jueves, 23 de enero de 2020

Capítulo 24 - El Período Tardío (664-332 a.C.) - Dinastía Saíta


El Período Tardío (664-332 a.C.) 1/2.- Dinastía Saíta 

Introducción 
El Período Tardío, caracterizado por la sucesión de gobiernos autóctonos y dominaciones extranjeras, abarca las últimas dinastías del Egipto faraónico, hasta la conquista de Alejandro Magno en el año 332 a. C., que marcó la pérdida definitiva de la autonomía política del país. 
Los egiptólogos han tratado, generalmente, este período con cierta reticencia o indiferencia, considerándolo todo él, con demasiada frecuencia, como el último vacío de lo que una vez fue una gran cultura. Dichas posturas han devaluado el histórico logro de estos siglos, así como la impresionante vitalidad que la civilización faraónica continuó exhibiendo. El estudiante de esta era goza también de una ventaja única. Para los períodos anteriores, tenemos que fiarnos mayoritaria o exclusivamente en evidencias egipcias, con todas sus inherentes distorsiones, pero los historiadores del Período Tardío disponen de un campo más amplio de evidencia escrita, que pone a su disposición un potencial sin parangón para las consultas de referencias cruzadas, y que ofrece una perspectiva interna de los trabajos realizados por las instituciones políticas y militares, desprovista de ese barniz propagandístico que, invariablemente, cubre las narrativas históricas redactadas por los nativos escribas egipcios.
Los siglos que se van a tratar se desglosan en cuatro fases bien definidas: la Dinastía Saíta (664-525 a.C.); la Primera Ocupación Persa (525-404 a.C.; un período de independencia (404-343); y la Segunda Ocupación Persa (343-332 a.C.).

Dinastía Saíta: El Resurgir del Poder de Egipto
La reunificación saíta en Egipto a mediados de 650 a.C. trastocó una tendencia de larga duración de la historia del país en cuanto que la totalidad de todos los precedentes recientes apuntaban de forma imperativa a la progresiva fragmentación interrumpida por alternativos turnos de dominación extranjera. Los años que siguieron al final de la Dinastía XX habían traído la desintegración del reino bajo presiones diversas: la debilidad de los últimos gobernantes ramésidas provocó el colapso del gobierno centralizado; el desarrollo del poder del sacerdocio de Amón-Ra en Tebas creó un rival formidable de la autoridad real; y la infiltración en el país de los libios llevó rápidamente a su ascensión en la jerarquía social y política.
No sorprende, pues, que vigorosos principitos libios experimentasen pocas dificultades en poner sus manos en puestos reales creando así una secuencia de dinastías de variada eficiencia. Más adelante, la enmarañada red de la Dinastía XXV – caracterizada por la intermitente dominación nubia – cubriría buena parte de los 100 años. Aunque la Dinastía XXV empezó bien, acabaría con el país sufriendo de forma severa las invasiones de los asirios de 671 y 663 a.C.
El fundador de la Dinastía XXVI, heredero de este legado, tuvo que enfrentarse  a problemas serios: el antiguo ideal egipcio de un reino unificado se había visto erosionado por la rivalidad de bloques de poder opositores en forma del sacerdocio de Tebas y las dinastías libias; esta difusión del poder generó una economía débil y fue, a la vez, agravada por ello; y, finalmente, la ambición de los enemigos asiáticos y reyes nubios de recuperar el control de Egipto suponía una constante amenaza exterior. Cualquier intento de recrear un estado egipcio poderoso y unificado dependía de la erradicación, o al menos neutralización, de dichos factores. En esto, la Dinastía XXVI tuvo un gran éxito, coronado con nada menos que el resurgimiento de Egipto como un destacado poder internacional.
El crédito por la reunificación de Egipto recae en Psamtek I (664-610 a.C.) cuyo padre, Nekau I (672-656 a.C.), había gobernado previamente en Sais bajo protección asiria y en sus esfuerzos habría sido muerto por el rey nubio Tanutamani (664-656 a.C.) en 664 a. C. Psamtek sucedió a la posición de su padre con el apoyo asirio, controlando inicialmente alrededor de la mitad del Delta con sus más destacados centros de poder en Sais, Menfis, y Anubis, así como estrechos vínculos religiosos con Buto. Los asirios, evidentemente, veían esta evolución como una continuación del viejo sistema de autoridad a través de los príncipes locales, pero las arenas se le escapaban rápidamente a dicho poder como lo hizo Nínive para Egipto.
Considerando los acuciantes compromisos en otros lugares del Imperio, los asirios simplemente carecían de la fortaleza militar para mantener su posición tan al norte de forma indefinida. Con una perspicacia estratégica típicamente saíta, no tomó Psamtek el tiempo suficiente para explotar esta situación así que las relaciones con Asiria tomaron un curso diferente, y hacia 658 a.C. le vemos recibiendo ayuda de Gyges de Lydia emancipándose así él mismo del control asirio, episodio que puede muy bien estar conectado con la tradición de Herodoto de que Psamtek empleó mercenarios carianos e ionianos en sus intentos de reforzar y extender su autoridad. Además del poder militar, nuestras fuentes destacan otra dimensión más de su estrategia: reforzar su base económica mediante el desarrollo de lazos comerciales con los griegos y fenicios. Evidentemente, este formidable gobernante comprendió que todo poder tiene que estar basado en una tesorería sólida.
Para 660 a.C., Psamtek tenía ya el control de la totalidad del Delta, y desde esta potente base militar pudo ganarse la autoridad del resto del país para 656 a.C.; principalmente, según parece, por medios diplomáticos si bien las ruedas de la diplomacia estaban bien lubricadas ante la disponibilidad de una substanciosa fuerza militar bien equipada de mercenarios extranjeros de cuestionables escrupulosos. También se benefició substanciosamente de la docilidad de los bien afinados príncipes locales tales como los patrones de buques mercantes de Heracleópolis Magna y Mentuemhat de Tebas, quienes rápidamente se percataron de las ventajas de alcanzar un arreglo.
Por lo menos igual de agobiante era el problema de conseguir el control del poderoso sacerdocio de Amón-Ra en Tebas que había sido un factor importante en el debilitamiento papel decisivo de la autoridad real desde finales del Imperio Nuevo. En esto se dio un paso clave para resolver este conflicto cuando Psamtek decidió que se designase a su hija Nitiqret como heredera de la “esposa divina de Amón” con lo que se inició un proceso encaminado a que el mayor depósito de poder eclesiástico del sur estuviese en manos de la dinastía.
El poder “obtenido” es una cosa; el poder “mantenido” es otra diferente. Pero el proceso de consolidación se llevaría y desarrollaría con un éxito triunfal. Gran parte de la contribución la aportaron los mercenarios, que habrían jugado un papel decisivo en la conquista del poder. Nuestra documentación enfatiza mucho los de origen griego y cariano, pero se tiene también noticias de judíos, fenicios, y, es posible que beduinos Shasu
N.B. Shasu es la palabra egipcia para d(esignar a los nómadas que surgieron en Oriente Medio, del siglo XV a. C. al Tercer Período Intermedio. El nombre evolucionó de una transcripción de la palabra egipcia š3 su, que significa “los que se mueven a pie”, y es el término para designar a los beduinos vagabundos.
Estas tropas tenían dos funciones. En primer lugar, se las consideraba como garantes de la seguridad de Egipto ante un ataque desde el exterior de cara a una serie de enemigos, inicialmente asirios y después caldeos (babilonios) y persas. No obstante, sin duda alguna, ellos también constituían un contrapeso dentro del país del poder de los machimoi, la clase de los guerreros egipcios nativos que eran, en origen, libios, y suponían una seria amenaza interna en potencia para la autoridad real.

Herodoto nos informa que se establecieron stratopeda (campos) entre Bubastis y el mar en el brazo pelusíaco del Nilo. Él afirma que estos campos se fueron ocupando sin parar durante más de un siglo y los mercenarios fueron trasladados a Menfis al principio del reinado de Ahmose II (570-526 a.C.), pero la evidencia arqueológica presenta un cuadro algo más complejo. En Tell Defenna (la Daphnae griega), el faraón identificado más antiguo es ciertamente Psamtek I, pero la vasta mayoría del material data del tiempo de Ahmose II – es decir, la divulgación contradice la tradición de herodotiana. 
También sabemos de otro campo a 20 km. De Daphnae, un poco hacia el sur de Pelusium, donde se han encontrado en gran cantidad cerámica del siglo sexto. La más plausible explicación a la contradicción entre nuestra biblioteca y la evidencia arqueológica es que las tropas fueron retiradas del campo a principios del reinado de Ahmose a consecuencia de una reacción anti griega (Ver más adelante), pero vueltas a enviar más tarde para contrarrestar la creciente amenaza de Persia. En cuanto a su incorporación al ejército egipcio, la famosa inscripción griega en la pierna de los de Abu Simbel, así como la práctica posterior, indica que los mercenarios, bajo mando egipcio, formaban uno de los dos cuerpos del ejército cuyo Comandante Supremo era también egipcio. Hay que mencionar que estas tropas no eran siempre de confianza, y existe evidencia de una revuelta de mercenarios en Elefantina durante el reinado de Apries (589-570 a.C.).
El trabajo de Petrie en Tell Defenna ha proporcionado un cuadro vívido y probablemente típico del carácter de las bases permanentes de dichas tropas en el período saíta. El emplazamiento está situado en una extensa llanura cubierta de cerámica y dominada por los restos de una plataforma de ladrillo y barro construida según el principio estándar de panales consistente en casas matas, muchas de ellas rellenas de arena. Se estimó que la altura original rondaría los 30 pies (unos 10 metros), y él creía que habría sido coronado de un fuerte.
Esta estructura que,  sin duda la construyó Psamtek I, parece haber funcionado como un torreón dentro de un recinto delimitado por un masivo muro oblongo de ladrillo y barro, que para los tiempos de Petrie estaba ya erosionado a ras del suelo. Fuera del muro, se extendía el asentamiento civil, normalmente hacia el este. La excavación produjo una importante cantidad de equipo de la infantería griega, pero el lugar también era una base naval de la que podía operar galeras de guerra de estilo griego, situación que reflejaba el importante rol de los mercenarios en la Armada Egipcia.
No sorprende que la preferencia demostrada hacia estas tropas extranjeras estuvo lejos de ser bienvenida por los machmoi. Según Herodoto, un grupo de ellos se amotinó y se retiró de Egipto a un lugar que pudo haber estado en alguna parte en la vecindad del Nilo Azul y en el área de Gezira, cerca de Omdurman, si se puede confiar en sus datos topográfica. Para los tiempos de Apries, las cosas se habían empeorado aún más y eventualmente alcanzarían un nivel desastroso cuando vemos al monarca barrido del Trono por un contragolpe machimoi contra la posición de privilegio de griegos y carianos dentro del estamento militar. La chispa que encendió el polvorín fue una derrota desastrosa sufrida por una fuerza de  machimoi enviada contra la ciudad griega de Cyrene, que ofreció la oportunidad a Ahmose de usar estas tropas para vencer a los mercenarios de Apries en Momemphis, en 570 a.C. y usurpó el Trono para Egipto.
La economía era igualmente un foco de la política saíta en la reconstrucción de Egipto. La base de una economía sólida en el país era, como siempre lo había sido, una agricultura fuerte, y para los tiempos de Ahmose había crecido a un nivel de éxito espectacular. Herodoto (2.177.1) comenta: “Se cuenta, que fue durante el reinado de Ahmose II Egipto alcanzó su nivel más alto de prosperidad, tanto con respecto a lo que el río dio a la tierra, como lo que la tierra ofreció a los hombres, y que el número de ciudades habitadas en ese período alcanzaría un total de 20.000.
También se fomentó en gran manera el comercio. En nuestras fuentes textuales, las relaciones con los griegos jugaron un papel importante, si bien habría que recordar que la mayoría de los textos son griegos. En cuanto al propio Egipto, sabemos de centros de comercio como “El Muro de los Milesianos”, e “islas” que llevaban nombres como Éfeso, Chios, Lesbos, Chipre, y Samos, pero su relación precisa con la Corona u otros centros dentro del país no es clara al principio del período.
(N.B. Los Milesianos de la civilización helénica eran los habitantes de Mileto, ciudad de la provincia de Anatolia, la actual Turquía, cerca de la costa del Mar Mediterráneo, en la desembocadura del Río Büyük Menderes, en Turquía. Colonos procedentes de Creta llegaron de Mileto hacia el siglo XVI a.C. Para el siglo VI, Mileto se habría convertido ya en un imperio marítimo, y los Milesianos se esparcirían por toda Turquía, llegando incluso a lugares tan remotos como Crimea, fundando nuevas colonias).

No obstante, con mucho, el centro de comercio mejor documentado es Naukratis, ubicado en el ramal canope del Nilo, no lejos de la capital, Sais, y dotado de excelentes comunicaciones para el comercio tanto exterior como interior. Aunque la ciudad fue fundada por los Milesianos a mediados o finales del siglo VII a.C., miembros de otras ciudades de la Grecia Oriental también llegarían a establecerse en el lugar, así como comerciantes del estado isleño of Aegina en el Golfo Sarónico (o Golfo de Egina), al sur de Atenas. Las excavaciones han revelado una serie de recintos sagrados dedicados a cultos griegos, una fábrica para la producción de escarabeos para la exportación, y una plataforma de panales típicos del Período Tardío comparable con el de Tell Defenna, que pudo haber tenido un fin militar pero igual pudo haber tenido funciones tanto civiles como administrativas.
Es difícil determinar hasta qué punto el comercio estuvo regulado durante los primeros años de la fundación. Puede ser que desde el propio inicio el modelo de Mirgissa en Nubia durante el Imperio Medio lo estuviese. Este sistema se describe en forma resumida en la estela del octavo año de reinado de Senusret III, como sigue:
“La frontera sur, hecha en el octavo año bajo su majestad el Faraón del Alto y Bajo Egipto Khakaure (que viva eternamente) con el fin de prevenir el paso de cualquier nubio que viaje al norte por tierra o en una barca kai así como cualquier ganado propiedad de nubios, con la excepción de un nubio que venga a traficar a Mirgissa o en una misión, o para cualquier otro asunto que se pueda tratar legalmente con ellos; pero estará prohibido para siempre que cualquier barca kai de los nubios pasen hacia el norte más allá de Semna”.
De haber sido así, no hay duda de que Naukratis se convirtió en el canal a través del cual la totalidad del comercio griego tenía que fluir desde aproximadamente 570 a.C. 
No obstante, hay evidencia de incluso de extenuados esfuerzos para promocionar el comercio; Se sabe, que Nekau II (610-595 a.C.) desde un principio comenzó a construir un canal que corría desde El Nilo al Mar Rojo, actividad que sin duda indica un resurgimiento de la actividad económica en la zona del Mar Rojo, que había supuesto un importante foco de interés comercial en dinastías anteriores. También parece razonable considerar la imposible narrativa herodotiana de una circunvalación de África instigada por Nekau II como otra reflexión de interés en este tiempo. 
Por muy impresionante e incluso espectacular que estas medidas puedan haber sido, no podemos perder de vista del simple hecho de que grandes batallones y una exuberante tesorería nunca puede ser la base de un poder duradero. Siempre tiene que haber un apuntalamiento ideológico que sea aceptable para el pueblo súbdito. En Egipto, la base para ello siempre había sido el concepto de realeza divina que asignaba al faraón un rol claramente definido y universalmente aceptado, no sólo en el gobierno del reino pero en el actual mantenimiento del propio Cosmos. Esta agenda tenía que ser aceptada y rigurosamente observada; para llegar a ser un faraón legítimo era esencial actuar legítimamente. Yo hecho un desglose de este ideal faraónico en otra parte como sigue: 
“Los elementos básicos son: el faraón asciende al Trono como Horus, campeón del orden cósmico (maat) y vence a las fuerzas de la oscuridad; desarrollando este rol, él mide el bienestar de Egipto en términos económicos organizando el sistema de riego, y en términos militares manteniendo sus fuerzas armadas y derrotando a sus enemigos extranjeros; la pax deorum (la paz de los dioses) se asegura supliendo todas las necesidades de los templos y construyendo monumentos,  tanto para los dioses como para sí mismo (estatúas e instalaciones mortuorias); se harán expediciones a Punt, Sinaí y otras fuentes económicas de materia prima, y en el curso de estas operaciones los dioses darán su aprobación al faraón mediante el biayt, (maravillas), que puede consistir en un claro éxito de la campaña y en algunas señales o presagios que los dioses decidan proporcionar. El resultado de todo esto será larga vida para el faraón y el cumplimiento de la voluntad de los dioses en el establecimiento del orden cósmico en la Tierra (Libro de Herodoto   II. Comentario 2.16-17). 
Psamtek I sale bien parado aquí, pero, a la vez, cargado con una enorme responsabilidad. Él, acometió uno de los roles más críticos de la realeza, vestir el manto de Menes y Mentuhotep II unificando el país y restaurando el orden correcto de las cosas, y el estado del ser humano que los egipcios llaman maat. Esto emerge con claridad cristalina al principio de la conservada sección de la Estela de Adopción de Nitiqret, la inscripción real más larga de su reinado que ha sobrevivido: 
(1) Yo, [Psamtek] he actuado para él como debería hacerse para mi padre. (2) Yo soy su primogénito, uno hecho próspero por el padre de los dioses, uno que lleva a cabo los rituales de los dioses; él lo engendró para sí mismo, para satisfacer su corazón. Para que sea la “esposa del dios” le he dado mi hija, y la he dotado más generosamente que a aquellos que estaban antes que ella. Sin duda él estará satisfecho con su adoración y protegerá la tierra de (3) aquel que se la dio a ella para él… Y no haré justo aquella cosa que no deba hacer, ni expulsar a un heredero de su asiento en tanto y en cuanto yo soy un rey que ama la verdad  (4) – siendo la mentira mi mayor abominación – el hijo y protector de su padre, que toma la herencia de Geb, y une las dos partes cuando aún era joven." (ll.1-4).
Esta devoción a los dioses no puede limitarse a una declaración de intenciones. Ambos Psamtek y sus sucesores  abordaron obras arquitectónicas en instalaciones sagradas a fin de expresar su devoción y mantener la buena disposición y la ayuda de los dioses. Los edificios de Sais están mal conservados en el registro arquitectónico, hasta cierto punto porque se construyeron en el Delta donde las condiciones de supervivencia son mucho menos favorables que en el Alto Egipto. Aún así, suficiente información se ha conservado por Herodoto, inscripciones, y los fragmentos de edificios para demostrar que los gobernantes saítas hicieron todo lo que pudieron para rellenar esta parte de la agenda de la realeza. 
Se sostiene que Psametek I construyó el pilono sur del templo de Ptah en Menfis y que también construyó en nombre del toro Apis en la misma capilla; a su sucesor Nekau II se le reconoce responsable de monumentos en honor a Apis en la misma ciudad, y hay inscripciones que evidencian sus esfuerzos en las canteras de caliza en las Colinas de Mokattam, donde Psamtek II (595-589) también nos ha dejado señales de trabajos en canteras. Ahmose II fue extremadamente activo en Sais, hogar de la dinastía, donde levantó un pilono para el Templo de Neith, levanto estatúas colosales, e hizo construir esfinges con cabezas humanas para un pasillo procesional. 
En efecto, la evidencia nos deja con una poderosa impresión del esplendor eclesiástico de la ciudad en el Período Tardío que debió deberse mucho al trabajo de los faraones saítas. El principal foco era el recinto sagrado de Neith, que contenía el principal centro de culto (La Mansión de Neith) y provisión para una pléyade de dioses asociados (Osiris, Horus, Sobek, Atón, Amón, Bastet, Isis, Nekhbet, Wadjet, y Hathor). Hubo, en particular, un lugar de enterramiento de Osiris y un lago sagrado en el que se celebraba el Festival de la Resurrección de Osiris, y un lugar ricamente embellecido con elementos tales como obeliscos de los que las tristes ruines de Sais dan hoy pocas pistas.
La ciudad de Sais era, no obstante, sólo la antesala de la generosidad de la Dinastía XXVI. Nos llega también, por ejemplo, que Ahmose levantó colosos en Menfis (dos de granito), construyó un templo a Isis en la misma ciudad, y que emprendió trabajos en Philae, Elefantina, Nebesha, Abydos, y en los oasis, a la vez que hizo contribuciones en construcciones más antiguas en muchos otros lugares, incluido Karnak, Mendes, la zona Tanta, Tell el-Maskhuta, Benha, Sohag, el-Mansha, y Edfu. Esta intensa actividad de construcción se revela en las inscripciones de Tura y Elefantina. 
La ideología de la realeza no sólo abarca el mundo de los vivos sino que también da al faraón una función crítica más allá de la tumba: el rey viviente es a encarnación de Horus y gobierna a los vivos; el faraón fallecido es Osiris, rey de los muertos, pero, a la vez, puesto que Osiris en este contexto estaba asimilado a Ra, el faraón esperaba participar en el ciclo de la acción cósmica. Con el fin de propulsar al faraón más allá de la tumba y mantenerle allí, se creó un elaborado programa de ritual, cuyas ilustraciones más espectaculares que han sobrevivido son las pirámides de los reinados de los imperios Antiguo y Medio y las tumbas del Imperio Nuevo en el Valle de los Reyes con y las responsabilidades que conllevan sus templos de culto.
Los gobernantes de la Dinastía XXVI no construyeron monumentos funerarios tan espectaculares como estos pero operaron de forma firme dentro de la tradición del Período Tardío. Desde finales del Imperio Nuevo, los faraones habrían sido enterrados en tumbas con capilla en el patio de los templos, en parte, sin duda, por razones de seguridad, pero posiblemente también como reflexión de un sentido de dependencia y devoción hacia las deidades en cuestión. Siguiendo esta práctica, los faraones de la Dinastía XXVI eran enterrados en tumbas con capilla en el patio del templo de Neith en Sais.
Ninguna de estas estructuras ha sobrevivido, pero no hay dificultad alguna en reconstruirlas por la descripción de Herodoto y obvios paralelismos antiguos en Medinet Habu and Tanis. Consistían en dos elementos: sobre el terreno, se construía una capilla mortuoria a la que se tenía acceso a través de una doble puerta desde un pórtico de columnas. Los muros de esta estructura estaban probablemente decorados con esculturas en relieve pintadas, relacionadas con el culto mortuorio del fallecido rey que se celebraba en la capilla. Debajo, estaba la cámara de enterramiento que contenía el sarcófago real, y, probablemente, éste también iba decorado. Y a juzgar por los precedentes en Tanite los objetos de la tumba habrían sido restringidos pero con toda certeza incluían los tradicionales shabtis reales y los vasos canopes.
Hasta ahora, en este capítulo nos hemos concentrado ampliamente en las políticas saítas y las acciones dentro de Egipto, pero, dada la nefasta historia de recurrentes invasiones en la Dinastía XXV, no podemos estar muy equivocados en asumir que el mayor asunto para los gobernantes de este período fue la tarea de mantener las fronteras de Egipto libres de invasores de ultramar. La zona más crítica era Asia, donde inicialmente el problema era la defensa de la frontera de Egipto contra una posible renovación de los intentos asirios de conseguir el control de Egipto, pero dificultades mucho más cercanas a su patria no hicieron posible que lo consiguieran.
Mientras la evidencia de actividad militar egipcia en esta etapa está lejos de ser copiosa, las operaciones de Psamtek tuvieron claramente un considerable éxito, a pesar de la adversidad de una multitudinaria invasión del Cercano Oriente hacia 630 a.C. por bárbaros cimerios - pueblo de las estepas de origen indoeuropeo que atacó a los reinos del creciente fértil en torno al siglo VIII a.C. - que él contrarrestó con el eminentemente sensato recurso del soborno. Sabemos de un exitoso, si bien prolongado, asedio de Ashdod (probablemente hacia 655-630 a.C.), y, más avanzado en su reinado, encontramos fuerzas egipcias operando en Asia, incluso en lugares más lejanos que  en los agitados días de los gobernantes de la Dinastía XVIII Tutmosis I y III.
N.B. El Creciente Fértil es una región histórica que se corresponde con parte de los territorios del Antiguo Egipto, el Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia. Se considera que fue el lugar donde se originó la Revolución neolítica en Occidente. El término fue acuñado por el arqueólogo James Henry Breasted (Universidad de Chicago) por la forma de Luna creciente del área geográfica referida.

Este asombroso fenómeno fue consecuencia de la doble amenaza a la propia existencia de Asiria planteada, por una parte por el levantamiento de los caldeos al sur de Irak, y por otra, por la creciente amenaza de Media al este de Irán. Esto condujo de forma muy rápida a un cambio radical de opinión con relación a Egipto en forma de una alianza entre las dos naciones como resultado de la cual encontramos a las fuerzas egipcias operando dentro del propio Irak en 616 a.C. De aquí en adelante, hasta las últimas décadas de la Dinastía XVI, serían los caldeos los mayores enemigos de Egipto.
El sucesor de Psamtek, Nekau II, continuó la política paterna en el norte. En un principio, las cosas marcharon bien, y de nuevo nos confrontamos con el espectáculo de tropas egipcias haciendo campañas en al este del Éufrates contra los caldeos, derrotando en passant a Josías de Judea en 609 a.C.

N.B. In Passing. Del francés in passing, es un movimiento de estrategia en el tablero de ajedrez (Brace 1977) que consiste en la captura especial de un peón que ocurre cuando un jugador mueve un peón dos cuadrados hacia delante desde su posición de salida, y un peón enemigo podía haberlo capturado si sólo se hubiese movido un cuadrado hacia adelante.

El resultado fue que los egipcios pudieron establecerse ellos en el Éufrates durante un corto tiempo, pero esta posición pronto se perdería en 605 a.C. a consecuencia de su catastrófico revés en Carchemish, al que siguió una brusca retirada a la frontera este de Egipto. Los egipcios mantuvieron a los caldeos a raya, y en esta ocasión la frontera no fue violada.
Parece que habría habido una ligera recuperación durante el reinado de Psamtek II quien, en efecto, fue capaz de montar algún tipo de expedición a Palestina durante el cuarto año de su reinado. Además, su diplomacia ayudó a fomentar una revuelta general levantina contra los babilonios que involucró, entre otros, a Sedequías (último de los reyes del Reino de Judá). Herodoto deja bien claro que las incursiones en el Oriente Próximo de estos gobernantes, bajo ningún concepto estaban totalmente orientadas hacia las tierras, indicando que Nekau construyó una flota de galeras de choque para la guerra, que podían haber sido una anterior versión del trirreme y que algunos de ellos se utilizaron en el Mediterráneo y otros en el Mar Rojo. Por supuesto que pudo ser que el abortado canal del Mar Rojo tuviese como objetivo facilitar el traslado de fuerzas navales desde el Mar Rojo al Mediterráneo, cuando las circunstancias así lo requiriesen. 
N.B. El trirreme (en griego τριήρης/triếrês en singular, τριήρεις en plural) era una nave de guerra inventada probablemente en el siglo VII a.C., desarrollada a partir del pentecontero. Más corto que su predecesor, era un barco con una vela, que contaba con tres bancos de remeros superpuestos a distinto nivel en cada flanco, de ahí su nombre.

Ap Apries se dedicó personalmente con ahínco al problema caldeo. Inicialmente se embarcó en operaciones a gran escala contra los caldeos conjuntamente con las ciudades fenicias y con Sedequías de Judá. Estas actividades les llevaron al desastre y posiblemente a la invasión de Egipto hacia finales de 580 a.C. De aquí que se organizase una serie campañas estratégicamente bien concebidas contra Chipre  y Fenicia (hacia 574-570 a.C. en las que se hizo un buen uso de la flota. Ahmose II, que sucedió a Apries, no fue nada excepto afortunado.
Fue capaz de derrotar una invasión caldea de Egipto en el cuarto año de su reinado y después de esto los caldeos tenían suficientes problemas dentro de su imperio para mantenerlos totalmente ocupados durante el período inicial de su reinado. A su debido tiempo, sin embargo, tuvo que enfrentarse a un enemigo mucho más peligroso creado por el desarrollo de Persia bajo Ciro el Grande, que ascendió al Trono en 559 a.C. Para resolver esta amenaza se crearía una gran alianza de naciones amenazadas que se componía de Egipto, Croesus de Lydia, Esparta, y los caldeos. 
Con su consumada habilidad estratégica, Ciro noqueó el vínculo entre los dispersos aliados destruyendo Lydia en 546 a.C. Entonces, se volvió contra los caldeos y tomó su capital Babilonia en 538 a.C., dejando a Ahmose sin ningún destacado aliado en el Cercano Oriente. Ahmose reaccionó desarrollando una política de cultivo e estrechas relaciones con los estados griegos para reforzar su mano contra la inminente embestida, y de nuevo tuvo suerte. Falleció en 526 a.C. antes de que la tormenta rompiese, dejando a su hijo Psamtek III (526-525 a.C.) para que se enfrentase al asalto Aqueménido.
El sur no suponía una amenaza tan aguda como la del norte, pero a los nubios no se les podía olvidar, y menos porque aún no habían desistido de su ambición de gobernar Egipto. No hay evidencia firme de ninguna acción militar contra ellos en el reinado de Psamtek I, en realidad la Estela de Adopción de Nitiqret sugiere que él estaba dispuesto a olvidar sus diferencias  con los nubios que incluía la muerte de su padre en la batalla contra ellos, y que adoptó una política de reconciliación. Esta postura pudo haber persistido hasta el final de su reinado, pero deberíamos cautelosos de asumir demasiado, dada la altamente defectuosa naturaleza de nuestra evidencia.
La situación era ciertamente diferente en el reino de Nekau, quien en alguna fecha indefinible se vio forzado a poner su atención a lo que un fragmentado texto indica que fue una rebelión en Nubia; pero con mucho el compromiso militar saíta mejor conocido es el de Psamtek II, que envió una gran expedición en el tercer año de su reinado. Esta operación, que fue designada para prevenir un asalto nubio sobre Egipto, pare que llevaría al ejército egipcio po lo menos hasta la 4ª Catarata del Nilo. Parece que habría sido un éxito, no sabemos más en la dinastía de operaciones militares importantes en el sur, si bien un papiro demótico del reinado de Ahmose II describe al faraón como enviando una pequeña expedición a Nubia, cuyo carácter no está claro, y hay evidencia arqueológica de una guarnición egipcia en Dorginarti en la Baja Nubia durante los períodos saíta y persa. 
Las relaciones con los libios no fueron buenas de una forma consisten durante la dinastía saíta. La Estela de Saqqara del onceavo año del reinado de Psamtek I, a pesar de su dañado estado, proporciona evidencia de que tuvo problemas con las tribus libias en el oeste. Al parecer las derrotó y no tuvo problemas en adelante; ¡Muy al contrario! Nos encontramos con que hacia 571 a.C. los libios pedirían ayuda egipcia para tratar la política expansionista de Cirene, colonia griega que se habría sido fundada en su territorio hacia 630 a.C.
A finales del reinado de Apries, esta ciudad se embarcó en un programa de expansión que los llevaría a colisionar con los intereses egipcios, y en la consiguiente guerra Egipto fue derrotado de forma catastrófica. Ahmose II adoptó una postura diferente ante el problema con Cirene. Ya en 567 a.C. lo vemos formando una alianza con ellos contra los caldeos, y esta diplomática relación se vio cimentada con su matrimonio con una ciudadana de Cirene, citada en algunas fuentes de Herodoto que, muy posiblemente, sería una princesa. Esta alianza pasó la prueba del tiempo sorprendentemente bien, y permanecería así hasta en tiempos de la invasión persa.
Y con esto ponemos fin a la primera de las cuatro fases del Período Tardío que se ven desglosadas en el párrafo tercero de la Introducción que sigue al Preámbulo inicial de esta “Hoja Suelta”, definida como “La Dinastía Saíta (664-525 a.C.)”. 

“EL ESPLENDOR SAITA: la dinastía XXVI” 
Con la dinastía XXVI, la que vamos a tratar hoy, nos adentramos ya de lleno sin ninguna duda en lo que se denomina Baja Época Egipcia. A medida que vamos avanzando en el tiempo, en la historia, vamos a ir descubriendo que a menudo, el tener más cantidad de fuentes, o más recientes, pese a ser un elemento que aporte más cantidad de datos para el estudio, lo que va a conseguir es complicar, sobre todo, las cronologías.
En un panorama arqueológico como el que deriva de este periodo, donde una gran cantidad de pequeños reinos tratan de hacer su vida, su comercio, sus creencias, al amparo de lo que el devenir tiene preparado para grandes imperios que surgen y decaen con una facilidad mayor que la de épocas anteriores, nos va a mostrar un Próximo Oriente complicado de encuadrar en la historia, con una cantidad de hechos inimaginable. Pero una cosa podemos deducir de todo ello: si bien hubo una época en la que el Próximo Oriente no era comprensible si no se trataba a la luz de la influencia de Egipto, ahora es evidente que no podemos comprender Egipto si no es a la luz de los acontecimientos del Próximo Oriente.
Para este momento concreto que nosotros vamos a tratar hoy, por ejemplo, tenemos como fuentes directas para su estudio tres tipos distintos de fuentes: por un lado las que nos aporta la egiptología, o mejor dicho, la arqueología egipcia. A estas hay que sumarles las de origen asiático, fundamentalmente las judías, recogidas en textos como la Biblia. Y finalmente también nos vamos a encontrar ahora con fuentes mediterráneas, fuentes griegas, que añadirán además la complicación de la traducción de los nombres.
La cronología no debe de presentar mayor complejidad si conocemos la sucesión lineal de los distintos monarcas, y sus respectivos años de reinado. Pero que nos coincidan las fechas obtenidas a través de todas estas diversas fuentes ya es una tarea mucho más complicada.
Como vimos al final de la conferencia de ayer, durante los conflictos mantenidos entre los últimos faraones de la dinastía XXV y los gobernantes del imperio asirio, varios príncipes egipcios del delta se alinearon del bando de los asiáticos, sobre todo los descendientes del antiguo enemigo saíta de los kushitas, el viejo Tefnakht. Como resultado, el príncipe saíta Necao (I) y su hijo Psamético (I) fueron recompensados con el gobierno del delta occidental, además de la ciudad de Menfis. Así es como surge el control o el poder de la dinastía XXVI, la de los príncipes de Sais.
Necao duraría poco como gobernante, ya que fue asesinado durante la última incursión nubia de Tanutamón, pero Psamético logró huir a Nínive, para regresar una vez que el ejército de Asurbanipal logró expulsar a los kushitas para siempre hasta sus tierras en el sur.
Desde cualquier punto de vista que se mire, Psamético I fue un súbdito fiel y leal a Asurbanipal. Incluso tenía un nombre sirio alternativo, Nabushezibanni. En UN primer momento, fue reconocido por los asirios como único gobernante del territorio egipcio, asignándole la responsabilidad (creyendo que así se conseguiría) de impedir cualquier tipo de levantamiento interno. Sin embargo, a medida que se fue desmoronando el poder asirio, minado por la creciente amenaza de la renacida Babilonia, fue siendo capaz de imponer su autoridad sobre otros gobernantes vasallos del país y acabó convirtiéndose nuevamente en un monarca de un Egipto relativamente unificado.
En cuanto a Tebas, primer y último bastión importante de la reminiscencia kushita, su adhesión quedó fijada en su noveno año de reinado por medio de la misma estrategia que había empleado Piankhy en su día: Nitocris, hija de Psamético, fue adoptada como sucesora de la Esposa del Dios Amón, Shepenwepet II, y de su heredera, Amenirdis II. Para ello, acompañó a su hija hasta Tebas con una imponente escuadra río arriba. Ante el hecho, Montuhemhat, profeta de Amón y máxima autoridad de Tebas, reconoce la soberanía de Psamético, frente a la leve influencia que pudiesen mostrar hasta ahora sobre la ciudad los etíopes. Este es un tema que daría para una conferencia entera, el relacionado con las divinas adoratrices de Amón y su importantísimo y relevante papel en todos los acontecimientos de esta época.
Lo que no deja de ser curioso es que se haga con el control territorial del país un rey que, por un lado, debe mostrar servidumbre a los intereses asirios, y debe doblegar su economía a mantener un ejército un tanto peculiar, como veremos ahora...
Psamético dedicó las otras cuatro décadas de su reinado a fortalecer el poder en el interior del país, ya que venía de una época bastante prolongada de enfrentamientos e inestabilidad política. Se emprendieron proyectos constructivos que únicamente se pueden concebir enmarcados dentro de un gobierno estable y unificado.
Respecto a la política exterior, que otra cosa podía hacer si no luchar por la independencia del país. Varios eran los enemigos que presionaban las fronteras de Egipto: libios por el oeste, kushitas por el sur, asirios por el este que no llegaban a infundir ya tanto temor como el que podían provocar los babilonios…
Pero claro, para ello, el primer y gran problema de Psamético era el de proveerse de los medios económicos y militares necesarios para la realización de sus ambiciones. Y si nos remitimos a las fuentes griegas, descubrimos que su salvación fue aliarse con el pueblo procedente de la única frontera que aun no le era hostil: los griegos y los fenicios por el norte.
Sin duda los extranjeros representaron un papel fundamental en la satisfacción de las necesidades militares de los egipcios. No cabe ninguna duda de que, en una gran parte, sus tropas estaban formadas por guerreros egipcios, pero las fuentes son tajantes respecto al hecho de que la principal fuerza de choque del ejército de Psamético estaba constituida por tropas mercenarias, especialmente Carios y Griegos de la Jonia. Después de asentar su poder sobre esa base económica y militar, Psamético pudo conquistar rápidamente a los príncipes rivales de la región del delta para después ampliar el dominio territorial de su reino.
Lógicamente, de esta forma comenzó a constituirse una apertura de Egipto en torno al mundo mediterráneo exterior, que iría en aumento durante los años de reinado de Psamético. Tras los militares, llegaron al delta los comerciantes, mercaderes y diplomáticos que hicieron posible que las relaciones entre Egipto y Grecia fuesen consolidando una base esencialmente económica. Egipto exportaba cereales, papiro y lino… y a cambio lo que recibía, entre otras cosas, era la presencia de estudiosos y filósofos helenos que tanta fascinación comenzarían a demostrar por el país de los faraones. Egipto comenzaba a adentrarse poco a poco en un periodo de cambios, del que no solamente él era partícipe, sino todo el Asia Menor, en interrelación con todo el mundo egeo.
Inició una expedición a Nubia probablemente con la intención de desanimar cualquier tentación que pudiera albergar el rey kushita de intentar una nueva aventura hacia el norte.
También se hizo necesaria la fuerza en la frontera libia para combatir la amenaza de los príncipes del delta convertidos en fugitivos. De hecho, hubo varios lugares especialmente hostigados en los que hubo que instalar guarniciones de defensa que garantizasen la seguridad, incluido un plan de construcción de fortalezas en el delta. Algunas estelas de carácter militar en la vía de Dahshur han conservado el recuerdo de esta expedición victoriosa.
Y en cuanto al este, la supremacía de asiria se veía tan comprometida que incluso Egipto se convirtió en aliado de su antiguo invasor, con el único intento de mantener alejada la influencia babilónica. De este modo, durante sus últimos años, Psamético I logró el control nuevamente de la costa Palestina.
No obstante, pese a esta apertura hacia influencias externas del valle del Nilo, incluidas las materias de arte, técnica o pensamiento, los egipcios no renunciaron nunca a sus valores nacionales. Más bien al contrario, Psamético perseguía la continuación de la vida inaugurada por los kushitas, en base a las fuentes más antiguas de la historia faraónica. Esto queda patente sobre todo en el aspecto religioso, donde el faraón mostrará un cuidado casi fanático en su búsqueda de la pureza original, o cuanto menos, a los aspectos anteriores a la influencia de la ocupación asiática. Se aprecia una gran multiplicación de los elementos rituales, sobre todo los relacionados con animales, como los que observamos en Bubastis, o el Serapeum de Menfis.

Lectura Verde
Este culto del dios Apis aporta un testimonio de lo más importante sobre la particularidad egipcia de su cronología, complicada como sabemos por tantas influencias externas como las que recibe el de la en este momento: Apis, como hipóstasis divina de Ra, posee de hecho su propia eponimia, que va a viajar paralela a la del faraón reinante. Como hemos visto en esta estela que hemos leído, se nos aportan fechas concretas de cada etapa de la vida del Apis, y realizan correspondencias con las fechas del gobernante reinante en cada momento. Hecho que nos puede ayudar a comprobar o dilucidar la duración de cada uno de los reinados.
Y esto, por otro lado, va a suponer un ligero desvío de la atención religiosa hacia el norte, desviando la atención de la ciudad de Tebas. Aunque sólo sea mínimamente.
Del esplendor y la prosperidad que alcanza Egipto bajo estas circunstancias tenemos una clara prueba en las ricas tumbas que los nobles se hicieron construir en Tebas o en la necrópolis menfita. Sin duda, Egipto continuaba siendo para el Mediterráneo un país a tener en cuenta. Pero no os engañéis, potencia y prosperidad, no obstante, que vienen de la mano de la decadencia asiria, quienes se veían asaltados por elamitas, maniqueos, cimerios, lidios, y babilonios.
En torno al año 610, Psamético I muere, dejando a su hijo Necao II el encargo de continuar su obra. Lo que no fue difícil, ya que el casi medio siglo que duró el reinado de su padre consiguió el éxito necesario en el resurgimiento del país como para que su hijo pudiera dedicar gran parte de sus recursos y energías a la puesta en marcha de una política expansionista en el exterior.
Necao II continuó la política de intervención en Siria-Palestina en apoyo a los asirios, sin duda con la única intención de ampliar su esfera de influencia. Si bien consiguió enviar oleadas que llegaron a alcanzar incluso el Eúfrates, no tuvo más remedio finalmente que establecer su frontera en Gaza.
Y por supuesto, en efecto, este soberano continuó la política de apertura al mundo griego, permitiendo incluso el asentamiento colonial de los mercenarios y mercaderes jonios en el país, algo que ya había empezado a ocurrir durante el reinado de su padre, así como la creación de una flota marítima capaz de hacerse valer tanto en el Mediterráneo como en el Mar Rojo. Para tal fin, en la zona del Uadi Tumilat, inicia grandes trabajos de infraestructura para crear una nueva vía comercial, un canal que uniese el Mar Rojo con el Mediterráneo, para el que destinó 120.000 operarios. Para controlar este nuevo comercio, se creó un nuevo puesto, una nueva ciudad, denominada Cieku, nombre de la región del Uadi Tumilat, que en egipcio se conocía como Per-Temu. Hoy sus ruinas se conocen con el nombre de Tell el-Maskuta, a unos 15 kilómetros al oeste de Ismailia.
Necao II consigue construir así una flota que, si bien no era fuerte en grado de rivalizar con aquellas de sus rivales mediterráneos, sí que consigue, entre otros felices resultados, el de abrir la vía a un periplo africano protagonizado por marineros fenicios. Este seré sin duda uno de los hechos relevantes de su reino, de los pocos, puesto que el legado de Necao II no dejó un buen recuerdo ni a sus contemporáneos ni a las generaciones sucesivas.
Cuando muere en el 595 a.C., deja un hijo y tres hijas. El varón reinará con el nombre de Psamético II, por un periodo de tiempo verdaderamente breve, ya que fallece en el 589. Su comportamiento sin embargo mostró gran energía, ya que se breve periodo en el trono contrasta verdaderamente con la gran cantidad de acciones que realiza al interior de Egipto, casi tan notables como los de su padre.
Igualmente, hace que su hija Ankhnesneferibra, fruto de su unión con la reina Takhut, sea adoptada como Divina Adoratriz de Amón, por parte de la actual, Nitocris, a la que sucederá en el 584. Con ello, se mantiene en Tebas una administración saíta desde la cual se puede comprender un gran auge y riqueza gracias, por ejemplo, a las magníficas tumbas que algunos funcionarios, como el Mayordomo de Amón Sheshonq hijo de Harsiesi, o Pedineith se hacen construir en el Assasif.

Los deseos de grandeza de Psamético II se manifestaron sobre todo en el exterior. De hecho, es como si el rey deseara particularmente equilibrar los efectos negativos de las políticas exteriores de sus predecesores. Regresando a los territorios del Próximo Oriente, Psamético II intentó nuevamente influenciar al reino de Judá, donde reinaba Gioiakim. En el año 597, Nabucodonosor II se apodera de Jerusalén, saquea el templo, deporta al rey a Babilonia con los miembros más importantes de la corte y hace coronar a su propio tío, Sedecías. Esto provocó una clara rivalidad entre Gioiakim y Sedecías, así como entre los partidarios de uno y otro. Desde el primer año de reinado de Sedecías, Egipto presiona a Jerusalén para que se rebele, realizándose un concilio antibabilónico en la ciudad israelita en el 594. En el 591 Psamético II realizó un viaje, en teoría pacífico, hasta Biblos. Digo pacífico porque en Egipto su regreso fue celebrado como una campaña militar tradicional. En cualquier caso, fue una demostración de fuerza que impulsó a Sedecías a rebelarse. Las consecuencias de sus acciones serán desastrosas para Jerusalén.
Pero si Psamético II es recordado por alguna campaña, es por la siguiente. En el año anterior se habían producido igualmente encontronazos, también provocados por Psamético II, contra el país de Kush, donde Anlamani había fundado el Segundo reino de Napata. El faraón ponía así fin a una época de paz que se remontaba a la época de Tanutamón. El ejército egipcio alcanza Pnubs, en la tercera catarata, y puede que incluso llegasen a Napata. Sin embargo, de forma extraña, Psamético no culmina su ataque, sino que sus tropas, entre los cuales había multitud de mercenarios carios que dejaron sus propios nombres incisos en Abu Simbel, se retiraron hasta la primera catarata. Esta zona, al sur de Elefantina, se va a convertir en una especie de frontera o terreno de nadie entre Egipto y Nubia. Los motivos de esta campaña son bastante oscuros: los textos oficiales la presentan como una campaña de pacificación provocada por una revuelta kushita, que en realidad nunca pareció existir. Después, los actos que suceden a esta campaña será la cancelación de todos los monumentos de soberanos etíopes en Egipto, como si Psamético II tuviese la intención de anular mediante esta damnatio memoriae la existencia de los antiguos adversarios de su propia estirpe.

Lectura Rosa
Bien, no deja de mostrarnos por un lado una victoria clara de las tropas egipcias, y por otro lado, un dato curioso, el hecho de que el faraón, lejos de ir a la cabeza del ejército y dar muerte personalmente a sus fieros enemigos, aquí se estaba dedicando a contemplar la belleza de los sicomoros cuando le llega la noticia de la victoria.
Psamético II muere en febrero de 589, antes de poder recoger ningún tipo de fruto de su política oriental. Su hijo, Wahibra Apries, deberá afrontar inmediatamente los problemas provocados por la revuelta de Sedecías, y de aquellos que se habían involucrado en el conflicto. Nabucodonosor II marchó sobre la ciudad de Jerusalén y la sitió durante dos años. También se aseguró el control de Fenicia, empadronándose con Sidón. No consigue lo mismo sin embargo con Tiro, que recibió ayuda por el mar de Apries. Se demostró así la efectividad de esta nueva flota. Por tierra, sin embargo, los egipcios no conseguirán los mismos éxitos, teniendo que retirarse del frente, dejando Jerusalén en manos babilónicas.
Las noticias de esta derrota llegan hasta la guarnición asentada en Elefantina, donde el general Neshor consigue reprimir un amotinamiento. Pero fue un signo premonitorio del final del reinado de Apries.
En el 570 Apries recibe la llamada de socorro de su vasallo libio Adikran de Cirene, que estaba siendo presa del ataque de los Dorios. El faraón envió una tropa de mercenarios que fueron derrotados nuevamente. Al regreso de esta desastrosa expedición, comenzaron a producirse revueltas entre estos mercenarios y griegos asentados en Egipto, que terminaría degenerando en una guerra civil entre fuerzas nacionales y mercenarios griegos y carios.
Los egipcios proclamaron como faraón al general Amasis, que se había cubierto de gloria en la expedición contra los Kushitas. Apries no contaba más que con el apoyo de sus mercenarios, con quienes afrontó a Amasis en Momenfis en el 570. Esta batalla supuso la muerte de Apries, y Amasis hace transportar su cadáver hasta Sais, donde le rinde honores funerarios.
Por otro lado, Nabucodonosor aprovechó este enfrentamiento para intentar invadir Egipto en el 568, pero Amasis consigue impedírselo.
Amasis consiguió ascender al trono arropado por las fuerzas nacionales egipcias, pero no por eso pudo desentenderse de todo lo que la influencia griega estaba provocando, tanto en el interior como más allá de las fronteras. Internamente intentó poner fin al problema adoptando una política que le permitiese eliminar los diversos focos extranjeros diseminados por el norte. Herodoto nos narra que el nuevo soberano reunió a los extranjeros en la ciudad de Naucratis, al sur de la futura Alejandría. Algunas excavaciones arqueológicas en este entorno han confirmado la existencia de grupos concentrados de extranjeros, algunos asentados ya desde época de Psamético I.

Lectura Naranja
Amasis les concedió importantes privilegios económicos y comerciales, como autonomía comercial, o lugares de culto propios. Esta economía servirá para impulsar la riqueza de la región del delta, y posteriormente de todo Egipto, alcanzando niveles muy elevados en tiempos de Amasis. Se piensa que aproximadamente la población que tenía Egipto en esta época rondaba los siete millones y medio de habitantes, cifra realmente elevada si la comparamos con otros países del Mediterráneo.
Queda patente pues la capacidad de Amasis como gobernante capaz de mantener unas propicias relaciones incluso con sus enemigos. Por ejemplo, algunos éxitos militares conseguidos en la isla de Chipre le garantizaron una ligera preponderancia en el Mediterráneo. Sin embargo, Amasis decide emplear esta nueva flota chipriota conquistada con fines comerciales, y de esta forma tejer una red de buenas relaciones internacionales, frente al inminente auge de los Persas, que estaban minando el poder de los babilónicos, y que le preocupaba tanto como a sus vecinos griegos.
Pero todos estos intentos no consiguen evitar lo que se mostraba ineludible: la reconstrucción del imperio persa, a todas luces futuro señor del Asia Menor: un imperio aún más potente del que lo había sido el Asirio.
Los únicos que podían hacer frente a semejante fuerza eran los griegos, protegidos por el mar en sus territorios y con técnicas militares que habían mostrado de sobra su efectividad en batalla. Egipto no podía hacer otra cosa que sentarse a esperar el ataque y confiar en que funcionase el entramado de relaciones que había desarrollado Amasis.

(Herodoto y la hija de Amasis ofrecida a los persas)
La muerte del rey Ciro, en el 529, retardó brevemente la invasión de Egipto. A la muerte de Amasis, en el 526, Psamético III sube a un trono que pendía de un hilo, y que estaba ya prácticamente rodeado por los persas. Cuando Ciro II ascendió al poder persa, marchó sobre Egipto en el 525 (hay otros autores que defienden que fue Cambises quien marchó hacia el Nilo antes de su muerte) y venció al ejército egipcio en el Pelusio. Psamético III huyó hasta Menfis, que, una vez más, se convirtió en baluarte y estandarte de la resistencia nacional. La ciudad fue capturada, y Psamético, aunque en un primer momento consigue huir, es capturado y conducido a Susa encadenado. Egipto se convierte entonces en una provincia más del imperio aqueménida. En un primer momento Psamético III es retenido en la corte persa, como prisionero, pero se le perdona la vida. A lo que el faraón egipcio respondió intentando una conspiración para recuperar su trono, tras lo cual fue ejecutado.
Después, durante el dominio persa, hubo breves brotes de insurgencia, buscando una imposible independencia, que se sucederán durante los siguientes dos siglos, pero se tratará cada vez de breves momentos de libertad precedentes de un severo castigo.

Dinastía XXVI Saita
La Vigésima Sexta Dinastía de Egipto (conocida como Dinastía XXVI, alternativamente 26a Dinastía o Dinastía 26) fue la última dinastía nativa en gobernar Egipto antes de la conquista persa en 525 a.C (aunque otros la siguieron). El reinado de la dinastía (664–525 a. C.) también se llama el período Saite después de la ciudad de Sais, donde sus faraones tenían su capital, y marca el comienzo del período tardío del antiguo Egipto.
Esta dinastía remonta sus orígenes a la dinastía 24. Psamtik I probablemente era un descendiente de Bakenranef, y tras las invasiones del Imperio Neo-Asirio durante los reinados de Taharqa y Tantamani, fue reconocido como el único rey de todo Egipto. Mientras el Imperio neoasirio estaba preocupado por las revueltas y la guerra civil por el control del trono, Psamtik abandonó sus lazos con los asirios alrededor del 655 a. C., formó alianzas con el rey Gyges de Lidia y reclutó mercenarios de Caria y la antigua Grecia para resistir a los ataques asirios. 
Con el saqueo de Nínive en 612 a. C. y la caída del Imperio Asirio, tanto Psamtik como sus sucesores intentaron reafirmar el poder egipcio en el Cercano Oriente, pero fueron rechazados por el Imperio neobabilónico bajo Nabucodonosor II. Con la ayuda de mercenarios griegos, Apries pudo contener los intentos de Babilonia de conquistar Egipto, solo para que los persas eventualmente lo hicieran. Su rey, Cambises II, capturó y luego ejecutó a Psamik III.

XXVI Dinastía Faraónica de Sais (672 al 525 a.C.)
- Asiria invade el Bajo Egipto, y toma Menfis a los Nubios, del 672 al 671 a.C.
- Los egipcios recuperan el control del Bajo Egipto como vasallos de Asiria, en el 672 a.C.
Neco I ó Necao I, gobernador de Sais, Rey del Bajo Egipto desde el 672 a.C.
- Sublevación del Bajo Egipto contra los Asirios, desde el 669 a.C.
Los asirios reconquistan Menfis y conquistan de Tebas, hacia el 668 a.C.
- Rebelión de los gobernadores del Delta del Nilo contra los Asirios, entre el 667 y el 664 a.C.
- El gobernador de Sais lucha a favor de los Asirios y contra los Nubios, muere en combate en 664 a.C.
Psamético I, gobernador de Sais, Rey del Bajo Egipto desde el 664 a.C. Faraón desde el 656
- Los Nubios reconquistan el Alto Egipto y atacan a los Asirios de Menfis, hacia el 657 a.C.
Campaña asiria a Tebas, con ayuda de los Egipcios de Sais, en el 656 a.C.
- Los asirios permiten a la dinastía saíta gobernar como tributaria de Asiria, del 656 al 612 a.C.
- Fin del Imperio Asirio, ocupado por babilonios y Medas, en el 612 a.C.
- Combates fronterizos contra los Caldeos de Babilonia, hacia el 611 a.C.
Neco II ó Necao II, Faraón de Egipto desde el 610  a.C.
- Egipto experimenta un breve período de prosperidad económica, desde su reinado.
- El Canal de Necao, que une el Nilo y el Mar Rojo, abierto durante su reinado.
Batallas de Karkemish y Hama, derrotas contra los babilonios, en el 605 a.C.
- Expedición fenicia alrededor de África, patrocinada por Egipto y realizada durante su reinado.
Psamético II, Faraón de Egipto desde el 595 a.C.
- Campaña contra los Nubios de Kush, durante su reinado.
Wahibre ó Apries, Faraón de Egipto desde el 589 a.C.
- Los egipcios apoyan la rebelión de los hebreos contra los babilonios, en el 587 a.C.
- Levantamiento del ejército, tras ser derrotado por colonos griegos de Cirenaica, en el 571 a.C.
Ahmosose II ó Ahmosis II ó Amasis, general, Faraón de Egipto desde el 570 a.C.
- Conquista de Chipre y alianza con los griegos de Samos y Cirene, durante su reinado.
Psamético III, Faraón de Egipto desde el 526 al 525  a.C.
I Invasión Persa; traición de los aliados griegos y conquista del Bajo Egipto, en el 525 a.C.
Batalla de Pelusium y toma de Menfis, en el 525 a.C.
- Los reyes de Persia son también faraones de Egipto, del 525 al 404 a.C.

Faraones de la Dinastía 26 
La 26 Dinastía puede estar relacionada con la 24 Dinastía. Manetón comienza la dinastía con:
·         Ammeris el Nubio, 12 (o 18) años
·         Stephinates, 7 años.
·         Nechepsos, 6 años
·         Necho, 8 años.

Cuando el rey nubio Shabaka derrotó a Bakenranef, hijo de Tefnakht, probablemente instaló un comandante nubio como gobernador en Sais. Este puede ser el hombre llamado Ammeris. Stephinates puede ser un descendiente de Bakenrenef. A veces se lo conoce como Tefnakht II en la literatura. Nechepsos ha sido identificado con un rey local llamado Nekauba (678–672 a. C.). El Necho de Maneton es el Rey Necho I (672–664 a. C.); Manetón da su reinado a los 8 años.  Necho fue asesinado durante un conflicto con el rey nubio Tantamani. Psamtik huye a Nínive, capital del imperio neoasirio, y regresa a Egipto cuando Ashurbanipal derrotó a Tantamani y lo llevó de regreso al sur.  Los eruditos ahora empezar la dinastía 26 con el reinado de Psamético I.  
Sextus Julius Africanus afirma en su versión a menudo precisa del Epítome de Manetón que la dinastía contaba con 9 faraones, comenzando con un "Stephinates" (Tefnakht II) y terminando con Psamtik III. Africanus también señala que Psamtik I y Necho I gobernaron durante 54 y 8 años respectivamente.
Según Manetón, en la versión de Jorge Sincelo: "La dinastía XXVI consistió en nueve reyes de Sais... Necao tomó Jerusalén y llevó cautivo al rey Joacaz a Egipto... Cuando Jerusalén fue tomada por los asirios, los judíos supervivientes se refugiaron junto a Uafris".

Transcripción de los nombres de los gobernantes saítas en los epítomes de Manetón:
Psamtik I
Wahibre Psamtik I, conocido por los griegos como Psammeticus o Psammetichus, que gobernó 664-610 a. C., fue el primero de los tres reyes de ese nombre de la Saita, o vigésimo sexta dinastía de Egipto.
Las referencias históricas a lo que los griegos llamaron Dodecarchy, una confederación suelta de doce territorios egipcios, basada en los nombres tradicionales, y el surgimiento de Psamtik I en el poder, estableciendo la dinastía Saítica, se registran en las Historias de Heródoto, Libro II. : 151-157. A partir de textos cuneiformes, se descubrió que veinte príncipes locales fueron nombrados por Esarhaddon y confirmados por Ashurbanipal para gobernar Egipto.
Relieve de Psamtik I haciendo una ofrenda a Ra-Horakhty (Tumba de Pabasa)

Necho I, el padre de Psamtik de su reina Istemabet, era el jefe de estos kinglets, pero parece que no pudieron guiar a los egipcios bajo los odiados asirios contra los nubios más comprensivos. El laberinto construido por Amenemhat III de la Duodécima Dinastía de Egipto es atribuido por Heródoto a la Dodecarquía, que debe representar esta combinación de gobernantes.
Necho I murió en 664 a. C. cuando el rey kushita Tantamani intentó sin éxito tomar el control del bajo Egipto del Imperio Asirio. Después de la muerte de su padre, dentro de los primeros diez años de su reinado, Psamtik unió a todo Egipto y lo liberó del control asirio.

Campañas militares 
Estatua del siglo VII encontrada en Kale mencionando Psamtik. La inscripción griega jónica dice: "El hijo de Amphimeos, Pedón, me trajo de Egipto y dio como voto; Psammetichos, el rey de Egipto le dio una ciudad por su virtud y una diadema de oro por su virtud".

Psamtik reunificó a Egipto en su noveno año de reinado cuando envió una poderosa flota naval en marzo de 656 a. C. a Tebas y obligó a la Esposa de Dios de Amón en Tebas, Shepenupet II, a adoptar a su hija Nitocris I como su heredera en la llamada estela de Adopción. La victoria de Psamtik destruyó los últimos vestigios del control de la Dinastía 25 de Nubia sobre el Alto Egipto bajo Tantamani ya que Tebas ahora aceptaba su autoridad. Nitocris ocuparía su cargo durante 70 años desde el 656 a. C. hasta su muerte en el 585 a. C. A partir de entonces, Psamtik hizo una fuerte campaña contra los príncipes locales que se opusieron a su reunificación de Egipto. Una de sus victorias sobre ciertos merodeadores libios se menciona en una estela de Year 10 y Year 11 del Dakhla Oasis. Psamtik ganó la independencia de Egipto del Imperio Asirio y restauró la prosperidad de Egipto durante su reinado de 54 años. El faraón procedió a establecer relaciones cercanas con la Grecia arcaica y también alentó a muchos colonos griegos a establecer colonias en Egipto y servir en el ejército egipcio. En particular, se instaló algunos griegos en Tahpanhes (Daphnae).

El historiador griego Heródoto transmitió una anécdota sobre Psamtik en el segundo volumen de sus Historias (2.2). Durante su visita a Egipto, Herodoto escuchó que Psammetichus ("Psamṯik") buscó descubrir el origen del lenguaje al realizar un experimento con dos niños. Al parecer, le dio dos bebés recién nacidos a un pastor, con las instrucciones de que nadie debería hablar con ellos, pero que el pastor debería alimentarlos y cuidarlos mientras escucha para determinar sus primeras palabras. La hipótesis era que la primera palabra se pronunciaría en el idioma raíz de todas las personas. Cuando uno de los niños gritó "βεκός" (bekós) con los brazos extendidos, el pastor informó de esto a Psammetichus, quien concluyó que la palabra era frigia porque ese era el sonido de la palabra frigia para "pan". Por lo tanto, concluyeron que los frigios eran personas más mayores que los egipcios, y que frigio era el idioma original de los hombres. No hay otras fuentes existentes para verificar esta historia. 

Esposas 
La esposa principal de Psamtik era Mehytenweskhet, la hija de Harsiese, visir del Norte y Sumo Sacerdote de Atum en Heliópolis. Psamtik y Mehytenweskhet fueron los padres de Necao II, Merytneit, y la Divina Adoratriz Nitocris I. 
El suegro de Psamtik, el ya mencionado Harsiese, se casó tres veces: con Sheta, con quien tuvo una hija llamada Naneferheres, con Tanini y, finalmente, con una mujer desconocida, con quien tuvo ambos Djedkare, el visir del Sur y Mehytenweskhet.  Harsiese era hijo del visir Harkhebi, y estaba relacionado con otros dos Harsieses, ambos visires, que formaban parte de la familia del famoso alcalde de Tebas Montuemhat.

El 9 de marzo de 2017, arqueólogos egipcios y alemanes descubrieron una estatua colosal de unos 7,9 metros (26 pies) de altura en el sitio de Heliópolis en El Cairo. Hecho de cuarcita, la estatua fue encontrada en un estado fragmentario, con el busto, la parte inferior de la cabeza y la corona sumergida en el agua subterránea. 
Se ha confirmado que es de Psamik I debido a los grabados encontrados que mencionan uno de los nombres del faraón en la base de la estatua. 
Un portavoz de la época comentó que "si pertenece a este rey, entonces es la estatua más grande del Período Tardío que se descubrió en Egipto". Se espera que la cabeza y el torso se trasladen al Gran Museo Egipcio. 
La estatua (coloso) fue esculpida en el antiguo estilo clásico de 2000 a.C., estableciendo un resurgimiento de la grandeza y la prosperidad del período clásico de antaño. Sin embargo, de los muchos fragmentos reunidos (ahora 6.400 de ellos) de cuarcita recolectada, también se ha establecido que el coloso fue destruido deliberadamente en algún momento. Ciertos fragmentos de roca descoloridos y agrietados muestran evidencia de haber sido calentados a altas temperaturas y luego destrozados (con agua fría), una forma típica de destruir colosos antiguos. 
Muro de basalto que representa Psamtik I (Museo Británico)

Necho II
Necho II  (a veces Nekau,  Neku,  Nechoh,  o Nikuu;  fue un rey de la Dinastía 26 (610–595 a.C).  Necho emprendió una serie de proyectos de construcción en todo su reino.  En su reinado, según el historiador griego Herodoto, Necho II envió una expedición de fenicios, que en tres años navegó desde el Mar Rojo alrededor de África hasta el Estrecho de Gibraltar y de regreso a Egipto.  Su hijo, Psammetichus II, tras la sucesión puede haber eliminado el nombre de Necho de los monumentos. 
Una pequeña estatuilla de bronce arrodillada, probablemente Necho II, que ahora reside en el Museo de Brooklyn

Necho desempeñó un papel importante en las historias del Imperio neoasirio, el Imperio neobabilónico y el Reino de Judá. Necho II es muy probablemente el faraón mencionado en varios libros de la Biblia.  El objetivo de la segunda de las campañas de Necho fue la conquista asiática,  para contener el avance hacia el oeste del Imperio neobabilónico y cortar su ruta comercial a través del Éufrates. Sin embargo, los egipcios fueron derrotados por el inesperado ataque de los babilonios y finalmente fueron expulsados ​​de Siria.
El egiptólogo Donald B. Redford observó que, aunque Necho II era "un hombre de acción desde el principio y dotado de una imaginación tal vez más allá de la de sus contemporáneos, Necho tuvo la desgracia de fomentar la impresión de ser un fracaso". 

Linaje y vida temprana 
Necho II era el hijo de Psammetichus I por su Gran Esposa Real Mehtenweskhet. Su prenomen o nombre real Wahem-Ib-Re significa "Realización [del] Corazón (es decir, Deseo) [de] Re". Tras su ascensión, Necho se enfrentó al caos creado por las incursiones de los cimerios y escitas, que no solo habían devastado Asia al oeste del Éufrates, sino que también habían ayudado a los babilonios a destruir el Imperio Asirio. Ese antiguo imperio ahora se redujo a las tropas, funcionarios y nobles que se habían reunido alrededor de un general que resistía en Harran, que había tomado el nombre del trono de Ashur-uballit II. Necho intentó ayudar a este remanente inmediatamente después de su coronación, pero la fuerza que envió resultó ser demasiado pequeña, y los ejércitos combinados se vieron obligados a retirarse al oeste a través del Éufrates.

Campañas militares 
Primera campaña 
En la primavera de 609 a. C., Necho dirigió personalmente una fuerza considerable para ayudar a los asirios. Al frente de un gran ejército, compuesto principalmente por sus mercenarios, Necho tomó la ruta costera Via Maris hacia Siria, con el apoyo de su flota mediterránea a lo largo de la costa, y avanzó a través de las zonas bajas de Filistea y Sharon. Se preparó para cruzar la cresta de las colinas que se cierran en el sur del gran valle de Jezreel, pero aquí encontró su paso bloqueado por el ejército de Judea. Su rey, Josías, se puso del lado de los babilonios e intentó bloquear su avance en Meguido, donde se libró una feroz batalla y Josías fue asesinado (2Reyes 23:29, 2 Crónicas 35: 20-24).
Herodoto informa sobre la campaña del faraón en sus Historias, Libro 2: 159:
Necos, entonces, dejó de trabajar en el canal y se dirigió a la guerra; algunos de sus trirremes fueron construidos por el mar del norte, y algunos en el Golfo Arábigo (Mar Rojo), por la costa del Mar de Erythrias. Todavía se pueden ver los molinetes para varar los barcos. Él desplegó estas naves según fue necesario, mientras que también participó en una batalla campal en Magdolos con los sirios, y los conquistó; y después de esto tomó Cadytis (Kadesh), que es una gran ciudad de Siria. Envió la ropa que había usado en estas batallas a Branchidae de Mileto y se la dedicó a Apolo.
Necho pronto capturó Kadesh en el Orontes y avanzó, uniendo fuerzas con Ashur-uballit y juntos cruzaron el Éufrates y sitiaron a Harran. Aunque Necho se convirtió en el primer faraón en cruzar el Éufrates desde Thutmosis III, no pudo capturar a Harran y se retiró al norte de Siria. En este punto, Ashur-uballit desapareció de la historia, y el imperio asirio fue conquistado por los babilonios.
El Segundo Libro de los Reyes dice que Necho se encontró con el Rey Josías del Reino de Judá en Meguido y lo mató  (2 Reyes 23:29). Dejando atrás una fuerza considerable, Necho regresó a Egipto. En su marcha de regreso, descubrió que los judíos habían seleccionado a Joacaz para suceder a su padre Josías, a quien Necho depuso y reemplazó por Joacim.  Trajo a Joacaz de regreso a Egipto como su prisionero, donde Joacaz terminó sus días (2 Reyes 23:31; 2 Crónicas 36: 1–4).

Segunda campaña 
El rey de Babilonia planeaba reafirmar su poder en Siria. En 609 a. C., el rey Nabopolassar capturó a Kumukh, que cortó al ejército egipcio y luego se basó en Carchemish. Necho respondió al año siguiente retomando Kumukh después de un asedio de cuatro meses, y ejecutó la guarnición babilónica. Nabopolassar reunió otro ejército, que acampó en Qurumati en el Éufrates. Sin embargo, la mala salud de Nabopolassar lo obligó a regresar a Babilonia en 605 a. C. En respuesta, en 606 a. C. los egipcios atacaron a los babilonios sin líderes (probablemente entonces liderados por el príncipe heredero Nabucodonosor) que huyeron de su posición.
En este punto, el anciano Nabopolasar pasó el mando del ejército a su hijo Nabucodonosor II, quien los condujo a una victoria decisiva sobre los egipcios en Carquemis en 605 a. C., y persiguió a los sobrevivientes que huían a Hamath. El sueño de Necho de restaurar el Imperio egipcio en el Medio Oriente como había ocurrido bajo el Nuevo Reino fue destruido cuando Nabucodonosor conquistó el territorio egipcio desde el Eufrates hasta el Arroyo de Egipto (Jeremías 46: 2; 2 Reyes 23:29) hasta Judea. Aunque Nabucodonosor pasó muchos años en sus nuevas conquistas en campañas continuas de pacificación, Necho no pudo recuperar ninguna parte significativa de sus territorios perdidos. Por ejemplo, cuando Ashkalon se rebeló, a pesar de las repetidas súplicas, los egipcios no enviaron ayuda y apenas pudieron repeler un ataque babilónico en su frontera oriental en el 601 a. C. Cuando rechazó el ataque babilónico, Necho logró capturar Gaza mientras perseguía al enemigo. Necho centró su atención en los años restantes en forjar relaciones con nuevos aliados: los carios y, más al oeste, los griegos.

Proyectos ambiciosos 
En algún momento durante su campaña siria, Necho II inició pero nunca completó el ambicioso proyecto de cortar un canal navegable desde la rama Pelusiac del Nilo hasta el Mar Rojo. El canal de Necho fue el primer precursor del canal de Suez.  Fue en conexión con una nueva actividad que Necho fundó una nueva ciudad de Per-Temu Tjeku que se traduce como 'La Casa del Atum de Tjeku' en el sitio ahora conocido como Tell el-Maskhuta, unos 15 km al oeste de Ismailia. El canal estaba destinado a facilitar el comercio entre el mar Mediterráneo y el océano Índico.
Necho también formó una armada egipcia reclutando griegos jonios desplazados. Este fue un acto sin precedentes por parte del faraón, ya que la mayoría de los egipcios habían albergado tradicionalmente un desagrado y un miedo inherentes al mar.  La armada que Necho creó operaba a lo largo de las costas del Mediterráneo y del Mar Rojo.  Necho II construyó buques de guerra,  incluyendo trirremes cuestionables. 

Expedición fenicia 
El mundo según Heródoto, 440 a. C.

Una representación del mapa del mundo de Ptolomeo del siglo XV, reconstituida de la Geografía de Ptolomeo (c. 150)

En algún momento entre 610 y antes de 594 a. C., según se dice, Necho encargó una expedición de fenicios,  de quienes se dice que en tres años zarpó del Mar Rojo alrededor de África de regreso a la desembocadura del Nilo.  La creencia en el relato de Heródoto, transmitido a él por tradición oral,  se debe principalmente a que declaró con incredulidad que los fenicios "mientras navegaban en un curso hacia el oeste por el extremo sur de Libia (África), tenían el sol a su derecha"—hacia el norte de ellos (Las Historias 4.42[1] ) - en tiempos de Heródoto no se sabía generalmente que África estaba rodeada por un océano (con la parte sur de África que se piensa conectada con Asia). Plinio también creía esto, mientras que Estrabón, Polibio y Ptolomeo dudaban de la descripción.  FCH Wendel, escribiendo en 1890, coincidió con Heródoto  al igual que James Baikie.  El egiptólogo AB Lloyd disputó en 1977 que un faraón egipcio autorizaría tal expedición[2],  excepto por las razones de la conquista asiática  y el comercio en las antiguas rutas marítimas. 

Muerte y sucesión 
Necho II murió en 595 a. C. y fue sucedido por su hijo, Psamético II, como el próximo faraón de Egipto. Psamtik II, sin embargo, aparentemente eliminó el nombre de Necho de casi todos los monumentos de su padre por razones desconocidas. Sin embargo, algunos académicos, como Roberto Gozzoli, expresan dudas de que esto haya sucedido realmente, argumentando que la evidencia de esto es fragmentaria y bastante contradictoria.  

Circunnavegación africana de Necho II
Una faceta interesante del antiguo Egipto es que nos sorprende lo que vemos de la historia de la forma izquierda, como las pirámides y los grandes templos, pero muchos eruditos se burlan de algunas hazañas legendarias. Una de esas historias, contadas en una historia tentadoramente breve del historiador griego Herodoto, es de un viaje por mar que tuvo lugar durante el reinado de la dinastía 26 de Necho II. Relata la circunnavegación de Africa unos 2000 años antes que los marineros portugueses de Vasco de Gama.
Realmente no se nos da una razón para esta expedición, aunque parece que tales viajes fueron hechos con fines económicos. Teniendo en cuenta el control de las costas septentrionales del Mediterráneo por los griegos y de las costas meridionales por los fenicios, la única región donde Egipto, con su flota inferior, podría adquirir cierta influencia y riqueza habría sido el este de Africa, donde ya había establecido algún comercio. Sin embargo, también se ha sugerido que el viaje podría haber servido a un propósito militar.
Según Herodoto, Necho II ordenó a una flota de tripulación fenicia que abandonara Egipto desde el este a través del Golfo de Suez y regresara a través del Estrecho de Gibraltar en la desembocadura occidental del Mediterráneo. Por lo tanto, esperaba que esta expedición navegara por África en sentido contrario a las agujas del reloj. Este sería un largo viaje, en el que la tripulación ayudaría a mantenerse estableciendo asentamientos temporales en tierras donde cultivarían cultivos durante el viaje.
Según la historia, después de dos años completos la flota finalmente redondeó los Pilares de Hércules (el Estrecho de Gibraltar), y regresó a Egipto durante el transcurso del tercer año. Herodoto termina la historia con una sorprendente conclusión:
"Los fenicios hicieron una declaración que yo mismo no creo (aunque otros lo deseen) en el sentido de que navegaron hacia el oeste alrededor del extremo sur de Africa, tenían el sol a su derecha".
Esto es exactamente lo que habrían visto ir hacia el oeste alrededor del Cabo de Buena Esperanza en el extremo sur de África, porque el sol aparece a la derecha cuando se viaja hacia el oeste en el hemisferio sur, pero ¿cómo podría Herodoto haber sabido esto en una fecha tan temprana si el valor ney no tuvo lugar.
Fuera del relato de Herodoto, hay poca o ninguna evidencia de tal viaje. Sin embargo, la mayor parte de su historia parece ser al menos plausible, y cabe señalar que este viaje tuvo lugar no muy lejos del tiempo de Herodoto. Sus Historias fueron escritas alrededor del 440 a. C., mientras que Necho II llegó al trono egipcio alrededor del 610 a. C.
Los egipcios habrían sabido, durante algún tiempo, una cierta longitud de la costa este de África, ya que desde tiempos anteriores habían estado haciendo visitas a la tierra de Punt. Aunque la ubicación exacta de Punt sigue siendo desconocida, casi con seguridad estaba en la costa este de África, un poco al sur de Egipto. Los fenicios habían estado en contacto con el Atlántico desde que el puerto comercial de Gadir (actual Cádiz) fue fundado alrededor del 800 a. C.
También poseían barcos que eran capaces de navegar a través del Estrecho de Gibraltar y a lo largo de la costa norteafricana, por lo que técnicamente habría sido posible un viaje por África. De hecho, los vientos y las corrientes favorecen una circunnavegación este-oeste de África, y la navegación no habría sido un problema si mantuvieran la costa a la vista. Además, los egipcios habían llevado a cabo durante muchos años viajes marítimos a Byblos, en la costa levantina, y a Punt a través del Mar Rojo. Aunque la circunnavegación de África bajo Vasco da Gama, que navegó desde Lisboa en Portugal a Calicut en la India, tomó sólo diez meses entre 1497 y 1498, el viaje de dos años y medio de los barcos fenicios también parece razonable, especialmente teniendo en cuenta su la yete para reponer sus suministros.
La historia también es coherente con la política exterior de Necho II, que trató de beneficiar económicamente a Egipto mejorando el acceso a las rutas marítimas. Se le atribuye probablemente el inicio de la construcción (o restauración) de un canal de unos 85 kilómetros de largo y lo suficientemente ancho para los barcos de mar, que conecta el Valle del Nilo con el Mar Rojo. Este canal, presagiando el moderno canal de Suez, más tarde se convirtió en una ruta comercial de importancia internacional.
Sin embargo, si bien muchos lectores de Herodoto han dado por sentado esta historia, de hecho no demuestra que la flota de Necho II circunnavegó África. Hay que recordar que las historias de Herodoto son una pieza elaborada de escritura retórica, y no es una historia objetiva, sino más bien un análisis altamente literario, así como partidista, del choque cultural entre las culturas griega y persa. Era un griego convencido de la superioridad griega, y su técnica favorita para devaluar los logros persas era enfatizar lo que otros no griegos (especialmente los egipcios) podían lograr.
También le encantaba contar historias de reyes egipcios resolviendo problemas difíciles, mostrando la profundidad de la sabiduría egipcia, que por supuesto los persas no podían igualar. Por lo tanto, debido a que no tenemos pruebas directas de este viaje por Africa de fuentes egipcias contemporáneas, es probable que nunca haya tenido lugar. De hecho, el egiptólogo Alan Lloyd cree que la aventura es extremadamente improbable, afirmando que:
"Si un rey egipcio, en cualquier período, organizó y envió una expedición, lo hizo con fines prácticos específicos para satisfacer necesidades prácticas específicas. La investigación desinteresada o la curiosidad clara siempre estuvieron entre los menos evidentes de los hábitos egipcios de la mente. ¿Qué posible fin podría haber pensado un rey egipcio que una empresa de este tipo podría haber servido? Para cualquier persona familiarizada con las formas faraónicas de hacer las cosas, la respuesta inmediatamente sustentador a su vez es un enfático '¡Ninguno en absoluto!'. Dado el contexto del pensamiento egipcio, la vida económica y los intereses militares, es imposible que uno se imagine qué estímulo podría haber motivado a Necho en tal esquema y si no podemos proporcionar una razón que sea sólida dentro de los términos de referencia egipcios, entonces hemos buena razón para dudar de la historicidad de todo el episodio.
Sin embargo, esta historia es una de las favoritas de aquellos que conectarían la cultura, y específicamente las pirámides de México con la de los egipcios. Argumentan que los barcos podrían haber sido separados de la flota de Necho, soplados hacia el oeste a través de la parte más estrecha del Atlántico, terminando en el costo brasileño. A partir de ahí, habría sido posible para ellos navegar hacia el norte hasta el Golfo de México, donde podrían haber desembarcado y establecido una colonia, extendiendo la cultura egipcia por toda América Central y del Sur. Sin embargo, esta posibilidad es una vez eliminada de un cuento que debe ser cuestionado.

Psamético II
Psamtik II (también deletreado Psammetichus o Psammeticus) fue un rey de la 26a dinastía de Egipto basada en Saite (595 a. C. - 589 a. C.). Su prenomen, Nefer-Ib-Re, significa "Hermoso [es el] Corazón [de] Re". Era el hijo de Necho II.
Esfinge de Psamtik II

Campañas y batallas 
Psamtik II lideró una incursión en Nubia en 592 a. C., marchando hasta el sur o hasta la cuarta catarata del Nilo, según una estela contemporánea de Tebas (Karnak), que data del año 3 del nombre de este rey y se refiere a una fuerte derrota que se infligió al reino de Kush.  Un conocido graffito inscrito en griego en la pierna izquierda de la colosal estatua de Ramsés II, en el lado sur de la entrada al templo de Abu Simbel, registra que:
"Cuando el rey Psammetichus (es decir, Psamtik II) llegó a Elefantina, esto fue escrito por aquellos que navegaron con Psammetichus, el hijo de Theocles, y llegaron más allá de Kerkis hasta donde el río lo permitió. Aquellos que hablaban lenguas extranjeras (griego y carias que también rayaron sus nombres en el monumento) fueron liderados por Potasimto, los egipcios por Amasis.
Kerkis estaba ubicado cerca de la Quinta Catarata del Nilo "Que se encontraba bien dentro del Reino Cushite". 
Esta fue la primera confrontación entre Egipto y Nubia desde el reinado de Tantamani. Un rey kushita llamado Anlamani había revivido el poder del reino de Napata. La campaña de Psamtik II probablemente se inició para destruir cualquier aspiración futura que los kushitas pudieran haber tenido para reconquistar Egipto. El ejército egipcio avanzó hasta Pnubs (Kerma) y la ciudad capital de Napata en una serie de feroces batallas, donde saquearon sus templos y destruyeron las estatuas reales de Kushite.  La capital kushita fue saqueada bajo el reinado del rey nativo kushita Aspelta, que era el hermano menor de Anlamani y el hijo de Senkamanisken. La estela de Karnak de Year 3 data del II día de Shemu 10 del reinado de Psamtik II y afirma que:
El ejército que su Majestad envió a Nubia ha llegado a la tierra de Pnubs... Los nubios de todas partes [de Kush] se habían levantado contra él, sus corazones llenos de ira cuando atacó a los que se habían rebelado contra él allí; porque estaba furioso con los que se habían levantado contra él. Su Majestad participó en el combate tan pronto como llegó a la batalla. Los rebeldes capitularon antes de que se lanzara una sola flecha contra ellos... Los que intentaron huir no tuvieron éxito y fueron traídos de vuelta como prisioneros: cuatro mil doscientos hombres.
La estela de la victoria de Psamtik II de Kalabsha, que registra su campaña contra Kush

Como resultado de la devastadora campaña de Psamtik, el poder de Kush fue aplastado, y sus reyes desde Aspelta en adelante perdieron cualquier oportunidad de recuperar el control de Egipto. En cambio, los gobernantes nubios decidieron trasladar su capital más al sur de Napata a la relativa seguridad de Meroë. Curiosamente, sin embargo, Psamtik II no parece haber capitalizado su victoria. Sus tropas se retiraron a la Primera Catarata, y Elefantina continuó siendo la frontera sur de Egipto.
Un resultado de esta campaña fue la destrucción deliberada de monumentos pertenecientes a los reyes kushitas de la Dinastía 25 en Egipto "al piratear sus nombres y los emblemas de la realeza de sus estatuas y relieves". Más tarde, en 591 a. C., durante el cuarto año de su reinado, Psamético II lanzó una expedición a Palestina "para fomentar una revuelta general levantina contra los babilonios" que involucró, entre otros, a Sedequías del Reino de Judá. 

Monumentos 
Psamtik II fue tanto un faraón guerrero dinámico como un prolífico constructor en su breve reinado de 6 años. Psamtik II y su hijo Apries probablemente construyeron un templo Saite significativo en el pueblo de El-Mahalla El-Kubra, que se encuentra equidistante de Sebennytos y Behbeit El-Hagar en el Delta del Nilo Inferior.  Funcionarios de la expedición napoleónica a Egipto observaron "un número extraordinario de elementos de construcción faraónicos de granito y turquesa reutilizados en edificios modernos" en este sitio; este descubrimiento fue confirmado posteriormente por Nestor L'Hôte en 1828, que contó más de 120 columnas de granito construidas solo en la mezquita de esta aldea.  También se vio un fragmento de granito rojo de 1,8 metros de largo con el nombre de Psamtik II y un dintel de puerta de Apries en El-Mahalla El-Kubra. 
El Templo de Hibis fue fundado por Psamtik II en Kharga Oasis.

Bajo el reinado de Psamético II, se erigieron un par de obeliscos de más de 21,79 metros de altura en el templo de Heliópolis; El primer emperador de Roma, Augusto, más tarde tuvo uno de los obeliscos, hoy conocido como el Obelisco de Montecitorio, que probablemente había sido derribado por los invasores persas en el 525 a. C., llevado a Roma en el 10 a. C.  Psamtik II también construyó un quiosco en la isla de Philae. Este quiosco hoy "representa el monumento más antiguo conocido en la isla" y consistía en "una doble fila de cuatro columnas, que estaban conectadas por paredes de pantalla".
Otra vista del templo reconstruido de Hibis en Kharga Oasis en diciembre de 2008.

Psamtik II también fue responsable de fundar la casa del Templo en Hibis en El- Kharga Oasis para la tríada de Amun, Mut y Khonsu con instalaciones significativas para el culto a Osiris.  Este templo de 19,5 x 26 metros estaba originalmente ubicado en la orilla de un antiguo lago que ahora ha desaparecido y sus decoraciones del templo solo se completaron bajo los reyes persas Darío I y posiblemente Darío II.  El templo Hibis consistía en una sala  hipóstila con columnas capitales de papiro de dos por dos, una sala de ofrendas, tres santuarios en la parte trasera del templo y una capilla al lado de los santuarios para el culto de Psamético II.  El frente de la casa del templo de Hibis presentaba:
"un pronaos con cuatro columnas de papiro y paredes de pantalla. Durante la construcción de los pronaos, las paredes laterales se extendieron para agregar un patio [patio]. Esta extensión, sin embargo, solo se llevó a cabo en la 30 Dinastía [por Nectanebo I y Nectanebo II.] Las ocho columnas de papiro de los pronaos aún muestran el tipo del Nuevo Reino de capiteles abiertos en forma de campana".
Una entrada de piedra arenisca masiva a través de un muro exterior del recinto aún mide casi 5 metros de altura y fue construida durante los períodos ptolemaico o romano.  Muchas inscripciones y decretos fueron tallados en la puerta de entrada sobre una amplia variedad de temas como impuestos, herencia, el sistema judicial y los derechos de las mujeres, con el texto más antiguo que data del año 49 d-C. 
El Templo de Psamético II en Hibis fue completamente preservado hasta 1832 cuando se removieron su techo y partes del templo para la construcción de una fábrica de aluminio.  Solo los trabajos de excavación del Museo Metropolitano de Arte en 1910-1911 y las restauraciones realizadas por el Servicio de Antigüedades de Egipto detuvieron su declive.  Hoy, el templo Hibis permanece, junto con el Oráculo o Ammoneion de Siwa, como "el templo mejor conservado y mejor documentado del período tardío egipcio temprano y, por lo tanto, es un monumento principal a la historia de la construcción [del templo egipcio]". 

Sucesor 
Cuando Psamik II murió en 589 a. C., fue sucedido por Apries, que era su hijo por la reina Takhut, una princesa de Athribis. Psamtik y la reina Takhut también fueron los padres de Menekhubaste, una sacerdotisa de Atum en Heliópolis, y Ankhnesneferibre, la esposa de Dios de Amón que sirvió en esta poderosa oficina en el Alto Egipto hasta el final del período Saite en 525 a.C, cuando Egipto fue conquistado por los persas.  La fecha de la muerte de Psamtik II se menciona en la estela de adopción de Ankhnesneferibre: Año 7, I Akhet, día 23. 

Apries
Apries  es el nombre con el que Heródoto (ii. 161) y Diodoro (i. 68) designan a Wahibre Haaibre, un faraón de Egipto (589 a. C. - 570 a. C.), el cuarto rey (contando desde Psamtik I) de la 26a dinastía de Egipto.  Fue equiparado con las Waphres de Manetón, que registra correctamente que reinó durante 19 años. Apries también se llama Hophra en Jeremías 44:30 
Apries heredó el trono de su padre, el faraón Psamético II, en febrero de 589 a. C. y su reinado continuó la historia de intriga extranjera de su padre en los asuntos de Judea.  Apries fue un constructor activo que construyó "adiciones a los templos en Athribis (Tell Atrib), Bahariya Oasis, Memphis y Sais".  En el año 4 de su reinado, la hermana de Apries, Ankhnesneferibre, fue adoptada como la nueva Esposa de Dios de Amón en Tebas.  Sin embargo, el reinado de Apries también estuvo plagado de problemas internos. En 588 a. C., Apries envió una fuerza a Jerusalén para protegerlo de las fuerzas babilónicas enviadas por Nabucodonosor II (Jer. 37: 5; 34:21). Sin embargo, sus fuerzas se retiraron rápidamente, aparentemente evitando una confrontación importante con los babilonios.  Jerusalén, después de un asedio de 18 meses, fue destruida por los babilonios en el 587 a. C. o en el 586 a. C. El intento fallido de Apries de intervenir en la política del Reino de Judá fue seguido por un motín de soldados de la importante guarnición de Asuán. 
Mientras se contuvo el motín, Apries más tarde intentó proteger a Libia de las incursiones de los invasores griegos dorios, pero sus esfuerzos fracasaron espectacularmente, ya que sus fuerzas fueron atacadas por los invasores griegos.  Cuando el ejército derrotado regresó a casa, estalló una guerra civil en el ejército egipcio entre las tropas indígenas y los mercenarios extranjeros. Los egipcios apoyaron a Amasis II, un general que había dirigido las fuerzas egipcias en una invasión muy exitosa de Nubia en 592 a. C. bajo el mando del faraón Psamético II, el padre de Apries.  Amasis se declaró rápidamente faraón en 570 a. C., y Apries huyó de Egipto y buscó refugio en un país extranjero. Cuando Apries regresó a Egipto en 567 a. C. con la ayuda de un ejército babilónico para reclamar el trono de Egipto, probablemente fue asesinado en una batalla con las fuerzas de Amasis.  Alternativamente, Herodoto (Historias 2.169) sostiene que Apries sobrevivió a la batalla, y fue capturado y tratado bien por el victorioso Amasis, hasta que el pueblo egipcio exigió justicia contra él, por lo cual fue puesto en sus manos y estrangulado para muerte.  Amasis aseguró su reinado sobre Egipto y fue su gobernante indiscutible.
Sin embargo, Amasis, según los informes, trató los restos mortales de Apries con respeto y observó los rituales funerarios apropiados al llevar el cuerpo de Apries a Sais y enterrarlo allí con "honores militares completos". Amasis, el ex general que se había declarado faraón, también se casó con la hija de Apries, Chedebnitjerbone II, para legitimar su acceso al poder. Si bien Herodoto afirmó que la esposa de Apries se llamaba Nitetis (en griego), "no hay referencias contemporáneas que la nombren " en los registros egipcios. 
Eusebio colocó el eclipse de Tales en 585 a. C., en el octavo o duodécimo año del reinado de Apries.

Monumentos 
Un obelisco que Apries erigió en Sais fue movido por el emperador romano Diocleciano del siglo III d.C. y originalmente colocado en el Templo de Isis en Roma. Hoy se encuentra frente a la iglesia basílica de Santa Maria sopra Minerva en Roma.
El obelisco de Apries en Roma se conoce como 'Pulcino della Minerva'
Amasis II
Amasis II o Ahmose II fue un faraón (reinó 570 a. C. - 526 a. C.) de la 26a dinastía de Egipto, el sucesor de Apries en Sais. Fue el último gran gobernante de Egipto antes de la conquista persa.
Una estatua fragmentaria cabeza de Amasis II

La mayor parte de nuestra información sobre él se deriva de Herodoto (2.161ff) y solo puede verificarse de manera imperfecta mediante evidencia monumental. Según el historiador griego, era de origen común.  Originalmente era un oficial del ejército egipcio. Su lugar de nacimiento fue Siuph en Saïs. Participó en una campaña general del faraón Psamético II en 592 a. C. en Nubia. 
Una revuelta que estalló entre los soldados egipcios nativos le dio la oportunidad de tomar el trono. Estas tropas, al regresar a casa de una desastrosa expedición militar a Cirene en Libia, sospecharon que habían sido traicionadas para que Apries, el rey reinante, pudiera gobernar más absolutamente por medio de sus mercenarios griegos; muchos egipcios simpatizaron completamente con ellos. El general Amasis, enviado a su encuentro y sofocar la revuelta, fue proclamado rey por los rebeldes, y Apries, que luego tuvo que depender completamente de sus mercenarios, fue derrotado.  Apries huyó a los babilonios y fue capturado y asesinado montando una invasión de su tierra natal en 567 a. C. con la ayuda de un ejército babilónico. Una inscripción confirma la lucha entre los soldados egipcios nativos y los soldados extranjeros, y demuestra que Apries fue asesinada y enterrada honorablemente en el tercer año de Amasis (c.  567 a. C.).  Amasis se casó con Chedebnitjerbone II, una de las hijas de su predecesor Apries, para legitimar su reinado. 
Se conoce cierta información sobre los orígenes familiares de Amasis: su madre era un cierto Tashereniset, como lo muestra un busto de ella, hoy ubicado en el Museo Británico. Un bloque de piedra de Mehallet el-Kubra también establece que su abuela materna, la madre de Tashereniset, era un cierto Tjenmutetj.
Su corte es relativamente conocida. El jefe del guardia de la puerta Ahmose-sa-Neith aparece en numerosos monumentos, incluida la ubicación de su sarcófago. Se le hizo referencia en monumentos de la 30 Dinastía y aparentemente tuvo un significado especial en su tiempo. Wahibre era 'Líder de los extranjeros del sur' y 'Jefe de las puertas de los extranjeros', por lo que era el más alto funcionario de seguridad fronteriza. Bajo Amasis comenzó la carrera del médico, Udjahorresnet, que era de particular importancia para los persas. Se conocen varios "jefes de la flota". Psamtek Meryneit y Pasherientaihet / Padineith son los únicos visires conocidos.
Heródoto describe cómo Amasis II eventualmente causaría una confrontación con los ejércitos persas. Según Heródoto, Cambises II o Ciro el Grande le pidieron a Amasis un oftalmólogo egipcio en buenos términos. Amasis parece haber cumplido al obligar a un médico egipcio a realizar trabajos obligatorios, lo que hace que deje a su familia en Egipto y se mude a Persia en el exilio forzado. En un intento de vengarse de esto, el médico se acercó mucho a Cambises y sugirió que Cambises pidiera a Amasis una hija en matrimonio para consolidar sus lazos con los egipcios. Cambises cumplió y solicitó el matrimonio de una hija de Amasis. 
Amasis, preocupado de que su hija fuera una concubina del rey persa, se negó a renunciar a su descendencia; Amasis tampoco estaba dispuesto a enfrentarse al imperio persa, por lo que inventó un engaño en el que obligó a la hija del ex faraón Apries, a quien Herodoto confirma explícitamente que fue asesinado por Amasis, para ir a Persia en lugar de su propia descendencia.
Esta hija de Apries no era otra que Nitetis, quien era, según el relato de Heródoto, "alta y hermosa". Nitetis naturalmente traicionó a Amasis y al ser recibido por el rey persa explicó el engaño de Amasis y sus verdaderos orígenes. Esto enfureció a Cambises y prometió vengarse por ello. Amasis murió antes de que Cambises lo alcanzara, pero su heredero e hijo Psamético III fue derrotado por los persas. 

Primero, Ciro el Grande firmó acuerdos de alianza con el rey lidio Croesus y Nabonido el rey babilónico en 542 a. C. El objetivo real de los acuerdos era evitar la ayuda entre Egipto y sus aliados. Con ambos ahora privados del apoyo egipcio, los persas conquistaron, primero, el imperio de Croesus en 541 a. C. y, luego, el imperio neobabilónico en 539 a. C.
Heródoto también describe cómo, al igual que su predecesor, Amasis dependía de mercenarios y concejales griegos. Una de esas figuras fue Fanes de Halicarnaso, que luego dejaría Amasis, por razones que Heródoto no conoce claramente, pero los sospechosos eran personales entre las dos figuras. Amasis envió a uno de sus eunucos para capturar a Phanes, pero el sabio consejero superó al eunuco y Phanes huyó a Persia, se encontró con Cambises y le dio consejos para su invasión a Egipto. Egipto finalmente se perdió ante los persas durante la batalla de Pelusium en 525 a. C. 

La riqueza de Egipto 
Aunque Amasis aparece primero como campeón del nativo menospreciado, tuvo el buen sentido de cultivar la amistad del mundo griego y puso a Egipto en contacto más cercano con él que nunca. Heródoto relata que bajo su prudente administración, Egipto alcanzó un nuevo nivel de riqueza; Amasis adornaba los templos del Bajo Egipto, especialmente con espléndidos santuarios monolíticos y otros monumentos (su actividad aquí se demuestra por los restos existentes).  Por ejemplo, un templo construido por él fue excavado en Tell Nebesha. 
Amasis asignó la colonia comercial de Naucratis en la rama Canópica del Nilo a los griegos, y cuando el templo de Delfos fue quemado, contribuyó con 1.000 talentos a la reconstrucción. También se casó con una princesa griega llamada Ladice, hija del rey Batto III, e hizo alianzas con Polícrates de Samos y Creso de Lidia.  Montaigne cita la historia de Heródoto de que Ladice curó a Amasis de su impotencia rezando a Venus/Afrodita. 
Bajo Amasis, la economía basada en la agricultura de Egipto alcanzó su cenit. Herodoto, quien visitó Egipto menos de un siglo después de la muerte de Amasis II, escribe que:
Se dice que fue durante el reinado de Ahmose II (Amasis) que Egipto alcanzó su nivel más alto de prosperidad tanto en lo que el río le dio a la tierra como en lo que la tierra cedió a los hombres y el número de ciudades habitadas. en ese momento alcanzó en total 20,000. 
Su reino consistió probablemente en Egipto solamente, hasta la Primera Catarata, pero a esto agregó Chipre, y su influencia fue grande en Cirene, Libia.  En su cuarto año (c.  567 a. C.), Amasis pudo derrotar una invasión de Egipto por los babilonios bajo Nabucodonosor II; en adelante, los babilonios experimentaron suficientes dificultades para controlar su imperio y se vieron obligados a abandonar futuros ataques contra Amasis.  Sin embargo, Amasis se enfrentó más tarde con un enemigo más formidable con el surgimiento de Persia bajo Ciro quien ascendió al trono en 559 a.C; Sus últimos años estuvieron preocupados por la amenaza del inminente ataque persa contra Egipto.  Con gran habilidad estratégica, Cyrus había destruido a Lydia en 546 a. C. y finalmente derrotó a los babilonios en 538 a. C., lo que dejó a Amasis sin grandes aliados del Cercano Oriente para contrarrestar el creciente poder militar de Persia.  Amasis reaccionó cultivando lazos más estrechos con los estados griegos para contrarrestar la futura invasión persa en Egipto, pero tuvo la suerte de haber muerto en 526 a. C. poco antes de que los persas atacaran.  El asalto final cayó sobre su hijo Psamtik III, a quien los persas derrotaron en 525 a. C. después de haber reinado durante solo seis meses. 

Tumba y profanación 
Amasis II murió en 526 a. C. Fue enterrado en la necrópolis real de Sais, y aunque su tumba nunca ha sido descubierta, Heródoto nos la describe:
[Es] un gran edificio de piedra enclaustrado, decorado con pilares tallados en la imitación de palmeras y otros adornos costosos. Dentro del claustro hay una cámara con puertas dobles, y detrás de las puertas se encuentra el sepulcro. 
Heródoto también relata la profanación de la momia de Ahmose II / Amasis cuando el rey persa Cambises conquistó Egipto y así terminó la 26a dinastía (Saite):
[N] o antes [... Cambises] entró en el palacio de Amasis que dio órdenes para que su cuerpo [Amasis] fuera sacado de la tumba donde yacía. Hecho esto, procedió a que lo trataran con toda indignidad posible, como golpearlo con látigos, pegarlo con aguijones y arrancarse el pelo. [...] A medida que el cuerpo había sido embalsamado y no se caería a pedazos bajo los golpes, Cambises lo había quemado. 

Reputación posterior 
Desde el siglo V a.C, hay evidencia de historias que circulan sobre Amasis, en las fuentes egipcias (incluyendo un papiro demótico del tercer siglo BCE), Herodoto, Hellanikos, y Plutarco 's Convivium Septem sapientium. "En esos cuentos, Amasis fue presentado como un faraón no convencional, comportándose de manera impropia ante un rey pero dotado de sabiduría práctica y astucia, un embaucador en el trono o una especie de cómic Salomón egipcio".
Esta cabeza probablemente provenía de una estatua del templo de Amasis II. Lleva la tradicional tela de cabeza de nemes real, con una serpiente protectora de uraeus en la frente. Circa 560 AEC. Museo de Arte Walters, Baltimore.

Relieve que muestra Amasis del templo de Karnak
Estela que data del año 23 de Amasis, que se exhibe en el Louvre. 
Concesión de una parcela de tierra por un individuo a un templo. Fechado en el primer año de Amasis II, en exhibición en el Louvre

La cenicienta egipcia
Rhodopis ante la leyenda de Cenicienta
Rhodopis ya tenía presencia en la antigua leyenda griega mucho antes de que la famosa historia de Cenicienta se apegara a ella. Ella es mencionada por primera vez por el historiador Heródotos de Halikarnassos (vivió c. 484 a. C. - c. 425 a. C.) en el Libro II de su libro Las Historias, que probablemente fue escrito alrededor del año 431 a. C. o alrededor. Heródotos describe a Rhodopis como una hermosa hetaira griega, o cortesana de clase alta, que vivía en la ciudad de Naukratis en Egipto durante el reinado del faraón Amasis II (gobernado 570–526 a. C.).
Heródotos la menciona en el contexto de la descripción de la Pirámide de Menkaure en Giza, que algunos griegos creían que había sido construida por Rhodopis. Heródotos refuta esto, escribiendo, según lo traducido por George Rawlinson:
Algunos griegos dicen que fue construido por Rhodopis, la cortesana, pero están en un error; de hecho, es claro para mí que cuando dicen que no saben quién era Rhodopis, de lo contrario nunca la habrían acreditado con la construcción de una pirámide en la que se debió gastar lo que yo podría llamar una suma incontable de talentos. Y es una prueba más de su error que Rhodopis floreció en el reinado de Amasis, no de Mykerinos [es decir, Menkaure], y así muchos años después de estos reyes que construyeron las pirámides.
Luego, Heródotos brinda una gran cantidad de información fantástica sobre los antecedentes legendarios de Rhodopis:
Ella era tracia de nacimiento, esclava de Iadmon, hijo de Hephaestopolis, Samian y esclava de Aisopos [es decir, Esopo], la escritora de historias... Rhodopis fue traída a Egipto por Xanthes de Samos, y en su llegada fue por un gran cantidad de dinero liberado para la práctica de su llamado por Charaxos de Mitilene, hijo de Skamandronymos y hermano de Sappho la poetisa. Por lo tanto, Rhodopis fue liberada y vivió en Egipto, donde sus encantos se hicieron bien conocidos y se hizo lo suficientemente rica para una dama de su profesión, pero no para la construcción de una pirámide de este tipo. Al ver que hasta el día de hoy cualquiera que lo desee puede saber cuál era la décima parte de sus posesiones, no se le puede acreditar una gran riqueza. Para Rhodopis deseaba dejar un memorial de sí misma en Grecia, al hacer algo que nadie más había inventado y dedicado en un templo y presentarlo en Delphi para preservar su memoria; así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas. 
Así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas. 
Así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas. 
Detrás del altar establecido por los chianos y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas. 
Detrás del altar establecido por los chianos y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas.

La historia de Cenicienta es un clásico cuento popular europeo que casi todos en el mundo occidental conocen desde la infancia. La mayoría de las personas aquí en los Estados Unidos se presentaron por primera vez a la historia a través de la clásica película animada de Walt Disney Cinderella (1950), que se basó en una versión francesa de la historia publicada en 1697 por el escritor francés Charles Perrault en su libro Histoires ou contes du temps passé ("Historias de tiempos pasados ​​con la moral"). La historia de la propia Cenicienta, sin embargo, es mucho, mucho más antigua que Perrault. De hecho, la versión más antigua conocida de la historia de Cenicienta fue registrada por primera vez por un escritor griego en Egipto helenístico a principios del siglo I d. C.

Rhodopis, la antigua Cenicienta griega
El protagonista en la versión griega antigua de la leyenda de Cenicienta no se llama, por supuesto, "Cenicienta", sino Rhodopis. El nombre Rhodopis proviene de la palabra griega ῥόδον, que significa "rosa", más la palabra ὤψ, que significa "ojo", más el sufijo adjetivo femenino -ις. Por lo tanto, el nombre significa literalmente "Ojos de rosa". El nombre es equiparable a los epítetos comunes de las diosas Athena y Hera respectivamente en Los poemas homéricos.
El significado del nombre es especialmente significativo debido al hecho de que, en cuentos populares europeos posteriores, nombres similares relacionados con rosas a menudo se atribuyen a heroínas de cuentos de hadas como "Briar Rose" y "Rose Red". En el caso de Rhodopis, sin embargo, probablemente podemos suponer que su nombre no significa que sus ojos son de color rosa, porque eso no tendría mucho sentido, sino que sus ojos son tan hermosos como las rosas. (Si eso parece una comparación extraña, solo recuerda que, para los antiguos griegos, el epíteto “Ojos de vaca” aparentemente se consideraba halagador).

Rhodopis ante la leyenda de Cenicienta
Rhodopis ya tenía presencia en la antigua leyenda griega mucho antes de que la famosa historia de Cenicienta se apegara a ella. Ella es mencionada por primera vez por el historiador Heródotos de Halikarnassos (vivió c. 484 a. C. - c. 425 a. C.) en el Libro II de su libro Las Historias, que probablemente fue escrito alrededor del año 431 a. C. o alrededor. Heródotos describe a Rhodopis como una hermosa hetaira griega, o cortesana de clase alta, que vivía en la ciudad de Naukratis en Egipto durante el reinado del faraón Amasis II (gobernado 570–526 a. C.).
Heródotos la menciona en el contexto de la descripción de la Pirámide de Menkaure en Giza, que algunos griegos creían que había sido construida por Rhodopis. Heródotos refuta esto, escribiendo, según lo traducido por George Rawlinson:
Algunos griegos dicen que fue construido por Rhodopis, la cortesana, pero están en un error; de hecho, es claro para mí que cuando dicen que no saben quién era Rhodopis, de lo contrario nunca la habrían acreditado con la construcción de una pirámide en la que se debió gastar lo que yo podría llamar una suma incontable de talentos. Y es una prueba más de su error que Rhodopis floreció en el reinado de Amasis, no de Mykerinos [es decir, Menkaure], y así muchos años después de estos reyes que construyeron las pirámides.
Fotografía moderna de la Pirámide de Menkaure en Giza, que, según Heródotos, algunos griegos creían que había sido construida por Rhodopis.

Luego, Heródotos brinda una gran cantidad de información fantástica sobre los antecedentes legendarios de Rhodopis:
Ella era tracia de nacimiento, esclava de Iadmon, hijo de Hephaestopolis, Samian y esclava de Aisopos [es decir, Esopo], la escritora de historias... Rhodopis fue traída a Egipto por Xanthes de Samos, y en su llegada fue por un gran cantidad de dinero liberado para la práctica de su llamado por Charaxos de Mitilene, hijo de Skamandronymos y hermano de Sappho la poetisa. Por lo tanto, Rhodopis fue liberada y vivió en Egipto, donde sus encantos se hicieron bien conocidos y se hizo lo suficientemente rica para una dama de su profesión, pero no para la construcción de una pirámide de este tipo. Al ver que hasta el día de hoy cualquiera que lo desee puede saber cuál era la décima parte de sus posesiones, no se le puede acreditar una gran riqueza. Para Rhodopis deseaba dejar un memorial de sí misma en Grecia, al hacer algo que nadie más había inventado y dedicado en un templo y presentarlo en Delphi para preservar su memoria; así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas así que gastó la décima parte de su sustancia en la fabricación de una gran cantidad de salsas de buey de hierro, tantas como pagaría el diezmo, y las envió a Delphi; Estos yacen en un montón hasta el día de hoy, detrás del altar establecido por los Chians y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas detrás del altar establecido por los chianos y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas detrás del altar establecido por los chianos y frente al santuario mismo. Parece que las cortesanas de Naukratis alguna vez tienen el arte de complacer, porque la mujer de quien se cuenta esta historia se hizo tan famosa que todos los griegos sabían el nombre de Rhodopis, y en los últimos días un Archidike fue el tema de la canción en toda Grecia, aunque menos hablado que el otro. Charaxos, después de darle a Rhodopis su libertad, regresó a Mitilene y fue atacado amargamente por Safo en uno de sus poemas.
El "Aisopos" que menciona Heródotos aquí es, por supuesto, el legendario narrador a quien se le atribuyen numerosas fábulas. (Es mejor conocido en inglés por la forma anglicizada de su nombre, Esopo) La "Safo" a la que Heródotos menciona como la hermana de Charaxos es, por supuesto, la famosa poetisa lírica Safo de Lesbos (vivió c. 630 - c. 570 a. C.), quien era conocido en la antigüedad como "la Décima Musa" y era venerado como el equivalente femenino de Homero.

La versión de Strabon
Si bien Heródotos menciona a Rhodopis como una figura legendaria, la versión de la historia de Cenicienta asociada con ella no se menciona en ninguna fuente hasta aproximadamente 400 años después. La primera versión conocida de la leyenda de Rhodopis Cinderella fue registrada por primera vez por el geógrafo griego Strabon de Amaseia (vivió alrededor del 64 a. C. - c. 24 d. C.) en su libro Geographika, una enciclopedia masiva de información histórica y geográfica. La primera parte de Geographika se publicó alrededor del 7 a. C., pero la historia de Rhodopis proviene de la segunda parte del libro, que se publicó en una fecha posterior desconocida, pero definitivamente antes de la muerte de Strabon alrededor del 24 d. C.
En su mayor parte, el relato de Strabon sobre Rhodopis es muy similar al que dio Herodotos, lo que indica que Strabon probablemente estaba usando a Herodotos como fuente. Strabon, sin embargo, continúa contando otra historia sobre Rhodopis que Herodotos no menciona. El pasaje crucial, que proviene de Geographika 17.1.33, dice lo siguiente, según la traducción de HL Jones:
"... Cuentan la fabulosa historia de que, cuando se estaba bañando, un águila le quitó una de sus sandalias a su doncella y se la llevó a Memphis; y mientras el rey administraba justicia al aire libre, el águila, cuando llegó por encima de su cabeza, arrojó la sandalia en su regazo; y el rey, conmocionado tanto por la bella forma de la sandalia como por la extrañeza del hecho, envió hombres en todas las direcciones al país en busca de la mujer que llevaba la sandalia; y cuando la encontraron en la ciudad de Naukratis, la llevaron a Memphis, se convirtió en la esposa del rey ... "
Aunque esta es la primera versión registrada de la historia de Cenicienta, es posible que existan variantes más antiguas de la historia, pero simplemente nunca se escribieron. En el mundo antiguo, a menudo era raro que se registraran cuentos populares tradicionales de esta variedad porque no se veían como material de lectura adecuado para personas educadas y se transmitían principalmente de forma oral de una persona a otra. Algunos folkloristas argumentan que la historia puede rastrearse en alguna forma hasta una etapa anterior en el desarrollo de la lingüística indoeuropea, antes de que la rama helénica se separara de la germánica.
Hay muchas similitudes entre la narración de Strabon de la leyenda de Rhodopis y la moderna historia de Cenicienta que todos conocemos de memoria, pero también hay muchas diferencias. La narrativa central es básicamente idéntica: como en la versión moderna, una mujer joven y hermosa pierde su zapato, un príncipe encuentra el zapato, la busca y, al encontrarla, se casa con ella. Esta parte de la historia sigue siendo la misma.
Las circunstancias que rodean la narrativa central, sin embargo, son completamente diferentes. En la versión clásica de Perrault de la historia de Cenicienta, Cenicienta pierde su zapatilla mientras huye de la pelota porque el príncipe ha cubierto los escalones del palacio en alquitrán, tratando de evitar que se vaya. (La versión de Disney se desvía de la versión de Perrault al eliminar la historia sobre el alquitrán). Sin embargo, en la versión de Strabon, no hay pelota y Rhodopis nunca se encuentra con el faraón hasta que descubre su zapato. En cambio, se unen por casualidad cuando un águila agarra la sandalia de Rhodopis y la deja caer en el regazo del faraón.
El erudito clásico estadounidense William F. Hansen señala que las versiones de la historia de Cenicienta generalmente se agrupan en dos subconjuntos: variantes "occidentales", en las que la protagonista se encuentra con el príncipe antes de perder su zapato, y variantes "orientales", en las que nunca se encuentra hasta que encuentre su zapato. La historia de Rhodopis contada por Strabon cae en la categoría de las variantes "orientales"; mientras que la versión clásica de Perrault cae en el "western".

Versión de Klaudios Ailianos
Strabon no fue el único escritor que contó la historia de Rhodopis. Otra versión de la historia está registrada en el trabajo posterior Varios History, que fue escrito alrededor del 235 d. C. por el orador romano helenizado Klaudios Ailianos (vivió c. 175 - c. 235 d. C.). La historia miscelánea 13.33 dice lo siguiente, según la traducción de Thomas Stanley. (Para facilitar la lectura del pasaje, he modernizado la ortografía y la gramática de Thomas Stanley):
“Las relaciones de los egipcios afirman que Rhodopis fue la cortesana más bella; y que en un momento en que se estaba bañando, Fortune, a quien le encanta hacer cosas extravagantes e inesperadas, le dio una recompensa: adecuada, no a su mente, sino a su belleza. Mientras ella se lavaba y sus doncellas miraban su ropa, un águila, agachándose, agarró uno de sus zapatos y se lo llevó a Memphis, donde Psammetichos estaba sentado a juicio, y dejó que el zapato cayera en su regazo. Psammetichos, preguntándose por la forma del zapato, la pulcritud del trabajo y la acción del pájaro, envió a todo Egipto a descubrir a la mujer a quien pertenecía el zapato; y habiéndola descubierto, se casó con ella".
La versión contada por Klaudios Ailianos es casi la misma que la historia contada por Strabon. Algunos de los detalles menores, sin embargo, son ligeramente diferentes. Por ejemplo, Strabon nunca dice el nombre exacto del faraón en cuestión; mientras que Klaudios Ailianos especifica que el nombre del faraón era Psammetichos.
Hubo tres faraones egipcios diferentes llamados Psammetichos que gobernaron alrededor del mismo período general de tiempo que se establece la leyenda de Rhodopis, pero al que probablemente se refiera Klaudios Ailianos en este pasaje es Psammetichos II (gobernado 595-589 aC), el predecesor directo de Amasis II, el faraón durante cuyo reinado Heródotos describe a Rhodopis como florecido.
Estatua del faraón egipcio Psammetichos II, el candidato más probable para el faraón en la versión de Klaudios Ailianos de la leyenda de Rhodopis.

El hecho de que la leyenda de Rhodopis sea reportada por dos autores griegos diferentes desde dos puntos diferentes en la historia griega indica que la historia siguió siendo popular durante un largo período de tiempo, ya que la historia de Cenicienta sigue siendo popular hoy en día.

Psamtik III
Psamético III (también escrito Psammetichus, Psammeticus o Psammenitus, fue el último faraón de la Dinastía XXVI de Egipto desde 526 AC a 525 a.C. La mayor parte de lo que se sabe sobre su reinado y vida fue documentada por el historiador griego Herodoto en el siglo V a. C. Heródoto afirma que Psamtik había gobernado Egipto durante solo seis meses antes de que se enfrentara a una invasión persa en su país liderada por el rey Cambises II de Persia.  Psamtik fue derrotado posteriormente en la Batalla de Pelusium, y huyó a Memphis donde fue capturado. El depuesto faraón fue llevado a Susa encadenado y luego se suicidó.
Psamtik III era el hijo del faraón Amasis II y una de sus esposas, la reina Tentkheta. Sucedió a su padre como faraón en 526 a. C., cuando Amasis murió después de un largo y próspero reinado de unos 44 años. Según Heródoto, tenía un hijo llamado Amasis y una esposa e hija, ambos sin nombre en documentos históricos.
Relieve representando Psamtik III de una capilla en Karnak

Derrota y encarcelamiento 
La batalla de Pelusium fue la primera gran batalla entre el imperio aqueménida y Egipto. Esta batalla decisiva transfirió el trono de los faraones a Cambises II de Persia. Que se libró cerca de Pelusio, una ciudad importante en los extremos orientales del Delta del Nilo de Egipto, a 30 km al sudeste de la moderna Port Said, en el 525 antes de Cristo. La batalla fue precedida y seguida por asedios en Gaza y Memphis.
Encuentro entre Cambises II y Psammetichus III, recreado imaginativamente por el pintor francés Adrien Guignet

Herodoto sobre motivos y antecedentes 
El mejor recuento de los eventos que condujeron a la batalla de Pelusium es de historiadores griegos, particularmente Heródoto. Según Heródoto, el conflicto entre el faraón Amasis II de Egipto y Cambises II de Persia fue un proceso gradual que involucró a múltiples personalidades, en su mayoría egipcios. Según Heródoto, Cambises solicitó a un médico egipcio de Amasis en buenos términos, a lo que Amasis cumplió. El médico (muy probablemente un oftalmólogo antiguo) resentía el trabajo forzado que Amasis le había impuesto y, en represalia, persuadió a Cambises para que le pidiera a Amasis una hija en matrimonio, sabiendo que a Amasis no le gustaría perder a su hija con un persa. Cambises cumplió, pidiendo la mano de la hija de Amasis en matrimonio.
Amasis, incapaz de soltar a su descendencia, y poco dispuesto a iniciar un conflicto con los persas, envió a una niña egipcia llamada Nitetis, que era hija de un egipcio llamado Apries. Según Heródoto, Apries fue el faraón anterior a quien Amasis había derrotado y asesinado, y cuya hija ahora sería enviada en lugar de la propia descendencia de Amasis. Una vez saludada por Cambises como "la hija de Amasis", Nitetis explicó el truco empleado por Amasis para evitar regalar su propia hija al rey. Esto enfureció a Cambises, que prometió vengar el insulto. 
Según Heródoto, otra motivación que solidificó la expedición de Cambises a Egipto fue Fanes de Halicarnaso.  Originalmente un miembro del consejo y asesor de Amasis, un curso desconocido de eventos llevó a que se desarrollara amargura entre ellos hasta el punto de que Amasis envió un eunuco egipcio después de Phanes, persiguiéndolo a Lydia. Phanes fue capturado en Licia, pero burló a sus guardias emborrachándolos y escapó a Persia, y ayudó al rey persa en todos los modos de estrategia, y fue instrumental en la determinación de su determinación de conquistar Egipto.  
A pesar de tener el control total sobre el imperio neobabilónico y sus subregiones, incluido el norte de Arabia, Cambises envió un mensaje al Rey de Arabia solicitando un paso seguro por el camino del desierto desde Gaza hasta Pelusium.  El rey árabe, él mismo enemigo de Amasis, y contento de facilitar su destrucción, le concedió un paso seguro a Cambises e incluso le proporcionó tropas.  Según Polibio, incluso con todas las precauciones tomadas al entrar en la frontera de Egipto, solo la ciudad de Gaza resistió a los persas, que cayeron después de un largo asedio. Cuando la noticia de la inminente batalla llegó a Egipto, Psamtik III (Psammenitus), hijo y heredero de Amasis II, reunió al ejército egipcio y lo estacionó a lo largo de la bifurcación del Mar Rojo y el río Nilo. El propio Amasis murió seis meses antes de que Cambises llegara a Egipto. 
Psamtik esperaba que Egipto pudiera resistir la amenaza del ataque persa mediante una alianza con los griegos, pero esta esperanza fracasó, ya que las ciudades chipriotas y el tirano Polícrates de Samos, que poseían una gran flota, ahora preferían unirse a la Persas El hecho de que uno de los asesores tácticos más prominentes de Egipto, Fanes de Halicarnaso, ya había pasado al lado persa significaba que Psamik dependía por completo de su propia experiencia militar limitada. Polícrates envió 40 trirremes a los persas. Psamtik, en un violento acto de venganza antes de la confrontación con el ejército persa, arrestó a todos los hijos de Phanes y los puso entre dos cuencos. Luego los cortó uno por uno, drenando su sangre y mezclándola con vino. Psamtik luego bebió e hizo que todos los demás concejales bebieran su sangre antes de las batallas. 

La batalla 
El decisivo conflicto militar ocurrió en Pelusium. Como Heródoto describe un mar de cráneos en la cuenca del Nilo, sobre los restos de los cuales comenta sobre las diferencias entre las cabezas de los persas y los egipcios. Según Ctesias, cayeron cincuenta mil egipcios, mientras que la pérdida total en el lado persa fue de solo siete mil. Después de esta breve lucha, las tropas de Psamtik huyeron, y pronto la retirada se convirtió en una derrota completa. Desorientados y huyendo, los egipcios se refugiaron en Memphis.  Los egipcios ahora estaban sitiados en su fortaleza de Memphis.

Consecuencias 
Según Heródoto, Cambises, en un último intento de poner fin a la lucha, envió un heraldo persa en un barco para exhortar a los egipcios a rendirse antes de un nuevo derramamiento de sangre. Al avistar el barco persa en el puerto de Memphis, los egipcios salieron corriendo, atacaron el barco y mataron a todos los hombres que iban en él, llevando sus extremidades desgarradas con ellos de regreso a la ciudad. A medida que Cambises avanzó a Memphis, se dice que por cada Mitileno asesinado durante el asedio de Memphis, murieron diez egipcios, lo que hace que el número de egipcios muertos sea de dos mil, que pudieron haber sido ejecutados en el momento o después del asedio, porque murieron doscientos mitileanos. Pelusium probablemente se entregó inmediatamente después de la batalla. El faraón fue capturado después de la caída de Memphis y se le permitió vivir bajo la vigilancia persa. Más tarde se suicidó después de intentar una revuelta contra los persas. 

Herodoto en la batalla 
Según Polyaenus, los soldados persas supuestamente usaron gatos, entre otros animales sagrados egipcios, contra el ejército del faraón. La pintura de Paul-Marie Lenoir, 1872.

Los campos de alrededor estaban cubiertos de huesos de combatientes cuando Heródoto lo visitó. Señaló que los cráneos de los egipcios se distinguían de los de los persas por su dureza superior, un hecho confirmado por las momias, y que atribuía a los egipcios que les afeitaban la cabeza desde la infancia, y a los persas que los cubrían con pliegues de tela o lino.
Polyaenus, "un general macedonio retirado más interesado en la novedad que en la precisión histórica", afirma que, según la leyenda, Cambises capturó Pelusium utilizando una estrategia inteligente. Los egipcios consideraban ciertos animales, especialmente los gatos, como sagrados (tenían una diosa gata llamada Bastet), y no les harían daño de ninguna manera. Polyaenus afirma que Cambises hizo que sus hombres llevaran los animales "sagrados" delante del ataque. Los egipcios no se atrevieron a disparar sus flechas por miedo a herir a los animales, por lo que Pelusium fue asaltado con éxito. Esta sería una forma temprana de guerra psicológica.
Heródoto, sin embargo, no menciona ninguna de esas estrategias y "apenas da información" sobre los combates en general. Según Heródoto, Cambises inicialmente se comportó con cierta moderación, perdonando al hijo de Psamtik debido a la sensación de "un toque de piedad",  pero más tarde, insatisfecho con su victoria e incapaz de castigar a Amasis, ya fallecido por su engaño, decidió cometer lo que Heródoto llama un acto no persa: profanó la tumba de Amasis momificado y ordenó quemar a la momia.
Sin embargo, Pierre Briant concluye que la información registrada de Heródoto sobre las acciones de Cambises en Egipto después de la victoria es falsa.
Cambises hizo las paces con los libios, aceptando su oferta de tregua. Egipto se convirtió en una posesión de Persia, y Cambises su faraón. Debido a que derrotaron a los faraones de la vigésimo sexta dinastía, los monarcas persas fueron reconocidos como faraones y llegaron a ser conocidos como la vigésima séptima dinastía de Egipto (o el primer período persa).
Psamtik gobernó Egipto durante no más de seis meses. Pocos días después de su coronación, la lluvia cayó en Tebas, lo cual fue un evento raro que asustó a algunos egipcios, quienes interpretaron esto como un mal presagio. El joven e inexperto faraón no era rival para los persas invasores. Después de que los persas bajo Cambises habían cruzado el desierto del Sinaí con la ayuda de los árabes, se libró una amarga batalla cerca de Pelusium, una ciudad en la frontera oriental de Egipto, en la primavera de 525 a. C.  Los egipcios fueron derrotados en Pelusium y Psamtik fue traicionado por uno de sus aliados, Fanes de Halicarnaso. En consecuencia, Psamtik y su ejército se vieron obligados a retirarse a Memphis. Los persas capturaron la ciudad después de un largo asedio y capturaron Psamtik después de su caída. Poco después, Cambises ordenó la ejecución pública de dos mil de los ciudadanos principales, incluido (se dice) un hijo del rey caído.

Cautiverio y suicidio 
El cautiverio de Psamtik y su posterior ejecución se describen en The Historories by Herodotus, Libro III, secciones 14 y 15. La hija de Psamtik y las hijas de todos los nobles egipcios fueron esclavizadas. El hijo de Psamtik y otros dos mil hijos de nobles fueron condenados a muerte, en represalia por el asesinato del embajador persa y los doscientos tripulantes de su barco. Un "anciano que había sido amigo del rey" fue reducido a mendigar.  Todas estas personas fueron llevadas ante Psamtik para probar su reacción, y solo se molestó después de ver el estado del mendigo.
La compasión de Psamtik por el mendigo hizo que se salvara, pero su hijo ya había sido ejecutado. El depuesto faraón fue criado para vivir en el séquito del rey persa.  Sin embargo, después de un tiempo, Psamtik intentó levantar una rebelión entre los egipcios. Cuando Cambises se enteró de esto, Herodoto informó que Psamtik había bebido sangre de toro e inmediatamente murió. 
Cabeza de una estatua de Psamtik III

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[1] En cuanto a Libia, sabemos que el mar la lava por todos lados, excepto donde está unida a Asia. Este descubrimiento fue hecho primero por Necos, el rey egipcio, quien al desistir del canal que había comenzado entre el Nilo y el Golfo Arábigo (refiriéndose al Mar Rojo), envió al mar una serie de barcos tripulados por fenicios, con órdenes para llegar a los Pilares de Hércules y regresar a Egipto a través de ellos y por el Mediterráneo. Los fenicios partieron de Egipto a través del mar eritreo y se embarcaron en el océano austral. Cuando llegó el otoño, desembarcaron, donde sea que se encontraran, y después de sembrar una porción de tierra con maíz, esperaron hasta que el grano estuviera en condiciones de cortar. Después de cosecharlo, volvieron a zarpar; y así sucedió que pasaron dos años enteros, y no fue sino hasta el tercer año que doblaron los Pilares de Hércules e hicieron su viaje de regreso a casa. A su regreso, declararon, por mi parte, no les creo, pero tal vez otros sí, que al navegar alrededor de Libia tenían el sol sobre su mano derecha. De esta manera se descubrió por primera vez la extensión de Libia. "Libro 4".  Historia de Herodoto - a través de Wikisource.
[2] Lloyd debe mantener la posición de que el conocimiento geográfico en la época de Herodoto era tal que los griegos sabrían que tal viaje implicaría que el sol estuviera a su derecha, pero no creían que África pudiera extenderse lo suficiente como para que esto sucediera. Sugiere que los griegos en este momento entendieron que cualquiera que vaya al sur lo suficientemente lejos y luego gire hacia el oeste tendría el sol a su derecha, pero consideró increíble que África llegara tan al sur. Él escribió: "Dado el contexto del pensamiento egipcio, la vida económica y militar intereses, es imposible imaginar qué estímulo podría haber motivado a Necho en tal esquema y si no podemos proporcionar una razón que sea sólida dentro de los términos de referencia egipcios, entonces tenemos buenas razones para dudar de la historicidad de todo el episodio". Alan B. Lloyd, "Necho y el Mar Rojo: algunas consideraciones", Journal of Egyptian Archaeology, 63 (1977) p.149.

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