La Cosmogonía y la Enéada Heliopolitana
1.- INTRODUCCION
El período histórico-religioso que vamos a tratar abarca la
Prehistoria egipcia y el Período Predinástico, momento en el que las bases
religiosas egipcias se están formando.
El término empleado para designar la creación es Cosmogonía,
nacido del griego (Kosmogonía), y designado para definir, en una de sus
acepciones, a la parte de la mitología que narra el nacimiento del mundo. Es
precisamente este punto el que aquí vamos estudiar y constituye una de las
primeras narraciones mitológicas que conocemos en Egipto. Gracias a ellas, el
clero pudo explicar la creación del mundo y del cosmos, que entendían como la
unión de dos fuerzas antagónicas y en continua lucha; el orden y el caos,
inaugurándose de esta manera, la jerarquización divina tan necesaria para tranquilizar
y explicar el sentir de un pueblo, que sin llegar a tener una mente
racionalizadora como la nuestra, necesitaba una serie de mitos lógicos en los
que poder fundamentarse.
2.- Cosmogonía: Conceptos Generales
La cosmogonía, al igual que ocurre en casi todas las nociones
religiosas del antiguo Egipto, es una narración tremendamente variable, donde a
menudo aparecen mitos contradictorios que se modifican con el transcurso de su
civilización. El sistema religioso se basa en la superposición de ideas, en la
asimilación de personalidades divinas, etc., que, en un juego mitológico que no
llegamos a comprender en detalle, jamás llega a eliminar conceptos más
antiguos. Este es realmente el punto por el que presenta mayor dificultad de
comprensión para nosotros.
Es de todos conocidos la división del país en el Período
Predinástico; en este fraccionamiento la influencia de los diversos dioses
protectores de cada uno de los poblados no pasaba de ser meramente local. Según
los territorios van anexionándose (sobre todo en el Bajo Egipto) y la
unificación del Norte y el Sur se pone en marcha, estas tradiciones locales se
funden dando origen a un texto que aglutinará las creencias religiosas más
influyentes, los "Textos de las Pirámides", nacidos de la inquietud
por establecer una categoría divina y respondiendo a la toma de conciencia de
su propia identidad: los pensadores egipcios saben que existen y por tanto debe
existir también una fuerza superior creadora de todas las cosas. En
consecuencia, sienten la necesidad de ordenar a los dioses, a los que se les
ofrecía culto en sus respectivas ciudades y santuarios, de una forma práctica y
coherente, conectándolos con los fenómenos naturales más misteriosos y que el
egipcio no podía explicar de otra manera. Las divinidades son variantes del ser
supremo, de este modo, las teorías de formación del mundo y el cosmos que
estaban establecidas a lo largo del valle, quedan unificadas a través del tamiz
del centro religioso principal, siendo formas de explicar el "cómo y el
por qué" de un hecho concreto, una realidad con diferentes lenguajes
simbólicos.
Parece lógico que estas historias mitológicas partieran del Delta,
mucho más avanzado socioculturalmente que el Sur, y por lo tanto más preparado
para desarrollar una casta sacerdotal que creará esta elaboración mitológica.
Concepto que apartándose de las primitivas concepciones religiosas, demuestra
un paso adelante en la cultura.
Los antiguos egipcios demostraron desde antiguo una tendencia a la
agrupación, a la dualidad y a la simetría, patente por el hecho de que la forma
más antigua para la multiplicidad de los conceptos es el sincretismo. La fuerza
creadora nacerá mediante un principio femenino y otro masculino, en cuanto a
poder generativo y regenerativo, para obtener el equilibrio de esta simetría,
palpable en todos los aspectos de su religión y pensamiento. Prácticamente en
todos los mitos religiosos existen básicamente dos componentes que los
configuran: por un lado la fuerza creadora de vida y por el otro la del universo
que dividiéndose en sí mismo, se ordena para dar cuerpo al mundo y a los seres
que habrán de poblar la tierra. Analizando una frase expresada en la hora II
del "Libro de las Puertas", ha dado con la fórmula clave para
entender un concepto que en Egipto repetirá una y otra vez: "El padre
renace en su hijo y el hijo se convierte en su propio padre" con una
reciprocidad realmente sorprendente.
La coexistencia predinástica de conjuntos mitológicos de análoga
simbología provocaba la lucha de cada núcleo humano por la preponderancia de su
dios, colocándolo a la cabeza de un mito de creación, en agrupaciones
familiares, ordenándolos en lo que ellos entendían que debía ser las sociedades
divina y humana. El mecanismo consistió en comenzar a reunir sus deidades
primero en parejas, más tarde en tríadas o en grupos de cuatro o más dioses,
hasta formar Enéadas que no siempre estuvieron formadas por nueve divinidades
(conocemos algunas compuestas por siete o quince dioses) relacionados entre sí
y que fueron variando según el período. Ya a finales del siglo pasado Brugsch[1]
menciona la existencia de hasta veintinueve descripciones de miembros de la
Enéada, aunque estas nominaciones parecen no influir para la formación de los
componentes de la Enéada canónica. Por tanto vemos cómo, con el transcurso del
tiempo, las creencias religiosas van sufriendo una evolución pudiendo crecer y
coexistir para expresar la diversidad de los componentes del orden cósmico, es
decir, el plural de los plurales.
Pese a todas las consideraciones mencionadas, no disponemos de una
"clave" para aseverar cual fue el motivo que desencadenó la compleja
elaboración de este tratado. Apuntábamos la posibilidad de que respondiera a la
necesidad de una jerarquización divina, no obstante, la idea primigenia, pudo
responder a distintos hechos.
a) Justificación para eventos históricos
b) La observación de los fenómenos de la naturaleza, que siendo un
acontecimiento demasiado misterioso, requería una explicación práctica y
lógica. c) La lucha por la supremacía entre ciudades, cleros, personajes poderosos, etc., que ya ostentaban un considerable poder y que podían entenderse como las figuras de lo que más tarde será el monarca, etc.
Sin embargo, parece lógico que el concepto matriz pudiera haberse
fundamentado en la idea de que la creación estaba basada en un mundo en
continuo movimiento. Los egipcios, aunque entendieron el pensamiento abstracto,
prefirieron darle una conexión y una localización concreta para su propia
comprensión, ya que de este modo, estando los conceptos identificados y
"en su sitio" el orden necesario para su mantenimiento estaba
garantizado. Es más, podemos afirmar que este es el punto capital para entender
la tendencia simétrica y variable, causada con frecuencia por el hecho de no
tener en cuenta las modificaciones posteriores o el período histórico que se
trate. El habitante del valle del Nilo entendía el cosmos como un espacio
limitado, lo que le llevó a establecer un paralelismo entre ambos. Tanto en uno
como en el otro la vida fluía y el renacimiento se llevaba a cabo con
periodicidad, hecho que les ofrecía un sosiego esperanzador al conectarlo con
la crecida del río. Este concepto vamos a verlo repetido en todos los mitos de
creación.
Todas las cosmogonías locales estaban aceptadas en Egipto para
entender y expresar la multiplicidad del poder creador divino, tomando como
patrón a la más importante y posiblemente la más antigua: la formada en la
ciudad santa de Heliópolis.
Teniendo en cuenta la multitud de concepciones cosmogónicas
nacidas en el Egipto Predinástico y consolidadas en el Dinástico, conviene no
olvidar que estos complejos mundos mitológicos no eran accesibles a la mayoría
de la población del país, la cual entendía un concepto general y eran devotos
de dioses más asequibles y populares, que podían comprender, ya que éstos
respondían a sus necesidades directas. El pueblo jamás llegó a plantearse las
contradicciones que presentaban algunas cosmogonías, el efecto final era mucho
más importante que la causa en sí misma y los diversos mitos suponían
diferentes aspectos de un hecho que había tenido lugar en la noche de los
tiempos: la creación.
Los centros religiosos destacados y responsables de estos tratados
fueron sin lugar a dudas Heliópolis, Hermópolis, Menfis y Tebas, teniendo cada
provincia una variante local. Sólo la importancia política y un clero poderoso
favoreció el que despuntaran sobre las demás. Sin embargo, existe un punto en
común, un nexo entre las diversas cosmogonías, formado siempre a partir de
elementos puntuales:
a) El "Océano
Primordial", donde se encuentra el potencial
de vida (las aguas caóticas) de donde nacerán los dioses en claro paralelismo
con el río Nilo. El agua será, desde la noche de los tiempos, el elemento
purificador y dador de vida por excelencia.
b) La "Colina
Primigenia", donde se originó la vida como
representante de las pequeñas zonas de tierra que quedaban al descubierto tras
la crecida anual, lugares en los que, por la acción del sol y gracias al limo
fertilizante que el río había depositado, comenzaba la vida cíclicamente.
c) El Sol, como entidad
poderosa que provoca el nacimiento y desarrollo de los seres vivos.
d) Los fenómenos
naturales, personificados en distintas divinidades.
En resumen, la idea es establecer una diferenciación entre el caos
de los comienzos y el orden presente que siempre tendrá que ser mantenido por
una cabeza visible y poderosa; el rey.
En todas las cosmogonías, un dios creador es el responsable y
artífice del mundo ordenado. De este modo, incluso en un texto sapiencial del
Primer Período Intermedio, "Instrucciones para el rey Merikara", se
nos menciona entre consejos y enseñanzas la creación del hombre, haciendo
responsable a la divinidad solar:
...¡(Bien) gobernada está la humanidad, el ganado del dios! Él ha
hecho el cielo y la tierra para su deseo; él ha reprimido la voracidad de las
aguas. Él ha creado el aliento de la vida para que vivan sus narices. Ellos son
imágenes suyas que han salido de su carne. Él brilla en el ciclo para sus
corazones. Ha creado las plantas para ellos, (así como) el ganado, las aves y
los peces. Ha matado a sus enemigos; ha aniquilado a sus hijos, porque pensaban
en hacer rebelión. Para sus corazones hizo la luz; navega para verlos. Ha
levantado una capilla alrededor de ellos. Escucha si lloran. Ha creado para
ellos gobernantes, desde el huevo, comandantes que se alzarán en el dorso del
débil. Para ellos ha creado la magia, como armas para reprimir el impacto de
los acontecimientos, vigilando sobre ellos tanto de día como de noche. Ha
matado a los traidores que había entre ellos, como golpea un hombre a su hijo a
causa de su hermano. El dios conoce a todos los hombres..."[2]
Aunque como se aprecia en este ejemplo, en los textos no se
explica el orden de la evolución. El dios primordial, es el responsable de
hombres, dioses y de todo lo necesario para la vida.
El mismo mecanismo se llevará a cabo con los otros dioses que se
integran en el rol del dios creador. De este modo, por ejemplo, en los
"Textos de los Sarcófagos" (Fórmula, 1130), encontramos bien
especificadas las fases de creación, pero esta vez situando como protagonista
al dios Jnum.
3.- Horus[3]
y el Sol
Como punto de partida para entender la cosmogonía heliopolitana,
debemos comenzar haciendo un estudio breve del dios Horus "El
Distante", una de las divinidades de culto más antiguo en Egipto con mayor
número de hipóstasis.
La existencia durante el Predinástico de un número elevado de
divinidades con forma de halcón, pudo responder a la observación del halcón
peregrino en los cielos egipcios. Esta ave destacable por la majestuosidad de
su vuelo y por su aparente cercanía con el sol, fue considerada una divinidad y
adorada en diversos lugares bajo diferentes epítetos, convirtiéndose en el dios
principal a partir del Guerzense o Nagada II. Bajo la Dinastía II sufre una
lenta pero eficaz asimilación hasta llegar a confundirse por medio del mito y
la magia con la divinidad solar bajo el aspecto de Horajty, fenómeno que le
facultó para ascender de rango al ser fusionado con el creador Atum, que a
partir de este momento asume elementos que pertenecían al mito horiano. El gran
número de dioses halcón y las luchas predinásticas hicieron que éstos fueran
fundiéndose y que en las distintas variantes locales se diferenciaran por el
aspecto que cumplía el dios y el "título" que llevaba tras su nombre,
existiendo entre ellos numerosos puntos en común.
Situarle en un lugar de origen es comprometido, debido a la
profusión de dioses Horus corno ya hemos apuntado, sin embargo podemos aseverar
que el Horus más antiguo procede del Norte del país. Se han barajado centros de
culto tanto en el Bajo (Delta Occidental) como en el Alto Egipto (en la zona de
Hieracómpolis-Edfú)[4]
sin que el problema se clarifique. De este modo, podríamos identificar a
numerosos centros tanto egipcios como otros de la periferia: Nején (donde
absorbió al dios halcón Nejeny), Atribis, Punt, Arabia, Mesopotamia, Tell
el-Hisn, etc., aunque este último podría destacarse como centro original de
Horus el Viejo. En este trabajo sólo vamos a ceñirnos a aquellos que afectan a
la identificación del rey como gobernador y administrador del mundo, al
personaje que los textos mencionan como "creado en el mismo caos
primigenio, antes de los dioses, el cielo y la tierra", es decir,
cumpliendo una función sincrética: crear una justificación para el reinado del
soberano como mantenedor del orden y descendiente, en unos casos, y ascendiente
en otros, de los mismos dioses. De este modo, tenemos configurada la imagen de
dioses completamente distintos, mencionados en los Textos de las Pirámides y
frecuentemente confundidos e interconectados como aspectos de un mismo dios.
Dichos aspectos son:
a) Identificación de origen solar con el halcón arcaico
"Señor del Cielo", hijo de Hathor (íntimamente relacionada con Isis)
debido a su conexión con la entidad creadora que surca el cielo, cuyos ojos son
el Sol y la Luna.
b) Identificación de origen osiriano con Horus "Hijo de
lsis" y Osiris nacido tras la muerte de su padre, que sirve de puente y
unión entre la Gran Enéada y la Pequeña Enéada de Heliópolis. Ocasionalmente,
este dios de origen no solar puede estar confundido con el sol en la juventud.
c) Identificación con los dioses de la Enéada mediante el Horus
hermano de Isis y Osiris, concebido de forma mágica cuando sus padres se
encontraban en el seno materno de Nut.
d) Identificación de Horus con el rey.
Del mismo modo, y como explicaremos más adelante, debido a
especulaciones mitológicas relacionadas con la concepción dual de los egipcios,
la presencia de dos divinidades con el mismo nombre, Horus, alberga dos
deidades distintas y de procedencia diferente.
Horus se encuentra implicado en el mito heliopolitano del modo
siguiente:
Con el Horus "Señor del Cielo" ya tenemos configurada la
imagen de una de las primeras divinidades predinásticas, presente en paletas,
sellos e inscripciones de las Dinastías Tinitas. Es significativo el hecho de
que uno de los nombres más antiguos del rey sea precisamente el "Nombre de
Horus" o nombre "Horiano", documentado desde el reinado de
Escorpión y de Narmer que, encerrado en un Serej , permanecerá en la cultura egipcia hasta el final de la
civilización.
Todas las figuras de los distintos dioses Horus que encontramos en
Egipto tienen una iconografía similar, aunque en ocasiones hallemos aspectos
tan extraños como el de un cocodrilo bajo la personificación del dios que busca
los trozos de su padre descuartizado y arrojado al Nilo. Sus formas más comunes
son: la apariencia de un halcón, un hombre o un niño (Horus el Niño), que puede
tener cabeza humana o de ave y llevar sobre ésta un disco solar (Horajty) o la
doble corona. De igual modo existen divinidades que por su aspecto de halcón
pueden confundirse (Sokar, Montu, Sopdu, Jonsu), debiéndose acudir al texto
jeroglífico para establecer su identidad, la cual, en muchos casos, comparte
funciones atribuidas en un principio a alguno de los aspectos de Horus.
ALGUNAS DE LAS MUCHAS FORMAS DE HORUS
Haroeris,
HOR-UR,
Hr wr
"Horus el grande" (señor de la luz y el
cielo". "El que gobierna con los dos ojos") es el aspecto
combatiente y una de las primeras formas de la divinidad. Presente en los
textos de las pirámides. Hijo o esposo de Hathor o de Geb y Nut (según textos)
y hermano de Osiris, Isis, Seth y Neftis sus ojos están compuestos por el sol
(el derecho) y la luna (el izquierdo). Bajo la forma de Hor-Semsu, es
"Horus el Viejo", mientras que como Hor-Jenti-irti, es identificado
con Atum y Shu. Pero enemigo también de los adversarios de Osiris
Harpócrates,
HOR-PA-JARD,
Hr-p(A)-Xrd
"Horus
el Joven" o el niño. Miembro de la enéada.
HOR-JENTI-EN-IRTY,
Hr-xnty-n-irty
"El que gobierna sin los dos ojos" (el
cielo con luna nueva o en los eclipses).
Harmajis,
HOR-EM-AJET,
H-m-Axt
"Horus
está en el horizonte" (el Sol de la mañana, imagen de Ra) de origen
heliopolitano.
HOR-AJTY,
Hr-Axty
"Horus
el del horizonte" dada la similitud entre este epíteto y el de Hor-em-ajet
podría decirse que ambas son distintos caminos para denominar a un mismo dios.
Harendotes,
HOR-NEDY-HER-ATEF,
Hr-nD-it-f
"Horus vengador de su padre" u "Horus
protector" cuyo origen pudo ser Hieracómpolis. Una forma del Horus de
Nején
Harsiese,
HOR-SA-ASET,
Hr-sA-Ast
"Horus hijo de Isis" deidad osiriana nacida en la isla de
Shemis, tras el asesinato su progenitor presente en los textos de las
pirámides. Se confunde casi completamente con Harpócrates.
Harsomtus,
HOR-SEMA-TAUY,
Hr-smA-tAwy
"Horus unificador de las dos tierras"
HOR-IUN-MUTEF,
Hr-iwn-mwt-f
"Horus
el pilar de su madre". Forma local de Horus Behedety.
HOR-BEHEDETY,
Hr-bHdty
"El
de Behedet" una de las formas de Horus el viejo en el oeste del delta,
hijo y heredero de Ra aunque no identificado completamente a él. Lucha contra
los enemigos del dios solar y se le asimila a Heliópolis. Lleva el título del
arponeador en numerosas ocasiones.
·
El primer apelativo (en
minúsculas) corresponde al nombre griego por el que es conocida la divinidad.
·
El segundo (en mayúsculas),
la transcripción del nombre original.
·
El tercero, la
transliteración del nombre.
·
El cuarto, el grupo de
jeroglíficos que indican la denominación del dios.
|
4.- La Materialización
del Poder de Heliópolis
La
primera evidencia física de este hecho, queda atestiguada en la figura de un
peine de marfil del rey Dyet encontrado en Abidos, donde se asimila a Horus
surcando el ciclo en su barca, como representante del soberano, en claro
paralelismo con el sol. La construcción en forma tumular de algunas de las
tumbas tinitas parece manifestar un intento por encerrar en los enterramientos
algo del simbolismo del elemento primordial en la cosmogonía heliopolitana: el
túmulo. En estos momentos el antiguo y predinástico culto al sol, cuya
existencia ya ha quedado plasmada en algunas cerámicas nagadienses, comienza a
despuntar y la influencia del clero heliopolitano cada vez se hace más patente.
La aparición de naves enterradas junto a las tumbas ha venido interpretándose
en relación con el viaje del difunto por el Más Allá acompañando al Sol. Sin
embargo, la aparición de este tipo de objetos en enterramientos desde la
Dinastía I puede no ser aún indicativa, aunque posteriormente se interpreten
corno de origen solar (Dinastía V), en este momento parecen responder a una
oscura concepción estelar o a la identificación del soberano con el dios
creador Horus, que pese a que empieza a sufrir una lenta asimilación con el
sol, sigue siendo el dios más importante de este momento.
Desde la Dinastía II, aparecen nombres teóforos de Ra. EI soberano
Nebra (o Raneb) segundo rey de la Dinastía II, cuyo nombre significa "Ra
es mi Señor", es el primer rey que hace incluir el nombre del Sol en el
suyo propio. Progresivamente los monarcas dejan de acogerse únicamente a la
protección de la divinidad más arcaica, Horus, lo que denota una considerable
influencia del clero heliopolitano. Aunque algunos autores son de la opinión de
datar la cosmogonía heliopolitana en los tiempos de la unificación (Anthes),
otros afirman que ésta comienza a partir de la Dinastía III (Pérez Largacha),
aunque en mi opinión existen indicios suficientes para afirmar que los egipcios
de períodos tempranos tenían elementos y conocimientos más que suficientes para
crear las bases de esta teoría mítica.
Paulatinamente el rey también será identificado con Atum, ya
que éste es el creador en el mito heliopolitano. En la Dinastía III, lmhotep,
arquitecto del rey Dyeser y constructor de la pirámide escalonada de Saqqara
(imagen 4.2), que ostentaba entre sus títulos el de "Sumo Sacerdote de
Heliópolis", marca el inicio de lo que es el verdadero ascenso del clero
heliopolitano. Las concepciones heliopolitanas influencian al culto real y se
materializan en la construcción en piedra del mayor y más alto monumento
erigido en aquellos tiempos, para que su soberano, enterrado bajo la primera
estructura piramidal (símbolo solar por excelencia) se identifique a Ra en
lugar de hacerlo con el tradicional Horus, al que continúa fundándole templos y
haciendo indisoluble el culto al rey y al sol.
Dyeser será el primer soberano que hace incluir su nombre en un
"cartucho", símbolo también
del recorrido del sol durante el día y la noche. En otro plano, y sin querer entrar en más detalles sobre la simbología religiosa de las pirámides, conviene recordar que éstas responden, entre otros conceptos, a:
a) La sublimación del Túmulo Primordial en la cosmogonía
heliopolitana.
b) La rampa o escalera por la cual el soberano ascenderá al ciclo
para acompañar al dios Ra en su barca. c) La petrificación de los rayos solares al llegar a la tierra.
d) Un nexo de unión entre el cielo y la tierra.
Con el advenimiento de la Dinastía IV los soberanos toman un nuevo
nombre encabezado por la titulatura de "Hijo de Ra" ,, en un primer intento de identificación con los dioses
cosmogónicos. Este título, aun esporádico, comienza a hacerse frecuente en la
Dinastía V, momento de mayor auge heliopolitano. La teología solar se convierte
en doctrina oficial de los monarcas y en la necrópolis menfita comienzan a
construirse templos solares a imagen del santuario del dios Ra en su ciudad.
Junto a estos recintos templarios se hacen enterrar barcas cuya función en este
caso es ya evidente. Finalmente, con Unas, último rey de la dinastía, aparecen
por primera vez en el Interior de su pirámide el conjunto de textos más antiguo
e importante, los llamados "Textos de las Pirámides".
5.- Los "Textos de
las Pirámides"
No es mi intención extenderme en este tema, que por sí solo
constituye materia para más de un artículo. No obstante creo conveniente y
necesario esbozar unas ideas elementales que nos ayuden a no perder el hilo
conductor.
Los textos redactados durante las Dinastías III o IV con ideas
predinásticas e incluso prehistóricas nos transmiten la antigua tradición oral
en caracteres jeroglíficos y permanecerán en las cámaras y antecámaras de
muchas de las pirámides del Reino Antiguo. Es decir, se recopilan en el
interior de los enterramientos de los monarcas a partir de Unas (Dinastía V) y
en algunas de las llamadas pirámides auxiliares destinadas a reinas,
constituyendo una herramienta imprescindible para el estudio de la religión.
Los Textos recogen tradiciones muy dispares sin un hilo conector,
un argumento continuado o un orden concreto y carecen de capítulos que nos
ayuden a comprender el objetivo de cada fragmento. Los dioses se agrupan y se
asimilan sin eliminarse jamás, ya que era un rasgo esencial de lo divino. Por
ello, a menudo las divinidades aparecen en teorías de creación distintas sin
que esto supusiera una contradicción, cambiando incluso su parentesco en
función del mito local al que se quería dar preponderancia.
Parece evidente que Unas sintió la necesidad de hacerse enterrar
rodeado de un conjunto de textos que acogían un número de tradiciones y
divinidades de distinta procedencia que ya habían sido eficaces en la noche de
los tiempos y que no le limitaban al amparo de un solo dios. Esta inseguridad
religiosa es un posible indicio del declive y la inestabilidad del antiguo
dogma real. El monarca es consciente de que el clero de Heliópolis está
alcanzando un poder cuyas cotas comienzan a ser excesivas, haciendo un último
intento por diversificar la autoridad religiosa.
Este corpus religioso, de uso exclusivamente real en sus
comienzos, al final del Reino Antiguo comienza a verse influenciado por mitos
de otras cosmogonías que engrosan y complican considerablemente el texto. Su
utilización fue haciéndose progresivamente extensiva, primero a la familia real
y más tarde a los altos funcionarios, llegando a popularizarse tras la mal
llamada "democratización" acaecida en Egipto a partir del Primer
Período Intermedio. Este acontecimiento provoca que en el Reino Medio la
realeza abandone esta tradición que se había hecho extensiva, como ya hemos
explicado, al uso de personajes nobles que los emplean en sus enterramientos
junto a los "Textos de los Sarcófagos". De esta forma, podemos
mencionar a modo de ejemplo a Senusertanj, que enterrado en la necrópolis de
Senusert I en Lish, hace registrar en los muros de su tumba 576 columnas con
Textos de las Pirámides.
Gracias a este legado, podemos estudiar las concepciones: estelar,
solar y osiriana, ya que por primera vez disponemos de una recopilación
mitológica completa que menciona tales tradiciones. De hecho, en estos pasajes
encontramos una primera e importante información de la mitología heliopolitana,[5]
demostrándonos el poder que Ra llega a alcanzar. Algo similar ocurre con
Osiris, que pasa de ser un pequeño dios carente de trascendencia en el
Predinástico a rivalizar con Ra durante el Reino Antiguo, con el que llega a
sincretizarse y asimilarse. Osiris no se incorpora a la Enéada heliopolitana
desde el momento de su creación, sino que debido al enorme fervor popular y a
la preponderancia de su clero fue adquiriendo importancia hasta llegar a ser
incluido en ella, sirviendo de conexión entre las divinidades cósmicas y el orden
político. Es decir, se le ubica en el mito de monarquía (cuyo último
descendiente es el faraón), protagonizando una rama de los ascendentes del rey
(encarnado en Horus). Este paso está representado artificialmente por la última
generación de dioses de esta cosmogonía.
En definitiva, como ya explicábamos, encontramos unido al dios
solar a dos divinidades de importancia capital: el dios Horus y el dios Osiris,
los tres van ha ser los pilares de la religión egipcia de aquellos tiempos.
6.- La Enéada como Unidad
Diversificada
El término empleado por los griegos para designar al conjunto de
deidades agrupadas en las cosmogonías es el de "Ennea". Aunque su
transcripción deba entenderse como la reunión de nueve seres o cosas diferentes
y por lo tanto debiera emplearse solamente para los dioses de Heliópolis el
vocablo, que hoy ha derivado en Enéada, sirvió para designar agrupaciones de
más o menos divinidades.
Para los antiguos egipcios esta congregación religiosa se llamó
"Pesdyet" lo que indicaba simplemente un concepto único, es decir, un
número de deidades reunidas y fundidas en Atum (en Heliópolis), sin hacer
alusión a los dioses que la componen, con una particularidad: el concepto era
considerado con personalidad propia y personalizado en conjunto mediante una
deidad femenina en sí misma, como se desprende de la lectura de algunos pasajes
de los "Textos de las Pirámides" y de los "Textos de los
Sarcófagos"[6].
Concretamente, en el primer caso, se refiere a ésta bajo los siguientes
aspectos, según el aspecto a resaltar:
a) Como concepto dual femenino tomado en
conjunto, mencionándolas como "las dos Enéadas".
b) Especificando el nombre de cada una
de ellas, es decir, la Pequeña (nombrada sólo una vez § 178) y la Gran Enéada. c) Mencionando simplemente el término Enéada.
d) Indicando una Enéada de siete divinidades
El alto sentido simbólico de la Enéada, en cuanto a grupo de nueve
divinidades, se debe a que este sirve para expresar el plural de plurales que
en este caso está referido a los dioses. Es decir, es en sí misma la suma de
esta pluralidad (representada por el 3), tres veces en sí misma, la última
expresión de ésta. Muchos son los ejemplos que podemos aplicar a esta fórmula,
pero para ayudar a la comprensión de este concepto vamos a ver algunas de las
ocasiones donde el 3 queda registrado como número alegórico:
a) El símbolo jeroglífico | | | , para representar el plural.
b) Tres veces un mismo ideograma es otra de las formas para
escribir el plural.
c) "Dioses" se escribe mediante la repetición del ideograma "neter"
c) "Dioses" se escribe mediante la repetición del ideograma "neter"
d) Los componentes de la tríada canónica.
e) Las formas del dios creador Ra (imagen 6-1), (Jepri, Ra y Atum)
en Heliópolis.
f) Las parejas responsables de la creación en Hermópolis,
entendiendo como tales, las tres que permanecen fijas a lo largo de la
historia, y habiendo que añadir una cuarta variable, formada por Nia y Niat,
Tenen y Tenenet o Amón y Amonet indistintamente. Estos ocho personajes provocan
el nacimiento del sol, que podría incluirse como un noveno elemento, múltiplo
del número 3.
g) Los elementos que entraron en acción para que el dios creador
Ptah de Menfis pudiera comenzar la creación (los labios, los dientes y el
corazón).
h) Las divinidades sincretizadas en muchos casos para subrayar el
poder y la preponderancia de un dios (ej.: Ptah-Sokar-Osiris).
i) Los teólogos de Tebas inmortalizan en el himno de Leiden a
Amón, Ra y Ptah, dioses que consideran aspectos de unidad divina (Amón es el
nombre oculto, Ra la cara de la deidad y Ptah su cuerpo)
j) Sia, Hu y Heka, son las fuerzas más antiguas que auxilian y
protegen a Ra en el acto de Creación
k) En la iconografía, las formas de representar a las almas de los
antepasados reales (almas de Pe y Nején) es mediante las figuras de tres
halcones y tres chacales antropomorfos.
De este modo, podríamos seguir con una lista casi interminable de
conceptos donde el número 3 aparece como símbolo mágico e imprescindible.
Con la misma estructura encontramos el 9 como múltiplo del 3, (el
número de los componentes de la Enéada de Heliópolis), la sublimación de la
metáfora a la que habría que añadirle un nuevo sentido: la cifra más pequeña
posible antes del comienzo de un nuevo ciclo, representado por el 10... etc.
7.- La Cosmogonía
Heliopolitana
La Gran Enéada
"La Ciudad del Pilar lun" de los antiguos egipcios,
llamada posiblemente así por el tótem local al que se rendía culto, estaba situada en el XIII Nomo del Bajo Egipto. Es también la On
del antiguo testamento o la metrópoli comúnmente conocida por el nombre griego
de Heliópolis. Esta ciudad estaba localizada a unos 10 km., al Nordeste de El
Cairo, junto al actual aeropuerto, siendo por excelencia la ciudad del sol y la
que da nacimiento a esta cosmogonía.
Su antigua extensión, pudo cifrarse en unos 520.000 m2,
comprendiendo los modernos barrios de El-Matariya, Tell-EI-Hisn, El-Marg, y El
Jusus y siendo una de las urbes más grandes del Egipto antiguo. De sus monumentos
y santuarios muy pocos vestigios nos quedan, debido a que en el siglo pasado El
Cairo se ha venido extendiendo sobre esta área, que por otra parte tiene un
nivel elevado de agua freática. Sin embargo, los textos y los escasos restos
que aún permanecen nos indican la devoción e importancia que esta ciudad tuvo
en todos los períodos de la historia egipcia.
La ciudad tiene su origen en el Neolítico y fue adquiriendo
importancia político-religiosa, en el Predinástico, llegando a convertirse en
capital hasta la primera unificación estable, momento tras el cual desciende su
alcance político, manteniendo el religioso hasta el fin de la civilización
faraónica. La ciudad se erige como el centro teológico más importante, antiguo
y tradicional de Egipto, tanto que en este lugar no existió el cargo de Nomarca
en manos de personajes laicos, ya que el poderoso clero acaparaba este título
para sí personificado en el Sumo
Sacerdote.
Las sucesivas luchas acaecidas en el Período Predinástico entre
los seguidores de Horus y los de Seth, es decir, entre Hieracómpolis y Nagada[7],
provocó que Heliópolis fuera tomando poder y que su dios Ra se situara sobre el
dios más importante hasta este momento, el halcón Horus. Un detallado estudio
de la disposición divina nos faculta para afirmar que el pensamiento de
Heliópolis es un ejemplo claro de simetría y dualización, donde se pretende
representar al mundo físico, dando pie, con el nacimiento de Horus, a la
teogamía del faraón y a la organización de la familia humana.
Horus, relacionado con los conceptos de vida y regeneración, tiene
una genealogía y posee dignidad real, por lo tanto, el soberano será un Horus
viviente y el directo descendiente del sol, mientras que al morir se transforma
en Osiris. La necesidad de crear un nexo de unión entre el dios creador y el
rey, hace que los teólogos establezcan una línea directa entre ambos. Horus es
también el padre del rey. De esta forma el soberano es el dueño del país y por
consecuencia del conjunto del cosmos. Pero los teólogos heliopolitanos
quisieron llegar aún más allá; el dios halcón aparece en aspectos tan dispares
como: asimilado a Atum, como hermano de la última generación de dioses, como
hijo de Isis y Osiris (donde en ocasiones es sustituido por Thot). De nuevo la
multiplicidad de formas está continuamente presente. Su genealogía carece de
rigidez dependiendo tan sólo de la versión o el pasaje que consultemos, según
la época y el lugar. Hecho que no preocupó a los teólogos cuando trataban de
subrayar un aspecto de la divinidad. De cualquier modo, éste no es el único
hilo conductor que se establece entre el rey y los dioses: la figura religiosa
de las primeras deidades creadoras, es decir la Gran Enéada como representación
del Maat o el orden cósmico establecido en los comienzos, es el patrón que
seguirá el rey y su corte. El soberano es el responsable de hacer cumplir y
mantener este concepto.
Heliópolis agrupa de una forma directa o indirecta y mediante la
asimilación a casi todos los dioses del panteón egipcio, conectándolos a la
fórmula de creación. Sólo un pequeño número quedó excluido, muy posiblemente
debido a que fueran añadidos con posterioridad a la elaboración original del
texto, bien por razones étnicas o políticas, o bien, a causa de la absorción
más tardía de divinidades locales.
La datación específica de la cosmogonía heliopolitana es aún
comprometida. Aunque creemos que los primeros cimientos nacen en el
Predinástico, hay que tener en cuenta que en estos momentos en Egipto sólo
existe la tradición oral y que no es hasta finales de esta etapa cuando aparece
en el Delta un primer intento de escritura que no quedará finalmente
estabilizado, al menos en el terreno religioso, hasta la Dinastía V, con la
aparición de los ya mencionados "Textos de las Pirámides".
Durante los Reinos Medio y Nuevo otros textos nos ofrecen
información complementaria. El "Libro de los Muertos" nos menciona la
presencia de la Enéada cumpliendo el ministerio de jueces supremos del
fallecido, en un juicio cuyos orígenes ya se conocen en el Reino Antiguo. En este
caso la Gran Enéada es una básica y vital agrupación divina que comparte las
labores cósmicas y el orden del "Más Allá", en una estrecha conexión
con el mito osiriano.
Heliópolis nos presenta los pasos progresivos para establecer el
orden del cosmos sin preocuparse de los elementos del desorden en sí, algo que
hará la cosmogonía Hermopolitana con más cuidado. Creada en tres fases muy
diferenciadas, alrededor de Ra, posee una simbología clara y específica para
cada una de ellas, dando la sensación de una estructura geométrica, que se
cuida de entrelazar elementos y divinidades del Norte y del Sur (Osiris y
Seth). De este modo se logra crear un nexo de unión que sirve para la
legitimación de esta mitología en ambos puntos geográficos de Egipto: el Norte
y el Sur. Para ello se sirven de parejas para establecer la evolución
mitológica y no perder el simbolismo de lo dual, dividiendo los componentes de
las mismas en divinidades pasivas y estáticas junto a divinidades activas y
dinámicas, todas ellas manifestaciones de Atum. Este dios va creando
proyecciones de sí mismo masculinas y femeninas con este carácter inherente.
Atum, la divinidad creadora, es neutral pero posee ambas cualidades que son
necesarias para poner en marcha la creación de forma autónoma. Él es activo/dinámico
y pasivo/estático, sin ambas propiedades difícilmente podría otorgárselas a los
dioses a los que va a crear, cuya herencia nace directamente del dios. No
obstante, se crea una diferenciación entre Atum y el aspecto activo del dios
(Ra), el cual aparece siempre con una sola proyección, es activo/dinámico por
naturaleza y ello no debe extrañarnos si tenemos en cuenta que representa la
toma de conciencia en la creación. Bajo el mismo punto de vista se trata el
hecho vital del acto creativo, que supone la ordenación de los elementos del
mito cósmico y del monárquico, es decir los principios básicos del cosmos que
comienzan con el nacimiento de la primera pareja nacida de Atum: Shu y Tefnut[8].
Partiendo
de la división de los dioses de la Gran Enéada (Pir. §
1689), tendríamos:
El condicionamiento de esta
curiosa organización, que con toda seguridad no es aleatoria, está aún en
discusión, aunque parece claro que corresponde de nuevo a un proceso de
dualización y a la necesidad de ambos componentes para que la creación se
consolide. Por otro lado, con esta diferenciación se establecen nociones de
categoría y se polarizan los elementos del nacimiento del mundo.
8.- La Leyenda de Heliópolis
Dada la inexistencia de un
texto continuado donde, de una forma ordenada, se nos narre la leyenda
heliopolitana, vamos a hacer una abstracción en el tiempo e intentar agrupar
las diversas versiones que de él existen, dándole una coherencia y una
consecución lo más completa y homogénea posible.
En los "Años
Oscuros" el mundo no existía, la muerte no había sido creada y el cielo,
la tierra, los dioses, los hombres, y los animales aún no habían nacido. Todo
se hallaba confundido en un caos amorfo y oscuro, sumido por un océano caótico
donde se encontraba el potencial de vida pero sin tener consciencia de su
existencia. Solamente Atum estaba diluido en él con su fuerza creadora. En un
momento determinado y sin que sepamos que lo desencadena, la mitología nos
cuenta: Atum estaba diluido en el Nun donde se encontraba solo. Tornando
consciencia de sí mismo gritó ¡Ven a mí! Apareciendo Ra. Emergió una colina
primordial situada en un lugar llamado "La Tierra Alta" y ubicada en
el templo del Sol. Es en este emplazamiento donde aparece, por tanto, el primer
trozo de materia sólida, de forma piramidal (denominada "Benben")[9]
cuyo culto fue llevado a cabo en un misterioso lugar que los textos nominan
como "Hut-Benben", (La casa del Benben). Aquí se "guardaba"
la primera plasmación de la simiente del dios Atum petrificada en el océano
primordial, símbolo de "El Primer Lugar", eje del mundo, elemento con
el que comienza a establecerse el orden y la inteligencia para crear a los
dioses y disipar las tinieblas. Su culto pudo estar condicionado por su posible
origen meteórico, algo suficientemente "mágico" como para que fuera
considerado un elemento divino y primordial.
Atum cuyos títulos demuestran
su autosuficiencia ("El que se creó a sí mismo" o " El gran Él y
Ella") al tomar conocimiento de su existencia puso en marcha la creación
que, dependiendo de los textos, varía en su forma. Por tanto, en las diversas
versiones locales encontramos el acto creativo simbolizado mediante: la
masturbación, uniéndose a su misma sombra, auto inseminándose, nombrando las
partes de su cuerpo que adquieren la forma de dioses separados, vomitando,
escupiendo o estornudando[10].
Así intervienen partes de su cuerpo que se interpretan como entidades
femeninas, como es el caso de su boca o su mano.
Atum se diversifica y crea al
primer principio femenino y masculino respectivamente, originando en definitiva
una primera pareja (símbolos de creación y generación) formada por el aire Shu,
el movimiento espontáneo, y su esposa Tefnut, la humedad, antepasados de todos
los dioses. Ellos a su vez se unen para dar vida a Nut, la bóveda celeste y
Geb, su esposo, personificación de la tierra.
La variedad de mitos y el
intercambio de personalidades dio pie a que en otros textos estos primeros
dioses emergieran del océano Nun, en lugar de ser creados sobre la colina,
considerándolos protectores de su padre Atum.
Ocurrió entonces que Ra (o Shu, según
la versión del mito) celoso, había prohibido a su hija Nut que se casara con
Geb y habiendo desobedecido ésta, ordenó a los meses del año que no la dejaran
parir y mandó al aire Shu que los separara bruscamente para que no pudieran
estar unidos. De este modo, Geb relegado a permanecer tumbado en el suelo, Nut
obligada a arquearse sobre la tierra y Shu, situado entre ambos, provocan la
aparición del espacio necesario para la existencia de los seres vivientes, y la
luz. Según nos relata Plutarco en su tratado "De Iside et Osiride"[11],
el dios Thot intercediendo por ellos retó a la Luna y obtuvo los cinco días
epagómenos, necesarios para que no hubiese un desfase en su calendario, en los
que pudo la diosa dar a luz a sus dos pares de gemelos que nacieron
sucesivamente, Osiris que casó con Isis, de cuya unión nació Horus el Joven,
ascendente directo del rey, y Seth que lo hizo con Neftis, ambos estériles.
No obstante, necesitaban una
divinidad más, unida al mito para cumplir los cinco días epagómenos, como se
indica en el cuadro adjunto.
VARIANTE DEL MITO PARA LEGITIMAR LOS DÍAS EPAGÓMENOS
Para ello, a este grupo se le
añadió "Horus el Viejo", el vengador de Osiris, que completó el ciclo
y que era fruto de las relaciones que habían mantenido el dios Osiris y la
diosa Isis cuando aún permanecían en el seno materno de Nut. Consecuentemente,
también Horus el Viejo había sido engendrado en su interior, siendo por tanto y
a la vez, hijo de Nut y de lsis y hermano de la pareja osiriana. Es en este
punto donde obtenemos el mecanismo para incluir al dios Horus en el mito
osiríaco, creando una dinastía que hace factible la justificación para ambos
dioses Horus, originando un nexo de unión entre el mito cósmico, el monárquico
y la teologización del soberano, que gráficamente puede ser representado del
modo siguiente:
Esta última generación de
hermanos, sin asociaciones cósmicas, que cierran la cosmogonía heliopolitana simboliza
a los seres humanos y divinos. Como hemos visto en el esquema adjunto, el orden
de nacimiento de estas deidades fue el siguiente: Osiris, el primogénito de
Nut, nació en el primer día, al que siguió "Horus el Viejo" en el día
segundo, Seth en el tercero, Isis en el cuarto, y Neftis en el quinto.
Observamos por tanto que en esta variante del mito a las dos parejas de gemelos
se les habría añadido un elemento adicional.
Geb y Nut se vieron relegados
a vivir eternamente separados, pero los esfuerzos fallidos del dios tierra por
alcanzar a su hermana y esposa no dejaron de cesar, provocando con su
movimiento los seísmos y los accidentes geográficos, es decir, las colinas, las
montañas y los valles, los cuáles son los huesos del dios.
De nuevo, creo oportuno
acudir a los gráficos para resumir la representación del mito de forma más
esclarecedora:
Según este esquema tendríamos dos grupos claramente diferenciados: Nun, Atum-Ra,
Shu, Tefnut, Nut y Geb son elementos del mito cósmico, mientras que Osiris,
Isis, Seth y Neftis forman parte del mito de monarquía[12].
Horus es el punto donde se produce la teologización del faraón.
Aún teniendo presente que la Enéada
estricta está formada por: Atum-Ra, Shu, Tefnut, Nut, Geb, Osiris, Isis, Seth y
Neftis y que toda ella personifica el concepto de Maat, en la Enéada debemos
distinguir tres principios que forman la creación en sí misma y que están
personificados por:
1.- PRINCIPIO CREATIVO
= Vida Cósmica = Atum-Ra, Shu, Tefnut.
2.- COSMOS ORDENADO = Vida de la naturaleza = Geb y Nut. 3.- ORDEN POLÍTICO = Vida del hombre = Osiris, Isis, Seth, Neftis (y Horus). |
Como podemos observar, esta
teoría del origen del mundo no utiliza a dioses locales a los que se les podía
dar una localización concreta, sino que emplea elementos mucho más intangibles
pero absolutamente necesarios para la existencia. La idea se mantiene sólo
hasta el nacimiento de los dos pares de gemelos hijos de Geb y de Nut,
divinidades mucho más tangibles, que constituyen el concepto de antepasados
directos del rey. Esto queda plasmado de forma muy clara en los monumentos
erigidos en Egipto, donde los primeros componentes de la Gran Enéada, los
dioses cósmicos protagonistas de las dos primeras generaciones, jamás son
poseedores de templos de culto, de fiestas locales o estatales, mientras que la
última generación de divinidades de la Enéada, que forman el mito monárquico,
(Osiris, lsis, Seth y Neftis), celebraban sus festividades en los días
epagómenos y sus templos se extendían por el país. No obstante, los dioses Geb
y Nut aparecen representados en tumbas, templos, textos etc., siendo esta
diferenciación patente en todos los aspectos de la religión.
El nombre antiguo de este componente de la preexistencia es "Nuu" habiéndose popularizado entre nosotros el apelativo dado en Baja Época: "Nun".
Él se encuentra a la
cabeza de la creación, es el principio básico común en todas las cosmogonías. Este
elemento es el caos, el desorden que contiene el potencial de vida, la primera
sustancia expresada como realidad abstracta. Como tal era considerado tanto una
divinidad benefactora que a veces es representada bajo forma humana o con
cabeza de rana (en Hermópolis) coronada con dos altas plumas o con el nombre
jeroglífico sobre la cabeza.
Nun es realmente un
concepto" deificado cuyo Ba no es otro que el Sol. Sus aguas caóticas
ocupaban todo el universo, eran un lugar oscuro y no tenían superficie. En ellas
se encontraba Atum el cual, en la II hora del Libro de las Puertas, dice:
"yo soy el hijo que emana de su padre, yo soy el padre que emana de su
hijo", en una compleja dependencia entre Atum y las aguas del Nun
destinada a enfatizar el acto creador que, de algún modo, arranca en el seno de
estas aguas de la preexistencia, marcando el punto de "despegue" del
acto creador y de la formación del mundo, el cosmos y la naturaleza. Su
existencia era imprescindible para que el sol (y el difunto) pudieran regenerarse
diariamente a través del viaje nocturno que ambos realizaban diariamente por el
mundo subterráneo.
Los egipcios pensaron que las
aguas del Nun, después de la creación, rodeaban la tierra y que esta divinidad
era la responsable de la inundación anual y de las aguas subterráneas que
marcaban la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos (en otros
textos el responsable es Osiris como divinidad del mundo subterráneo) y que
éstas se alojaban en un lugar de la "Duat"[13].
Hoy somos conscientes que esta identificación pudo deberse a la observación de
las aguas freáticas que fluían con frecuencia cuando el egipcio cavaba en la
tierra. De nuevo su tendencia simétrica le hizo pensar en la existencia de unas
aguas beneficiosas que, relacionadas con el Nilo, surcaban el mundo del
"Más Allá" creando de nuevo una imagen dual y extrapolando su hábitat
tras la muerte.
Aunque el Nun fuera
potencialmente el origen de los dioses y el contenedor de la vida, parece que
este no fue identificado como una divinidad en todos sus aspectos sino que fue
entendido más como un "concepto" según se trasluce de algunos de sus
títulos: "Es Caos de los Comienzos", "Las Aguas de la
Vida", "El Padre de los Dioses" o "El Océano
Primordial". En el drama heliopolitano queda excluido de la concepción del
Maat, ya que su personalidad inherente, aunque benéfica, es la antítesis de
esta.
Mitológicamente el Nun se
hallaba presente en casi todos los santuarios egipcios. Sobre los muros de
tumbas, templos o representado en papiros aparece con cierta asiduidad
frecuentemente identificado con una de las horas de la noche. Como elemento
primordial nunca poseyó ningún santuario ni se celebraron festividades en su
honor. Los lagos sagrados de los distintos centros teológicos eran la imagen de
este mar primigenio, el lugar donde se celebraban rituales de renacimiento
mediante el lavado simbólico y a cada uno de ellos se le atribuía el hecho de
ser el lugar donde emergió la colina primordial y comenzó la actividad creadora
en manos de la divinidad local del santuario, que de este modo asume el papel
de ser el dios más antiguo.
"Los Textos de las
Pirámides" no nos ofrecen una idea clara de cúal había sido la forma real
de la colina primigenia, ya que se observan ligeras variantes para un mismo
concepto. Parece que los teólogos heliopolitanos que trabajaron en esta
recopilación no llegaron a un acuerdo aunque también puede responder a la
multiplicidad de ideas para llegar a un mismo fin. De este modo, se nos muestra
por ejemplo como:
a) Un bloque monolítico de
piedra con el borde superior apuntado y redondeado desarrollado hasta alcanzar
formas simétricas y geométricas, en su símbolo más antiguo"[14].
b) Con forma de media elipse.
c) Bajo la apariencia de trapecios regulares e irregulares que pueden ser escalonados o no.
10.- Atum-Ra
Dentro del Nun se encontraba
ATUM-RA. Parece evidente que Atum, de personalidad andrógena y muy arcaica, en
los comienzos fue un principio abstracto que sufrió un proceso de
personalización hasta tener forma humana y concretamente de varón. En sus
orígenes lo encontramos como un dios telúrico, quizá un tótem local, que
carecía de función solar. En una etapa muy temprana, pero en época
dinástica, es asociado a Ra y este le traspasa su naturaleza interpretándose
que Ra era su conciencia, su energía en la acción creadora que se manifestaba a
través de los rayos del Sol, su complemento.
Así se le da un sentido
espiritual, disipador de las tinieblas. De éste modo y mediante el sincretismo,
Atum-Ra reúne en si rasgos ctónicos y solares, recordemos también su
personalidad activa/pasiva fusionada durante el Reino Antiguo; deidades que, tomadas
como unidades independientes, representan aspectos diferentes del Sol, mientras
que como "un todo" simbolizan al dios creador por antonomasia, ambos
suponen una completa y perfecta simbología para explicar el concepto amplio de
lo que se quiere representar en él.
En los "Textos de las
Pirámides" Atum-Ra aparece como "Señor de Heliópolis" y
"Señor de los Limites del Cielo" siendo estos los indicios escritos
más antiguos. Ra, procede con mucha verosimilitud de Sajebu una localidad próxima
a Heliópolis, hecho que dada su vecindad pudo favorecer para su fusión. Es
entonces cuando aparecen también las distintas manifestaciones del Sol, en
cuanto a la multiplicidad de formas: Atum, llamado "el No Ser Aún" en
el anochecer, Ra el sol en el cenit, a los que en esta secuencia más tarde se
unirá Jepri "el que Vino a la Existencia" representado como un
escarabajo en perfecta analogía con el Sol del amanecer, siendo todos
igualmente, dioses locales del área heliopolitana. Horajty es el halcón lejano
en el horizonte, obtenido de la fusión de Horus y Ra como ya vimos
anteriormente.
Atum crea sin necesidad de
una contrapartida femenina y auto-surge gracias a su voluntad y su energía
cuando se encontraba latente en las aguas del Nun. Es un hecho inequívoco y
claro que no requiere explicación, sin embargo más adelante los teólogos de Heliópolis
sintieron la necesidad de modificar la creación para hacerla más comprensible,
para ello dotan al dios de una compañera llamada Iusaas (en otros casos aparece
Hathor, Señora de Hetpet, en su lugar) cuyos epítetos son: "Ella Viene y
es Poderosa" o "Ella Vino con el que es Grande", que es titular
de una capilla en el recinto de Heliópolis. "Ella" era la diosa
consorte y la materialización de la mano de Atum en el acto creador,
representada con un disco solar o con un escarabajo sobre la cabeza.
Atum-Ra es el dios más
importante del pensamiento religioso egipcio, tanto que el resto de los dioses
provinciales fueron sufriendo asimilaciones con él. Realmente las cosmogonías
locales generalmente utilizaban la fórmula heliopolitana incluyendo a su divinidad
local. De este modo, y a partir del Reino Medio, la solarización de los dioses
hace que aparezcan divinidades como Amón-Ra, Sobek-Ra, etc. Los únicos dioses
que no llegaron a sufrir esta fusión fueron Ptah, quizá por ser un dios creador
demasiado importante con un clero influyente, y Osiris, cuya leyenda era
demasiado popular.
Atum reúne en sí toda la
creación. En ocasiones es identificado con la colina primigenia en sí misma,
siendo la unidad de una creación diversificada, la primera fuerza cósmica
creativa y un dios andrógino potencia del orden de vida. La creación en torno a
él tiene un carácter eminentemente sexual, una forma primitiva pero lógica de
expresar el pensamiento profundo de la existencia. Su unión a la Enéada
heliopolitana para dotarle de una genealogía, tal y como también la tenían los
hombres, parece remontarse entre las Dinastías I y V.
No obstante este dios, aunque
poderoso en sí mismo, necesita y utiliza una serie de fuerzas para dar cuerpo a
la creación. De este modo, encontramos a Sia, Hu y Heka que representan la
inteligencia que proyecta el mundo, la decisión creativa y el mago cuya energía
realiza la palabra, respectivamente.
Es curioso destacar que las
dos primeras fuerzas carecieron de culto mientras que la tercera lo tiene
documentado desde el Reino Antiguo sin que hayamos podido averiguar el porqué
de este hecho. Todos ellos aparecen protegiendo a Ra en su acto creativo y
acompañándole en su barca que surca el mundo subterráneo. Pero para los
teólogos de Reino Nuevo estas fuerzas no fueron suficientes añadiendo elementos
nuevos y "sofisticados" que denotan un pensamiento más evolucionado y
complejo. Así aparecen: Iri la acción, Sedyem el oído y Shai la determinación y
el destino.
Pese a su preponderancia
Atum-Ra nunca desplazó a otros dioses, a los que se adoraba en su santuario.
Tenemos constancia durante el Reino Antiguo de cultos a Horus y a su homóloga
femenina, Hathor, y sabemos que la esposa principal del sacerdote de Ra en
Heliópolis era igualmente sacerdotisa de Hathor posiblemente relacionándola con
la compañera del dios.
La personalidad del dios Atum
a veces es enigmática. Se nos presenta como una divinidad que puede tener
aspecto de serpiente en su forma más arcaica relacionada, como la mayor parte
de los ofidios, con el espíritu emergido, que en Heliópolis además, se
identifica a la divinidad local lmy-Uhaf, "El Deslizado".
La mitología egipcia nos
muestra a este animal como una fuerza benefactora y creadora símbolo del
espíritu emergido, sin embargo, también puede estar representado bajo el
aspecto de la serpiente dañina Apofis (aunque jamás citada en el contexto de la
cosmogonía y siempre a partir del Primer Período Intermedio) como
representación de "la no-existencia" o, como en los "Textos de
las Pirámides", bajo el nombre del "Muy Numerosa en Anillos",
donde se la relaciona con los límites del mundo. En este caso habría que
preguntarse el porqué de ambas representaciones tan dispares entre sí: la
creadora junto a la dañina. Algunos investigadores interpretan estos dos
conceptos como la forma de Atum cuando se hallaba en el océano primordial en un
estado de no-existencia, es decir cuando formaba parte del caos (como Apofis),
y la divinidad cuando toma consciencia de sí misma y comienza la creación. De
nuevo serían dos manifestaciones del mismo dios.
Bajo el aspecto estable de
Atum-Ra, iconográficamente se le representa en forma humana con la doble corona
sobre la cabeza, de león o de icneumón en este último caso en Heliópolis (con
la apariencia de Ra) para simbolizar el poder del dios -que en esta forma- mata
a las serpientes, es decir, elimina su aspecto remoto de dios no-existente en
el caos primordial. De igual modo, le encontramos bajo apariencia antropomorfa,
cabeza de carnero, forma de mangosta, anguila etc., estas últimas en el aspecto
de Atum. Vemos por tanto que la variación de representaciones de esta divinidad
evidencia su controvertida procedencia en cuanto a dios ctónico y solar. Bajo
el aspecto de Ra aparece asimilado al halcón, al carnero, a la musaraña, al
elefante, al macaco, al escarabajo pelotero, o al Toro Mer-Ur de Heliópolis
desde el Reino Nuevo.
Otro símbolo empleado por los
teólogos de Heliópolis fue una flor de loto para explicar el nacimiento del
Sol, ya que esta planta se abre al nacer el día y se cierra al anochecer. El
loto emergido de la colina primigenia abriendo sus pétalos habría mostrado al
dios solar, que más tarde y en este aspecto se identificó con Nefertum.
Pero aún no hemos visto todas
las formas posibles de Ra en Heliópolis. En los "Textos de las
Pirámides", se menciona otra forma del dios: el pájaro Bennu,
representado por la garza real cenicienta, más conocida por el nombre que le
dieron los griegos, ave Fénix, creyendo ver una identificación entre su
divinidad y la heliopolitana. Ambas, de una manera u otra renacían. El pájaro
Bennu, aparecía en Egipto coincidiendo con el comienzo de la inundación siendo
identificado con la abundancia que se esperaba tras la retirada del Nilo, por
otro lado, este ave surcaba los cielos al amanecer lo que indujo a los teólogos
heliopolitanos a identificarlo con el sol. El pájaro Bennu es el Ba del dios,
que al aparecer la luz toma esta forma diariamente, y está relacionada con la
resurrección del difunto, dándole un marcado aspecto solar.
11.- Shu y Tefnut
Ya hemos visto que en el mito
heliopolitano, SHU Y TEFNUT son la primera pareja creada por Atum que, según el
pasaje, son escupidos o expectorados respectivamente por el dios en "La
Mansión del Fénix" en On[15],
donde Atum-Jeprí hizo nacer la piedra Benben. Por lo tanto constituyen dos
aspectos potenciales del dios andrógino y neutral complementarios que
simbolizan la fuerza vital que anima el universo.
Representan el origen, la
expresión del orden cósmico, la realidad de lo masculino y lo femenino como principio
primario de acción y creación, es decir, la multiplicidad. En los Textos del
Reino Medio, Shu aparece mencionado como: "La Mucosidad del Dios
Primigenio", "El Aliento Impalpable del Nun" y "El Soplo de
Vida", lo que remarca su directa dependencia con el creador al que en
ocasiones llega a igualarse. El mismo sentir se hace patente en los
"Textos de los Sarcófagos" (Fórmulas, 76, 79-80) donde podemos
identificar a Shu como dios creador "Padre de los Dioses" y mediador
entre Atum y el resto de las deidades, situación datable muy posiblemente en el
Primer Período Intermedio. Como contrapartida, en los mismos textos (Fórmula,
80) se califica a la pareja formada por Shu y Tefnut como "Indispensables
en la Vida de Atum", creándose un vínculo recíproco, donde la pareja
aparece íntima e indisolublemente unida a su padre, formando una tríada
creadora, de regeneración del orden y la estabilidad del cosmos, que había sido
asentado por su causa.
Tefnut, Shu
y Atum
Shu, el aire, cuya
iconografía es la de un león o un hombre con una o varias plumas sobre la
cabeza (en este último caso, respecto a su identificación con Onuris) es la
forma de explicar el elemento activo que transforma el caos en un comienzo
de orden, gracias a él existe un lugar habitable para hombres, animales y
dioses y su presencia queda materializada en el ciclo mediante las nubes que
forman esqueleto. De igual modo es el responsable de que la luz necesaria para
la vida tenga un lugar donde estar. Su nombre significa "El Vacío", (como
el de su esposa Tefnut), aunque en el contexto de la cosmogonía también puede
personificar "la vida"[16].
Su papel en el escenario heliopolitano ya ha sido explicado cuando narramos el
mito. No obstante vamos a resaltar un punto: Shu era ayudado, en una variante
del mito, por ocho vientos que servían de asistentes y el lugar donde había
"levantado el cielo" era la ciudad de Hermópolis. Con estos ocho
vientos capitaneados por Shu aparece de nuevo el número mágico, el 9, formado
por el dios Shu y sus auxiliares, que podrían estar conectados con los dioses
primigenios de la cosmogonía de Hermópolis y con las invocaciones que habría
que hacer en favor del fallecido. En los "Textos de los Sarcófagos"
(Fórmula, 154.) estos personajes estaban personificados por: dos elementos de
fuego, dos serpientes, dos monstruos defensores y dos elementos auxiliares. En
esta ocasión los mitos heliopolitanos, osirianos, hermopolitanos, etc., se
encontrarían mezclados para dar cuerpo a la mitología. De esta manera tenemos
de nuevo otro camino para expresar la multiplicidad de lo divino llegando a un
concepto concreto.
Su compañera, la leona
Tefnut, símbolo de la humedad y el agua, es el elemento necesario para que la
creación continúe. Aparece bajo la forma de una mujer o una leona que porta un
disco solar o una serpiente sobre la cabeza. Su importancia en las concepciones
originales heliopolitanas no es clara. Algunos estudiosos creen ver en esta
figura una divinidad no destacable, creada artificialmente por el clero tan
solo para simbolizar el concepto femenino imprescindible en la creación. Sin
embargo y aunque poseemos escasas referencias de su alcance durante el Reino
Antiguo, parece que fue destacándose progresivamente como divinidad poderosa y
su conexión con la humedad y el agua es básica para comprender la importancia
de este elemento para la subsistencia de los seres vivos.
Es posible que los sacerdotes
de Heliópolis crearan a Shu como concepto de vida principal y otorgaran a
Tefnut el principio del mundo ordenado, asimilándola a Maat (que
tradicionalmente es hija de Ra) desde finales de la Dinastía III. De cualquier
modo no será hasta la recopilación de los "Textos de los Sarcófagos"
(Fórmula, 80) cuando aparezca este sincretismo de una forma mucho más clara y
definida.
Tefnut, solar por naturaleza,
es igualmente identificada con el Ojo de Ra y la lengua de Ptah, dios creador
de la cosmogonía menfita. Recordemos su protagonismo en el Mito de la Diosa
Lejana. Es precisamente entonces cuando la divinidad solar la coloca sobre su frente
(transformada en Ureus) pasando a ser guardiana del dios y de la realeza. Bajo
este aspecto Tefnut conserva rasgos eminentemente felinos y su identificación
con Maat sigue siendo efectiva, pudiendo ser debida, entre otras razones, a su
carácter agresivo que la faculta para restablecer el orden que encabeza y del
que por otra parte es integrante.
Algunos autores, entre los
que se encuentra Pirenne, opinan que en Heliópolis el origen de la pareja
tomada como unidad pudo responder a un concepto de entidad creadora, cuyo
nacimiento habría que buscarlo en una remota diosa madre. Para este autor el
elemento principal habría sido el femenino, mientras que el masculino sólo
constituía un ayudante de ella[17].
Es decir, el culto local que sucede a esta diosa-madre, podría haber sido el de
Shu y Tefnut, representados bajo el aspecto de dos leones[18],
a los que se les habría superpuesto posteriormente el dios creador Atum. Este
hecho que queda reflejado convenientemente en el "Libro de los
Muertos" (Cap., 115) donde se nombra a la serpiente de Heliópolis y
finalmente al finado, afirmando "conocer a las almas de Heliópolis: Ra,
Shu y Tefnut". Por otro lado Wallis Budge, considera que la tríada más
antigua es la formada por Atum, Geb y Nut, habiendo sido sustituida más tarde
por la ya mencionada. Con estos someros datos podemos llegar a la conclusión de
que, aun habiendo aceptado una jerarquización básica, es la que manejamos más
frecuentemente, aún no podemos afirmar de forma categórica cuál fue el origen y
el orden de éstos en la noche de los tiempos, antes de que aparecieran
registrados en los primeros textos.
12.- Geb y Nut
Por último, la creación necesita de otra
pareja para seguir evolucionando. Hasta que Shu no separa, por mandato de Ra,
la tierra del ciclo el resto de los elementos, es decir, los dioses, los
hombres, los animales y las plantas, no pueden emerger del caos ya que no hay
un espacio habitable para ellos. De este modo, se creará el orden, el Maat del
cosmos, el poder de regeneración y darán vida a GEB Y NUT, la segunda pareja
creada en el mito heliopolitano que representan dos elementos imprescindibles
en la creación: la tierra en la que han de habitar los seres vivos y el cielo,
produciéndose una organización, una estructuración del mundo que precede y
prepara la aparición de los seres vivientes.
Esta pareja símbolo del
principio fértil, es la articulación específica del orden creado, la fuerza de
vida que ya tiene la estructura del universo, el cielo y la tierra como
entidades separadas. Con ellos la creación se ha llevado a cabo, el cosmos se
ha ordenado y representan la vida de la naturaleza.
Todos los indicios nos llevan
a pensar que Geb en origen, y antes de formar parte de la Enéada heliopolitana,
fue un dios local sin función cósmica, procedente de alguna ciudad, próxima a
Heliópolis, cuyo animal sagrado era un ave acuática (posiblemente una oca) que
en ocasiones lleva sobre su cabeza humana, pudiendo portar igualmente la corona
blanca o la corona Atef, o las dos reunidas en la Época Baja.
Esporádicamente aparece
cubierto también con la corona del Bajo Egipto aunque no es la forma
iconográfica habitual. En cualquier caso aparece representado con el atributo
masculino en erección haciendo patente su intención de alcanzar a su
inaccesible pareja.
En los "Textos de los
Sarcófagos" (Fórmula, 223) y en el "Libro de los Muertos" (Cap.
54 y 59) es llamado "El Gran Cacareador", lo que nos lleva a pensar
que en algún momento se le hace dios creador responsable del huevo del que
nació Ra, como nos cuentan otras cosmogonías y en concreto la que aquí
tratamos. Su conexión con la tierra no parece explicable si no es por la posibilidad
de que adquiriera este carácter de una divinidad ctónica más antigua. Algunos
autores opinan que esta pareja pudo ser una creación sacerdotal sin base en la
tradición religiosa del Antiguo Egipto, necesaria para que el drama de creación
se llevara a cabo. Recordemos que Geb es la tierra, el responsable de los
terremotos, que estos no son más que la voz del dios y que sus huesos forman
las montañas de Egipto.
Como ya nos tiene
acostumbrado el pensamiento egipcio, citando como referencia los valiosísimos
"Textos de las Pirámides", encontrarnos que Geb posee una serie de
nombres que pueden resultar excluyentes:
- "La Cabeza de la Enéada":
- "El Único Gran Dios":
- "La Esencia de Todos los Dioses":
- "El más Principal de Todos los Dioses al cual Atum situó en la Cabeza de la Enéada", en relación con la identificación del rey con Geb:
- "El Único Gran Dios":
- "La Esencia de Todos los Dioses":
- "El más Principal de Todos los Dioses al cual Atum situó en la Cabeza de la Enéada", en relación con la identificación del rey con Geb:
Igualmente en los
"Textos de los Sarcófagos" hallamos epítetos parecidos: "El
Padre de Atum", "El que da de Comer al Corazón de Atum y Reúne sus
Miembros Cansados" etc., haciendo especial hincapié la Fórmula 30, donde
más explícitamente aparece la misma identificación.
Es curioso como en todos
estos títulos se hace sentir muy claramente la necesidad de remarcar que Geb es
considerado dios primigenio, colocándolo en el mismo estatus que Atum en
algunas ocasiones desde la recopilación de los primeros textos religiosos.
Otra curiosidad es aquella
que nos lleva a pensar en la razón por la cual los egipcios no relacionaron, a
lo largo de la civilización faraónica, a la tierra con una entidad femenina
como ocurre en otras muchas culturas antiguas, permaneciendo esta incógnita aún
sin resolver.
La diosa Nut, de origen
controvertido pudo ser una antigua divinidad de la tierra a la que se
encomendaba a los difuntos o que al menos en algún momento cumpliera este
cargo. Es muy verosímil que sea precisamente su unión con Geb la que provoque
este cambio de atribuciones, pasando primero a ser diosa del cielo diurno y más
tarde del nocturno también. No obstante, su servicio a los difuntos seguirá
siendo patente ya que la diosa será la responsable de guardar en sus entrañas
el trayecto diario del finado acompañado del sol por el "Más Allá".
De nuevo, son los
"Textos de las Pirámides" los que arrojan nueva luz a los datos aquí
expuestos: se identifica y personaliza a Geb con el sarcófago y a Nut con la
tapa de éste. El difunto se encierra en este microcosmos protegido por ambos
dioses, relacionándolo con el simbolismo sexual de las dos divinidades antes de
que fueran separadas por Shu, dotándole de una protección especial que
garantiza su acogida en el mundo del "Más Allá".
Iconográficamente Nut,
considerada en algunos textos como madre del Sol, aparece representada bajo
diversos aspectos; ella es la mujer arqueada que forma la bóveda celeste en
cuyo cuerpo navegan los astros, así como la mujer que sujeta en cada una de sus
manos dos formas del sol que recorren su cuerpo en pie. Es también la vaca con
la panza estrellada o la mujer que porta el jeroglífico de su nombre sobre su
cabeza (un vaso de agua sobre el símbolo del cielo). En relación con su aspecto
de vaca podemos relacionarla con las pieles de este animal en las que eran
envueltos los difuntos en el Predinástico, que evoluciona en el Período
Dinástico hacia su presencia en el interior de los sarcófagos bajo aspecto
humano, como ya se ha expuesto hace algunas líneas, dando acogida al difunto en
el más allá. La diosa está identificada con el árbol sagrado del sicomoro cuyo
emplazamiento original se situó en Heliópolis y su relación con diosas tales
como lsis o Hathor denota que todas ellas pudieron tener un origen similar.
Nut arqueada forma la
bóveda celeste.
Geb con el codo apoyado en el suelo representa la Tierra y
Ra navega en la barca solar. XIX Dinastía. Museo del Louvre.
Geb con el codo apoyado en el suelo representa la Tierra y
Ra navega en la barca solar. XIX Dinastía. Museo del Louvre.
13.- Osiris, Isis, Seth y Neftis
Como acabamos de estudiar, en
la teoría heliopolitana, Geb es la tierra de Egipto y junto a su esposa"
Nut, dan vida a OSIRIS, ISIS, SETH Y NEFTIS, que nacen durante los días
epagómenos, siendo unas de las divinidades más representativas de la Enéada.
No es mi intención
profundizar en estas 4 divinidades ya que su mitología excede de los límites
que nos hemos marcado en este trabajo, no obstante, vamos a esbozar algunas
ideas básicas para centrarnos en el tema. Por la misma causa se omitirá el
conflicto entre Horus y Seth.
Osiris
Isis
En definitiva, estos dioses, dos
pares de gemelos que se "casan" entre sí, constituyen el principio
histórico y el orden político y, según algunos autores, podrían simbolizar las
luchas entre el Alto y Bajo Egipto acaecidas en el Período Predinástico. No
obstante, no será hasta finales del Período Tinita cuando Osiris empiece a
cobrar importancia como dios, creciendo paulatinamente en las Dinastías IV y V,
siendo entonces cuando aparece mencionado en los "Textos de las
Pirámides" donde tiene un marcado carácter funerario. Su inclusión en la
teología heliopolitana queda bien patente a través de estos mismos textos,
donde se le sitúa sobre todos los dioses locales, quedando en segundo plano su
aspecto de dios de la vegetación, que es su apariencia más antigua. De igual
modo, lo encontramos en el "Gran Himno a Osiris" donde lleva el
título de "El Más Viejo de Todos los Dioses", epíteto que lo asciende
en la jerarquía de la Enéada Heliopolitana. En relación a la ya mencionada
función de vegetación/resurrección, es decir, como dios del grano y de los
cereales (Nepri), está presente en el "Papiro Chester Beatty nº 1",
los "Textos de los Sarcófagos" y el "Libro de los Muertos".
Osiris es por excelencia el
legitimador del reino de Egipto y junto a su hermana y esposa Isis representa
todos los aspectos beneficiosos y el amor familiar. Osiris es una fuerza
positiva que simboliza no sólo el grano sino también el Nilo, la tierra fértil
(la tierra negra, llamada por los egipcios Kemet) y el renacimiento, mientras
que Seth representa el desierto (la tierra roja, llamada Deshret) y la sequía.
Por tanto Seth es una fuerza negativa, antagónica de Osiris, que pretende
destruir al legítimo descendiente del trono de Geb. Si nos detenemos en
analizar esta simbología comprenderemos la lógica de este concepto en un país
en el que la arena de los desiertos, avanza hacia la tierra fértil en una
continua amenaza. En el mito heliopolitano esto se polariza en Seth y Neftis,
símbolos de lo estéril y carentes de descendencia. Claramente podemos hablar en
esta última generación de dioses de la lucha entre el bien y el mal, presente
de nuevo como concepto dual y necesario ambos para el equilibrio y la
existencia del mundo ordenado.
Osiris es el representante de
la vida, de los poderes cósmicos y del orden civilizado, el predecesor directo
del rey. Él sostendrá la creación en continuo enfrentamiento con lo que
representa su hermano, que desea devolverla al caos primigenio. En cuanto a
fuerza de vida, estará presente en todos los niveles: el cosmos, la naturaleza,
el estado, la vida humana y la inmortalidad.
De origen muy oscuro y aún
por determinar, aunque todos los indicios apuntan al Delta Oriental, sus
centros de culto más antiguos los encontramos a lo largo de todo Egipto:
Busiris, Abidos, Mendes y finalmente en Heliópolis.
En relación a la formación de
este dios, se han barajado muchas y muy distintas teorías, entre las que
destacaríamos:
a) Que sea una divinidad no-egipcia procedente de Libia o Asia (R.
Well y Pirenne).
b) Un antiguo personaje destacado del Predinástico divinizado posteriormente (H. Kess y H. Junker).
c) Que su importancia pueda vislumbrarse en la Dinastía II, en base a dos aparentes pilares Dyed encontrados por Z. Saad en Helwan. No obstante sabemos que el pilar Dyed fue un préstamo que Osiris tomó de otros dioses como Sokar y Ptah.
d) Que su culto, procedente del Alto Egipto, pueda datarse con anterioridad a la Dinastía I (Griffiths).
e) Que en origen pudiera haber sido una divinidad demoníaca que pudiera constituir un peligro para el difunto mortificándose más tarde completamente su carácter negativo (Tobin).
b) Un antiguo personaje destacado del Predinástico divinizado posteriormente (H. Kess y H. Junker).
c) Que su importancia pueda vislumbrarse en la Dinastía II, en base a dos aparentes pilares Dyed encontrados por Z. Saad en Helwan. No obstante sabemos que el pilar Dyed fue un préstamo que Osiris tomó de otros dioses como Sokar y Ptah.
d) Que su culto, procedente del Alto Egipto, pueda datarse con anterioridad a la Dinastía I (Griffiths).
e) Que en origen pudiera haber sido una divinidad demoníaca que pudiera constituir un peligro para el difunto mortificándose más tarde completamente su carácter negativo (Tobin).
Su iconografía, muy variada,
tradicionalmente nos presenta la figura de un hombre con la piel pintada de
verde, símbolo de resurrección, envuelto en un sudario con los cetros de poder
en las manos y la corona Atef sobre la cabeza. De igual modo, podemos verle
representado bajo formas tan sorprendentes como un pez.
Su esposa Isis, cuyos indicios
debemos buscar en Buto, en origen debió ser una diosa-madre y más tarde una
divinidad, del cielo (posiblemente Hathor) con marcados rasgos de fertilidad y
maternidad como aparece en la Cosmogonía Heliopolitana. Su
símbolo representativo está presente en la iconografía egipcia a partir de la
Dinastía I. Su estrecha relación con la deidad cósmica Nut indudablemente se
debe a que originalmente ambas participaban en el cumplimiento de las mismas
funciones, hecho que más tarde se transluce en el intercambio de papeles,
cubriendo el puesto de esposa, hermana, madre o hija, de un dios determinado.
Con esta asimilación se pretende remarcar mediante el sincretismo el rol
femenino como dualidad. Isis, modelo de madre y esposa, se asoció al trono de
Osiris y por lo tanto al trono real, símbolo jeroglífico que porta sobre su
cabeza y que forma parte de su propio nombre.
Al igual que Osiris, la iconografía de Isis es numerosa, normalmente la encontramos bajo forma humana aunque también podemos hallarla bajo el aspecto de milano o vestida con cuernos de vaca.
Al igual que Osiris, la iconografía de Isis es numerosa, normalmente la encontramos bajo forma humana aunque también podemos hallarla bajo el aspecto de milano o vestida con cuernos de vaca.
De origen muy antiguo, el
dios Seth[19],
a diferencia de Osiris, es originario del Sur, de la antigua Nubt, es decir de
Ombos (Nagada). Esposo tradicionalmente de Neftis y estéril por naturaleza, es
curiosamente nombrado en los "Textos de las Pirámides" (§489) como
poseedor de dos esposas, que Wallis Budge interpreta como la diosa Neith,
mientras que la otra podría ser Neftis.
Aunque la faceta más popular
de esta divinidad es su apariencia negativa, no adquiere esta facultad hasta
que el mito heliopolitano se consolida. En opinión de H. Kees pudo ser
originariamente un dios del cielo, aunque en mi opinión este criterio requiere
un mayor estudio, ya que la implicación de la deidad en cielos empíreos es demasiado
confusa y oscura.
Su iconografía o al
menos el animal con el que tradicionalmente se le representa, tampoco nos
ofrece ningún tipo de ayuda para esclarecer el primitivo aspecto de la
divinidad ya que no ha podido ser identificado, llegando a suponerse que podría
tratarse de una bestia fabulosa o un animal hoy extinguido. Otros autores
tratan de adivinar la figura de un okapi, un asno o un antílope. El Dr. Ali
Radwan identifica a Seth con un asno salvaje procedente de Asia, hoy
desaparecido e imposible de domesticar, basándose en la representación de este
tipo de animal en algunas mastabas del Reino Antiguo.
Muchos son los monumentos
egipcios donde aparece la figura de este dios, en ellos podemos encontrarlo
bajo diversos aspectos: el animal fabuloso del que veníamos hablando, un cerdo,
un oryx, un hipopótamo al que arponea su eterno enemigo Horus, sobre los muros
de Edfú, o un cocodrilo en Época Romana. Estos son tan sólo algunos de los
variados ejemplos que podemos encontrar.
El indicio más antiguo del
dios lo hallamos en un peine de marfil Amratiense, del cementerio predinástico
de El-Mahasna y en la tumba H-29 de Nagada, pudiendo ser la deidad principal de
este período. En las cerámicas blancas de líneas cruzadas de la clase C y en
los sellos reales de Abidos también aparece la figura del dios, cuyo culto más
tarde se traslada al Delta Oriental.
Seth
Pese a todas las
connotaciones negativas Seth también es poseedor de un aspecto positivo,
palpable en el hecho de que en los márgenes del Nilo se erigieron templos en su
honor, varios reyes hicieron incluir su nombre en el suyo propio (Sethy) o
sustituyen al dios Horus en su protocolo para introducir a Seth (Peribsen), que
gozó de culto dinástico, además de aparecer en la titulatura de algunas de las
reinas que llevan el epíteto de "Aquella que ve a Horus y Seth".
Finalmente, es considerado dios de la guerra y patrono de los frutos y
recolecciones obtenidas.
De este modo vamos a analizar
algunas de las ocasiones donde Seth desempeña un papel benefactor:
a) En los primeros Serej que conocemos aparecen las figuras de dos
dioses Horus como muestra de dualidad, mientras que Jasejemui incluye a Seth en
su protocolo sustituyendo a uno de estos dos dioses halcones. Así lleva el
título de "Los Dos Poderes están Pacificados" (Horus y Seth). b) Bajo el reinado de Peribsen se introduce a este dios en el
protocolo real relegando a Horus.
c) En los "Textos de las Pirámides" se encuentra igualmente
este aspecto benéfico de la divinidad. Aparece mencionado como "Señor del
Alto Egipto", situándolo por encima del resto de los dioses locales del
Sur.
d) Es considerado el protector de los cinco nombres del rey.
e) Es un dios venerado por los reyes Hicsos y con las dinastías ramésidas adquiere una importancia capital en el culto real. Ramsés II es calificado como "Hijo de Seth" en una estela de Abu Simbel referente a uno de sus matrimonios.
f) Por otro lado conviene recordar que el cetro Uas que portan los dioses pudiera ser la representación del dios.
g) Con el mismo propósito aparece en las ceremonias de coronación, defendiendo a Ra en su barca o representado junto a Horus en el Sema-Taui, símbolo empleado para representar iconográficamente la consolidación de la unión del Sur y el Norte de Egipto mediante la acción de atar las dos plantas simbólicas: el papiro y el loto.
Es patente por tanto que este
dios contradictorio, posee dos aspectos muy diferenciados y totalmente
disociables: el positivo junto al eminentemente negativo, que ya mencionábamos
al principio de este apartado. d) Es considerado el protector de los cinco nombres del rey.
e) Es un dios venerado por los reyes Hicsos y con las dinastías ramésidas adquiere una importancia capital en el culto real. Ramsés II es calificado como "Hijo de Seth" en una estela de Abu Simbel referente a uno de sus matrimonios.
f) Por otro lado conviene recordar que el cetro Uas que portan los dioses pudiera ser la representación del dios.
g) Con el mismo propósito aparece en las ceremonias de coronación, defendiendo a Ra en su barca o representado junto a Horus en el Sema-Taui, símbolo empleado para representar iconográficamente la consolidación de la unión del Sur y el Norte de Egipto mediante la acción de atar las dos plantas simbólicas: el papiro y el loto.
Finalmente, Neftis es la
última divinidad que nos queda por tratar de esta última generación de dioses.
Su nombre significa "Señora de la Casa", jeroglífico que lleva sobre
su cabeza. Muy posiblemente Neftis es la clónica de su hermana con la que en
ocasiones forma tríada acompañadas por Osiris. No obstante, puede decirse que
es una agrupación artificial de los sacerdotes heliopolitanos. Usualmente la
encontramos bajo el aspecto de una mujer o de un milano.
Aunque unida a Seth,
originariamente debió de ser una divinidad completamente independiente
relacionada de algún modo con el fallecido, como se desprende del hecho de que
a la momia se la denomine "El Mechón de Neftis"'. Seth es el dios de
la esterilidad enemigo de Osiris, mientras que su esposa Neftis comparte
funciones con Isis: la ayuda en la resurrección de Osiris, participa de la
tristeza de la diosa y en los textos más tardíos se la menciona como la madre
de Anubis, (asimilado a Horus) nacido de las relaciones que esta divinidad
tiene con el dios Osiris en un acto que se califica de "confusión".
El papiro mágico Harris II, 7, atribuye también esta maternidad a la diosa,
pero un hecho curioso se desprende que el rol de padre es compartido en algunas
ocasiones por los dioses Seth y Osiris, aunque sea el último el que aparece más
frecuentemente mencionado.
De cualquier modo, en algunos
pasajes de los "Textos de las Pirámides" parece que los teólogos quisieron subrayar el
hecho de que la unión de Seth con Neftis no es veraz. De este modo encontramos
como es mencionada "viniendo con su perverso" (Seth) y denominándola
"Imitación de Mujer que no tiene Vagina".
Neftis e
Isis
14.- Pequeña Enéada de Heliópolis
Hemos estudiado cómo la
aparición de HORUS en la teología heliopolitana es un tanto particular. La
presencia de dos dioses con el mismo nombre y distinto título: Horus el Joven y
Horus el Viejo, aun no siendo sencilla, creo que ha quedado suficientemente
clara en el apartado en el que nos referíamos a él. Recordemos tan solo, que
ambos dioses son dos aspectos distintos de la misma divinidad. Su inclusión en
la Gran Enéada como hijo póstumo de Osiris es una de las bases para crear un
nexo de unión entre esta agrupación y la PEQUEÑA ENEADA DE HELIOPOLIS.
Horus
Mucho más elástica e
inestable, estaba formada según los textos por: Thot, Anubis, Maat, Heket,
etc., todos ellos deidades menores bajo la dirección de Horus.
La variabilidad de los
protagonistas de esta totalidad divina queda clara simplemente remitiéndonos,
una vez más a los textos, donde tomando como muestra al dios Thot encontramos
que: aparece como hermano de Osiris y por lo tanto miembro de la Gran Enéada,
en Sarcófagos 335 sustituye a Geb y en otros pasajes se manifiesta, bien
intercediendo a favor de Nut y Geb, sustituyendo a Horus o como miembro de la
Pequeña Enéada heliopolitana, una movilidad que nuestras mentes cartesianas no
llegan a encajar fácilmente.
Horus
luchando con Seth
La Pequeña Enéada
heliopolitana da la sensación de haber sido elaborada de forma artificial y
forzada. Constatada en los "Textos de las Pirámides" no destaca de
forma primordial y casi continuamente, los dioses que la componen se
intercambian, variando el número de divinidades según la época que tratemos. No
obstante, la arqueología nos ha hecho llegar numerosas muestras donde la
Pequeña Enéada aparece explícita o implícitamente representada. De este modo, y
tomando como ejemplo una de las estatuas monolíticas del rey Senusert I,
encontramos que en el lateral del trono aparecen ambas Enéadas, la pequeña y la
grande, identificadas con dos genios de fertilidad que mediante la fórmula del
Sema-Taui, atan las dos plantas simbólicas del Alto y Bajo Egipto como Horus y
Seth en otros grupos escultóricos del mismo rey. Este símbolo, tan frecuente en
la iconografía, puede ser identificado como unidad para subrayar ese aspecto de
orden y unión que el egipcio consideraba necesario para el buen transcurrir de
los tiempos.
Horus y
Seth. Trono de Senusert
Debido a la gran
inestabilidad de su composición, los datos que poseemos respecto a su creación
y simbología son muy escasos. Sin embargo, el conjunto da la sensación de ser
simplemente una justificación religiosa para agrupar aquellos dioses locales
que no tuvieron un lugar para su legitimación, bien debido a un creciente y
puntual poder de determinada deidad o bien dependiendo de la divinidad
preeminente a la que convenga resaltar.
Como hemos visto el término
Enéada encierra en sí ya no sólo a los componentes del drama heliopolitano sino
que agrupa todo un apasionante mundo de misterios y claves, difíciles de
desentrañar, de los cuáles con toda certeza, el habitante del antiguo Egipto
era ignorante. Este simbolismo queda patente incluso en frases tan sorprendentes
como: "Los Labios de Pepi son las dos Enéadas", donde la metáfora
subraya la legitimación del rey en la agrupación mitológica.
.... "¿PERO QUÉ VA A SER DE MI DURACIÓN DE
VIDA (ETERNA)?"
CONTESTÓ EL OSIRIS N. "ESTÁS DESTINADO A
(VIVIR) MILLONES DE AÑOS, (A TENER) UNA DURACIÓN DE VIDA (ETERNA) DE MILLONES
DE AÑOS. PERO YO (ATUM), DESTRUIRÉ TODO LO QUE HE CREADO. ESTE MUNDO REGRESARÁ
A LAS AGUAS PRIMIGENIAS, AL AIRE PRIMIGENIO COMO ESTABA EN SU PRINCIPIO. YO
SERÉ EL ÚNICO QUE QUEDARÉ JUNTO A ÓSIRIS DESPUÉS DE HABERME CONVERTIDO
NUEVAMENTE EN UNA SERPIENTE QUE LOS HOMBRES NO CONOCEN Y LOS DIOSES NO
VEN".
Dioses Egipcios Presentación:
[2] Serrano Delgado, J.M.: Textos para la
historia antigua de Egipto. Madrid 1993 p. 94. Otra traducción al
castellano del mismo texto, se encuentra en: Levóque Jean. Sabidurías del
Antiguo Egipto. Ed. castellano, Estella (Navarra) 1984. pp.27-28. ' ...
Bien dotados están los hombres que son el rebaño del dios. El hizo el
cielo y la tierra en favor de ellos y rechazó al monstruo de las aguas.
Hizo el aire, que es vida para sus narices; pues ellos son imágenes suyas, ya
que han salido de su carne. Brilla en el cielo en provecho de su corazón,
hizo por ellos las plantas y los animales, las aves y los peces, para
alimentarles. Pero mató a sus enemigos y castigó a sus propios hijos,
porque proyectaban rebelarse contra él. Hizo la luz del cielo en provecho de su
corazón y navega a vela para verlos. Erigió alrededor de ellos una
capilla; y cuando lloran, les escucha. Estableció para ellos soberanos
legítimos, sostén para aliviar la espalda del débil. Hizo para ellos la
magia como arma para prevenir lo que puede acontecer, y el sueño, tanto de
noche como de día. Mató entre ellos a los indóciles, lo mismo que un
hombre golpea a su hijo o a su hermano. Porque el dios conoce cada
nombre...'
[3] Un compendio de los dioses y diosas del
Antiguo Egipto puede ser consultado en.: Castel, E.: Diccionario de Mitología
Egipcia. Madrid 1995.
[4]
Para consultar una visión sobre el origen de Horus 'Señor del cielo': M.
Gilula 'An Egyptian etymology of the name of Horus?' JEA 68. 1.982
[5] Sobre los Textos consultar: Molinero
Polo, M. A.: 'Los Textos de las Pirámides'. Historia 16 nº 160. Año
XIV. Madrid.
[6] Sobre esta cuestión consultar: Barquet,
Paul. Textes des Sarcophages Egyptiens du Moyen Empire. Paris
1986. Fórmula, 75-80. En este caso los componentes de la Enéada
forman parte indisoluble del dios Atum.
Otra idea a tratar es la Enéada como elemento para
establecer una genealogía del rey unido a la divinidad. Sobre este tema
conviene consultar: Anthes, Rudolf: Egyptian Theology in the Third Millennium
B. C., JNES 18 (1959) pp. 169-212.
[7] Respecto a esta problemática, tratada
tradicionalmente como acaecida en la dinastía II, conviene consultar: Pérez
Largacha, Antonio: 'El Nacimiento del Estado en Egipto' Aegyptiaca Complutensia
II, Alcalá de Henares 1.993, 158, 167-173.
[8] Troy, Lana: 'The Ennead: The Collective as
Goddess', The Religíon of the Ancient Egyptians. Cognitive Structures and Popular Expressions. Uppsala 1.989.
El debate presentado por esta autora, es un
espléndido trabajo en el que se basan muchos de los conceptos de este apartado.
Clagett, M.: Ancient
Egyptian Science. Vol 1.
Tomo 1. Philadelphia 1989. pp. 279-297. Aporta interesantes ideas sobre
el Sistema Heliopolítano.
Sobre la modificación de la doctrina
heliopolitana en períodos posteriores (Imp. Nuevo), ver 'El libro de la
Vaca Divina' en: Clagett, M.: Ancient Egyptian Science. Vol 2. Tomo 1.
Philadelphia 1989. pp. 531-546.
[9] Sobre este y otros símbolos egipcios consultar:
Castel, E.: Egipto, signos y símbolos de lo sagrado. Madrid 1999.
[10] Sobre las vinculaciones eróticas de la Enéada ver
Araújo, Manuel.: Estudos sobre erotismo no antiguo Egipto. Lisboa 1995.
[11] Sobre esta cuestión ver Plutarco, De Iside et Osiride.
Existe una edición traducida y comentada a inglés por Griffiths, J. G. Cardiff,
1970.
[12] Sobre este tema es imprescindible consultar Arieh
Tobin, Vicent.: Theological principles of Egyptian Religion. New York 1989, pág.
46-53, 57-6489-92, 113-122, 195-215, sobre cuyas bases se ha fundamentado este
trabajo.
[13]
Bickel, Susanne.: La Cosmogonie
égyptienne avant le Nouvel Empire. OBO 134. Göttingen 1994, pág., 23.
[14] Sobre las formas del Benben: Kemp, B. J.: El
Antiguo Egipto. Anatomía de una Civilización. Ed Castellano,
Barcelona 1.992.
[16] Bickel, Susanne.: La Cosmogonie égyptienne avant
le Nouvel Empire. OBO 134. Göttingen 1994, pág., 129.
[17] Pirenne, Jacques. Historia de la
Civilización del Antiguo Egipto. Tomo lº pp. 51, 66. Barcelona 1.977.
Budge, Wallis. From Fetish to God in
Ancient Egypt. Ed.
New York 1.988.
[18] Existe una asimilación entre Shu y Tefnut en unas
ocasiones y entre Geb y Nut en otras, con una divinidad llamada Aker que
también personifica la tierra, cuya iconografía es similar. Aker
constituye un elemento estático/pasivo, como el dios Geb. Sobre esta
cuestión consultar: Castel Elisa. Algunos Aspectos de dioses Felinos en
el Antiguo Egipto. BAEDE 2. Madrid 1990. Faulkner, R.O. Oxford
1969. Op. cit., § 796. Aker es identificado con Geb y Nut.
[19] Velde, H. Seth, God of Confusion: a Study of his
role in Egyptian mythology and Religion. Ed Leiden 1977- pp. 13.
No hay comentarios:
Publicar un comentario