias específicas destinadas al animal y auténticos cementerios con miles de momias de cocodrilos, ibis, gatos o vacas.
El primer tipo es el templo propiamente dicho, que estaba consagrado a una divinidad y se construía en honor a uno o varios dioses, de los que destacan los de Karnak y Luxor. Se pueden clasificar los templos de este primer tipo en oficiales y del pueblo, correspondientes los primeros a una religión oficial o estatal, en los que se destacaba el papel del faraón, y los segundos a una religión popular, que satisfacía la preocupación del pueblo ante sus problemas cotidianos y en los que depositaba pequeñas imágenes o utensilios relacionados con su trabajo como ofrenda o agradecimiento ante un embarazo, una curación o una buena cosecha. 
Los templos egipcios tienen en el pequeño templo de Jonsu (o Khonsu) en Karnak uno de sus modelos más reconocidos, construido en su mayor parte en el reinado de Ramsés III (1184-1153).
Vista axionométrica con planta del templo de Jonsu, en Karnak.

Los templos se dividen en varias partes, siendo la primera la exterior, una avenida de esfinges que conduce desde la ribera del río hasta el recinto templario, rodeado por  un muro exterior, en el que penetra la avenida hasta llegar a la puerta monumental, delante de la cual se sitúan dos obeliscos que aluden a la morada del dios, a la relación entre lo terrestre y lo solar o sagrado. También pueden situarse allí ocasionalmente (por ejemplo en el templo de Luxor) estatuas colosales de faraones, normalmente sedentes, simbolizando los hijos vivientes del dios. Obeliscos y colosos estaban decorados con escenas en relieve de temas históricos o religiosos o sacrificio de prisioneros por parte del faraón en presencia del dios al que estaba dedicado el templo, un programa iconográfico que continuaba en el interior.
La puerta monumental está flanqueada por dos torres o moles trapezoidales en talud llamadas pilonos (el término puede utilizarse también para toda la puerta), que representaban los acantilados de cada lado del valle del Nilo, pero también eran, a la vez, las dos montañas que flanquean el disco solar. En cada uno de los pilonos se encajaban dos mástiles para las banderas que simbolizaban la presencia del dios.
En el interior hay tres grandes estancias claramente diferenciadas, que bajan progresivamente en altura y espacio a medida que se va entrando en el eje o Camino del Dios: la sala hípetra, la sala hipóstila y las dependencias del dios.
La primera estancia es la llamada sala hípetra, una sala abierta en la parte superior y rodeada por tres lados con un pórtico formado con una doble fila de columnas que acogía un altar para los sacrificios. A esta primera estancia podía acceder todo el pueblo para depositar ofrendas y alberga numerosas estatuas monumentales de los faraones, a imitación de los colosos exteriores, con escenas narrativas de sus hazañas o imágenes de  adoración. Podía haber más de un patio con su consiguiente puerta de acceso.
Más al interior sigue la segunda sala, esta vez hipóstila, llamada así porque contiene un bosque de columnas altas y gruesas que sostienen una cubierta arquitrabada. Podía estar precedida por un vestíbulo y durante el Reino Nuevo se encontraba sobre una plataforma y en la época tolemaica a ras de suelo. De nuevo dos filas de columnas rodean el recinto, pero a diferencia de la primera aquí sólo podían acceder los notables. Generalmente está decorada con relieves en los fustes de las columnas. En los mayores templos hay varias salas hipóstilas. La sala hipóstila tenía la función de salón de recepción del dios, lo que explica que las filas centrales sean más anchas y altas que las laterales, de modo que el espacio se eleva en la zona del eje central del templo formando una especie de nave principal para favorecer el Camino del Dios. Esto permitía además abrir ventanas laterales por las que penetraba la luz, aunque escasa ya que a medida que se accedía al santuario se disminuía la cantidad de luz. Los relieves con los que se decoraba la sala hipóstila representaban escenas de las ceremonias religiosas que se practicaban en el templo. El acceso a la sala hipóstila estaba restringido a los altos funcionarios, escribas y gente noble. Cuando el templo tenía más de una sala hipóstila el acceso a cada una de ellas era cada vez más restringido a medida que se penetraba en el interior.
La tercera estancia corresponde a las dependencias del dios. Se reparte entre varias cámaras, que albergan la barca sagrada y otros tesoros, y finalmente se halla el santuario  o sancta sanctórum, que es la sala más profunda, estrecha y baja del templo, donde se guardaba la imagen del dios en el tabernáculo realizado en piedra, granito o madera, oculta a todos los ojos excepto al faraón y a los sacerdotes, los únicos capaces para el elaborado ritual diario, que comprendía tres actos diferentes: las ceremonias preliminares, el despertar y atavío del dios, y la comida. 
En las ceremonias preliminares el sacerdote (o excepcionalmente el faraón), se purificaba y ahuyentaba las malas influencias con fuego e incienso, en las dependencias destinadas a tal efecto, para posteriormente acceder a la capilla en la que se encontraba el dios rompiendo el sello de la puerta.
Después de despertar al dios, el sacerdote se postraba ante la imagen divina entonando alabanzas o himnos específicos. Luego limpiaba la estatua con ungüentos y productos preparados en una de las salas. Después se la vestía y adornaba con los objetos reales y divinos, y se aplicaban los cosméticos oportunos al rostro.
Por último se servía la comida al dios, con gran cantidad y variedad de alimentos, una obvia invocación para que el dios favoreciera a su pueblo. La comida podía llevarse a cabo hasta cuatro veces, según los cuatro puntos cardinales, para que el dios pudiese alimentarse en cualquier punto del Universo. 
Tras retirar las ofrendas se volvía a sellar la puerta, hasta el nuevo ritual, que se repetía tres veces al día, al amanecer (el más importante), al mediodía y al atardecer. 
Alrededor de las cámaras y el  santuario hay otras dependencias menores, utilizadas en el culto de dioses locales, dedicadas a la protección de dioses exteriores que  visitaban el templo en las procesiones, o salas para albergar los objetos necesarios para  llevar a cabo el ritual religioso.
Los templos más importantes incluían elementos exteriores, como tribunas (Mamissi) en la era tolemaica, y el lago sagrado. 
Las tribunas eran pequeños edificios delante de los pilonos, decorados con colores alegres y escenas de diosas tocando instrumentos y danzas burlescas; simbolizaban el lugar escogido por la diosa para esperar el nacimiento de su hijo, y en ellos el faraón y su corte contemplaban las ceremonias religiosas.
El lago era un gran estanque, profundo para aprovechar las aguas del Nilo en épocas de sequía, con escaleras descendentes, y simbolizaba las aguas primigenias de las que había surgido el Mundo. En él se efectuaban los rituales ligados a la resurrección de Osiris.

Significado.
El conjunto de Karnak-Luxor estaba dedicado sobre todo al culto del dios Amón-Ra, el principal de la religión egipcia, pero como en otros templos egipcios también se veneraba a otras divinidades. El conjunto constituye el más antiguo centro religioso conocido en todo el mundo, y fue probablemente el más importante de Egipto durante la Antigüedad, símbolo de la unión entre el poder político y el religioso a través de la figura del faraón. Los faraones lo enriquecieron con numerosas y ricas donaciones de tierras con sus campesinos vinculados, para sufragar las obras y el mantenimiento de la clase sacerdotal que lo cuidaba, de modo que en el momento álgido de la XVIII dinastía, c. 1200 aC, trabajaban hasta 20.000 personas, y en la siguiente XIX dinastía, durante el reinado de Ramsés III ya eran 81.322 las personas que, entre sacerdotes, guardianes, obreros y campesinos, trabajaban solo para el templo de Amón-Ra, cuyas propiedades ascendían a más de dos tercios de las de todos los demás dioses. 
El templo egipcio era la casa del dios y por ello debía ser indestructible, como su morador inmortal, lo que explica que los primeros templos, hechos probablemente de adobe y madera como las viviendas y los palacios, fueran sustituidos por otros realizados en piedra, más duraderos. De este modo, los templos y las tumbas han sido los únicos edificios construidos en piedra y que por ello han llegado hasta el presente.
El templo se construía para albergar la imagen del dios y como lugar en el que los sacerdotes oficiaban sus ritos ocultos, de modo que el pueblo llano no podía acceder más que a ciertas dependencias exteriores. La distribución del templo deja patente la estratificación social del Antiguo Egipto, pero además permite crear un ambiente progresivamente íntimo y propicio a la función religiosa del edificio, pues a medida que nos adentramos en el edificio el tamaño de las salas es cada vez más pequeño, sube el nivel del suelo y disminuye la altura de los techos de modo que el espacio se hace más angosto y la luz más escasa.
La notable continuidad estilística de este conjunto se debe también a que el cambio y el gusto por la no­vedad nunca fueron considerados importantes por los egipcios: tanto el estilo arquitectónico como los convencionalismos representativos de las artes plásticas, establecidos desde un primer momento, continua­ron prácticamente invariables a lo largo de casi dos milenios. La concepción original del templo no cambió salvo para ampliar y diversificar las construcciones, hasta alcanzar un modelo clásico a partir de la XVIII dinastía, que se correspondía con las necesidades de unas ideas religiosas y una clase sacerdotal que dominaron el país hasta la época romana.
El carácter sagrado del conjunto Karnak-Luxor ha persistido a lo largo de los siglos, lo que explica que una pequeña parte del templo de Amón-Ra en Karnak, en concreto una pequeña sala hipóstila de Tutmosis III fuera transformada en iglesia por una comunidad cristiana hacia el siglo VI, y que asimismo en la zona nordeste del primer patio del templo de Luxor se construyera la pequeña mezquita de Abu el-Hagag, que todavía presta sus servicios en la actualidad, perpetuándose el carácter religioso del lugar.
El conjunto de los templos con sus necrópolis relacionadas de la antigua Tebas fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y en la actualidad es el segundo conjunto arquitectónico más visitado de Egipto, después de las pirámides de Gizeh (o Guiza). 
El complejo de Karnak.
La palabra Karnak procede de al-Karnak (“ciudad fortificada” y se llamaba en el Antiguo Egipto Ipet Sut, “el lugar más venerado”).
El complejo de templos de Karnak reúne templos (o recintos) consagrados a los más importantes dioses egipcios, Amón-Ra, Montu, Mut, Jonsu, Opet y Ptah. 
Se distribuyen los templos en tres bloques o centros separados, rodeados cada uno por un muro de ladrillos de adobe, con varios espacios comunes, en especial el gran lago sagrado, numerosos templetes y capillas de menor tamaño, y múltiples estancias y almacenes, dentro de una planta limitada por un muro de adobe, un trapezoide de lados desiguales: 530 metros por el norte, 510 por el sur, otros 510 por el este y 710 por el oeste, sin que se sepa la razón de tales diferencias.
El templo de Amón-Ra es el principal. A su izquierda está el templo de Montu, el antiguo dios local de la guerra, que ocupa un cuadrilátero de unas dos hectáreas y media y al otro lado está el templo dedicado a la diosa Mut, representada simbólicamente por un buitre, esposa de Amón y madre de Jonsu con los que forma la tríada tebana.

El historiador Diodoro de Sicilia escribió que el de Amón-Ra era el templo más antiguo de Tebas y por ende el más venerado, como demuestra la intervención de una treintena de faraones en su construcción y ampliación, desde su probable inicio en el Imperio Medio (2134-1784 a.C.) hasta su cumbre en la época del Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.), en especial la XVIII Dinastía, acabando las obras importantes en la XXX Dinastía, pero es que además y que casi todos los faraones, hasta la época romana, realizaron obras de mantenimiento, durante unos dos mil años, hasta llegar a ocupar unas 30 hectáreas (300.000 metros cuadrados), el mayor espacio religioso de su tiempo y que albergue la que es todavía hoy la sala hipóstila más grande del mundo.  
Puesto que los faraones, en su ansia de ampliar y embellecer el templo, en ocasiones destruían y reutilizaban construcciones y estructuras precedentes, la arquitectura del edificio resulta más bien complicada, con cuatro patios y diez pilonos (o puertas, seis para el templo de Amón-Ra y cuatro para la continuación de su eje) con varios recintos, estructurados en dos ejes, uno principal y otro transversal.

Visión aérea de una reconstrucción del complejo de Karnak
El templo de Amón está orientado así según un doble eje este-oeste y norte-sur. El eje este-oeste, que comprende del primero al sexto pilono, sigue la trayectoria del Sol y simbolizaba el eje solar y celeste, y es perpendicular al cauce del Nilo, que discurre a unos 600 metros del primero de los pilonos. El eje norte-sur, que abarca del séptimo al décimo pilono, es paralelo al curso del Nilo e indica el eje real o terrestre.
Pero esta orientación no es rigurosa, puesto que en Egipto no se planificaban los edificios con regularidad geométrica, al menos hasta que llegaron los griegos, lo que se evidencia en que los planos del conjunto de Karnak y Luxor revelan continuas desviaciones y distorsiones de los ejes a través de la sucesión de pilonos.
El complejo se inicia en el muelle que entonces estaba en la ribera del Nilo, con una plataforma sobre la que se erigían pequeños dos obeliscos de Seti II, de los que sobrevive uno, que señalaban el lugar desde muy lejos a los barcos que se aproximaban.

Del embarcadero salía un largo dromos o camino del dios, una avenida delimitada a ambos lados por 50 esfinges criocéfalas, con cuerpos de león y cabeza de carnero (el animal tótem de Amón), protegen a unas diminutas figuras osíricas de Ramsés II. El camino lleva a la monumental entrada, sita entre dos inmensos pilonos (un concepto que se asigna también a puerta monumental). El primer pilono nunca fue terminado. Las piedras no se acabaron de pulir (aunque, curiosamente, sí están pulidas la piedras de la puerta del pilono), las dos alas del pilono no tienen la misma altura ya que una no se terminó y, efectivamente, en la parte trasera del pilono (más concretamente, del ala sur del pilono) se conserva todavía una de las rampas de adobe que se utilizaron presuntamente para subir los bloques con los que se construían los pilonos.
Los dos pilonos muestran en su tercio inferior cada uno cuatro ranuras verticales en las que encajaban unos mástiles de madera de cedro, forrada de cobre, para las banderas que ondeaban encima, mientras que las ventanas sobre dichas ranuras en el primero y segundo piso (con acceso por una escalera interior) servían para el manejo y también probablemente la sujeción de los mástiles y las banderas.
El dromos y el pilono de la derecha (al sur) son las obras más tardías del templo, mandadas construir por Nectanebo I, de la XXX Dinastía, mientras que el pilono de la izquierda (al norte), inconcluso, y los dos pórticos laterales del patio siguiente, fueron construidos por el faraón conquistador Sheshonk I (945-924 aC), fundador de la Dinastía XXII. 
El intendente de Sheshonk I dejó memoria, en una estela de Silsileh, de las obras llevadas a cabo en Karnak: “Su Majestad ordenó construir un pilono muy grande... para embellecer Tebas... y hacer un patio de Hebsed para la casa de su padre, Amón-Ra, rey de los dioses, y rodearlo de una columnata”. Pero las obras nunca acabaron, lo que explica que el pilono norte llegó solo a las 32 hiladas de sillares, mientras que la sur, sí acabada posteriormente por Nectanebo I, alcanzó las 45 previstas hasta los 31,65 metros de altura. La cantería de ambos paramentos quedó también inconclusa, salvo en el interior de las puertas, y desprovista de los usuales bajorrelieves, inscripciones y colosos.

Dromos y puerta principal del templo de Amón-Ra, de la época de Nectanebo I.


La primera puerta da acceso a un gran patio porticado, una sala hípetra a cielo descubierto, llamada por Champollion “La Grande Cour du Palais”, de 100 metros de ancho por 82 de fondo, en la que se alzan varios edificios construidos entre fines de la Dinastía XVIII y la época ptolemaica, más 12 columnas. 
Nada más entrar, muy cerca del pilono, se encuentra a la izquierda, al noroeste del patio, un templete del faraón Seti II y a la derecha, pero al final del patio, otro de Ramsés III. Estos dos templetes tenían la función de ser capillas de descanso para las embarcaciones sagradas de la tríada tebana que, en la época de su construcción, eran externas al templo. 
La capilla de Seti II tiene la forma de una casa de planta rectangular y paredes en talud, con tres puertas y tres estancias incomunicadas entre sí y sólo iluminadas por las puertas, cuyos relieves indican que la estancia del oeste correspondía a la barca de Mut, la del centro a la de Amón, y la del este a la de Jonsu, mientras que los nichos de la pared del fondo cobijaban estatuas del faraón. El grueso muro de la fachada está flanqueado por resaltes ribeteados de molduras de toro y coronado por un toro y un caveto como si fuese un pilono.

Capilla Tripartita de la Barca de Seti II en el Templo de Amón.

La capilla de Ramsés III está en el extremo opuesto del patio, en sentido transversal, y es mucho más grande (60 metros de largo) y suntuosa que la anterior, reproduciendo su distribución el prototipo del templo del Imperio Nuevo: dos colosos, pilono, patio, vestíbulo, sala hipóstila y santuario tripartito para alojar las tres barcas sagradas (nuevamente de Mut, Amón y Jonsu). Los dos colosos figuran a Ramsés III, hoy descabezado, con bajorrelieves bélicos en los que vence a los ‘Pueblos del Mar’ y a los nubios.

Pilares osíricos de la capilla de Ramsés III.

En las jambas de la puerta o pilono, la titulatura regia alterna en franjas horizontales con cestillas portadoras de tres signos jeroglíficos: el “uas[2]” (prosperidad), el “ankh[3]” (vida) y el “djed[4]” (estabilidad). Unos pilares osíricos con las coronas del Alto y del Bajo Egipto representan en efigie a Ramsés III soportando el arquitrabe con la inscripción: “El ha hecho la Casa de Ramsés, soberano de Heliópolis, en la Casa de Amón, toda nueva en piedra blanca, perfecta, sólida”.

Continuamos en el primer patio porque hay tres puntos que me gustaría comentar, son los que os muestro en la foto: 
1- Columna semiacabada
2- Relleno del pilono de Horemheb
3- Representación de Amón

1- Columna inacabada
Si nos fijamos a ambos lados del primer patio hay una columnata, tras la cual se encuentran los muros. Esta columnata se remonta a tiempos de la dinastía XXII (en pleno tercer período intermedio) y fue construida por el faraón libio Sheshonk I. 
Es curioso observar que no todas las columnas están terminadas, la última columna no está acabada y nos permite adivinar cómo fueron construidas esas columnas, a base de unir diferentes bloques que posteriormente eran rebajados y nivelados.
Junto al primer pilono se puede apreciar que el pilar 'in antis' (es decir, el de base cuadrada pegado al pilono) tampoco fue terminado

2- Relleno de los pilonos
Algunos de los pilonos del templo de Karnak fueron rellenados con bloques procedentes de construcciones más antiguas.
Del relleno de algunos pilonos, como es el caso del segundo, el que nos ocupa, se pudieron reconstruir las capillas que actualmente se encuentran en el Museo al Aire Libre de Karnak. Como ejemplo, aquí tenéis una foto de una abertura que existe en el segundo pilono donde se puede ver que está relleno de bloques más antiguos...

3- Rara imagen de Amón
Tras la columnata de Sheshonk I se encontraba el muro de cierre del patio. Pues bien, este muro está completamente libre de inscripciones excepto la que se muestra en la foto, en la que se puede ver al dios Amón representado como una mesa de ofrendas, frente a él se encuentra el faraón, cuto nombre, dentro de un cartucho, es per-aa... 
La inscripción no es excesivamente grande y además está a unos tres metros de altura, más o menos hacia la mitad del muro (justo detrás de donde empieza la capilla de Seti II)...

Al fondo del patio hay un vestíbulo y la siguiente puerta o segundo pilono, iniciados ambos por Horemheb, el faraón de tránsito de la Dinastía XVIII a la XIX, y terminados por los faraones de esta Dinastía, Ramsés I y Ramsés II, que no tuvieron reparo en usurpar las cartelas de su antecesor. Este gran pilono fue salvado, como otros muchos monumentos del conjunto Karnak-Luxor, cuando estaba a punto de ocurrir su demolición. El arqueólogo francés Georges Legrain escribe: “En 1843 la obra devastadora continuaba aún y Selim Pachá, gobernador del Alto Egipto, reanudaba el expolio de las ruinas de Tebas, donde ya nueve templos o pilonos habían desaparecido para satisfacer necesidades del gobierno”. Afortunadamente lo salvó la intervención de los diplomáticos europeos poco después.


Columna umbelífera del faraón Taharqa

La segunda puerta está flanqueada a la izquierda por una de las columnas del faraón nubio Taharqa, una columna umbelífera que le usurpó Psamético I
Champollión apuntó: “En el centro del Gran Patio del Palacio existían doce columnas, o mejor, doce imitaciones a gran tamaño del amuleto (uadi), para servir de soporte a las sagradas enseñas de Amón y del Rey que habitaban en el edificio. Se debe observar, en efecto, que estas construcciones no tienen en modo alguno el galbo de una columna, sino que son más alargadas, más estrechas por debajo de la campana”. 
Frente a la segunda puerta también hay esfinges criocéfalas[5] (similares a las del dromos) y dos estatuas de grandes dimensiones de Ramsés II, la mayor de las cuales, en la cara norte, fue usurpada por el faraón Pinegem (Pinedyem) I, y una de Ramsés III.

Estatua del faraón Pinegem I, de la XXI Dinastía (1504-1032 a.C.), reutilizando una estatua de Ramsés II.

El templo continúa en la gran sala hipóstila, comprendida entre el segundo y el tercer pilono. Varios faraones se sucedieron en su construcción: Amenofis III mandó erigir el tercer pilono y las 12 columnas de la nave central que sostienen los arquitrabes; Ramsés I comenzó la decoración, que fue continuada por Seti I (el ala norte), Ramsés II (el ala sur) y sus sucesores. 
La monumental sala hipóstila mide 102 metros de ancho por 53 metros de largo y está compuesta de 134 imponentes columnas de hasta 23 metros de altura, que simbolizaban el pantano primordial del cual surgió la vida en Egipto, dejando poco espacio intercolumnas, salvo en la nave central y la transversal, algo más amplias para facilitar las procesiones. Se iluminaba el interior de la sala mediante los anchos ventanales abiertos sobre los arquitrabes, cerrados por celosías, que aprovechaban los desniveles de altura.

Sección transversal de la Sala Hipóstila de Karnak.
Sala hipóstila del templo de Amón-Ra en Karnak.
Las enormes basas son cilíndricas, sin molduras ni decoración.
Los fustes están formados por once o doce tambores de alturas desiguales, partidos verticalmente en dos segmentos, y aún conservan las inscripciones que revelan el nombre de las divinidades a las que el faraón oraba y consagraba ofrendas, y algunas aún mantienen restos de la pintura original. En las columnas de la nave central el ancho tambor medio ostenta un relieve dividido en tres cuadros y en cada uno de éstos el faraón rinde culto a dioses y diosas, en su mayoría los de la trinidad tebana, Amón, Mut y Jonsu.





Pero el faraón varía: Ramsés II aparece en los dos cuadros que gozan de mejor visibilidad para quienes caminan por la nave central; en cambio, en el tercio menos favorable, el que mira a las naves laterales, aparece Ramsés IV.

Ramsés II es también el más favorecido en las cartelas esculpidas en las columnas, arquitrabes y cornisas. Estos relieves representan a ambos faraones desempeñando sus funciones de reyes-sacerdotes, tanto en los actos del culto diario, desde la apertura del naos por la mañana al cierre y sello de su puerta al caer la noche, como en las solemnidades rituales propias y exclusivas del rey: la coronación, el jubileo del Hebsed, las apariciones y conversaciones con los dioses o las muestras del favor de éstos, junto a la más importante de las festividades, la fiesta del Apet, una procesión en la que la trinidad tebana visitaba el templo de Luxor y los monumentos sepulcrales regios de Tebas Oeste, al otro lado del Nilo.

También vemos ya un importante símbolo que se nos aparecerá por doquier a lo largo de nuestro viaje: la Cruz Egipcia. Comienza aquí una interminable lista de analogías entre la religión egipcia y la cristiana, muchas de las cuales se nos manifiestan de forma evidente en estos días. “El Ank, cruz Ankh, cruz egipcia, cruz de la vida, cruz ansata, la llave del Nilo, cruz copta, cruz cíclica, cruz de Isis…era portado por muchos dioses en su mano. Emblema de Isis, Thot y Ptah en los monumentos egipcios. Cruz de la divinidad y lo ilimitado. Símbolo de la vida y de contener la sangre de Isis, se le atribuyen grandes virtudes mágicas, por lo que fue fabricada en muchas veces en piedras encarnadas, jaspe o ágata. En el momento de la creación, el poder divino porta el Ank, abre las puertas del año, preside e inaugura las ceremonias rituales asociadas con la vida, la muerte y la vida después de la muerte. Conecta el tiempo de los humanos con la eternidad. Se asemeja a una llave no sólo usada por dioses y diosas sino también por sus representantes. Su bóveda superior se correspondería con el tiempo cíclico, su barra horizontal con el tiempo rectilíneo (pasado, presente y futuro) y el trazo vertical o tallo sería la estancia de los muertos. La bóveda también se relaciona con la gestación del Universo, la creación, lo intangible, el resto con lo material, lo humano, unidos por la llave de un Dios encarnado. Amuleto de buena suerte y protección frente a energías negativas.  Controla las aguas subterráneas del Nilo o también sea representación de su curso (tallo) y sus ramificaciones previas a la desembocadura. Donadora de energía vital: aire, respiración, vida, origen sagrado de la vida. Importante papel en la meditación egipcia, donde se alude al Ank de luz”.

Los capiteles papiriformes (forma de papiro) son de dos tipos, los de las columnas mayores son abiertos (o campaniformes), y los de las columnas menores son cerrados. Coronan las columnas ábacos prismáticos, los mayores con una circunferencia de casi 15 metros, con lo que podrían caber unas 50 personas de pie. 
Los arquitrabes de la nave central y de las dos contiguas a uno y otro lado de la misma son paralelos a sus ejes longitudinales, señalando la dirección del camino procesional, mientras que los arquitrabes de las demás naves son transversales a las primeras, conduciendo así a ellas. El arquitrabe del lado sur de la nave central lleva una inscripción en dos líneas; la inferior ofrece la dedicatoria de la Sala Hipóstila: “Él ha hecho un santuario espléndido, el Ramsés-Merit-Amón, en la Casa de Amón, delante del Ipet-Sut”, lo que significa que el recinto era una antesala del Ipet-Sut, el templo de Amón en sentido estricto, y no parte de éste, que tenía su entrada en el cuarto pilono.
Cuatro tipos de columna egipcia. El de Karnak es campaniforme.


Los muros laterales de la sala hipóstila están repletos de inscripciones de Seti I en el lado norte, en un bajorrelieve ligeramente realzado, y de Ramsés II en el sur, en un bajorrelieve ligeramente rehundido, contraste que ha despertado distintas conjeturas, siendo la más probable que usurpara los relieves de su padre, Seti I.


La temática de las inscripciones es muy variada y es una fuente de información muy valiosa. Tácito cuenta en sus Anales (Libro II, LX) un episodio de la vida de Germánico durante su estancia en Egipto, en una visita a los templos de Tebas, en la que un anciano sacerdote le tradujo aparentemente algunas de estas inscripciones:
‹‹Visto después los grandiosos vestigios de la antigua Tebas, donde para ostentación de su primera grandeza permanecen todavía los soberbios obeliscos, y en ellos esculpidas letras egipcias en que se hace mención de la primera opulencia de esta ciudad, y mandándole a uno de los sacerdotes más viejos que las interpretase, refería haber habido un tiempo en ella setecientos mil hombres de tomar armas, y que con este ejército conquistó el rey Ramsés la Libia, Etiopía, los medos, persas, bactrianos y escitas, y cuanto habitan los siros, los armenios y sus vecinos los capadocios; extendiendo de allí el imperio hasta los mares de Bitinia y de Licia. Leíanse aún los tributos puestos a aquellos pueblos, el peso de la plata y del oro, el número de las armas y los caballos, el marfil y los aromas, dones de los templos; lo que cada nación pagaba de granos y de todos los muebles (…).››

Seti I relata sus campañas militares en los relieves del lado exterior del muro norte, con inscripciones jeroglíficas sobre los enemigos y los aliados leales, representados con una minuciosa caracterización antropológica, así como los accidentes geográficos relevantes como ríos, oasis y bosques (particularmente interesantes son los de los cedros del Líbano), todo, en fin, cuanto puede contribuir a una precisión descriptiva que culmina en de los extranjeros con un rigor admirable.



Tras la escena de ofrenda a los dioses hay una serie de representaciones,  en rojo podemos ver la parte trasera de la representación de la ofrenda, en verde una representación de la Masacre del Enemigo realizada frente a Amón y por último, en azul, un listado de los nombres de las ciudades o pueblos conquistados.


A la derecha del cuadrado azul, es decir, a la derecha del listado de ciudades ya están las jambas de la puerta de entrada a la sala hipóstila, en ellas se muestran ofrendas del faraón a los dioses que 'salen' de la sala hipóstila...
En la parte superior una ofrenda de lechugas del faraón a Min y a Isis. En la parte inferior, una ofrenda del faraón a Amón y Jonsu. 
Las acciones terminan en dos grandes cuadros, a los lados de las puertas, con una misma escena: la masacre de los prisioneros a los pies de Amón. El tono de la descripción es más o menos éste: 
“Año I del Rey del Alto y Bajo Egipto, Men-maat-re. Destrucción que la poderosa espada del faraón realizó entre los vencidos de Shasu (beduinos de Palestina), desde la fortaleza de Zolu (en la frontera egipcia del Sinaí) hasta Pa Kanana. Su Majestad marchó contra ellos como un león de penetrante mirada, haciendo de ellos cadáveres en sus valles, revueltos en su propia sangre, aniquilados. Cada uno que escapa de sus dedos dice: Su poder sobre los países lejanos es el poder de su padre Amón, que le ha otorgado una valerosa victoria sobre todos los países”.


A pesar de que es una pared que corresponde a Seti I, los cartuchos fueron posteriormente usurpados por Ramsés II.
Una de las representaciones más importantes que se encuentran en esa pared, y es la que os muestro en la fotografía que adjunto.

La figurita que está detrás del carro de Seti I, fue tapada con yeso y encima pusieron la figura de Ramsés II. Durante bastante tiempo se creyó que eso era una prueba de que antes de Ramsés II había existido otro heredero al trono. Pero actualmente se sabe que no es así, ya que la figura original ha sido identificada como un tal Mehy, "Portador del abanico" y "Líder de las tropas". El hecho de que su figura fuese sustituida por la de Ramsés II indica que éste se había convertido en heredero al trono.
Por su parte, los relieves de Ramsés II en el exterior del muro sur están peor conservados, al parecer por la mayor humedad y frecuencia de inundaciones del río en ese lado. Quedan retazos de de tres franjas, compuestas de modo semejante a las de Seti I en el muro norte, que muestran, la primera las conquistas del faraón, la segunda su retorno victorioso, y la tercera su llegada al templo para hacer entrega del botín y de los vencidos al dios Amón. A los lados de las puertas los cuadros finales vuelven a mostrar la matanza ritual de los prisioneros.

Las lagunas de los textos de Ramsés II se pueden completar con las numerosas copias que mandó hacer en Luxor, en
el Rameseum y sobre todo en Abu Simbel, y son el mayor ejemplo temprano de propaganda política, por la que el faraón se presentaba a sí mismo como un guerrero invencible en sus luchas con los hititas, especialmente en la gran batalla de Kadesh. El final de esa guerra con un tratado de paz se refleja en el muro de Karnak, junto a la representación de la batalla de Ascalón: “No habrá hostilidades entre ellos, nunca más. Si otro enemigo viene contra las tierras de Usermare-Setp-n-Re, gran soberano de Egipto, y éste manda aviso al gran jefe de Kheta [el reino hitita] diciéndole: Ven a mi lado como refuerzo contra él, el gran jefe de Kheta vendrá y el gran jefe de Kheta reatará a su enemigo. Pero si el gran jefe de Kheta no tiene deseos de venir, enviará a su infantería y a sus carros y retará a su enemigo”.

El interior de los muros de la Gran Sala Hipóstila muestra escenas de rituales como el de la fundación, procesiones (transporte de la barca sagrada de Amon-Ra) y el rey junto a los dioses otorgando ofrendas. La Zona Sur fue decorada por Ramsés II con relieves huecos. En la foto faraón Ramses vierte incienso al paso de la Barca Solar de Amón. El recipiente es dibujado de forma repetida para recrear la idea de movimiento.
Los muros exteriores muestran escenas de batallas, expediciones militares de Seti I (zona norte) relatando las campañas de siria y de Palestina contra libios e hititas y Ramsés II (zona sur) en Palestina, incluida la batalla de Qadesh. Al final de cada campaña se consagran los trofeos a la tríada tebana cerca de las puertas.

La Batalla de Qadesh: Conocemos esta batalla gracias a fuentes literarias y arqueológicas, pues el faraón Ramsés II lo convirtió en el tema principal de su reinado; en todos sus templos existen relieves narrando dicha batalla. ¿Contra quien luchaban? contra los Sirios, en especial contra el mayor enemigo para Ramsés, el Hitita Muwatalli; hay que tener en cuenta que en esa época, Palestina estaba ocupada por los egipcios. La estrategia del rey hitita para acabar con la ocupación, era de lo más simple; consistía en rodear y aislar al ejército de Ramsés. Para despistar a las tropas egipcias, los hititas enviaron falsos desertores, que se apresuraron a confesar que su ejército estaba desplegado cerca de Alepo. Pero mintieron, el ejército egipcio se dirigió hacia allí, los hititas dejaron pasar al faraón con su guardia y esperaron a que el primer batallón se situara cerca de Qadesh. Entonces asaltaron al segundo batallón y cerraron el cerco a posibles refuerzos. En pocos minutos, la mayoría de los egipcios quedaron aniquilados. Ante semejante situación, Ramsés no vio más salida que lanzarse a la batalla, pero cuando todo lo tenían perdido llego un destacamento especial, los Nearin, que salvó al ejército de una muerte segura. Aun así, Ramsés II no consiguió ni tomar Qadesh ni derrotar al ejército hitita, pero para su pueblo era el vencedor, y así lo relata el poema de Pentaur que compuso el escriba principal del soberano. Ramsés II y el rey hitita Muwatalli firmaron un tratado de paz después de 17 años de sucesivas guerras, en el que se comprometieron a que ni en el futuro ni sus sucesores entrarían más en conflictos; de hecho el rey hitita puso a disposición de Ramsés el matrimonio con una de sus hijas. 
Tras tantos años de guerra entre hititas y egipcios, se escribió muchísimo sobre vencedores y vencidos, y claro esta cada uno de ellos lo contó a su manera. Ramsés II dejo constancia de su victoria en el Papiro de Pentaur, escrito por el escriba personal del monarca, mientras que la batalla interpretada por los hititas, es muy diferente. Los archivos de Muwatalli, descubiertos en su capital Bogazkoy, proporcionan una versión más real de lo ocurrido. Narran que solo participaban en la ofensiva los carros de combate, que la infantería quedo aislada en la orilla del Oronte, detrás justo de Qadesh y que el pánico de Ramsés al ver tal multitud de enemigos permitió a los hititas romper el frente egipcio y saquear el campamento. Cuando los Nearin acudieron en busca y ayuda de Ramsés también quedaron rodeados y tuvieron que retroceder hasta el río. Otros escritos dicen que al final, llegaron a un acuerdo por el bien de sus pueblos y así firmaron el tratado de paz.
Relacionada con la sala hipóstila, aunque se halla hoy fuera de ella, tenemos una obra pequeña pero relevante. La capilla blanca fue construida por Sesostris I (Jeperkara Senusert, Senusret faraón de la XII dinastía) con motivo de haber cumplido treinta años de reinado, y para el festival del sed.
Probablemente su construcción fue para albergar la barca real. Entonces sita donde después se construyó la sala, ha sido recuperada del interior del tercer pilono, para el que se utilizaron sus ladrillos y piezas de caliza como material de relle­no durante el reinado de Amenhotep III en la XVIII Dinastía. Hoy, nuevamente reconstruida por los arqueólogos franceses en un espacio exterior, este templete puede considerarse tanto por su diseño como por su decoración un ejemplo típico de la arquitectura egipcia del Imperio Medio y es tal vez la obra más antigua conservada de Karnak.
Capilla ‘blanca’ de Sesostris I.

Es de planta cúbica, construida con un riguro­so sistema de pilares y estructu­ras adinteladas de líneas puras y unas proporciones muy equilibradas, y sus paredes están decoradas con bellos relieves del faraón y de las divinidades egip­cias. 
Se alza sobre un podio de planta cuadrada al que se accede por dos escaleras contrapuestas, de ocho peldaños bajos separados por una rampa central en cada una de ellas, encajadas entre dos pretiles de tope redondeado. 
Las dos fachadas principales tienen cuatro pilares; los del centro hacen de jambas de las puertas y los de los ángulos contribuyen con aquéllos a enmarcar dos ventanas de alféizar redondeado. En las dos fachadas laterales falta la puerta, reemplazada por una ventana. Las paredes están rematadas por tres arquitrabes, enmarcados por un toro y coronados por una cornisa en forma de gola. 
En el interior hay cuatro pilares iguales a los del exterior y, entre ellos, el pedestal de alabastro en que se supone que era depositada la barca de Amón durante las procesiones, un nuevo uso que permitió que sobreviviera la capilla largo tiempo, pues su función original era la de cobijar el estrado para la fiesta del Sed (el primer jubileo, a los 30 años del inicio del reinado del faraón). El disco solar alado preside desde el centro de los arquitrabes todos los jeroglíficos y relieves que adornan las paredes y que ofrecen un magnífico ejemplo de la conjunción de unos y otros y de la conciencia que el Imperio Medio tiene del gran valor ornamental de la escritura.
En los pilares aparece Sesostris I junto a Amon, en ocasiones en forma itifálica, y con otros dioses como Anubis, Thot, Ptah, Horus, Montu y Amonet.
Los textos que acompañan los relieves dan los títulos y epítetos del rey y las deidades. El detalle de las figuras es realmente sorprendente; los pliegues de los faldellines y las inusuales capas están cuidadosamente representados.

Los jeroglíficos están todavía más trabajados. A pesar de que apenas quedan restos de pintura, cada uno de ellos es una obra de arte en sí mismo, una diminuta obra maestra realizada sobre la más delicada caliza.


En el tercer pilono, Originalmente construido por Amenhotep III - 1390 a.C. a 1352 a.C. Modificado por Amenhotep IV / Akhenaton - 1352 a.C. a 1336 a.C.) Modificado por Seti I - 1294 a.C. a 1279 a.C.
La decoración glorifica el jubileo (Heb-Sed), Festival de Amenhotep III y presenta al rey y la barca sagrada del dios en un viaje al festival de templo de Luxor. En un principio, algunas escenas muestran el hijo del rey acompañando a su padre, pero estas representaciones de un joven Amenhotep IV / Akhenaton fueron desfiguradas después.
Medidas: Pilón 28m de altura. Hoy desmochado, se reproduce gran parte de la nave de 60 metros de eslora en que viajaban la custodia y la imagen de Amón, y la nave aun mayor, impulsada por pértigas, que remolcaba a la nave anterior.

El templo prosigue, atravesando el tercer pilono, en un espacio cuadrado que marcaba el punto de encuentro de los ejes sagrados del mundo: aquí el eje celeste se cruzaba con el eje terrestre y este encuentro se marcó con cuatro obeliscos que mandaron levantar Tutmosis I y Tutmosis II, dos cada uno, pero de los que hoy sólo queda uno de Tutmosis I, con 23 metros de altura y un peso de 143 toneladas.

Veamos algunos dibujos y jeroglíficos traducidos por Juan Velasco, pertenecientes a este obelisco.


"Algunos especialistas modernos ofrecen una teoría para la colocación exacta de los obeliscos egipcios: ante el lugar elegido para su levantamiento se fabricaba una rampa de arena y barro por la que se dejaba caer lentamente el obelisco, orientándolo hacia el lugar elegido con una serie de cuerdas que tensaban o frenaban la caída según se precisara. Abajo se construía un grueso muro se contención con varios canales en su interior ara que fluyera la arena desalojada, y que funcionaba de tope mientras que se tensaban las cuerdas que hacían ascender el obelisco." 

Este gran espacio cuadrado era el Ipet-Sut, el templo de Amón en sentido estricto, pero hoy apenas quedan ruinas. En el Imperio Medio contenía un edificio de caliza blanca sobre cuyo eje se sucedían tres capillas consecutivas, todas con sus umbrales de granito rosa,  la última de las cuales debió de ser el santuario primitivo, el edificio con el que se inició el templo de Karnak, en el que se hallaba el pedestal de alabastro de la sala principal o naos, con una inscripción de Sesostris I de la que subsisten sólo fragmentos. Este templo inicial del Imperio Medio se conservó hasta el reinado de Hatshepsut, una inscripción de la cual nos informa que lo precedía una sala de festivales, probablemente hipóstila. Delante de la misma, Hatshepsut edificó un templo de planta rectangular con muchas estancias interiores. El centro del nuevo templo fue reformado por su sucesor Tutmosis III, instalando el que fue probablemente la sala central del santuario hasta la época de Alejandro Magno, cuando el ya milenario sancta sanctorum fue reemplazado por el ahora existente, una capilla construida en honor de Filipo Arrideo (323-317 aC), hermanastro y breve sucesor temporal de Alejandro Magno, decorada con relieves que reflejan la habilidad de los reyes macedonios en congraciarse con la religión egipcia a fin de legitimarse como faraones legítimos. Esta herencia la asumieron después los restantes faraones de la dinastía tolemaica y más tarde los emperadores romanos, lo que explica que la naos de Arrideo se haya conservado excepcionalmente bien.


Entre el cuarto y el quinto pilono, construidos ambos en la época de Tutmosis I, se encuentra un vestíbulo transversal, llamado antiguamente Uagit  (“el verdeante”), adornado en origen con grandes columnas. Aquí Tutmosis I y Hatshepsut mandaron levantar sus dos obeliscos, de los cuales sólo permanece uno entero, aún más alto que el de Hatshepsut en el espacio anterior. Hay también los Pilares Heráldicos de Tutmés III, con los relieves de los papiros representativos del Bajo Egipto y los lirios del Alto Egipto, que sostenían el arquitrabe de la llamada Sala de los Anales, en el que se relatan las campañas del faraón y se inventarían las ofrendas del botín que había hecho al templo de Amón; columnas de pórticos hoy demolidos; estatuas osíricas de los faraones de la dinastía ramesida; y un coloso de Amón y otro de Amonet con el sensual estilo post-Amarna.

La sala hipóstila.
Thutmose I encargó a Ineni las obras en el Ipetsut y así se inicia la gran remodelación del Templo de Amón llevada a cabo durante la primera mitad de la Dinastía XVIII. Comenzó construyendo una sala hipóstila de no muy grandes dimensiones (70 x 10m) a cuyos extremos más anchos situó dos pilonos. Desde Hatshepsut, o quizás desde el reinado de su padre, a esa sala hipóstila se la denomina Uagit, palabra derivada de Uad que significa columna papiriforme y también verde, como la palma de papiro, planta cuya forma reproduce el jeroglífico. Hoy sólo quedan parte de dos de las columnas, ambas situadas en el extremo norte de la sala, que eran de un solo tallo.
El techo del Uagit era probablemente de madera. Fue en esta sala donde Hatshepsut, en el año 16 de su reinado, hizo colocar dos impresionantes obeliscos de casi 30 metros de altura, conmemorando su Heb Sed[6]. Esta situación insólita de los obeliscos de la reina ofrecía enormes dificultades de erección y parece que la solución fue quitar el techo de madera e introducir las moles de piedra desde el Norte, colocando luego una nueva techumbre también de madera Thutmose III envolvió la base de estos obeliscos con un murete del que persisten restos, y sustituyó el techo de cedro de la reina por otro de piedra, dejando dos orificios por donde salían los extremos de los obeliscos. Fue también Thutmose III quien mandó erigir 12 columnas más, 4 al lado norte y 8 en el lado sur, algo diferentes de las de su abuelo, pero manteniendo la forma de papiro. Se cree que estaban recubiertas con una lámina de oro. Por último, su hijo Amenhotep II, también quiso dejar su huella en esta sala decorando las columnas con inscripciones, y afirma haber construido alguna de ellas en la parte Sur sin que ningún autor le dé crédito.
.Aunque no lo menciona en la estela, Ineni situó colosos osiriacos, símbolo de la eterna renovación dinástica, con la efigie de Thutmose I. Están adosados a los muros de la sala, y con ellos inició  la práctica de apostar estatuas en el interior de los edificios con estricta función arquitectónica. El rey aparece al norte del Uagit  con sudariom umiforme y tocado con la Corona Roja del Bajo Egipto, mientras que al sur lleva la Corona Blanca del Alto Egipto. En ambas representaciones lleva un anx en cada mano. Las figuras osiriacas de Senuseret I, hoy en el Museo de El Cairo, así como las de Thutmose III en la cara norte del Séptimo Pilono son del mismo tipo. Colosos como estos debía haber también en el templo funerario de Thutmose I, como se verá más adelante.
Esta sala hipóstila había sido adaptada para procesiones ceremoniales, pues Thutmose III estaba el Uagit  norte cuando la efigie de Amón le señaló en la procesión de un festival, eligiéndole como rey de Egipto. Según Barguet, se usaba para algunas de las celebraciones del Heb Sed y para la coronación, que se oficiaba en Karnak. Era en el Uagit donde se producía el momento cumbre de esta ceremonia, consistente en la imposición de las dos coronas sobre la cabeza del nuevo monarca.

El Pilono IV.
El situado delante del Uagit es el actual Pilono IV. Cuando se construyó se convirtió en la verdadera entrada del templo y en el límite del camino que iba a Luxor, en el eje Norte-Sur. Ineni afirma haberlo hecho de piedra de caliza, muy probablemente de Tura, una cantera de calcárea blanca situada cerca de la actual capital de Egipto, El Cairo. Es posible que el interior del pilono fuera de arenisca y que se recubriera con la calcárea antes mencionada. Hoy, salvo en el basamento, no queda nada de la piedra de Tura, seguramente por servir de cantera para otras construcciones. De este pilono partía un muro que rodeaba el recinto del Reino Medio por ambos lados norte y sur, cerrándolo a la altura de donde hoy comienza el Ajmenu de Thutmose III. El patio que creó con este cerramiento tenía una columnata de osiriacos del rey.

Los mástiles del pilono IV.
En la fachada del Pilono IV Ineni levantó unos mástiles de cedro coronados con dorados. El origen de estos mástiles se remonta a los estandartes que se colocaban en las capillas del periodo predinástico. Se incrustaban en la masa del pilono y permitían el ondear de las banderas, dando un impresionante aspecto a la entrada del templo.

El pilono V.
El actual Pilono V, mucho más pequeño que el cuarto, es el segundo edificado por Ineni. También estaba construido con arenisca y cubierto de piedra calcárea. Partiendo de él salía otro muro que rodeaba el patio del Reino Medio y corría paralelo al que salía del Pilono IV.

Los obeliscos.
Los obeliscos que Ineni hizo para el Ipetsut son una de sus obras más espectaculares. Se construyeron en granito de Assuán y se erigieron delante del Pilono IV. Su texto de dedicación dice: ‘El Horus Todopoderoso, amado de Maat, el Rey del Alto y Bajo Egipto Aajeperkara, imagen de Amón”. Es como un monumento suyo que ha hecho para su padre Amón Ra, señor de las Dos Tierras, para quien se erigieron dos grandes obeliscos a la entrada del templo con el piramidión de dorado. 
Hoy sólo permanece en pie el meridional, mientras trozos del septentrional yacen en el suelo. Su derrumbe es relativamente reciente, pues los viajeros del siglo XVIII vieron ambos en pie. Tiene una altura de 19,50 m y pesa alrededor de 143 Tn. encontrándose ligeramente inclinado. El significado religioso de estas construcciones está relacionado con el culto solar, al que se debe añadir una intencionalidad propagandística de la grandeza del faraón, como es el caso de Ramsés II que utilizó los obeliscos para narrar sus victorias militares. Tenían un carácter divino en sí mismos, por eso, Thutmose III deja en Karnak una fundación de panes para sus cuatro obeliscos. Eran también una ofrenda del rey a Amón Ra, y su erección era un acontecimiento celebrado por todos, como puede apreciarse en la representación de la fiesta de los obeliscos de la primera terraza del Djeser Djeseru de Hatshepsut. Pero en ningún caso los encargados de su construcción nos relatan cómo se llevaba a cabo todo el proceso, desde la extracción de la piedra hasta su definitiva erección. 
Habachi (1988), Engelbach (1923) y Chévrier (1970), han propuesto varias hipótesis sobre el complicado procedimiento que suponían estas construcciones. El propio Ineni nos dice que supervisó el levantamiento de dos obeliscos a la entrada del templo, así como su transporte en un espléndido barco que medía, en términos actuales, unos 60 x 20 m. Se ha calculado que los buques que cargan los obeliscos de Hatshepsut representados en la Primera Terraza de Deir el- Bahari, tenían unas medidas parecidas a las que hace referencia la estela de la TT 81. Debía tratarse de unas embarcaciones de enormes dimensiones que respondían al modelo característico desde el Reino Antiguo. Se trataba de cargueros de proa y popa curvas que no se hundían por su propio peso gracias a un cable que unía ambos extremos y ayudaba a mantener la torsión. 
Eran capaces de transportar pesos enormes, tal es el caso de las 700 Ton. de los dos colosos de Amenhotep III, de cuyo traslado fue responsable Amenhotep hijo de Hapu. El encargo de la construcción de obeliscos era algo muy importante para los funcionarios egipcios. Puimra, Senenmut y Menjeperaseneb  los construyeron y así lo hicieron constar en las inscripciones de sus tumbas y estatuas. En el caso de Ineni, parece que le incumbe más el transporte de las moles que su construcción, lo que queda demostrado por la extensión que dedica a su acarreo. Este testimonio aporta un interesante dato sobre la mentalidad del funcionariado egipcio, atento sobre todo a los aspectos organizativos más que a los creativos.

Obelisco intacto de Hatshepsut
Las inscripciones de este obelisco explican claramente los motivos de la reina para efectuar esta donación y también hacen hincapié en que cada obelisco se fabricó a partir de un sólo monolito de granito y de que fueron revestidos de dorado de primera calidad. En cada cara de los monumentos se empieza por indicar los nombres y los títulos de la soberana y a continuación se detallan aspectos diversos de la donación. Entre ellos destacan por la información que aportan las inscripciones de las caras oeste y este, pues en ellas se dice que los obeliscos fueron erigidos en honor de Amón en memoria de su padre Tutmosis I (aunque ésta, entre otras particularidades del texto, probablemente fuera un reflejo del intento de legitimizar el reinado de la reina).Al hablar de la soberana, las inscripciones se refieren a ella de manera alternada como hija y como hermana de Amón.
A continuación se reproducen los textos citados de las caras del obelisco:

Cara Norte:

Traducción
Horus, poderosa de Ka, dos damas fresca de años Horus de Oro divina aparición Rey del alto y bajo Egipto señora de las dos tierras maat-ka-ra. Su padre Amon ha establecido su gran nombre Maat-ka-ra sobre el árbol noble Ashet, sus anales son de millones de años unido a la vida, estabilidad y poder. Hijo de Ra imn-hmnt, amada de Amon-Ra Rey de Dioses construir este bello monumento de arenisca. Ella celebro para él el primer tiempo de la fiesta sed, a quien es dada la vida eternamente.









La cara oeste:
"Horus, El del Ka Poderoso; Dos Señoras, Florecientes durante Años, Horus Dorado, La Diadema más Diviña; Rey del Alto y del Bajo Egipto, Señor de los Dos Países, Maatkare. 
Ella construyó su monumento su monumento para su padre Amón, Señor de los tronos de los Dos Países, erigiendo para él dos magníficos obeliscos en la augusta entrada Amón, majestuosos plenitud.
[Sus superficies superiores} fabricadas de electrón fino, iluminan los Dos Países cual disco solar. Nunca nada semejante se ha llevado a cabo desde el principio del mundo. Hecho para él por el Hijo de Re, Hatsehpsut Jnenemet Amón cuya vida, como Re, será eterna.

 Cara sur
Horus, poderosa de Ka, Rey del alto y bajo Egipto Maat-ka-ra imagen brillante de Amon. Ella hizo aparecer como rey del alto Egipto sobre el trono de Horus dentro del lugar sagrado del santuario alimento a la divina eneada grande para ser señora del circuito del disco solar. Unieron ellos de vida, poder, alegrías enfrente de las vidas al hijo de Ra Imn-hmnt (Hatshepsut). Amada de Amon-Ra, Rey de Dioses, a quien es dada la vida como Ra eternamente.

Cara este:

"Horus, El del Ka Poderoso; Rey del Alto y Bajo Egipto, Maatkare, amado de Amón de Amon-Re. Su Majestad mandó inscribir el nombre de su padre en este monumento perpetuo. Por los favores concedidos al soberano  del Alto y Bajo Egipto, Ajeperkare {Tutmosis I}, por la Majestad de este dios {Amón}, por primera vez estos dos espléndidos obeliscos fueron erigidos por su majestad Pues así lo dijo el señor de los dioses: "Tu padre, el soberano del Alto y del Bajo Egipto Ajeperkare, mandó erigir obeliscos, {por lo que} su majestad multiplicará los monumentos y vivirá eternamente”.
Por otro lado, orgullosa, Hatshepsut, explica el por qué ordenó la realización de tamaño proyecto, en la base del obelisco completo e intacto Hatshepsut hizo inscribir el siguiente texto en 32 lineas, 8 lineas por cada cara:
"He hecho esto por amor a mi padre Amón (...) No podía dormir por causa de su templo (...) Estaba sentada en el palacio y me acordé de quien me había creado; mi corazón hizo que creara para él dos obeliscos de electro, de modo que sus piramidiones pudieran mezclarse con el cielo entre la augusta sala columnada entre los grandes pilonos de (Tutmosis I) (...). Cada uno es un bloque de duradero  granito sin junturas ni defectos. Mi Majestad comenzó a trabajar en el año 15 de reinado, segundo mes del invierno, día 1 y continuó hasta el año 16, cuarto mes del verano, día 30, lo que supone siete meses para extraerlos de la montaña (...) Que nadie que lea esto piense que es alarde, que más bien diga: "Cómo se parece a ella, la que es fiel a su padre"."
Detalle de la base del obelisco con el texto inscrito de Hatshepsut

El piramidión
Tras la muerte de Hatshepsut, aunque no inmediatamente, su sucesor Tutmosis III, hizo que los obeliscos de su antecesora quedaran atrapados y semi ocultos tras los altos muros y construcciones que el realizó, pero lo único que consiguió fue protegerlos. Es decir, Tutmosis III dio su aspecto definitivo a esta sala, rodeando los obeliscos con un muro alto y macizo, unido al quinto pilono mediante dos paredes en cada una de las cuales se abría una puerta, formando así una especie de antecámara. Tutmosis III también construyó varios obeliscos los cuales fueron trasladados a diferentes capitales occidentales tales como Roma, Londres, Nueva York o Estambul.
  
Obelisco de Hatshepsut, izquierda y obelisco de Tutmosis I, derecha

Tras el patio, la Capilla de la Barca Sagrada, de granito rojo, dividida en dos salas, la exterior, en donde se presentaban ofrendas ante el dios y la interior destinada a guardar su barca.
Todos los años en verano, el Nilo crecía y abandonaba su cauce para fecundar su amada, la tierra de Egipto. Amón, que residía en el Templo de Karnak, salía de su morada portado a hombros de sus miles de Sacerdotes hasta el río, donde navegaba hacia la morada de su mujer, la diosa Mut, en el templo de Luxor. El resultado de la unión es Jonsu, dios de la Luna, cuyo templo está detrás del de su padre, en Karnak, y la prosperidad de las cosechas para la tierra de Egipto. El camino de vuelta era terrestre, por el camino de esfinges de carneros.
Del Patio Central o del Imperio Medio no conserva ni una sola de las estructuras que en su día se alzaban en él. Tan sólo quedan los restos de un pedestal de alabastro sobre el que descansaba la capilla del santuario primitivo y dos bloques que rememoran una estructura anterior, posiblemente una de las cámaras contiguas a la capilla.

Detalle del techo de la capilla con el cielo estrellado

Sobrepasado el sexto pilono se penetra en el gran patio que se remonta al Imperio Medio (hay restos de la época de Sesostris I). El sexto pilono, que contiene la célebre lista de las naciones dominadas por Egipto (en su cara Oeste; en la parte Norte figuran las ciudades de Asia y en la parte Sur las de África). Se crearon nuevas antecámaras, prolongando los muros de unión entre el V y VI pilonos.  En estas cámaras, totalmente oscuras, se retiraba el dios Amón por la noche (imagen del mundo subterráneo). Sus muros laterales estaban perforados por puertas que comunicaban con los antiguos patios. 
La segunda de estas antecámaras en la que se conoce por “Sala de los Anales”, en razón de los textos históricos grabados sobre sus muros; en ellos se relatan las expediciones guerreras de Thutmosis III.  
El techo estaba sujeto por admirables pilares heráldicos que, en alto relieve, exhibían las flores emblemáticas del Bajo y alto Egipto (el papiro y el loto). El techo sostenido por estos pilares cubría una capilla de granito rosa para la barca sagrada. Esta edificación ocupó el lugar que anteriormente había utilizado la capilla roja de Hatshepsut. En esta misma sala es donde el rey erigió los dos célebres obeliscos construidos en electrum macizo, que tenían siete metros de altura y un peso de treinta y siete toneladas cada uno de ellos (ese botín fue arrancado del lugar cuando los asirios saquearon el templo en el año 665 a. de C.)   
Al final del patio, Tutmosis III levantó un edificio de grandes proporciones, el llamado Men-Khaper-Re-Akh-Menu, donde el nombre específico Akh-Menu significa “Brillante de Monumentos”, vulgarmente conocido hoy como “Palacio del Festival” o  “Sala de las fiestas”, una pequeña pero hermosa sala hipóstila sostenida por dos hileras de 10 columnas y una de 32 pilares rectangulares. Fue utilizada originariamente como escenario de la fiesta del Sed, en la que el faraón agradecía a los dioses de Egipto haberle otorgado un venturoso reinado.

Frente al portal de entrada hay dos colosos osíricos y dos pilares decaexagonales.

A la derecha del vestíbulo hay una serie de celdas paralelas, y a la izquierda la entrada a la sala hipóstila, dividida en tres altas naves centrales sustentadas por columnas, rodeadas de una nave continua, de techo mucho más bajo (para favorecer la iluminación), con un peristilo de 32 pilares que sostienen arquitrabes a los que se superpone una galería de ventanas bajas, abiertas entre los techos de las naves centrales y los más bajos de las laterales. 
Se ha señalado que este tipo de sala es al que Vitruvio denomina (VI, 8 s.) como “oecus Aegyptius”, contraponiéndolo al tipo llamado “Corinthius”.

Las columnas de la sala, iguales y de fuste liso, se ensanchan levemente a medida que ascienden, y las coronan unos capiteles separados del fuste apenas por un reborde a modo de collarino.

A continuación se encuentra el llamado “Jardín botánico”, constituido por un conjunto de salas, destacando las cuatro columnas papiriformes fasciculadas. Los muros están decorados sobre todo con relieves que representan de plantas y de animales de Egipto pero también de procedencia exótica, principalmente de Siria y de Palestina, donde el gran faraón guerrero Tutmosis III había emprendido numerosas campañas militares, o bien animales inventados, a guisa de un bestiario egipcio, que pueblan la Tierra de los Dioses. 
Entre las plantas se contemplan vides, crisantemos, mandrágoras, dragoncillos, iris, ninfeas y multitud de otros arbustos y matas.

Entre los animales encontramos terneros, gacelas, garzas, ánades, tórtolas, avutardas, gallinetas y otros pájaros, dominados por el halcón Horus, un dios bélico relacionado con el gran faraón guerrero. Se ha discutido mucho sobre la función de este sector del templo que no tiene equivalente en todo Egipto y la hipótesis más probable es que los antiguos egipcios quisieran representar en estas estancias la variedad de formas y de especies de la naturaleza, mostrando al propio tiempo su encuadre en un sistema ordenado, un paraíso, característica esencial del universo según la concepción egipcia. Una inscripción señala: “Año 25. Bajo la Majestad del Rey del Alto y Bajo Egipto, Men-Kheper-Re, que vive por siempre, plantas que su Majestad ha encontrado en el país de Retenu [Siria]... Todas las plantas extrañas, todas las flores que hay en la Tierra de los Dioses, que fueron encontradas por Su Majestad, cuando Su Majestad fue al Alto Retenu [montes del Líbano], para subyugar a todos los países, según el mandamiento de su padre Amón, que los puso bajo sus sandalias, desde este día y por millares de años...”.
Después de este espacio hay un ámbito reservado, al que sólo tenían acceso el faraón y los sacerdotes, que comprende una serie de estancias con patios menores.
Finalmente se llega al santuario, que se encuentra en el centro del templo, donde se guardaba la imagen sagrada de Amón-Ra. Como en el antiguo Egipto la construcción de los templos se iniciaba siempre por el santuario esto significa que Karnak se comenzó por el centro y se terminó de construir por las entradas al recinto.

En los "Anales" de Tutmés, inscritos en lo más sagrado del Ipet-Sut, hay constancia de lo que al respecto hizo el faraón: "Mi Majestad reunió para él bandadas de gansos que poblasen la pajarera del lago, para las ofrendas de cada día. Así mi Majestad le dio dos gansos cebados al día, corno dádiva perpetua para mi padre Amón...". Siendo pues así, pudieran tener razón quienes llaman "Escalera de las Ocas" a los peldaños de bajada al lago desde su borde.
Aquí comienza una serie de cuatro patios separados por otros tantos pilonos que enlazaban el templo de Amón con el de Mut, situado al sur de aquél. El Pilono VII, de Tutmés III, delimita un patio que se hizo célebre cuando en el año 1905 se hallaron en él 779 estatuas de piedra y unas 17.000 de bronce que los sacerdotes de los últimos tiempos ptolemaicos enterraron en fosas de catorce metros de profundidad. 
Junto a los colosos y obeliscos de Tutmés, hechos pedazos en su mayoría, el ala occidental del Pilono VII conserva una buena parte de la habitual representación del faraón sacrificando a una redada de prisioneros, en una grandilocuente relación de su campaña asiática. Los rostros barbados de los prisioneros, algunos de ellos vistos de frente, revelan su origen racial; son "los grandes de Retenu (Siria), de todas las montañas, de todas las tierras inaccesibles (o misteriosas)", como explica la inscripción acompañante. Ni qué decir tiene que Tutmés los arrolló sin contemplaciones.
Tutmosis III sujetando a sus enemigos vencidos. Séptimo pilono

Siguiendo el eje norte-sur, que se destaca del eje este-oeste a nivel del espacio comprendido entre el tercer y el cuarto pilono, se penetra en el patio denominado
“de la cachette” porque hacia1901-1905 el arqueólogo francés Georges Legrain descubrió un escondrijo en fosas de hasta 14 metros de profundidad, en el que los sacerdotes de Amón habían colocado, probablemente al final de la época tolemaica, diecisiete mil estatuillas de bronce y cerca de 779 grandes estatuas de piedra.

El “patio de la cachette” está delimitado al sur por el séptimo pilono a cuyo flanco se encuentra el lago sagrado, de 125 metros de largo por 77 de ancho, que simbolizaba el océano primordial, del que fue creado el mundo y en cuyas aguas alimentadas por el Nilo, según escribe Herodoto, nadaban las ocas consagradas a Amón y en especial una variedad más salvaje, los gansos (Chenalopex aegyptiaca) del Nilo.

En el ángulo noroeste del lago se encuentra el Escarabeo, que simbolizaba el renacimiento del sol tras su victoria sobre las tinieblas. El  monumento está dedicado al escarabajo, un animal divinizado por los antiguos egipcios como exponente del proceso de la creación cósmica: el escarabajo (kheper en egipcio antiguo), sinónimo de Re, el Sol naciente y poniente, pero significando también devenir o transformar, porque como los insectos experimenta una metamorfosis desde el huevo y la larva en la tierra, y como adulto amasa una esfera perfecta en que depositar sus huevos, una esfera que él hace rodar de forma comparable al movimiento diurno de la esfera solar entre el orto y el ocaso, un comportamiento que le hizo elegido por los egipcios para simbolizar el sol y a su encarnación en la tierra, el faraón, como se advierte en el nombre predilecto de Tutmés III, Men-Kheper-Re. El colosal escarabajo remata un monolito cilíndrico dedicado por Amenofis III al dios Toum de Heliópolis. El texto explica que el escarabajo representa a khepri, que se eleva de la tierra.


Lago Sagrado de Karnak.

En el lago, a partir del séptimo pilono, comienza una serie de cuatro patios delimitados otros tantos pilonos, hasta el décimo, que enlazaban el templo de Amón con el de Mut, situado al sur de aquél.
Junto a los colosos y obeliscos de Tutmosis, hoy fragmentados en su mayoría, el ala occidental del séptimo pilono conserva una buena parte de los relieves del faraón sacrificando a prisioneros asiáticos, cuyos rostros barbados, algunos de ellos vistos de frente, revelan su origen racial, confirmado por la inscripción: “los grandes de Retenu (Siria), de todas las montañas, de todas las tierras inaccesibles (o misteriosas)”. 
El Pilono VIII fue erigido por Hatshepsut, y el IX y X por Horemheb, siguiendo un eje curvado que va a tener una justa correspondencia en el templo de que hablamos a continuación.
Primero, hacia el Este, se hallan las ruinas del enorme templo construido por Amenofis IV (1370-1352 a.C.), antes de renombrarse como Akhenatón cuando abandonó Tebas por su nueva capital Akhet-Atón en Amarna. 
El octavo pilono es fácil de reconocer, sobre todo por los colosos que se encuentran delante, como el que os muestro en la foto, un coloso de calcita blanca construido en época de Amenhotep II.

La estatua de la izquierda fue construida en época de Amenhotep I pero restaurada en ápoca de Tutmosis III. Y si uno se fija, junto a los pies de la gran estatua se encuentra una más pequeña, es una estatua de Meritamon.
Parte trasera (norte) de la torre este del octavo pilono...

Esta pared del pilono se divide en dos registros que a la vez tienen dos escenas cada uno... yo os los he dividido en letras de la A a la D.

Las escenas A y B son muy similares. Nos muestran al faraón haciendo ofrendas a Amón, detrás del cual está la Gran Enéada (que no son nueve dioses sino muchos más).
No sé si se verá lo suficientemente bien, pero los cartuchos corresponden a Seti I... quien los usurpó de Hatshepsut, que como vimos fue la constructora de este pilono.


La escena C es un poco más interesante, nos muestra a Tutmosis II siendo llevado de la mano por Weret Hekau hacia Hathor mientras le da la vida. Detrás del grupo se encuentra la barca de Amón. Hathor da la bienvenida a Tutmosis II haciendo el gesto Nu. 
En la primera foto podéis ver toda la escena y en la segunda podéis ver a Hathor, donde creo que se pueden apreciar sus manos.

Vamos, por último con la escena D, que es la históricamente más significativa. Se puede ver a Tutmosis I (a la derecha) frente a la tríada tebana (a la izquierda). Entre el rey y la tríada se encuentra el texto en el que Tutmosis I, una vez fallecido, agradece a Amón que su hija Hatshepsut haya subido al trono. 
Los cartuchos de Tutmosis I fueron cambiados por los de Tutmosis II, probablemente en época de Tutmosis III.

La otra torre de la cara norte del pilono 8 es más complica que la que acabamos de ver aunque aparecen escenas parecidas a las que nos encontramos en otros lugares de Karnak.
Decir que probablemente todos los cartuchos que había en esta torre del pilono debían pertenecer a Hatshepsut pero fueron usurpados posteriormente.
Las escenas de esta torre están repartidas en tres registros horizontales, cada uno de ellos subdividido en varias escenas.

La primera escena (empezando por la izquierda) de este registro es similar a la que veíamos en la otra torre, se trata del transporte de la Barca de Amón por parte de los sacerdotes.

La segunda escena de este registro nos muestra a Seti I siendo acompañado por Montu, quien al mismo tiempo le acerca el símbolo de la vida a la boca.

En la tercera y última escena, Seti I es presentado por Weret Hekau a Amón y Khonsu. Mientras tanto, Thot, detrás de Weret Hekau, está escribiendo.

En el segundo registro hay cuatro escenas. En este registro se representan los rituales necesarios para que Ramsés III se presente ante Amón.

Ramsés II es coronado por Atum y Re-Horakhty.

Acompañado por Montu y Mut...

Ante la presencia de Amón.

El último registro. La gran particularidad de este registro es que el rey está encarado hacia la entrada del templo mientras que los dioses dan la espalda a la entrada del pilono. En general siempre el rey 'entra' en el templo y por lo tanto da la espalda a la entrada del pilono, y los dioses 'salen' del templo (su casa) y por tanto están encarados hacia la entrada. 
Este registro, aparte de esta peculiaridad, nos muestra únicamente escenas de ofrendas. Así, en las dos primeras escenas Ramsés III ofrenda (a) Maat a Amón (y detrás del rey se encuentra Mut) y (b) agua a Montu.
Las dos siguientes escenas (a la derecha de las anteriores) nos siguen mostrando ofrendas que hace el rey, en este caso (3.c) ofrenda vino a Mendes, y (3.d) incensa y hace libaciones a Amón, detrás del que se sitúa Khonsu. En estos dos casos, nuevamente el rey 'sale' del templo mientras que los dioses 'entran' en el templo.

En el último registro, la escena 3.e nos muestra a Ramsés III seguido por Thot ofrendando Maat a Re-Horakhty e Iusas. La escena 3.f nos muestra, en cambio, a Ramsés III, seguido de la personificación de Buto, ofrendando agua a Atum y Hathor.

En la última escena vuelven a aparecer escenas de ofrendas. En la escena 3.g Ramsés III, seguido por Weret Hekau, ofrenda un Festival Sed a Amón y Mut. 
En la escena 3.h Ramsés III hace una ofrenda a Onuris-Shu y Tefnut (La foto no alcanza a mostrar toda la escena).

Noveno pilono
Probablemente, lo más interesante de esta zona es el templete de Amenhotep II que se encuentra a la derecha.
Originariamente, este templo estaba en otro lugar y fue Seti I quien los transportó piedra a piedra hasta su emplazamiento actual. 
En una de sus paredes externas hay un interesante texto que nos habla de Piankh. Además, este texto nos relata uno de los oráculos de Amón, que es una de las características del estado teocrático que representaba Egipto en esa época.
El pilono 9, que es hacia el que nos dirigimos ahora y que vimos en una foto hace dos o tres post, es otro de esos ejemplos típicos de Karnak en los que se ve que cada faraón que se preciara hacía su remodelación, su usurpación o su adición.
El pilono fue construido en época de Horemheb, pero toda su cara sur (es decir, hacia la que nos dirigimos) fue modificada en tiempos de Ramsés II, de hecho, en la torre este (la de la derecha) nos encontramos con el texto del matrimonio del rey con la princesa hitita que adoptó como nombre Matneferure. En esta misma torre encontramos también un texto de Nerón
Por otro lado, en la torre oeste es de destacar el denominado 'decreto de Ptah'.
La cara sur fue también modificada por los ramésidas, especialmente por Ramsés II, pero también encontramos imágenes de Ramsés III y textos de Ramsés IV que posteriormente fueron usurpados por Ramsés VI. En la parte este del pilono hay también unas escenas en las que aparece el Primer Profeta de Amón Masaharta, hijo de Pinudjem I, del que hemos hablado ampliamente en el tema del Tercer Período Intermedio:
El décimo pilono, también erigido por Horemheb, se asoma al recinto externo del templo, desde el que se inicia un dromos de esfinges, nuevamente criocéfalas que une el templo de Amón con el de Mut; de aquí partía un segundo dromos con esfinges androcéfalas que unía Karnak con Luxor.
La puerta del pilono 10 os decía que da a la Avenida de las Esfinges, más concretamente a la Avenida de las Esfinges que se dirige al Templo de Mut (la que va directamente al Templo de Luxor sale de la puerta que está frente al Templo de Khonsu).

Sólo añadir que la puerta de este pilono es una verdadera demostración de los múltiples faraones que construyeron en Karnak y la gran dificultad que hay en datar algunos de los monumentos que se encuentran en el templo: 
1) Fue construida por Horemheb, quien añadió colosos, algunos de Amenhotep III.
2) Algunos de los colosos fueron usurpados por Ramsés II.
3) Seti II coloca una esfinge junto al coloso exterior este (o sea, el que está saliendo por la puerta a la izquierda)
4) Ramsés III añadió sus cartuchos en la base de las jambas.
5) Pedubastis I construyó una pequeña puerta en la parte de la puerta que da a la Avenida de las Esfinges.
6) Taharqa usurpó la pequeña puerta de Pedubastis.
7) Psamético II colocó su nombre en el interior de la puerta.

Esta Avenida está siendo restaurada en los últimos años, aunque la mayoría de esfinges están en mal estado. De hecho, hay un proyecto aprobado y, por tanto, firme, de restaurar toda la Avenida de Esfinges que está entre el Templo de Karnak y el Templo de Luxor. 
El templo de Jonsu o Khonsu es un magnífico ejemplo de la arquitectura religiosa del Imperio Nuevo. Su importancia para ser uno de los templos más estudiados y fotografiados radica precisamente en esta circunstancia y en encontrarse muy bien conservado dentro del santuario de  Karnak, Tebas.
El santuario de Karnak durante la era romana. Se identifica el templo de Jonsu.

El dios Jonsu formaba la triada tebana junto a Amón-Ra y a Mut. Dos divinidades "adultas" y una juvenil, la de nuestro dios. Era un dios lunar, protector de los enfermos y ahuyentador de los malos espíritus, que también se le relacionaba con la fertilidad de la Tierra y  con los nacimientos. En los relieves del templo se le puede ver representado de dos maneras: con aspecto de niño momificado con una coleta lateral y perilla o como halcón, pero en ambos casos coronado con una luna llena o en cuarto creciente.
Aunque se asume la forma de un pequeño grupo familiar, ni Mut es la esposa de Amón-Ra ni Jonsu es realmente su hijo. Más bien son tres divinidades locales, con orígenes diferentes, que fueron  asociadas utilizando un esquema de familia y que comparten espacio de culto en el santuario.
En concreto, la morada de Jonsu se encuentra en un pequeño templo situado en el ángulo sudoeste, aislado del resto de las construcciones del recinto. Se inició bajo el reinado de Ramsés III (1184-1153 a. C.), faraón de la dinastía XX, pero las obras no concluyeron hasta la época ptolemaica, por lo que muchos faraones dejaron su huella en las diferentes salas del edificio. 
Excavaciones realizadas en el subsuelo de diversas estancias hacen pensar en la existencia de construcciones anteriores. Taharqo, rey de la dinastía XXV (690-664 a. C.) le añadió un pórtico columnado de entrada delante de los pilonos del  que sólo queda el arranque de algunas columnas. 
Nectanebo I (380-362 a. C.) planificó un nuevo pilono unido al templo por una avenida de esfinges, pero no llegó a completarlo quedando sólo la puerta de entrada hoy conocida como de Bab el-Amara, que decoró con relieves Ptolomeo III (246-221 a. C.). 
En tiempos de este mismo faraón se le adosaron santuarios en la parte posterior y lateral (Opet). También se sabe que había una capilla del sol sobre el tejado a la que se accedía por unas escaleras desde la antecámara. El templo se conservó en relativo buen estado debido a que durante el cristianismo fue transformado en una iglesia cristiana, localizándose el altar sobre la mesa de la barca.

Puerta de Bab el-Amara
Hay un disco alado con un ureo a cada lado y está protegido por las alas del buitre. Debajo hay varias viñetas con escenas de ofrendas de los ptolomeos a diversos dioses y diosas así como, en ambos extremos, una representación de la carrera ritual del Heb Sed.


Empezando desde la izquierda de la foto, las imágenes que vemos son:
·       Ptolomeo III corriendo hacia Osiris-Onufris y Opet
·       Ptolomeo III seguido por la reina Berenice II ofrenda imagen de Maat a Khonsu y Hathor
·        misma escena que la anterior
·       Ptolomeo III corre hacia Osiris-Onufris e Isis

Quizá es curiosa la imagen de Hathor, más que nada por su corona... pero efectivamente se trata de la diosa, como podéis apreciar (aunque no se ve muy bien) en la ampliación que os muestro, donde puede verse su nombre.


En cada jamba de la gran puerta se encuentran cinco escenas, en las que Ptolomeo III se encuentra a diversas divinidades. 
En la Jamba Izquierda, y empezando desde arriba encontramos primero a Ptolomeo haciendo ofrenda de un pectoral a Ptah y Hathor.

Debajo, Ptolomeo III ofrenda un recipiente con ungüentos a dos formas diferentes de Khonsu.

Más abajo, Ptolomeo III ofrenda un collar 'Menat' a Rattawy y Harpócrates...

en la siguiente, Ptolomeo III hace una ofrenda de una paleta a Khonsu y Hathor

Por último, en el registro inferior, encontramos a Ptolomeo III consagrando ofrendas a Amón y Khonsu.
Es interesante observar cómo en todas estas escenas el faraón se encuentra a la derecha, queriendo decir que está 'entrando' en el templo por la puerta, siendo recibido por los dioses, que se encuentran en el interior del templo...

En la jamba derecha, las escenas son similares... empezando desde el registro superior encontramos:
Ptolomeo III haciendo una ofrenda de un collar a una curiosa imagen de Khonsu con cabeza de Ibis y a Nehemawat


Ptolomeo III hace una ofrenda de un vaso de ungüentos a dos formas diferentes de Khonsu...
La estructura básica de esta construcción era la típica de los recintos religiosos del Imperio Nuevo por eso se utiliza su planta y alzado para ilustra la estructura característica de los templos egipcios exentos. El edificio se articulaba en torno a una planta con un eje longitudinal que simbolizaba el río Nilo que atravesaba Egipto por la mitad. También estaba concebido de tal forma que la techumbre y el suelo de las salas se iban aproximando a medida que se penetraba en el interior, creando una disminución gradual de la luz hasta que todo quedaba sumido en la penumbra. Los muros y columnas del templo mostraban relieves y pinturas referentes a la triada tebana y a los faraones constructores. Fue decorado en distintos momentos.

Templo de Jonsu, planta y sección.


Su estructura comprende diferentes partes:
Una larga avenida de esfinges con cabeza de carnero que conducía hasta la entrada monumental del templo. Tenían la misión de vigilar y proteger el edificio.

Los pilonos, dos torres de sección trapezoidal en forma de talud a través de las cuales se accedía por una puerta adintelada al interior. Eran el símbolo del encajonamiento que tenía que salvar el Nilo para penetrar en Egipto y  de las montañas entre las que se elevaba el sol por el horizonte. En su parte exterior, había unas escotaduras en las que se colocaban cuatro astas de cedro con los estandartes del dios ondeando al viento. Las fuertes torres simbolizaban la seguridad mágica que el desorden no entrará en el templo. Se conserva muy bien la cornisa o gola. Sobre los pilonos se representa al general libio Pinudyem I, que gobernó el Alto Egipto a finales del Imperio Nuevo, junto a los dioses.
Una vez traspasado el umbral, se sucedían una serie de recintos, el primero era la sala hípetra o patio porticado en tres de sus lados. Las columnas están hechas con grandes sillares y son de capitel capulliforme. Su decoración fue encargada por Ramsés XI (1099-1069 a. C.) a Herihor, un antiguo general y gran sacerdote de Amon-Ra que después se convertiría en faraón de la XXI dinastía (sus cartuchos se encuentran sobre los ábacos de los capiteles).
La sala hipóstila ya era el primero de los espacios restringidos. Estaba cubierta y sustentada por ocho columnas campaniformes, plantas acuáticas que simbolizaban el pantano de la creación. Los arquitrabes y el techo tenían relieves y pinturas que representaban el cielo. Sobre los muros se reproducía la actividad del faraón como mediador ante los dioses, portando ofrendas o haciendo ritos en honor del dios Jonsu. La escasa iluminación contribuía al efecto mágico.

El santuario estaba situado al fondo y en él se encontraba la estatua del dios y todos los objetos relacionados con su culto. Se hallaba sumido en la penumbra. Tenía diferentes ámbitos, entre ellos la sala de la barca sagrada, los almacenes y la cella.

Comentario:
Testimonio de pasadas grandezas y de la eternidad de Tebas a pesar de los pesares; porque las causas de la destrucción de esta Casa de Dios, tal vez la más importante que el hombre haya levantado nunca al Creador, no han sido naturales, sino puramente humanas, demasiado humanas. El fanatismo y la ignorancia se han ensañado con Karnak y Luxor como con pocos monumentos del mismo género. Hasta fechas increíblemente recientes, las autoridades locales no han vacilado siquiera ante la pólvora para hacer más expeditiva su labor demoledora. El gran Pilono II, que antecede a la Sala Hipóstila, fue salvado por los europeos hacia 1840, en pleno trance de demolición.

"En 1843 -escribe Legrain- la obra devastadora continuaba aún y Selim Pachá, gobernador del Alto Egipto, reanudaba el expolio de las ruinas de Tebas, donde ya nueve templos o pilonos habían desaparecido para satisfacer necesidades del gobierno".



Fuentes.
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AA.VV. Historias de arte para Bachillerato de editoriales Algaida, Anaya, Edebé, ECYR, Santillana, SM, Teide,Vicens Vives...
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Baines, John; Málek, Jaromír. Atlas of Ancient Egypt. Phaidon. Nueva York. 1985 (1980). 240 pp.
Brotons G, Javier. [www.egiptologia.com/arqueologia/55-el-templo-de-karnak.html] Es la fuente principal para el templo de Karnak.
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Padró, Josep. Historia del Egipto faraónico. Alianza. Madrid. 1996. 484 pp.
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[1]   Un Dromos (nombre griego) es una avenida procesional, generalmente flanqueada de esfinges, prolongando, hacia el exterior, el eje de un templo para vincularlo a otro templo o a un embarcadero del Nilo.
El dromos rectilíneo de unos cuatro kilómetros que unía el templo de Luxor con el Gran templo de Amón en Karnak, flanqueado por más de 700 esfinges; unas con cabeza de carnero y otras con cabeza humana, o androesfinges, de época de Nectanebo I. Sólo se conservan las dos tramos extremos y uno en el centro de la ciudad moderna; el resto está enterrado bajo los edificios.
[2]  Uas, o was, S40 tenía la forma de una vara recta coronada con la cabeza de un animal fabuloso, siendo el extremo inferior ahorquillado; probablemente, simbolizaba el poder, la fuerza y el dominio, y también la prosperidad en la mitología egipcia. 

[3]    El Anj  () es un jeroglífico egipcio que significa "vida", un símbolo muy utilizado en la iconografía de esta cultura. También se la denomina cruz ansada (cruz con la parte superior en forma de óvalo, lazo, asa o ansa), crux ansata en latín, la "llave de la vida" o la "cruz egipcia".
[4]  R11 El pilar Djed era el símbolo egipcio representado por una columna con base y capital. En la parte superior de la columna el capital estaba dividido en cuatro barras paralelas. El vocablo djed significaba ascensión de la vida y como jeroglífico se refiere a la estabilidad.
[5]   Esfinges criocéfalas con cuerpo de león y cabeza de carnero con cuernos retorcidos (símbolo de Amón)
[6]   Heb Sed, Fiesta Sed o Fiesta de renovación real fue posiblemente la más importante celebración de los soberanos del antiguo Egipto. El propósito de esta festividad parece haber sido la renovación de la fuerza física y la energía sobrenatural del faraón.

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